Ratificando su histórica posición anti chavista, el canciller uruguayo Nin Novoa expresó que “es crucial restaurar la plena democracia, la separación de poderes” y que se estableció la necesidad de “elecciones presidenciales libres”.
febrero 2019
El Grupo Internacional de Contacto (GIC) sobre Venezuela emitió este jueves una declaración final tras el encuentro que celebró en Montevideo. El texto que se divulgó en una primera instancia por parte de la Unión Europea no planteaba la necesidad de convocar elecciones.
Sin embargo en una conferencia de prensa que brindaron el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa y la representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, sí se solicitó que haya en Venezuela “elecciones presidenciales libres”.
Nin Novoa expresó que “es crucial restaurar la plena democracia, la separación de poderes” y que se estableció la necesidad de “elecciones presidenciales libres”.
Por otra parte, el GIC “confirmó su disposición para trabajar junto con el Mecanismo de Montevideo con el propósito común de lograr una solución pacífica y democrática”.
En un primer documento, el Grupo había admitido la existencia de “posiciones políticas diversas” si bien todos los integrantes “comparten un mismo objetivo”.
Esta meta fue descripta como “alcanzar un enfoque internacional común para apoyar una resolución pacífica, política, democrática y de los propios venezolanos a la crisis”.
Habían agregado, por otra parte, que “el Grupo expresa asimismo su compromiso para movilizar más asistencia en áreas que sean requeridas para aliviar la situación humanitaria en Venezuela”.
Durante este primer encuentro el GIC “hizo un balance de la situación” en Venezuela y “discutió cómo el Grupo podría colaborar de la mejor manera para encontrar una salida pacífica y democrática a la crisis venezolana”.
El miércoles, en la antesala de este encuentro, Uruguay, México y los países del Caricom (Comunidad del Caribe) sorprendieron con la presentación del Mecanismo de Montevideo. Éste, dijeron, “se pone a disposición de los actores venezolanos como una alternativa pacífica y democrática” y que propone “un diálogo inmediato”.
“Cuanto más condiciones se pongan para el diálogo, más difícil es conseguir un resultado favorable, si nosotros decimos que tiene que haber elecciones en tal momento, que tiene que cambiarse la Corte Electoral, que tiene que haber liberación de los presos políticos, estamos imponiendo condiciones. Lo que tiene que acordarse entre las partes son cuáles son las condiciones, son ellos lo que tienen que acordar. Nosotros vamos al diálogo sin condiciones: júntense, hablen, acuerden, arreglen”, dijo ayer el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa.
Esta postura es bien diferente a la que había planteado la Unión Europea. Su responsable de política exterior, Federica Mogherini, ya había manifestado la semana pasada cuál era, a su entender, el objetivo del GIC: facilitar elecciones en Venezuela. “”El grupo ayudará a construir confianza y crear las condiciones necesarias para un proceso creíble en línea de la Constitución de Venezuela, con el objetivo de que los venezolanos determinen su propio futuro con nuevas elecciones, con todas las garantías”, había dicho durante una conferencia de prensa en Bucarest.
Este jueves en Montevideo Mogherini insistió acerca de la necesidad de celebrar elecciones en Venezuela: “Creemos que una iniciativa internacional es importante para una salida democrática a través de elecciones libres, transparentes y creíbles”.
Aquí el texto del GIC divulgado en un primer momento:
Resumen Latinoamericano / 7 de febrero de 2019
La conferencia internacional para propiciar el diálogo en Venezuela contó con la participación de ocho países de la Unión Europea y cinco de América Latina.
Tras concluir la conferencia internacional sobre la situación política de Venezuela y propiciar el diálogo como solución pacífica, celebrada este jueves en Montevideo, capital uruguaya, la declaración final no fue firmada unánimemente por los países participantes.
La conferencia fue convocada por los Gobiernos de México y Uruguay, que decidieron adoptar una posición neutral y de no intervención, ante otros países de la región que reconocieron al autoproclamado Juan Guaidó como “presidente encargado”, un acto no contemplado en la Constitución venezolana.
