9 de junio de 2020

Recordando a una comunicadora popular.

Recordando a una comunicadora popular que en épocas muy difíciles tuvo el coraje de interpelar a Perón sobre los crímenes de la Triple A: Se llama Ana Guzzetti y era peronista revolucionaria
Resumen Latinoamericano, 8 junio 2020
En estos días en que recordamos a periodistas, hombres y mujeres que dignificaron esta tarea y dejaron legado, vaya nuestro homenaje a la compañera Ana Guzzetti, del desaparecido diario El Mundo, a la que conocimos y defendimos en circunstancias muy duras, como las que expresa este relato compilado por Roberto Baschetti:
El 8 de febrero de 1974 el Teniente General Perón ofreció una conferencia de prensa en la Residencia Presidencial de Olivos. En el transcurso de la misma, a la periodista del diario “El Mundo”, Ana Guzzetti, por cumplir valientemente con sus tareas profesionales, se le inició una causa judicial. El motivo fue que, abierta la ronda de preguntas, Ana le dijo a Perón sin intermediarios que “en el término de dos semanas hubo exactamente 25 unidades básicas voladas con explosivos, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda, hubo doce militantes muertos y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente todo esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha”. Perón le preguntó si se hacía responsable de lo que decía y le dijo que sí; por lo que el presidente afirmó “que eso de parapoliciales lo tiene que probar. Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie causa contra esta señorita”. Guzzetti no se amilanó: “Quiero saber que medidas va a tomar el Gobierno para investigar tantos atentados fascistas”. Quince días después, Ana Guzzetti fue detenida –junto con otros periodistas- durante el allanamiento y clausura del diario “El Mundo”. Alojada en la temible Coordinación Federal fue liberada el 28 de febrero de ese mismo año. Antes, con fecha 20 de febrero- le envió una carta abierta al jefe del Movimiento, Juan Domingo Perón, que fue ignorada por los medios hegemónicos. La transcripción, en la parte más sustanciosa es la siguiente: “General. El otro día fui víctima de un impulsivo ataque de celo presidencial, que usted demostró públicamente al sentirse acusado, supongo que es por eso, de los grupos para-policiales de la ultra derecha. Pero General, ¿acaso usted creía que mi condición de peronista me podía convencer de silenciar una verdad que es carne en la clase trabajadora? Usted no ignora mi trayectoria, cuatro veces presa y torturada por luchar, no sólo por la liberación sino también por su retorno. En esta lucha del pueblo, a la que me enrolé a los 17 años, vi caer a mis compañeros gritando ¡Perón ó Muerte!, que para ellos significó Revolución ó Muerte. Por eso General yo no voy a callarme. No me asusta que me echen del Movimiento, soy consciente ya desde hace unos años que no será allí donde se incorpore activamente a la clase trabajadora al proyecto de Liberación Nacional y Social. Tampoco me asusta caer presa; ya lo estuve antes y como militante es un riesgo que he asumido siempre con dignidad. Pero se acabó la época de la demagogia, se terminó el balconearle al pueblo y enchufarle los pactos sociales, la ley de prescindibilidad y la reforma al código penal. General, mientras usted estaba en Madrid nosotros hicimos la resistencia, pasamos el Plan Conintes, nos tragamos tres dictaduras militares, gestamos los cordobazos, los rosariazos, los tucumanazos, y toda esta lucha General, no se la vamos a regalar. Nos costó cárcel, torturas, sangre. Qué quiere decirnos ¿qué Ramus, Abal Medina, Cambareri, Olmedo, Blajaquis, eran infiltrados? Bueno, si usted cree eso lo tendría que haber dicho antes. ¿Se acuerda? Éramos las gloriosas formaciones especiales, los héroes. ¿Se acuerda de Trelew? Para el pueblo cayeron 16 hermanos, sin distinción de ideologías, eran los que daban su sangre para la liberación de esta patria que hoy usted quiere entregar al imperialismo y a los traidores. Sí General, soy peronista y no dejaré de serlo. Pero no seré nunca traidora”. A todo esto comenzada la investigación que pidió Perón, el fiscal inició actuaciones pidiendo que se verificara la existencia de los citados comandos (parapoliciales) y el juez Aquino, por su parte, tomó declaración a Ana como testigo y no como procesada, solicitándosele elementos de prueba sobre sus afirmaciones. En ningún momento se informó quien había decidido (¿Perón? quién sino) que no se planteara la querella contra la periodista y solamente se le pidiera que aporte documentación sobre su afirmación. Ana Guzzetti sobrevivió a la última dictadura cívico-militar que desguazó nuestra patria a través de un autoexilio interno y oculto que la depositó en Córdoba. Su tío el almirante César Guzzetti, fue canciller de Videla. Ella estuvo en pareja muchos años con un dirigente de izquierda, Sergio Peralta, del que luego se separó. Empezó a tener problemas de salud en los ’90. Fumaba mucho y tomaba más de lo debido. Para ese entonces consiguió trabajo a través de otros compañeros peronistas en la agencia oficial de noticias Telam quien la envió como corresponsal al apacible pueblo de Trenque Lauquen. Apacible hasta que llegó ella, que organizó en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires la primera marcha de repudio por el asesinato de su colega José Luis Cabezas. Pero su salud física y mental siguió deteriorándose. Ana María Ford, otra periodista de aquel pueblo, una noche tuvo que salir a buscarla porque andaba ida y perdida por las calles, totalmente sola, en la madrugada. Ana falleció en ese mismo pueblo en el año 2012, a la edad de 68 años.

