marzo 26 2018
Liliana Furió hija de un genocida e integrante del grupo de Historias Desobedientes dialogó con FM La Patriada 102.1 sobre el proceso que la llevó a romper con la ideología de su progenitor.
- Hace poco tiempo se pudieron reunir ex hijos de represores genocidas y empezaron a contar su historia, su verdad. ¿Cómo fue ese proceso?
– Mi historia es como la de unos cuantos hijos e hijas y otros familiares porque nuestro grupo está conformado por nietos también. Nos duele tremendamente la realidad que nos toca vivir. Nos juntamos y nos ponemos en acción, porque no somos un grupo de auto-ayuda, aunque a veces termine operando de alguna manera así. Tenemos ideales sociales que son todo lo contrario a lo que vino a proponer la dictadura militar. Creemos que aunque este gobierno no es una dictadura, estamos viendo mano dura y represión y eso nos aterra entonces salimos a poner el cuerpo.
Nos juntamos en una coyuntura increíble porque fue cuando este gobierno empezó a querer hablar de reconciliación. No hay manera de reconciliarse con gente que provocó tanto horror. Fue tanto el espanto que provocó que mucha gente empezó a hablar. Entonces con Analía Kalinec empezamos a contactarnos con todas esas hijas e hijos que iban apareciendo en los medios. El gran detonante fue la nota de Mariana Dopazo en Anfibia, la ex hija de Etchecolatz. Fue tan maravillosa la repercusión que tuvo, que nos permitió identificar a un montón de hijas e hijos que tenían el mismo padecimiento que nosotros.
- ¿Quien fue tu progenitor?
– Se llama Paulino Furió, tiene varias condenas a cadena perpetua por su accionar en la época de la dictadura en la ciudad de Mendoza, en los años 1976 y 1977. La última condena fue la de la Mega Causa Mendoza en julio de 2017. Él ahí reivindica el horror tal como lo hizo Alfredo Astiz, que cabe destacar no lo hacen en otro contexto sino en el de este gobierno y eso es porque se ven bastante más cómodos.
- Es muy valorable que aún desde el dolor y la impotencia que eso causa hayan podido juntarse y hacer algo. Es un mensaje esperanzador.
– Ojalá si lo sea, para nosotros es una reparación de alguna forma, si es que es posible. Creo que es más interno de cada uno de nosotros. La respuesta de muchas compañeras y de organismos ha sido buena, estamos muy agradecidas de que nos hayan recibido de una manera tan contenedora y positiva.
- ¿Cúando empezaste a darte cuenta de todo lo que había sucedido?
– Fue cuando salí del closet como a los 30 años en el año 1994. Cuando empezó a circular información al principio yo seguía muy metida en el ámbito de lo que se conoce como la “familia militar”. Me crié en barrios militares ligados a cuarteles y clubes militares.
- ¿Te hacías preguntas? ¿Cómo llegaste a entender lo que había pasado?
– Yo repudié desde un primer momento la dictadura militar, ni bien llegó la democracia la festejé, salí a la calle a gritar como loca. Después se empezaron a saber algunas cosas, pregunté alguna vez y me dijeron que en Mendoza no había sido tanto y que además en todas las guerras hay cosas que no se pueden controlar y la verdad es que me quise quedar con eso. Era muy joven, muy ignorante y además está el costado negador que tenemos cuando se trata de seres tan queridos. Entenderlo es un proceso que me llevó muchos años.
Cuando empiezan los juicios, me cuestioné en serio y pensé que tenía que poder ver qué pasó realmente y si lo implicaba directamente a mi padre tendría que lidiar con eso. Fue tremendo escuchar y leer declaraciones de ex detenidos desaparecidos que fueron torturados y pasaron por todo tipo de vejámenes y saber a ciencia cierta que además se trató de un plan sistemático de exterminio que incluía todo lo que se aplicó, porque no es que se les fue de las manos como quisieron hacernos creer. Era un plan de desaparición forzada de personas, de tortura, apropiación de bebés, de violación sexual.
- ¿Esa cosa idílica que uno tiene con los padres un día se te cayó?
– Lo idílico con mi papá no lo tuve nunca porque era un tipo bastante duro y extremadamente machista. Lo duro fue con mi mamá, porque es muy difícil entender como una persona, que además estuvo presente en las declaraciones de victimas, siga reivindicando lo irreivindicable.
- ¿Alguna vez conversaste de esto con tu progenitor?
– Sí, hice el intento de que me dijera algo, esperando que se pudiera arrepentir, pero su respuesta fue una pesadilla, un horror. No estaba arrepentido de nada.
- ¿Por qué algunas hijas e hijos se cambian el apellido y otro no?
– Hay distintas concepciones. Hay ex hijas que han hecho un camino de despojarse del apellido como Mariana Dopazo.En el caso de Historias Desobedientes no hay ningún ex, es decir que lo procesamos de otra manera.
En mi caso particular explico siempre que no voy a sacarme el apellido porque es mío, no de él. El apellido lo portamos un montón de hermanos y lo anteceden a él un montón de personas laburantes que no son genocidas. Yo quiero despojarlo a él de ese poder patriarcal de ser el portador de todo. En el caso del colectivo Historias Desobedientes no contamos todavía con un ex hijo o ex hija, si en algún momento alguno decidiera hacerlo lo acompañaríamos y así como primero fuimos Hijos e Hijas de Genocidas por la Memoria, la verdad y la Justicia, después fuimos incorporando a nietos, ex esposas, hermanos y familiares.
- ¿Por qué decís que hay códigos machistas que están naturalizados en lo que fue la dictadura?
– Es una obviedad. Están las prácticas de delitos sexuales para empezar y además estamos hablando de gente que tiene una convicción profunda de que las mujeres somos un apéndice de ellos. Son la encarnación divina y nosotras estamos a su servicio. Esto le queda claro a cualquiera que haya estado en contacto con estas personas.
- ¿Tenés hermanos o familiares con los que hayas conversado sobre esto?
– La verdad prefiero no hablar de nadie más de mi familia que no sea el progenitor al cual repudio porque hay de todo dentro de la familia. En su gran mayoría también repudian el accionar del genocidio pero son personas que merecen mi mayor respeto y yo no puedo hablar por ninguna de ellas. Simplemente puedo decir que es tan doloroso y cada uno la tramita como puede también.
- ¿Qué buscan con el Colectivo Historias Desobedientes?
– Lo que queremos es justamente no dejar que se instale el discurso mentiroso de que esto se trata del pasado porque eso es una gran falacia. Se trata del presente, primero porque los genocidas no están arrepentidos de nada, porque hay gente que continúa desaparecida, hay nietos que todavía no se encontraron y porque además se está queriendo instalar una mano dura y por momentos hemos entrado en estado de excepción y ese es el presente y tiene directamente que ver con lo que nos pasó en la Argentina el los años 70.
Foto: Soledad Quiroga
Fuente:NotasPeriodismoPopular
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