26 de noviembre de 2020

TROPEL 3 del 26.11.2020.

 


26 de noviembre de 2020

El significado de astro para Argentina y el mundo del fútbol

Maradona no está en la Historia, hizo la Historia

Daniel Guiñazú


























Maradona y la Copa del Mundo, su mayor logro como futbolista. 

No está en la Historia, hizo la Historia. La escribió con una pelota de fútbol adherida a su pie izquierdo. Y cada trazo estremeció de felicidad a un país como la Argentina que vivió por él y con él, acaso las más grandes emociones populares del último medio siglo. En un país de grandes desventuras colectivas, que ha soportado una dictadura sanguinaria, una guerra perdida, hiperinflaciones y crisis económicas recurrentes, entre otros tantos infortunios, Diego Armando Maradona derramó felicidad sobre millones de argentinos. Pocas imagenes entregan una postal tan fuerte de argentinidad como la de Diego alzando la Copa en el Mundial de 1986. Pocas representan tanto lo que quisimos ser y alguna vez fuimos.

Símbolo potente de la argentinidad, sin embargo, Diego también ha sido universal. Una de las celebridades más famosas de todos los tiempos. Y por eso las repercusiones de su deceso han pegado tanto en el mundo. La noticia trepada a los portales informativos más importantes, las imagenes del dolor sincero que reina en las calles de Nápoles, las declaraciones de líderes politicos mundiales y deportistas que compitieron con él y en contra de él, revelan que ha partido un ícono, una personalidad impar, alguien que trascendido su propia condición de futbolista. Y que ha dejado un vacío que tal vez nadie pueda cubrir. Porque Maradona fue único. En todo lo querible y odiable que como ser humano pudo tener.

Mucho antes de que la noticia de su muerte estremeciera al mundo, Diego había logrado en vida, lo que Carlos Gardel, Eva Perón y Ernesto “Che” Guevara consiguieron sólo después de dejar este mundo: ser un mito argentino. Pero el precio que pagó por ello y por ser el más grande futbolista argentino de todos los tiempos y acaso de la historia mundial, fue el más elevado de todos: no poder vivir su propia existencia. O vivir muchas en una sola. O encerrar muchas personas dentro de su propio cuerpo. Quedó dicho ya que Diego fue muy feliz y nos hizo muy felices a todos. Pero también fue muy infeliz y nos hizo muy infelices. Pero nunca tanto como en estas horas amargas en el que las lágrimas de millones de habitantes de este suelo futbolero como pocos, empapan la bandera celeste y blanca que Diego defendió como pocos o como ninguno dentro de las canchas del mundo. Con el número 10 en la espalda y el brazalete de capitán eterno. Y la pelota adherida a su zurda inmortal.

Parece un exceso patriotero y puede que lo sea. Pero como muy pocos, en todo lo bueno y en todo lo malo que tuvo el ajetreo de su vida impar, Diego representa lo mejor y lo peor de ciertas esencias nacionales, potenciado por una fama que lo asfixió desde que en 1976 y con menos de 15 años debutó en la primera de Argentinos Juniors. Dijo de él Eduardo Galeano. “Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable. Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero" escribió alguna vez el célebre escritor y periodista uruguayo, amante del gran fútbol que Diego escenificó como muy pocos. O como nadie.

Tal vez esté de más, repasar los hitos de su vida única e irrepetible. Porque la vida de Diego la vivimos todos. Primero en blanco y negro y despues, en colores. Sus éxitos y sus derrotas en el deporte y en la vida, sus grandezas y sus miserias, sus crisis y sus resurrecciones, sus peleas y sus reconciliaciones también fueron un poco nuestras. Diego vivió a la vista del mundo como si las paredes de sus hogares fueran de material transparente. Y llegaron a hacer volar drones por encima de su casa, cuando hace pocos días lo llevaron al barrio privado de Tigre donde dio su último suspiro. Seguramente recordaremos con el tiempo, donde estábamos o que estábamos haciendo en el preciso instante en el que se conoció su muerte.

“Yo era un pibe de Fiorito que jugaba más o menos bien a la pelota. Un día me pegaron un voleo en el traste, me mandaron a la cima del mundo y ahí me dejaron sólo” dijo Diego alguna vez cuando le preguntaron cómo había sido su vida. En el viaje le pasó todo lo bueno y todo lo malo. Tuvo en sus manos la Copa del Mundo en México ’86 y estuvo tres veces al borde de la muerte antes de este desenlace. Conoció el poder del dinero y el de la droga. El sol a pleno de los estadios repletos que vivaban su nombre y la noche oscura del vicio y el pecado. Las mansiones más caras y las frías camas de los hospitales y los neuropsiquiátricos. Los elogios más encendidos de los periodistas y la letra escueta de los partes médicos.

Maradona hizo esperar en una audiencia en pleno Vaticano al papa Juan Pablo II y pasó horas extasiado en La Habana conversando con su adorado Fidel Castro, que también murió un 26 de noviembre pero de hace 4 años. Trató con reyes, presidentes, dictadores, empresarios, narcos y capomafias. Se casó con su novia Claudia Villafañe en una ceremonia principesca en el Luna Park y luego la traicionó de todas las maneras posibles. Negó hijos y después los reconoció. Formó familias y las deshizo. Su increíble magnetismo personal, todo lo que él sólo provocaba con entrar a un estudio de televisión, al despacho de un ejecutivo, a un vestuario o a una cancha, lo salvó muchas veces. También lo condenó. Lo hizo sentir impune, más allá de todo. Hasta el último momento, sólo una ley acató Maradona: la de sus propios deseos. Lo mejor de lo bueno y lo peor de lo malo convivieron dentro de él. Y muchas veces, su familia y sus mejores amigos fueron víctimas de esa pelea que dió hasta su último aliento.

Quedarse con el futbolista genial, único e irrepetible, con el autor de dos de los goles más celebres de la historia, marcados a Inglaterra en el mismo partido del Mundial de México ’86 y con diferencia de diez minutos, con el manipulador de las más grandes emociones populares que la Argentina haya vivido en los últimos 50 años, es hacer un recorte mezquino. Maradona ha logrado ser más grande que el fútbol mismo. Para el escritor mexicano Juan Villoro es “la figura más fabulosa que ha producido el fútbol dentro y fuera de la cancha”. Por eso dolió tanto verlo tambaleante y balbuceante, el día de su 60º cumpleaños, cuando incomprensiblemente fue llevado a la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata para recibir un homenaje a puertas cerradas que terminó siendo una cruel despedida. Quisieron extraerle la última tajada, sacarle el último beneficio a él, que lo había dado todo y acaso ya no tenía más nada para dar.

Cuesta (y costará mucho) escribirlo, decirlo y asumirlo. Pero lo que ha partido de Diego Maradona es su cuerpo y su alma, extinguidos de tanto vivir a su manera. El jugador fenomenal e irrepetible, el capitán de la selección argentina campeona del mundo en México ’86, el mito y la leyenda, el orgullo del pueblo argentino son inmortales. Viven y vivirán en cada imagen suya con la pelota en la zurda, gritando la magia de sus goles y sus jugadas, levantando la Copa del Mundo, Mejorándonos una vida que él ayudó mucho para hacerla más feliz. Aunque haya dejado su propia vida en el intento.


Los últimos momentos del ídolo.

Diego Maradona: el resultado preliminar de la autopsia

Los médicos forenses indicaron que falleció a causa de una "insuficiencia cardíaca" y un "edema agudo de pulmón"












Imagen: EFE

Diego Maradona murió de una insuficiencia cardiaca que le generó un edema agudo de pulmón y le provocó una muerte súbita. Ese fue el informe preliminar que publicó la Fiscalía General de San Isidro, encargada de ordenar la autopsia al exfutbolista.

Los médicos que practicaron la autopsia en la morgue judicial de San Fernando también detectaron en el astro futbolístico un “corazón con miocardiopatía dilatada”. Si bien se esperan estudios complementarios, el horario de la muerte fue fijado por los médicos  a las 12 del mediodía del miércoles. De acuerdo a las declaraciones testimoniales, Maradona se encontraba dormido al momento de su muerte.

La autopsia comenzó pasadas las 19 en la morgue de San Fernando que funciona en el Hospital Petrona V. De Cordero, de la localidad de Virreyes, y fue supervisada en persona por el fiscal general del Departamento Judicial de San Isidro, John Broyad, y uno de sus fiscales adjuntos, Patricio Ferrari.

Un sobrino, el último que lo vio con vida

Por su parte, de los testimonios recogidos por la Fiscalía General de San Isidro se concluyó que la última persona que lo vio con vida fue su sobrino, Jonatan Espósito, el día martes, a las 23 horas. Además del hijo de su hermana María Rosa, en la casa se encontraban un asistente, un empleado contratado para su seguridad, una enfermera y una cocinera. 

Según consta en el comunicado de la Fiscalía, pasadas las 11.30 del miércoles, el psicólogo Carlos Díaz y la psiquiatra de Maradona, llamada Agustina Cosachov, llegaron a la propiedad y fueron los primeros en ingresar a la habitación de la planta baja de la casa ubicada en el barrio privado San Andrés, del complejo Villanueva, en el partido bonaerense de Tigre. "Ambos se dirigieron verbalmente al exfutbolista, quien aparentaba dormir y no respondía, por lo que solicitaron que ingresaran al dormitorio Espósito y el asistente de Maradona", exponen en el informe de la fiscalía.

“Lo intentan despertar y sin observar, en principio, la existencia de signos vitales requieren la presencia de la enfermera y la psiquiatra, quienes le realizan maniobras de RCP infructuosas”, indicó el comunicado. En ese momento pidieron ambulancias de distintas prestadoras y en ese lapso llegó un cirujano vecino del barrio, quien también intentó maniobras de reanimación. Luego llegaron las ambulancias a cargo del medico clínico de la prestadora médica e intentaron revivirlo con ampollas de adrenalina y atropina, pero no lo lograron.

Sebastián Sanchi, encargado de prensa de Diez, confirmó la noticia que ya se había disparado como un reguero de pólvora por los diferentes medios del mundo. "Con dolor tengo que informar que falleció Diego Maradona. Fue en su casa del barrio de Villa Nueva. No hay consuelo", escribió Sanchi en la cuenta de Twitter.

Los últimos días

Hacía exactamente dos semanas había recibido el alta clínica en el sanatorio Olivos, donde fue operado el 3 de noviembre, para continuar con un tratamiento ambulatorio. Maradona había obtenido el alta clínica pero no el alta médica, ya que continuaba con un "cuadro de abstinencia" por su adicción al alcohol, por lo que debía seguir el tratamiento de manera ambulatoria.

El recorrido médico del astro había empezado el lunes 2, cuando fue internado en la clínica Ipensa, de La Plata. Fue entonces cuando se le detectó el hematoma subdural que generó su traslado a la clínica Olivos para ser operado esa misma noche. Esa intervención se extendió por 55 minutos y fue considerada "exitosa" por su médico personal, Leopoldo Luque, el neurocirujano de 39 años que siguió su evolución observando "notables mejorías" hasta el jueves. Ese día, sin embargo, el panorama cambió y lo que parecía un alta inminente se transformó en una extensión de la internación, ya que Maradona estaba recuperado de la operación, pero ahora padecía "un cuadro de abstinencia".

Esa permanencia se prolongó por cinco días más, cuando Maradona abandonó la Clínica Olivos, recuperado de la intervención quirúrgica pero no de esa abstinencia, para la cual necesitaría un tratamiento más prolongado. En ese tratamiento estaba cuando esta mañana sufrió el paro cardiorrespiratorio del que no pudo salir, pese al esfuerzo de un vecino médico y de las ambulancias que se acercaron a socorrerlo.

A esa altura, ya comenzaban a instalarse los altares en diferentes lugares emblemáticos en la vida de Maradona, como la cancha de Argentinos, la de Boca, la de Gimnasia y la de Newell's, mientras miles de hinchas se congregaban para despedirlo en el Obelisco o en monumentos icónicos en distantas partes del país. En paralelo, la fiscalía de San Isidro se hizo cargo del caso y procedió a llevar el cuerpo a la morgue, para que se le realice la autopsia que confirme las causas de su muerte. A millones de fanáticos ya nada les importa, sólo llorar a su máximo ídolo. 


La muerte no es el fin

Mariana Enriquez


















Durante la primera mitad de mi vida Diego fue el campeón del 86 y el héroe del 90. Fue la felicidad y la euforia, la sangre encabritada, el futuro. La segunda mitad de mi vida, Diego fue la desesperación y la esperanza. Desesperación por salvarle la vida, esperanza cada vez que parecía lograr una vez más esquivar el abismo. ¿Cómo no desear la victoria, en cualquier forma, para alguien que además de desintegrar todas las puertas que tenía vedadas, por pobre, por marrón, por rebelde, era el mejor? El mejor: un artista popular sofisticado, alguien que hacía posible lo imposible pero que nunca hacía que pareciera fácil, nadie diría que eso que pasaba entre Diego y la pelota era normal, como no es normal el Requiem de Mozart. Un don de esa dimensión es terrible: María Teresa Andruetto recordaba ayer que Truman Capote escribió que, cuando Dios da un don, tambien entrega un látigo. Quien lucha con monstruos la pasa mal: el monstruo de la fama está famélico y tiene muchas cabezas que muerden y comen, hidra insaciable, y ya sabemos lo que pasa con los héroes y los monstruos. A veces se puede atravesar el estrecho, de un lado Escila, del otro Caribdis, pero la mayoría de las veces no. El don, cuando toca, nos hace creer en la trascendencia y eso es lo que todos queremos: vivir después de la muerte. Diego sabía, en vida, que viviría después de la muerte y eso es demente y es inimaginable e incompatible con lo que entendemos como cotidiano; por eso no puede haber reproches, porque nadie sabe cómo es ser un mito viviente y vivir así. Nadie. Él tampoco. Es imposible encarnar lo extraordinario, lo sublime, lo colectivo y lo excepcional, pero él tenía que hacerlo, y lo hacía como podía.

Nos hizo sentir de maneras irrepetibles, porque él es irrepetible: su aparición fue algo insólito. Eventos como Diego no ocurren: son una enormidad y una casualidad. Santiago Gerchunoff escribió en Twitter: “Y no, no todas las naciones de hoy en día tienen a alguien análogo a Maradona. Es una casualidad, no tiene que ver con ningún mérito ni nada parecido. El Espíritu sopla donde quiere.” César González agregaba: “Cuántos niños y niñas de la villa se inspiran en vos para la ilusión de poder salvarse de la miseria con una pelota, y es gracias a que vos rompiste esa puerta blindada, uno de los primeros villeros al que no lograron hacerle agachar la cabeza”. Por supuesto que el fútbol saca de la pobreza planetaria a miles de chicos pero ninguno es Maradona porque Maradona era más que un futbolista. Y es cierto: era desafiante y nunca aceptó el silencio ni el disciplinamiento.

En esta acumulación de palabras y citas, quiero recordar su energía, su desenfreno y su enorme inteligencia. A los relámpagos de Diego todos los sabemos de memoria, Segurola y Habana, la pelota no se mancha, se le escapó la tortuga, LTA, el camión Scania, el jacuzzi en la casa de Devoto, los hijos negados, reconocidos tardíamente, de pronto amados, Dubai, una camioneta rusa de dos metros de altura, la Tota, don Diego, te lo juro por las nenas, la cocaína, la cerveza, el cinturón gástrico, Morla, el entorno, los cambios de número de celular, la entrevista a sí mismo, ¡cómo bailaba, qué extraordinario!, el trío con Pimpinela, los disparos a los periodistas, los sacos de piel, los murales en Nápoles, Guillermo Cóppola, Fidel, Chávez, Palestina, Menem, ya lo dijo tu padre, la foto con Freddie Mercury, tantas fotos de Diego, increíblemente fotogénico siempre, de joven hermoso con discos de vinilo alrededor y de deidad pagana agradeciéndole a otros dioses el gol a Nigeria en el Mundial de Rusia, esa imagen con claroscuros como de Caravaggio. La enumeración es interminable: como él, no tiene fin. La muerte, su muerte, tan injusta y tan temprana, tampoco es el fin.

Me alegra que hoy, mientras escribo, mi papá no esté conmigo. Me alegra no tener que verlo llorar a Diego. Me alegra que la vejez y una muerte piadosa le hayan ahorrado esta tristeza. 


