26 años sin rastros de Bruno Gentiletti: el nene desaparecido hoy tendría 35 años y su familia lo sigue buscando
Ese domingo, todavía de verano, la familia
salió de su casa en Las Rosas en horas de la mañana con destino al río. Querían pasar el día en la playa para festejar el
cumpleaños de Franco, que había sido el miércoles anterior. Viajaron en auto
más de una hora hasta la costa del río Paraná, y entraron al Balneario La
Florida, en la ciudad de Rosario. Llegaron cerca de las 11 de la mañana:
estacionaron, bajaron las cosas, se acomodaron bajo una sombrilla.
Lo que siguió, Marisa lo reconstruye así: el papá de los chicos se fue
con los dos mayores al agua, y Bruno se quedó con ella en la orilla del agua y
los dos más chicos. Después, ellos tres le pidieron permiso para ir a la zona
de los juegos que había en el predio, a unos 100 metros. Ella se quedó
preparando algo para comer y cuando, media hora más tarde, los llamó para que
fueran, Franco y Gisela regresaron sin Bruno. “Se fue al tobogán”, le dijeron a
su mamá. “Pero yo miraba y no había nadie en el tobogán”, dice Marisa
en diálogo con PERFIL, 26 años después.
Cuando Claudio Gentiletti y los chicos más grandes salieron del agua,
Bruno ya no estaba. “Y en ese momento había pasado media hora desde que
habíamos llegado, fue todo muy rápido. Y empezamos a buscar, a buscar, a
buscar. Adentro, afuera, y no lo encontramos más. Así fue todo”, dice Olguín.
La certeza de su mamá y una hipótesis de búsqueda
equivocada desde el principio
La primera reconstrucción que se hizo del rostro de Bruno para su imagen
posible de 17 años.
Lo buscaron en los juegos, en el estacionamiento donde habían dejado el
auto, preguntaron a las familias que estaban allí si lo habían visto pasar.
Confiaban en que podía estar por ahí, cerca. Buscaron en los alrededores del
lugar e incluso en un predio ubicado al frente del balneario, donde había otro
tobogán y creían que Bruno podría haber cruzado por curiosidad. El
personal de La Florida, recuerda Marisa, le decía que la posibilidad de que
hubiera salido de allí era nula porque por los molinetes no pasaba
ningún menor sin la compañía de un adulto. Pero dos de sus hermanos ya habían
cruzado los molinetes sin problemas para ir a buscar a Bruno.
Entonces empezó la desesperación: nadie recordaba haberlo visto,
excepto Franco y Gisela. Horas después, con la denuncia policial, las
autoridades se inclinaron sin dudar hacia la hipótesis de que Bruno se había
ahogado, por lo que desplegaron rastrillajes por el río Paraná. De los
operativos de Prefectura también participaron vecinos que llegaron desde Las
Rosas, pescadores y buzos, pero no se obtuvo ningún resultado y el nene seguía
sin aparecer.
Marisa y Claudio con una foto de Bruno.
Bruno tenía otitis secretora, y lo habían operado en agosto de
1996 para colocarle dos dispositivos que iban a regenerar las membranas de sus
tímpanos. Por ese diagnóstico, él sabía que tenía que evitar mojarse los
oídos y usar los tapones siempre que estaba en contacto con el agua.
“Se ponía los tapones para bañarse, para meterse en la Pelopincho, para
todo. Tenía que tener siempre esa zona seca y él hacía caso. Y su primera
impresión cuando vio el agua fue ‘uy mami, qué agua sucia’, porque era agua de
río, y me dice ‘y yo no me traje los tapones’”, recuerda
Marisa.
Ese antecedente en la historia clínica de Bruno es lo que le dio a su
mamá una seguridad: para ella era –y es, aún hoy– casi imposible que él hubiese
ido hacia el agua sin los tapones y, desde un primer momento, sintió que la
búsqueda en el río por un posible ahogamiento era tiempo perdido. Sin embargo,
esa fue la hipótesis principal alrededor de su desaparición durante al menos el
primer mes, pese a que su familia pedía que se indaguen otras
posibilidades, y en la que más temían: que alguien se lo hubiese llevado
del balneario.
Con la reconstrucción de los hechos, que pudo hacerse en el lugar ante
el juez Edgardo Bistoletti recién tres meses después, los hermanos de Bruno
hicieron el recorrido de ese día. Explicaron que él fue al tobogán, y
volvió diciéndoles que un hombre y una mujer le habían dicho que estaba cerrado,
pero que de todas formas él insistió en volver allá para jugar y regresó solo.
"Nosotros fuimos a la cama elástica y Bruno al tobogán. De pronto vino
Bruno y nos contó que un hombre y una mujer le dijeron que el tobogán estaba
cerrado", contaron Franco y Gisela en ese momento.
De las personas presentes en La Florida ese 2 de marzo, tampoco hubo
testimonios que pudieran aportar datos sobre qué pasó con Bruno. Al día
siguiente hubo gente que dijo haber visto chicos que podían ser él en los
alrededores de la playa. “Buscamos de noche, a toda hora, pero no”,
reitera su mamá.
“Nadie buscaba a Bruno fuera de ahí salvo nosotros. Todos estaban
esperando a ver si se encontraba el cuerpo en alguna desembocadura. Nos llevó
tres meses poder hacer la reconstrucción de los hechos, que mis hijos mostraran
al juez dónde estaba Bruno, dónde estaban ellos. Muchas cosas que en los
primeros momentos son fundamentales, y todo eso se diluyó porque nadie nos
llevaba el apunte. Sentíamos desesperación porque nadie se movía”,
dice Marisa a este medio al hablar sobre esas semanas caóticas.
Una búsqueda desesperada: datos en distintas
provincias y una denuncia ante Migraciones que se “traspapeló”
En abril de 1997, Marisa Olguín y Claudio Gentiletti viajaron a Buenos
Aires para intentar dar más visibilidad a la búsqueda de su hijo. En ese viaje,
en el que recibieron asesoramiento, se enteraron de que todavía no había
denuncia registrada en Migraciones sobre la desaparición de Bruno para evitar
su salida del país. Tuvieron que hacerla ellos personalmente.
“El juez dijo que lo había mandado, pero que se había traspapelado. Por
donde mirabas todo era vacío legal”, recuerda Marisa. La Policía Federal e
Interpol empezaron a trabajar recién en el mes de abril sobre el caso. “En Interpol
figuraba que Bruno había desaparecido en abril porque justo ese mes es cuando
yo viajé a Buenos Aires e hice la denuncia, pero ya había pasado un mes”,
remarca. Más de treinta días en los que su hijo podría haber sido llevado a
cualquier parte.
Con el paso del tiempo, cuando llegaba una pista no dudaban en seguirla.
A Tucumán viajó dos veces seguidas. En San Nicolás, provincia de Buenos Aires,
estuvieron casi un mes buscándolo porque había muchas llamadas de gente que
veía chicos parecidos. Son apenas dos ejemplos de algunos de los tantos
llamados que recibieron, pero que no llevaron a nada. “Yo le rogaba a
la gente que los retuviera (a los chicos) –dice–. Nos volvíamos locos, íbamos a
un lado, nos mandaban para otro, era tremendo. Y así en muchos lugares”.
La angustia crecía a la hora de volver a su casa después de esos días
sin certezas, y sin saber qué decirle a sus otros cuatro hijos, que se
ilusionaban con que ella algún día traería a su hermano al regreso de uno de
esos viajes. Esas vidas también seguían y su familia lo transitó como pudo. Al
año de la desaparición de Bruno, se separó de su marido.
“Era terrible volver a casa. Yo me iba diciendo ‘me voy a buscar a Bruno
porque me dieron un dato’. Cuando llegaba ellos esperaban que volviera con su
hermano. Eran muy unidos y se mantienen así de unidos hoy, están siempre
buscando a ver qué novedades hay, buscan en diarios de otros países. Yo siempre
les decía: ‘si nosotros sufrimos, imagínense cómo sufrió Bruno. A
él le tocó estar afuera y nosotros estamos juntos’”, se consuela Marisa.
Bruno desapareció cuando tenía 8 y este año cumplió
35: la reconstrucción de su imagen
A lo largo de estos 26 años se hicieron dos reconstrucciones del rostro
de Bruno Gentiletti para intentar aproximarse a su imagen actualizada. La
primera se hizo en Estados Unidos, mediante Missing Children y el FBI, que en
ese momento, cuenta su mamá, eran los únicos que tenían la tecnología para
hacerlo. Se logró una imagen probable de Bruno a los 17 años. Una segunda
reconstrucción hizo tiempo atrás el Ministerio de Seguridad de la Nación y es
de su rostro con 33, 34. Nacido en 1988, el 18 de junio de este año Bruno
cumplió 35 años.
En Argentina, Missing Children busca actualmente a 40 personas que se
perdieron siendo menores de edad y hoy son adultos. Si bien más del 95 por
ciento de los casos de chicos perdidos se resuelven, hay casos como el de Bruno
o el de Sofía Herrera en los que prevalece la incertidumbre.
“Tenemos más del 95 por ciento de los casos resueltos positivamente. Eso
es un número muy alto. De las denuncias diarias, que a veces son 3,4,5, la
mayoría son chicos que se encuentran rápidamente y vuelven a su casa, a veces
en forma espontánea. Lo que pasa es que hay un 5 por ciento de los que no se
sabe nunca nada más y siguen estando ahí.
Son los que nos preocupan y nos impulsan a organizar campañas”, dijo
tiempo atrás Ana Llobet, presidenta de Missing Children Argentina,
en una entrevista con PERFIL.
En 2020, la causa por la desaparición de Bruno Gentiletti pasó al
Ministerio Público Fiscal y se dispuso un nuevo equipo para investigar el caso
desde el principio. La familia Gentiletti dio muestras al Equipo de
Antropología Forense, y en 2022 se compararon con los datos de un joven de Mar
del Plata que tenía rasgos parecidos a Bruno y dudaba de su identidad.
Los resultados fueron negativos, pero ni Marisa ni sus hijos pierden la
esperanza de algún día volver a encontrarse con él: “Vemos historias en otros
países que a través de ADN y de esas reconstrucciones se ha llegado a encontrar
gente después de 40, 50 años. Son herramientas que hoy te dan esperanzas de que
en algún momento puede suceder”.
► El Ministerio de Seguridad de la Nación ofrece una recompensa de
1.500.000 pesos a quien aporte datos que conduzcan directamente a encontrar a
Bruno Gentiletti. La recompensa está destinada a aquellas personas que aporten
información que sirva para dar con su paradero. Se puede llamar de forma
anónima al 134 o contactarse mediante el siguiente formulario: Búsqueda de Bruno Gentiletti.
Fuente:Reporte24
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