Las identidades salen a la luz para contar su historia
El Pozo de Vargas está ubicado en una extensa quinta que corta a la Avenida Francisco de Aguirre, altura 1400, al noroeste de la capital. Hace 21 años esa zona – perteneciente al departamento de Tafí Viejo – estaba rodeada por cañaverales. Actualmente, el paisaje es muy distinto, ya no se ve un extenso campo cultivado, ahora sobresale el mega emprendimiento urbanístico Lomas de Tafí.
Los testimonios de algún que otro vecino fueron la punta del ovillo para empezar a indagar que en la finca de Vargas – nombre que toma de su propietario Manuel Vargas – durante el Terrorismo de Estado, paraban camiones, para arrojar cuerpos.
Hacia fines del año 2001, tras reiteradas denuncias de los organismos de Derechos Humanos y familiares sobre la existencia de un viejo pozo de agua que habría funcionado como fosa común, se realizó el primer relevamiento a cargo de un equipo de investigación, conformado por estudiantes, graduados y docentes de la carrera de arqueología de la Universidad Nacional de Tucumán.
Luego, en el 2002 se inició la investigación, a cargo del Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT), que comprobó la existencia de una fosa. Hasta el momento se hallaron restos óseos de 117 cuerpos, lográndose identificar a 87.
La historia detrás de cada cuerpo identificado en el Pozo de Vargas, son muchas y es una. Es la historia de las víctimas y es la historia de un país. Esta fosa fue señalizada, en diciembre del 2015, como lugar de enterramiento clandestino, hecho que significo para los familiares y organismos de Derechos Humanos un paso más con el que visibilizar su lucha en la búsqueda por la Verdad, la Memoria y la Justicia.
Jóvenes y familiares de desaparecidos transforman el terror en esperanza
En el marco de conmemorarse un año más del Golpe, el Ministerio de Desarrollo Social, en conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos, logró reunir, durante un acto, a jóvenes de distintos barrios con los familiares de los detenidos desparecidos, cuyos restos fueron hallados en este último tiempo en el Poso de Vargas. Además, participaron los peritos del Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT), que contaron cómo se llevaron adelante las tareas que permitió identificar los restos de las victimas de la dictadura.
Estuvieron presentes el ministro del área, Gabriel Yedlin, el secretario de Articulación Territorial y Desarrollo Local, Ramiro González Navarro, el secretario de Prevención y Asistencia de las Adicciones, Matías Tolosa, y el secretario de Gestión Administrativa, José Gandur, entre otros funcionarios.
Durante el encuentro, los sobrevivientes, los hijos e hijas, hermanos y padres de los desaparecidos les pudieron relatarles a los jóvenes, qué pasó en ese siniestro lugar para reflexionar juntos sobre el dolor, la ausencia, el terror, y la importancia de sostener la democracia.
Del evento formó parte Josefina Molina, hija del ex vicegobernador Dardo Molina, asesinado por la dictadura y cuyos restos aparecieron en el Pozo de Vargas. “En 2014 fui notificada por el Juzgado Federal de que habían recuperado fragmentos de restos óseos que pertenecían a mi padre”, cuenta y añade que en este 24 de marzo, al igual que los años anteriores, debe servir para repudiar con fuerza el golpe cívico militar:
No es fácil a tantos años tener que seguir exigiendo justicia, pero debemos seguir porque todavía hay familias que no saben el destino de sus seres queridos”.
En tanto, el arqueólogo Alejandro Leiva, del CAMIT se refirió al trabajo que desarrollan: “Llegamos 33,5 metros de profundidad, que por el momento están anegados por una cuestión freática, pero queremos llegar a los 40 metros establecidos al principio de la causa, porque a esa profundidad se encontró el piso técnico que correspondería a sedimentos de formación natural”.
Nosotros no sacamos huesos, rescatamos personas y es de suma importancia recuperar los materiales de acuerdo al flujo de información que brinda la evidencia que existe en el interior del pozo”.
Manuel Rubio, es un joven tallerista de música en los barrios Victoria y las Talitas. Él, al igual que muchos de sus compañeros, visitó por primera vez el Pozo de Vargas, en una jornada de reflexión: “Para nosotros es importante trabajar y acordarse de cómo fue la dictadura, para que los chicos sepan qué pasó, y el día de mañana lleven en su memoria estos sucesos que no deben olvidarse para que no se repitan”.
En Tucumán se restituyeron hasta el momento 113 identidades: 87 en el Pozo de Vargas, 12 en el Arsenal Miguel de Azcuénaga, 9 en el Cementerio del Norte, 3 en Trancas y 1 en Choromoro.
Fuente:SecdeEstDeComunPub-Gob.deTucuman
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