EL AUDIO DE LA FAMOSA CONFERENCIA DE PRENSA

Ana Guzzetti, la periodista que desafió a Perón y vivió en Trenque Lauquen

al frente, con una camisola azul, Ana Guzetti en un homenaje
A principios de los 90 no existían las redes sociales ni las oficinas de prensa eran poderosas usinas multiplicadoras, por tal motivo el por entonces intendente Jorge Barracchia apelaba a las  conferencias de prensas como método de difusión de las acciones de gobierno y para explicar alguna “rabieta” o pelea contra Nación o Provincia como era moneda corriente en aquellos años.
Pero Barracchia tenía sus tiempos, sus métodos, sus maneras de dirigirse a las personas, y una de esas mañanas convocó a los periodistas a las 9 horas en la Municipalidad. Una serie de reuniones y una agenda difícil hizo que los tiempos se complicaran y 45 minutos después de la hora señalada, una de las periodistas se levantó y dijo: “Yo me voy y nos vamos todos”.
Fue tal rebelión que el mismísimo Barracchia tuvo que salir a la vereda a atajar a los comunicadores para que no se vayan y dijo entre risas “me imaginaba que debía ser usted la que estaba agitando”.
Por aquel entonces yo sólo tenía 20 años y era un cronista pasante del diario La Opinión. No me animaba a abrir la boca y no conocía a esa mujer de cuerpo escuálido y débil, que sostenía con mucha dificultad un cigarrillo en la mano. Se trataba de Ana Guzzetti, la periodista que desafío a Perón y en 1974 y vivió y murió aquí, en Trenque Lauquen el 26 de mayo de 2012.
El Senado de la Nación votó a los pocos días de su muerte en 2012 una resolución presentada por el senador Eugenio “Nito” Artaza que declara “su profundo pesar por el fallecimiento de la periodista Ana María Guzzetti”.
El texto de esa resolución del Congreso, señala: “Nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1943. Desde joven se dedicó a lo que fue su pasión: el periodismo, profesión que no dejó hasta el final de su vida.
Militante peronista, esta valiente mujer fue rescatada del olvido en el programa 6,7, 8, por el periodista Orlando Barone, cuando se discutía sobre la conveniencia de dar o no conferencias de prensa, poniendo de ejemplo un hecho sucedido el 8 de febrero de 1974, durante justamente, una conferencia de prensa realizada en la quinta de Olivos por el entonces Presidente Juan Domingo Perón.
Cuando aquel episodio sucedió, las épocas del “Luche y vuelve” así como la masacre de Ezeiza, ya habían pasado.
Eran épocas difíciles aquellas. Los grupos fascistas y parapoliciales avanzaban a pasos agigantados en la represión de militantes al amparo del aparato del Estado.
 Era la época en que la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que reconoce su fundación el 1º de octubre de 1973, contaba con el apoyo de un sector importante del oficialismo y de las conducciones sindicales burocráticas, se iba haciendo famosa en la generación de atentados contra locales partidarios y medios que no coincidían con el pensamiento hegemónico del gobierno y donde por el mismo motivo, empezaba a registrarse el asesinato y la desaparición de militantes.
Ese contexto rodeaba aquella conferencia de prensa a la que llama el Presidente, ya que el tema del accionar de los grupos parapoliciales de derecha estaba en boca de todos.
Es allí, donde esta joven periodista de apenas 30 años, que trabajaba precisamente en el diario El Mundo, por entonces en manos del ERP, se identifica y, respetuosamente se dirige al Presidente iniciando el siguiente diálogo según cuentan y coinciden todas las crónicas de la época:
– Señor Presidente, en el transcurso de dos semanas hubo exactamente 25 unidades básicas voladas, doce militantes muertos y ayer se descubrió al asesino de un fotógrafo. Evidentemente todo está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha.
Perón enciende un cigarrillo, nadie habla y le responde:
–¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. –Se dirige a su edecán y le dice: Tomen los datos necesarios para que el Ministro de Justicia inicie la causa contra esta señorita.
Ana Guzzetti, con un coraje superlativo, no se echa atrás y continúa:
–Quiero saber qué medidas va a tomar el gobierno contra todos estos atentados fascistas.
Perón no puede creer que alguien lo esté desafiando así y responde:
