16 de noviembre de 2018

Una memoria incómoda: retrato del hijo de un represor.

Una memoria incómoda: retrato del hijo de un represor 
15 de noviembre de 2018

El hijo del cazador Escena de "El hijo del cazador" en La Perla. 
Por Demian Orosz
El documental El hijo del cazador, dirigido por Germán Scelso y Federico Robles, se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La película cordobesa indaga en la personalidad de Luis Quijano, hijo de un comandante de Gendarmería que se desempeñó en La Perla y fue juzgado por crímenes atroces.

Luis Quijano cuenta que su padre le daba cassettes con sesiones de tortura grabadas, y le pedía que las escuche. En esas cintas se oían golpes y gritos. A los 14 años ya lo había adiestrado para ir armado en los asientos traseros del auto familiar, listo para repeler algún ataque. Entre los 15 y los 16, lo hizo participar en operativos del Destacamento de Inteligencia 141, que incluían secuestros de personas y allanamientos, y lo llevó en varias ocasiones a La Perla, el mayor centro clandestino de detención de la provincia de Córdoba.
El padre en cuestión es Luis Alberto Cayetano Quijano, alias “Ángel”, comandante de Gerdarmería que tuvo una entusiasta labor en las acciones de represión ilegal durante la última dictadura militar. Se desempeñaba como jefe de la guardia externa de La Perla e integraba una de las patotas que secuestraban, torturaban y asesinaban, además de robar las pertenencias de las víctimas. Falleció en mayo de 2015, mientras era juzgado por delitos de lesa humanidad en la megacausa que condenó a Luciano Benjamín Menéndez y otros represores.
El caso del hijo que denunció a su padre tuvo amplia repercusión en la prensa. Luis declaró ante el tribunal días después de la muerte de su progenitor, y contó en numerosas notas periodísticas las atrocidades que fue obligado a vivir. 

