Más de 80.000 personas marcharon por la diversidad sexual
La verdadera libertad con memoria y orgullo
La multitudinaria marcha llevó su marea del arcoiris hasta el Parque a la Bandera, donde hubo música, reclamos y llamados a votar, pero no a Milei ni a Bullrich.
Más de 80.000 personas marcharon por la ciudad, desde la plaza Libertad, en una marea de colores, carteles escritos a mano, vestidos, plumas, banderas del arcoiris en forma de capas, paraguas, abanicos, glitter en las caras. A partir de las 20, empezaron a confluir en el Parque a la Bandera, donde Ibiza Pareo tocó sobre el escenario. Música y reclamos marcaron todo el recorrido. En el documento que leyeron Michelle Vargas Lobo, Manuel López Nuñez y Naty Vila, la Coordinadora Orgullo expresó: “Milei y Bullrich son una amenaza terrible para nuestra comunidad y desde esta enorme Marcha que construimos juntes, les decimos que no, que sus proyectos de odio, violencia y exclusión ¡No pasarán!”. Elaborado por más de 30 organizaciones de la comunidad LGTBIQ+, este manifiesto recordó: “¡Nuestro voto vale! Vayamos a votar porque cada voto cuenta”. Una consigna central de esta marcha, como también de la anterior, fue la sanción de la ley de reparación a la población travesti trans que sufrió violencia institucional en democracia. Este año, obtuvo media sanción en Diputados pero la Cámara de Senadores aún no la trató.
La libertad, pero entendida desde lo colectivo. Así se planteó la marcha que se extendió durante cuadras y cuadras, en un verdadero enjambre generacional. En algunas familias, marcharon tres generaciones: abuela, hijas y nietas hermanadas por el arcoiris. Desde los balcones de calle Pellegrini, y luego por Buenos Aires, se asomaban curiosos, en su gran mayoría con expresiones de afecto y acompañamiento. En la esquina de San Martín y Pellegrini una señora que vendía sahumerios, cantaba al ritmo de Despechá, de Rosalía y gritaba a la multitud: "Disfruten, disfruten".
Fue Vargas Lobo, "la Miya", quien arengó desde la cabecera, para recordar que se le reclama al Estado la falta de políticas, pero en busca de un estado más presente. Las dos banderas que encabezaron la movilización fueron: "A 40 años de democracia, ley de reparación travesti trans pos dictadura" y otra que decía: "Libertad es orgullo y memoria. Violencia antiderechos nunca más". Durante algunos tramos de la movilización se cantó "Milei, basura, vos sos la dictadura".
"Esto también somos: alegría y festejo", dijo la Miya al paso de miles de jóvenes que bailaban, con su atuendo especialmente elegido -y confeccionado- para la ocasión, sus lentejuelas, brillos, medias y remeras de red, anteojos, vinchas, todo accesorio era válido para ejercer la libertad de los cuerpos. En la columna de varones trans se cantó "¿Dónde está Tehuel?", en relación al chico trans desaparecido el 11 de marzo de 2021, en la provincia de Buenos Aires, cuando fue a una entrevista de trabajo.
“La Marcha del Orgullo es un espacio político y de resistencia”, plantearon desde la organización y recordaron: “Nuestras marchas nacen ante el deseo de ganar libertades. Son décadas de luchas colectivas las que nos respaldan cuando decimos que no vamos a dar ni un paso atrás”. Por lo mismo, prometieron que “a la escalada de violencia antiderechos que amenaza la democracia ¡la paramos con más Orgullo! Porque el orgullo es lucha, hoy más que nunca, decimos: ¡Ni un paso atrás ante el avance de la ultraderecha! Frenemos la difusión de discursos y proyectos políticos de odio que nos tienen como objetivo junto con las poblaciones excluidas por pobreza y racialidad”.
Antes de los discursos consensuados por las organizaciones, hubo cientos de carteles hechos a mano, donde cada cual decía lo suyo. "Mi ropa, mi forma de ser o mi maquillaje no definen mi género ni mis pronombres", levantaba una adolescente.
El discurso consensuado estuvo lejos de la complacencia. “Y aunque todos los días existan vulneraciones y violencias hacia nosotres, como sujetes politiques disidentes, no vamos a dejar de luchar por defender lo conquistado hasta ahora”, dijeron.
Y justamente, la larga lista de reclamos que levantó el documento dio cuenta de esas violencias. “¡Basta de ataques de odio a nuestras identidades y espacios! Repudiamos y pedimos acciones concretas ante los crímenes y amenazas de muerte que se cometieron contra espacios como La Vulvería, local lesbotransfeminista de Lxs Safinas en nuestra ciudad. ¡Que la Justicia esclarezca el caso! ¡Debemos frenar la crueldad!”, expresaron.
La marcha fue un éxito completo, y también su paso por la Catedral, donde un rato antes se había realizado la celebración de la Virgen del Rosario. Un cordón policial custodió el edificio pero lxs manifestantes se limitaron a sus consignas: "A la iglesia católica apostólica romana, que se quiere meter en nuestra cama, le decimos, que se nos da la gana, de ser putas, travestis y lesbianas".
Fiesta con contenido político. Bailes alrededor de las carrozas, celebración de los cuerpos, pero también reclamos concretos. Los derechos a la salud, a la educación, la cultura y el deporte, a tierra, techo y trabajo, a la identidad y a la memoria agruparon a una larga lista de demandas. Más allá de la enumeración, el denominador común fue la lucha por “más democracia” y lo que subyace es la necesidad de “un Estado más fuerte y presente que se haga cargo de garantizar nuestros derechos, que son derechos humanos”. El cierre fue, por supuesto, con baile, a cargo de la DJ trans Laurita Gosh.
ROSARIO
“Forjamos una identidad de poblado, sin fecha de fundación pero creyendo en cada uno de sus habitantes. Rosario es esa historia y este presente: vanguardista, igualitaria, integral, solidaria, talentosa. De esa rebeldía, de toda esa fuerza que nos hizo grandes, tiene que salir la unión que necesitamos en estos tiempos difíciles. Parece que no pocos quieren instaurar una lógica de la violencia. Vemos caer pibes y pibas en manos de las mafias delictivas. Vemos arder el humedal, nuestra flora y fauna, por la especulación y la ambición. Vemos grietas, enfrentamientos, gritos, por la búsqueda insaciable de fama, votos y popularidad. Hace mucho tiempo que venimos diciendo que este es el momento de unir. Esto no es una frase vacía es una declaración de principios”.
(Presidenta del Concejo, María Eugenia Schmuck, al presidir ayer el acto por el Día de la Virgen del Rosario)
Municipales
Paro de 48 horas
Entrevista a Diego Giuliano, candidato a diputado nacional por Santa Fe
“Massa es lo nuevo"
"Encamina al país a la unidad nacional”, dice sobre el candidato presidencial. Sostiene que "no se puede fundar una sociedad en el odio" y cree que en las elecciones “va a primar la racionalidad”.
Diego Giuliano es ministro de Transporte de la Nación, pero también el hombre de confianza de Sergio Massa en Santa Fe. Ese vínculo con el candidato presidencial de Unión por la Patria lo deja posicionado para liderar la reconstrucción del peronismo en la provincia, luego de la dura derrota en las elecciones de septiembre. Sin embargo, se siente más cómodo como “parte de un equipo” que trabaje en ese sentido. Ocupa el tercer lugar de la lista peronista de candidatos a diputados nacionales por Santa Fe y, a la par de su tarea como funcionario, trabaja en ampliar la base de apoyo para que Massa llegue a la presidencia. En diálogo con Rosario/12, sostiene que en un eventual balotaje “va a primar la racionalidad” de las propuestas. “Massa es lo nuevo en esto, porque encamina al país a la unidad nacional”, aseguró.
- ¿Cómo transita la campaña en Santa Fe?
- Nosotros vemos que se está expandiendo la base social y política de acompañamiento a Sergio Massa. Y creo que esa adhesión tiene que ver con la preocupación que genera el país que nos propone la oposición. Ya sea el país de Patricia Bullrich, que pone el acento en la recesión y en el ajuste como ya hemos visto durante el gobierno de Mauricio Macri. O el gobierno que propone Javier Milei, que tiene ribetes insólitos por el impacto enorme que puede generar. Esto hace que se amplíe fuertemente la base social de Unión por la Patria y la adhesión de Sergio Massa.
- ¿La elección provincial puede ayudar a reconstruir liderazgos en el PJ provincial, después de lo que fue la derrota en la provincia?
- El justicialismo santafesino ha sufrido una derrota que hay que procesar y aceptarla con serenidad. Y por supuesto que promover nuevos liderazgos que permitan un tránsito por lo que la sociedad hoy está planteando. Creo que el peronismo siempre tiene nuevos liderazgos, porque se caracteriza por pasar siempre a lo nuevo. Y lo nuevo es ver cómo nos adaptamos a las circunstancias para generar mayores beneficios sociales. Es el único objetivo.
- Es el hombre más cercano a Massa en la provincia. ¿Se ve liderando esa reconstrucción si logra la presidencia?
- Me veo siendo parte de un equipo. Esa es un poco la impronta no solo de Sergio Massa, si no la que debe resguardarse siempre: ser parte de un equipo que coincida en los objetivos estratégicos que tienen que ver con cómo Santa Fe se posiciona en la Argentina y en el mundo. Santa Fe es una provincia absolutamente productiva, entre las primeras del país, y por eso le conviene un proyecto nacional productivo. Que haya producción, trabajo y construcción; no recesión, deuda y enfriamiento de la economía. Creo que hay que reflexionar sobre eso.
- ¿Cómo evalúa su gestión como ministro de transporte?
- A nivel nacional generamos un plan de obras específicas para el transporte. Promovimos un gran avance en la infraestructura aérea del país, donde volvimos a tener una aerolínea competitiva, con 10 pistas nuevas y muchas obras en marcha. En el marco de la navegación marítima y fluvial, la recuperación de la vía navegable troncal: haber creado un ente nacional donde las provincias, en forma federal, puedan tomar decisiones sobre la hidrovía es inédito. En lo ferroviario, mientras que el gobierno anterior cerró 12 ramales, nosotros abrimos 20 y, en tres años y medio, tenemos el 56% más de carga por tren. Y otro hito importante a destacar es la expansión de la SUBE en la Argentina, que ya funciona en 53 localidades.
- Una de las quejas de los intendentes del interior es la desproporción en la distribución de subsidios en relación al AMBA. ¿Cómo se puede mejorar eso?
- Creo que hay que ir en el rumbo que estamos yendo. En el Consenso Federal del 2018, los gobernadores de aquel momento firmaron con Macri la eliminación del subsidio al trasporte en el interior del país y eso provocó una distorsión enorme. Lo que hemos hecho primero es aumentar el presupuesto. Luego, discutirlo en el Congreso, donde nos habilitaron más recursos: 85 mil millones para repartir al interior, cuando antes teníamos 20 mil. Creo que hay que hacer un gran acuerdo federal de transporte, que es lo que estamos elaborando.
- ¿Motorizó la foto entre Massa y Juan Monteverde?
- Sí, acompañé ese encuentro. Me parecía importante porque Juan Monteverde participó de la interna del peronismo. Y es un aliado validado por las urnas, con un proyecto político que ha tenido un gran desempeño. Coincidimos en muchos proyectos cuando yo era concejal de Rosario, y en los que no coincidimos pudimos tener diálogo. Y este creo que es el secreto de lo que viene en Argentina. La contradicción y la pelea es algo viejo en el país. Lo que dice Patricia Bullrich, de eliminar al kirchnerismo, es antiguo. Y lo de la motosierra ni hablar, es discriminador, busca excluir, no incluir. Por eso, Massa es lo nuevo en esto, porque encamina al país a la unidad nacional.
- En el acuerdo firmado con Monteverde se propone hacer un Metro en Rosario. ¿Es posible?
- Sí, por supuesto. Cuando se habla de Metro no se habla necesariamente de un subte, sino de no de un modo de transporte que tenga que ver con el tranvía o con lo que hoy son los trenes livianos. Y eso es algo posible en Rosario y que yo desde el Ministerio de Transporte voy a encarar. Esto fue una idea de Monteverde que debemos compatibilizar con el Concejo y el Municipio, pero que hay que llevar adelante porque Rosario es una de las ciudades metropolitanas más grandes de la Argentina.
- ¿Que Massa sea ministro de Economía en un contexto de crisis, no le resta votos como candidato?
- Yo creo que al contrario. La sociedad sufrió la incertidumbre que significó la ida de Martín Guzmán. Y Massa, que en ese momento podía seguir en la Cámara de Diputados como presidente, decidió renunciar y hacerse cargo de la economía, el lugar más difícil del país. Y eso es lo que hoy lo valida: el coraje y la determinación. Que haya asumido la economía en momentos difíciles lo enaltece y me parece que es lo que lo va a hacer presidente.
- ¿Cree que Massa puede seducir el voto radical en un eventual balotaje con Milei?
- Yo creo que va a primar la racionalidad. El país que propone la oposición es un país recesivo y de eliminación del otro. Esto no es broma. Nosotros creemos que tenemos que corregir cosas, pero no se puede decir que la justicia social es un curro, que los derechos sociales hay que eliminarlos, o que la compraventa de órganos y la libre portación de armas pueden ser posibles. Eso es una sociedad violenta, agresiva y deshumanizada. Nosotros vamos hacia una sociedad distinta. No se puede fundar una sociedad en el odio. Lo que se propone del otro lado es la ley de la jungla.
- Y si el balotaje es entre los otros dos espacios, ¿qué postura debería tomar el peronismo?
- Eso sería ya una serie distópica de Netflix. Yo creo y estoy para luchar por las sociedades que van hacia adelante, no las que se funden en la agresión.
Más de cuatro mil alumnos disfrutaron de obras de teatro a partir de una iniciativa del Concejo Municipal
La primera vez en El Círculo
Más de cuatro mil alumnos de 52 escuelas de la ciudad participaron del ciclo 2023 de “Primera vez al teatro”, una iniciativa del Concejo Municipal que a criterio de su presidenta María Eugenia Schmuck deberá repetirse el año próximo.
“El balance es sumamente positivo”, dijo la titular del Concejo Municipal al recordar la implementación de “Primera vez al Teatro”, un proyecto de la concejala Nadia Amalevi que permitió que más de cuatro mil alumnos de 52 escuelas de la ciudad pudieran disfrutar de obras de teatro.
Schmuck consideró la iniciativa y la implementación como “un verdadero aporte a la igualdad y a la inclusión cultural porque por las características inherentes a la producción, actuación y puesta en escena, ver obras de teatro sea costoso. Y eso fue solucionado con la gratuidad de acceso”.
Las obras escogidas fueron Peter Pan para estudiantes de la educación primaria e inicial y La Casa de Bernarda Alba para secundarios. A criterio de la concejala con ambas obras “se contribuyó a fomentar valores sociales, educativos y emocionales y también a promover miradas críticas en torno a los roles de la mujer, el amor libre, el crecimiento y sus implicancias”.
La sala La Opera del teatro El Círculo estuvo colmada en cada una de las funciones que se realizaron a lo largo del año y sin dudas la imponencia del lugar ayudó a promover el conocimiento y la educación sobre el patrimonio cultural de la ciudad.
“Una vez más generamos una alianza público-privada como un instrumento de colaboración, en este caso entre el Concejo y el teatro (a través del presidente de la Asociación Cultural El Círculo, Guido Martínez Carbonell), que hizo posible una experiencia teatral y que los alumnos acceden a una posibilidad que en muchos casos sería imposible”, dijo Schmuck.
“Los jóvenes y los chicos están acostumbrados a las pantallas pero éste es otro ámbito. Son momentos, son emociones, son sorpresas”, remarcó la presidenta del Concejo.
"Los 80 en Rosario". Historia social, política y cultural de una ciudad en transición
Una década bisagra entre dictadura y democracia
Entre 1981 y 1983, mientras la dictadura militar instalada el 24 de marzo de 1976 transitaba su última fase, la ciudad de Rosario adquiría una notable visibilidad a escala nacional como escenario de procesos de movilización social y política con distintos actores, demandas y repertorios de acción, pero también como centro y “vidriera” cultural alternativa a la Capital Federal. Estos procesos políticos, sociales y culturales que atravesaron los años de la transición –o de la recuperación democrática– marcaron gran parte de la década y dotaron de ciertas marcas identitarias a la ciudad que mutarían en forma drástica pocos años después cuando, por efectos de una crisis económica de larga data y de profundas transformaciones en la estructura social, económica y urbana que se hicieron evidentes en esa coyuntura, Rosario se convirtió en la localidad con mayor índice de desocupación a nivel nacional y epicentro de los saqueos a supermercados y comercios que acontecieron, por primera vez, en mayo de 1989.
Los años ochenta estuvieron lejos de ser un período uniforme, más bien se trató de una década denotada por la heterogeneidad y jalonada por distintos momentos que expresaban configuraciones político-sociales diversas y también procesos de cambio de corto, mediano o largo plazo. En primer lugar, fue en esos años cuando se produjo el proceso de transición a la democracia, un período difícil de definir en términos temporales al que usualmente se ubica entre los años finales de la más feroz dictadura militar que vivió la Argentina y los del primer gobierno democrático que la sucedió. Se trata entonces de una década bisagra entre dictadura y democracia, en la que se identifican fácilmente unos primeros ochenta todavía dictatoriales y unos ochenta democráticos divididos por una fecha emblemática: el 10 de diciembre de 1983, cuando asumió la presidencia de la Nación el radical Raúl Alfonsín (1983-1989). Pero ni la última etapa de la dictadura militar ni los años del alfonsinismo se muestran homogéneos en sus dinámicas políticas, sociales, económicas o culturales, aunque se trate de lapsos de tiempo no demasiado extensos.
El final de la dictadura fue precedido por un período relativamente extenso de deslegitimación y de crisis político-institucional del gobierno militar, que se volvió terminal hacia 1982. El conflicto con Gran Bretaña por las islas Malvinas entre abril y junio de ese año y la derrota inapelable de las tropas argentinas sumieron al régimen en una debacle, marcando el punto de no retorno que condujo a la salida de las Fuerzas Armadas de los mandos del Estado. Sin embargo, la imagen de un colapso abrupto de la dictadura en la posguerra debe ser en parte relativizada en tanto el poder militar venía siendo socavado por las tensiones y fracturas internas del bloque gobernante –mostrando los síntomas de la crisis o, incluso, del fracaso del proyecto autoritario–, por los efectos de la crisis económica, por la creciente movilización social y por las demandas democráticas de casi todo el espectro político-partidario al menos desde 1980-1981 y, por otro lado, porque los militares se mantuvieron en el gobierno casi un año y medio más y tuvieron amplio margen para definir o incidir en los tiempos y modalidades de su salida del poder.
Las elecciones de 1983 representaron un hito fundamental que marcó no sólo el fin de la dictadura sino también de una época histórica de alternancia entre gobiernos civiles y militares y el inicio de la más larga fase democrática de la historia argentina. A partir de allí se impusieron las reglas del juego democrático, se reconstituyeron las instituciones y los espacios de representación parlamentaria y los partidos políticos se posicionaron en el centro de la escena, transitando con más o menos dificultades procesos de reorganización y reacomodamientos internos –que tuvieron expresiones diferenciadas a escala nacional, provincial y local–, a la par que la intervención en la lucha electoral y por el control gubernamental marcaron el pulso de la recuperación democrática. Sin embargo, y sin minimizar la relevancia de ese proceso de cambio político-institucional, la disociación tajante entre dictadura y democracia se revela inadecuada a la luz de las evidentes continuidades y la persistencia de elementos y procesos iniciados en el contexto dictatorial, entre los que destacan los efectos sociales y políticos de las violaciones a los derechos humanos o la profundidad de la crisis económica, que atravesaron los años del gobierno de Alfonsín y también las décadas posteriores.
Los años ochenta fueron también el momento en que la crisis del capitalismo mundial impactó con contundencia en América Latina y la Argentina. La crisis económica que se había manifestado en los países centrales a mediados de los años setenta con la denominada crisis del petróleo dejó sentir sus efectos en la región hacia 1982, cuando el gobierno mexicano declaró que no podía pagar la deuda externa, abriendo un ciclo recesivo que afectó por entero al subcontinente y definió a los ochenta como la “década perdida”. Así, el complejo contexto internacional no hizo sino agravar los desequilibrios que ya mostraba la economía argentina por efectos de las políticas implementadas por la dictadura. Esta situación marcó los últimos años del régimen militar a la vez que profundizó las protestas antidictatoriales y tuvo una honda incidencia en el rumbo del nuevo gobierno democrático, que heredó una grave situación económica y financiera. Los altos índices inflacionarios, la caída de la producción industrial, la inversión y la demanda y el aumento notable de la deuda con los organismos financieros internacionales, en un contexto donde las políticas económicas ensayadas no variaron sustancialmente respecto de las dictatoriales, contribuyeron al fracaso de los sucesivos planes de los elencos económicos del alfonsinismo.
Los efectos sociales de tales procesos que caracterizaron la situación de la economía nacional e internacional en esos años no fueron menos agobiantes. La caída del nivel de empleo y de la capacidad adquisitiva del salario acicateó las demandas obreras hacia el final de la dictadura –y en particular entre 1982 y 1983– y los conflictos laborales fueron una constante durante toda la década, articulados al proceso de normalización de las direcciones sindicales que se verificó en los primeros años del gobierno de Alfonsín y, sobre todo, al deterioro de la economía que se profundizó a partir de 1985, denotada por el aumento del desempleo y el subempleo y de los índices de pobreza y marginalidad en gran parte del país y, en particular, en algunos grandes núcleos urbanos.
Si los trabajadores y el movimiento sindical fueron actores claves en las movilizaciones del período, otro tanto sucedió con otros movimientos sociales en los años finales de la dictadura y los que siguieron. Indudablemente, uno de los más relevantes fue el movimiento de derechos humanos, que adquirió mayor presencia y visibilidad política hacia el final del gobierno de facto, mientras las autoridades militares sufrían una creciente pérdida de legitimidad a causa de la crisis económica, aparecían más y más evidencias de los crímenes cometidos y los reclamos de los organismos pudieron articularse con otras demandas de la oposición antidictatorial.
La cuestión de las violaciones a los derechos humanos se convirtió en un problema central para el gobierno democrático instalado en diciembre de 1983 y para los que le sucedieron. Tanto por las renovadas demandas del movimiento de derechos humanos –que siguió exigiendo al Estado la aparición con vida de las personas desaparecidas, la liberación de los presos políticos, conocer el destino de los menores apropiados y castigar a los responsables de tales delitos– como por los efectos que generaron en las Fuerzas Armadas las políticas del gobierno de Alfonsín implementadas entre 1983 y 1985. En esos años, Argentina se convirtió en un caso modelo y pionero en el contexto latinoamericano y global con la constitución de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en 1983, que elaboró el Informe Nunca Más y, sobre todo, con la realización del Juicio a las Juntas militares en 1985, que culminó con la condena de varios de los ex comandantes. Pero, a la vez, generó tensiones, conflictos y fracturas entre el gobierno civil y los militares, que se expresaron en rebeliones y levantamientos –de los denominados “carapintadas”, entre 1987 y 1990–, incidieron en la sanción de las leyes de impunidad y postergaron la penalización de los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas y de seguridad.
Uno de los rasgos que denotaron los primeros años de la pos- dictadura –la denominada “primavera democrática”– fueron las expectativas depositadas en el proceso que se iniciaba, que se tradujo en la elevada participación política de la ciudadanía, las afiliaciones masivas a los partidos políticos, la altísima participación electoral y la presencia en actos y concentraciones, que beneficiaron funda- mentalmente a los dos grandes partidos mayoritarios. Pero también alcanzaron a organizaciones más pequeñas de la izquierda y la centroizquierda, que aumentaron su influencia en algunos ámbitos y lugares del país, y fueron parte o impulsaron originales experiencias sociales, políticas y culturales.
Por su parte, fue un período de activación de los trabajadores y el movimiento obrero, así como de los denominados nuevos movimientos sociales cuyo arquetipo fue, sin dudas, el organizado en torno a la defensa de los derechos humanos; pero también deben incluirse los movimientos barriales o vecinales, el movimiento de mujeres y los movimientos juveniles, actores políticos novedosos que se organizaban y movilizaban por efectos de las políticas y estrategias impuestas por el régimen militar y aparecían como alternativas a los modos tradicionales de representación política y corporativa.
El movimiento estudiantil fue un actor clave entre los años finales de la dictadura y la “primavera democrática”, participando intensamente en las protestas antidictatoriales y en los reacomodamientos de una universidad en transición. A la vez, era expresión de procesos más amplios de movilización y politización de las y los jóvenes, de configuración de culturas juveniles, específicos ámbitos de sociabilidad y consumos culturales que definieron ciertos modos de ser jóvenes en esos años. Durante el período de la transición democrática surgieron grupos y organizaciones de mujeres en particular en las grandes ciudades del país, que convergieron en la conformación de un movimiento feminista cada vez más potente con objetivos, programas y repertorios de acción muy diversos que, entre otras cuestiones, demandaron leyes y políticas estatales específicas (la patria potestad compartida, el divorcio vincular, el fin del servicio militar obligatorio) y derechos para las mujeres en el ámbito público y privado. Esto se convirtió en parte de la agenda estatal durante la primera década democrática, cuando surgieron una serie de espacios vinculados a los derechos de las mujeres en distintas órbitas gubernamentales, en los que participaron grupos y mujeres feministas, aunque ello no excluyó la existencia de tensiones y conflictos.
Como se ha planteado, en el escenario de la transición se verificaron otros procesos socio-culturales que yuxtaponían elementos autoritarios con los nuevos aires de libertad y democracia, una de cuyas expresiones fue el denominado “destape”. La exhibición y la represión de la sexualidad –con manifestaciones contradictorias en ámbitos públicos y privados– representó una de las marcas de esa década. Por otra parte, fue un momento de organización y visibilización de colectivos LGTB, que denunciaron la represión estatal y las restricciones legales y reclamaron por sus derechos, en un contexto donde en los discursos públicos y las conductas individuales prevalecían los valores conservadores y los estereotipos y, además, recrudecían las prácticas represivas policiales sobre estos grupos.
Finalmente, y sin pretender agotar la problemática, en los ochenta también se registraron particulares articulaciones entre el campo cultural y el proceso de democratización, que incluyeron experiencias artístico-culturales con contenidos críticos o disidentes respecto del gobierno militar en el teatro o las artes plásticas –con vínculos con el ámbito de los derechos humanos o las izquierdas– hasta expresiones de las culturas juveniles como el rock nacional. Por otra parte, ya con el gobierno democrático en el poder, se diseñaron políticas públicas y actividades culturales en nuevos y viejos espacios donde las y los artistas tuvieron una activa presencia, en una agenda que buscó acercarse a otros ámbitos y sectores sociales. Todos estos elementos y procesos describen con elocuencia las características de los años ochenta, una década diversa marcada por la dictadura y sus efectos o correlatos políticos, sociales, económicos e ideológico-culturales a la vez que, y en la misma temporalidad, se desplegaba el momento inaugural del ciclo democrático denotado por las fervorosas esperanzas de cambio, las demandas democratizadoras y la activación de diversos grupos y sectores sociales y políticos. Sin embargo, esto no duraría demasiado. Para la segunda mitad de los ochenta muchos elementos que habían caracterizado a la “primavera democrática” y a la cultura política de la transición habían desaparecido. Las expectativas abiertas por el proceso de democratización se desvanecieron por la conjunción de varios factores: el avance de las Fuerzas Armadas y el retroceso en las políticas de derechos humanos, así como por los efectos devastadores de la crisis económica, dando paso a un clima de desencanto y derechización creciente que se consolidó hacia 1989-1990 y atravesó la década siguiente.
Ahora bien, ¿hubo unos ochenta específicamente rosarinos? ¿Puede sostenerse que hubo manifestaciones o expresiones propias o particulares de ese tiempo histórico en esta ciudad que la diferencian de otros espacios a escala nacional? Aquí postulamos que así fue, que los procesos sociales, políticos y culturales que caracterizaron al período se expresaron diferencialmente a escala local –como sucedió en el caso de Rosario– y que, adicionalmente, el estudio de este ámbito específico constituye una privilegiada vía de acceso al análisis y comprensión de algunas de las características que denotaron la recuperación democrática en la Argentina, tanto como de las singularidades que se manifestaron en este espacio.
Con este objetivo, Mariana Ponisio y Joaquín Baeza Belda analizan las dinámicas de la política municipal en la posdictadura y la dificultosa recuperación de la institucionalidad democrática, sus principales actores (institucionales, político-partidarios, sindicales), sus conflictos y debates, así como la implementación de políticas públicas que contribuyeron a definir un perfil distintivo de la ciudad en esos años y los que siguieron. Por su parte, Ma. Alicia Divinzenso se vale de reseñar la crítica coyuntura de 1986 –con las dramáticas inundaciones que se registraron en algunos barrios de la ciudad– para avanzar en una reconstrucción de las complejas relaciones entre civiles y militares y en el rol de las Fuerzas Armadas en los ochenta democráticos, atravesadas por el problema de las violaciones a los derechos humanos y los vaivenes de la política gubernamental en la materia. Ese es el tema sobre el que también indaga Marianela Scocco en su capítulo, ahora a través de la perspectiva de un movimiento social clave de los años de la transición: el organizado en torno a la defensa de los derechos humanos, historizando su particular composición en Rosario durante los años ochenta, sus demandas y sus repertorios de acción, en una época de avances y retrocesos en la investigación y penalización de los delitos de lesa humanidad por parte del Estado argentino.
Como lo muestran los capítulos que siguen, además de la evidente centralidad de los partidos políticos mayoritarios, las Fuerzas Armadas y el movimiento de derechos humanos, a lo largo de esa década que cabalga entre el final de la dictadura y los primeros años de la democracia también intervinieron otros actores y movimientos políticos y sociales. Victoria Bona y Rodrigo López se ocupan de uno de los aspectos menos explorados del panorama político de los ochenta, el que refiere a las fuerzas de la izquierda, analizando dos de sus expresiones más influyentes (el PCA y el MAS) y su actuación en distintos frentes y espacios. En su texto, Sabrina Grimi pone el foco en otro actor relevante del período de la transición a la democracia, el movimiento estudiantil universitario, en una reconstrucción que registra sus modalidades de acción y organización hacia el final del gobierno militar y durante el período de la normalización, así como las transformaciones en el sistema universitario, sin descuidar el rol cumplido por las autoridades y otros integrantes de la comunidad universitaria. Por su parte, Desiree Restovich y Agustina Kresic indagan en un tema novedoso en la historia y las memorias locales: el del movimiento LGTB, sus organizaciones y acciones y las relaciones con el Estado y sus agentes, reconociendo momentos y estrategias que fueron desde el control y la represión de los comportamientos y ámbitos de sociabilidad de las disidencias sexuales hasta la definición de específicas políticas públicas de salud con la emergencia de la denominada crisis del VIH-SIDA.
Los últimos dos trabajos se centran en el campo artístico y cultural rosarino, articulándose de modos diversos con algunos temas y aspectos analizados en otros capítulos del libro. El estudio de Laura Luciani se ocupa de las y los jóvenes de los ochenta –entre quienes había estudiantes universitarios y/o militantes de distintos espacios–, las culturas juveniles y sus consumos culturales, en este caso vinculados con el rock. Como muestra la autora, ese fue el período en el que el rock se convierte en un fenómeno masivo, asume diversos contenidos y alcances a medida que avanza la década, articulándose no sólo con los hábitos y gustos juveniles sino también con el mercado. Para cerrar, el texto de Mariana Bortolotti se adentra en la relación entre arte, política y derechos humanos en una década atravesada por la problemática de los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas y de seguridad en los años de la dictadura y sus efectos individuales y sociales, analizando en algunas coyunturas las obras de un conjunto de artistas locales que vincularon sus acciones y producciones a las demandas del movimiento de derechos humanos.
Así, cada capítulo explora una temática y a un conjunto de actores sociales, políticos y culturales, en una temporalidad variable que recorre distintas coyunturas y se correlaciona con sus dinámicas de acción y los específicos procesos que protagonizan mostrando, una alternancia de pequeñas transiciones con dinámicas propias que acontecieron en el marco del proceso más amplio de transición a la democracia. En esta polifonía de actores y procesos analizados, la unidad de sentido está dada por la mirada en profundidad sobre Rosario –sin perder de vista sus articulaciones con lo nacional y lo global– y por el análisis de los años ochenta como época histórica, un momento complejo y contradictorio de nuestra historia reciente sobre el que todavía hay mucho para decir.
* Compiladora del libro editado por Homo Sapiens. Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), profesora titular de Historia Latinoamericana Contemporánea en la UNR e investigadora principal del Conicet. El libro se presenta el martes 10 a las 19 en Museo Estevez, San Lorenzo 753. Participarán Águila, el editor Perico Pérez y los periodistas Horacio Vargas y Patricia Dibert.
Fuente:Rosario12
La hora de la distensión
El gobernador saliente y el entrante entraron en una etapa de no agresión para no empiojar la transición ni el futuro mediato. El armado del nuevo gobierno que no entra en ritmo.
La transición santafesina continúa a marcha lenta, aunque sin sobresaltos por el momento. Sorpresivamente el gobierno saliente de Omar Perotti y el entrante de Maximiliano Pullaro, han acordado, al menos tácitamente, dar una señal clara que la política no tiene más margen para discusiones de poder a cielo abierto que sólo le interesan a la dirigencia. A la casta, para decirlo en el idioma actual.
No deja de asombrar porque durante los cuatro años de gestión de Perotti, el vínculo con la oposición fue muy tirante, con acusaciones fuertes. Hasta las PASO, la relación funcionó de esa manera con lluvia de críticas hacia el gobernador. Luego de la victoria de Pullaro por amplia diferencia, parece haber una nueva etapa a la que el gobernador saliente se plegó. De salida, pero sin romper.
En primer lugar, las reuniones entre los equipos de gobierno de ambas gestiones transitan un recorrido de armonía. Ya se reunieron por el traspaso Seguridad, Gobierno, Obras Públicas, Salud, Desarrollo Social y Producción. Claro que solo fueron encuentros donde se acercaron las preguntas con generalidades acerca de la estructura, erogaciones, y estados de situación. Cuando llegue la devolución se pasará a otra fase.
La demostración de que hay un cambio se vio en el encuentro entre Perotti y su par cordobés Juan Schiaretti en Coronda para firmar el contrato de inicio de la construcción del acueducto biprovincial, donde aprovecharon para invitar a sus sucesores y compartir escenario. Incluso se lo pudo ver a los santafesinos hablando con alguna sonrisa y empatía.
El acto fue simbólico como forma de dejar una foto que muestre robustez institucional en la provincia y en la región centro, ámbito que comparten junto a Entre Ríos. La impronta seguirá siendo la de aglutinar a las tres provincias, que hasta ahora tuvo tres gobernadores peronistas tradicionales y tendrá ahora un justicialista pragmático como el cordobés Martín Llaryora, el radical Pullaro y el desarrollista Rogelio Frigerio que parece ser el próximo gobernador entrerriano.
De movida, el pullarismo empuña este cambio de paradigma como propio. “Hagamos que estas imágenes sean cada vez más normales. Primer gran cambio de Maxi Pullaro gobernador”, escribió en Twitter el diputado provincial. No es solo buenas vibras: Perotti demuestra disposición para evitar cierta animosidad futura contra él cuando Pullaro empiece a gobernar.
El armado
La otra gran cuestión en la política santafesina se centra en el armado del próximo gobierno que parece no terminar de levantar vuelo o mantener el envión que mostró durante la campaña y la elección el huracán Pullaro.
El prorrateo de ministerios y segundas y terceras líneas para el resto de los socios de Unidos para cambiar Santa Fe aún no aparece públicamente, ni se comunican los avances. Probablemente tenga que ver con la línea del comienzo: no quieren dar idea de estar cogobernando y de paso preservar la salida de Perotti.
