18 de mayo de 2017

EX ESMA: UN LUGAR DONDE LA MEMORIA VENCE AL OLVIDO.

Ex ESMA, un lugar donde la memoria vence al olvido
Por Maylín Vidal* Buenos Aires
Entrar a la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los mayores centros clandestinos de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura en Argentina (1976-1983), resulta escalofriante y más difícil aún si el guía es uno de sus sobrevivientes. Victor Basterra tiene esa capacidad de sobreponerse y contar los horribles momentos que allí vivió cuando fue capturado hace 38 años y llevado a un lugar que marcaría la etapa más dura de su vida con una herida abierta e imborrable.

Como tantos luchadores por los derechos humanos este obrero gráfico tiene memoria y hoy está para contar su historia y la de los que no están. Las de aquellos que murieron víctimas de una sangrienta dictadura que laceró a miles de familias, a madres y a abuelas que buscan a sus hijos y nietos, a esos nietos que hoy luchan por recuperar una identidad que les fue robada.

El Casino de Oficiales, por donde pasaron más de cinco mil detenidos-desaparecidos, de los que solo sobrevivió el 10 por ciento, es realmente estremecedor e impactante. A veces da la sensación de escuchar algún grito o sentir el ruido de los grilletes o los pasos de esos seres golpeados, masacrados, o de las mujeres que tuvieron que dar a luz bebés, a los cuales nunca más volvieron a ver.

Basterra fue secuestrado en 1979 y permaneció como rehén hasta 1984, obligado, por sus habilidades de operario gráfico, a realizar documentos falsos, como pasaportes, cédulas, permisos de armas.

Primero raptaron a mi compañera y mi hija de dos meses y luego me trajeron a mí, cuenta este hombre, quien gracias a su heroicidad tuvo el valor de esconder una copia de cada foto que revelaba en las cajas de papel fotosensible, las cuales los militares nunca abrían. Me dieron una paliza de esas que nunca se olvidan.

Me pusieron la capucha, me bajaron y dijeron, este va a 'la huevera'; ahí estuve unas 20 horas; tuve dos paro cardíacos, casi me quiebran la columna. Después me llevaron 'al altillo', me subieron dos o tres veces para seguir dándome máquina. Una de las lesiones más grandes que tuve fue en la columna, porque esposado con las manos atrás, me ponían boca arriba con un pie en un lado y otro en los genitales y las esposas me produjeron una severa lesión, relata.

Estuve tres meses así; es feo. Mi hija y mi esposa fueron liberadas a los seis días; la maltrataron. Cuando vi a mi mujer tenía la marca de una mano en su rostro de tal cachetada que le pegaron, cuenta Basterra mientras -imagina esta periodista-, corren por su cabeza una y otra vez esas imágenes que nunca olvidará.

En 1985, dos años después de la vuelta a la democracia, este obrero militante del peronismo de base, dio el testimonio más extenso y documentado del juicio a los ex comandantes, con más de seis horas, donde identificó a cada uno de los represores que había fotografiado.

La Escuela de Mecánica de la Armada, un gran espacio de 17 hectáreas, fue uno de los 500 centros clandestinos de la dictadura. En esos siete años pasaron por ahí miles de hombres y mujeres. Solo el 10 por ciento logró sobrevivir, el resto fue arrojado al mar en los llamados vuelos de la muerte. Los drogaban los subían a los vehículos hasta los aviones, y de ahí los arrojaban. Similar a este centro también estuvo el llamado Campo de Mayo, una guarnición del ejército.

EL TIEMPO CONGELADO
Basterra conduce al sótano, un lugar conmovedor, como si el tiempo estuviera congelado. Allí hay marcas en las paredes, hoy descascaradas por el paso de los años, donde muchos de los desaparecidos dejaron sus huellas. Ahí funcionaban la sala de torturas, la imprenta, el laboratorio y la sección de documentación. Convivían los prisioneros que hacían manos de obra esclava con aquellos que eran torturados del otro lado del pasillo. En aquel entonces el lugar se subdividía con paneles de madera.

