09/02/2017
Fernando Pérez, hijo y hermano de dos de los detenidos desaparecidos pampeanos durante la última dictadura, aseguró que llegar a la instancia del juicio oral y público contra los represores que mataron a su padre y a su hermano era una alegría, aun después de casi 40 años.
El 10 de octubre de 1977, la casa de la familia Pérez Sotelo, en el partido de La Matanza, fue “reventada” por un grupo de tareas de la última dictadura militar, integrado por la Policía Federal, Gendarmería, Servicio Penitenciario Federal y el Ejército, con la colaboración de la Policía Bonaerense.
Ese día, delante de Fernando que tenía apenas 8 años, Ramerio Pérez, nacido en Conhelo, y su hijo Eduardo Alfredo, nacido en General Pico, fueron secuestrados y nunca más se supo de ellos. Hoy forman parte de los más de 50 detenidos desaparecidos pampeanos durante los años de la represión ilegal en Argentina.
Esta mañana, en los tribunales de Comodoro Py, la madre de Fernando y quien fuera la compañera de Ramerio y madre de Eduardo, declararon como testigos ante el tribunal conformado por los jueces Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Alberto Tassara y José Antonio Michilini, y el juez sustituto Fernando Marcelo Machado Pelloni.
Se trata de la tercera etapa del juicio donde se juzgan los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención conocidos como “Atlético”, “Banco” y “El Olimpo”, donde se investigan 352 hechos de privación ilegítima de la libertad y tormentos y 19 homicidios, en los que los imputados son nueve agentes de la Policía Federal, el Servicio Penitenciario Federal, el Ejército y la Gendarmería Nacional.
Antes de declarar, Fernando dialogó con Radio Noticias 99.5. “Ellos fueron secuestrados el 10 de octubre de 1977, cuando yo tenía 8 años y el tenía 48, justamente la edad que tengo yo hoy. Esto resulta un dato bastante fuerte para mí. Hace poco uno de mis hijos me dijo que 40 años de espera para juzgar a los responsables de lo que pasó con mi papá era mucho tiempo, una vergüenza”, relató.
Pérez recordó que el grupo de tareas que aquel día irrumpió en su casa, atentó contra él mismo, que apenas tenía 8 años, realizando un simulacro de fusilamiento, además de repartir golpes y violencia en toda la casa. “Ingresaron 20 personas de civil, pero acompañadas por camiones del Ejército desplegados en toda la cuadra. El barrio estaba absolutamente sitiado por las fuerzas de la Dictadura”, añadió.
-¿Qué significa para usted la realización de este juicio?
-Llegar a este punto es una alegría para nosotros, aunque hayan pasado 40 años. Es una alegría que mi mamá, que hoy tiene 68 años y que va a declarar en unos minutos, lo pueda hacer. Siempre fue una preocupación esa. Lo vivimos, más que como una cuestión de aportar pruebas -porque las pruebas están todas y está muy a la vista-, como un acto reparatorio.
-¿Qué le parecen los dichos de Juan José Gómez Centurión?
-Absolutamente repudiables esos comentarios. Este señor es un funcionario público, no es cualquier señor. Por otro lado, en el campo de detención “el Atlético”, donde estuvieron detenidos mi padre y mi hermano, hay registros de que casi el 60% de los compañeros de militancia de ellos (NdR: militaban en el Peronismo de Base) estuvieron detenidos ahí. Es un porcentaje altísimo de personas. Si esto no fue hecho con un plan, nunca se hubiese podido lograr eso, es decir, detener a un sector de la política para anularlos, exterminarlos, como lo hicieron. La verdad que estoy en desacuerdo con esos dichos y está probado en muchos otros sentidos la existencia, por ejemplo, de un plan para el robo de niños.
Fuente:LaArena
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