13 de diciembre de 2009

MASACRE DE MARGARITA BELEN.

Patricio Blas TIERNO - 24 años - Buenos Aires - La Plata - Juventud Univ. Peronista - Estudiante de abogacía.

Nestor Carlos SALA - 32 Años - Buenos Aires - Quilmes - Partido Auténtico - Estudiante de Arquitectura (La Plata).

Carlos ZAMUDIO - 28 Años - Chaco - Resistencia - Juventud Peronista - Estudiante de Ciencias Económicas (UNNE).
Luis Angel BARCO - 26 Años - Chaco - Sáenz Peña - Juventud Univ. Peronista - Estudiante UTN - Empleado de Ferrocarriles.

Roberto H. YEDRO - 28 Años - Corrientes - Juventud Peronista - Abogado.

Delicia GONZALEZ - 41 Años - Corrientes - Goya - Ligas Agraria - Maestra Rural.

Luis DIAZ - 25 Años - Corrientes - Mercedes - Juventud Trabajadora Peronista - Estudiante de Ciencias Económicas (UNNE).

Fernando G. PIEROLA - 25 Años - Entre Ríos - Paraná - Juventud Peronista - Estudiante de Arquitectura (UNNE).
Raúl María CAIRE - 27 Años - Entre Ríos - Concordia - Juventud Peronista - Empleado Bancario.

Julio PEREYRA - 24 Años - Formosa - Juventud Peronista - Maestro - Estudiante Ingeniería (UNNE).

Carlos Alberto DUARTE - 24 Años - Misiones - Puerto Esperanza - Juventud Univ. Peronista - Estudiante Ciencias Económicas (UNNE).

Carlos TERESZECUK - 23 Años - Misiones - Posadas - Juventud Peronista - Ex seminarista
- Estudiante Trabajo Social (actual UNAM - Vice Pte. Ctro. Estudiantes) - Secretario Diputado Partido Autentico (Mnes).

Manuel PARODI OCAMPO - 26 Años - Misiones - Posadas - Juventud Peronista - Ex seminarista - Estudiante Filosofía Instituto Montoya Misiones.

Luis Arturo FRANSEN - 22 Años - Misiones - Posadas - Juventud Peronista - Empleado de Correo.

Ema Beatriz CABRAL - 28 Años - Santa Fé - Juventud Peronista - Terapista Ocupacional.

Soñéz Reinaldo ZAPATA - 36 Años - Santa Fe - Juventud Peronista - Profesor de física, química y matemáticas.

Mario CUEVAS - 25 Años - Santa Fe - reconquista - Juventud Peronista - Técnico Mecánico.

Soy Dafne Zamudio, hija de CARLOS ALBERTO ZAMUDIO, Militante Montonero fusilado en la denominada “Masacre de Margarita Belén”.