En el laboratorio, los detenidos eran obligados a falsificar documentos que servía para potenciar la capacidad operativa de la Armada en tareas de represión y para apropiarse de los bienes de las víctimas; de la imprenta se falsificaba material de propaganda de distintas organizaciones políticas, para operaciones de inteligencia.

Y más allá, en otro rincón, la llamada 'huevera', construida para producir material audiovisual de la propaganda oficial de la dictadura, que luego era enviado a la prensa nacional e internacional. Este lugar, revestido con cartones de huevos para aislar el sonido, también fue utilizado para el interrogatorio y la tortura.

Más arriba, en el otro piso, había pequeñas habitaciones, una especie de hotel para los oficiales. Trabajaba personal civil que limpiaba los pasillos, recuerda Basterra. Yo lo veía por la capucha, las sombras de los trapos de piso. Me pregunto siempre como esas personas que nos veían a nosotros nunca dijeron nada, qué habrá pensado ese personal civil, apunta.

El visitante llega al lugar llamado Capucha, dividido hoy con madera para que más o menos se pueda ver el espacio donde los detenidos-desaparecidos permanecían acostados en forma lineal. Según cuenta a esta redactora una de sus historiadoras, este lugar, asentado en el altillo del edificio, fue adaptado por la Armada como espacio de reclusión.

Aquí los detenidos soportaban hacinamiento, falta de aire, control estricto y la convivencia con las sesiones de tortura. Se cuenta que llegaron incluso a estar hasta 100 personas a la vez. Ahí los dejaban por semanas, meses y hasta años. Muchos fueron bajados después a la enfermería, el último lugar por donde pasaban para luego ser desaparecidos.

En el ala norte del altillo había un espacio de trabajo forzado y se encuentra El pañol, que sirvió como depósito de provisiones y bienes robados de las casa de los secuestrados. Del otro lado, uno de los lugares más impactantes. Las salas donde permanecieron en cautiverio las mujeres embarazadas. Los partos se hacían en el sótano, en la parte de enfermería, y también en algún que otro cuarto de ese escalofriante lugar. Una imagen conmueve al visitante. En un pequeño espacio un cartel sobre el suelo: '¿Cómo era posible que en este lugar nacieran chicos?'.

ESPACIO DE MEMORIA Y DERECHOS HUMANOS
Hoy la ex Escuela de Mecánica de la Armada es un espacio de memoria y derechos humanos. La recuperación del lugar fue asumida como política de Estado a partir de 2003, en el marco de la lucha de los organismos de derechos humanos por memoria, verdad y justicia. Un año después, el 24 de marzo, al cumplirse el aniversario 28 del golpe militar que llevó a este país a la terrible dictadura, el Gobierno anunció la creación del Espacio Memoria.

Ese inmenso lugar donde dejaron su vida miles y miles de desaparecidos es la casa de 14 instituciones, entre ellas la de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la de los Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y la del Espacio Cultural Nuestros Hijos. Pero también está el Archivo Nacional de la Memoria, funciona la Casa por la Identidad y, atrás, al final, el hermoso Museo de las Malvinas.

El espacio, como apuntan sus organizaciones, 'constituye un conjunto integrado en el que conviven distintas representaciones políticas, institucionales y sociales, de nivel regional, nacional y local, que desarrollan los objetivos de preservación de la memoria y de promoción y defensa de los derechos humanos desde distintas perspectivas y modalidades'.

La Ex Esma es un lugar donde la memoria vence al olvido. Porque, como diría hace pocos días la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, al anunciar la recuperación del nieto 122, esta lucha que llevan adelante es 'la demostración de que la verdad y la justicia siempre vencen al olvido y al silencio'.
* Corresponsal de Prensa Latina en Argentina.
Fuente:PrensaLatina

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