Ahora, el testimonio de ese vínculo tortuoso suma precisiones y es explorado con detalle en el documental El hijo del cazador, dirigido por Germán Scelso y Federico Robles. El filme se estrenó este miércoles en la competencia argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Es una de las cuatro películas cordobesas que se verán en la muestra.
El documental se mete en una zona de la intimidad de Quijano y construye un retrato que va sumando capas hasta definir un personaje complejo, con facetas contradictorias. Está el amante  tierno de los animales, el coleccionista casi infantil de literatura soviética, el yerno perfecto, junto al conocedor de armas y firme defensor de la pena de muerte. El hombre que repudia a su padre y lo define como un ser sádico, asesino y ladrón, y que describe a su madre como cómplice y como una persona abyecta, puede además reconocer a cámara su deseo de ver colgada de una horca a una conocida figura de la política argentina. 
Quijano se vuelve un protagonista incómodo. Enuncia una visión política que parece ir derecho a replicar la teoría de los dos demonios. En el filme, sus ideas son admitidas como vienen. Para que sea el espectador el que saque las conclusiones. 
Interpelaciones
–¿Cómo llegaron al personaje? ¿Qué querían contar? 
–Seguimos muy de cerca la megacausa La Perla y nos llamó la atención el día que se informó que el hijo de un represor había ido a declarar, ya que en Córdoba no había casos conocidos de hijos o familiares de militares comprometidos con la dictadura que hubiesen dado ese paso. Sí había algunos en otras provincias, que casi no hablaban en público, o hijos que habían sido apropiados por torturadores y que al descubrir su verdadera identidad se habían rebelado contra quienes los habían criado; pero era un hecho un poco inaudito para Córdoba. Es decir que el proyecto tiene un origen quizás periodístico, en cuanto a la noticia de lo que representa para la opinión pública el hijo de un torturador, y por esto mismo el desafío era encontrar un punto de vista cinematográfico para este evento periodístico. Con esa inquietud inicial investigamos cómo contactar con él para conocer su historia personal y sus motivaciones; y de a poco fuimos entablando un vínculo que nos aportó muchos más detalles que lo poco que se había conocido de su historia a través de la prensa. Así, evaluamos que el testimonio de Quijano era –como mínimo– importante porque aportaba un punto de vista novedoso sobre el tema; ya sea desde un lugar psicológico –porque nos permitiría adentrarnos en la intimidad cotidiana y familiar de los responsables operativos de la represión– pero también desde una valoración histórica, ya que aportaba detalles muy específicos sobre una cuestión muy sensible y soslayada muchas veces en relación al plan represivo de aquellos años: la económica, es decir, cómo funcionaba la apropiación de bienes y el reparto del patrimonio (dinero, joyas, vehículos, bienes muebles) que se les incautaba/robaba a los detenidos y a sus familiares.
–¿Con qué expectativa llegaron al primer encuentro?
–No conocíamos a Luis Quijano de nada, ni teníamos forma de cotejar su testimonio a través de algún contacto intermedio ya que es un actor que estaba totalmente fuera de los círculos militantes o vinculados a las causas por delitos de lesa humanidad hasta ese momento. Y a él le pasaba lo mismo con nosotros. Por tanto, los primeros encuentros fueron complejos porque no sabíamos a qué nos enfrentábamos y él no sabía si podía confiar en nosotros. Después de algunos encuentros en los que nos escuchábamos mutuamente las opiniones y las historias personales con atención, se erigió entre nosotros tres una especie de complicidad. Podríamos decir que lo que más nos sorprendió de Luis es la complejidad de su historia biográfica y la capacidad que ha tenido para procesarlo a su modo. Tal vez, al venir de una formación castrense, ambos esperábamos un personaje mucho más plano, lineal; y por el contrario Luis es una persona instruida, que se expresa muy sólidamente, y que puede elaborar conceptos abstractos y matizados. Eso hizo que prácticamente durante todo el proceso de producción fuéramos encontrando elementos curiosos, y transformaciones que le fueron dando cuerpo al relato y al personaje. Quizás lo más difícil fue precisamente cuándo ponerle límites a esos caminos que se abrían. 
–Luis Quijano es un personaje ambiguo y resbaladizo. Se considera una víctima de maltrato, y mezcla motivos íntimos con una mirada política que puede resultar irritante. Sin embargo, no confrontan con el personaje. ¿Fue una decisión autoral desde el inicio?
–El personaje de la película no es Luis Quijano padre; es el hijo, quien tenía 15, 16, 17 años en ese tiempo, y del que no tenemos ningún registro de participación activa o con grado de responsabilidad penal si quiera aludido en ninguno de los juicios realizados en Córdoba. Ese es un dato que nos parece que no puede pasar inadvertido al momento de enfrentarse moralmente a un personaje así, más allá de las valoraciones personales que uno pueda hacer sobre su forma de pensar, sus ideas políticas o sus motivaciones. De todos modos, para la construcción del protagonista en el guión trabajamos con una estrategia ficcional, proponiendo una reconstrucción biográfica al inicio de la película que seguramente es más empática para con el espectador por la sensibilidad y emotividad del relato, y sobre todo porque sus memorias o el relato de su propia vida, en un sentido básico, tiene los mismos rasgos que las memorias o los relatos de vida de cualquier persona: recuerdos y fotografías infantiles, amores, desamores, viajes… Es incómodo sentir que uno se parece a quien representa lo contrario a lo que nos figuramos de nosotros mismos. Eso sí, reservamos para el final romper con esa posible empatía, que en realidad es el momento en el que Quijano se revela por fin desde los tópicos ideológicos del conservadurismo, para tranquilidad del espectador medio de cine, cansado de la empatía y de la ambigüedad ideológica inicial, y que ahora sí podrá volver tranquilo a su casa esa noche después de ver una película.
–Apuestan al trabajo del espectador...
–Es una historia personal difícil de catalogar en términos blanco o negro, y aunque nosotros tenemos claro nuestro punto de vista en relación al personaje y creemos que está plasmado en el relato, el tratamiento estético y el montaje que decidimos tiene más que ver con una idea de interpelación muy directa al espectador para que sea este quien tenga que decidir –activamente– qué hacer con toda esa información que la película le transmite, algo poco usual en un cine vinculado a los relatos de memoria, si se quiere; y quizás ese desmarcarnos nosotros de las formas más clásicas del documental político provoque cierta sensación de orfandad en un público que tal vez espera un acompañamiento más direccionado, y no tener que enfrentarse despojado ante lo que el film/Quijano propone.
Empatía forzada
–En la ficha mencionan la necesidad de poner en stand by ciertos preconceptos ideológicos y cinematográficos y hacer jugar una empatía forzada. ¿Qué buscaban? ¿Esa vía les permitió, digamos, llegar “al fondo” del personaje?
–De algún modo es lo que mencionamos antes. La única manera de profundizar en el vínculo con Quijano y llevar el plano del relato a un punto de densidad conceptual e histórica valorables era tratar de quitarnos de encima nuestras concepciones previas y lograr una empatía con él que nos permitiera generar la confianza que necesita cualquier persona para entregar su historia de vida al servicio de un relato cinematográfico. Eso es una tarea muy difícil en la que uno lo intenta, pero no siempre lo logra; un tire y afloje permanente entre lo privado y lo cinematográfico (a publicar). Por supuesto que no llegamos al fondo del personaje, llegar a ese fondo es una figura ideal. Hay muchas cuestiones que no pudimos abordar, y otras tantas que Luis calló o soslayó. Siempre es así, es parte del juego de representaciones propio del documental como construcción fílmica. Llegamos hasta donde pudimos sin mayores pretensiones que aportar un punto de vista que está por verse si suma o no a las discusiones sobre lo ocurrido en aquel periodo histórico. En cualquier caso, la empatía nos permitió acercarnos a Quijano tratando de buscar las semejanzas con él y no acentuar las diferencias, porque las diferencias están a flor de piel y aparecen tarde o temprano solas, en cambio las semejanzas creemos que nos incitan a pensar, y a crear o renovar argumentos acerca de por qué creemos que esto es lo malo y aquello es lo bueno.
 