Hoy, a 33 años de ese día en que un grupo de civiles y militares usurpadores del poder decidieron sobre la vida de más de 20 militantes políticos, sigo reclamando justicia.
Tenía 6 años en ese momento y no tengo recuerdos de ese día, sólo los relatos de mi familia y de sus compañeros un tiempo después. Lo que si tengo presente es la última vez que lo vi, en la Brigada de Investigaciones de Resistencia, cuando fuimos con mi mamá.
Esa imágen quedó grabada en mi memoria: la entrada de ese lugar, el mostrador, que para mí era tan alto que no podía ver del otro lado y cuando lo traen a mi papá lo sientan en un banco. A uno por uno, mi mamá nos fue alzando para que lo veamos y lo saludemos.
Para nosotros era un reencuentro . . . y ahora comprendo que fue una despedida. Quizás el último gesto de humanidad de los verdugos que ya sabían el destino que tenían preparado para él y para sus compañeros.
Luego de eso, y a pesar de todos los intentos de mi abuela y de mi mamá, no pudimos verlo más.
Nos enteramos de su muerte por un comunicado donde lo daban por muerto en Margarita Belén. En otro comunicado nos pedían disculpas y lo daban por muerto en Misiones.
Nos entregaron el cajón cerrado con la orden de no abrirlo, así que tampoco tenemos la certeza que sea su cuerpo el que se encuentre allí, pero como decía mi vieja: “No importa. Si no es él, es el de un compañero”.
Por eso, si en algún momento descubrimos que no es él, lo buscaremos como estamos buscando a los demás compañeros.
Pero al duelo ya lo hicimos, en su momento, por todos los que mataron.
El 13 de diciembre de 1976, yo perdí a mi papá (en realidad perdimos todos como sociedad) porque ese día ganó la impunidad y el terror.
Por eso seguimos reclamando justicia. No como una forma de venganza ni porque ello mitigue el dolor, sino porque es un paso necesario para comenzar a reparar el daño cometido a todo un pueblo y poder decir realmente, NUNCA MÁS.
Mi papá le decía a mi mamá, en una de sus cartas: “Es necesario que a los chicos se les muestre la realidad tal cual es, que no vivan una abstracción, que su vida esté firmemente asentada sobre la realidad, que por más fea que sea, es lo más lindo que tienen los hombres.
Lo importante es mostrársela y a la vez darle las herramientas necesarias para poder transformarla, cambiar las cosas que están mal y hacer todo de nuevo si es preciso.
Esas herramientas son las ideas y los valores que es necesario que los chicos comiencen a hacer suyos, que esas ideas, sean parte de su vida, que los guíen en todos sus actos.
Es la única manera que ellos comiencen a crecer como hombres libres, pues lo único que los someterá será su propia idea y en ese sometimiento ganarán la más grande de las libertades, la de dejar de ser uno para comenzar a ser los demás”.
DAFNE ZAMUDIO
D.N.I. 21.686.588 - Julio A. Roca 633

Discurso de Juan Andres Sala el día 15 de mayo en Resistencia, Margarita Belén
Alguna vez escribí: “Es la historia la que hace al hombre y él quien la realiza”.

