31 de julio de 2023

ROSARIO: Culturicidio: cuando Tablada fue testigo de la quema de libros.

Culturicidio: cuando Tablada fue testigo de la quema de libros

La Vigil, hoy espacio de memoria, recuerda la destrucción de su acervo y la intervención por parte de la dictadura cívico militar.

Fuente:LaCapital

Por Paula Busnadiego

30 de julio 2023

Culturicidio: cuando Tablada fue testigo de la quema de libros

La Vigil, hoy espacio de memoria, recuerda la destrucción de su acervo y la intervención por parte de la dictadura cívico militar.

Por Paula Busnadiego

30 de julio 2023

Pasaje Perkins y Alem es mucho más que una esquina de barrio de Tablada. Desde fines de junio pasado es un sitio de memoria señalizado, huella de un genocidio cultural que marcó a Rosario. “El 25 de febrero de 1977 efectivos de la policía de Rosario comandados por Agustín Feced, agentes de la marina y civiles profesionales ingresaron a La Vigil y decretaron una intervención normalizadora. Se apropiaron del lugar y destruyeron un espacio cultural y colectivo (...). Las vecinas y vecinos fueron testigos de la quema de libros. Vieron cómo los militares arrojaban libros desde el tercer piso y los destruían. Se estima que entre 1977 y 1983 se destruyeron más de 80 mil libros”, relata La Vigil, Apuntes de una historia viva. Una reciente producción audiovisual realizada por la Dirección de Derechos Humanos y Memoria de la Municipalidad de Rosario en colaboración con la Comisión de Memoria de la emblemática institución.

A modo de ritual purificador y con fines disciplinadores, las dictaduras del mundo se destacaron por la quema masiva de libros. Un acto salvaje del que no se privó la dictadura cívico militar argentina. Una de las quemas más renombradas por sus dimensiones fue la de agosto de 1980 en Sarandí (Buenos Aires), en la que se destruyó un millón y medio de libros y revistas editadas por la Centro de Estudios de América Latina (Ceal). Pero no fue la única. Tal como recuerda la Dirección de Derechos Humanos municipal, Rosario tuvo la suya.


Culturicidio

El genocidio cultural perpetrado por el Terrorismo de Estado a través de la destrucción del acervo de La Vigil y la Editorial Biblioteca, fue acompañado del secuestro y detención ilegal de ocho integrantes de su comisión directiva y la clausura de todos sus proyectos educativos y artísticos. La celebración de los 40 años de democracia invita a revalorizarla a través de un ejercicio de memoria, que ponga la lupa sobre aquel proceso represivo responsable de la desaparición de una parte importante del patrimonio cultural local que se había gestado en la zona sur de la ciudad.

Nadina Mottura es profesora de historia y miembro de comisión directiva de La Vigil, y explica que durante la dictadura la quema de libros fue una práctica frecuente, que incluyó la selección, censura, secuestro y quema pública y masiva de ejemplares. “Si algo va a ocurrir con los libros editados por La Vigil es precisamente el ser perseguidos, ultrajados, apropiados, destruidos, quemados y desaparecidos”, afirma y explica que en este accionar de las fuerzas represivas hubo testigos que presenciaron las distintas modalidades de destrucción.

La Comisión de la Memoria de la institución pudo recuperar testimonios variados. Mottura cuenta que fue de gran valor el relato de vecinos y estudiantes del instituto secundario, que aseguraron haber visto en más de una oportunidad camiones militares repletos de libros que salían desde el portón sobre calle Gaboto, desde el cual se accedía directamente a los sótanos del edificio. También se sumaron los testimonios de chicos que hacían la “colimba” y estaban destinados en el lugar, que contaron que llevaban los libros en las carretillas hasta el subsuelo donde había un pequeño horno en los que los incineraban. De igual modo se destaca el testimonio de una persona que trabajaba en el área de mantenimiento y que continuó haciéndolo después de la intervención, y que por su tarea tenía acceso a los espacios que los interventores habían prohibido como los subsuelos, lo que le permitió ver la masiva destrucción de obras. Este último relato fue de mucho valor en la primera inspección judicial técnica que tuvo lugar en el marco de la causa Feced III y IV.

La docente cuenta que la dimensión que tuvo este genocidio cultural puede entenderse a través de la investigación realizada por Natalia García, quien realizó su tesis doctoral sobre la historia social, política y educativa de la Biblioteca Vigil, publicada en 2015 bajo el título El caso Vigil, por la editorial de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Mottura explica que esta investigación da cuenta de que “hubo una deliberada destrucción sobre diversos tipos de materiales que pertenecían a la institución intervenida, que no solo operó la apropiación y destrucción de bienes muebles e inmuebles —como libros, la lente del telescopio del observatorio astronómico y valiosos materiales para la puesta en funcionamiento de la sala teatral— sino también de documentación que hacía al quehacer cotidiano de la institución”.

Los relatos de quienes formaron parte de La Vigil fueron claves a la hora de entender tanto las dimensiones de la obra de la institución como de su destrucción: “Contamos con las memorias del bibliotecario mayor Raúl Frutos, de Rubén Naranjo como director de la Editorial Biblioteca, y el informe denominado “Planilla Inventario” realizado por la propia intervención en 1979 firmado por Guillermo Tasada”, cuenta Mottura.

¿De dónde surge el número de 80 mil libros quemados, desaparecidos? La docente afirma que en una entrevista, Rubén Naranjo expresó que no quedó ni un solo libro en un depósito que contenía 80 mil volúmenes. Además, ofreció detalles sobre las obras de la propia Editorial Biblioteca: “Los libros que estaban por salir, como los de la colección Testimonios, fueron destruidos. La intervención los destruyó inmediatamente, los quemaron o guillotinaron, o las dos cosas”. Los relevamientos sobre el material existente que había realizado la Biblioteca Pedagógica Eudoro Diaz, que funcionó en el edificio de La Vigil, avalan estos números que permiten llegar a la cifra que comunica la institución.

El servicio bibliotecario de la institución contaba con obras inéditas provenientes de todo el mundo.

El servicio bibliotecario de la institución contaba con obras inéditas provenientes de todo el mundo.

¿Por qué La Vigil?

La Biblioteca Popular Constancio C. Vigil nació del corazón de la vecinal del barrio Tablada en 1959, y gracias a la enorme capacidad de organización colectiva llego a transformarse en un complejo cultural y educativo de dimensiones al servicio de su comunidad. En las décadas del 60 y 70 se crearon, además del servicio bibliotecario, el jardín de infantes, la guardería, la escuela primaria, el secundario, la Universidad Popular, el Museo de Ciencias Naturales, el Observatorio Astronómico, el Centro Recreativo Deportivo, la Editorial Biblioteca con imprenta propia, la Caja de Ayuda Mutua y el Centro de Cómputos, con tecnología única como eran las computadoras IBM.

En 1966 la Vigil se incorporó a un programa cultural de la Unesco, lo que posibilitó el intercambio de obras con mas de 500 universidades y bibliotecas de todo el mundo. Por aquellos años, la biblioteca de zona sur recibía materiales inéditos de distintos países y con la intención de hacerse presente en el mundo avanzó en la creación de su propia editorial. El objetivo era publicar y darle visibilidad e impulso a las obras de autores del interior del país. Para ello se conformó un equipo especializado integrado por importantes escritores, periodistas, bibliotecarios, profesores, fotógrafos y diagramadores de Rosario y la región. Con Rubén Naranjo a la cabeza, el equipo se destacó con las obras de Rafael Ielpi, Hugo Gola, Jorge Riestra y Rodolfo Vinacua, entre otros.

Mottura explica que la Editorial Biblioteca nació con la voluntad de brindarle un lugar destacado a los autores locales, además de la convicción de que era necesario descentralizar el polo de producción librera, hasta ese entonces hegemonizado por Buenos Aires. “La Editorial Biblioteca llegó a ser un verdadero éxito, hasta el momento de la intervención militar se habían publicado 92 títulos integrados en 16 colecciones de todos los géneros”, indica.

Entonces ¿por qué La Vigil? La respuesta es que aquella biblioteca popular se había transformado en un proyecto colectivo y cultural autogestivo de dimensiones. Una creación sustentada en valores democráticos que permitía el acceso de más derechos a las familias trabajadoras de Tablada y de Rosario en general. Un hecho incompatible con la ideología y las intenciones de la dictadura cívico militar, que operó de forma decidida hacia su destrucción.

El complejo contaba con un observatorio astronómico propio.

El complejo contaba con un observatorio astronómico propio.

Crónica de la oscuridad

En el proceso de terror iniciado en 1976, la censura como herramienta de control y disciplinamiento fue uno de los mecanismos más utilizados por quienes detentaban el control del Estado. Establecer qué estaba permitido leer, estudiar y escuchar, resultaba clave a los fines de impedir la difusión de opiniones contrarias al orden impuesto. Se establecieron largas listas de autores, títulos de libros, editoriales, cantantes, letras de canciones, manuales y contenidos que fueron prohibidos. Desde libros infantiles hasta contenido curricular y planes de estudios fueron retirados de la libre circulación.

La censura tuvo nombre y fue comunicada oficialmente por el Ministerio de Educación de la Nación. La cartera educativa fue ocupada en los primeros años de la dictadura por el santafesino Ricardo Bruera, quien implementó el llamado Operativo Claridad, “que puede pensarse como el plan sistemático de desaparición simbólica de aquellos bienes culturales sospechados de ser marxistas, una identidad bajo la cual se englobaba generalmente a toda posibilidad —real o ficticia— de oposición al régimen militar”, indica Mottura.

Las resoluciones oficiales que se comunicaron en este marco dieron fundamento al culturicidio que tuvo lugar en pasaje Perkins y Alem, con la quema de libros y la prohibición de todo proyecto educativo y artístico colectivo y democrático. Al silenciamiento de escritores y artistas le siguió la intervención de instituciones educativas, con centenares de docentes cesanteados, perseguidos, desaparecidos y muertos.

Había que hacer desaparece lo creado en Tablada y borrar a La Vigil del imaginario social. Como si eso fuera posible, a inicios de los años 80 se dispuso la modificación del nombre de las escuelas, que pasaron a llamarse Complejo Educativo Pedro de Vega, “intentando borrar todo rastro de identidad para que no perdurara nada referido a La Vigil en la ciudadanía”.

La Editorial Biblioteca fue creada con el objetivo de darle impulso a las obras de autores del interior del país.

La Editorial Biblioteca fue creada con el objetivo de darle impulso a las obras de autores del interior del país.

Memoria y resistencia

“La Vigil es lucha y también somos lo que nos quitaron para que no seamos”, dice Mottura y reafirma que pese a los embates pasados y presentes, el centro cultural y educativo de Gaboto y Alem sigue peleando por existir y resistir.

Los delitos de lesa humanidad perpetrados contra La Vigil y sus miembros fueron investigados y juzgados en la causa Feced III y IV, cuya sentencia se conoció en mayo de 2020 y condenó a la pena de prisión perpetua e inhabilitación absoluta a los genocidas José Rubén Lofiego, Mario Marcote y Ramón Ibarra. Los delitos por los que fueron juzgados se vinculan con el secuestro de ocho miembros de la comisión directiva que fueron detenidos de manera ilegal en la madrugada del 10 de mayo de 1977. Al día de la fecha, son veintiséis los socios, empleados, docentes, cooperadores y estudiantes de La Vigil que se encuentran en condición de asesinados o desaparecidos. Además, continúan las investigaciones sobre los delitos económicos que se cometieron contra la institución y su comunidad.

En 2015 La Vigil fue declarada Sitio de Memoria del Terrorismo de Estado, por lo que todas sus actividades se abocan a recuperar la memoria de la institución y su historia reciente. El pasado 30 de Junio, junto a la Dirección General de Derechos Humanos de la ciudad, se realizó la señalización de la biblioteca en el marco del programa Señalética de la Memoria. Una nueva demarcación que se suma a la ya existente desde el 2015, realizada por la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria.

“Fueron 35 años de intervención, destrucción, saqueo, apropiación y usufructo de nuestros bienes y edificios. Nuestra lucha actual es visibilizar que La Vigil resiste a diez años de haber recuperado su democracia y de haber vuelto a nacer”, indica la docente y agrega: “Queremos hacer saber que La Vigil resiste todos los días frente a quienes intentan nuevamente dejarla en el olvido, porque La Vigil es presente y también historia, es resistencia y memoria”.

En sus instalaciones se realizan más de 30 talleres anuales de temáticas y propuestas variadas destinadas a infancias, jóvenes, adultos y adultos mayores. Se llevan a cabo presentaciones de libros, diversidad de muestras y obras de teatro. La cultura popular sigue viva en cada uno de sus espacios y perdura a pesar de todo. O como dice Mottura: “Decimos presente en un mundo que nos quiere ausentes”.

En uno de los espacios señalizados como sitios de memoria, un mural recuerda a sus miembros desaparecidos.

En uno de los espacios señalizados como sitios de memoria, un mural recuerda a sus miembros desaparecidos.











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