17 de agosto de 2023

¿Dónde está Miguel Bru?.

 DESAPARECIÓ EL 17 DE AGOSTO DE 1993

Ver comentarios

¿Dónde está Miguel Bru? Brutalidad policial y encubrimiento en un caso de desaparición que sigue abierto 30 años después

El estudiante de periodismo, de 23 años, fue secuestrado y torturado 

en una comisaría de La Plata por efectivos de la policía bonaerense, 

a quienes había denunciado por un allanamiento ilegal. Nunca se

hallaron sus restos.

Miguel Bru tenía 23 años. Desapareció el 17 de agosto de 1993 en La Plata. | Cedoc


Licenciada en Comunicación Social. Periodista. Mail: agonzalez@perfil.com | anabellalucilag@gmail.com

De Miguel Bru se pueden decir infinidad de cosas que se desprenden 

del testimonio de quienes lo conocieron. Vivía en La Plata, tenía 23 

años, era estudiante de periodismo, hincha de Boca, adoraba a sus 

perros, solidario, cantaba en una banda punk, militaba en las causas de 

Derechos Humanos. Y la lista sigue. A 30 años de su desaparición a 

manos de la policía bonaerense, hay algo de él que todavía ni su familia

ni sus amigos pueden decir y es dónde está: pudieron reconstruir qué 

le pasó, condenar a los responsables, pero su cuerpo sigue sin 

aparecer.

Apremios ilegales, complicidad para encubrir lo sucedido y un juez a 

cargo que fue enjuiciado y destituido por haber favorecido a efectivos 

policiales en más de una veintena de causas que los comprometían son 

parte fundamental del caso, que permanece con una incógnita que 

mantiene una búsqueda activa con 5 millones de pesos en recompensa 

para quien aporte datos. 

Miguel Bru y su mamá Rosa Schonfeld 20230816
Miguel Bru tenía 23 años en 1993, cuando fue detenido, secuestrado y desaparecidos por 
policías bonaerenses. 

Agosto de 1993. Miguel, hijo de Rosa Schonfeld, vendedora, y Néstor

Bru, policía, vivía con tres amigos en una casa tomada de la calle 69 

entre 1 y 115 de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires. 

Estudiaba en la Escuela de Periodismo y Comunicación (hoy Facultad) 

de la Universidad de La Plata. Para tener algo de plata limpiaba vidrieras 

de negocios y cuando podía, le compraba carne a sus dos perros, que lo

acompañaban a cursar. Sus amigos dicen que no se perdía las Marchas 

de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo, que era amigable, se 

definía anarquista y le encantaba el periodismo.

Por esos días, dos amigos le habían pedido que les cuidara la casa 

porque iban a viajar, y él invitó a su novia Carolina –que vivía en Mar 

del Plata– a que lo acompañara. Pero cuando Carolina llegó a encontrarse 

con Miguel, él ya no estaba: ni en su casa, ni en la de sus amigos Lorena

y Santiago que tenía que cuidar, ni con sus padres, ni en ninguna parte.

“Empezamos a preocuparnos todos porque Miguel no era de borrarse sin decir 

nada, de irse y no avisar”, recuerda sobre esos primeros días Alberto 

Mendoza Padilla, uno de los amigos de Miguel, en conversación con 

PERFIL.

Mendoza, compañero de Miguel en la facultad, fue uno de los impulsores 

de la Comisión de Familiares, Amigos y Compañeros de Miguel Bru 

que, entre 1993 y 1999 –cuando la causa llegó a juicio– buscó visibilizar 

el caso y denunciar que se trataba de una desaparición que tenía 

como responsables a las fuerzas de seguridad de la Comisaría 

Novena de La Plata. 