El Presidente participará esta mañana del velatorio

Alberto Fernández sobre Maradona: "No sé cuántas personas tienen la posibilidad de sólo darle felicidad a un 

pueblo"

El mandatario se emocionó al recordar al 10 y dijo que "nadie tiene noción de lo que fue Maradona, absolutamente nadie". "Me desplomé", contó sobre el momento en el que recibió la noticia. También explicó que Claudia Villafañe y las hijas de Diego consideraron que a él "le hubiera gustado que lo despidan en la Casa de Gobierno". 






Imagen: AFP

El presidente Alberto Fernández consideró que la única palabra que le cabe al epitafio de Diego Maradona es “gracias”. Aún consternado por la muerte del astro del fútbol mundial, el mandatario acompañó a la familia del capitán campeón del mundo durante el velatorio íntimo en Casa Rosada. “Claudia (Villafañe) estaba muy mal, lloraba mucho”, reveló.

La persona que decidió el lugar de la despedida a Diego fue Claudia. Luego de confirmarse la noticia y cuando las cosas se calmaron un poco, el jefe de Estado se comunicó con ella y le ofreció la Casa Rosada. También se ofreció a hablar con los dirigentes de Argentinos Juniors para que la cancha quede a disposición.

"Ella me dijo que habló con las hijas y ellas creían que a Diego le hubiera gustado que lo despidan en la Casa de Gobierno", relató Fernández. Luego fue el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, el encargado de organizar el velatorio.

Anoche, cuando comenzó la despedida íntima, "Claudia estaba muy mal, lloraba mucho. Yo la conozco mucho. Ella y sus hijas tenían un amor por Diego que es enorme", sostuvo el jefe de Estado, quien no escondió su "enorme tristeza" por la muerte de Maradona.

Luego contó que se enteró del fallecimiento mientras estaba en su despacho, trabajando con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. "Entró (el vocero presidencial) Juan Pablo Biondi y me dijo ‘murió Maradona’. Le dije que averiguara bien. Me quedé esperando que no sea una noticia verdadera. Al minuto estaba en todos lados. Ahí me desplomé".

"¿Quién escribirá el destino?", se preguntó Fernández, a modo de reflexión, dado que Maradona empezó a jugar en el fútbol profesional en Argentinos Juniors, el club del cual él es hincha, y terminó su carrera en Gimnasia y Esgrima, el club del cual es simpatizante la vicepresidenta Cristina Kirchner.

"Es una gran pérdida", dijo con la voz entre cortada por la angustia durante una entrevista por Radio Continental. También recordó algunas de sus charlas con el campeón del mundo. "Diego me contó que en el Mundial de 1986 él le decía en el vestuario a los compañeros que en Argentina había mucha gente triste y que tenían la obligación de hacer feliz a esa gente", expresó.

De ese tema habló ayer en Casa Rosada con el ex arquero de la Selección Sergio Goycochea y le preguntó si esa historia era verdad: "Era lo que siempre nos decía. Que había mucha gente triste en la Argentina y que el único momento de felicidad iba a ser si se ganaba el partido. Eso es único", le dijo.

El jefe de Estado destacó que Maradona no pensaba en su gloria cuando jugaba al fútbol, sino en cómo le podía dar felicidad al pueblo. También destacó la relevancia internacional que tuvo: "Hoy en el mundo decís soy argentino, y te dicen ‘ah, Maradona’".

El presidente añadió que recibió saludos para la familia del astro de parte de Emmanuel Macron, José "Pepe" Mujica, Pedro Sánchez y de Lula Da Silva, entre algunos líderes políticos.

"Nadie tiene noción de lo que fue Maradona, absolutamente nadie", dijo Fernández y señaló: "No sé cuántas personas tienen la posibilidad de sólo darle felicidad a un pueblo".


Opinión

Descansá en paz, Diego

Emanuel Respighi


















Diego, Cebollita, una de las primeras imágenes para la TV. 

Es (¿fue? ¿de verdad hay que hablar en pasado?) la persona con menos intimidad del mundo. O, también, el ser humano más filmado de la historia. Aunque nació, creció y se convirtió en el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos en la era analógica, Diego Maradona es nuestro “Truman Show” de carne y hueso, tan real como insoportablemente televisado. No existe vida con tanto registro audiovisual como la suya. No se le perdonó ni el éxito ni el fracaso. Tanto sus grandezas como sus tropiezos sirvieron de excusas para la devoción de sus fieles, pero fundamentalmente para la voracidad de los medios

Maradona fue, además, el hombre más auscultado de la historia. Por profesionales de la salud (españoles, italianos, uruguayos o argentinos) pero también por fanáticos en busca de autógrafos y periodistas en busca de sangre. La imagen del Diego -de rulos ensortijados o con pelo corto y mechón amarillo, con muchos asados encima o con una silueta atlética- rodeado por la multitud, casi asfixiado por el amor pasional de fanáticos o por paparazzis de la prensa carroñera, fue una constante en su vida. Las imágenes se suceden frenéticamente. Lo abrazan, lo acarician, lo acosan, lo saludan, le gritan, se le tiran encima, le tocan el timbre de su casa, lo inquieren, lo exprimen, lo devoran. Los que lo aman o lo odian, lo mismo da.

El Diego vivió en los medios. No como quiso sino como pudo. O como quisieron otros que fuera. Nunca tuvo intimidad. Ni cuando compartía la pequeña y humilde casa de Villa Fiorito con su numerosa familia, ni mucho menos después de su debut en primera el 20 de octubre de 1976 en Argentinos Juniors. No le permitieron construir una vida privada como la de cualquiera. Ni siquiera en sus momentos más difíciles. Mucho menos en sus últimas horas. A Maradona le fue más fácil gambetear en cancha a los mejores rivales que evitar los flashes mediáticos en coberturas impúdicas. Los mismos que hoy lo lloran, ayer lo despedazaron. 

Maradona, el Diego, el astro del fútbol mundial, el tipo que nos dio las más grandes alegrías y las más dolorosas tristezas, se fue a los 60 años. 

Descansá en paz, Diego. Disfrutá del silencio que no tuviste en vida.


Diego Maradona

Más que humano

Juan Forn


Diego entre superhéroes. 

Entre las mil imágenes que bombardearon las redes en cuanto se supo la noticia, vi una que mostraba al Diego de espaldas, caminando por el túnel, en botines, shorcitos, la diez en la espalda, la nube de rulos en la cabeza. Se está yendo rumbo al campo de juego, casi se alcanza a oír el ruido de los tapones contra el piso y, a sus costados, dos filas de superhéroes despidiéndolo. Superhéroes de pacotilla, de la Marvel: a él, que nunca fue un muñequito, que rompió todos los moldes por ser de carne y hueso, por ser tan rabiosamente humano. Diego yéndose por el túnel, yéndose como le hubiera gustado a él: vestido para jugar, listo para romperla toda una vez más.

Pelusa, cebollita, barrilete cósmico, mano de Dios, Segurola y Habana, me cortaron las piernas, la pelota no se mancha, más solo que Kung-Fu, ¿sabés qué jugador hubiera sido sin droga? Rey del bardo, siempre al mango, el que dijo, el que se animó a decir: “Yo nunca quise ser un ejemplo”. Y también: “Yo me equivoqué y pagué”. El que dijo: “Yo nací en un barrio privado: privado de luz, de agua, de teléfono y de gas”. Y también: “Cuando entré al Vaticano y vi todo ese oro dejé de creer”. El que dijo: “Soy completamente zurdo: con el pie, con la mano, con la cabeza y con el corazón”. Y también: “Gracias a la pelota le di alegría a la gente; con eso me basta y sobra”.

Gracias a vos, genio inmortal, imposible no quererte, nunca te vamos a olvidar. 

Pelusa, cebollita, barrilete cósmico, mano de Dios, Segurola y Habana, me cortaron las piernas, la pelota no se mancha, más solo que Kung-Fu, ¿sabés qué jugador hubiera sido sin droga? Rey del bardo, siempre al mango, el que dijo, el que se animó a decir: “Yo nunca quise ser un ejemplo”. Y también: “Yo me equivoqué y pagué”. El que dijo: “Yo nací en un barrio privado: privado de luz, de agua, de teléfono y de gas”. Y también: “Cuando entré al Vaticano y vi todo ese oro dejé de creer”. El que dijo: “Soy completamente zurdo: con el pie, con la mano, con la cabeza y con el corazón”. Y también: “Gracias a la pelota le di alegría a la gente; con eso me basta y sobra”.

Gracias a vos, genio inmortal, imposible no quererte, nunca te vamos a olvidar. 


La emotiva carta de 

Emmanuel Macron sobre 

Diego Maradona

















Imagen: AFP

La noticia de la muerte de Diego Maradona sigue repercutiendo en todos los rincones del mundo y entre personalidades destacadas, entre ellos los presidentes de diversas naciones. El mandatario francés, Emmanuel Macron, lo despidió con una sentida carta: "Diego se queda", remarcó el dirigente, que definió a al diez como un genio inclasificable que dejó atrás "millones de huérfanos".

"La mano de Dios había puesto un genio del fútbol sobre la Tierra", comienza la misiva elaborada por la Presidencia francesa. La carta describe a Maradona como un "jugador suntuoso e imprevisible", un "bailarín con tacos, no realmente un atleta, más bien un artista".


El comunicado describe especialmente las gestas de Maradona en el Mundial de 1986, en el histórico partido contra Inglaterra, en el que "marcó los dos goles más famosos en la historia del fútbol": el de "la mano de Dios" y el "gol del siglo" tras "una carrera alucinante" luego de esquivar a "medio equipo" rival.

Macron homenajea "a ese soberano incontestable del balón que tanto amaron los franceses" y envía sus condolencias a los compatriotas argentinos, a los napolitanos, pero también a los niños que "ahorraban dinero para completar el álbum de figuritas del Mundial 86 con su figura y a quienes negociaban con sus parejas para bautizar Diego a su hijo".

La carta completa de Macron para despedir a Maradona

La mano de Dios había depositado a un genio del fútbol en la tierra. Nos lo acaba de quitar, con una gambeta imprevista que engañó a todas nuestras defensas. ¿Acaso quería, con ese gesto, zanjar el debate del siglo: si Diego Maradona es el mayor jugador de fútbol de todos los tiempos? Las lágrimas de millones de huérfanos le responden hoy con una evidencia dolorosa.

Nacido en un barrio carenciado de Buenos Aires, Diego Armando Maradona hizo soñar a su familia y a sus vecinos con sus “bicicletas”, que han dejado crucificados a los mejores defensores europeos. Boca Juniors y su mística hinchada lo hicieron conocido en el mundo. Barcelona consiguió una joya, creyendo que por fin había encontrado al sucesor de Johan Cruyff para dominar nuevamente el fútbol europeo.

Pero fue en Nápoles cuando Diego se convirtió en Maradona. En el sur italiano, el pibe de oro reencontró la pasión de los estadios sudamericanos, el fervor irracional de los fanáticos, y llevó al Nápoles al camino del Scudetto, a las cumbres de Europa.

Un jugador suntuoso e impredecible, el fútbol de Maradona no se había visto antes. Con una inspiración siempre renovada, constantemente inventaba gestos y golpes nuevos. Un bailarín en botines, no era un atleta sino un artista, encarnaba la magia del juego.

Pero aún le faltaba escribir la historia de un país marcado por la dictadura y la derrota militar. Esta resurrección sucedió en 1986, en el partido más geopolítico de la historia del fútbol, ​​los cuartos de final de la Copa del Mundo contra la Inglaterra de Margaret Thatcher. El 22 de junio de 1986, en la Ciudad de México, marcó su primer gol con Dios como compañero. Quisieron impugnar el milagro, pero el árbitro no había visto nada: la actitud agrandada de Maradona le hizo ganar ese punto. Luego sigue “el gol del siglo”, que reunió a los más grandes gambeteadores del fútbol: Garrincha, Kopa y Pelé, reunidos en una sola acción. En solo 50 metros, con una carrera alucinante, pasó a la mitad de la selección de Inglaterra y gambeteó al portero Shilton antes de enviar el balón a la red y a la albiceleste a los cuartos de final del Mundial. En el mismo partido, dios y diablo, marcó los dos goles más famosos de la historia del fútbol. Había un rey Pelé, ahora hay un Dios Diego.

Con esa misma gracia, la misma insolencia hermosa, se acerca sigilosamente a la final que dejó marcada con el gesto más bonito del fútbol: el pase decisivo, el gol del número 10. Cuando levanta el trofeo, nace una leyenda: el niño prodigio se convirtió en el mejor jugador del mundo. Y la copa del mundo vuelve a Argentina: esta vez es la del pueblo, no la de los militares.

Diego Maradona también vivirá esta alegría popular en otros terrenos. Pero sus visitas a Fidel Castro y Hugo Chávez tendrán el sabor amargo de la derrota; es en la cancha donde Maradona hizo la revolución.

El Presidente de la República saluda al dueño indiscutido de la pelota, tan amado por los franceses. A todos los que ahorraron su mesada para completar el álbum Panini de México 86 con su figurita, a todos los que tuvieron que negociar con su mujer para bautizar Diego a sus hijos, a sus compatriotas argentinos, a los napolitanos que dibujaron frescos dignos de Diego Rivera en su honor, a todos los amantes del fútbol, el Presidente de la República envía su más sentido pésame. Diego se queda.

Emmanuel Macron

Presidente de Francia


Diego Maradona: El corazón del juego

"Era imperfecto. Todos queremos a los chicos porque son imperfectos. El juego es la vida de los chicos y Diego fue el jugador más grande porque fue el chico más grande. Tan grande, que convirtió el juego en un inmenso campo de rebelión. El sistema quería que el astro Diego fuera un ex pobre domesticado, para que los pobres quisieran replicarlo. Pero el espejo que hizo Diego reflejaba su esencia. En ese espejo, el pueblo se veía pueblo.
Por Luis Bruschtein


Diego Maradona y Fidel Castro. 

Cuando dijeron por la radio que había muerto se me hizo un nudo en la garganta y mi mujer, que estaba a mi lado, se puso a llorar, como si fuera alguien de la familia. Y los borrachines que a veces acampan en la calle empezaron a gritar ¡¡Chauu, Diegooo!! con sus voces aguardentosas. Creo que hasta los perros del barrio empezaron a aullar a esa muerte monumental.

Siempre supe por qué lo quería y por qué lo odiaban. Empiezo por lo segundo: lo odiaban porque tenía el valor que muchos no tienen de ser libre, de no ajustarse a lo que todos le reclamaban, de ser siempre él a un costo bestial. Todos piensan que cuanto más arriba, más libre. Y es al revés, porque estar arriba te convierte en un engranaje importante de la máquina, no podés ir a destiempo, desajustar el paso, no ser un ejemplo, no podés cagarte en ser el espejo en el que todos aspiremos a reflejarnos. Los millonarios y los famosos cumplen esas reglas de casta. Los famosos están para eso. Y Diego los mandó a pasear a todos.

Y lo quería porque era imperfecto como un chico. Todos queremos a los chicos aunque son imperfectos. Se les va la mano, hacen picardías, y hasta algunas maldades, pero se les ve la verdad en la cara y son vulnerables. Los chicos son así, cuanto más malo, más vulnerable. A los pibes que viven en la calle les pasa eso. Son los seres humanos más vulnerables, pero se hacen malosos porque esa vulnerabilidad tan grande que los demás no tienen, los humilla y tratan de ocultarla.

El fútbol es un juego. Y el juego es la vida de los chicos, aunque lo juguemos también los grandes. Todo es un juego para los chicos porque es su aprendizaje. Y Diego fue el jugador más grande porque fue el chico más grande. Hay una foto de dos pibes en un potrero. Un adolescente llorando porque perdieron un partido o algo así. Y un Diego de once o doce años que trata de consolarlo.

Diego fue el chico más grande, tan grande que convirtió el juego en un enorme campo de rebelión. Como cuando les ganó a los ingleses después de Malvinas con dos jugadas hermosas y cuando hizo que los napolitanos (los “cabecita negra” de Italia) ganaran el campeonato que era monopolio de los rubios del norte. Sacó al Napoli del fondo de la tabla y lo llevó hasta la punta. Y cuando hacía el gol se abrazaba a la tribuna haciéndoles sentir que lo habían hecho todos.

Lo quise aún cuando anduvo perdido por la droga y rodeado de seres destestables que se aprovechaban de él. Y aunque no lo conocí personalmente, siempre creí, --imagino que lo mismo deben haber creído otros millones de personas-- que podríamos haber sido amigos. Somos diferentes, quizás por eso y por lo que decía antes: valoro al que madura sin matar al chico que fue.

