La gremial de abogad@s va a primera reunión entre gobierno nacional y provincial con las comunidades mapuche
Resumen Latinoamericano, 29 de julio de 2020.
La Gremial de Abogados y Abogadas siempre repite que nuestro criterio respecto de los conflictos territoriales es siempre la Mesa de Discusión.
Una y otra vez decimos que un conflicto territorial, sea por autonomías, por autodeterminación, por independencia, o por pertenecía de clase a una tierra, jamás debe discutirse con el Código Penal.
Ni en Argentina, ni en ningún lugar del mundo.
Quizás resulte extraño que una Organización de Abogados diga que no deben utilizarse las leyes (en este caso las penales) para resolver un conflicto.
Pero la Gremial así lo entiende.
Porque las discusiones sobre tierras o territorios son esencialmente políticas y no legales.
Discutir con el Código penal o con las Constituciones de los vencedores, los dominadores o los explotadores implica obligar a los que luchan por las tierras a imponerles las leyes de los dominantes.
Y si así fuera no habría igualdad ni equidad en la discusión entre las partes en conflicto.
La Gremial de Abogados y Abogadas no por ello ha dejado de luchar con todo lo que tenemos en las decenas de causas de comunidades mapuche que nos han encomendado.
No creemos en la Justicia de los injustos, pero puestos a defender utilizamos todos los recursos y conocimientos técnicos del derecho para ganar las causas que nos encomiendan.
También tiene dicho la Gremial que cuando no hay diálogo y hablan las leyes penales, la represión, y la persecución, la Gremial estará siempre del lado de los perseguidos y los que resisten, cualquiera sea el medio o el método que utilicen en sus luchas.
No le corresponde a la Gremial discutir las formas de lucha de cada pueblo o cada comunidad.
Como todos saben, hubo varios intentos del actual gobierno de discutir el tema de algunas comunidades mapuche. Y lamentablemente no se integró a esas comunidades a las discusiones, y menos a sus representantes jurídicos que en este caso somos algunos de los abogados de la Gremial.
Este 31 de julio se citó a una nueva ronda de conversación y se invitó a las comunidades mapuches en litigio, a su vez éstas nos pidieron que los acompañarnos.
Será una primera ronda cara a cara entre gobierno nacional, provincial de Río Negro y varios dirigentes importantes de agrupamientos mapuche, y representantes de Comunidades como Winkul y Kurrache. Recordemos que en la primera es donde asesinaron a Rafita Nahuel y a la segunda pertenece Lautaro González Curuhuinca, prófugo aún y perseguido por la Justicia Federal por negarse a la extorsión de reconocer la versión de la Fiscalía y de Patricia Bullrich en el asesinato de Nahuel.
La Gremial intentará llegar, por sus propios medios, con sus propios recursos y sin ninguna infraestructura provista por el Estado para estar presentes en esa primera reunión.
Y nuestra decisión es acompañar y asesorar a nuestros representados.
Las posiciones no las fijamos nosotros sino ellos.
No sabemos si podremos llegar a estar presentes en esa fecha, tanto porque tenemos los permisos que posee cualquiera que los saca por Internet, como por las duras condiciones climáticas de la Patagonia. A instancias del Gobierno pudimos hacernos los hisopado los tres abogados que viajaremos desde Buenos Aires, pero podemos tener impedimentos administrativos o climáticos para atravesar en automóvil tres provincias y recorrer 2000 kms.
Pero, como sea ni dudamos en intentarlo, y si no llegamos no será porque nos falte voluntad.
Lo que ocurra en esa primer ronda de charla lo informaremos, pero los resultados no dependerán ya de nosotros, probablemente haya muchas otras reuniones.
Asociación Gremial de Abogados y Abogadas de la República Argentina
Julio 2020
Un país donde conviven la riqueza y el hambre…
Resumen Latinoamericano, 29 de julio de 2020.
Las pibas seguimos. No publicamos fotos a cada rato ni en cada olla, cada sabado, colgamos con ciertas practicas que estan instaladas como «necesarias» o establecidas. Sabemos lo que es tener una changa y despues perderla y tener que ir a buscar un morfi a la olla o a un comedor o merendero, lo estamos viviendo y aunque no nos averguenza en sí porque nos organizamos para sobrevivir y no nos salvamos solas, sabemos que esa situacion es un bajon. Nos da bronca que siempre estemos en la indignidad de no tener resuelto ni las cuestiones mas basicas. Nos da odio la desigualdad de este pais. Por eso priorizamos el cara a cara, la charla con lxs que nos vamos encontrando, con quienes se van sumando y colaborando. Y lxs que nos ven hacer no necesitan pruebas y si alguien las necesita problema suyo, no nuestro.