Margarita Belén es el nombre de un lugar que signa mi historia de vida. Soy hijo de Néstor Carlos Sala, " el Flaco Salas" y de Mirta Clara. Nací cerca de aquí, mi madre estaba en prisión en Resistencia y fue trasladada clandestinamente a la ciudad de Formosa el 7 de mayo de 1976. En otro convoy llevaron a mi padre sin que ambos lo supieran. A él lo torturaron nuevamente en el camino, a mi madre la alojaron en un calabozo de la Alcaidía de Formosa. Como se desató el trabajo de parto fue llevada posteriormente a la maternidad donde nací prematuramente. Fui y soy un sobreviviente más de la tortura. Después de un mes y medio en el que estuvimos viviendo en un calabozo ambos dos, incomunicados, aislados y cadenciados, fuimos trasladados a la Alcaidía de Resistencia el 21 de junio.
Permanecí junto a ella hasta los 6 meses y medio, cuando la mañana del 19 de noviembre de 1976, fuerzas conjuntas militares-penitenciarias ordenaron que preparen sus monos a 50 ex detenidas políticas. Cuando mi madre iba encapuchada y con esposas llevándome en brazos, fui secuestrado a pesar de los gritos de ella diciendo quién era yo. El juez federal Dr Luis Córdoba y los secretarios y fiscales Carlos Flores Leyes y Domingo Mazzoni le imposibilitaron identificarme en un registro civil pese al pedido continuo de ella. Quedé abandonado en la Alcaidía y fue mi madrina Zulema Maciel quien, al verme perdido en la prisión, le pidió al jefe del penal que llamara a mi familia. Fui llevado a una guardería del Ministerio de Bienestar social sin identidad aún. Cuando llegó mi abuela, la directora de la guardería Carmen Ayala le dijo que si no venía a buscarme ella “se quedaba conmigo porque era muy rubio y blanquito al lado de tantos negritos”.Muestra de lo que eran capaces los que se apropiaban de los niños. En consecuencia soy un sobreviviente de la falta de derecho de los niños en el impedimento de la libertad. Desalojaron la Alcaidía para desatar la cruel, ominosa tortura y matanza de más de una veintena de militantes que aún no sabemos quiénes fueron ni dónde fueron enterrados.
Hasta los 8 años, que fueron los que estuvo mi madre presa, viví con la familia de mi padre hasta que a fines de 1983 mi madre obtuvo la libertad. Ese fue el comienzo de un largo trayecto de ir conociendo y reconstruyendo, en el transcurso del tiempo, mi identidad y mi historia personal. En 1994 asistí a un acto en la Facultad de Arquitectura sobre los estudiantes y ex estudiantes desaparecidos y muertos, a partir de 1974 y a lo largo de la dictadura militar, que me provocó una fuerte crisis personal, y que disparó que comenzara a preguntarme nuevamente sobre mis padres.
Elegí estudiar Ciencia Política en 1999 como una manera de tratar de entender no solo
la política, y ese ruido que producía dentro mío, sino también a mis padres; coincidiendo con la misma apreciación que, hace tiempo atrás, hizo una compañera de trabajo, Ayelén Oliva, quien estudia lo mismo que yo, y cuyo padre también trabaja en política. Pude ir, de a poco, comprendiendo la política tiempo más tarde, cuando trabajé entre 2000 y 2003 con Tata Quiroz, también sobreviviente de la Masacre de Margarita Belén, quien durante la detención de mis padres salvó a mi hermana Mariana Eva de que la capturasen los militares, y ahora en el Ministerio de Relaciones Internacionales, junto a Jorge Taiana, Luis Franganillo y Juan Kouncurat.
En 2003 se dio la oportunidad de conocer Margarita Belén, en donde permanecí solo unos momentos, para luego llamar a Mario Bosch y encontrarme con él y con Dafne Zamudio en Resistencia. Entre mates y mates sentí, al poco tiempo, que tenía la necesidad de abrazar a Dafne; decirle que aunque no la conociera sentía una profunda empatía con ella. Un gesto de ella que aún guardo fue regalarme un poema titulado “Pedacito de hiel” de Amanda Mayor de Piérola, que mi madre llama“nuestra madre entrerriana-chaqueña”, y que conservo entre mis pertenencias más queridas. Luego me fui a recorrer la ruta del Quebracho, llegando hasta Monte Quemado, en Santiago del Estero. Las condiciones de vida de los trabajadores del quebracho me hicieron recordar a la película “Quebracho” de Ricardo Wullicher. Eran las mismas condiciones de vida, de explotación, que padecían los trabajadores a principios del SXX. Allí comencé a entender un poco más la lucha de mi padre junto a otros, durante los años 70.
El filósofo francés Jacques Rancière decía :” La actividad política es la que desplaza a un cuerpo del lugar que estaba asignado o cambia el destino de un lugar; hace ver lo que no tenia razón para ser visto, hace escuchar un discurso allí donde solo el ruido tenía lugar, hace escuchar como discurso lo que no era escuchado más que como ruido”. Justamente, dentro de los procesos de formación de una opinión pública, un posible canal se abre cuando una corriente de opinión, de un grupo de la sociedad civil, genera de manera intermitente y a intervalos un ruido, una demanda. A veces sucede que estos intervalos alcanzan y sorprenden a los niveles más altos de la sociedad política, como es el caso de Margarita Belén. Es así como el ruido se transforma en un problema, enmarcado en condiciones favorables: las correlaciones de fuerzas políticas, así como los pactos internacionales introducidos en nuestra CN a partir de la reforma constitucional de 1994, favorecen la introducción de lo sucedido en Margarita Belén en la Agenda gubernamental de los DD HH. Se inicia así la implementación de una política pública, acerca de la díada memoria- olvido, invirtiendo las jerarquizaciones del olvido en detrimento de la memoria, que habían sido implementadas durante los anteriores gobiernos democráticos, con distintas leyes e indultos. Margarita Belén emerge en la agenda llevada por la Secretaría de Derechos Humanos, bajo el actual gobierno de Néstor Carlos Kirchner, fundamentalmente gracias a la constancia y a la perseverancia de los actores de la sociedad civil, que se constituyeron a lo largo de los años caracterizados por el olvido gubernamental. Se logró entonces que el Estado Nacional comenzara a escuchar su reclamo de justicia y de castigo. A ellos, a los que participaron durante años en la búsqueda de este objetivo, quiero darles las gracias: al DR. Raúl Tierno hoy fallecido, al DR. Edwin Tissembaun, a Mario Mendoza, a Horacio Verbitzky, a Carolina Varsky y al CELS, a Mario Bosch , a H.I.J.O.S del Chaco , a mi madre, a quienes no conozco pero que tuvieron una constante e inclaudicable participación en la lucha por esta causa. A mi hermana y a mis sobrinos, a mi familia y especialmente a mi abuelo Pepe y a mi tia Emma quienes cuidaron de mí en los años de presidio de mi madre.
Juan Andrés Sala


