4 de septiembre de 2022

OPINION.

 


Pacman vs. Tetris

REDACCIÓN 04/09/2022
Pacman vs. Tetris

Tiene cierto sentido que Mijail Gorbachov, uno de los responsables del fin de la Guerra Fría, haya decidido hacer mutis por el foro justo ahora. Justo esta semana en la que la NASA estadounidense intentó retomar la carrera espacial, tan típica de aquellos años, con miras a poner una misión tripulada en la Luna, y un poco más adelante, cumplir el sueño de Ray Bradbury y mandar gente a Marte. Últimamente parece que a la historia le gusta hacer estos juegos circulares, y que no podemos dar un paso sin que de repente nos aparezca, como en el juego de la oca, una señal de que debemos retroceder 50 casilleros hacia el pasado.

 

"Trouble".

 

Pero como ya lo adelantara Julio Verne, estos viajes en el tiempo no son tan simples como querríamos. Tenemos un "trouble", Houston, y la misión Artemis I, que debía viajar a la Luna y orbitarla un rato para ver qué onda, no pudo despegar este lunes pasado, como se había anunciado con bombos, platillos, estrellas y barras para siempre. Debido a alguna falla técnica no especificada -el secreto es un componente esencial en la guerra fría- los técnicos decidieron posponer el lanzamiento, y el cohete quedó arrugado como frenada de gusano.

 

No aprenden más estos tipos de la NASA. Nos hemos cansado de decirles que antes de un viaje tienen que revisar bien todo, las cubiertas, el agua, el aceite y el líquido limpiaparabrisas. Pero no hay caso, a este paso no vamos a volver a pisar la Luna, ni a dar "un pequeño paso para un hombre, pero un salto gigante para la humanidad" en el planeta rojo.

 

Decimos "un hombre", porque desde luego -y a diferencia de los rusos, que muy tempranamente pusieron una astronauta fémina en el espacio- las misiones tripuladas norteamericanas de medio siglo atrás estaban compuestas 100% de varoncitos, y de ahí que todos los que éramos niños en aquellos años adquirimos esta vocación irrenunciable de ser, algún día, cosmonautas.

 

Tarde.

 

Parece ser que no es tan tarde para esta vocación reprimida. Dicen los que saben que los astronautas no son muchachotes jóvenes, sino que tienden a elegirlos entre los hombres maduros, pasada la cuarentena, aunque en buena forma física. Tiene sentido. Hace falta aplomo para manejar una nave espacial y sortear las dificultades que un piloto automático jamás podría. Para no hablar de que esas computadoras siempre se nos vuelven en contra.

 

Otro dato no menor: estos súper tripulantes tienen que saber un montón de medicina, de informática, y sobre todo, de mecánica. Se imaginará el lector que cuando llega la hora de cambiar una bujía, o un platino del carburador de la nave, no existe el recurso en la superficie lunar de encontrarse con el Taller "El Vasquito" para zafar de la emergencia.

 

De hecho, lo más probable sería encontrarse con un poco amigable robot chino. En Houston nadie oculta que esta urgencia por volver al espacio se les vino ahora que el gigante asiático está mandando sus propias misiones robóticas a la Luna (tres hasta ahora) y los norteamericanos, competitivos como son, no se conforman con poner en órbita al telescopio Webb o con los taxis espaciales que han comenzado a lanzar empresarios privados como Jeff Bezos o Elon Musk. Aunque este chiche nuevo les vaya a costar cien mil millones de dólares.

 

Artemis.

 

Estas nuevas misiones llevan el nombre de la diosa griega Artemisa, deidad dedicada a la luna, pero también a la caza, la naturaleza, los animales salvajes, el parto, el cuidado de los niños, la castidad y alguna que otra cosa más. No hay forma de errarle con ese nombre, todas y todes se sentirán representados e incluidos.

 

Si no nos sirven para volver a caminar otros astros, al menos estas misiones contribuirán al progreso de la ciencia aplicada a la vida diaria, como ya ha sucedido con los sistemas de congelación de alimentos, la computación y el velcro. Cuesta creerlo hoy, pero cuando el viejo Neil Armstrong dejó su pisadota en el suelo lunar, la computadora de a bordo en su nave Apolo tenía más o menos la capacidad de procesamiento y memoria que una PC hogareña 286, esas con las que debutamos en los años ochenta.

 

Los "millenials" no saben lo que se perdieron. Eran unas máquinas toscas, grandotas, muy poco atractivas con su pantalla negra con letras verdes o ámbar, que sin embargo nos regalaron momentos de diversión con sus jueguitos de Tetris, y a no dudarlo los astronautas también habrán recaído en ese vicio inocente en sus largos periplos espaciales. Aunque pensándolo mejor, el Tetris en realidad fue un invento ruso. Armstrong, Aldrin y Collins habrán jugado más bien al Pacman.

 

Tiene cierto sentido, también. El Tetris pega con la Unión Soviética, un juego que consiste en construir una pared, haciendo coincidir unos toscos ladrillos que nos caen desde el cielo -a no dudarlo, enviados por el Camarada Stalin- y que tarde o temprano nos sepultan irremediablemente. El Pacman es más afín al capitalismo, esas pirañas individualistas y emprendedoras que van comiendo todo a su paso en esos laberintos borgeanos, hasta que tarde o temprano en su voracidad insaciable, terminan todas fagocitándose mutuamente.

 

¿Realmente queremos volver atrás cincuenta años? A la guerra de Vietnam, el pata-pata, los golpes militares, Rolando Rivas y el fijador para el cabello?

 

PETRONIO

Fuente:LaArena

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