TESIS 11 INVITA: CONFERENCIA-DEBATE SOBRE APORTES DEL PENSAMIENTO GRAMSCIANO
La revolución contra el capital. Objetividad, subjetividad. Características del Estado y la revolución en Occidente. El fordismo.
Conferencista: Flora Hillert, doctora en Ciencias de la Educación. Profesora Titular Consulta del Departamento de Ciencias de la Educación (Cátedra de Educación I) e investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IICE) de Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Evento virtual por internet, Martes 15 de Agosto 19 hs.
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Adjuntamos dos importantes textos de Gramsci, sugeridos por Flora Hillert, cuyo contenido se relaciona con la temática a abordar por la conferencista.
Para más información sobre Flora Hillert y su obra, acceder mediante el siguiente enlace: HILLERT, Flora | Secretaría de Posgrado - FFyL (uba.ar)
LA REVOLUCION CONTRA "EL
CAPITAL" [4]
4- Publicado primero en I.G.P.,
casi completamente tachado por la censura, Luego en A. Reproducido, por último,
en I.G.P. Este periódico estaba sometido a la censura de Turín. El A., a las de
Milán y Roma.
[5-I-1918: A; I.G.P.; S.G.
149-153]
La Revolución de los
bolcheviques [5- La Revolución de octubre de 1917] se ha insertado
definitivamente en la Revolución general del pueblo ruso. Los maximalistas, que
hasta hace dos meses habían sido el fermento necesario para que los
acontecimientos no se estancaran, para que no se detuviera la marcha hacia el
futuro produciendo una forma definitiva de reajuste --reajuste que habría sido
burgués--, se han hecho dueños del poder, han asentado su dictadura y están
elaborando las formas socialistas en las que tendrá que acomodarse, por último,
la Revolución para seguir desarrollándose armoniosamente, sin choques demasiado
violentos, partiendo de las grandes conquistas ya conseguidas.
La Revolución de los
bolcheviques está más hecha de ideología que de hechos. (Por eso, en el fondo,
importa poco saber más de lo que sabemos ahora.) Es la Revolución contra El
Capital, de Carlos Marx. El Capital, de Marx, era en Rusia el libro de los
burgueses más que el de los proletarios. Era la demostración crítica de la
fatal necesidad de que en Rusia se formara una burguesía, empezara una Era
capitalista, se instaurase una civilización de tipo occidental, antes de que el
proletariado pudiera pensar siquiera en su ofensiva, en sus reivindicaciones de
clase, en su revolución. Los hechos han superado las ideologías. Los hechos han
provocado la explosión de los esquemas críticos en cuyo marco la Historia de
Rusia habría tenido que desarrollarse según los cánones del materialismo
histórico. Los bolcheviques reniegan de Carlos Marx, afirman con el testimonio
de la acción cumplida, de las conquistas realizadas, que los cánones del
materialismo histórico no son tan férreos como podría creerse y como se ha
creído.
Y, sin embargo, también en
estos acontecimientos hay una fatalidad, y si los bolcheviques reniegan de
algunas afirmaciones de El Capital, no reniegan, en cambio, de su pensamiento
inmanente, vivificador. No son "marxistas", y eso es todo; no han
levantado sobre las obras del maestro una exterior doctrina de afirmaciones
dogmáticas e indiscutibles. Viven el pensamiento marxista, el que nunca muere,
que es la continuación del pensamiento idealista italiano y alemán, y que en
Marx se había contaminado con incrustaciones positivistas y naturalistas. Y ese
pensamiento no sitúa nunca como factor máximo de la historia los hechos
económicos en bruto, sino siempre el hombre, la sociedad de los hombres, de los
hombres que se reúnen, se comprenden, desarrollan a través de esos contactos
(cultura) una voluntad social, colectiva, y entienden los hechos económicos,
los juzgan y los adaptan a su voluntad hasta que ésta se convierte en motor de
la economía, en plasmadora de la realidad objetiva, la cual vive entonces, se
mueve y toma el carácter de materia telúrica en ebullición, canalizable por
donde la voluntad lo desee, y como la voluntad lo desee.
Marx ha previsto lo previsible.
No podía prever la guerra europea, o, por mejor decir, no podía prever que esta
guerra habría durado lo que ha durado e iba a tener los efectos que ha tenido.
No podía prever que en tres años de sufrimientos indecibles, de indecibles
miserias, esta guerra iba a suscitar en Rusia la voluntad colectiva popular que
ha suscitado. Una voluntad de esa naturaleza necesita normalmente para constituirse
un
largo proceso de infiltraciones
capilares, una larga serie de experiencias de clase. Los hombres son perezosos,
necesitan organizarse, exteriormente primero, en corporaciones y ligas, y luego
íntimamente, en el pensamiento, en las voluntades [6- Indicado como laguna del
original por los editores de las Opere.] de una continuidad incesante y
múltiple de estímulos exteriores. Por eso normalmente los cánones de crítica
histórica del marxismo captan la realidad, la aferran en su red y la tornan evidente
y distinta. Normalmente las dos clases del mundo capitalista producen la
historia a través de la lucha de clases en constante intensificación. El
proletariado siente su miseria actual, se encuentra constantemente sin asimilar
por ella y presiona sobre la burguesía para mejorar sus condiciones. Lucha,
obliga a la burguesía a mejorar la técnica de la producción, a conseguir que
ésta sea más útil para que resulte posible la satisfacción de sus necesidades
más urgentes. Es una afanosa carrera hacia el perfeccionamiento que acelera el
ritmo de la producción e incrementa constantemente la suma de los bienes que
servirán a la colectividad. En esa carrera caen muchos y dan más urgencia al
deseo de los que se mantienen, y la masa esta constantemente agitada, y va
pasando del caos-pueblo a entidad de pensamiento cada vez más ordenado, y cada
vez es más consciente de su potencia, de su capacidad de hacerse con la
responsabilidad social, de convertirse en árbitro de sus propios destinos.
Eso ocurre normalmente. Cuando
los hechos se repiten según cierto ritmo. Cuando la historia se desarrolla
según momentos cada vez más complejos y más ricos en significación y valor,
pero, a pesar de todo, semejantes. Mas en Rusia, la guerra ha servido para
sacudir las voluntades. Estas, a causa de los sufrimientos acumulados en tres
años, se han encontrado al unísono mucho más rápidamente. La carestía era
acuciante, el hambre, la muerte de inanición podía aferrarles a todos, aplastar
de un golpe decenas de millones de hombres. Las voluntades se han puesto al
unísono, primero mecánicamente y luego activamente, espiritualmente, a raíz de
la primera revolución.
La predicación socialista ha
puesto al pueblo ruso en contacto con las experiencias de los demás
proletariados. La predicación socialista permite vivir dramáticamente en un
instante la historia del proletariado, sus luchas contra el capitalismo, la
larga serie de los esfuerzos que ha de realizar para emanciparse idealmente de
los vínculos del servilismo que hacían de él algo abyecto, para convertirse así
en conciencia nueva, en testimonio actual de un mundo por venir. La predicación
socialista ha creado la voluntad social del pueblo ruso. ¿Por que había de
esperar que se renovase en Rusia la Historia de Inglaterra, que se formase en
Rusia una burguesía, que se suscitara la lucha de clases y que llegara
finalmente la catástrofe del mundo capitalista? El pueblo ruso ha pasado por
todas esas experiencias con el pensamiento, aunque haya sido con el pensamiento
de una minoría. Ha superado esas experiencias. Se sirve de ellas para afirmarse
ahora, como se servirá de las experiencias capitalistas occidentales para
ponerse en poco tiempo a la altura de la producción del mundo occidental.
América del Norte está, desde el punto de vista capitalista, por delante de
Inglaterra, precisamente porque en América del Norte los anglosajones han
empezado de golpe en el estadio al que Inglaterra habla llegado tras una larga
evolución. El proletariado ruso, educado de un modo socialista, empezará su
historia partiendo del estadio máximo de producción al que ha llegado la
Inglaterra de hoy, porque, puesto que tiene que empezar, empezará por lo que en
otros países está ya consumado, y de esa consumación recibirá el impulso para
conseguir la madurez económica que, según Marx, es la condición necesaria del
colectivismo. Los revolucionarios mismos crearán las condiciones necesarias
para la realización completa y plena de su ideal. Las crearán en menos tiempo
que el que habría necesitado el capitalismo. Las críticas que los socialistas
dirigen al sistema burgués para poner de
manifiesto sus imperfecciones,
su dispersión de la riqueza, servirán a los revolucionarios para hacerlo mejor,
para evitar esas dispersiones, para no caer en aquellas deficiencias. Será al
principio el colectivismo de la miseria, del sufrimiento. Pero esas mismas
condiciones de miseria y de sufrimiento habrían sido heredadas por un régimen
burgués. El Capitalismo no podría hacer inmediatamente en Rusia más de lo que
podrá hacer el colectivismo. Y hoy haría mucho menos que el colectivismo,
porque tendría enseguida contra él un proletariado descontento, frenético,
incapaz ya de soportar en beneficio de otros los dolores y las amarguras que
acarrearía la mala situación económica. Incluso desde un punto de vista humano
absoluto tiene su justificación el socialismo en Rusia. El sufrimiento que
seguirá a la paz no podrá ser soportado sino en cuanto los proletarios sientan
que está en su voluntad, en su tenacidad en el trabajo, el suprimirlo en el menor
tiempo posible.