Otra mirada sobre Margarita Belén
Por Santiago Almada*
Alcaidía policial de Resistencia/ construida por las gentes que maltratan al menor”… son los versos iniciales de una canción anónima compuesta por algún menor, o tal vez algún mayor que conoció la prisión en su infancia o en su adolescencia.

La alcaidía policial de Villa Barberán, ubicada en las afueras de la ciudad de Resistencia, capital de la provincia del Chaco, es ahora un viejo edificio desde donde fueron sacados los fusilados en Margarita Belén hace 33 años.

El 12 de diciembre de 1976 era domingo, para los presos comunes era día de visitas. Para los que estábamos en el pabellón planta baja, es decir “los subversivos”, las visitas, cartas, radios, diarios, libros y cualquier material de escritura y lectura estaban prohibidos desde mayo de ese año. Esa tarde pasó a hacer el recuento el agente Incháustegui, o Inchausti, y les preguntó a los guardias si en uno de los calabozos de adelante estaba Néstor Salas. El Flaco Salas, Néstor Carlos Salas, alias Tiburón o El Tibu, había estado en la alcaidía un tiempo, antes de ser trasladado a la U7, la cárcel federal ubicada en la esquina de las avenidas Las Heras y Edison, de Resistencia. Hacía calor la tarde del 12 de diciembre, las moscas primero y los mosquitos al caer la noche eran apenas una de las tantas molestias que soportábamos a diario.

A la noche, un rato después de que se apagaran las luces de las celdas, entraron los entonces oficiales Juan Rodríguez Valiente y Octavio Ayala, los acompañaba el agente Maidana, también estaba el agente Monzón, alias El Mono, por su aspecto simiesco. Entre la gente que nombraron figuraba Fernando Piérola, Luis Díaz, Luis Barco. La mayoría de los nombrados había sido sacada de la cárcel. Con su voz afectada el oficial Ayala ordenó: -Los demás detenidos pueden pasar a descansar.


Entonces comenzó la pesadilla de los que fueron sacados de sus celdas y también para los que estábamos encerrados. Los llevaron al comedor y comenzaron a pegarles, con el palo de goma que usan los policías, con cosas que hacían reventar esos cuerpos como si fueran tambores. Los que estábamos en las dos primeras celdas del pabellón planta baja, frente a los baños, vimos cómo el agente Maidana en un momento de la noche trajo agarrado del pelo a Lucho Díaz, bañado en sangre, la cara desfigurada por los golpes, lo paseó frente a las celdas y luego le puso la cabeza bajo una de las canillas para que se reanimara. Se escuchaban las risas de los policías, como cuando se está en una fiesta. Alguien, parecía la voz de Yedro, uno de los detenidos, pedía por Dios, por favor, que no le pegaran más. La golpiza duró hasta las tres de la mañana, más o menos, y se escuchó la orden de que caminaran. La golpiza había terminado, pero el suplicio todavía continuaría, hasta el supuesto enfrentamiento del que nos enteramos unos días después.

