9 de febrero de 2017

VÍCTIMA DEL PLAN CÓNDOR: "EN MÍ ESTÁN REFLEJADOS TODOS LOS QUE SIGUEN BUSCANDO A LOS DESAPARECIDOS".

VÍctima del Plan Cóndor 
“En mí están reflejados todos los que siguen buscando a los desaparecidos”
Beatriz garcía es hija de Raffaella Filipazzi, cuyos restos serán repatriados el sábado desde Paraguay. La larga lucha por la verdad.
9 de Febrero, 2017

Luego de casi 40 años de búsqueda, Beatriz García podrá inhumar los restos de su madre, Raffaella Giuliana Filipazzi, quien estuvo desaparecida desde 1977 y cuyo cuerpo fue hallado el año pasado por el Equipo Argentino de Antropología Forense en Paraguay. Beatriz tiene 52 años, trabaja en el Juzgado Electoral y está casada con un hombre que acompaña desde hace 38 años. Juntos tienen cinco hijos y dos nietos. Mientras preparaba su viaje a Asunción donde recibirá el cuerpo de su madre que será repatriado el viernes por la noche a Corrientes, dialogó con NORTE de Co rrientes y repasó la larga y dura lucha por llegar a la verdad. Invadida por la emoción en todo momento, no pudo evitar quebrar en llanto al recordar la última vez que vio a su madre, al imaginar sus días de detención y cuando le comunicaron que habían identificado sus restos. ¿Cuándo fue la última vez que vio a su mamá? “Tenía 12 años. Éramos económicamente humildes y ella trabajaba en Capital Federal, todo el día, entonces mis abuelos se hicieron cargo de mi hermano y de mí, primero en Bahía Blanca, donde estaba radicada la familia y después en Corrientes. Pasaba con ella las vacaciones de julio y enero en Buenos Aires. En el año 76, ella vino y me dijo que se tenía que ir, pero que iba a volver. La situación era difícil, había muchos secuestros y disturbios en la calle. Por la edad que tenía no me explicó cuál era el motivo ni yo pregunté. Se despidió diciéndome: Me voy pero pronto vamos a estar juntas, vamos a vivir juntas. Me quedé con eso”. ¿Cómo inician la búsqueda? “Mamá pudo sacar dos cartas del lugar de su detención pero nunca se nos dijo que estaba detenida. Cuando llegan a manos de mi abuela, ella se va a Asunción y recorre a todas las instituciones de gobierno, embajada y lugares religiosos. Se negaban a decir que mi mamá estaba detenida ahí. La fuerza de seguridad echó a mi abuela del país bajo riesgo de ser detenida si seguía reclamando. Lógicamente, ella asustada porque tenía varios hijos y nietos volvió a Argentina. Siguió las denuncias en Argentina, me buscó y fuimos a Capital Federal. Hay partes de mi niñez que no me acuerdo, como si no existiera, pero de esto no me puedo olvidar. Me fui a un montón de lugares con lindos escritorios, escudos y banderas. Lo único que recibía eran palmadas en la espalda. Puedo decir que a los 12 años ya empezaba a buscarla, pero como dolía mucho preferí no preguntar más. Junto con mi hermano que era más chico que yo nos silenciamos y decidimos no hablar ni preguntar más”. ¿Qué sabía de la desaparición de su madre? “Cuando fui más grande mi papá me dijo que a mamá la habían tirado de los vuelos de la muerte, entonces yo creía eso pero no quería aceptarlo. Cuando empecé a trabajar y pude hacerlo económicamente, empecé a buscar, a preguntar. Antes no te escuchaban. Me sentí desprotegida, sola, excepto por la compañía de mi esposo y la lucha de mi abuela. Así seguí buscando durante toda mi vida. Los que se acercaron después, unos me dieron mucha información otros menos, pero todo sirvió”. ¿Qué datos le llevaron a continuar la búsqueda? A la primera persona que conocí en Asunción fue Martín Almada (activista y defensor de los derechos humanos) fue mi guía, me dijo que había un “archivo del terror” en Asunción. También Lidia Cabrera y Franco Sotelo, ellos estuvieron detenidos en el mismo lugar que mi mamá y todavía viven porque fueron exiliados a Suiza después de que salieron de prisión.
Fuente:Norte

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