13 de julio de 2017

OPINIÓN.

12/07/2017 
OPINIÓN 
Somos un relato que se reconstruye, somos hijos e hijas de genocidas 
Las integrantes de Historias Desobedientes, que une a las hijas e hijos de genocidas, hicieron su primera aparición pública como colectivo el pasado 3 de junio durante la marcha convocada por el movimiento Ni Una Menos contra la violencia de género. Sobre por qué se juntaron para repudiar el accionar de sus padres opinó en representación de Historias Desobedientes: hijos e hijas de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia,
Por Analía Kalinec 
Tener un padre o un ser querido involucrado en delitos de lesa humanidad no es tarea sencilla.

Lo más probable es que el aparato psíquico se resista al dolor que esto implica y actúe la negación como principal mecanismo de defensa. Tendrá uno entonces que poder advertir - en el mejor de los casos- este fenómeno y decidir qué camino seguir.

En mi caso particular (después de haber estado absolutamente negada durante años) decidí emprender el camino hacia la verdad. Pude entonces comenzar a leer la causa en la que estaba imputado mi papá, leer los testimonios, estremecerme y tomar conciencia de los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico-eclesiástica-militar, sus alcances, la impunidad y la lucha incansable de Abuelas, Madres, Hijos, Familiares y Sobrevivientes que desde siempre pusieron cuerpo y palabra a lo que impúdicamente quisieron desaparecer y silenciar.

Fue en el año 2005, a partir de la reapertura de los Juicios por la Verdad -en el marco de una política de estado que entendió que a partir de la negación, el silencio y la impunidad nada bueno puede prosperar- el punto de inflexión a partir del cual pude dimensionar la implicancia de mi padre en estos crímenes y mi relación directa con hechos que entendía lejanos y ajenos a mi persona.

El cambio de rumbo en materia de Derechos Humanos que en esta última etapa se pretende imponer se evidencia en la quita de presupuesto, el enlentecimiento de los juicios, el ninguneo a lo logrado en materia de reconstrucción de la Memoria por los diferentes organismos y en las declaraciones negacionistas -incluso y particularmente por el propio presidente- que encuentra su colorario en un intento fallido de amnistiar a los genocidas pretendiendo volver a la impunidad a través del 2x1.

Un retroceso en este sentido sería imperdonable a nivel social y a un alto costo. Costo que pagaríamos como deuda social y que seguirían pagando nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Una deuda -en paralelo a la deuda material y económica que estamos generando como país- que implicaría la falta de conciencia cívica y responsabilidad moral trasladada como legado a las próximas generaciones.

Historias Desobedientes: hijos e hijas de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia surge en este contexto para oponerse colectivamente en primera persona -y a partir de la propia experiencia- a este intento de volver a la impunidad y a este discurso hegemónico que desde los medios de comunicación monopólicos busca perforar el sentido común e instalar la desmemoria.

Conceptos como "teoría de los dos demonios", "reconciliación", "verdad completa", "las otras víctimas" reaparecen solapadamente y se filtran de manera demagógica pretendiendo generar falsos y banales debates sobre un tema que continúa produciendo dolor en una sociedad que sigue sin poder velar sus muertos o restituir la identidad arrebatada a centenares de niños (hoy adultos) que viven inmersos en una mentira.

Quienes formamos este colectivo sabemos de la desobediencia a los mandatos familiares que nos incomodan y nos hacen mal. Sabemos del horror del Terrorismo de Estado: de secuestros, de vejaciones, de apremios ilegales, de violaciones, de apropiaciones, de desapariciones, de impunidad. Sabemos que algo tenemos que ver con ese horror: nuestros padres, o nuestra madre, o tal vez nuestros abuelos o nuestro propio hermano o nuestro tío o padrino tan querido fueron parte de los delitos más aberrantes que haya conocido la humanidad. Algo tenemos que ver con ese espanto. Es algo siniestro, ominoso, por su cercanía, por su cotidianeidad. Lo familiar, lo conocido - en muchos casos lo amado- regresa a nosotrxs con una sensación de extrañeza y contenido terrorífico que nos produce angustia.

Somos parte un pueblo que lucha por su destino. Somos los hijos y los hijos de los hijos que venimos a poner palabra donde se quiera imponer silencio, Memoria donde quieran instalar olvido. Nos sumamos desde siempre y para siempre al reclamo de Justicia que de la mano de nuestras Madres y Abuelas, Hijos, Familiares y Sobrevivientes se pudo abrir camino luego de décadas de impunidad.

Somos el retorno de lo reprimido convertido en palabra síntoma compulsiva e irrefrenable. 

Somos canción y poesía con sabor de mazas y de manzanas.

Somos pregunta y mirada atenta, somos buscadores incansables.

Somos un relato que se construye, se deconstruye y se reconstruye.

Somos historias improbables, impensadas, inimaginables, inesperadas.

Somos un largo camino andado y uno más largo aún por recorrer.

Son 30.000 motivos los que tenemos y están presentes. Ahora y siempre.
(*) Integrante del colectivo Historias Desobedientes: hijos e hijas de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Fuente:Telam

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