–Las que se están tomando. Estos son asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda, que son ustedes, y al decir esto la señala con su dedo, y la ultraderecha, que son los otros. De modo que arréglense entre ustedes; la policía procederá y la Justicia también.
Indudablemente que el Poder Ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la Justicia. A ustedes y a los otros.
Ana, con admirable obstinación y valentía, todavía dice:
–Le aclaro que soy militante peronista desde hace trece años.
Perón se pone en pie. Da por terminada la conferencia de prensa.
Pero antes, entre irónico y desdeñoso le dice a la periodista:
–¡Hombre, lo disimula muy bien!
La firmeza con la que Guzzetti le ratificó al Presidente su propia identidad, que consistía en su adhesión desde hacía trece años al movimiento que él conducía (algo que no le imposibilitaba decirle la verdad), marcan un momento histórico. Un peronista, desde su identidad peronista, disentía públicamente con su líder.
No pasó mucho tiempo para que intentaran secuestrar a la periodista. Episodio del que entonces pudo salvarse gritando – Soy Ana Guzzetti! ¡Me están secuestrando!
La querella contra la periodista y el diario se presentó días después y sus directivos fueron notificados durante un allanamiento que se llevó a cabo en la redacción, donde detuvieron a 17 periodistas, entre ellos a Ana Guzzetti.
El 14 de marzo de 1974, y tras innumerables agresiones, el diario El Mundo es clausurado. Según relata su hermano Alberto, Ana finalmente fue secuestrada. “…Estamos seguros: ella fue secuestrada por las preguntas a Perón en la rueda de prensa, por la alcahuetería política, ellos mandaban en cana a todo el mundo…”.
Guzzetti contó por entonces que fue torturada por grupos que asociaba a la Triple A. Y no llegó a ser una “desaparecida” por la influencia de su tío marino, César Guzzetti, quién más tarde, en el inicio de la dictadura fue canciller de Videla.
Luego de estos episodios, se fue a vivir a Río Ceballos en la provincia de Córdoba y en la década del 90 ingresó a la agencia noticiosa Télam. La periodista se había reconciliado totalmente con su padre político, aquel Presidente al que tanto incomodó y como dijo otro periodista respecto de ella “…hasta se había peronizado…”. Fue enviada como corresponsal a Trenque Lauquen.
EL DEBATE SOBRE LAS CONFERENCIAS
La periodista Laura Di Marco escribió hace unos años para La Nación una nota sobre la vida de Guzzetti y en sus párrafos referidos a la última etapa de la vida de la mujer que murió a los 68 años escribió: “La vida no había sido amable con ella y se le notaba en el cuerpo, en el alma y en el carácter. Fumaba dos atados de cigarrillos por día. A mediados de los 90 tenía poco más de cincuenta años, pero parecía una mujer mucho mayor. La detención, la tortura y los avatares del exilio interno – se había refugiado en Córdoba– que siguieron a aquella osadía memorable, seguían, al parecer, pasándole factura.
Hacía esfuerzos, pero no se adaptaba a la redacción y, entonces, el peronismo, por culpa, reparación o empatía, técnicamente le “inventó” una corresponsalía en Trenque Lauquen, un lugar insólito para un corresponsal. Allá, decían, iba a poder trabajar más tranquila. Se lo merecía.
Pero Ana no podía con su genio. Apenas llegó al pueblo, organizó en esa ciudad la primera marcha por el asesinato de José Luis Cabezas. Años antes, durante su exilio interno en Córdoba, le había puesto el cuerpo a una investigación periodística sobre el asesinato del ex senador radical Regino Maders, que aún sigue impune. Nunca dejó de sentirse orgullosa por aquella pregunta que mostró al rey desnudo y logró instalar en el centro de la escena lo que todos sabían, pero callaban.
“Pero su salud física se deterioraba a pasos agigantados. Incluso, una noche tuve que salir a buscarla porque andaba vagando de madrugada y sin rumbo por el pueblo”, cuenta Ana María Ford, una periodista jubilada que aún continúa trabajando en el diario La Opinión de Trenque Lauquen y que la acompañó, hasta donde pudo, en sus años finales. A Ford y a otros periodistas de Télam Ana llegó a contarles que después de aquella conferencia de prensa, en febrero de 1974, logró tener un encuentro cara a cara con Perón poco antes de su muerte. Entonces, Perón le habría dicho: “Mientras yo viva, no te va a pasar nada”.
Ana María Guzzetti, la periodista que “se atrevió” a preguntarle a Perón en 1974, murió en Trenque Lauquen el 26 de mayo de 2012.
Envio:RL

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