Todo empieza un tiempo antes de su desaparición. Miguel Bru había 

denunciado al personal del Servicio de Calle de esa comisaría por un 

allanamiento ilegal que hubo en su casa. Se enteró por sus amigos lo 

que había sucedido cuando no estaba: policías con ropa de civil –el ex 

subcomisario Walter Abrigo y el sargento Justo José López– habían 

entrado al domicilio sin orden judicial, armados, y amenazaron a punta 

de pistola a uno de ellos por presuntos “ruidos molestos” de la banda 

en la que cantaba Miguel, Chempes 69.

Enojado y con el objetivo de alertar sobre lo ocurrido –por temor, quizás, 

de que vuelva a suceder– recurre a su mamá y a  un amigo y abogado 

de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos: les cuenta y 

dice que no quiere dejarlo pasar, que está decidido a denunciar. 

Miguel Bru y su mamá Rosa Schonfeld 20230816
Miguel Bru cuando iba a la escuela primaria. 

A partir de esa denuncia, Bru queda en la mira de la policía. Cuando 

sale de su casa lo siguen, le piden que retire la denuncia, hacen un 

segundo allanamiento violento al que intentar asociar a un robo en un 

comercio de la zona. “Empieza a haber un hostigamiento hacia él: lo 

seguían cuando salía de la casa, iba por la avenida 1 y el sargento 

López lo seguía a la par mientras caminaba, a paso de hombre en una 

chevy de civil”, cuenta Mendoza.

Su madre, Rosa Schonfeld, lo reafirma a este medio: “En más de una 

oportunidad López lo siguió en su auto, y lo sostengo porque él en una 

declaración al juez (Amilcar) Vara dijo ‘tal vez caminé a la par, pero mi 

trabajo es la protección de la zona’. No lo niega ni lo negó nunca”. 

Ese martes 17 de agosto, se probó en el juicio, Miguel fue secuestrado 

pasadas las 19 horas en la localidad de Bavio, ubicada en el partido 

bonaerense de Magdalena –cerca de la casa de sus amigos Lorena y 

Santiago– y llevado a la Comisaría Novena, donde fue torturado hasta 

las 2 de la mañana y asesinado. Lo sacaron luego por la parte de atrás 

del lugar. Pero nada de esto sabía su familia por ese entonces. 

Su mamá hace la denuncia por averiguación de paradero después de que

otro de sus hijos, Guillermo, le contara que no lo encontraba. En la casa 

que tenía que cuidar estaba su bicicleta, había un fuego reciente que 

indicaba que alguien había estado ahí, ropa al costado del río, pero 

ningún indicio de dónde podía estar. 

Miguel Bru 20230719
Rosa Schonfeld, la madre de Miguel Bru, en un allanamiento que se hizo meses atrás en
búsqueda de sus restos. 

Mendoza recuerda que cuando se hizo la denuncia, les preguntaron si 

sabían si alguien estaba enemistado con él o quería hacerle daño: 

“Carolina dijo ‘sí, personal de Calle de la Comisaría Novena’. Ahí 

empezamos a atar cabos y a relacionar su desaparición con los dos

allanamientos que habían tenido en la casa”. 

Era la década de los noventa. Después de la recuperación de la 

democracia en Argentina, por esos años gobernaba la provincia de 

Buenos Aires Eduardo Duhalde, que definía a esa fuerza de seguridad 

como “la mejor policía del mundo”. Una policía bonaerense que tenía 

como jefe a Pedro Klodczyk y sumaba casos de corrupción y abuso de 

poder que luego la catalogarían como la “maldita policía”.

Sin pruebas, sin pistas, y sin testimonios, amigos y familiares fueron 

detrás de lo único que en ese momento hacía ruido entre la incertidumbre: 

el comportamiento que la policía de la zona tuvo en el último tiempo

con el estudiante. Entendieron que era hora de organizarse para reclamar 

por la aparición con vida de Miguel, recurrieron a la Asamblea Permanente 

de los Derechos Humanos (APDH) y lograron que dos abogados los

representaran para llevar adelante el caso, Roberto Bugallo y Marta 

Vedio.