Esta historia la repetí ante un asustado juez de un juzgado provincial del Chaco, al que tuve que dibujarle un croquis de la Alcaidía porque él no recordaba cómo era el edificio, después ante dos diputados, uno de ellos se llama José María Romero, el otro se llama Germán Bittel, en 1986. En realidad, las torturas y la represión sistemática habían comenzado durante la gobernación del papá de Germán, cuando el jefe de Policía era el comisario Wenceslao Zeniquel y el jefe de la Brigada de Investigaciones era el comisario Carlos Alcides Thomas. La tercera vez que repetí esta historia fue en un regimiento de la ciudad de Corrientes, ante un simpático capitán del Ejército, de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme, que me dijo que estaba comprobado que los presos fueron sacados en camiones del Ejército.

Dicen que Margarita Belén fue una respuesta de los militares “blandos” del Chaco, ante un enfrentamiento que no fue divulgado por la prensa y en el que murieron dos oficiales del Ejército, para quedar bien con los “duros” de Santa Fe o de Buenos Aires.

Durante muchos años me crucé en Resistencia con algunos de los “protagonistas” de esa noche, el oficial Valiente hizo carrera en la policía del Chaco, algunos de los agentes ganaron jinetas de suboficiales después.

Al oficial Ayala no le fue tan bien, el jefe de la guardia dura de la Alcaidía murió hace años, el comisario Francisco Núñez, jefe de la Alcaidía en el momento en que ocurrió el fusilamiento de Margarita Belén, murió en 1982.

Ahora Margarita Belén es un hecho histórico del que hablan muchos y se habla mucho en esta época del año. A mí siempre me costó hablar o escribir sobre esa noche, no por miedo, sino porque me daba la impresión de que hablar en público sobre lo que pasó esa noche, nombrar a los policías que golpearon tan salvajemente a prisioneros indefensos, hubiera sido una forma de llamar la atención sobre mí más que sobre los compañeros que cayeron fusilados esa noche por los policías y los militares a los que Alfonsín les regaló veinte años de impunidad con sus leyes de obediencia debida, y a los que Menem perdonó con su abominable indulto. Luis Barco, “Barquito”, Mario Cuevas, “Marito”, Luis Díaz, “El Lucho” fueron personas a las que conocí de lejos en la Alcaidía, cuando estaba prohibido hablar y hasta mirarse. Con Néstor Carlos Salas tuve un trato más directo, hasta ganamos un torneo de dominó, Carlitos Zamudio fue mi preceptor en cuarto año del viejo Colegio Nacional José María Paz, con él compartí más cosas, charlas de política, de música, en su casa de la calle Laprida escuché por primera vez a los Quilapayún, con unos mates y unos cigarrillos “Colorado”. Tal vez por eso me cuesta un poco hablar o escribir sobre esa noche.
La última vez que lo hice de manera tan extensa fue una tarde, ya no recuerdo de qué año, cuando subí a un andamio sobre el que una mujer llamada Amanda Mayor pintaba un mural en el aula magna de la Universidad Nacional del Nordeste, y lo hice porque ella me pidió con su voz serena, cálida: -Contame lo que pasó la madrugada del 13 de diciembre. En el mural ya estaba la figura del cura que tanto molestó a los católicos y que desató una larga batalla judicial. Finalmente el cura quedó ahí, bendiciendo la tortura, como un símbolo de los que refugiaron su indiferencia criminal o su complicidad solapada en el “Algo habrán hecho”.

A treinta y tres años de aquel asesinato la impunidad sigue vigente, pero la voz del pueblo y la condena de la historia ya están firmes, y nos queda el consuelo tal vez demasiado frugal, pero consuelo al fin, de que esa sentencia es inapelable.

* Ex preso político en los años de la dictadura, estuvo presente en la Alcaidía de Resistencia la madrugada del 13 de diciembre de 1976. Actualmente reside en Republica Dominicana donde es editor de un periódico gratuito de circulación masiva. Es la primera vez que relata su experiencia sobre los hechos de Margarita Belén.