¿Quiénes participaron?
La conferencia cuenta con la participación del denominado Grupo Internacional de Contacto (IGC, por sus siglas en inglés) sobre Venezuela, el cual está integrado por ocho miembros de la Unión Europea (UE): Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia y Reino Unido. También asisten los representantes de Bolivia, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay.
Además, está presente la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, y el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez.
Objetivos de la conferencia internacional
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay explicó en un comunicado que “el propósito de la conferencia es sentar las bases para establecer un nuevo mecanismo de diálogo que, con la inclusión de todas las fuerzas venezolanas, coadyuve a devolver la estabilidad y la paz en ese país”.
Aseguró que la iniciativa responde al llamado del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, “de apostar por el diálogo frente a quienes niegan que exista esa posibilidad”.
Por su parte, el grupo de la UE indicó que la conferencia internacional sobre Venezuela busca “contribuir a crear las condiciones para que surja un proceso político y pacífico, que permita a los venezolanos determinar su propio futuro”, mediante la “celebración de elecciones libres, transparentes y creíbles, en línea con la Constitución del país”.
El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, se pronunció en apoyo a la conferencia internacional para promover un mecanismo de diálogo en Venezuela.
Por su parte, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se pronunció a favor del Mecanismo de Montevideo, que propone cuatro fases para el diálogo. Esto fue acordado en la reunión del miércoles 6 de febrero entre 14 países del CARICOM, México, Bolivia y Uruguay.
El Gobierno venezolano ha denunciado un golpe de Estado en curso, apoyado por EE.UU., con la autoproclamación del opositor Juan Guidó como “presidente encargado”, lo cual no está contemplado en la Constitución. Además, esto contradice lo expresado por los venezolanos en las elecciones de mayo de 2018, cuando el 67 % por ciento del padrón electoral votó por Nicolás Maduro.
Fuente Telesur
Resumen latinoamericano, 7 febrero 2019
En el mismo momento en que el Grupo de Contacto para posibilitar el diálogo en Venezuela votaba una resolución lamentable en la que con total autoritarismo y felonía se exige al país caribeño a “convocar elecciones libres!, numerosos uruguayos y uruguayas se congregaron en la calle para respaldar al gobierno de Nicolás Maduro y al pueblo bolivariano. Como ya informara Resumen latinoamericano, la resolución no contó con el voto de México, Bolivia y los países del Caricom.
Convocada por la Coordinación Antiimperialista, los manifestantes repudiaron el intento de golpe de Estado motorizado por Trump y la UE. También criticaron duramente la posición del gobierno de Tabaré Vázquez, que al mejor estilo de los saltimbanquis, se ubicó del lado del imperio norteamericano al firmar el documento. Adoptó así un equívoco planteo que nada tiene que ver con el pueblo oriental que sigue apoyando a Venezuela en esta desigual pelea.
Por: Marco Teruggi, Resumen Latinoamericano, 7 febrero 2019
La derecha, que resultó una inversión millonaria de bajo rendimiento, siempre peleada entre sí, se ha transformado en operadora en el territorio, y Guaidó en un autonombrado presidente interino montado desde fuera. |
Detrás del nuevo experimento de héroe 2.0 se esconde la historia de uno de los partidos creados para enfrentar al chavismo luego de la serie de derrotas opositoras que abarcaron del golpe de Estado del 2002, el paro petrolero, el referéndum revocatorio, las elecciones legislativas donde la derecha inauguró su serie de suicidios políticos al no presentarse, y la reelección de Hugo Chávez en el 2006.
Juan Guaidó no existe. Se inició públicamente en política en el 2007, con protestas violentas lideradas por una nueva camada de jóvenes, sobre los cuales se fundó Voluntad Popular (VP) en el 2009. Continuó como dirigente de segunda línea, diputado en el 2015, parte de las violencias callejeras del 2014 y 2017, hasta que el 5 de enero de este año nos enteramos que sería presidente de la Asamblea Nacional por un acuerdo de rotación entre partidos de derecha y un plan trabajado fuera del país. De ahí al 23 de enero pasaron días: de cuadro medio a autojuramentado presidente de la República Bolivariana de Venezuela a diez estaciones de metro del palacio presidencial y reconocido por un twitt de Donald Trump. Un recorrido estelar.
Podría parecer un cuento con varios chistes de por medio, y a veces lo es, en días donde la tormenta baja de intensidad, vivimos la tensa calma que puede quebrarse en cualquier momento. El punto nunca fue Guaidó, sino la historia que lo rodea, sus jefes, el plan del cual forma parte y lo conduce. Guaidó no existe y sin embargo es tan real.
Detrás del nuevo experimento de héroe 2.0 se esconde la historia de uno de los partidos creados para enfrentar al chavismo luego de la serie de derrotas opositoras que abarcaron del golpe de Estado del 2002, el paro petrolero, el referéndum revocatorio, las elecciones legislativas donde la derecha inauguró su serie de suicidios políticos al no presentarse, y la reelección de Hugo Chávez en el 2006. Era necesario crear nuevos instrumentos para nuevas estrategias, entonces nació VP con los jóvenes de la “generación 2007”, de los cuales una célula se había formado en Serbia en el 2005 en la estrategia de revoluciones de colores. A la cabeza quedó Leopoldo López, proveniente de Primero Justicia (PJ), de familia aristocrática, quien en el 2002 era alcalde de Chacao y fue parte activa del Golpe de Estado de 72 horas. No solamente él, sino la casi totalidad de los dirigentes actuales protagonizaron esos días: Julio Borges, Capriles Radonsky (ambos de PJ), y Ramos Allup del partido Acción Democrática (AD), por ejemplo.
Si alguien les pregunta sobre el 2002 harán lo que siempre han hecho: fingir demencia.Caimanes del mismo charco, diría un compañero llanero.
VP apostó por construir desde la identidad juvenil y estudiantil, que tuvo un protagonismo central en el 2014, época de violencia de la derecha que dejó un saldo de 43 muertos y López preso, y en el 2017, donde nuevamente VP estuvo públicamente a la cabeza de los grupos armados públicos y tras las sombras. Las promesas de la política opositora resultaron ser la antítesis de su consigna que proclamaba la “protesta pacífica”: Financiados por las agencias norteamericanas, implicados en manejo de explosivos, vinculados con sectores paramilitares, escaladas que costaron muertos, fracturas, derrotas electorales opositoras, espirales que desembocaron en este 2019.
Vivo en Venezuela desde enero del 2013. De esa fecha hasta la actualidad asistí, como millones de personas, a cinco intentos de toma del poder por la fuerza por parte de la derecha: 2013, 2014, 2016, 2017, 2019. Una tasa elevada. Los únicos años en que no lo hicieron fue en el 2015, cuando ganaron las elecciones legislativas, su mejor momento, y el 2018, porque estaban preparando el del 2019. Cada asalto fue más violento, complejo y prolongado que el anterior. El único que logró ser desactivado a tiempo fue el del 2016, cuando intervino la mediación del Vaticano. “Creo que tiene que ser con condiciones muy claras, parte de la oposición no quiere esto, es curioso, la misma oposición está dividida, y parece que los conflictos se agudizan cada vez más”, declaró en el 2017 refiriéndose a por qué no habían dado frutos los diálogos. Ya el país estaba bajo llamas.
De esos cinco intentos uno fue liderado públicamente por PJ (2013), otro por VP y PJ (2014), otro por AD, VP y PJ (2016), otro por VP y PJ (2017) y finalmente este, por VP en el territorio, y VP/PJ en el frente internacional. Todos fueron acompañados por María Corina Machado que plantea que la única forma posible de salir del chavismo es con la violencia. Ella y Julio Borges -parte de la autoría intelectual del intento de asesinato de Maduro en agosto del 2018- son amigos de Mauricio Macri, según él mismo afirmó.