Me meto en política, que es un tema que no quería tocar con relación a esta cuestión. Mucha gente de izquierda o progre lo ha criticado. Pero hay una foto donde está Fidel de pie que abraza a Diego y Diego que apoya la cabeza como un chico sobre el pecho de Fidel. Algunos dirán que Fidel lo hacía por oportunismo. Pero Fidel, que estaba más allá de esas demagogias, podía ver al chico que ese Diego ocultaba detrás de sus desarreglos. Lo entendía porque el que sabe ver eso, llega a la esencia de los pueblos, como nadie podrá negar que logró Fidel.

Parece una frase pomposa. Pero la mayoría de los argentinos lo estamos llorando y más que nadie esa tribuna colmada que llamamos pueblo. Es que el sistema quería que el astro Diego fuera un ex pobre domesticado, para que los pobres quisieran replicarlo. Y el espejo que hizo Diego reflejaba su esencia que es la del pibe de Villa Fiorito luchando con sus ángeles y sus demonios. En ese espejo, el pueblo se veía pueblo. Es como el peronismo: es como es. No como quisieran verlo o verse. Por eso en este país van de la mano.

Supongo que su último sueño, cuando el corazón del juego dejó de jugar, habrá sido su abrazo después del gol dedicado a esa tribuna que lo adoraba. Con los brazos abiertos de frente a nosotros que gritamos “Maradoooo, Maradooo”, “Diegó, Diegó...” Y será la despedida, algo que tuvimos la suerte de vivir y la tristeza de no vivirlo nunca más.


Opinión

Toda la Argentina cabe en 

El Diego

Eduardo Aliverti
























Como salta de inmediato apenas se lo busca, la cinestesia o kinestesia es la rama de la ciencia que estudia el movimiento humano.

Se puede percibir en el esquema corporal, el equilibrio, el espacio y el tiempo.

Algunos ejemplos de inteligencia cinestésica son la capacidad de explorar el entorno y los objetos por medio del tacto y el movimiento. El gran sentido del ritmo y de la coordinación motriz. La destreza para realizar tareas de motricidad fina.

Hasta sus críticos más desencajados, que lo son principalmente del maestrociruelismo contra el negro drogón que no pudo contra su fracaso existencial y que lo apuntan como el máximo de los pésimos ejemplos para la juventud, estarán llorando aunque jamás lo admitan.

Todos están diciendo “no lo puedo creer”.

Todos ésos están tristes, o estupefactos, o advertidos, porque saben perfectamente que El Diego queda como paradigma de insubordinación contra… (agregue cada uno lo que prefiera).

En el piberío literalmente universal, su imagen ya está al lado de los íconos de la rebeldía.

Sobrevivió todo lo que pudo contra ser Maradona, que es una sentencia a la que todos, también, deberíamos recurrir en este momento de infinita tristeza popular.

Esa cosa de la canción de Manu Chao, acerca de que si uno fuera Maradona nunca se equivocaría, es la interpelación perfecta.

Y también esa otra de la de Rodrigo.

La de que todo el pueblo cantó.

Porque realmente, el pueblo llora pero ahora tiene, más todavía, la bandera inmortal del artista incomparable de Fiorito.


El antihéroe de Fiorito

Sandra Russo
























El tuvo un don de esos que no se aprenden ni se estudian ni se manejan. Tuvo un solo amor incuestionable e incuestionado a lo largo de toda su vida, el que le dio la estabilidad que nada ni nadie más le dio: su relación con la pelota, ni siquiera con el fútbol, con la pelota. Entre sus piernas, no importaba si era en un equipo de ligas mayores o el eterno recuerdo de la primera que tocó con los pies en una cancha de barro cuando en Fiorito y al mismo tiempo, se daba cuenta de que su madre pasaba hambre para que él comiera.

Diego Maradona fue otro tipo de Gardel argentino: quizá sea muy pronto el Gardel de otras generaciones. Una metáfora del grande, del insuperable, del mejor. Y fue el mejor porque puso su inigualable vínculo con la pelota, a lo largo de los años, al servicio de causas que le parecieron justas.

Fue el mejor, además, porque aunque su vida haya trascurrido entre lujos inimaginables para cualquiera de nosotros, también su pesadilla de fama atronadora y oportunistas, vividores y trepadores, hijos no reconocidos o reconocidos tardíamente, drogas regadas por entornos de los que nunca supo resguardarse, debilidades profundas y dolorosas como fracturas expuestas, crisis existenciales y luchas a brazo partido contra su inestabilidad emocional, Maradona se mantuvo Maradona y si se recorre su ascenso y su descenso vital, lo que lo caracterizó fue que nunca abandonó a aquella primera pelota que encontró en el origen.

Así son los mitos y él ya entró en el panteón de los grandes mitos argentinos, los que el marketing es incapaz de inventar y el coucheo ignora cómo producir. El amor popular por Maradona no es un regalo: se lo ganó él, sacando pecho, admitiendo delante de millones de personas sus quiebres y sus errores, y resumiendo su mejor bandera, su única biblia y su hoja de ruta: la pelota no se mancha.

No abundan quienes se animan a ese tipo de fidelidades desde que tienen uso de razón hasta que mueren. No fue perfecto ni fue tampoco y apenas el mejor jugador de fútbol, o el más querido, o el que más alegrías les regaló a los corazones de sus compatriotas. Fue un fenómeno surgido del pliegue del hambre y la carencia, y soportó como pudo los desafíos de tanto éxito. A su manera, se alistó entre los que fracasan al triunfar, quizá porque algunos se preparan desde su nacimiento para el éxito, pero él salió de donde se entrena a los pibes para soportar la intemperie.

Maradona fue hasta el final un hombre que supo de dónde venía. Muchas veces pareció no saber a dónde iba, arrastrado por las disputas y los celos y las ambiciones de la corte de los falsos milagros que lo rodeaba. Pero él siempre supo de dónde venía, incluso cuando el oro chorreaba por las alcantarillas de su alma. Su poética relación con la pelota y su conciencia del origen lo hicieron único. Un antihéroe argentino que parecía inmortal, ha muerto. No sé a quién llora el mundo. En la Argentina, lloramos la muerte del pibe que salió de Fiorito.   


El lugar de la identidad

Maradona, te volveremos a 

ver, siempre te volveremos 

a ver

Martín Smud
























Este 25 de noviembre despertó con una noticia que nos impactó, ese momento que pasará a la memoria de los argentinos por la muerte de Maradona. La cantidad de mensajes que llegaron tenía todos los colores pero sobre todo la tristeza y la constatación de lo importante que es y seguirá siendo nuestro 10. Nos sorprendió la noticia por más que sus hospitalizaciones comenzaron hace veinte años, creíamos que iba a poder gambetear la muerte una vez más.

Y todos decimos lo que sentimos, Galeano en el libro “Cerrado por Fútbol” (2017), lo nombra como el “el más humano de los dioses”, una definición formidable porque pocas personas tienen tantas trasformaciones a lo largo de su vida y en todas nunca se podía dejar de mirarlo y nunca sus palabras pasaban desapercibidas.

Siempre fue gambeteador y polémico, una por cada gol que le hizo a Inglaterra, la mano de Dios y el gol del siglo donde gambeteó todo aquel que se cruzara en su camino incluido a sí mismo, en las miles de veces que se perdió en la noche, en las salidas que no tenían retorno salvo cuando un amigo lo volvía a llevar a la soledad de su cuarto.

Silvia Bleichmar, una conocida y querida psicoanalista escribió hace algunos años que eso que resiste se llama Maradona, eso que resiste “en un país cuya población resiste diariamente al despojo ya no sólo de sus bienes sino de su identidad, en un país que se resiste a la agonía de despojarse de su identidad para asumir esa otra, supuestamente más verdadera, que los acreedores del primer mundo le proponen, en ese país que resiste, resiste también el amor a Maradona”.

Maradona es haber salido de la villa miseria pero nunca olvidarse de lo que fue, el espacio de la pobreza en la vida de como decía mi padre que se lleva en el orillo, es el ombligo de donde salimos y donde se puede ir a buscar algo de nuestra identidad.

