3 de febrero de 2017

ENTREVISTA A MALENA REIMER.

3 de febrero de 2017
“Mi viejo era delegado gremial en una fábrica; ¿se merecía ser torturado y asesinado?”
Dormía en una cuna cuando entraron en su casa a llevarse a su papá, en la madrugada del 5 de enero de 1977. Su historia y su búsqueda. Malena Reimer, hija de un desaparecido de nuestra ciudad.
Malena: “Admiro a mi madre, que nos crió en un clima de música y alegría”. 
Desde que nació Malena sabe que sus padres son María Luján Ramos y Esteban Reimer, y que él fue secuestrado el 5 de enero de 1977. Sabe que a la 1 de la mañana un grupo armado irrumpió en su casa de Mozotegui 837. Los intrusos revisaron cada rincón de la vivienda en busca de libros, listas o folletos de militancia hasta que finalmente se llevaron a Esteban con destino incierto. Tuvieron un solo gesto de delicadeza: taparon la cuna de Malena con una tela para evitar que la beba se despertara.

Esta semana Malena llegó, algo demorada, a la entrevista con El Ciudadano manejando su Citroën 3 CV año 1975. Tenía cierto gesto de satisfacción: era la primera vez que su marido, Juan Manuel Rizzi, la dejaba salir sola en el vehículo.

Desde el año 2015 se encuentra a cargo del área de Derechos Humanos de la Municipalidad y por primera vez brindó una entrevista a este semanario. Reconoció que lloró y se angustió en las horas previas por todo lo que significa rememorar la historia de su padre, todavía inconclusa.

-¿Qué hacía tu papá, qué proyectos tenía? 
-Estaba con el proyecto de la familia. Hacía unos años que estaban sin poder tener hijos y cuando quedó embarazado de mi hermano y yo era una beba, estaban muy felices con esa vivencia. Mi mamá estaba trabajando en la Escuela Técnica y él en la fábrica. Además, manejaba el colectivo de la empresa familiar de mi madre. Y siempre con sus convicciones políticas que marcaban un camino. En algunas ocasiones se lo cuestioné a mi mamá: ¿por qué arriesgarse tanto? Pero supongo que hay personas que son solidarias, generosas, y no pueden seguir sin acompañar al otro, al que pasa por alguna injusticia.

-¿Era peronista y montonero?
-Tanto él como mi mamá participaban de la Juventud Peronista de Cañuelas, no participaban de Montoneros. La más enérgica era mi madre.

-¿Cuándo supiste que tu papá había sido secuestrado?
-Desde que tengo uso de razón, de escuchar mi madre y de acompañarla a lugares, de viajar, de salir con el auto, de reunirnos con gente, con familiares o asociaciones. Me quedó muy grabada (se quiebra por primera vez) una pequeña charla con el antropólogo forense Alejandro Incháurregui. Yo era muy chica, me acompañó hasta el auto con mi mamá y me hizo un comentario, porque yo jugaba al hockey. Me sentí conmovida porque se entusiasmó por algo real, algo mío de ese momento. Para mí en ese momento era difícil tener que pasar por entrevistas, acompañar las marchas o pintar carteles. Eran actividades que generalmente las hacíamos solas o con una tía. Y mi situación era única frente a los chicos de la escuela.

-¿Siendo niña cómo te explicaban lo que había pasado con tu papá? 
-No lo sufrí. Mi mamá siempre nos crió en una ambiente de música y alegría. Llegaba Reyes y se festejaba esa fecha, se hacía lo del pasto, el agua, los regalos. La admiro mucho a mi madre por eso (llantos). Se cobra otra dimensión de las cosas cuando uno crece y se tiene una familia. Recuerdo que una maestra de mi hermano decía que ‘los desaparecidos estaban en Europa paseando’ y eso me provocaba cimbronazos. Era una docente a la que le tenía admiración, como a todas. Iba al Departamento de Aplicación. Esa ex maestra es madre de un militar conocido de la ciudad. Y hace poco me la crucé en un supermercado y me cuestioné por qué tenía saludarla. Y no la saludé. ¿Por qué tengo que soportar eso?
Principios de los años ´80, Maruca, Malena y su hermano participando en una marcha. 
-¿Seguís esperando conocer cuál fue su destino?
-Por supuesto. El año pasado, mediante unos compañeros de Hijos de Avellaneda, me avisaron que una Comisaría que había funcionado como centro clandestino de detención había sido transformado como lugar de memoria. Allí estuvo mi papá detenido. Fue el último lugar de secuestro de mi papá, donde compartió la celda con Adolfo Paz, quien pudo declarar en el juicio. No entiendo como esos militares y policías no se han arrepentido y no brindan información sobre lo que fue de él.

-¿Te han dicho si tenés algunas semejanza o característica de Esteban Reimer? 
-Mi mamá me cuenta que mi papá tenía un hablar suave y tranquilo como yo, y un carácter alegre.