Todo el abanico de la derecha ha estado involucrado en todos los intentos. Los sectores con mayor vocación de diálogo han ocupado el lugar de silencio cómplice o intento de encabezar en momentos estelares. Fue Ramos Allup, de AD, partido de la vieja derecha que debería ser más dialoguista, quien afirmó en enero del 2016 como presidente de la Asamblea Nacional (AN) que sacaría a Maduro en un lapso de seis meses. Así comenzaba la derecha en la conducción del poder legislativo. Lo que sucede en este 2019 tiene una génesis, ensayos, fases. Estamos, según varios análisis, en la tercera, en paso a la cuarta, que debería ser, según su plan, la definitiva.
La dirección de la oposición no ha cambiado en el terreno, los apellidos se repiten. Algo sí se ha modificado y es nítido: la conducción del conflicto ha sido traspasada a sectores del poder norteamericano. La conducción es extranjera. La derecha, que resultó una inversión millonaria de bajo rendimiento, siempre peleada entre sí, se ha transformado en operadora en el territorio, y Guaidó en un autonombrado presidente interino montado desde fuera. No lo hubiera hecho sin el twitt de Trump, la correlación de fuerzas internas no lo permitía. Por eso se codea con lo alarmantemente peligroso y lo ridículo.
¿Por qué poner a un cuadro medio, de extracción más popular, a ocupar un papel de tal magnitud? ¿Para lograr mayor empatía entre la gente? ¿Asiste al festín sin saber que él es el plato fuerte? Piensa mal y acertarás, dice el refrán.
¿Qué es un intento de toma del poder político por la fuerza en Venezuela? El modelo más acabado fue el del 2017, retomado y amplificado en este 2019. Lo que vivimos es conocido y nuevo a la vez, son patrones ya ensayados sobre los cuales se agregan nuevos actores, tiempos, variables. Ya tenemos un ejercicio de reconocer los ángulos de disparo, las formas en que nos empujan con el arma cargada. No es metáfora, la historia de las profundidades del conflicto no ha sido contada.
Los asaltos se desarrollan sobre variables superpuestas en su máxima tensión: geopolítica, comunicacional, psíquica, económica, territorial, y propiamente armada, es decir la presentación de la violencia en su cara de balas, granadas, asaltos, linchamientos, incendios.
Para este 2019 queda claro que la operación nació desde la Casa Blanca, apoyada en Colombia como territorio segundo de la conspiración. Las alianzas se construyeron con parte de la Unión Europea, Gran Bretaña, Israel, Canadá, mercenarios diplomáticos como Luis Almagro, y el Grupo de Lima sin México. Han llevado el punto Venezuela al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, paso que no había dado con anterioridad, y trabajan para condenar a Maduro en la Corte Penal Internacional. El bloque intervencionista está conformado: reconoce a Guaidó. Las elites, y derechas locales se alinean en sus intereses comunes.
La dimensión comunicacional adquiere un poder furioso con el uso de las redes sociales, ligada directamente al ataque de la subjetividad. La construcción de rumores y noticias falsas es ilimitada por twitter, instagram, facebook, articulado a pánicos con mensajes de watsap, la capacidad de construir realidades inexistentes que son tan reales que encierran a la gente en sus casas como si la ola fuera a reventar sobre sus puertas. Pánico, como el ocurrido con la mentira viralizada que afirma que el ejército venezolano roba niños para enrolarlos, o un presidente 2.0 como Juan Guaidó. ¿Quién escapa al impacto de esa arquitectura alimentada con dólares y una parcialidad evidente de las grandes agencias de noticias? La arrogancia es pensar estar situado por fuera y ser inmune.