Maradona es aquel donde podemos ir a buscar algo de nuestra identidad. Siempre lo imprevisible, como nuestra identidad, contradictoria pero con algunas cuestiones, se mantuvo cada vez más firme aunque su cuerpo se iba poniendo menos dúctil y todos nos preguntábamos cómo seguiría, sabía que no debería ser nunca sino nacional y popular, que había que denunciar los despojos de los múltiples imperialismos.

Muchos dirán que el Diego era Dios, y en algo tienen razón; como sostiene Juan José Panno, Maradona no murió a los sesenta sino a los novecientos setenta años como Matusalén, estuvo en tantos lados, se dijo de él tanto, la mayoría de los argentinos y argentinas lo hemos visto en algún lado. Recuerdo un fin de año en una playa, ahí estaba en el medio de una fiesta, y llamaba la atención, los que pasábamos le decían Diego y alguien tenía hasta la osadía de tirarle una pelota y él respondía, a veces respondía, su gran hazaña era ser amado por la pelota y sabía que hasta el final de su vida viviría rodeado de ella y así fue.

Como recuerda Juan Forn, algunos de sus nombres: “Pelusa, cebollita, barrilete cósmico, mano de Dios, Segurola y Habana, me cortaron las piernas, la pelota no se mancha, más solo que Kung-Fu, ¿sabés qué jugador hubiera sido sin droga? Rey del bardo, siempre al mango, el que dijo, el que se animó a decir: “Yo nunca quise ser un ejemplo”. Y también: “Yo me equivoqué y pagué”. El que dijo: “Yo nací en un barrio privado: privado de luz, de agua, de teléfono y de gas”. Y también: “Cuando entré al Vaticano y vi todo ese oro dejé de creer”. El que dijo: “Soy completamente zurdo: con el pie, con la mano, con la cabeza y con el corazón”. Y también: “Gracias a la pelota le di alegría a la gente; con eso me basta y sobra”.

El pueblo argentino te despide, las Madres y Abuelas de plaza de mayo, los políticos decretan tres días de duelo y abren la Casa Rosada para que millones quizás todos y todas no importa la ideología política te despidan, y mientras que escribo estas palabras, escucho a una mujer cuestionar a Maradona por sus posiciones machistas y sus contradicciones en relación a sus hijos e hijas, pero así es, cada cual encuentra la manera de que hablemos de él. Pero lo que nadie va a dudar jamás es que Maradona es la pasión viva de esta Argentina que ha sufrido con ese Dios, hecho a la imagen y semejanza de nuestras contradicciones, de una genialidad que sale en la viveza criolla, en las caídas y resurrecciones, en la resistencia identitaria de las múltiples despojos cometidos. Nuestro barrilete cósmico, te volveremos a ver, siempre te volveremos a ver. 

Martín Smud es psicoanalista y escritor.

Fuente:Pagina12


El día que Diego Maradona rockeó junto a Freddie Mercury y la mítica Queen

El histórico encuentro se dio en el marco de la gira sudamericana de la banda británica en 1981.


25 DE NOVIEMBRE, 2020















El encuentro fue durante la gira sudamericana de Queen en 1981.

En febrero de 2020 se cumplieron 39 años de la gira sudamericana que trajo a Queen a Argentina y reunió a más de 100 mil personas a lo largo de las fechas multitudinarias que se llevaron a cabo en el estadio de Vélez. En esos encuentros históricos se produjo el encuentro de dos leyendas: Freddie Mercury y Diego Armando Maradona.

Corría 1981 y, a pesar de vivir en dictadura, la presentación de Queen en Argentina cobró fuerte relevancia, pues se trataba del mejor momento de la banda. En esta gira sudamericana de la mítica banda de Freddie Mercury y Brian May, Argentina se encontraba dentro del recorrido y la histeria de los fans se hizo presente desde el inicio en el aeropuerto de Ezeiza, donde bajaron todos los miembros del staff y tuvieron un intercambio con a multitud. El 28 de febrero tuvo lugar el primer concierto en el estadio de Vélez y Miguel Mateos, una voz poco conocida en ese momento, fue elegido junto con su agrupación ZAS como artista telonero. A las ocho de la noche, todos los presentes recibieron con ovaciones a Freddie Mercury, que vestía una musculosa blanca de Superman, un chaleco de vinilo negro y pantalones ajustados de cuero rojo brillante, y la magia arrancó.

"We will rock you" fue el tema con el que Queen arrancó, para seguir con un listado de éxitos entre los que se incluyeron "Another One Bites the Dust", "Somebody to Love", "Love of my Life", "Don't Stop me Now" y "We are the Champions", entre otros. Luego de dos shows en Vélez, la banda viajó a Mar del Plata donde se presentaron el 4 de marzo en el estadio mundialista José Minella frente a treinta mil seguidores. De ahí, continuaron su gira en Rosario, Santa Fe, para dominar la cancha de Rosario Central. El plato fuerte, y final de la gira, fue nuevamente en Buenos Aires, en la cancha de Vélez.

Uno de los momentos más recordaos de la noche fue cuando  Diego Maradona subió al escenario para presentar el tema "Another One Bites the Dust". Tras la finalización del recital se dio el encuentro entre Maradona y los miembros de Queen, inmortalizados en varias instantáneas que muestran a Freddie con una remera de la selección argentina y al futbolista contento por el encuentro.  En ese recuerdo también se lo pudo ver a Maradona luciendo una camiseta con una bandera inglesa.

 




















Diego entre superhéroes. 

Entre las mil imágenes que bombardearon las redes en cuanto se supo la noticia, vi una que mostraba al Diego de espaldas, caminando por el túnel, en botines, shorcitos, la diez en la espalda, la nube de rulos en la cabeza. Se está yendo rumbo al campo de juego, casi se alcanza a oír el ruido de los tapones contra el piso y, a sus costados, dos filas de superhéroes despidiéndolo. Superhéroes de pacotilla, de la Marvel: a él, que nunca fue un muñequito, que rompió todos los moldes por ser de carne y hueso, por ser tan rabiosamente humano. Diego yéndose por el túnel, yéndose como le hubiera gustado a él: vestido para jugar, listo para romperla toda una vez más.


La noticia de la muerte de Diego Maradona sigue repercutiendo en todos los rincones del mundo y entre personalidades destacadas, entre ellos los presidentes de diversas naciones. El mandatario francés, Emmanuel Macron, lo despidió con una sentida carta: "Diego se queda", remarcó el dirigente, que definió a al diez como un genio inclasificable que dejó atrás "millones de huérfanos".



Los organismos de derechos humanos expresaron su pesar por el fallecimiento de Diego

A través de las redes sociales, Abuelas de Plaza de Mayo dijo que Maradona "reparaba en las injusticias y el dolor ajeno", en tanto que la Asociación Madres señaló que "es tan triste está vez que no podemos hablar".




















Los organismos de Derechos Humanos manifestaron hoy su pesar por 

el fallecimiento de Diego Maradona en redes sociales de Internet y 

definieron al astro como "solidario, que supo decir verdades sin importar las

 consecuencias".

Abuelas de Plaza de Mayo publicó en su cuenta de Twitter una foto de su 

titular, Estela Carlotto, junto a Maradona y escribió: "Despedimos a Diego. El 

Diego del pueblo, el que reparaba en las injusticias y el dolor ajeno".

"El Diego solidario, que supo decir verdades sin importar las consecuencias", 

expresó el organismo, y agregó: "El que nos llenó de alegrías y su partida nos 

inunda de tristeza. Hasta siempre. Gracias. Vivirás en nuestra memoria".

Por su parte, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, publicó en la cuenta 

de Prensa de la organización de la misma red social, una fotografía de Maradona 

abrazando a su titular, Hebe de Bonafini, con la leyenda: "Es tan triste esta vez 

que no podemos hablar".

En tanto, HIJOS Capital difundió una del astro del fútbol y manifestó que "hay 

un silencio de no poder creer y de dolor". Expresó además: "Un 

GRACIAS DIEGO que da la vuelta al mundo".

"Un recuerdo en cada casa. Un fútbol que se queda sin Maradona, pero que lo 

tiene para siempre", afirmó HiJOS Capital y agregó: "Dolor de pueblo. Nuestro

 abrazo a la familia de Maradona".

En tanto que el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS) replicó en su 

cuenta de Twitter el posteo de Abuelas de Plaza de Mayo.

También la Liga Argentina por los Derechos Humanos se sumó al 

homenaje con una frase que reza: "Somos antimperialistas y parte del pueblo.  