 

"¿Qué le hicieron al pibe?": el testimonio clave de 

Horacio Suazo que su hermana declaró ante la 

Justicia

Horacio Suazo estaba detenido en la Comisaría Novena la noche del 17

de agosto de 1993 en la que ingresó Miguel Bru. Había estado preso en 

algunas oportunidades en esa misma dependencia y parecía conocer a

los policías. Cuando salió en libertad, le contó a su hermana, Celia 

Giménez, lo que sabía del caso Bru: dijo que esa noche los efectivos 

golpearon a Miguel, le aplicaron el método de tortura conocido como 

“submarino seco”, se descompensó, le tiraron agua, no reaccionó.

Cuando ya no se movía, Suazo le grita a Justo López: “Negro, no le 

peguen más al pibe, ¿qué le hicieron al pibe?”. “Y un poco se expone 

como testigo de lo que había pasado”, explica Mendoza. Es que poco 

después de recuperar la libertad, Horacio Suazo muere en un presunto

enfrentamiento. “Quisieron limpiar un testigo ocular de lo que habían 

hecho, pero no tienen en cuenta que antes de morirse, él le había contado 

lo que había pasado a la hermana”, dice el amigo de Miguel.

Desde noviembre de 1993, Rosa Schonfeld recibía anónimos de manera

frecuente. Información que hablaba de su hijo, de lo que le había pasado.

Muchos eran mensajes insignificantes, pero meses después llega lo que 

ella define como el “anónimo grande”: decía que a Miguel lo habían 

sacado por la puerta de atrás de la Comisaría Novena en el Peugeot 504 

blanco de Walter Abrigo, y mencionaba a Celia Giménez. 

Rosa la buscó hasta que dio con ella de la forma menos pensada: el papá

de Miguel, Néstor Bru, se enteró de que el marido de Giménez estaba 

detenido en la comisaría de Villa Argüello, donde él trabajaba. Ella les 

pidió a los amigos de Miguel, también estudiantes de periodismo, un 

grabador. Lo escondió en la cartera, la esperó dos jueves y al tercero la 

encontró en el horario de visitas. La causa ya circulaba por los medios 

y la cara de la mamá de Miguel, también. Cuando Rosa le pregunta si la 

conoce, Giménez dice que sí y acepta contarle lo que sabía: “Sí, total a 

mi hermano ya lo mataron”. 

“No lo querían matar a Miguel pero se les fue de palos”: así supo 

Rosa Schonfeld que su hijo estaba muerto. Y tenía registro de ese 

testimonio en cassette. Cuando un diario lo publicó, la causa tomó otro 

rumbo: “Ya no era la madre loca que decía que la policía lo seguía. 

Después empieza la investigación y con esas pruebas no quedó más 

remedio que tomarle declaración a los testigos”, dice Schonfeld. 

Había otro obstáculo que no permitía que la causa avanzara, y la 

Comisión lo trataba de visibilizar: el accionar parcial en favor de la 

policía que ejercía el juez Amilcar Vara. En 1995, el procurador general 

de la Corte Suprema Eduardo de la Cruz inicia una investigación y se

prueba que en 27 causas el magistrado había actuado siempre en favor 

de los efectivos, entre ellas en el caso de Miguel Bru y el de Andrés 

Núñez, un obrero detenido y desaparecido en 1990. En mayo de 1998, 

Vara fue inhabilitado de por vida. 

“Las causas que caían en el juzgado de Vara, torturas, apremios ilegales 

o delitos cometidos por la policía, él las cajoneaba. Eso se comprobó, se

le hizo juicio político y se lo destituyó del cargo. Eso sentó un precedente, 

porque generalmente no existían jurys políticos a jueces”, recuerda 

Alberto Mendoza.

 

Un juicio sin el cuerpo de Miguel Bru: testimonios 

clave y un libro de guardia con su nombre borrado, 

las pruebas 

Pasaron casi seis años entre la desaparición de Miguel y el juicio. En 

ese tiempo, sus amigos y familiares organizaron marchas en la ciudad 

de La Plata y trabajaron para instalar el pedido de justicia en la agenda 

pública. 