–¿Tuvieron en mente otros filmes de temática similar a la hora de concebir El hijo del cazador?
 
–Sí, hace mucho tiempo, pensamos en una película también biográfica sobre dos personajes que habían muerto en aquellos “años de plomo”. Pero más que la temática de los '70 (que es lo anecdótico), lo que nos interesaba era el tipo de abordaje que se ejerce en ciertas películas, es decir, la reflexión ética que hacen algunos directores en cuanto a su relación política con los personajes: Errol Morris, Joshua Oppenheimer, Rithy Panh, Basilio Martín Patino.
 
–Considerando que la película puede interpelar con distinta fuerza las historias personales, ¿cómo fue la experiencia de dirigir de a dos?
 
–Más allá de la amistad y de los intereses que compartimos, la relación de trabajo se basó en el respeto por las propuestas de cada uno. Si bien congeniar dos personalidades en un proyecto cinematográfico profesional es muy complejo, el darle valor al punto de vista y al aporte del otro conformó un espacio de trabajo y de exploración creativa que fue interesante. En esta película dirigimos, co-produjimos, co-guionamos, y a una gran parte de los rodajes (por una cuestión de intimidad) los hicimos solos. Siendo un equipo minúsculo, fue casi imperativo hacer un esfuerzo por comprenderse; ya no solo con el personaje que teníamos en frente, sino también con quien teníamos al lado trabajando a la par. Trabajar de a dos es un formato que complejiza y matiza, no sólo la forma en que es mejor relacionarse con el personaje en la vida real, o a las presunciones que cada cual tiene sobre las imágenes y situaciones que se filman, sino también a la construcción fuertemente identitaria que se erige en torno a la idea de autor o director de cine. 
 
"El hijo del cazador" se estrenó este miércoles en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y volverá a proyectarse este jueves 15. Dirección: Germán Scelso y Federico Robles. Diseño de sonido: Martín Sappia. Duración: 66 minutos.
Fuente:LaVoz-Vos

No hay comentarios: