21 de junio de 2019

OPINION.

El papel del rock en la Dictadura argentina 
Por díapor lauraespine
Durante la dictadura militar en la Argentina (1976-1983), el denominado rock nacional llegó a ocupar un rol muy importante en la sociedad que aún mantiene. Su crecimiento acelerado fue debido a una relación directa con el accionar de la censura y del discurso militar que se basaba en la lucha contra un supuesto «enemigo».
Lo interesante radica en que el primer enemigo creado por la junta militar era el “joven”, que por su adicción al rock –se decía– se convertiría en subversivo, por lo cual el rock fue perseguido por la censura. Sin embargo, al declarar la guerra contra Inglaterra en 1982, surgió otro enemigo.
El régimen entendió que necesitaba el apoyo de los jóvenes, por lo que de ser enemigos pasaron a ser convocados a colaborar con el régimen concediéndoles espacios públicos para persuadir a la población, a través de su música, a apoyar la guerra.Si bien el régimen parecía tener claro que la música cumplía una función social y política importante, no contó con que, lejos de apoyar la guerra y el discurso épico de los militares, el rock nacional usaría ese mismo escenario para resistir, disentir y expresar su negación a toda expresión bélica.
Entre las estrategias represivas de la dictadura se encontraba la manipulación del lenguaje y de la opinión pública. En efecto, este régimen se caracterizó por su uso y control del lenguaje en el que la construcción de un «enemigo# y una situación de supuesta «guerra» eran los principales ejes de un discurso que iba cambiando según fuera necesario para el alcance de sus fines. El blanco principal eran los jóvenes y su ideología.
Se puede hablar del rock nacional (en Argentina) antes y después de la dictadura, ya que los represores militares obtuvieron un efecto inesperado en su plan, en lugar de contenerlo y manipularlo como era su intención, impulsaron el desarrollo del rock nacional como movimiento de resistencia. 
Durante  el denominado «Proceso de Reorganización Nacional» se insinuaba la idea de un caos social. Esta idea de caos y desorden desestabiliza, lo que da lugar para que el régimen gobernante construya su discurso retórico sobre la idea mesiánica de reconstruir una nación. Este proceso indicaba un tiempo lento, de muchos cambios, que abarcaría al total de instituciones y aspectos del país. Los militares que encabezaban éste régimen enarbolaban la bandera de los derechos humanos y valores cristianos.
 
Desde un principio, se mostraron ordenados, previsores y firmes en sus decisiones, adoptando una imagen de figura paternal protectora y disciplinante. Esta intervención paternal no consentía ninguna disidencia. Sin embargo,  ocurrió un efecto boomerang ya que los artistas, coartados en su libertad de expresión, encontraron nuevas formas creativas de disentir y evadir la censura. Los vacíos en la literatura, la música, el teatro y la cultura, los claros y los silencios que se destacan, a menudo no hacen más que provocar el efecto contrario al buscado por los censores. Por lo tanto, el efecto inesperado por el régimen militar consistió en que se resaltaba exactamente aquello que se quería evitar. Por otro lado, la conspiración entre el autor y el lector había creado una muy buena literatura de entendimiento.
Con el rock nacional: los músicos comenzaron a codificar sus mensajes disidentes en sus letras de tal manera que no era posible identificar claramente sus canciones como opositoras al régimen.
Durante la dictadura, con las universidades controladas por las autoridades militares, el muy limitado grupo estudiantil y la prohibición de partidos políticos, los jóvenes se refugiaron en el rock argentino. Este movimiento, si bien fue desplazado por la fuerza a una posición marginal, pudo funcionar como un espacio de reconocimiento mutuo y de resistencia. Ante la imposibilidad de mantener sus organizaciones sin censura, los jóvenes conformaron un movimiento musical con una tradición de enfrentamiento al sistema, como ámbito de sostén de identidad, en un período histórico en el que toda expresión era cuestionada.
 
En 1979, el grupo Serú Girán, liderado por  Charly García ,  presenta La grasa de las capitales. En conjunto, el disco hablaba del imaginario social, de las representaciones de la Argentina reprimida y estancada. La palabra “grasa” es una metáfora para indicar la cubierta, la superficie que no dejaba ver el interior. La grasa es una metáfora de la Argentina del momento, que era un engaño. “La ‘grasa de las capitales’ era la parte visible de un país que había sido silenciado.
El 15 de septiembore de 1980, la dictadura puso en vigencia una nueva Ley de Radiodifusión. En uno de sus puntos decía: “Las emisoras deben contribuir al afianzamiento de la unidad nacional, y al fortalecimiento de la fe y la esperanza en los destinos de la Nación Argentina” .
El 23 de octubre, el diario Clarín reprodujo una lista de 242 temas musicales prohibidos. Bajo estas circunstancias, el rock nacional constituyó más una cultura que un género. Y a los grupos de rock se le hacía difícil encontrar lugares para sus recitales e incluso compañías discográficas que grabaran sus canciones sin ser modificadas
 
En diciembre de 1980,  Serú Girán logró reunir 60.000 personas en uno de sus recitales en la ciudad de Palermo (Buenos Aires). La respuesta del régimen militar fue mayor represión conocida desde el inicio de la dictadura en espacios públicos.
 Las canciones de Serú Girán, compuestas por Charly García, presentaban una crítica cifrada al régimen. Una canción clave es “Desarma y sangra” (1980), incluida en el álbum Bicicleta, en la cual las metáforas describen la situación de agobio y la censura aparece personificada en forma de “ángel vigía”, sugerente conexión al mundo espiritual….:
Tu tiempo es un vidrio,
tu amor un fakir,
mi cuerpo una aguja,
tu mente un tapiz.
Si las sanguijuelas no pueden herirte
no existe una escuela que enseñe a vivir.
El ángel vigía descubre al ladrón,
le corta las manos,
le quita la voz,
la gente se esconde
o apenas existe,
se olvida del hombre, se olvida de Dios.
Miro alrededor,
heridas que vienen, sospechas que van
y aquí estoy
pensando en el alma que piensa
y por pensar no es alma,
desarma y desangra.