-¿Qué familia tenía Esteban? 
-Era nacido en Cascallares, localidad de Moreno. Era el anteúltimo de siete hermanos varones. Tenía dos hermanos que trabajaban en fábrica y él era único que militaba en política. Tenía su madre. Siempre estuvimos contenidos por ellos, nunca hubo un reclamo ni planteo y un hermano de él nos acompañó mucho.

-¿Hubo gente de Cañuelas que los ayudó en su búsqueda? 
-Después de uno años sí. Y cuando era chica pasaba mucho tiempo en casas de familia y era porque mi mamá salía para hacer averiguaciones de mi papá. Por ejemplo pasé mucho tiempo en la casa de Rodolfo Morfese y su familia, además de otros.

-¿Todo esto es como una mochila pesada? 
-(Piensa) A veces sí, otras no. En realidad es una angustia.

-¿Qué sentís cada 5 de enero? 
-Mucha sensibilidad. El año pasado fue muy complicado, sentí la ausencia de muchas personas, de gente que tiene poca memoria con algunas cuestiones, de vidas que se perdieron. Todos tenemos opiniones y matices, pero hay cosas en que hemos retrocedido.

-¿Lo decís por el cambio de Gobierno?
-Sí. Y por otras cosas. Cuando era chica mi madre quiso anotar a mi hermano en el Don Bosco y no le permitieron por la situación de mi papá. Ella nunca dijo ni anotó que fuera viuda. Simplemente no lo aceptaron en el colegio. Y fue muy conflictivo, sobre todo con una abuela que era muy católica. Otro día pasábamos por el frente del colegio Euskal Echea, en Llavallol y comentamos lo lindo que se veía. Hasta que un día fue a hablar con el cura y le dijo todo lo que pensaba de la Iglesia y lo que había pasado. Se lo vomitó. Mi hermano terminó cursando y yo también. Me hizo muy bien ese lugar. Allá yo era Malena, era libre, te conocían por quién eras vos; no por tus padres. Y ahora con Juan (su marido) escucho rock nacional. Antes no podía, era todo en inglés o en francés. El rock nacional me daba tristeza (llora). Recién ahora lo disfruto y entiendo que a mi mamá la hizo sobrevivir la música y sus artistas. En casa siempre había música.

-¿Por tu cuenta hiciste alguna búsqueda por tu papá? 
-Sí, pero no pude aportar nada. Hay otros casos en los que surgieron testimonios, pero en el nuestro no. -Eso debe doler más. -Sí (llantos). Cuando vino Néstor (Kirchner) a Cañuelas y se bajó a hablar con la gente me dio un abrazo. Sentí que era… fue muy fuerte. Y un día le dije a mi mamá ‘yo no soy peronista’ y me miro con unos ojos enormes. Otro día le dije ‘soy kirchnerista’ porque viví toda la falta de trabajo, lo que nos apoyaron y los logros políticos. Fue el Estado, ese mismo que antes nos produjo un gran dolor y destrucción, el que ahora nos protege, nos contiene y acompaña.

-¿Tenés alguna fantasía sobre la posibilidad de un encuentro?
-No. Creo que desde chica, por lo que escuché, cualquier oportunidad de acercamiento… no sé. No creo que sea una situación posible, esto es así desde hace muchos años

-¿Sentís desamparo frente a la impunidad?
-De chica sí. Cuando empezaron los juicios me sentí reconfortada. Espero que más generaciones puedan seguir sosteniéndolo.

-¿Seguís notando un silencio de la sociedad de Cañuelas frente al tema? 
-La sociedad es muy estética: lo feo, lo oscuro y cosas así, no son temas para hablar. Obviamente no sucede lo mismo con las personas que tienen militancia y convicciones. No los culpo, pero entiendo que el no saber en profundidad las cosas perjudica a todos. Y cuando se tiene que elegir un proyecto político, las decisiones llegan a impactar en lo cotidiano y en la historia. Lo que pasó antes tiene consecuencias en todos. Y se trata todavía de una historia muy reciente. Se cometió una violación de los derechos humanos y eso fue tremendo. Sacarle a una madre un hijo, torturarla y entregarles la criatura a los asesinos es de una perversidad enorme e indefendible.

-¿Cuestionaste a tu papá por la militancia? 
-En algún momento muy puntual y pocas veces, creo que dos veces, en momentos de mucha angustia y enojo. Pero… mi viejo era delegado gremial de una fábrica ¿se merecía ser torturado y asesinado?

-¿Qué opinás de la falta de precisión del Presidente cuando dijo que ‘no tenía idea si eran 30 mil desaparecidos’? 
-Lo tengo presente eso y otra declaración sobre ‘problemita con las cifras’. Es una falta de respeto hacia su país, a la historia y al pueblo que gobierna. Me parece de una superficialidad peligrosa y que, sin querer entrar en el plano político, sabemos a quién va a beneficiar con sus medidas. No hay que olvidar que había muchos intereses económicos que sostenían a estos señores y que ahora se repiten.
Fuente:ElCiudadanoCañuliense

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