Se tiene la impresión de que
los maximalistas han sido en este momento la expresión espontánea,
biológicamente necesaria para que la humanidad rusa no cayera en la
disgregación más horrible, para que la humanidad rusa, absorbiéndose en el trabajo
gigantesco y autónomo de su propia regeneración, pueda sentir con menos
crueldad los estímulos del lobo hambriento, para que Rusia no se convierta en
una enorme carnicería de fieras que se desgarren unas a otras.
http://posgrado.filo.uba.ar/hillert-flora
ALGUNOS TEMAS SOBRE LA CUESTION MERIDIONAL
Antonio Gramsci
Este ensayo fue publicado por primera vez en París en la
revista Lo Stato Operaio (año IV, nro. 1, enero de 1930, pp. 9-26), con la
siguiente nota de presentación: "En 1926, durante los meses que
precedieron inmediatamente a su arresto, el camarada Gramsci preparaba la
publicación de una revista ideológica para nuestro partido. En los primeros
números de esta revista debía abordar la cuestión meridional a través de una
serie de artículos que ya había redactado y leído a algunos camaradas del
comité central. Publicamos aquí uno de esos artículos, en el estado en que nos
ha llegado después de mil vicisitudes. El texto no está completo, y su autor
sin duda lo habría retocado en diversos pasajes." Los demás artículos a
los que se hace mención no pudieron ser hallados. Al reimprimirlo en La
Rinascita (año II, nro. 2, febrero de 1945), Togliatti pone puntos suspensivos
al final del escrito y advierte: (aquí se interrumpe el manuscrito). Aunque no
deba excluirse que Gramsci hubiera retocado el manuscrito para su publicación,
una simple lectura. del material muestra que, aun desde el punto de vista
formal, estaba concluido y listo para su impresión. Por lo que la insistencia
en su virtual estado de borrador abre el interrogante sobre qué cosas hubieran
deseado ver modificadas quienes lo publicaron en 1930 y 1945. - - - - - - - - -
- - - - - - Estas notas se originan en la publicación de un artículo sobre el
problema meridional, firmado por Ulenspiegel,* y aparecido en Quarto stato **
del 18 de septiembre, al que la redacción de la revista presentó con una
introducción más bien graciosa. Ulenspiegel informa, en su artículo, de la
aparición del libro de Guido Dorso *** (La Rivoluzione meridionale, Turín,
Piero Gobetti; 1925) y alude a la opinión de Dorso sobre la actitud de nuestro
partido a propósito de la cuestión del Mezzogiorno; en su introducción, la
redacción de Quarto stato, que declara estar compuesta de "jóvenes que
conocen perfectamente en sus líneas generales [sic] el problema meridional",
protesta colectivamente por la posibilidad de que se le reconozcan
"méritos" al Partido Comunista. Hasta aquí, no hay nada que objetar;
en todo tiempo y lugar, jóvenes del tipo Quarto stato han inferido al papel
muchas otras opiniones y protestas sin que el papel se rebelase. Pero a
continuación los "jóvenes" agregan textualmente: "No hemos
olvidado que la fórmula mágica de los comunistas turineses era: división del
latifundio entre los proletarios rurales. Esa fórmula está en las antípodas de
toda 2visión sana y realista del problema meridional". Y aquí hay que
poner las cosas en su sitio, pues lo único "mágico" es el descaro y
el superficial diletantismo de los "jóvenes" escritores de Quarto
stato. * Seudónimo de Tommaso Fiore, colaborador de La Rivoluzione Liberale.
[E.] ** Quarto stato, revista de inspiración liberal-socialista, fundada y
dirigida por C. Rosselli y publicada en Milán entre marzo y octubre de 1926.
[E.] *** Guido Dorso, en el marco del movimiento meridionalista, representa,
junto a Gobetti, la tentativa más audaz de la corriente liberal para encontrar
una solución a la crisis del estado italiano después de la guerra. [E.] La
"fórmula mágica" es un invento puro y simple. Muy poca consideración
deben tener los "jóvenes" de Quarto stato por sus cultivados lectores
si se atreven a distorsionar la verdad con esa enfática pedantería. Aquí está
un pasaje de L’Ordine Nuovo (nro. 3, enero de 1920) en el que se resume el
punto de vista de los comunistas turineses: "La burguesía septentrional ha
sojuzgado a la Italia meridional y las islas, reduciéndolas a colonias
explotadas; el proletariado septentrional, al emanciparse de la esclavitud
capitalista, emancipará a las masas campesinas meridionales, sometidas a la
banca y al industrialismo parasitario del Norte. No hay que buscar la
regeneración económica y política de los campesinos en una división de las
tierras incultas o mal cultivadas, sino en la solidaridad del proletariado
industrial, para el cual es necesario, a su vez, la solidaridad de los campesinos,
pues su ‘interés’ consiste en que el capitalismo no renazca económicamente de
la propiedad territorial y en que la Italia meridional y las islas no se
conviertan en una base militar de la contrarrevolución capitalista. Al imponer
el control obrero sobre la industria, el proletariado orientará a ésta hacia la
producción de máquinas agrícolas para los campesinos, de telas y calzados para
los campesinos, de energía eléctrica para los campesinos, impedirá que la
industria y la banca sigan explotando a los campesinos, sometiéndolos como
esclavos a sus cajas fuertes. Al derrocar la autocracia en la fábrica y el
aparato opresivo del estado capitalista, instaurado el estado obrero que someta
a los capitalistas a la ley del trabajo útil, los obreros destrozarán todas las
cadenas que tienen atado al campesino a su miseria, a su desesperación;
instaurando la dictadura obrera y controlando las industrias y los bancos, el
proletariado pondrá la enorme potencia de la organización estatal al 3servicio
de los campesinos en su lucha contra los propietarios, contra la naturaleza,
contra la miseria; otorgará créditos a los campesinos, establecerá
cooperativas, garantizará la seguridad de las personas y de los bienes contra
el pillaje; realizará obras públicas de saneamiento e irrigación. Y hará todo
esto porque es de su interés incrementar la producción agrícola, porque es de
su interés tener y conservar la solidaridad de las masas campesinas, porque es
de su interés orientar la producción industrial al trabajo útil y fraterno
entre la ciudad y el campo, entre el Norte y el Mezzogiorno". Esto fue
escrito en enero de 1920. Han pasado siete años y, políticamente, también hemos
envejecido siete años; hoy podríamos expresar mejor algún concepto, podríamos
--y deberíamos-- distinguir mejor el período inmediatamente posterior a la
conquista del estado, caracterizado por el simple control obrero de la
industria, y los períodos siguientes. Pero lo que importa consignar aquí es que
el concepto fundamental de los comunistas turineses no ha sido la "fórmula
mágica" de la división del latifundio, sino el de la alianza política
entre obreros del norte y campesinos del sur para derrocar el poder estatal de
la burguesía; más aún, los comunistas turineses (sin dejar de sostener que la
división de las tierras estaba subordinada a la acción solidaria de las dos
clases) ponían en guardia precisamente contra las ilusiones que podía suscitar
la distribución mecánica de los latifundios, como una solución
"milagrosa". En el mismo artículo del 3 de enero de 1920 se lee:
"¿Qué gana un campesino pobre con invadir una tierra inculta o mal
cultivada? Sin máquinas, sin una vivienda en el lugar de trabajo, sin crédito
para esperar la época de la cosecha, sin instituciones cooperativas que
adquieran esa cosecha (en el caso de que llegue a la cosecha sin antes haberse
ahorcado en el arbusto más fuerte del bosque o en la higuera silvestre menos
raquítica de la tierra inculta), salvándolo de las garras de los usureros. ¿Qué
puede ganar un campesino pobre con la invasión?" Nosotros apoyábamos la
fórmula más realista y en absoluto "mágica": la tierra a los
campesinos; pero queríamos que estuviese encuadrada en una acción
revolucionaria general de las dos clases aliadas, bajo la dirección del proletariado
industrial. Los escritores de Quarto stato inventaron pura y simplemente la
"fórmula mágica" atribuida a los comunistas turineses, demostrando
así su poca seriedad de publicistas y su escaso escrúpulo de intelectuales de
botica; también éstos son elementos políticos que pesan y traen consecuencias.
4En el campo proletario, los comunistas turineses han tenido un
"mérito" indiscutible: impusieron la cuestión meridional a la
atención de la vanguardia obrera, presentándola como uno de los problemas
esenciales de la política nacional del proletariado revolucionario. En este
sentido han contribuido prácticamente a sacar a la cuestión meridional de su
caracterización global, intelectualista, supuestamente "concreta",*
para hacerla entrar en una nueva caracterización. El protagonista de la
cuestión meridional era ahora el obrero revolucionario de Turín y de Milán, y
no ya los Giustino Fortunato, los Gaetano Salvemini, los Eugenio Azimonti, los
Arturo Labriola,** para no citar sino los nombres de los santones que aprecian
los "jóvenes" de Quarto stato. * Concretista en el original. Con este
término, Gramsci designa el procedimiento que consiste en abordar el problema
del Mezzogiorno fraccionándolo en una multitud de cuestiones particulares y
parciales, es decir, perdiendo de vista el contenido político global del
problema. Su expresión más completa y, en un sentido, más válida, fue la
experiencia de L’Unità, orientada por Gaetano Salvemini. [E.] ** Giustino
Fortunato, liberal-conservador, fue uno de los representantes más importantes
del movimiento "meridionalista". Eugenio Azimonti, técnico agrícola,
fue uno de los colaboradores de la Rivoluzione Liberale de Piero Gobetti y de
L’Unità de Gaetano Salvemini. Arturo Labriola, dirigente socialista napolitano,
fue en Italia uno de los representantes más importantes del sindicalismo
revolucionario. [E.] Los comunistas turineses se plantearon concretamente la
cuestión de la "hegemonía del proletariado", o sea de la base social
de la dictadura proletaria y del estado obrero. El proletariado puede
convertirse en clase dirigente y dominante en la medida en que consigue crear
un sistema de alianzas de clase que le permita movilizar contra el capitalismo
y el estado burgués a la mayoría de la población trabajadora, lo cual quiere
decir en Italia, dadas las reales relaciones de clase existentes en Italia, en
la medida en que consigue obtener el consenso de las amplias masas campesinas.
Pero la cuestión campesina está en Italia históricamente determinada, no es la
"cuestión campesina y agraria en general"; en Italia la cuestión
campesina tiene, por la determinada tradición italiana, por el determinado
desarrollo de la historia italiana, dos formas típicas y peculiares: la
cuestión meridional y la cuestión vaticana. Conquistar la mayoría de las masas
campesinas significa, por tanto, para el proletariado italiano dominar esas dos
cuestiones desde el punto de vista social, comprender las exigencias de clase
que representan, incorporar esas exigencias a su programa 5revolucionario de
transición, plantear esas exigencias entre sus reivindicaciones de lucha. El
primer problema que debían resolver los comunistas turineses era la
modificación de la orientación política y la ideología general del mismo
proletariado, como elemento nacional que vive en el conjunto de la vida estatal
y sufre inconscientemente la influencia de la escuela, de la prensa y de la
tradición burguesas. Es conocida la ideología que en múltiples ramificaciones
difunden los propagandistas de la burguesía entre las masas del norte: el Mezzogiorno
es el lastre que impide que progrese más rápidamente el desarrollo civil de
Italia; los meridionales son seres biológicamente inferiores, semibárbaros o
bárbaros completos, por destino natural; si el Mezzogiorno está atrasado, la
culpa no es del sistema capitalista o de cualquier otra causa histórica, sino
de la naturaleza que ha hecho a los meridionales holgazanes, inservibles,
criminales, bárbaros, compensándose este cruel destino con la explosión
puramente individual de grandes genios, solitarias palmeras en un árido y
estéril desierto. El Partido Socialista fue en gran parte el difusor de esta
ideología burguesa en el proletariado septentrional; el Partido Socialista
convalidó toda la literatura "meridionalista" de la camarilla de escritores
de la llamada escuela positivista, como los Ferri, los Sergi, los Niceforo, los
Orano* y discípulos menores que en artículos, ensayos, cuentos, novelas, libros
de impresiones y recuerdos repitieron en diversas formas el mismo estribillo;
una vez más la "ciencia" servía para humillar a los miserables y los
explotados, pero esta vez se revestía de los colores socialistas, pretendía ser
la ciencia del proletariado. * Sergi, Niceforo, Orano, Lombroso y Ferri fueron
los representantes de la corriente "antropológica" en la cuestión
meridional. Sus teorías, de inspiración positivista, encontraron un amplio eco
dentro del mismo Partido Socialista. [E.] Los comunistas turineses reaccionaron
enérgicamente contra esta ideología, particularmente en Turín, donde los relatos
y las descripciones de los veteranos de guerra contra el
"bandolerismo" en el Mezzogiorno y en las islas habían influenciado
en mayor medida la tradición y el espíritu popular. Reaccionaron enérgicamente,
en forma práctica, logrando obtener resultarlos concretos de inmenso alcance
histórico, logrando el surgimiento, sobre todo en Turín, de embriones de lo que
será la solución del problema meridional. Por otra parte, ya antes de la guerra
se había verificado en Turín un episodio que contenía en potencia toda la
acción y la propaganda que 6después de la guerra desarrollarían los comunistas.
Cuando en 1914, a raíz de la muerte de Pilade Gay, quedó vacante el IV colegio
electoral de la ciudad y se planteó la cuestión del nuevo candidato, un grupo
de la sección socialista integrado por los futuros redactores de L’Ordine Nuovo
sometió el proyecto de presentar como candidato a Gaetano Salvemini. Salvemini
era entonces el exponente más radicalmente avanzado de las masas campesinas del
Mezzogiorno. Estaba fuera del Partido Socialista y más bien llevaba a cabo
contra él una campaña virulenta muy peligrosa, ya que sus afirmaciones y
acusaciones se convertían, entre las masas trabajadoras meridionales, en causa
de odio no sólo contra los Turati, los Treves, los D’Aragona sino además contra
el conjunto del proletariado industrial. (Muchas de las balas que la guardia
real descargó en los años 1919, 1920, 1921, 1922 contra los obreros estaban
hechas con el mismo plomo que sirvió para imprimir los artículos de
Salvemini.)* A pesar de esto, con el nombre de Salvemini el grupo turinés
quería hacer una afirmación en el sentido que le comunicó al propio Salvemini
el compañero Ottavio Pastore, quien se trasladó a Florencia para obtener su
aceptación a la candidatura: "Los obreros de Turín quieren elegir a un
diputado para los campesinos de Puglia. Los obreros de Turín saben que en las
elecciones generales de 1913, los campesinos de Molfetta y de Bitonto eran, en
su inmensa mayoría, favorables a Salvemini; la presión administrativa del
gobierno Giolitti y la violencia de los matones y de la policía impidieron
expresarse a los campesinos de Puglia. Los obreros de Turín no le piden a
Salvemini compromiso alguno, ni de partido ni de programa, ni de disciplina al
grupo parlamentario; una vez electo, Salvémini se deberá a los campesinos de
Puglia, no a los obreros de Turín, quienes harán la propaganda electoral de
acuerdo a sus propios principios y no estarán en ningún modo comprometidos por
la actividad política de Salvemini." * Salvemini, en su introducción a los
Scritti sulla questione meridionale (Turín, 1954) discute esta afirmación. Pero
es evidente que Gramsci se refiere a las relaciones objetivas entre el pretexto
ideológico de la crítica que hace Salvemini del "parasitismo rojo" o,
de manera más general, del corporativismo socialista, y las represiones contra
los obreros. [E.] Salvemini no quiso aceptar la candidatura, aunque la
propuesta lo impresionó e incluso lo conmovió (en aquella época todavía no se
hablaba de la "perfidia" comunista, y en las costumbres había
honestidad y buen humor); propuso como candidato a Mussolini * y se comprometió
a ir a Turín a sostener al Partido Socialista en la lucha electoral. Participó,
en efecto, de dos grandiosos mítines en la cámara 7del trabajo y en la plaza
Estatuto, en medio de la masa que veía y aplaudía en él al representante de los
campesinos meridionales oprimidos y explotados en forma más odiosa y bestial
que el proletariado septentrional. * Mussolini era en esa época director de
Avanti!, órgano oficial del partido socialista y coincidía con Salvemini en su
crítica a los socialistas reformistas. [E.] La orientación potencialmente
contenida en este episodio que no tuvo mayores prolongaciones por voluntad de
Salvemini, fue retomada y aplicada por los comunistas en el período de la
posguerra. Queremos recordar los hechos más salientes y sintomáticos. En 1919
se formó la asociación "Joven Cerdeña",* comienzo y premisa del
futuro partido sardo de acción. La "Joven Cerdeña" se proponía unir a
todos los sardos de la isla y del continente en un bloque regional capaz de
ejercer una presión eficaz sobre el gobierno para obtener que se mantuvieran
las promesas hechas a los soldados durante la guerra; el organizador de
"Joven Cerdeña" en el continente era un tal profesor Pietro Nurra,
socialista, que muy probablemente hoy forme parte del grupo de
"jóvenes" que todas las semanas descubre, en Quarto stato, algún
nuevo horizonte para explorar. Con el entusiasmo que crea toda posibilidad
nueva de conseguir medallas, cruces y galones, el movimiento obtuvo la adhesión
de abogados, profesores, funcionarios. La asamblea constituyente, convocada en
Turín por los sardos que habitaban el Piamonte, fue imponente por la cantidad
de participantes. En su mayoría era gente pobre, gente de pueblo sin
calificación particular, peones, jubilados, ex carabineros, ex carceleros, ex
funcionarios de aduana que ejercían una multitud de pequeños negocios; a todos
los exaltaba la idea de reencontrarse entre coterráneos, de escuchar hablar
sobre su tierra, a la que continuaban ligados por innumerables lazos de
parentesco, de amistad, de recuerdos, de sufrimientos, de esperanzas: la
esperanza de volver a su tierra, pero a una tierra más próspera y rica, que
brindase las condiciones necesarias para vivir, aunque fuera modestamente. *
Movimiento autonomista, formado por antiguos combatientes, fundado en 1919 por
Emilio Lussù. [E.] Los comunistas sardos asistentes a la reunión, que fueron
exactamente ocho, presentaron a la presidencia una moción en la que solicitaban
la posibilidad de hacer un contrainforme. Después del discurso inflamado y
retórico del relator oficial, aderezado con todas 8las cursilerías de la
oratoria regionalista, después que los participantes hubieron llorado los recuerdos
de los dolores pasados y de la sangre derramada en la guerra por los
regimientos sardos, exaltándose hasta el delirio con la idea del bloque
compacto formado por todos los hijos generosos de Cerdeña, era muy difícil
"meterles" un contrainforme; las previsiones más optimistas
anticipaban, si no un linchamiento, por lo menos un paseíto hasta la comisaría
de policía, después de haber sido salvados de la "noble indignación de la
muchedumbre". El contrainforme, aunque suscitó una gran sorpresa, fue
escuchado sin embargo con atención, y una vez roto el encanto se llegó rápida
pero metódicamente a la conclusión revolucionaria: ¿están ustedes, pobres
diablos sardos, por un bloque con los señores de Cerdeña que los han arruinado
y son los guardianes locales de la explotación capitalista, o están por un
bloque con los obreros revolucionarios del continente, que aspiran a suprimir
todas las formas de explotación y a emancipar a todos los oprimidos? Se hizo
penetrar esta alternativa en la cabeza de los asistentes. El voto por división
fue un éxito formidable: por un lado un grupito de señores elegantes, de
funcionarios con sombreros de copa, de profesionales lívidos de rabia y de
miedo, apoyados por unos cuarenta policías, y por otro la multitud de pobres
diablos y de mujercitas endomingadas rodeando a la minúscula célula comunista.
Una hora después, se constituía en la Cámara del Trabajo el Círculo Educativo
Socialista Sardo, con 256 inscritos; en cuanto a "joven Cerdeña" su
constitución fue postergada sine die y nunca tuvo lugar. Fue ésa la base
política en que se basó la acción realizada entre los soldados de la brigada
Sassari,* brigada de composición casi totalmente regional. La brigada Sassari
había participado en la represión del movimiento insurreccional de Turín, en
agosto de 1917; se tenía la seguridad de que nunca fraternizaría con los
obreros, en razón de los recuerdos de odio que toda represión deja en la masa y
que se dirigen también contra los instrumentos materiales de la represión, y
también en los regimientos, que recuerdan a los soldados caídos bajo los golpes
de los insurgentes. * La brigada Sassari, llamada a Turín en ocasión de la
ocupación de fábricas (1920) había servido, en 1917, para reprimir las
rebeliones del proletariado turinés "por el pan y contra la guerra".
[E.] La brigada fue acogida por una multitud de señores y señoras que ofrecían
a los soldados flores, cigarros, frutas. El estado de ánimo de los soldados
está caracterizado por este relato de un obrero curtidor de Sassari, que se
ocupó de los primeros sondeos de propaganda: "Me acerqué a un campamento
de la plaza X (durante los primeros días los 9soldados sardos acamparon en las
plazas, como en una ciudad conquistada) y hablé con un joven campesino que me
recibió cordialmente porque era de Sassari, como yo. ‘¿Qué vinieron a hacer a
Turín?’ ‘Vinimos a tirar contra los señores que hacen huelga’. ‘Pero los que
hacen huelga no son los señores, sino los obreros y los pobres’. ‘Aquí todos
son señores: tienen cuello y corbata; ganan 30 liras por día. Yo conozco a los
pobres y sé cómo están vestidos, en Sassari sí que hay muchos pobres; todos
nosotros, que trabajamos con la azada, somos pobres y ganamos 1.50 por día’.
‘Pero yo también soy obrero y soy pobre’. ‘Tú eres pobre porque eres sardo’. ‘Pero
si hago huelga con los demás, ¿tirarás contra mí?’ El soldado reflexionó un
momento y luego, poniéndome una mano en la espalda, me dijo: ‘Escucha, cuando
hagas huelga con los demás. ¡quédate en tu casa!’" Ese era el espíritu de
la gran mayoría de la brigada, en la que sólo había unos pocos obreros mineros
de la cuenca de Iglesias. No obstante, pocos meses después, en vísperas de la
huelga general del 20- 21 de julio, la brigada fue alejada de Turín, los
soldados antiguos fueron licenciados y la formación dividida en tres: se envió
un tercio a Aosta, un tercio a Trieste y un tercio a Roma. Se hizo partir a la
brigada de noche, repentinamente; no había ninguna multitud elegante para
despedirlos en la estación; y si bien entonaban cantos de guerra, éstos ya no
tenían el mismo contenido de los que cantaban a su llegada. ¿Estos
acontecimientos no dejaron secuelas? Sí, han dado resultados que aún hoy
persisten y continúan actuando profundamente en las masas populares. Han
iluminado fugazmente a mentes que nunca antes habían reflexionado en esa
dirección y que han quedado impresionadas, radicalmente modificadas. Se han
dispersado nuestros archivos; nosotros mismos destruimos muchos documentos para
evitar arrestos y persecuciones. Pero recordamos que a la redacción turinesa de
Avanti! llegaban decenas y centenares de cartas de Cerdeña; cartas
frecuentemente colectivas, firmadas por ejemplo por todos los ex combatientes
de la Sassari de una determinada región. Por vías incontroladas e
incontrolables, se difundía nuestra posición política; ésta, a su vez, influyó
fuertemente en la base del recientemente constituido Partido Sardo de Acción, y
a este respecto pueden recordarse episodios ricos en contenido y significado.
La última repercusión notoria de esta acción tuvo lugar en 1922 cuando, con los
mismos propósitos con que nos dirigimos a la brigada Sassari, se invitó a Turín
a 300 carabineros de la legión de Cagliari. En la redacción de L’Ordine Nuovo
recibimos una declaración de principios, firmada por una gran parte de estos
carabineros, que se 10hacía eco de todo nuestro planteamiento del problema
meridional, y que constituía la prueba decisiva de que nuestra orientación era
la correcta. El proletariado debía hacer suya esa orientación para dar a la
misma una eficiencia política: esto es obvio. Ninguna acción de masa es posible
si la propia masa no está convencida de los fines que quiere alcanzar y de los
métodos que debe aplicar. Para ser capaz de gobernar como clase, el
proletariado tiene que despojarse de todo residuo corporativo, de todo
prejuicio o de incrustación sindicalista. ¿Qué significa eso? Que no sólo hay
que superar las distinciones que existen entre las diversas profesiones, sino
que, para conquistar la confianza y el consenso de los campesinos y de algunas
categorías semiproletarias de las ciudades, hay que superar también algunos
prejuicios y vencer ciertos egoísmos que pueden subsistir y subsisten en la
clase obrera como tal, aunque en su seno hayan desaparecido ya los
particularismos profesionales. El metalúrgico, el carpintero, el albañil, etc.,
tienen que pensar no ya sólo como proletarios, y no como metalúrgico,
carpintero, albañil, etc., sino que tienen que dar un paso más: tienen que
pensar como obreros miembros de una clase que tiende a dirigir a los campesinos
y a los intelectuales, como miembros de una clase que puede vencer y puede
constituir el socialismo sólo si está ayudada y seguida por la gran mayoría de
esos estratos sociales. Si no se obtiene eso, el proletariado no llega a ser
clase dirigente, y esos estratos, que en Italia representan la mayoría de la
población, se quedan bajo dirección burguesa y dan al estado la posibilidad de
resistir al ímpetu proletario y de debilitarlo. Y bien: lo que se ha verificado
en el terreno de la cuestión meridional, demuestra que el proletariado ha
comprendido cuál es su deber. Hay que consignar dos hechos, uno de los cuales
tuvo lugar en Turín y el otro en Reggio Emilia, es decir en la ciudadela del
reformismo, del corporativismo de clase, del proteccionismo obrero que los
"meridionalistas" toman como ejemplo en su propaganda entre los
campesinos el sur. Después de la ocupación de las fábricas, la dirección de la
Fiat propuso a los obreros que asumieran la gestión de la empresa en forma de
cooperativa. Como es natural, los reformistas estuvieron de acuerdo. Se
perfilaba una crisis industrial y el espectro de la desocupación angustiaba a
las familias obreras. La transformación de la Fiat en cooperativa podía
garantizar cierta seguridad de empleo al personal y especialmente a los obreros
políticamente más activos, persuadidos de que iban a ser dejados cesantes. 11La
sección socialista conducida por los comunistas intervino enérgicamente en esta
cuestión. Se dijo a los obreros: una gran empresa cooperativa como la Fiat
puede ser asumida por los obreros sólo en el caso de que éstos estén dispuestos
a incorporarse al sistema de fuerzas políticas burguesas que hoy gobierna en
Italia. La propuesta de la dirección de Fiat está dentro del plan político de
Giolitti. ¿En qué consiste este plan? Antes de la guerra, la burguesía ya no
podía gobernar tranquilamente. La insurrección de los campesinos sicilianos en
1894 y la insurrección de Milán en 1898 fueron el experimentum crucis de la
burguesía italiana. Después de la década sangrienta de 1890-1900, la burguesía
debió renunciar a una dictadura demasiado excluyente, demasiado violenta,
demasiado directa: contra ella se rebelaban, simultáneamente, aunque no en
forma coordinada, los campesinos meridionales y los obreros del norte. En el
nuevo siglo, la clase dominante inauguró una nueva política de alianzas de
clases, de bloques políticos de clases, es decir de democracia burguesa. Debía
optar entre una democracia rural, o sea una alianza con los campesinos
meridionales, una política de libertad aduanera, de sufragio universal, de
descentralización administrativa, de bajos precios en los productos
industriales; y un bloque industrial capitalista-obrero, sin sufragio
universal, con proteccionismo aduanero, con el mantenimiento de la
centralización estatal (expresión del dominio burgués sobre los campesinos,
especialmente los del Mezzogiorno y las islas), con una política reformista de
salarios y de libertades sindicales. Escogió, y no es casual que lo haya hecho,
la segunda solución. Giolitti encarnó el dominio burgués y el Partido
Socialista se convirtió en el instrumento de la política giolittiana. Si se
observa con atención, en la década de 1900-1910 se verifican las crisis más
radicales en el movimiento socialista y obrero: las masas reaccionan
espontáneamente contra la política de los jefes reformistas. Surgió el
sindicalismo,* que es la expresión instintiva, elemental, primitiva, pero sana,
de la reacción obrera contra el bloque integrado con la burguesía y a favor de
un bloque integrado con los campesinos y en primer lugar con los campesinos
meridionales. Más bien, en cierto sentido, el sindicalismo es una débil
tentativa de los campesinos meridionales, representados por sus intelectuales,
de dirigir al proletariado. ¿Cómo está constituido el núcleo dirigente del
sindicalismo italiano? ¿Cuál es la esencia ideológica del sindicalismo
italiano? El núcleo dirigente del sindicalismo está constituido casi
exclusivamente por meridionales: Labriola, Leone, Longobardi, Orano. La esencia
ideológica del sindicalismo es un nuevo liberalismo más enérgico, más agresivo,
más belicoso que el tradicional. Si se observa bien, hay dos motivos
fundamentales alrededor de los cuales sobrevienen las sucesivas crisis 12del
sindicalismo y el paso gradual de los dirigentes sindicales al campo burgués:
la emigración y el librecambio, dos motivos estrechamente ligados al
meridionalismo. El fenómeno de la emigración hace nacer la concepción de la
"nación proletaria" de Enrico Corradini;** la guerra de Libia *** es
vista por todo un estrato de intelectuales como el comienzo de la ofensiva de
la "gran nación proletaria" contra el mundo capitalista y
plutocrático. Todo un grupo de sindicalistas pasa al nacionalismo; más aun, en
sus orígenes, el Partido Nacionalista se constituye con intelectuales ex
sindicalistas (Monicelli, ForgesDavanzati, Maraviglia). El libro de Labriola,
Storia di 10 anni (los diez años que transcurren entre 1900 y 1910) es la
expresión más típica y característica de este neoliberalismo antigiolittiano y
meridionalista. * Movimiento revisionista de inspiración soreliana, al que
adhirieron en Italia Arturo Labriola, Enrico Leone, Paolo Orano. Este
movimiento sindicalista cayó en su mayor parte en el fascismo, después de haber
adoptado una posición netamente favorable a la intervención, en vísperas de la
primera guerra mundial. [E.] ** Enrico Corradini fue el gran teórico de lo que
Gramsci llamó el "socialismo nacional", doctrina que desnaturalizaba
el carácter social de la lucha de clases convirtiéndola en una lucha entre
naciones. En la concepción de Corradini, Italia era la "nación
proletaria" y debía imponer por las armas su derecho a las demás naciones.
[E.] *** La campaña de Libia (1911) sirvió a Giolitti para asegurarse el apoyo
de la derecha nacionalista y de importantes fuerzas económicas, y para reforzar
su sistema político. Terminó con la paz de Lausana (octubre de 1912), celebrada
después de la ocupación paralela de Rodas y de otras islas del Dodecaneso. [E.]
En estos diez años el capitalismo se fortalece y desarrolla, reorientando una
parte de su actividad en la agricultura del Valle del Po. El rasgo más
característico de estos diez años son las huelgas de masa de los obreros
agrícolas del Valle del Po. Esto conmueve considerablemente a los campesinos
septentrionales y se verifica una profunda diferenciación de clase (el número
de jornaleros aumenta en un 50%, de acuerdo a los datos del censo de 1911) a la
que corresponde una redefinición de las corrientes políticas y de las actitudes
mentales. La democracia cristiana * y el mussolinismo ** son los dos productos
más salientes de la época: la Romaña es el crisol regional de estas dos nuevas
actividades y al parecer el jornalero se ha convertido en el protagonista
social de la lucha política. La democracia social en sus organismos de
izquierda (L’Azione, de Cesena) e incluso el mussolinismo caen rápidamente bajo
el control de los 13"meridionalistas". L’Azione de Cesena es una
edición regional de L’Unità de Gaetano Salvemini. El Avanti! dirigido por
Mussolini se ha ido transformando, lenta pero seguramente, en una tribuna de
escritores sindicalistas y meridionalistas. Los Fancello, los Lanzillo, los
Panunzio, los Ciccotti son sus asiduos colaboradores; el mismo Salvemini no
disimula su simpatía por Mussolini, que es asimismo el niño mimado de La Vocede
Prezzolini.*** Todos recordarán que cuando Mussolini abandona Avanti! y el
Partido Socialista, está rodeado por esta cohorte de sindicalistas y
meridionalistas. * Gramsci alude aquí al origen del Partido Popular Italiano,
fundado en 1919 por el clérigo siciliano Luigi Sturzo, que marcó la entrada del
movimiento católico en la escena política. El partido adquirió muy pronto un
carácter de masa: apoyó las reivindicaciones campesinas, sobre todo en el
centro y el norte, así como los intereses de los grupos conservadores o
reaccionarias. [E.] ** Mussolini, que había sido expulsado del Partido
Socialista en vísperas de la primera guerra mundial, constituyó en Milán, el 23
de marzo de 1919, el movimiento fascista, que se transformó en partido en 1921.
Originariamente, el movimiento no tenía un carácter político bien definido;
mezclaba en su programa declaraciones revolucionarias, antiburguesas, y un
ardiente nacionalismo. [E.] *** Revista de crítica literaria y de cultura
política que apareció entre 1908 y 1916. [E.] La repercusión más notable de
este período en el campo revolucionario es la semana roja de junio de 1914: la
Romaña y las Marcas son el epicentro de la semana roja. En el campo de la política
burguesa la repercusión más notable es el pacto Gentiloni.* Como el Partido
Socialista, por efecto de los movimientos agrarios del Valle del Po, había
retomado --después de 1910-- la táctica intransigente, el bloque industrial,
sostenido y representado por Giolitti, pierde eficiencia. Giolitti cambia de
hombro el fusil y sustituye la alianza entre burgueses y obreros por la alianza
entre burgueses y católicos, los cuales representan a las masas campesinas de
la Italia septentrional y central. En virtud de esta alianza, el partido
conservador de Sonnino queda completamente destruido, conservando sólo una
pequeña célula en la Italia meridional, en torno a Antonio Salandra.** La
guerra y la posguerra han asistido al desarrollo de una serie de procesos moleculares
en la clase burguesa que tiene la mayor importancia. Salandra y Nitti ***
fueron los dos primeros jefes de gobierno meridionales (para no hablar,
naturalmente de los sicilianos, como Crispi, que fue el más enérgico
representante de la dictadura burguesa 14en el siglo XIX); ambos trataron de
poner en práctica el programa burgués industrial-agrario meridional, Salandra
en el terreno conservador y Nitti en el campo democrático (tanto uno como otro
jefe de gobierno fueron apoyados decididamente por el Corriere della Sera, o
sea por la industria textil lombarda). Ya durante la guerra, Salandra intentó
desplazar a favor del Mezzogiorno las fuerzas técnicas de la organización
estatal, es decir, sustituir el personal giolittiano del estado por un nuevo
personal que encarnase el nuevo curso político de la burguesía. Se recordará
que La Stampa realizó, especialmente en 1917- 1918, una campaña por una
estrecha colaboración entre giolittianos y socialistas, para impedir que
"los de Puglia" ocuparan el estado: esa campaña estuvo orientada en
La Stampa por Francesco Ciccotti, o sea que era una expresión del acuerdo
existente entre Giolitti y los reformistas. La cuestión no era insignificante,
y los giolittianos, en su encarnizada defensa, terminaron por transgredir los
límites admitidos a un partido de la gran burguesía, llegando a efectuar esas
manifestaciones de antipatriotismo y de derrotismo que están en la memoria de
todos. Actualmente Giolitti está nuevamente en el poder, y nuevamente la
burguesía le renueva su confianza, por el pánico que la invade ante el
impetuoso movimiento de las masas populares. Giolitti quiere domesticar a los
obreros de Turín. Dos veces los ha derrotado: en la huelga de abril pasado y en
la ocupación de las fábricas con la ayuda de la Confederación General del
Trabajo, es decir, del reformismo corporativo. Ahora piensa que puede
encuadrarlos dentro del sistema burgués estatal. En realidad qué ocurrirá si el
personal de Fiat acepta la propuesta de la dirección? Las actuales acciones
industriales pasarán a ser obligaciones, de modo que la cooperativa deberá
pagar a los portadores de obligaciones un dividendo fijo, cualquiera sea la
evolución de las operaciones. La empresa Fiat soportará la imposición de toda
clase de cargas por parte de los organismos crediticios, que siguen en manos de
los burgueses, los cuales están interesados en reducir a los obreros a su poder
discrecional. La masa de obreros deberá ligarse necesariamente al estado, que
"acudirá en ayuda de los obreros" a través de la obra de los
diputados obreros, mediante la subordinación del partido político obrero a la
política gubernativa. En eso consistiría la plena aplicación del programa de
Giolitti. El proletariado turinés dejará de existir como clase independiente y
será sólo un apéndice del estado burgués. Triunfará el corporativismo de clase,
pero el proletariado habrá perdido su posición y su función de dirigente y de
guía; la masa de los obreros más pobres lo verán como un privilegiado y los
campesinos como un explotador en la misma medida que los burgueses, porque la
burguesía, como siempre ha hecho, presentará ante las masas campesinas a los
15núcleos obreros privilegiados como la única causa de sus males y de su
miseria. * El pacto Gentiloni marcó el punto culminante de las negociaciones
que se desarrollaban entre la Unión Electoral Católica Italiana, presidida por
el conde V. Gentiloni, y Giolitti. Sobre la base de este acuerdo, los electores
católicos quedaban invitados a votar por los candidatos liberales que se habían
comprometido a respetar los siete puntos del acuerdo, es decir por el mismo
Giolitti. [E.] ** Sidney Sonnino y Antonio Salandra, dirigentes del partido
conservador y ambos presidentes del consejo, respectivamente en 1906 y en 1914.
En vísperas de la primera guerra mundial, estuvieron entre los
"intervencionistas" más vigorosos. [E.] *** Hombre político liberal,
electo presidente del consejo en 1919: su ministerio trató de hacer frente a la
situación de crisis social y al avance del movimiento fascista mediante el
libre juego democrático en el seno del parlamento. Pero la incapacidad de su
gobierno para controlar la situación entrañó la crisis definitiva del estado
liberal italiano. [E.] Los trabajadores de la Fiat aceptaron casi unánimemente
nuestro punto de vista y rechazaron las proposiciones de la dirección. Pero
este experimento no podía ser suficiente. El proletariado turinés había
demostrado, con toda una serie de acciones, que poseía un altísimo grado de
madurez y de capacidad política. Los técnicos y los empleados de fábrica, en
1919, pudieron mejorar sus condiciones sólo porque contaban con el apoyo de los
obreros. Para truncar la agitación de los técnicos, los industriales
propusieron a los obreros que nombraran ellos mismos, efectivamente, nuevos capataces
y jefes de taller; los obreros rechazaron la propuesta, aunque tuviesen varios
motivos de conflicto con los técnicos, que siempre habían sido un instrumento
patronal de represión y de persecución. La prensa desencadenó entonces una
furiosa campaña para aislar a los técnicos, haciendo resaltar sus altísimos
salarios, que llegaban hasta las 7.000 liras mensuales. Los obreros calificados
contribuyeron a la agitación de los peones, que sólo de ese modo lograron
imponerse: dentro de las fábricas se barrió con todos los privilegios y las
formas de explotación que favorecían a las categorías más calificadas en
desmedro de las menos calificadas. A través de estas acciones, la vanguardia
proletaria se conquistó una posición social de avanzada, y ésta es la base del
desarrollo del Partido Comunista en Turín. ¿Y fuera de Turín? Nuestro propósito
es justamente trasladar la consideración de la cuestión fuera de Turín, y
especialmente a Reggio Emilia, donde existía la mayor concentración de
reformismo y de corporativismo de clase. 16Reggio Emilia fue siempre el blanco
de los "meridionalistas". Una frase de Camillo Prampolini:*
"Italia está dividida en nordici y sudici" ** era como la expresión
más característica del odio violento que se desarrollaba entre los meridionales
hacia los obreros del norte. En Reggio Emilia se presentó una situación similar
a la de la Fiat: una gran fábrica debía pasar a manos de los obreros como
empresa cooperativa. Los reformistas de Reggio estaban entusiasmados con el
acontecimiento y lo celebraban estrepitosamente en su prensa y en sus
reuniones. Un comunista Turinés *** fue a Reggio, tomó la palabra en una
asamblea de la fábrica, exponiendo en sus líneas generales la cuestión entre el
norte y el sur, y se produjo el "milagro": los obreros, en su gran
mayoría, rechazaron la tesis reformista y corporativa. Se demostró así que los
reformistas no representaban el espíritu de los obreros de Reggio; sólo
representaban su pasividad y otros aspectos negativos. Habían logrado instaurar
un monopolio político, dada la notable concentración en sus filas de
organizadores y propagandistas de cierto valor profesional, lo que les permitió
impedir el desarrollo y la organización de una corriente revolucionaria; pero
bastó la presencia de un revolucionario capaz para ponerlos en su lugar,
dejando en claro que los obreros de Reggio son valerosos combatientes y no
cerdos cebados con el forraje del gobierno. * Nacido en Reggio Emilia, figuró
entre los fundadores del Partido Socialista Italiano (1892). [E.] ** Como ya se
dijo, se trata de un juego de palabras en el que la expresión sudici (sucios)
connota también fonéticamente la palabra "sud". [E. *** Se trata de
Umberto Terracini. [E.] En abril de 1921, 5.000 obreros revolucionarios fueron
dejados cesantes por la Fiat, se abolieron los consejos de fábrica, se
redujeron los salarios. En Reggio Emilia debe haber sucedido algo similar. Es
decir los obreros fueron derrotados. ¿Pero fue acaso inútil el sacrificio que
habían realizado? Creemos que no; más bien estamos seguros de que no fue
inútil. Ciertamente es difícil registrar toda una serie de grandes
acontecimientos de masas que prueben la eficacia inmediata y fulminante de esas
acciones. Por lo demás, en lo que se refiere a los campesinos ese registro es
siempre difícil y casi imposible; y aún más difícil en lo que se refiere a la
masa campesina del Mezzogiorno. El Mezzogiorno puede definirse como una gran
disgregación social; los campesinos, que son la gran mayoría de su población,
no tienen 17ninguna cohesión propia. (Está claro que hay que introducir
excepciones en Apulia, Cerdeña y Sicilia, que tienen características especiales
dentro del gran cuadro de la estructura meridional.) La sociedad meridional es
un gran bloque agrario constituido por tres estratos sociales: la gran masa
campesina amorfa y disgregada, los intelectuales de la pequeña y media
burguesía rural, los grandes terratenientes y los grandes intelectuales. Los
campesinos meridionales se encuentran perpetuamente en fermentación, pero, como
masa, son incapaces de dar una expresión centralizada a sus aspiraciones y a
sus necesidades. El estrato medio de los intelectuales recibe de la base
campesina los impulsos de su actividad política e ideológica. Los grandes
propietarios, en el terreno político, y los grandes intelectuales, en el
terreno ideológico, centralizan y dominan, en última instancia, todo ese
conjunto de manifestaciones. Como es natural, la centralización se verifica con
mayor eficacia y precisión en el campo ideológico. Por eso Giustino Fortunato
[78] y Benedetto Croce [79] representan las llaves del sistema meridional y, en
cierto sentido, son las dos figuras máximas de la reacción italiana. 78
Giustino Fortunato, 1848-1932. Político y publicista conservador, especialmente
interesado por el problema del sur italiano (Il Mezzogiorno e lo Stato
Italiano, 1911). 79 Benedetto Croce, 1866-1952, filósofo, publicista, senador,
figura intelectual que domina la cultura italiana durante varios decenios de un
modo excepcionalmente amplio, desde el pensamiento filosófico e
historiográfico, hasta la política, la estética, la crítica y el gusto
literarios. Su filosofía es un idealismo de origen hegeliano que, tras un paso
por la lectura de Marx, sin duda más breve y frívolo de lo que pudo parecerle a
Gramsci, tendió a desembocar en una filosofía de la cultura, coincidiendo con
tendencias muy generales del idealismo de la época (Rickert, Dilthey, etc.),
pese a conservar Croce casi íntegro el vocabulario hegeliano del «Espíritu».
Sus obras más influyentes no son sólo las filosóficas (Filosofía dello Spirito,
4 vols., 1902-1917; Saggi filosofici, 8 vols., 1910- 1936), sino muy a menudo
las de estética (Breviario di estetica, 1913) y las de tema ético-político
(Cultura e vita morale, 1914). Su revista, La Crítica (fundada en 1903), tuvo
una gran influencia en el país. Croce ha influido en la formación de Gramsci
principalmente en su condición de renovador de la cultura italiana, a la que
arrancó de su enclaustramiento provinciano, determinado por la hegemonía de la
Iglesia, y abrió al pensamiento europeo (de modo parecido a como Ortega lo hizo
con la cultura castellana). Pero también influyó en Gramsci por su fase
equívocamente marxista y por el moralismo humanista irreligioso de sus primeros
escritos. 18Políticamente Croce inspira el liberalismo conservador italiano.
Tras ciertas vacilaciones en el momento de la gran crisis social italiana de
principios de los años 20, con evidentes simpatías por el fascismo mientras la
clase obrera no quedó aplastada, luego Croce se retiró de la vida política y
asumió una actitud de oposición individual al fascismo. El filósofo vivía aún,
ya viejo, cuando se publicaron los primeros textos de la cárcel de Antonio
Gramsci. Acogió las Cartas con emoción, las calificó de pieza clásica de la
literatura italiana y contribuyó sin duda con ese juicio a la gran fortuna de
esas páginas gramscianas. Al aparecer los Cuadernos, tan abundantes en críticas
de su obra, Croce reaccionó, en cambio, negativamente. Los intelectuales
meridionales son un estrato social de los más interesantes y más importantes de
la vida nacional italiana. Basta pensar en que más de las tres quintas partes
de la burocracia estatal está constituida por meridionales para aceptar esa
afirmación. Ahora bien, para comprender la particular sicología de los
intelectuales meridionales hay que tener presentes algunos datos de hecho: 1.
En todos los países el estrato de los intelectuales ha quedado radicalmente
modificado por el desarrollo del capitalismo. El viejo tipo de intelectual era
el elemento organizativo de una sociedad de base campesina y artesana
predominantemente; para organizar el estado, para organizar el comercio, la
clase dominante cultivaba un determinado tipo de intelectual. La industria ha
introducido un tipo nuevo de intelectual: el organizador técnico, el
especialista de la ciencia aplicada. En las sociedades en las cuales las
fuerzas económicas se han desarrollado en sentido capitalista hasta absorber la
mayor parte de la actividad nacional, este segundo tipo de intelectual ha
prevalecido, con todas sus características de orden y disciplina intelectual.
En cambio, en los países cuya agricultura ejerce una función todavía notable o
incluso preponderante, sigue prevaleciendo el viejo tipo, el cual da la mayor
parte del personal del estado y ejerce también localmente, en el pueblo y en el
burgo rural, la función de intermediario entre el campesino y la administración
en general. En la Italia meridional predomina este tipo con todas sus
características: democrático en su cara campesina, reaccionario en la cara que
dirige al gran propietario y al gobierno, politicastro, corrompido, desleal; no
se comprendería la tradicional figura de los partidos políticos meridionales si
no se tuvieran en cuenta los caracteres de este estrato social. 192. El
intelectual del sur procede principalmente de una capa que es todavía
considerable allí: el burgués rural, o sea, el propietario pequeño y medio de
tierras que no es campesino, que no trabaja la tierra, que se avergonzaría de
ser labrador pero que, de la poca tierra que tiene y que da en arriendo o en
simple aparcería, quiere obtener lo suficiente para vivir bien, para mandar los
hijos a la universidad o al seminario, para constituir la dote de las hijas que
tienen que casarse con un oficial o con un funcionario civil del estado. Los
intelectuales reciben de esa capa una áspera aversión al campesino trabajador,
considerado como máquina de trabajo que hay que roer hasta el hueso y que se
puede sustituir fácilmente dada la superpoblación trabajadora, y reciben
también el sentimiento atávico e instintivo de un pánico loco al campesino y a
sus violencias destructivas, y, por tanto, una costumbre de refinada hipocresía
y una refinadísima habilidad para engañar y domesticar a las masas campesinas.
3. Como el clero pertenece al grupo social de los intelectuales, es necesario
anotar la diversidad de características entre el clero meridional y el clero
septentrional. El cura septentrional comúnmente es hijo de artesano o de
campesino; tiene sentimientos democráticos, está más ligado a la masa de los
campesinos; moralmente es más correcto que el cura meridional, el que a menudo
convive casi abiertamente con una mujer, y por esto ejerce un oficio espiritual
más completo socialmente, es un dirigente de toda la actividad de una familia.
En el norte la separación de la iglesia y el estado y la expropiación de los
bienes eclesiásticos fue más radical que en el Mezzogiorno, donde las
parroquias y los conventos o conservaron o reconstituyeron importantes propiedades
inmobiliarias y mobiliarias. En el Mezzogiorno el cura aparece ante el
campesino: 1°] como un administrador de tierras con el que el campesino entra
en conflicto por el problema de los alquileres; 2°] como usurero que pide
elevadísimas tasas de interés y hace jugar el elemento religioso para cobrar
con seguridad el alquiler o la usura; como un hombre sometido a las pasiones
comunes (mujeres y dinero) y que, por lo tanto, espiritualmente no da garantías
de discreción y de imparcialidad. La confesión ejerce una escasísima labor
dirigente y el campesino meridional, si a menudo es supersticioso en sentido
pagano, no es clerical. Todo este complejo explica el porqué en el Mezzogiorno
el Partido Popular (exceptuada alguna zona de Sicilia) no tuvo una posición
importante, no tuvo ninguna red de instituciones ni de organizaciones de masa.
La posición del campesino hacia el clero está resumida en el dicho popular:
"El cura es cura en el altar; afuera es un hombre como todos los
demás." 20El campesino meridional está ligado al gran terrateniente por
los oficios del intelectual. Los movimientos de campesinos, en cuanto se unen,
no en organizaciones de masa autónomas e independientes aunque fuera
formalmente (es decir, capaces de seleccionar cuadros campesinos de origen
campesino y de registrar y acumular las diferenciaciones y progresos que en el
movimiento se realizan), terminan por sistematizarse siempre en las ordinarias
articulaciones del aparato estatal --comunas, provincias, cámara de diputados--
a través de composiciones y descomposiciones de los partidos locales, cuyo
personal está constituido por intelectuales, pero que son controlados por los
grandes propietarios y sus hombres de confianza, como Salandra, Orlando, Di
Cesarò.* La guerra pareció introducir un elemento nuevo en este tipo de
organización con el movimiento de los ex combatientes, en el que los
campesinos-soldados y los intelectualesoficiales formaban un bloque más unido
entre sí y en cierta medida antagónico con los grandes propietarios. No duró
demasiado y el último residuo de esto es la Unión Nacional creada por
Amendola,** que tiene una sombra de existencia por su antifascismo; sin
embargo, dada la falta de tradición y de organización explícita de los
intelectuales democráticos en el Mezzogiorno, también esta agrupación debe ser
considerada y tenida en cuenta, porque puede convertirse de pequeño hilo de
agua en caudaloso y crecido torrente, dentro de otras condiciones políticas
generales. La única región donde el movimiento de los ex combatientes asumió un
perfil más preciso y logró crearse una estructura social más sólida, es
Cerdeña. Y es comprensible, porque justamente en Cerdeña la clase de los
grandes propietarios terratenientes es muy débil, no desarrolla función alguna
y no tiene las antiquísimas tradiciones culturales y gubernativas del
Mezzogiorno continental. La presión de abajo, ejercida por las masas de
campesinos y pastores, no encuentra un contrapeso sofocante en el estrato
social superior de los grandes propietarios; los intelectuales dirigentes
soportan de lleno esa presión y dan pasos adelante más firmes que los de la
Unión Nacional. Tanto respecto a Cerdeña, como al Mezzogiorno, la situación
siciliana tiene características diferenciales muy profundas. Allí los grandes
propietarios están mucho más cohesionados y afirmados que en el Mezzogiorno
continental; por otro lado, existe cierta industria y un comercio desarrollado
(Sicilia es la región más rica de todo el Mezzogiorno y una de las más ricas de
Italia); las clases superiores son bien conscientes de su importancia en la
vida nacional y la hacen sentir. Sicilia y el Piamonte son las dos regiones que
han dado el mayor número de dirigentes políticos al estado italiano, son las
dos regiones que han tenido un papel de primer orden desde 1870 en adelante.
Las masas populares sicilianas son más avanzadas que en el 21Mezzogiorno, pero
su progreso ha asumido una forma típicamente siciliana; existe un socialismo de
masas siciliano que tiene toda una tradición y un desarrollo peculiar; en la
cámara de 1922 contaba con cerca de 20 diputados sobre un total de 52 electos
en la isla. * El duque G. Colonna Di Cesarò, representante de la Democracia
Social, expresión política de la gran propiedad territorial meridional. [E.] **
Hombre político liberal y antifascista, guió la oposición constitucional
llamada "del Aventino". Fue asesinado por los fascistas, [E.] Hemos
dicho que el campesino meridional está ligado al gran terrateniente por medio
del intelectual. Este tipo de organización es el más difundido en todo el
Mezzogiorno continental y en Sicilia. Forma un monstruoso bloque agrario que en
su conjunto funciona cono intermediario y guardián del capitalismo
septentrional y los grandes bancos. Su único fin es el de conservar el statu
quo. En su seno no hay ninguna luz intelectual, ningún programa, ningún interés
por mejoras o progreso. Cuando aparecen algunas ideas o algún programa hay que
buscar su origen fuera del Mezzogiorno, en los grupos políticos agrarios
conservadores, especialmente de la Toscana, que en el parlamento eran los
aliados de los conservadores del bloque agrario meridional. Sonnino y
Franchetti estuvieron entre los pocos burgueses inteligentes que se plantearon
el problema meridional como un problema nacional y establecieron un programa de
gobierno para solucionarlo. ¿Cuál fue el punto de vista de Sonnino y
Franchetti? La necesidad de crear en la Italia meridional un estrato medio
independiente de carácter económico que cumpliera la función, como entonces se
decía, de "opinión pública’’ y por un lado limitase los crueles abusos de
los propietarios y por otro moderase las tendencias insurreccionales de los
campesinos pobres. Sonnino y Franchetti estaban muy alarmados por la
popularidad que tenían en el Mezzogiorno las ideas del bakunimsmo de la I
Internacional. La alarma que experimentaban les hizo cometer a menudo torpezas
grotescas. Por ejemplo, en una publicación suya aluden a que una hostería o una
fonda popular de una región de Calabria (citamos de memoria) se llamaba "a
los huelguistas" [scioperanti], para demostrar la difusión y el arraigo
que allí tenían las ideas internacionalistas. El hecho, de ser cierto (y debe
serlo, dada la probidad intelectual de los autores) tiene una explicación más
sencilla si recordamos que en el Mezzogiorno hay numerosas colonias de
albaneses y que la palabra skipetari sufrió, al pasar a los dialectos, las
deformaciones más curiosas y extrañas (por ejemplo, en algunos documentos de la
república veneciana se habla de 22formaciones militares de "S’ciopetà").
Pero en el Mezzogiorno no estaban tan difundidas las teorías de Bakunin aunque
la situación misma podía haber inspirado probablemente a Bakunin sus teorías:
los campesinos pobres meridionales pensaban, por cierto, en el sfascio
[desbarajuste] mucho antes que en la mente de Baktuiin hubiese germinado la
teoría de la "pandestrucción". El programa gubernativo de Sonnino y
Franchetti nunca tuvo ni siquiera un comienzo de realización. Y no podía
tenerlo. Es tal la imbricación de relaciones entre el norte y el Mezzogiorno en
la organización de la economía nacional y del estado, que resulta imposible el
surgimiento de una clase media difusa de naturaleza económica (es decir, en el
fondo, de una difusa burguesía capitalista). El sistema fiscal y aduanero impide
toda acumulación de capitales y de ahorro en el nivel local, y por otro lado
los capitalistas propietarios de empresas no transforman localmente sus
ganancias en nuevo capital, porque no son de la región. Cuando la emigración
asumió en el siglo XX proporciones gigantescas y las primeras remesas
comenzaron a afluir desde América, los economistas liberales exclamaron
triunfalmente: el sueño de Sonnino se realiza. En el Mezzogiorno se verificó
una silenciosa revolución que, lenta pero seguramente, modificaría toda la
estructura económica y social de la región. Pero intervino el estado y la
revolución silenciosa fue sofocada al nacer. El gobierno ofreció bonos del
tesoro con interés garantizado y los emigrantes y sus familias se transformaron
de agentes de la revolución silenciosa en agentes del estado, al que le
suministraban medios financieros para subsidiar las industrias parasitarias del
norte. Francesco Nitti, adepto a un programa democrático y formalmente ajeno al
bloque agrario meridional, pudo aparecer como un activo realizador del programa
de Sonnino, pero en cambio fue el mejor agente del capitalismo septentrional
para arrasar con los últimos recursos del ahorro meridional. Los millones
engullidos por el banco de descuentos provenían casi todos del Mezzogiorno: los
400.000 acreedores del banco italiano de descuento eran en su inmensa mayoría
ahorristas meridionales.* * A la expansión originada en la guerra, sucedió una
grave crisis que afectó también a los bancos, en esa época "mixtos", que
habían realizado las mayores inversiones financieras en la industria. Fue así
como el banco italiano de descuentos debió cerrar sus puertas, haciendo perder
a los ahorristas un tercio de sus depósitos; como observa Gramsci, esto dio
lugar a un proceso de expropiación de los pequeños ahorristas. [E.] 23Por sobre
el bloque agrario en el Mezzogiorno funciona un bloque intelectual que
prácticamente sirvió hasta ahora para impedir que las resquebrajaduras del
bloque agrario se volviesen demasiado peligrosas y determinasen un derrumbe.
Exponentes de este grupo intelectual son Giustino Fortunato y Benedetto Croce,
quienes pueden ser juzgados como los reaccionarios más activos de la península.
Hemos dicho que la Italia meridional es una gran disgregación social. Esta fórmula
puede referirse a los intelectuales, y no sólo a los campesinos. Es notable el
hecho de que en el sur, junto a las grandísimas propiedades, hayan existido y
sigan existiendo grandes acumulaciones culturales y de inteligencia en
individuos sueltos o en reducidos grupos de grandes intelectuales, mientras
que, en cambio, no existe una organización de la cultura media. En el sur
existe la casa editorial Laterza, y existe la revista La Critica, existen
academias y empresas culturales de gran erudición; no existen revistas medias y
pequeñas, no existen casas editoriales alrededor de las cuales se agrupen
formaciones medias de intelectuales meridionales. Los meridionales que han
intentado salirse del bloque agrario y plantear la cuestión meridional de una
forma radical han encontrado hospitalidad y se han agrupado en torno a revistas
impresas fuera del Mezzogiorno. Puede incluso decirse que todas las iniciativas
culturales debidas a intelectuales medios ocurridas en el siglo XX en la Italia
central y septentrional se han caracterizado por el meridionalismo, porque
estaban intensamente influidas por intelectuales meridionales. Todas las
revistas de los intelectuales florentinos, La Voce, L’Unità [80]; las revistas
de los demócratas cristianos, como L’Azione de Cesena; las revistas de los
jóvenes liberales de la Emilia y de Milán, de G. Borelli, como La Patria de
Bolonia o L’Azione de Milán, y, por último, La Rivoluzione Liberale de
Gobetti.* [81] Ahora bien, los supremos moderadores políticos e intelectuales
de todas esas iniciativas han sido Giustino Fortunato y Benedetto Croce. En un
ámbito más amplio que el muy sofocante del bloque agrario han conseguido que el
planteamiento de los problemas del sur no rebasara ciertos límites, no se
hiciera revolucionario. Hombres de gran cultura e inteligencia, nacidos en el
terreno tradicional del sur pero ligados a la cultura europea y, por tanto, a
la mundial, tenían todo lo necesario para dar satisfacción a las necesidades
intelectuales de los representantes más honrados de la juventud culta del
Mezzogiorno, para consolar sus inquietas veleidades de rebelión contra las
condiciones existentes, para orientarlos según una línea media de serenidad
clásica del pensamiento y de la acción. Los llamados neoprotestantes o
calvinistas no han entendido que en Italia, como no pudo darse una reforma
religiosa de masas, por las 24condiciones modernas de la civilización, sólo se
ha verificado la única reforma históricamente posible, con la filosofía de
Benedetto Croce: ha cambiado la orientación y el método del pensamiento, se ha
construido una nueva concepción del mundo que superaba al catolicismo y a
cualquier otra religión mitológica. En este sentido Benedetto Croce ha cumplido
una altísima función "nacional": ha separado a los intelectuales
radicales del sur de las masas campesinas, permitiéndoles participar de la
cultura nacional y europea, y a través de esta cultura los ha hecho absorber
por la burguesía nacional y, por tanto, por el bloque agrario. 80 Gramsci se
refiere al periódico del meridionalista Gaetano Salvemini, no al órgano del
P.C.d'I., cuyo nombre, propuesto por Gramsci, se inspira, sin duda, en aquél.
81 Piero Gobetti, liberal progresista, amigo personal de Gramsci, al que éste
confió la crítica teatral de L.O.N. diario. La consideración de la persona y la
obra de Gobetti más adelante puede considerarse no sólo como una exposición
política, sino también como personal homenaje de Gramsci al amigo Gobetti,
refugiado en Francia, fue asesinado en París por fascistas italianos el 15 de
febrero de 1926. Habla nacido en 1901. * Hombre político liberal y
resueltamente antifascista, fundó y dirigió, entre 1922 y 1925. la revista La
Rivoluzione Liberale. Fue asesinado por los fascistas en 1926. [E.] L’Ordine
Nuovo y los comunistas turineses, aunque en cierto sentido pueden ser vistos en
relación con las formaciones intelectuales a que hemos aludido y aunque han
sufrido, por tanto, la influencia intelectual de Giustino Fortunato y de
Benedetto Croce, representan, sin embargo, al mismo tiempo, una ruptura
completa con esa tradición y el comienzo de un nuevo desarrollo que ya ha dado
frutos y que los dará todavía. Como ya se ha dicho, presentaron al proletariado
urbano como protagonista moderno de la historia italiana y, por tanto, también
de la cuestión meridional. Habiendo servido de intermediarios entre el
proletariado y determinados estratos de intelectuales de izquierda, han
conseguido modificar notablemente, si no completamente, la orientación mental
de éstos. Este es el elemento principal de la figura de Piero Gobetti, si bien
se piensa. El cual no era un comunista y probablemente no lo habría sido nunca,
pero había entendido la posición social e histórica del proletariado y no
conseguía ya pensar prescindiendo de este elemento. En el común trabajo del
periódico, Gobetti se encontró por obra nuestra en contacto con un mundo vivo
que antes no había conocido más que por las fórmulas de los libros. Su
25característica más destacada era la lealtad intelectual y la falta completa
de toda vanidad y mezquindad de orden inferior; por eso tuvo que convencerse de
que toda una serie de modos de ver y pensar tradicionales respecto del
proletariado eran injustos y falsos. ¿Qué consecuencias tuvieron para Gobetti
esos contactos con el mundo proletario? Ellos fueron el origen y el impulso de
una concepción que no vamos a discutir y profundizar, que en gran parte enlaza
con el sindicalismo y con el modo de pensar de los sindicalistas intelectuales:
los principios del liberalismo se proyectan en ella desde el orden de los
fenómenos individuales al orden de los fenómenos de masa. Las cualidades de
excelencia y de prestigio características de la vida de los individuos se
trasponen a las clases, concebidas casi como individualidades colectivas. Esta
concepción lleva generalmente a los intelectuales que la comparten a la pura
contemplación y registro mental de méritos y deméritos, a una odiosa y sosa
posición de árbitro de la pelea, de adjudicadores de premios y castigos.
Prácticamente Gobetti no sucumbió a ese destino. Resultó ser un organizador
cultural de gran valía y tuvo en ese último período una función que no debe
olvidarse ni subestimarse por parte de los obreros. El abrió una trinchera más
allá de la cual no retrocedieron ya los grupos de intelectuales más honrados y
sinceros que en 1919, 1920 y 1921 vieron que el proletariado había sido como
clase dirigente superior a la burguesía. De buena fe y honradamente algunos, y
otros de malísima fe y sin honradez alguna, fueron diciendo que Gobetti no era
más que un comunista camuflado, un agente, si no del Partido Comunista, sí al
menos del grupo comunista de L’Ordine Nuovo. No hace ni siquiera falta
desmentir esas charlatanerías insulsas. La figura de Gobetti y el movimiento
que él representó fueron productos espontáneos del nuevo clima histórico
italiano: en eso estriba su significación y su importancia. Algunas veces,
camaradas del partido nos han reprochado el que no lucháramos contra la
corriente de ideas de La Rivoluzione Liberale: el que no hubiera lucha con él
pareció prueba de una relación orgánica maquiavélica (como suele decirse) entre
Gobetti y nosotros. Pero el hecho es que no podíamos combatir a Gobetti porque
él representaba un movimiento que no debe combatirse, al menos en principio. No
comprender esto significa no comprender la cuestión de los intelectuales y la
función que éstos desarrollan en la lucha de clases. Gobetti nos servía
prácticamente como enlace: 1] con los intelectuales nacidos en el terreno de la
técnica capitalista y que habían adoptado una actitud de izquierda, favorable a
la dictadura del proletariado, en 1919-1920; 2] con una serie de intelectuales
meridionales que, mediante vinculaciones más complejas, planteaban la cuestión
meridional de modo diverso del tradicional, introduciendo en ella al
26proletariado del norte: Guido Dorso [82] es la figura más completa e
interesante de estos intelectuales. ¿Por qué íbamos a luchar contra el
movimiento de La Rivoluzione Liberale? ¿Por el hecho de que no estaba compuesto
por comunistas que hubieran aceptado desde la A hasta la Z nuestro programa y
nuestra doctrina? Eso habría sido política e históricamente una paradoja. Los
intelectuales se desarrollan lentamente, mucho más lentamente que cualquier
otro grupo social, por su misma naturaleza y función histórica. Los
intelectuales representan toda la tradición cultural de un pueblo, cuya
historia entera quieren asumir y sintetizar: esto se ha dicho especialmente del
intelectual de viejo tipo, del intelectual nacido en el terreno campesino.
Creer posible que vaya a romper como masa con todo el pasado y a ponerse
completamente en el terreno de una nueva ideología es absurdo. Es absurdo por
lo que hace a los intelectuales como masa, y tal vez absurdo respecto de
muchísimos intelectuales tomados individualmente, pese a todos los honrados
esfuerzos que ellos hagan y quieran hacer. Ahora bien, a nosotros nos interesan
los intelectuales como masa, y no sólo como individuos. Es sin duda importante
y útil para el proletariado que uno o más intelectuales, individualmente, se
adhieran a su programa y a su doctrina, se fundan con el proletariado, se
conviertan en parte de él y se sientan parte de él. El proletariado es, como
clase, pobre en elementos organizativos, y no tiene ni puede formarse un
estrato propio de intelectuales sino muy lentamente, muy fatigosamente, y sólo
después de la conquista del poder estatal. Pero también es importante que en la
masa de los intelectuales se produzca una fractura de carácter orgánico,
históricamente caracterizada; que se forme, como formación de masas, una
tendencia de izquierda en el sentido moderno de la palabra, o sea orientada
hacia el proletariado revolucionario. La alianza del proletariado con las masas
campesinas exige esa formación, aún más lo exige la alianza del proletariado
con las masas campesinas del sur. El proletariado destruirá el bloque agrario
meridional en la medida en que consiga, por medio de su partido, organizar en
formaciones autónomas e independientes a masas cada vez más considerables de
campesinos pobres; pero conseguirá cumplir más o menos esa tarea obligada según
su capacidad, entre otras cosas, de disgregar el bloque intelectual que es la
armadura flexible, pero muy resistente, del bloque agrario. Piero Gobetti ayudó
al proletariado en esa tarea, y creemos que los amigos del muerto continuarán,
también sin su guía, la obra emprendida, que es gigantesca y difícil, pero
precisamente por eso digna de todos los sacrificios (incluso del de la vida,
como ha sido el caso de Gobetti), por parte de aquellos intelectuales (que son
muchos, más de los que se cree) del norte y del sur que han comprendido que hay
dos únicas fuerzas 27esencialmente nacionales y portadoras del futuro: el
proletariado y los campesinos. 82 Guido Dorso, 1892-1947, escritor político (La
rivoluzione meridionale, 1925), relacionado con Gobetti y con la corriente
ilustrada y revolucionaria del primer Partito d'Azione.
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