Hasta es posible leer una alusión al apoyo de ciertos sectores de la Iglesia a la dictadura. Según esta canción, el tiempo es frágil (“un vidrio”), la vida se rompe, se quiebra como un “vidrio,” la gente (las “almas”) debe “esconderse o apenas existir” y olvidarse de este “dios”. La educación en manos del control militar es inefectiva y fracasa, porque “no existe una escuela que enseñe a vivir”. El yo poético dice “aquí estoy, pensando en el alma que piensa y por pensar no es alma”. Este juego de palabras oscila entre conceptos religiosos e intelectuales. García pareciera querer decir que el católico que piensa –analiza racionalmente– deja de ser católico, por lo tanto, “desarma y sangra”. 
En ese mismo álbum se incluye “Canción de Alicia en el país” que García había escrito años antes, pero que resultaba sumamente pertinente al contexto de ese momento. Obviamente, la palabra “maravillas” era censurada del título por su propio autor:

Quién sabe Alicia este país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?
Y es que aquí, sabes
el trabalenguas trabalenguas
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.
No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó.
Ya no hay morsas ni tortugas.
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna.
Estamos en la tierra de nadie, pero es mía.
Los inocentes son los culpables, dice su señoría,
el rey de espadas.
No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
Estamos en la tierra de todos, en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia.
La canción jugaba con los animales de la historia y los seudónimos de algunos políticos de la época. Los brujos, las morsas y las tortugas llevaban a la audiencia a asociarlos a los apodos de López Rega, Onganía e Illia, políticos muy mencionados en esos tiempos. También podría asociarse a María Estela Martínez de Perón, la presidenta que el golpe militar derrocó, a la figura de Alicia, desplazada por “el rey de espadas”. Además aconsejaba “no cuentes lo que viste en los jardines” emulando una instrucción precisa y muy típica del habla popular, comparable con el “no te metás” argentino. Es notable que, además, el mensaje fuera remarcado por la frase “no tendrás poder, ni abogados, ni testigos”. El ciudadano común (representado por la figura de Alicia) no tenía a quién recurrir. La seguridad personal solo estaba del lado del escondite, la ignorancia o el incógnito. Como el país que habitaba, la alegoría de Alicia transmitía miedo e incertidumbre.
 
 Durante el gobierno de Galtieri y con la dictadura decayendo, El 2 de abril de 1982 se anuncia en todos los medios, el desembarco de tropas argentinas en las islas Malvinas y la recuperación de la soberanía de las mismas. Sin embargo, hubo, en su momento, quienes desconfiaron de esta nueva estrategia militar. Por ejemplo, la revista Humor, en su editorial de abril de 1982, dice que: “No es éste un acontecimiento mágico. Somos los primeros en percibirlo y esperamos no ser los únicos”. Desde ese momento, el enemigo interno (el joven rockero) fue reemplazado en el discurso oficial por otro enemigo, esta vez externo: el ciudadano inglés.
Desde ese día se prohibe la música en ingles quedando un vacío que favoreció al rock nacional. 
 
 Los intérpretes rockeros utilizaron el espacio ocupado por su música durante la dictadura como una excelente oportunidad para demostrar, de forma indirecta, a través de las letras de sus canciones, su oposición a las ideas nacionalistas del gobierno militar. Y para los nacionalistas, que apoyaban la acción bélica, el rock no era la música de su elección.
El año 1982 fue tal vez el más político para las canciones de Charly García. De hecho, todas las canciones de su álbum Yendo de la cama al living son políticas. García cuenta que le daba bronca que la gente lo conociera por una guerra, la idea de que “por la guerra de Malvinas surgió el rock nacional” se había instalado en la sociedad.
A partir de Malvinas, el régimen militar entraba en su ocaso y ya se podía hablar con más libertad. El saldo de la dictadura en la música fue increíblemente provechoso. El rock nacional creció como género propiamente dicho, se amplió su recepción y, contrariamente a lo que los militares esperaban, no apoyó la guerra.
En la Argentina del Proceso, los efectos inesperados de la censura y la censura paranoica dieron lugar a varios tipos de formas de expresión disidente. Este fue, sin duda, el caso del rock nacional, cuyo amplio crecimiento experimentado en esta época tal vez no habría tenido lugar si la censura no hubiese prohibido la difusión de toda la música que estuviese cantada en inglés. La estrategia cultural del régimen militar en la Argentina pareciera haberse perdido y hasta fracasado. A pesar de haber declarado dos guerras, una interna contra la subversión y otra externa contra Inglaterra, e intentado manipular a los jóvenes para que pasaran de ser enemigo interno a cómplice contra el enemigo externo, la batalla cultural, diferente de la lucha armada, en mayor o menor medida, fue perdida por los militares.
Fuente:NoCreasNada

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