Otra variable, central, es la económica. Uno de los pasos dados desde que comenzó este asalto fue el congelamiento de 7 mil millones de dólares perteneciente a la petrolera Pdvsa, a la vez que la creación de cuentas para que redireccionar/robar los ingresos de Citgo -filial de Pdvsa en EEUU con participación de capitales rusos-. El inicio de los ataques económicos desde los EEUU se remonta en su armazón legal a la aprobación de la “Ley de defensa de derechos humanos y la sociedad civil de Venezuela” en el Congreso en diciembre del 2014. Siguieron ordenes ejecutivas de Barack Obama y Donald Trump, apuntadas a la industria petrolera, la criptomoneda naciente y el oro. El impacto calculado de agosto del 2017 hasta finales del 2018 es 23 mil 238 millones de dólares. Buscan que la economía colapse para trabajar sobre los efectos que podría desencadenar.
La cuestión territorial se construyó principalmente desde las tres fronteras terrestres, Colombia, Brasil y Guayana Esequiba -zona en disputa con Venezuela- El principal centro de desarrollo de desestabilización se encuentra en la frontera colombiana, con más de dos mil kilómetros de frontera, el incentivo al contrabando para enriquecimiento de mafias ligadas al paramilitarismo que a su vez ha sido exportado a Venezuela. El país está cercado, el plan es una operación tenaza para que ingrese la “ayuda humanitaria” que ya John Bolton, secretario de defensa norteamericano, anunció que enviará y entraría por Cúcuta, zona bajo control paramilitar en Colombia, Brasil y una isla del Caribe. No se puede entender el conflicto sin mirar mapas.
En cuanto a la variable armada su escalada es señal de la fase en que nos encontramos y podríamos ingresar. En este 2019 han entrado en acción cuatro de los cinco niveles. El primero son los grupos que actúan al finalizar las movilizaciones, conformados por jóvenes convencidos, jóvenes pagos, y esquemas callejeros dirigidos. Su objetivo es confrontar con las fuerzas de seguridad del Estado, tener la foto. El segundo son lo que se denominaría pichones de malandros, primeros niveles de delincuencia, contratados para generar focos de violencia en las noches. Cada integrante cobra 30 dólares por jornada, cada foco se convierte en tendencia de twitter. El tercero son las grandes bandas armadas de algunos barrios, desplegadas para confrontar militarmente con los comandos especiales. Cobran 50 mil dólares, que luego se reparten. El riesgo es alto, las municiones caras, en particular con armas largas y granadas. El cuarto nivel, de tipo paramilitar ya ha dado algunos pasos, han sido atacados dos cuarteles de la Guardia Nacional Bolivariana con armas de fuego. Está ligado al componente mercenario, como el caso del grupo capturado el 31 de enero, integrado por ex oficiales de Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) y civiles. El quinto nivel: no lo conocemos, todavía no ha entrado en acción.
Suena lejano al idioma político argentino. El paramilitarismo, por ejemplo, no es un fenómeno que haya llegado al sur con estas matrices, no entra en las categorías actuales. El problema es pensar conflictos desde las lógicas propias, aplicarle variables que no encajan, destiempos. Esta descripción sintetizada es entendida rápidamente por quienes han vivido Libia o Siria. El cuadro venezolano se ha desacoplado de los tiempos continentales actuales.
Guaidó es un experimento de laboratorio vendido por redes sociales. La distancia entre la narrativa internacional y lo que sucede dentro del país es inmensa. El mismo Donald Trump twiteó que la movilización del 30 fue masiva cuando fue, literalmente, escuálida, y Reuters Latam puso a Guaidó en su portada de Twitter. No significa que la derecha haya perdido capacidad de movilizar a su base social, sino que estamos frente a un intento de gobierno paralelo montado desde el extranjero en un formato siglo XXI de golpe de Estado. Tiene pasos decididos desde fuera en función de los balances y los diferentes planes. Significa que, por ejemplo, en esta fase, no parecen en necesidad de desgastar a su base social, ya que la fuerza principal reside en los movimientos desde el frente internacional que se conectarán en lo nacional con la “ayuda humanitaria”.