Las pibas seguimos cada sabado, cada jueves. En poco tiempo hemos distribuido kilos y kilos de comida, en cientos de mesas de ranchos. Hemos picado, cortado y lavado cantidad enorme de comida que llega porque lxs humildes que estan un poquitito mejor colaboran con quienes estamos peor. Hemos amasado amor por toneladas y sabemos que solo hasta ahora hemos laburado muchisimo mas que cientos y cientos de politiquerxs que andan dando vuelta por ahi, a salvo, del hambre, del Covid y de la bala de la yuta.
Nuestro laburo nos llena de orgullo, un orgullo que solo es porque es colectivo.
Las pibas seguimos por amor al pueblo y por odio a las injusticias. Seguimos porque nos duele las tripas que lxs pibitxs anden en patas con estos frios de invierno o nuestrxs viejitxs con sus taper en la fila de la olla porque aunque se partieron el lomo laburando toda su vida no han salido ni un poquito de la pobreza, al contrario. Entonces aprovechamos el encuentro para debatir, para charlar lo mal que esta esto, lo injusto de la razon que nos encuentra.
Y las pibas seguimos porque queremos dar vuelta este pais como una media, porque la olla no nos conforma, porque sabemos que nos debemos organizar mas, vivir mejor y defendernos de quienes nos quieren asi. Seguimos porque no bancamos mas los asesinatos de la yuta a nuestrxs pibxs. Porque no bancamos mas que nos mate o viole cualquier machirulo en cualquier esquina. Porque no queremos mas hambre pero tampoco la impunidad de la que gozan lxs personerxs de la muerte.
Seguimos porque todo esto es injusto y no nos podemos hacer las boludas, porque hay que seguir,porque hay que pelearla, por rebeldia y porque le debemos un pais mejor a lxs que vienen. Seguimos porque a Facundo Castro lo levanto la policia y hace 3 meses que no aparece.
Nos sobran razon para seguir y para quienes compartan estas ideas, estos sentimientos, las puertas estan abiertas.
Olla Popular «Solo el Pueblo Salva al Pueblo», barrio Los Hornos.
Extractivismo forestal y olvido social en la región
chaqueña
Por Guillermo Alfonso, Resumen Latinoamericano, 29 de julio de 2020.
La Ecoregión Chaqueña, en Argentina, es un ámbito biótico que se caracteriza por ser una vasta llanura modelada por importantes ríos y cubierta por una gran variedad de especies arbóreas de distintas características matizadas por pastizales y humedales. Gran parte de la región se encuentra desde hace mucho tiempo totalmente antropizada, especialmente por el avance urbano, turístico y agropecuario.
A raíz de la denuncia que realizó la organización ecologista Greenpeace hace unos días, acerca del continuo avance de la deforestación en la Ecoregión Chaqueña aún en tiempos de pandemia y cuarentena, me parece importante contextualizar e historizar brevemente un proceso que obviamente no es nuevo y que parece imparable aún con todas las normativas existentes y las denuncias realizadas.
La Ecoregión Chaqueña, en Argentina, es un ámbito biótico que abarca dos sub-ecoregiones, a saber: el Chaco Seco (de unos 493.000 km2) y el Chaco Húmedo (de aproximadamente 120.000 km2). Forma parte, del Gran Chaco Sudamericano que cubre un territorio de más de 1 millón de km2 compartido por Paraguay, Bolivia, una pequeña porción de Brasil y nuestro país. Cabe decir que en el extremo noreste de Mendoza se “introduce” una cuña del Chaco Árido, representado por los bosques abiertos de algarrobo de Lavalle, Santa Rosa y La Paz.
Se caracteriza por ser una vasta llanura modelada por importantes ríos y cubierta por una gran variedad de especies arbóreas de distintas características matizadas por pastizales y humedales. La gran variedad de ambientes de esta extensa región hace que posea una gran biodiversidad.
Gran parte de la región se encuentra desde hace mucho tiempo totalmente antropizada, especialmente por el avance urbano, turístico y agropecuario. Desde hace siglos, habitan comunidades indígenas que se cuentan, actualmente, entre las poblaciones más olvidadas y vulneradas de la región. Se trata de integrantes de las comunidades Qom, abipones, mbayaes, payaguaes, mocovíes, pilagás y wichís, entre otros.
En este breve artículo me centraré especialmente en los espacios incluidos en las provincias de Chaco, Santiago del Estero y Salta, por ser allí en donde se está registrando el avance más salvaje de la frontera agropecuaria.
Un poco de historia
Podemos decir que, el proceso de deforestación con fines productivos comenzó casi inmediatamente después de que este territorio se incorporara a la jurisdicción del estado nacional hacia comienzos del siglo XX, siendo el último bastión de resistencia indígena en caer ante las balas y espadas del ejército argentino.