Margarita Belén: a 33 años de los fusilamientos (Parte 1)
Por Patricia Da Luz (x)
Cuatro de las víctimas eran oriundas de Misiones. Una síntesis de sus biografías como un ejercicio de la memoria contra el olvido. La Justicia chaqueña reabrió las causas para juzgar a los represores. En el marco del Proceso de Reorganización Nacional que encerró el período más oscuro de nuestra historia reciente, la masacre de Margarita Belén es uno de los tantos hechos que marcó a fuego la memoria colectiva de los argentinos.
La reconstrucción de los episodios, que derivaron en la ejecución de un plan estratégicamente diagramado por la máxima conducción militar, reavivó un camino de dolor pero aportó la luz que el martirio de las víctimas exige del tramo de la historia que tomaron parte.
Con la fuerza de la juventud (sus edades oscilaban entre los 22 y 32 años), el proyecto común de la Justicia Social y diferentes maneras de encarar la construcción del país que creían más justo (algunos mediante la lucha armada, otros no), los veintidós fusilados en Margarita Belén el 13 de diciembre de 1976 fueron ejecutados sin ser sometidos a juicio, vulnerándose los preceptos del respeto por la vida y la seguridad personal.
Cada uno representa una historia de dolor que trasciende lo familiar para instalarse en la memoria colectiva de la sociedad que reconstruye su historia en base a la verdad como principio de Justicia y Pacificación.
Según lo que la historia permitió sacar en limpio, fueron cuatro los jóvenes misioneros fusilados en Margarita Belén: Carlos Alberto Duarte, Carlos Tereszecuk, Manuel Parodi Ocampo y Luis Arturo Franzen.
Cuando sus nombres tronaban en los pasillos con la prepotencia del presagio dejaron las celdas para asumir su destino con la utopía inquebrantable. Como despedida, de todos los rincones brotaba la marcha de los muchachos peronistas, como un reto a la barbarie de un “plan ejemplarizador” de tortura y masacre.
Militante de cuna
Carlos Alberto Duarte hacía un mes que había cumplido sus 24 años cuando fue asesinado en Margarita Belén. Había nacido el 14 de noviembre de 1952 en Puerto Esperanza y era el sexto hijo de una familia compuesta por diez hermanos.
Su padre Secundino Duarte había llegado desde el Paraguay a fines del año 30 y, tras permanecer un tiempo en Puerto Libertad, finalmente se radica en Puerto Esperanza donde forma pareja con Cándida Ruiz Díaz.
Secundino Duarte mantenía a su numerosa familia trabajando en secaderos de yerba, primero en la tarefa y con el tiempo pasó a desempeñar tareas administrativas en la confección de planillas y en la proveeduría. En 1955 fue despedido porque con el cambio de las leyes “tener tantos hijos no era conveniente por el pago del salario familiar”.
Delegado del Sindicato de Trabajadores, militante del Partido Peronista del departamento Iguazú y máximo responsable de la Fundación Eva Perón, Duarte impartió a sus hijos un ejemplo de conducta que habría de marcarlos como militantes justicialistas “de cuna”.
En esa “casa peronista” creció Carlos Alberto, cursó la escuela primaria en el pueblo y la secundaria en la escuela de Comercio de Wanda, donde fue escolta de la bandera de ceremonias.Con trayectoria militante se traslada a Resistencia en 1971 para estudiar Ciencias Económicas y paralelamente, con la Juventud Universitaria Peronista, realiza trabajos en los barrios con especial atención en las comunidades Tobas asentadas en la ciudad.
En 1975 se casó con una chica que no era militante y al momento de su detención trabajaba en una empresa llevando la contabilidad. Le faltaban pocas materias para recibirse de contador y su proyecto era llegar a ser doctor en Economía.
Su detención se produjo en Corrientes en noviembre o diciembre de 1975 y pronto pasó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (Pen). En enero del año siguiente su familia logra ubicarlo en la U7 de Resistencia y lo visita por primera vez. Al mes siguiente sus hermanos reciben la última carta y por esos días también detienen a su esposa que fue liberada unos años después.
