Por Marcelo “Pancho” Langieri, Resumen Latinoamericano, 4 octubre 2019
Recordar al Lobito significa en primer lugar el reconocimiento a una destacada militancia revolucionaria, militancia que abrazó siendo muy joven y cuando tenía todas las oportunidades sociales para tomar otros caminos. Esa elección no fue individual ni casual, la hizo junto a miles de hombres y mujeres participando de un proyecto político que recogía las mejores banderas del peronismo y las hacía montoneras.
A la lucha de masas y guerrillera de los años ´60 y ´70, que dio lugar al regreso de Perón y al triunfo de Cámpora rápidamente le sucedieron primero el lopezreguismo y luego la dictadura. La represión desatada entonces le hizo conocer la cárcel, el exilio y la clandestinidad, situaciones que sobrellevó con entereza y valor.
La primavera democrática que sobrevino al terror procesista, a la que había contribuido significativamente la lucha anti-dictatorial, se apoyó principalmente en las fuerzas combativas y revolucionarias que fueron las que pagaron el mayor costo y sacrificio. Pero rápidamente esta primavera, que tuvo en el juicio a las Juntas un punto fundacional, dio lugar a un proceso político preñando de resignaciones y continuismo económico. Sin embargo, las esperanzas populares encontrarían un lugar en la recuperación del peronismo.
Pronto vendría el tiempo de las desilusiones. Los sectores más dinámicos del movimiento estábamos inmersos en un proceso de atomización y dispersión sin posibilidades de influir para revertir el proceso de crisis y transformación regresiva que hegemonizó al peronismo e impuso un proyecto conservador.
Estas palabras de homenaje encuentran otro sentido en las convicciones ideológicas y los principios políticos: el Lobito no acompañó nunca las políticas posibilistas que imperaban en la época y con decisión eligió otro camino, aunque fuese el más difícil. La historia es conocida: el menemismo arrasó con las banderas populares y transformadoras del peronismo. Paradojalmente muchas veces en las propias filas el rechazo frontal al menemismo resultó más “pecaminoso” que el acompañamiento de ese proceso.
La historia también ha dado su dictamen sobre esa etapa histórica y sus consecuencias para el pueblo argentino, lo que hoy recuperamos en el homenaje al Lobito es el valor de aquella resistencia que el costó la vida un 4 de octubre cuando fue asesinado por la Policía Federal durante el menemismo. El recuerdo del Lobito tiene también el sentido de homenajear al militante profundamente humano. Su dolorosa ausencia se suma a la de miles y miles de compañeros que a lo largo de nuestra historia tuvieron la osadía de luchar por una sociedad sin explotadores ni explotados y que como él fueron asesinados, cayeron en combate, fueron desaparecidos, encarcelados, torturados.
Este recuerdo y homenaje queremos hacerlo eludiendo cualquier mirada compasiva, creemos que a un militante convencido y con determinación se lo homenajea con los honores que corresponden a su condición de revolucionario que luchó hasta el último aliento por una Argentina liberada. Así lo recordamos, así lo honramos.
Buenos Aires, 4 de octubre de 2019
Envio:RL
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