En la segunda mitad del siglo XIX, con el ingreso de la Argentina en la división internacional del trabajo dictada por las grandes potencias de turno, la explotación de los recursos naturales se orienta hacia la especialización de nuestro país como “granero del mundo”. Esto implicó que se valoricen de manera prioritaria los ecosistemas pampeanos y, por ende, el modelo de producción agrointensivo. Los bosques, en este contexto, servían sólo para alimentar las calderas de las locomotoras, para el alumbrado de las crecientes ciudades, para el alambrado de los campos y también para los postes y rodrigones elaborados con destino a los viñedos cuyanos. Los árboles que no servían a esos fines resultaban una molestia. Al igual que las poblaciones campesinas indígenas cuya economía se basaba en el equilibrado aprovechamiento del bosque y que quedaron marginadas del trazado ferroviario y fueron aisladas.
Sin demasiados cambios pero, sí con una profundización del proceso depredatorio, el esquema siguió funcionando durante la primera mitad del siglo XX. La combinación de una economía extractiva del monte con la imperiosa necesidad de las comunidades locales de subsistir mediante la ganadería, agudizaron la situación socioambiental hasta provocar desertificación, emigración de la población hacia los centros urbanos y pauperización de quienes se quedaban.
Sin embargo, tal como afirman Brailovsky y Foguelman (1993), “poner el acento solamente en la depredación lleva a una excesiva simplificación del problema”. Existe, dicen, “una dialéctica de conservación-depredación en la que las acciones en un sentido y en otro se interinfluyen mutuamente”. Citan a Jorge Morello (1987), quien señala que “en el interior de los países dependientes las regiones centrales destinadas a la producción agrícola para exportación están sujetas a un manejo conservador, que es subsidiado en función de la explotación irrestricta de otros recursos naturales complementarios en espacios periféricos”. Tal es el caso, sostiene Morello, “de la pampa húmeda en la Argentina, que opera en función del uso predatorio de bosques de madera dura del Chaco para provisión de maderas imputrescibles para alambrado, cercos, corrales, etc.”. En otras palabras, agregan Brailovsky y Foguelman, “para conservar en buen estado el suelo pampeano se elige arruinar el bosque chaqueño”.
Más allá de algunos intentos conservacionistas de Sarmiento y, sobre todo, de Florentino Ameghino, se insistió en hacer minería con los árboles del Estado. Un ejemplo entonces que a nadie debería asombrar fue la trágica historia de La Forestal (retratada en la película “Quebracho” de 1974, censurada desde luego poco tiempo después por la última dictadura).
Esta empresa que se instaló en el norte santafesino a principios de siglo y construyó un verdadero imperio para explotar los bosques de quebracho con el objetivo de extraer el entonces valioso tanino, empleado para curtir los cueros de las caballerías que luchaban en la I Guerra Mundial. Tan depredatoria fue la acción de esta empresa (tanto desde lo ambiental como desde lo social), que los efectos del descalabro aún se perciben hasta nuestros días: no sólo explotó los bosques con un criterio minero, sino también, desarticuló el entramado social existente construyendo relaciones clientelísticas y de cuasi-esclavitud. Su partida del país dejó como resultado casi 60 años de destrucción en una vasta región del Chaco.
El modelo se trasplanta
Si pensamos que con la partida de La Forestal el problema en la región se terminó estamos muy equivocados. En la década del ´70, de la mano de una coyuntura de demanda y de precios favorables para cereales, legumbres y oleaginosas, acompañada por una oscilación climática que hizo aumentar la cantidad de lluvias en aproximadamente un 20% (Brailovsky y Foguelman 1993), se adoptó acríticamente el modelo de agricultura pampeana en suelos que distaban mucho de ser tan aptos para esta actividad como lo son los de la región núcleo argentina. El avance de las topadoras, no ya con el sentido de explotación selectiva efectuada en la etapa anterior sino lisa y llanamente para eliminar todo vestigio de un bosque de por sí muy maltratado, desembocó hacia fines de la década del ´80, con el retorno del clima original de la región, en una nueva y triste situación de marginalidad socioambiental: suelos destruidos y campesinos, minifundistas y puesteros expulsados.
El “boom” de la soja y el avance acelerado de la frontera agropecuaria
Hacia fines de la década de 1980, con el arribo del neoliberalismo más recalcitrante a la Argentina, se produjo un incremento sostenido del área dedicada al cultivo de la soja, a caballo de un contexto internacional favorable. El proceso, que en un primer momento se centró en la región pampeana, pronto sobrepasó sus límites para alcanzar a las provincias del noreste, especialmente Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero, avanzando sobre el bosque chaqueño, tal como lo muestra el mapa.
Los gobiernos que se sucedieron aprovecharon el impulso dinamizador de la soja cuya exportación produjo abundantes ganancias a ciertos grupos concentrados pero, generó un nuevo y letal impacto sobre el bosque chaqueño. La pauperización social de los pueblos indígenas y de los campesinos minifundistas alcanzó niveles nunca vistos. La desaceleración del precio internacional de la soja hizo que el proceso también se frenara pero el daño ecológico y social ya estaba hecho. Gobiernos provinciales, cómplices de empresarios inescrupulosos, y gobiernos nacionales que miraron para otro lado fueron el combo perfecto para acentuar la pobreza y el deterioro ambiental de una región siempre castigada. La creación de áreas naturales protegidas, la acción de organizaciones ambientalistas y la promulgación de leyes protectoras del bosque nativo, no han logrado revertir la tendencia depredadora.
Actualmente, amparados por los gobiernos provinciales, se verifica un avance de la actividad ganadera extensiva a través de terratenientes que incluso llegan a contratar mafiosos armados para desalojar a los campesinos que aún resisten la usurpación, tal como lo denuncia frecuentemente el MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero).
Con la emergencia de la pandemia actual el problema no se detiene. Cuando el gato no está las ratas están de fiesta.
Fuente: AnRed
Mientras la toma de tierras prosigue de manera pacífica, la intendenta Cantero se despega y habla de judicialización de los ocupantes
Resumen Latinoamericano, 29 de julio de 2020.
La intendenta de Presidente Perón, Blanca Cantero acusó el golpe de ataques que recibía por las redes sobre su «responsabilidad» en la toma de tierras en Numancia y San Martín, en Guernica, y salió a tomar posición sobre la crisis habitacional que esta ocurriendo en su distrito. «Las tierras no son fiscales», aseguró en un comunicado. Pero además advierte que «se trata de propiedades privadas» y que se ha abierto un proceso judicial. Lo de siempre: se mira y no se toca, y al que lo hace, aparece la señora injusticia a defender a los de arriba, a los que les sobra dinero para poder despreocuparse por unas 15 o 20 hectáreas, y que por eso nunca hicieron nada con ellas, claro.
Pero basta que en cualquier sitio, Numancia por ejemplo, un grupo de vecinos se animen a ocupar pacíficamente, después de ver que en tantos años allí, en esas tierras nadie cultivó ni construyó nada, para que los poderes de turno pongan el grito en el cielo y apelen a amenazar con desalojo, con policías, con jueces de por medio, mientras una intendenta que llegó al cargo en el marco de una candidatura popular se corra de sus responsabilidades de defender a quienes menos tienen.
Sin embargo, a pesar de amenazas y «gestiones» que intentan «marear» a los ocupantes -toda gente honesta, de trabajo o desocupados por la crisis brutal que produce el capitalismo-, los jóvenes y los veteranos que allí están, resisten, se aferran a la tierra como tabla de salvación. Tratan de olvidarse de situaciones más que dolorosas que arrastran a lo largo de sus vidas donde por ser pobres se les negó todo. Por eso esta toma es vital, solidaria, y un canto a que cuando los Estados no ofrecen oportunidades para resolver lo básico, desde la Constitución a los dichos repetidos del Papa Francisco, todo apunta a que es válida la decisión de buscar salidas que ofrezcan un pedacito de esperanza. Hoy será a través de una toma y mañana habrá que apurar la presión para que la reforma agraria deje de ser una consigna de otra época sino una necesidad del nuevo tiempo al que arroja a los pueblos de este sufrido continente la voracidad capitalista.
Mientras algunos medios amarillentos siguen hablando de violencia, los ocupantes de Guernica se ayudan entre ellos: al que le falta leche rápidamente le acercan un vaso y lo mismo ocurre con un caldo caliente, para aguantar las temperaturas nocturnas bajo cero. Ni qué decir cómo se ayudan los de abajo con sus hijos, para que no padezcan demasiado esto de estar a la intemperie bajo una lona o un plástico agujereado. O tratar de que quienes se encuentren débiles, puedan irse un rato a buscar un poquito de calor alrededor de una fogata improvisada. Para quienes siempre se los trató de poner al margen, esta toma de tierras es algo más que un pequeño espacio para levantar cuatro paredes, sino que significa un desafío para seguir creyendo que vale la pena luchar. Digan lo que digan los agoreros y los posibilistas de vida cómoda, la toma continúa y tiene cada vez más olor a pueblo.
Intendenta Blanca Cantero: «yo no tengo nada que ver».
No hay comentarios:
Publicar un comentario