Resumen Latinoamericano, 3 de diciembre de 2018.-
Resumen Latinoamericano, 3 de diciembre de 2018.-
El medio derechista Infobae reflejó en imágenes a ese otro país y ese otro mundo que festeja sobre las ruinas de lo que fomenta el capitalismo que ellos adoran.
El Presidente Mauricio Macri y la Primera Dama, Juliana Awada, reciben al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su mujer Melania.
Mauricio Macri y Juliana Awada reciben al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Mauricio Macri, Juliana Awada, la canciller alemana Angela Merkel; Horacio Rodríguez Larreta y Bárbara Diez.
La reina Máxima de Holanda junto a Mauricio Macri, Juliana Awada y Mark Rutte, Primer Ministro de Holanda.
El canciller Jorge Faurie y Juliana Awada reciben al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su mujer Brigitte.
El saludo entre Mauricio Macri y Vladimir Putin.
La llegada de Mauricio Macri y Juliana Awada por la cápsula de seguridad.
La llegada del presidente de China, Xi Jinping, y su mujer Liyuan Peng.
Juliana Awada.
Donald Trump y su mujer Melania junto a Mauricio Macri y Juliana Awada.
Horacio Rodríguez Larreta y Bárbara Diez junto a Christine Lagarde, presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Mauricio Macri y Juliana Awada junto al presidente turco, Tayyip Erdogan, y su mujer Emine.
Mauricio Macri y Juliana Awada junto al Primer Ministro indio, Narendra Modi.
Horacio Rodríguez Larreta, Bárbara Diez, Máxima de Holanda y Mark Rutte, Primer ministro de Holanda.
Mirtha Legrand.
Llegada de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo y Małgorzata Tusk.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña.
El embajador de los Estados Unidos en la Argentina, Edward C. Prado.
La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
El Secretario General de la provincia de Buenos Aires, Fabián Perechodnik.
El saludo de los líderes desde el palco presidencial.
El ex presidente de la Nación, Fernando De la Rúa, junto a su mujer Inés Pertiné y Teresa Anchorena.
Carlos Menem llegó acompañado por su hija Zulemita.
Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y su mujer Victoria Costoya.
La ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.
El canciller Jorge Faurie.
El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica.
El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.
La foto grupal de los participantes del G20.
El ministro de Justicia, Germán Garavano.
El presidente de YPF, Miguel Gutiérrez.
El secretario de Cultura, Pablo Avelluto.
Eduardo Elzstain.
El Secretario General de la Presidencia, Fernando De Andreis.
El gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora y su mujer.
La llegada del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
Federico Sturzenegger, ex presidente del Banco Central.
Mario Quintana, ex vicejefe de Gabinete.
El secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, Lino Barañao.
El intendente de Quilmes, Martiniano Molina.
El presidente provisional del Senado, Federico Pinedo
El ex ministro de Producción, Francisco Cabrera.
Facundo Gómez Minujín y Marta Minujín.
El gobernador de Tucumán, Juan Manzur.
El senador Esteban Bullrich.
Gabriel Martino, presidente de HSBC Argentina.
El presidente de la AMIA, Agustín Zbar, junto a Daniel Pomerantz, director ejecutivo de esa entidad
Guillermo Yanco, vicepresidente del Museo del Holocausto y miembro de la Comisión Directiva del Club Político.
Luis Novaresio.
Alejandro Macfarlane y Tato Lanusse.
Fernando Sánchez, secretario de Fortalecimiento Institucional.
Néstor Sclauzero, gerente de Noticias de la TV Pública.
La titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso.
Alfonso Prat-Gay, ex ministro de Hacienda y Finanzas.
Alejandro Rozitchner.
Iván Petrella, director del programa Argentina 2030 en la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Presidencia.
Eduardo Elzstain y Alejandro Macfarlane.
Luis Majul.
Marcelo Bonelli.
El presidente de la sociedad Rural Argentina, Daniel Pelegrina.
Federico Pinedo y el presidente del Banco Provincia, Juan Curuchet.
Jennifer Dahlgren, atleta argentina especializada en lanzamiento de martillo.