¿Ha funcionado? Hasta el momento no se ha quebrado la Fanb, ni las instituciones, ni el partido. Uno de los objetivos centrales es lograr ese vuelco militar, hacia ahí están descargados los principales ataques psicológicos, económicos, políticos, armados. Las redes, las finanzas, la diplomacia, cierran cerco, pero no parecen poder asaltar. La respuesta todavía no aparece: ¿cómo piensan sacar a Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores, con qué fuerza bruta? Tres variables aparecen como centrales: apretar sobre la Fanb hasta partirla, trabajar la “ayuda humanitaria” como el gran caballo de Troya, y accionar fuerzas militarizadas/mercenarias.
Guaidó afirmó el sábado 2 de febrero: “no le tenemos miedo a una guerra civil” y “es importante que lo escuche el mundo”. Quienes se movilizaron ese día eran la tradicional base social de la oposición: clases medias y medias altas.
El juego está trancado. Los que mandan, que no son ni Guaidó ni Julio Borges, menos aún María Corina Machado, plantean que la única manera es que Maduro se retire. Han cerrado las puertas del diálogo, de mediaciones de países como México y Uruguay, voces sensatas como el Secretario General de Naciones Unidas. ¿Elecciones en este escenario? Sería sobre un acuerdo para rearmar un Consejo Nacional Electoral, fijar fecha, ceder ante la presión intervencionista. La derecha no reconocería un resultado adverso en un escenario más complejo que lo que presentan: según la encuestadora Hinterlaces 40% de la población se reconoce como chavista -con arraigo en barrios populares y campesinado- El chavismo ha realizado más de una movilización por día del 23 de enero al 2 de febrero, la amenaza directa de los EEUU le inyecta épica. Negar al chavismo no significa que no exista. Subestimarlo es el primer paso para errar en análisis y acciones.
Resulta evidente que el gobierno, el chavismo, tiene parte de responsabilidades en, por ejemplo, la situación económica que desgasta en particular en los sectores populares. Es parte de las tensiones internas. La revolución es un inmenso terreno de disputas y contradicciones dentro de un país determinado, con una cultura política, una derecha que tiene estas características y no otras, y un plan norteamericano que ha planteado esta estrategia. ¿Cómo se le responde? En el 2017 el freno fue la Asamblea Nacional Constituyente: votos contra balas. Maduro asomó la posibilidad de nuevas elecciones legislativas: ¿gasolina al fuego? ¿Se puede dejar avanzar el plan Guaidó en su completa ilegalidad? ¿Cuál es el rol de la legalidad cuando se hace frente a un esquema como este?
Resulta difícil acertar en una respuesta justa en este momento.
¿Quién pensaba que un intento de gobierno paralelo montado desde la Casa Blanca era posible en América Latina? Si ese límite ha sido quebrado, por qué pensar que los demás no lo serán también. El chavismo lo sabe, reconoce a quien se enfrenta, pelea.
EE.UU. no avala Grupo de Contacto e impone nuevas sanciones a miembros de la Asamblea Constituyente en Venezuela
Resumen Latinoamericano / 7 de febrero de 2019
Estados Unidos indicó que no avala el grupo de contacto sobre Venezuela.
Elliott Abrams, enviado especial de EE.UU. a Venezuela, informó este jueves sobre nuevas sanciones a los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), relativas a restricciones en el uso del visado.
En rueda de prensa, el funcionario norteamericano desechó la posibilidad de un diálogo entre los factores en pugna en Venezuela, y además indicó que EE.UU. no avala el Grupo de Contacto Internacional sobre Venezuela.
Abrams exhortó a la comunidad internacional a tratar con el parlamentario Juan Guaidó como el “mandatario legítimo” de Venezuela.
La declaración de Abrams se produce minutos después de que la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, anunció el envío de una “comisión técnica” a Venezuela para alentar el “diálogo” en Venezuela, porque “la situación no es alentadora”.
Fuente: RT
Envío:RL
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