También depende en parte de las cuestiones internas de los diferentes espacios. Por ejemplo, el socialismo tiene dos líneas distintas que no terminan de ponerse acuerdo en qué pretenden dentro de la estructura. La conformación de los equipos empezará demandar mayores definiciones en pocas semanas ya que restan apenas dos meses para asumir y la idea del pullarismo es arrancar desde el día uno con todo, sin lugar a tantear cómo está la situación.
Ejecutaron a una mujer mientras atendía en la feria "La Saladita" de zona sur
Una mujer de unos 67 años identificada como Rosa Romero fue asesinada a tiros esta tarde en la feria conocida como “La saladita sur”, ubicada en la plaza Homero Manzi.
Los primeros datos recabados en la investigación dan cuenta que dos personas, no identificadas al momento, con el rostro tapado se hacen presentes a pie donde se desarrollaba una feria y sin mediar palabra agreden a la víctima.
Según indicaron, la ejecutaron con un disparo de arma de fuego en zona de cráneo para luego darse a la fuga en automóvil, del cual se reservan las características aportadas por tareas investigativas en curso.
La mujer habría recibido al menos un disparo en la cabeza, y los sicarios huyeron del lugar a bordo de un vehículo rojo, según contaron testigos.
La víctima se desplomó malherida y cuando llegó el personal de la Policía de Acción Táctica (PAT) junto a los paramédicos del Sies, ya había fallecido
La plaza Homero Manzi, está ubicada entre las calles Salvá, Rui Barboza, avenida Bermúdez y Lainez, en la zona sur de Rosario, y al momento del ataque se encontraba muy concurrida como ocurre cada fin de semana.
De acuerdo a fuentes policiales, la víctima gestionaba un puesto en la feria que funciona los sábados, domingos y feriados.
Fuente:RosarioPlus
ATR
Se desarrollan actividades en toda la provincia por la Semana Argentina de la Ciencia
Junto a la Red de Clubes de Ciencia y Tecnología de Santa Fe, se llevan a cabo diversas actividades interactivas, talleres, charlas de ciencia y tecnología, en localidades de toda la provincia. La novedosa propuesta incluye a 12 puntos provinciales, con más de 26 actividades para visitar
En el marco de la Semana
Argentina de la Ciencia y la Tecnología, la Secretaría de Ciencia, Tecnología e
Innovación de la provincia de Santa Fe, organiza junto a los miembros de la Red
de Clubes de Ciencia y Tecnología de la provincia un cronograma de actividades
que propone un acercamiento entre la comunidad científica y la ciudadanía,
destinadas a todas las edades.
Esta iniciativa, llevada a cabo por el Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación de la Nación, es un encuentro anual entre las
científicas y científicos y las personas de la sociedad, para la popularización
de la ciencia, la tecnología y la innovación.
Durante ese tiempo, en todo el país se realizan acciones
simultáneas de comunicación pública, difusión y divulgación, abriendo las
puertas de los lugares donde se produce conocimiento científico o de espacios
alternativos de apropiación del mismo.
Al respecto, la secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación,
Marina Baima, afirmó que “obviamente la provincia de Santa Fe tenía que estar
participando en una nueva edición de la Semana Nacional de la Ciencia, y lo
hicimos a través de la consolidación de la red de clubes de ciencia y
tecnología. Cada espacio del sector científico en las universidades y la red de
clubes presentó una propuesta para que más de 12 puntos de toda la provincia
haya lugares en donde vivir esta semana, para las primeras aproximaciones a
conocer el mundo científico y tecnológico, lo que hacemos en los institutos de
investigación y en las universidades, pero también para despertar vocaciones”.
Además, Baima agregó que “hay más de 26 actividades para
recorrer, se puede hacer un tour por toda la semana de la ciencia. Esto que
para nosotros es un eje fundamental, la ciencia y la tecnología con el impacto
territorial, es una política innovadora, con un fuerte anclaje en el
territorio, en el talento y en la trayectoria de nuestra querida Santa Fe”.
La grilla de actividades comenzó a finales del mes de
septiembre, con actividades en las localidades: Pérez, Arequito, Rosario,
Cañada de Gómez, Villa Mugueta, San Nicolás de los Arroyos y Funes. Se llevaron
a cabo actividades interactivas, exposiciones y muestras tecnológicas,
experimentos científicos y charlas de ciencia, con actividades para toda la
familia de la mano de los Clubes de Ciencia y Tecnología.
El cronograma continúa de
la siguiente forma:
> Viernes 13, sábado 14, domingo 15 y lunes 16 de octubre:
Talleres interactivos, de 17 a 19 h, en Ceres. El Club de Ciencias de la Ciudad
de Ceres, en el marco de la Fiesta Nacional del Zapallo, realizará actividades
bajo la modalidad de talleres interactivos de programación y robótica,
medioambiente y cambio climático.
> Sábado 28 de octubre: 2da. Jornada Anual de la Ciencia, de
14 a 20 h, en la Plazoleta del Ferrocarril, en la localidad de Álvarez. Se
realizarán observaciones microscópicas y telescópicas, fluorescencia,
microorganismos, plantines de aromáticas, preparación de esencias y perfumes,
charlas con profesionales invitados, infografía, robótica y juegos ópticos.
Fuente:ElCiudadanoyLaRegion
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