Diego es nuestro compañero y a los compañeros los honramos. Con 

Fidel y Diego contra el Imperio".

Fuente:Bae


25/11/2020 EXTRACTO

"Maradona", por

 Eduardo Galeano

En el frígido fútbol de fin de siglo,

 que exige ganar y prohibe gozar, 

este hombre es uno de los pocos 

que demuestra que la fantasía 

puede también ser eficaz.



El astro argentino falleció a los 60 años por una descompensación cardíaca.

(...) Cuando Maradona dijo que quería irse de Nápoles, hubo quienes le 

echaron por la ventana muñecos de cera atravesados de alfileres. 

Prisionero de la ciudad que lo adoraba y de la camorra, la mafia dueña de la 

ciudad, él ya estaba jugando a contracorazón, a contrapié; y entonces, 

estalló el escándalo de la cocaína. Maradona se convirtió súbitamente en 

Maracoca, un delincuente que se había hecho pasar por héroe.

Más tarde, en Buenos Aires, la televisión trasmitió el segundo ajuste de cuentas: 

detención en vivo y en directo, como si fuera un partido, para deleite de quienes 

disfrutaron el espectáculo del rey desnudo que la policía se llevaba preso.

«Es un enfermo», dijeron. Dijeron: «Está acabado». El mesías convocado para 

redimir la maldición histórica de los italianos del sur había sido, también, el 

vengador de la derrota argentina en la guerra de las Malvinas, mediante un gol 

tramposo y otro gol fabuloso, que dejó a los ingleses girando como trompos 

durante algunos años; pero a la hora de la caída, el Pibe de Oro no fue más 

que un farsante pichicatero y putañero. Maradona había 

traicionado a los niños y había deshonrado al deporte. Lo 

dieron por muerto.


Pero el cadáver se levantó de un brinco. Cumplida la penitencia de la cocaína, 

Maradona fue el bombero de la selección argentina, que estaba quemando sus 

últimas posibilidades de llegar al Mundial 94. Gracias a Maradona, llegó. Y en el 

Mundial, Maradona estaba siendo otra vez, como en los viejos tiempos, el mejor 

de todos, cuando estalló el escándalo de la efedrina.

La máquina del poder se la tenía jurada. Él le cantaba las cuarenta, eso tiene su 

precio, el precio se cobra al contado y sin descuentos. Y el propio Maradona 

regaló la justificación, por su tendencia suicida a servirse en bandeja en boca de 

sus muchos enemigos y esa irresponsabilidad infantil que lo empuja a 

precipitarse en cuanta trampa se abre en su camino.

Los mismos periodistas que lo acosan con los micrófonos, lc reprochan su 

arrogancia y sus rabietas, y lo acusan de hablar demasiado. No les falta razón; 

pero no es eso lo que no pueden perdonarle: en realidad, no les gusta lo que a 

veces dice. Este petiso respondón y calentón tiene la costumbre de lanzar golpes 

hacia arriba. En el 86 y en el 94, en México y en Estados Unidos, denunció a la 

omnipotente dictadura de la televisión, que estaba obligando a los jugadores a 

deslomarse al mediodía, achicharrándose al sol, y en mil y una ocasiones más, 

todo a lo largo de su accidentada carrera, Maradona ha dicho cosas que han 

sacudido el avispero. Él no ha sido el único jugador desobediente, pero ha sido 

su voz la que ha dado resonancia universal a las preguntas más insoportables: 

¿Por qué no rigen en el fútbol las normas universales del derecho laboral? Si es

 normal que cualquier artista conozca las utilidades del show que ofrece, 

¿por qué los jugadores no pueden conocer las cuentas secretas de la opulenta 

multinacional del fútbol? Havelange calla, ocupado en otros menesteres, y 

Joseph Blatter, burócrata de la FIFA que jamás ha pateado una pelota pero anda 

en limusinas de ocho metros y con chófer negro, se limita a comentar:

—El último astro argentino fue Di Stéfano.

Cuando Maradona fue, por fin, expulsado del Mundial del 94, las canchas de 

fútbol perdieron a su rebelde más clamoroso. Y también perdieron a un jugador 

fantástico. Maradona es incontrolable cuando habla, pero mucho más cuando

 juega: no hay quien pueda prever las diabluras de este inventor de sorpresas, 

que jamás se repite y que disfruta desconcertando a las computadoras. No es un

jugador veloz, torito corto de piernas, pero lleva la pelota cosida al pie y tiene ojos

 en todo el cuerpo. Sus artes malabares encienden la cancha. El puede resolver 

un partido disparando un tiro fulminante de espaldas al arco o sirviendo un pase 

imposible, a lo lejos, cuando está cercado por miles de piernas enemigas; y no 

hay quien lo pare cuando se lanza a gambetear rivales.

En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohibe gozar, este hombre 

es uno de los pocos que demuestra que la fantasía puede también ser eficaz.



(*) Extracto. Publicado en El Fútbol a sol y sombra, de Siglo XXI.

Fuente:Telam


Olé, olé, olé… Diegoooo, Diegooo

















Por Alejo Brignole, Resumen Latinoamericano, 25 de noviembre de 2020.

“La verdad, no me importa lo que Diego hizo con su vida. Me importa lo que hizo con la mía”
Roberto Fontanarrosa, dibujante e historietista argentino

¿Acaso, Diego querido, había alguna duda de que el partido algún día terminaría? ¿De que el gran 

campeonato de la vida iba a tener su clausura? ¿Qué habría un minuto final en este juego que jugaste 

hasta la extenuación, como nadie, como nunca nadie quizás podrá jugar?

Hoy, 25 de noviembre de 2020, Diego Armando Maradona hiciste tu pase final dejando una estela de 

alegrías populares, de un frenesí que encendió millones de gargantas al grito de “¡Maradó, Maradó!”. 

Porque fuiste el hijo más amado, el mago de los sueños, el fuego de toda una nación que le gritó al 

mundo: “somos invencibles aunque nos peguen, nos maten, nos desaparezcan, nos endeuden, nos 

vendan los traidores, o nos ganen guerras en islas remotas”. Fuiste la voz del pueblo y con esa garganta 

tuya tan llena de himnos crueles y de hambres insatisfechas que jamás te doblegaron, siempre gritaste 

verdades incómodas. Y con esa voz de pibe de barrio que nunca te importó disimular, confrontaste a los 

poderosos que nunca, de ningún modo y en ningún tiempo, pudieron comprarte. Y a la gloria de tus pies,

 magia inefable que pocos pudieron comprender y todos admirar, le añadiste el triunfo de tu espíritu 

íntegro, popular y desafiante.

Recuerdo cuando en 1989, los representantes de la agencia International Management Group de EE.UU 

te hicieron una propuesta: ser la cara del mundial de Estados Unidos 1994. Te ofrecieron 100 millones de

 dólares. Pero había un detalle en el contrato: debías obtener la ciudadanía estadounidense. Hasta te

 llamó por teléfono el genocida ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger y 

prometió eximirte de las obligaciones fiscales. Pero aún así te negaste y les dijiste “la posibilidad de ser 

argentino no tiene precio en absoluto”.

¡Pobres yanquis de mierda!… (diría el gran Hugo Chávez que tanto te admiraba). Siempre creyeron que 

sus dólares lo podían comprar todo.

Es verdad que compran “casi” todo: a nuestros periodistas, generales, jueces, indios emblanquecidos y 

toda clase de lúmpenes despreciables que sueñan con su Green Card. Pero no al pibe 10 de Villa 

Fiorito, al Dios de la Iglesia Maradoniana que tiene medio millón de seguidores. Ni en sueños, los bobos 

del norte rico podrían haberte comprado. Porque fuiste un argentino orgulloso, feroz en tu vitalismo sin 

prejuicios. Ardiente como tu pueblo, al que exacerbaste con mil gambetas inenarrables, con goles 

mitológicos y triunfos devastadores que enmudecían el alma, desbordada ante tu genio.

Siempre te gustó entrar con los botines de punta en el orden cerrado que los dueños de mundo 

pretenden para el resto. Por eso te odiaron intensamente, como a casi nadie, con su inmensa capacidad 

de odio. Porque con tu ofensiva grandeza y tus palabras haciendo foul en cada frase, les rompías el 

juego de laS verdades a medias, de las hipocresías, de los negocios oscuros, de las máscaras infames. 

¡Hermoso Quijote de pies alados!

Y a pesar de que te ofrecieron el cetro de los dioses, coronas, togas y mantos púrpuras, siempre elegiste 

el lado gris de la realidad. Supongo que jamás olvidaste que la realidad, la verdadera, la que sufren y

 padecen las masas que te aclamaron, los condenados de la Tierra, era la que merecía ser transitada y 

honrada con tu coherencia. Y como todo hombre que pisa el mundo con pies grandes, has pisado 

también todos los terrenos. Inclusos los fangosos.

Te equivocaste como el niño pobre que eras, te dejaste arrastrar por la ira, a veces por cierta vanidad 

–adorno infranqueable de los espíritus celebérrimos–. Y también por la lujuria, por ese hedonismo difícil 

de saltar sin tocar sus orillas resbalosas que nos hacen caer. La fama, que todo lo demuele, te dejó 

cicatrices imposibles de ocultar. Sin embargo, nada de eso resultó comparable a tu más grande ejercicio: 

el amor por tu pueblo, al que jamás le diste la espalda ni traicionaste por 30 monedas.

Tus mejores diademas fueron simplemente dos: gambeta y orgullo latinoamericano. A muerte, martiano, 

sin dobleces, furioso en la lucha cultural de todo un continente que te cantará por siempre “¡Maradó, 

Maradó!”. Una invocación emparentada a aquella otra que le cantaban a Fidel.

Por eso no me resulta extraño que te hayas ido en esta fecha -25 de noviembre- tan oscura y bella a la 

vez. La fecha en que el Comandante nos dejó hace cuatro años. Estoy seguro, Diego, Pelusa hermano

 mío, que ese otro grande que te colmó con su amor revolucionario, el Comandante Eterno, te llamó a 

filas en este día raro. La misma jornada histórica en que el Granma partió para liberar a Cuba. Y día 

escogido por Fidel para delegar la lucha.

Gracias Diego por tanto obsequio. Sin dudas viniste a nosotros para cambiarlo todo. Para dejarnos 

recuerdos y lecciones de integridad nuestramericana. Nos obsequiaste tu vida y a ella abrazaremos 

siempre, con sus bálsamos y dolores. Con sus tragedias y esta apoteosis que hoy se inicia para no 

concluir jamás. Por eso hoy dejaré de lado mi agnosticimo y me sumaré a la Iglesia Maradoniana para 

orar en voz alta:

Creo en Diego.

Futbolista todopoderoso,

Creador de magia y de pasión.

(…) Fue crucificado, muerto y maltratado.

Suspendido de las canchas.

Le cortaron las piernas.

Pero él volvió y resucitó su hechizo.

Estará dentro de nuestros corazones,

por siempre y en la eternidad.

Creo en el espíritu futbolero,

La santa Iglesia Maradoniana,

El gol a los ingleses,

La zurda mágica,

La eterna gambeta endiablada,

Y en un Diego eterno.

SIMPLEMENTE… ¡Gracias Diego!

fuente: REDH Cap.Argentina



Alba Movimientos despide a 

Diego Maradona















Resumen Latinoamericano, 25 de noviembre de 2020.

El Diego, al igual que Fidel, no necesita apellido, porque el pueblo sabe que es uno de los suyos. Hoy 

despedimos a Diego, y Nuestra América llora a unos de sus luchadores, a un pibe de la patria profunda 

que supo destellar por el mundo sin perder nunca ese potrero y ese barrio que llevaba con orgullo a cada

 rincón donde iba. Y por esas casualidades de la historia también, al igual que Fidel, parte un 25 de 

noviembre.

Pero el Diego es gigante, sobretodo, por su irreverencia contra los poderosos, contra los opresores, tan 

gigante como su ternura con los pueblos y con las causas justas: No importaba la latitud, no importaban 

las contradicciones: el Diego siempre decidió estar del lado de las y los más humildes. Los grandes 

poderes mediáticos y económicos nunca le perdonaron su rebeldía, sus contradicciones y sus flaquezas 

porque ellos querían un ídolo del fútbol aséptico que solo haga goles y cierre la boca. Pero con el Diego 

nunca pudieron. Maradona siempre tuvo en primer orden de prioridad la solidaridad con las causas del 

pueblo nuestroamericano: Desde abrazar a Fidel, recordar al Che, defender la Revolución Cubana, la 

Revolución Bolivariana, el proceso de cambio en Bolivia y denunciar el Golpe, pasando por jugar un partido 

de fútbol en Bogotá por el derecho del pueblo colombiano a consolidar su sueño de un país en paz, hasta 

seguir, con los pies en el barro, el camino en tren de Buenos Aires a Mar del Plata para plantarse junto al 

Comandante Chávez y gritarle a Bush y sus cipayos que este es un continente digno, con la bandera en 

alto del NO al ALCA.

Los pueblos no olvidan a aquellos que estuvieron en los momentos más dificiles en primera línea de

 batalla. Mientras tantos otros y otras, desde la comodidad de la fama o la supuesta corección política le 

daban la espalda a la Venezuela Bolivariana y bloqueada por el Imperio, el Diego aparecía para defender el 

proyecto que nos dejó Chávez y que continúa Nicolás. Mientras tantos otros y otras dudaban con 

tecnicismos y tibieza si lo del 2019 había sido un Golpe en Bolivia, el Diego salía a respaldar a Evo y darle 

fuerza al pueblo boliviano. Mientras tantos otros y otras aparecían en los medios hegemónicos posando en 

cómodos sillones, el Diego elegía los estudios de TeleSUR mostrando con orgullo su tatuaje del Che, para 

denunciar la corrupción de los autoproclamados dueños y señores del Fútbol.

Además de todo esto, y también por todo esto, el Diego fue el mejor jugador de Fútbol de la historia. Y salió 

de la villa con la magia de la zurda, y todas sus gambetas para dignificar a los pueblos.

El Gol de Maradona a los ingleses, fue el gol de Nuestra América contra el imperialismo. El Diego es la 

victoria de los pueblos.

Y como los pueblos no olvidamos, así como a Fidel, como Chávez y como al Che, lo recordaremos y lo 

llevaremos en el corazón.

Así como la pelota, las ideas y los principios no se manchan.

Hasta la victoria siempre, Diego.

Envio:RL


"Tenía mucho para dar": las 

Abuelas de Plaza de Mayo 

lloran a Diego Maradona

Estela de Carlotto contó sus anécdotas con el líder del fútbol.

jueves, 26 de noviembre de 2020




La partida de Diego Armando Maradona cambió el ánimo de todo el país, 

incluidas las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, quienes se sumaron a la cadena 

de mensajes que despidieron al astro del fútbol.

El organismo defensor de los Derechos Humanos (DD.HH.) posteó un tuit en el que 

calificó al famoso deportista como “el Diego del pueblo, el que reparaba en las 

injusticias y el dolor ajeno”.

Vivirás en nuestra memoria.

La misma publicación en honor a Maradona fue acompañada por una foto en la que observa a la presidenta de las Abuelas, Estela de Carlotto, quien, además, reveló en declaraciones radiales las historias que vivió con “el 10”.

 

Me desperté pensando que había sido un sueño y es una realidad.

Así comenzó hablando Carlotto -en diálogo con Futurock FM- la mañana en que el país vela los restos del líder del fútbol argentino en la Rosada, y agregó que se trata de “la pérdida de un gran hombre y un enorme deportista”.

Fuente: Televisión Pública

En ese sentido, la representante de los DD.HH. consideró que el deceso del entrenador argentino “es una pérdida temprana porque era joven todavía, tenía mucho para dar”, lamentó.

Maradona es para no olvidarlo jamás, él quería que lo respeten”, develó Carlotto, y contó que la primera vez que lo vio fue en Cuba, junto con Fidel Castro. Luego, ocurrió en Sudáfrica: “Nos abrazamos. También me saludó para mi último cumpleaños”, cerró.

Fuente:Minutonqn



La muerte de Maradona

Madres de Plaza de Mayo: “Es tan triste esta vez que no podemos hablar”








“Es tan triste esta vez que no podemos hablar”. Esa fue la despedida en las redes de las Madres de Plaza de Mayo para Diego Maradona, fallecido este miércoles a los 60 años, y con quien Hebe de Bonafini mantenía un vínculo cercano de afecto y admiración mutuo.

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