“Nosotros teniamos que hacer un relato contrahegemónico, y decir no 

sólo que la bonaerense no era la mejor policía del mundo, sino que esta 

policia amenaza, detiene, tortura y desaparece. Eso pasó con nuestro 

amigo”, explica Mendoza.

En el juicio por el secuestro y tortura seguido de muerte de Miguel Bru,

que empezó el 28 de abril de 1999 y tuvo la declaración de cerca de 100

testigos, se condenó a los policías Justo José López y Walter Abrigo 

por tortura seguida de muerte, privación ilegal de la libertad y falta a los 

deberes de funcionario público. También fueron condenados Juan

Domingo Ojeda –a cargo de la Comisaría Novena la noche del 17 de 

agosto– y  Ramón Ceresetto –suboficial de guardia– ambos a dos años 

de prisión. 

Miguel Bru y su mamá Rosa Schonfeld 20230816
Cada 17 de agosto hay una vigilia en la puerta de la Comisaría Novena de La Plata. Es el último lugar 
donde Miguel estuvo con vida. 

Fue Ceresetto quien esa noche escribió en los ingresos del libro de 

guardia el nombre de Miguel Bru. Cuando lo matan, lo borran y lo 

reemplazan con otro nombre. Una pericia que se hizo en el Instituto 

Balseiro comprobó, con un 99% de precisión, que la primera palabra 

borrada contenía una letra G y la segunda palabra era de tres letras y 

coincidía con BRU. 

“Fue algo fundamental para demostrar que Miguel había sido 

ingresado a la comisaría novena, y marcaba la responsabilidad de 

los policías. Fue un elemento contundente que echaba por tierra la 

versión de los policías de que a Miguel no lo conocían y que nunca lo 

habían detenido”, remarca el amigo de Miguel.

Es el primer juicio, dice el referente de la Asociación Miguel Bru, en el 

que se condenó a miembros de las fuerzas de seguridad por tortura 

seguida de muerte a partir de las pruebas y los testigos, sin el cuerpo del 

delito.

Walter Abrigo falleció en 2003 mientras cumplía su condena y, al día de 

hoy, el único detenido es Justo López, en Florencio Varela. Al igual que 

Abrigo, ninguno aportó información sobre lo que hicieron con el cuerpo

 de Miguel. 

Miguel Bru 20230719


30 años y una pregunta sin respuesta: ¿Dónde está 

Miguel?

En el marco de la causa, que desde 2017 está a cargo del fiscal Marcelo 

Martini, titular de la Unidad Fiscal de Investigaciones (UFI) 3 de La Plata, 

se realizaron cerca de 40 allanamientos para encontrar los restos de 

Miguel Bru.

Desde agosto de 2022, la recompensa para quien aporte datos certeros 

que ayuden a localizarlo es de 5 millones de pesos, y se puede denunciar

de manera anónima. 

“Queda un hueco sin llenar, que es no poder encontrar el cuerpo de 

Miguel y darle la sepultura que corresponde. Es como que algo falta 

para cerrar esta historia. Hace dos años falleció Nestor, el papá de 

Miguel, y para nosotros fue terrible que él se muera sin encontrar los 

restos de su hijo”, dice Mendoza, y suma: “Nosotros seguimos buscando. 

Nuestro principal objetivo como Asociación es encontrar el cuerpo de 

Miguel. Hasta que eso suceda no vamos a parar”.

Miguel Bru

Quienes puedan aportar información pueden presentarse exclusivamente 

ante cualquier Fiscal General de Cámara de los distintos Departamentos 

Judiciales de la Provincia de Buenos Aires; la Unidad Funcional de 

Instrucción y Juicio N° 3 del Departamento Judicial de La Plata (calle 

7 entre 56 y 57) ; o ante la Dirección Provincial de Registro de Personas

Desaparecidas (llamando al teléfono 0221 4293015, con reserva de 

identidad)

Fuente:Perfil

No hay comentarios: