8 de octubre de 2023

El recuerdo de un periodista holandés que fue a Plaza de Mayo el día que empezaba el Mundial 78.

 

El recuerdo de un periodista holandés que fue a Plaza de Mayo el día que empezaba el Mundial 78: “Casi tuve que llorar”

Algunos reporteros de ese país fueron muy activos en mostrar lo que sucedía en la Argentina al margen de la Copa del Mundo y contribuyeron a poner fin al negacionismo que silenciaba las denuncias sobre la represión ilegal. Un exiliado argentino les dio tips antes del viaje

Por Claudia Peiro
Publicado: 08 Oct, 2023 

La dictadura quería evitar que periodistas o curiosos fuesen a Plaza de Mayo a ver a las Madres, que ya hacían su ronda todos los jueves a las 16 horas para reclamar por la aparición de sus seres queridos. Por eso fijaron la hora de la ceremonia de apertura aquel jueves 1° de junio a las 14 horas y el partido inaugural a las 16, algo totalmente inusual en los campeonatos de fútbol hasta entonces. Además, dieron asueto en las oficinas y escuelas desde las 13 para que la gente llegara a sus casas a tiempo para ver el espectáculo por televisión.

El periodista deportivo Frits Barend debía estar ese día en la cancha como todos los corresponsales extranjeros; en cambio, decidió ir a la plaza. Previo paso por un cine para ver la ceremonia inaugural, llegó a Plaza de Mayo a las 16. Estaba desierta de personas y vehículos. Pero de pronto, desde las calles adyacentes, surgieron unas 20 ó 30 mujeres para hacer la ronda habitual.

Frits Jelle Barend se encuentra en la Argentina, invitado por el Centro Ana Frank (CAFA) junto con su colega y compatriota Jan Van der Putten. En un encuentro con periodistas, evocó aquella experiencia que lo marcó para toda la vida. Él vino como cronista deportivo pero no pudo sustraerse al interés por confirmar si aquello que tanto se denunciaba en el exterior era cierto: que cientos y cientos de personas eran arrestadas y mantenidas en total secreto en centros de detención y tortura clandestinos.

Los periodistas holandeses Jan Van der Putten y Frits Jelle Barend
Los periodistas holandeses Jan Van der Putten y Frits Jelle Barend

Aquella tarde, Barend se acercó al grupo de mujeres y con el precario castellano que manejaba les dijo: “Yo soy periodista de Holanda, he leído sus problemas, hablo poco español, por favor, dime qué usted quiere, qué tengo que escribir, yo qué puedo hacer”.


El periodista deportivo Frits Barend debía estar ese día en la cancha como todos los corresponsales extranjeros; en cambio, decidió ir a la plaza. Previo paso por un cine para ver la ceremonia inaugural, llegó a Plaza de Mayo a las 16. Estaba desierta de personas y vehículos. Pero de pronto, desde las calles adyacentes, surgieron unas 20 ó 30 mujeres para hacer la ronda habitual.

Frits Jelle Barend se encuentra en la Argentina, invitado por el Centro Ana Frank (CAFA) junto con su colega y compatriota Jan Van der Putten. En un encuentro con periodistas, evocó aquella experiencia que lo marcó para toda la vida. Él vino como cronista deportivo pero no pudo sustraerse al interés por confirmar si aquello que tanto se denunciaba en el exterior era cierto: que cientos y cientos de personas eran arrestadas y mantenidas en total secreto en centros de detención y tortura clandestinos.

Los periodistas holandeses Jan Van der Putten y Frits Jelle Barend
Los periodistas holandeses Jan Van der Putten y Frits Jelle Barend

Aquella tarde, Barend se acercó al grupo de mujeres y con el precario castellano que manejaba les dijo: “Yo soy periodista de Holanda, he leído sus problemas, hablo poco español, por favor, dime qué usted quiere, qué tengo que escribir, yo qué puedo hacer”.


De inmediato, aquellas madres desesperadas empezaron a contarle: “Yo no he visto a mi hijo desde hace medio año, yo a mi padre, a mi hermano, a mi marido”.

“Todas tenían una historia increíble -recuerda él- y casi tengo que llorar”.


Fueron apenas 5, 6 minutos de charla y ellas se marcharon no sin antes dejarle sus teléfonos y cartas. “Ese momento nunca lo olvido -dijo Barend, a 45 años de esos hechos-. Entiendo que como periodista es muy importante escribir sobre estas cosas. No sólo de si hay sol o hay lluvia, o qué bien que Maradona ha marcado un gol. Es también muy importante escribir sobre lo que pasa fuera del estadio”.

Más tarde, Barend se coló en la cena de clausura del Mundial; los dejaron pasar a él y a su fotógrafo creyendo que eran jugadores. “Durante el menú principal le dije a mi fotógrafo que iba a hacer una entrevista con (Jorge Rafael) Videla. Se me ocurrió en ese momento. Le di las felicitaciones por el Mundial y pregunté dónde estaban los desaparecidos”, contó Barend. “Es mentira, es mentira”, fue la primera respuesta de Videla, que luego dijo que Argentina estaba en guerra.

El periodista admitió que tuvo temor a represalias y por eso le pidió al colega fotógrafo que lo acompañó que durmiera con él en la misma habitación del hotel. “No estaba seguro de que no pasaría nada esa noche…”

Barend y su acompañante tomaron luego un vuelo hacia Chile. En la escala de Mendoza los hicieron bajar del avión y los retuvieron 6 horas sin ninguna explicación. Intimidación lisa y llana.

En Europa, a comienzos del 78, hubo iniciativas para boicotear la realización de la Copa del Mundo en la Argentina, en razón de las denuncias acerca de las numerosas violaciones a los derechos humanos que tenían lugar bajo la dictadura. El boicot no prosperó pero la campaña para promoverlo tuvo gran impacto.

Algunos de los afiches con los que activistas franceses promovían el boicot al Mundial
Algunos de los afiches con los que activistas franceses promovían el boicot al Mundial

“La discusión sobre el boicot tuvo consecuencias tangibles, ya que obligó a diversos actores a posicionarse en relación con el debate”, dice Bram Daanen, historiador, doctorando en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de Berlín, en un trabajo del 2022 titulado “Fútbol, dictadura y derechos humanos: el Mundial de 1978 y el activismo solidario de los Países Bajos por Argentina”.

“Lo que es más importante, la Copa del Mundo generó un interés sin precedentes por la situación en Argentina”, dice Daanen, que para su trabajo entrevistó a un testigo de primera mano, Marcos Lohlé, exiliado argentino en los Países Bajos a quien ese país había dado asilo en razón del origen holandés de su padre, Carlos, creador de las emblemáticas Ediciones Carlos Lohlé. “El Mundial puso a Argentina en la primera página de los periódicos”, le dijo Marcos Lohlé a Daanen.

Daanen también señala que, a diferencia de lo que sucedería luego con la Argentina, “la toma del poder por los militares en Chile generó un impacto global inmediato”. “Las imágenes televisadas que mostraban la quema de libros en las calles e incluso el bombardeo del palacio de La Moneda del Presidente provocaron una indignación directa -explica-. En marcado contraste, incluso después del golpe en Argentina, la preocupación por el terror en ese país siguió siendo baja en los Países Bajos. Como consecuencia de esta situación, los exiliados argentinos en los Países Bajos se refirieron a sus homólogos chilenos como ‘los mimados de Europa’”.

En efecto, hoy está de moda hablar de negacionismo. Pero en los años 76, 77 y 78, mientras tenía lugar la represión ilegal y desaparecían personas a diario, hubo un negacionismo desesperante, que con seguridad impidió salvar muchas vidas. Un negacionismo “en vivo” respecto de los crímenes de la dictadura argentina de aquellos años; un negacionismo que muchos prefieren olvidar, pues con frecuencia son los mismos personajes que ayer miraron para otro lado o minimizaron los hechos pero hoy posan de campeones de los derechos humanos.

Mientras se desarrollaba lo más intenso de la represión ilegal, era casi imposible perforar el escudo protector de la dictadura y denunciar lo que sucedía en la Argentina. Además del método del secretismo que impuso la junta militar con el secuestro y la detención ilegal en centros clandestinos, la dictadura contaba con la complicidad del entero sistema soviético (la URSS, la mitad de Europa y Cuba) y de la inmensa mayoría de los partidos comunistas occidentales -el argentino incluido- para tapar sus crímenes. En esos tiempos, los PC del mundo eran fuerzas políticas poderosas con un importante grado de injerencia en los organismos humanitarios y de derechos humanos. Con peso también en Naciones Unidas, donde sistemáticamente con su voto frenaban en la comisión de Derechos Humanos de la ONU el envío de una misión a la Argentina para inspeccionar lo que estaba sucediendo.

Los tres integrantes de la Junta militar, Massera, Videla y Agosti, festejan los goles en la final del Mundial '78. Además, gozaban de la protección de "negacionistas" a lo largo y ancho del mundo que silenciaban las denuncias de las violaciones a los derechos humanos
Los tres integrantes de la Junta militar, Massera, Videla y Agosti, festejan los goles en la final del Mundial '78. Además, gozaban de la protección de "negacionistas" a lo largo y ancho del mundo que silenciaban las denuncias de las violaciones a los derechos humanos

La mayoría de los exiliados argentinos en el mundo se opusieron al boicot del Mundial 78, conocedores de la importancia del fútbol en este país. Pero aprovecharon la atención de la prensa mundial sobre la Argentina para intensificar las denuncias de violaciones a los derechos humanos y tratar de romper así el cerco de protección levantado en torno a la dictadura.

El boicot sí fue promovido por activistas locales, sobre todo en Europa y particularmente en Francia, donde la campaña tuvo gran amplitud.

“El movimiento de boicot -dice el artículo de Bram Daanen- sirvió para amplificar las voces de quienes intentaban condenar la situación en Argentina. (...) Los exiliados argentinos visitaron partidos políticos e incluso hablaron con jugadores de fútbol para explicarles lo que estaba ocurriendo en Argentina, los activistas participaron en debates en colegios y universidades, y el SKAN [Comité de Solidaridad Argentina-Holanda] de La Haya publicó un boletín informativo sobre Argentina. Los exiliados también informaron a los periodistas que tenían previsto viajar a Argentina durante el Mundial, como mencionó un argentino en Ámsterdam”.

Daanen se refiere a Marcos Lohlé, que integraba el SKAN y cuyo testimonio cita: “Hablamos con muchos periodistas. [...] Recuerdo haber tenido contacto con ellos antes del Mundial y haberles contado lo que estaba pasando. Y haberles dado direcciones de lugares donde podían ir a preguntar, como instituciones, iglesias y sindicatos. Les dijimos que preguntaran con discreción para que pudieran hacerse una idea real de lo que estaba pasando. Eso fue de gran ayuda. Recuerdo a Jan van der Putten, de De Volkskrant, por ejemplo”.

Van der Putten es el otro periodista que vino a Argentina esta semana con Frits Barend; ambos fueron homenajeados como parte de los actos por los 40 años de democracia. Jan Van der Putten también cubrió el Mundial, y mientras las Madres de Plaza de Mayo hacían sus rondas, las entrevistó y transmitió en vivo, junto al acto inaugural del Mundial. La nota tuvo un altísimo impacto en el mundo entero.


“El mundial era un juguete que servía a la Junta Militar. Hice la entrevista a las madres, pero a la vez no hice ninguna entrevista. Solo comencé con una provocación. Les dije: el gobierno dice que ustedes son unas mentirosas. Y eso fue una bomba. Luego la policía nos hizo irnos. En esos días tuve la amenaza de muerte más civilizada de mi vida: ´Dígale a sus amiguitos que se comporten bien’. De todos modos no nos pasó nada”, recordó Van der Putten.

Gracias, entre otras cosas, a las charlas que había tenido con Marcos Lohlé antes de viajar, Van der Putten venía con una agenda paralela a la de la cobertura del Mundial. Y eso fue clave para empezar a correr el velo de secreto que tapaba la suerte de tantos argentinos.

“Me acuerdo que fuimos una vez al lugar donde se entrenaban los jugadores holandeses, en Zeist, a contarles un poco lo que pasaba”, había contado Marcos Lohlé a Infobae en 2017. La acogida de los futbolistas, que se mostraron “muy abiertos”, conmovió a los militantes del SKAN.

“Para nosotros, era muy impresionante eso, porque las mismas personas que iban a jugar acá se animaban a escuchar lo que nosotros les contábamos”, recuerda Lohlé. “Era un símbolo de mucha libertad”, concluyó el ex-exiliado. De hecho, los jugadores holandeses fueron los que tuvieron los gestos más importantes. El equipo se negó a saludar a los integrantes de la Junta Militar, retirándose al vestuario en el momento de recibir los trofeos. Algunos de ellos fueron, incluso, a Plaza de Mayo a ver a las Madres.

La dictadura intentó utilizar la Copa del Mundo para mostrar un país pacificado y en orden, mientras que los allegados a las víctimas y los sobrevivientes aprovecharon la ocasión para intentar hacer oír sus reclamos.

Una grieta se abrió en el muro. Un año más tarde, en septiembre de 1979, se concretó una visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA que durante varios días recibió testimonios de víctimas y de referentes políticos y sociales sobre lo que estaba sucediendo en el país.

Fuente:InfoBae

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