El director ejecutivo del Instituto Nacional de Juventud, Pedro Robledo.
G20: la disputa por el futuro, en un foro “no vinculante”
Por Carlos R. Martínez, Resumen Latinoamericano, 3 diciembre 2018
Este fin de semana la Ciudad de Buenos Aires fue escenario del G20 “Foro Internacional para la Cooperación Económica, Financiera y Política” Donde participan desde el año 2008 los países que producen el 80 por ciento de la economía y gobiernan al 60 por ciento de la población mundial. Es decir, son los encuentros anuales de los dueños económicos del planeta.
Generalmente en este tipo de eventos hay un análisis para los círculos de poder y otro para el pueblo, “la gilada”, proponiéndonos mirar las formas y no los contenidos. Es ahí donde nos quieren mostrar cómo se saludaron o se miraron, la ropa que usaban, si era acorde a la reunión, la cantidad de minutos que estuvieron reunidos, los peinados de las “primeras damas”, teniendo como resultado un curso acelerado de protocolo, para comprender cómo viven los ricos y sus gerentes, o la emoción de Macri en el Teatro Colón, ante la consigna vivada por artistas pagos (¡¡Argentina, Argentina!!), y su impotencia de no lograr que el pueblo lo aclame épicamente a él, o a sus políticas.
Para qué se reunieron.
El lema para este G20 fue “Construyendo consenso para un Desarrollo Equitativo y Sostenible”. Dijeron reunirse para adoptar “… decisiones orientadas al fortalecimiento de la economía mundial…”, para impulsar “…medidas vinculadas a la problemática de la inserción al mercado laboral y a la mejora del bienestar de la población”. Toman decisiones sin espacios para que participe la sociedad civil y los que deciden son justamente los creadores de la mayor crisis política, económica social, ambiental y militar de la humanidad. No está de más recordar que la primera reunión en el 2008 del G20 fue resultado de una de las peores crisis económicas del capitalismo al explotar la burbuja inmobiliaria (“timba o bicicleta financiera”), que impactó en los mercados del planeta y generó crisis monetaria global.
Los temas preocupantes son siempre sus propios intereses, no los de sus pueblos. ¿Qué pueden debatir y acordar entre 35 jefes de estado (veinte que forman el G20 y quince invitados), junto con más de 7000 empresarios y funcionarios? Sus decisiones ¿a quiénes beneficiarán? Lo que está en debate entre los poderosos es flexibilizar las condiciones de trabajo y bajar los salarios con la finalidad de lograr mayor rentabilidad. Mejorar el “clima de negocios” referido a la privatización de la vida de los pueblos. Como ya aclaró el negociador argentino; “…no es el espacio para discutir sobre derechos humanos, ya que existen otros foros para hacerlo”. En síntesis se definen políticas que involucran a los habitantes del planeta sin abordar el impacto en sus derechos.
Tratan reiteradamente en cada encuentro temas como el cambio y sustentabilidad climática, las emisiones de carbono, las políticas proteccionistas que atentan contra principios del libre mercado, los subsidios agrícolas, sobre empleo, educación, salud, agricultura, economía digital. Dicen buscar desarrollar el multilateralismo, es decir, la actividad conjunta de varios países para negociar con otro país más poderoso. Sin embargo, y a pesar de todo esto, lo sorprendente es que nada de lo que se acuerda en los documentos es jurídicamente vinculante; nadie está obligado a nada.
De los veinte países, solo uno no estaba dispuesto a acordar medidas de protección respecto al calentamiento global. Se trata de EEUU, el mayor emisor de gases de efecto invernadero. En el documento final se acordó una terminología ambigua al reemplazar el concepto de “efecto invernadero” por el de “sustentabilidad climática”, ocultando la crisis que significa esto para la humanidad. Conclusión enuncian el cuidado por los recursos naturales y el cambio climático, cuando todos esos gobiernos son impulsores del desastre ecológico. Paradojalmente EEUU al no firmar los acuerdos es el único malo de esta película.
Con respecto a la falsa opción libre comercio-proteccionismo se desenmascaró la realidad de las potencias mundiales. Que proponen el libre comercio donde son fuertes y competitivos, y proteccionismo para preservar sus propias debilidades productivas a partir de la presencia del Estado. Mostrando que los estadistas del capitalismo no son extremistas neoliberales, no; esas conductas son reservadas para sus seguidores, como el gobierno argentino.
Mientras tanto también están en juego sus propias hegemonías. EEUU se presenta como la moraldel planeta y ellos son los que deben defender los valores de “la libertad”. Es su forma de afirmar que son los propietarios del orden mundial que rige las relaciones económicas, políticas y militares del planeta. Este orden se sostuvo a partir de un control mutuo entre determinados estados, donde no se aceptaba que ninguno con su crecimiento y expansión atentara sobre la seguridad y existencia de otro. Sin duda, ese acuerdo no incluye a Medio Oriente: Palestina, Libia, Irak, Afganistán, Siria, y Ucrania o Serbia, que no dejan de ser territorios en disputa de las grandes potencias. Sin embargo, este esquema se está modificando, a partir de jugadores que buscan disputar la hegemonía, como India, Rusia y China (estos dos últimos, más allá de los cambios de signo ideológico, nunca dejaron de tener ambiciones expansionistas) quienes amenazan el orden mundial establecido por su sola presencia.
El gobierno argentino y la búsqueda de su propio relato.
Macri afirmó que “Cuanto más se desarrolle China, mejor le irá a la Argentina”, no es la primera vez que un gobierno argentino espera que la economía crezca como resultado de las políticas y fortalezas de otro país. Intentará mostrar, por un lado, los acuerdos con China como un logro del Foro, cuando en realidad es el resultado de negociaciones previas, que se podrían haber firmado hace más de dos años, siendo el obstáculo la oposición de Trump, y que ahora “venden” como el resultado de estos dos días, y disimular el veto oculto de EEUU a las centrales nucleares que Rusia y China intentaban construir en nuestro país.
También intentará mostrar, que cumple con los acuerdos enunciados que van de la mano con las demandas del FMI: cuando asumió la presidencia pro-tempore del G20 a principios de diciembre 2017, y ante la pérdida de protagonismo político de Brasil, se ilusionó en poder ocupar el liderazgo, y ser el portavoz de los intereses y las políticas neoliberales y antipopulares de la región. Fue por eso que desde los recortes en salud, educación y previsión, aumentos de la comida y tarifas, el recorte de salarios, la reducción de puestos de trabajo públicos y privados, hasta la apertura indiscriminada de las importaciones, más allá de sus creencias neoliberales, no dejaron de ser sobreactuaciones en un contexto global donde otros gobiernos de igual signo protegen sus economías.
Llegaron creídos que eran la continuidad de la generación del ochenta, del relato de un imperio que nunca existió. Quisieron constituirse como una élite de signo conservador liberal, que sostuviera una idea de progreso de clase, para lo cual era necesario a partir de los logros económicos despejar los obstáculos de naturaleza política (el pueblo, el peronismo, sindicalismo, los pobres, los profesionales, pequeños comerciantes y empresarios, todos actores que “vivían del estado”) y producir un cambio cultural. El fracaso de logros económicos obturó esa ilusión, y ahí salió la cara oculta tras la máscara de la revolución de la alegría; el desprecio y represión.
Para los pueblos el futuro sí es vinculante.
Sin duda los pueblos transitan otros caminos que no llevan a Costa Salguero o el Teatro Colón. Algunos saben y otros intuyen que “otro país es posible” y que ante las crisis hay otra salida, ya que son los ricos los que tienen más capacidad para hacer esfuerzos económicos. Para lo cual es necesario definir prioridades operativas.
Dejar en claro la urgencia de la organización y movilización popular, que en caso del repudio al G20, sorprendentemente brilló por su ausencia la mayoría de los partidos con representación parlamentaria y el sindicalismo “opositor”. La necesidad del surgimiento de nuevos liderazgos de clase de las generación sub 30-40, que encarnen las necesidades y luchas dentro del marco del antimperialismo y anticapitalismo con la finalidad de luchar por el poder y conquistarlo. Es esta la mejor manera de plasmar en la práctica las remeras, banderas y consignas que reivindican al Che, Chávez, o los compañeros que lucharon en los años 70.
Pero otra condición necesaria es cambiar el marco de la discusión. Para ello, es indispensable la desnaturalización de algunas ideas, adversas para los pueblos, en especial si se creen que son ciertas. Que “siempre hubo pobres”, que “los recursos son escasos”, que “la plata no alcanza”, y que “este es el camino que eligieron los argentinos”, Estas son frases que configuran un marco desde donde el capitalismo quiere establecer los debates y las formas para mostrar que no hay otro camino. Sin duda el problema no es de ausencia de recursos económicos, es cómo se distribuye la riqueza. Si logramos producir ese cambio en nuestro pensamiento, estaremos produciendo el cambio cultural necesario para tener la certeza que otro país es posible.
En ese sentido, es preciso dejar de analizar la pobreza y sus causas y empezar a hablar, preguntarse y analizar la riqueza, la distribución, y el impacto en la economía del país. De este modo, la discusión puede empezar con un dato del ISEPCI, que informa que en el año 2016, de “una jornada laboral de 8 horas, implica que los ocupados destinan casi 2 horas para producir el equivalente al valor de su salario, mientras las 6 horas restantes producen para generar el excedente que se lo apropia el empresario.
Si leemos que cien familias concentran más del 10% de la riqueza del país y que el 60% la tiene depositada fuera del país, no nos dice mucho. Pero si sabemos que las primeras 40 familias tiene entre 10.000 a 500 millones de dólares, le da un sentido diferente. La revista Forbes, que se dedica a analizar el mundo de los negocios y los empresarios, afirma que los diez hombres más ricos de Argentina poseen más de 20 billones de dólares.
Nuestro país es rico, lo que está en discusión y disputa es cómo se distribuye la riqueza, si dudamos en esta afirmación ya tenemos la discusión perdida.
*Coordinadora Resistir y Luchar
El G20 desnuda los límites civilizatorios y desafía a construir alternativas
Por Julio Gambina /Resumen Latinoamericano, 3 diciembre 2018
El documento final del G20 explicita los principales problemas del capitalismo contemporáneo, concentrado en el “cambio climático” y el “comercio internacional”.Ambas son expresiones de los límites civilizatorios de la sociedad capitalista en la actualidad. Los participantes del G20 suscriben una declaración que no resuelve las disputas, cuando mucho las identifica.
Sobre el primer punto, la cuestión climática, EEUU continúa bajo la presidencia Trump desentendiéndose de toda iniciativa tendiente a morigerar el impacto sobre el hábitat, el medio ambiente y la población global. Claro que tiene su lógica desde la dominación que se ejerce desde Washington sobre la producción de hidrocarburos y el papel que éstos asumen como insumo estratégico del modelo productivo y de desarrollo del capitalismo contemporáneo.
Respecto del comercio, es también EEUU en sus confrontaciones comerciales contra China y varios otros países, quien explicita los problemas de la disputa por la hegemonía del sistema mundial. Entre otras cuestiones, desde Buenos Aires se informó de las reformas al NAFTA, con claros beneficios para EEUU y en contra de sus vecinos en Canadá y México, cuando en este país se inaugura un nuevo ciclo presidencial desde el 1/12, sustentado en una voluntad social crítica de los modelos imperantes en el viejo y nuevo Tratado de Libre Comercio.
La desregulación comercial global, una vieja aspiración del capitalismo estuvo frenada a la salida de la segunda posguerra, ya que solo pudo instrumentarse la dirección del sistema financiero con el FMI y el Banco Mundial. La Organización Mundial de Comercio, OMC, solo pudo lanzarse hacia 1995 con la ruptura de la bipolaridad y la condición de posibilidad global para la circulación de mercancías, servicios y capitales.
Después de más dos décadas de OMC (1995-2018), el desorden mundial capitalista se manifiesta bajo “guerras comerciales y monetarias”, aunque, claro, se firman documentos finales de las cumbres, tal como ocurrió en Buenos Aires entre el 30/11 y 1/12. Es más, las delegaciones de China y de EEUU se sentaron frente a frente en una foto que no resuelve las contradicciones que sustentan en el ámbito de la economía mundial.
“Construyendo consenso para un desarrollo justo y sostenible”
Así se titula la Declaración Final del G20 realizado en Buenos Aires, con un lenguaje profesional y diplomático que difícilmente puede referenciar la realidad de la concentración de la riqueza y del ingreso que se explicita en el poder del 1% más enriquecido de la población mundial. Pero también en los 192 millones de desempleados que acusa la OIT en su Informe sobre el empleo en 2018; o el 40% de empleo vulnerable en todo el planeta, denunciado en dicho documento, con 1.400 millones de personas en esa situación; agravado con la discriminación hacia el trabajo de las mujeres, con menores salarios y peores condiciones de trabajo. [1]
Conviene llamar a las cosas por su nombre y lo que se discute en el G20 es el orden mundial capitalista, presidido por la lógica de la ganancia, la acumulación y la dominación. Cada Estado nacional sustenta en éstos cónclaves presidenciales los intereses de sus capitales locales dominantes y por eso convive históricamente el librecambio y el proteccionismo.
Desde el origen del orden capitalista y de la Economía Política conviven en teoría y práctica el librecambio y el proteccionismo.
El imperio británico promovió el liberalismo económico al tiempo que sostenía una política proteccionista teorizada desde las ventajas comparativas sustentadas por la economía política clásica.
Su propia colonia en América sustentó una política proteccionista en aras de la independencia hacia 1776, convergente con la aparición de las primeras sistematizaciones teóricas librecambistas de los clásicos.
La historia del capitalismo explicita el pragmatismo relativo al decir y al hacer, no necesariamente convergente, que viabiliza la contradicción del liberalismo y el proteccionismo en el comercio internacional.
Por eso en la Declaración del G20 de Buenos Aires se puede aludir a deseos por resolver conflictos o generar impactos sociales progresivos, al tiempo que la realidad devuelve tensiones y confrontaciones por resolver la hegemonía en la dominación del sistema capitalista, y unos efectos sociales que afectan a millones de sectores sociales empobrecidos.
Aunque se aluda a la cuestión de género, la realidad de la discriminación femenina es una constante que convoca a redoblar los esfuerzos de la lucha por la igualdad de los géneros y contra todo tipo de discriminación.
El modelo productivo y energético detrás del clima
La crisis del petróleo de los 70´ no fue mundial, sino de EEUU, evidenciado ante la pérdida de reservas convencionales de hidrocarburos. La “solución” se construyó económica y militarmente, comprando e invadiendo, generando un mercado específico no exento de especulación, contrabando y economía criminal en torno a la energía.
Es un largo recorrido que incluyó la investigación y desarrollo de tecnología y procesos de extracción de los hidrocarburos no convencionales que reposicionaron a EEUU como primer productor mundial hacia 2015. El fracking o fractura hidráulica junto al alza de los precios internacionales del petróleo permitieron la nueva preeminencia estadounidense en la producción mundial de hidrocarburos.
Resulta un tema trascendente que reabre el juego político y económico global, que pudo visibilizarse en el cordial trato entre el Príncipe Saudita y el líder Ruso en la confraternidad del G20. Arabia Saudita sigue siendo el principal productor mundial de petróleo y Rusia un gran productor de Gas, que además, abastece del mismo a Europa.
Más allá de afinidades ideológicos o políticas, las alianzas se redefinen en aras de la gestión sobre la producción contemporánea y como sostenemos, estamos hablando del insumo estratégico de la producción mundial: petróleo y gas.
En ese tablero pueden entenderse varias alianzas en torno a los hidrocarburos y la disputa global. Aludo a China y Rusia; a éstos con Irán y otros países productores de petróleo en medio oriente, pero también y muy especialmente a Venezuela, primera reserva mundial de petróleo convencional en el mundo.
Además, Argentina es quien tomó la posta de los hidrocarburos no convencionales con la tecnología estadounidense del fracking, desde el acuerdo secreto entre la empresa privada de gestión estatal, YPF y Chevron, para explotar el yacimiento Vaca Muerta.
Hace 5 años del acuerdo y en el presupuesto 2019 impulsado por la gestión Macri, la expectativa de crecimiento económico se asienta en las inversiones para la producción y exportación de petróleo y gas en Vaca Muerta.
Argentina destaca por ser la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional.
La energía está en el centro de la discusión, no solo respecto de quien pueda gestionar el insumo estratégico, sino de cual modelo de desarrollo social prevalece.
Por un lado está la mercantilización de la energía, lo que se define en la esfera de la capacidad de compra y por ende de ingresos. La contrapartida es una concepción de derecho a la energía que supone la des-mercantilización y una respuesta relativa a la energía como derecho humano, bien común y uso generalizado para satisfacer necesidades de la población mundial.
La realidad de la disputa económica actual en el debate del G20 se restringe a la primera concepción y por eso la guerra económica, comercial o monetaria, la que no se resuelve con buenos modales, foto de familia o declaración consensuada con lenguaje evasivo y diplomático.
Voces de la crítica con sus límites para instalar alternativa
Es sabido que donde sesiona el G20 aparece la crítica y la movilización social, política e ideológica al consenso de la dominación.
Por eso se reiteró en Argentina la denuncia organizada por la Confluencia NoG20/FMI, vía semana de acción entre el 25 y 30/11, la Cumbre de los Pueblos del 28 y 29/11, y la gigantesca movilización del 30/11, pese a las desmedidas medidas de represión preventiva, cercando a las y los manifestantes durante el trayecto de la demostración crítica.
Más de 50.000 personas, en un abanico diverso de organicidad y consignas, convergiendo todos en la rechazo al G20 y al FMI fueron custodiados, sin poder amedrentarlos por un operativo de cerrojo con cientos y miles de efectivos de seguridad.
Un operativo desplegado por todo el territorio del desplazamiento de las y los manifestantes. Se estableció un “corralito” a la marcha de protesta ante la imposibilidad del gobierno por modificar la voluntad popular de ejercer el derecho a opinar y manifestar. La voluntad de marchar y unificar consignas es un dato de fortaleza del movimiento social ante el gigantesco operativo de seguridad y de desinformación social, con complicidad de la prensa hegemónica.
Todo se hizo para aislar la protesta y la crítica. Se declaró asueto en la ciudad de Buenos Aires, se clausuró el transporte aéreo, de mar y tierra, restringiendo la circulación de buses y cerrando una amplia zona aledaña al sector de discusión del G20. El argumento fue la seguridad de los asistentes al cónclave.
Pese a ello, el objetivo de hacer escuchar otra opinión fue logrado, aun cuando los criterios sobre el qué hacer a futuro no estén suficientemente claros. Más aun, no todos los que pudieron manifestar la crítica se predispusieron para articular un proceso compartido de debate, movilización y aprendizaje común para pensar otro orden social y civilizatorio del que se discute en el poder mundial.
Esto último, sigue siendo una asignatura pendiente. Con matices se sabe lo que no se quiere y hace falta habilitar la condición de posibilidad de una mayor escucha desde la diversidad para acercar nuevas síntesis de otro orden social, económico, político y cultural alternativo, a contramano de la lógica de la ganancia, la acumulación de capitales y la dominación civilizatoria.
Argentina pasó la posta de la gestión del G20 a Japón, previa suscripción de un Tratado de protección de inversiones, una lógica esencial del orden capitalista actual.
La crítica al G20 que ya recorre una década continuará ahora en la sucesión que asume Japón y desafía al pensamiento crítico de los pueblos del mundo a continuar proponiendo nuevas articulaciones para la emergencia de un nuevo tiempo para otro modelo productivo y de desarrollo contra y más allá del capitalismo.
Nota:
[1] OIT. Tendencias del Empleo 2018. Informe, en: https://www.ilo.org/global/ about-the-ilo/multimedia/ video/institutional-videos/ WCMS_616018/lang–es/index.htm
Envío:ResumenLatinoamericano
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