El ex capellán iba a ser enjuiciado por delitos de lesa humanidad
La muerte impune de Zitelli
Concurría asiduamente al Servicio de Informaciones de la Policía, en tiempos de la patota de Feced, donde había cantidad de personas privadas de la libertad. "Partió a la Casa del Padre celestial", lo despidió el arzobispo de Rosario.
El geriátrico donde murió el cura se llama "Siervas de Jesús".
Imagen: Andres Macera
Imagen: Andres Macera
Ayer, alrededor de las 8 de la mañana, falleció impune Eugenio Zitelli, de 85 años, ex capellán de la policía de Agustín Feced, quien fuera interventor de la policía rosarina entre abril de 1976 y mayo de 1978, y regenteara el mayor centro clandestino de la provincia de Santa Fe, enclavado en la jefatura de Rosario.
La Cámara Federal de Apelaciones de Rosario confirmó en 2016 las elevaciones a juicio solicitadas por los fiscales Gonzalo Stara y Mario Gambacorta y las querellas particulares. El ex capellán sería enjuiciado en audiencia oral por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, aplicación de condiciones tormentosas de detención y asociación ilícita en perjuicio de 14 víctimas: María Inés Luchetti de Bettanin, Eduardo Bracaccini, Patricio Pedro Downes, Tomasa Verdum, José Raúl Villarreal, María del Rosario Ortiz de Villarreal, Miguel Angel López, María de las Mercedes Sanfilippo, Olga Delfina Cabrera Hansen, Elba Juana Ferraro de Bettanin, Darío Castagnani, María Herminia Acevedo de Fernández, Mónica Cattoni y Graciela Borda Osella.
"Está comprobado en grado probable que el acusado concurría asiduamente al Servicio de Informaciones de la Unidad Regional II de Policía donde había gran cantidad de personas privadas ilegalmente de la libertad, por lo que debía considerárselo responsable de todos los delitos cometidos allí en el marco del plan sistemático (...), en virtud de haber contribuido a mantener las privaciones de libertad en tan penosas e inhumanas condiciones, Zitelli debe ser juzgado también por el delito de tormentos", dijo la Cámara.
"Zitelli, considerado por víctimas y organizaciones de defensa de los derechos humanos, como emblema de la responsabilidad eclesiástica en nuestra zona muere impune", remarcó Umano, la organización de derechos humanos de Casilda, de donde era el cura.
El juez instructor Marcelo Bailaque lo investigaba por otros hechos. Ya lo había procesado por tormentos a María del Carmen Sillato y Gabriel Gómez y restaba aún que resolviera los pedidos de indagatoria por los homicidios del abogado César Raúl Tabares y por tormentos del ex cura Santiago Mac Guire.
Sus restos fueron velados en su último lugar de residencia en Rosario, el geriátrico Siervas de Jesús, Alvear 438. Posteriormente, sus restos fueron trasladados al cementerio de Casilda.
"El arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, y el presbiterio arquidiocesano participan que partió a la Casa del Padre celestial nuestro hermano sacerdote", reza el comunicado de la Iglesia con el título RIP.
31 de marzo de 2018
Los que respiran tranquilos
Por Gabriela Durruty *
Lamento profundamente la muerte del genocida Zitelli. Entendemos al derecho como productor de verdad, y ello ocurre fundamentalmente a partir del dictado de una sentencia debidamente condenatoria. Las inexcusables dilaciones de la justica en general y del TOF 2 en particular permiten que este emblema de la responsabilidad de la iglesia en el genocidio muera impune. No se garantizó a sus víctimas el derecho constitucional de acceso a la justicia. Los negacionistas que lo encubrieron siempre, incluyendo a las jerarquías eclesiásticas, ya pueden respirar tranquilos. Nunca habrá una sentencia que establezca con la certeza necesaria para una condena penal la responsabilidad de Zitelli. No puedo ni imaginar qué sienten Nené Bettanín, Gladys Bonafede, mamá del compañero desparecido Eduardo Bracaccini, por cuyo homicidio Zitelli fuera imputado, la doctora Cabrera Hansen, las familias Tabares y Mac Guire, entre tantas otras de sus víctimas.
* Abogada de la Apdh
Fuente:Rosario12
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