Pese a los reiterados intentos para visitarlo, la familia sólo consigue saber de él mediante un sacerdote que visitaba a los detenidos. En una oportunidad, el religioso le transmitió a su hermano, a pedido de Carlos Alberto, “que prepare a la familia porque el clima adentro de la cárcel estaba cada vez peor”.
El 14 de diciembre se enteran por la prensa de un enfrentamiento en el Chaco pero recién el seis de enero reciben un comunicado del Ejército en el que indican: “cumplimos en informarle que su hijo... fue muerto al intentar fugarse en un traslado”.
Cuando se presentaron a retirar el cuerpo, Secundino Duarte se puso firme en la exigencia de que le abrieran el cajón para reconocer si era verdaderamente su hijo al que iba a enterrar pero no pudo hacerlo por la mala conservación del cadáver.
El colorado “Totito” Luis Arturo Franzen nació en Posadas el 10 de enero de 1952 y sólo le faltaba un mes para cumplir los 25 años cuando fue asesinado en Margarita Belén.
Era el mayor de los siete hijos de una familia profundamente católica. Su padre Luis Franzen trabajaba en la Casa de Gobierno y su madre, Felisa Bogado era ama de casa. Si bien no eran militantes, siempre apoyaron a sus hijos en todo lo que emprendieran.
Arturo inició la escuela primaria en el Colegio Roque González, del cuarto al sexto grado cursa en el Seminario de Fátima y termina el ciclo nuevamente en “el Roque” para estudiar la secundaria en la Escuela nacional de Comercio número 1.
En la adolescencia participó de los grupos de jóvenes de la iglesia y fue a los catorce años, cuando nació su séptima hermana, que decidió buscar trabajo para ayudar a la familia. Por propia iniciativa consiguió una audiencia con el gobernador de la provincia y le planteó su pedido, cuando el mandatario le preguntó si sabía dónde podía trabajar le respondió: “de mensajero en el correo” y ése fue su primer trabajo. Allí llegó a ser delegado sindical.
La hermanita menor fue su debilidad y a ella estaba destinada gran parte de sus esfuerzos. Fue ella quien lo apodó “Totito”, el nombre con que se lo recuerda en el seno familiar. Arturo Franzen fue el primer técnico electromecánico de Posadas y había comenzado a estudiar Ingeniería Química mientas continuaba trabajando en el correo.
En 1973, durante la campaña “Luchen Vuelve”, estuvo en la organización de la fundación de la escuela del barrio Sequicentenario. Al año siguiente trabajó en las fichas de inscripción para el primer Sindicato de Empleadas Domésticas. Su familia recuerda que un día regresó llorando porque habían destruido la oficina que empezaron a armar con un ficherito y una máquina Olivetti.
Pero su trabajo social no decayó, fue presidente de la Comisión Pro –recuperación de tierras que reunía a 200 familias de ocho chacras de Posadas en reclamo por la regularización de los predios donde residían, asediados por las inmobiliarias al contar únicamente con boletos de compra venta. El resultado fue una Ley de Expropiación a favor de los ocupantes con más de 20 años en los terrenos.
Cuando en diciembre de 1975 allanan su domicilio para detenerlo, Arturo se encontraba en el Obispado con la Comisión de Tierra. Alertado consigue mantenerse a resguardo en diferentes puntos de la ciudad hasta su cumpleaños y después se traslada “a un lugar más seguro”, según dijo a sus familiares. Entonces, una de sus hermanas fue designada presidenta de la Comisión. Tiempo después, Graciela también fue detenida.
En Julio de 1976 es detenido en Resistencia. Primero estuvo en Investigaciones, después lo llevaron a Candelaria como detenido ilegal y pasó después a la U7 de Resistencia, desde donde fue “elegido” para ser trasladado a Formosa.
La familia recibió la notificación de su muerte mediante un telegrama oficial. Su cuerpo fue trasladado a Posadas junto al de su amigo de siempre, Manuel Parodi Ocampo.
Uno de los NN
Carlos Enrique Tereszecuk nació en el barrio de Villa Urquiza de Posadas el 4 de enero de 1952 y fue masacrado en Margarita Belén unas semanas antes de cumplir los 25 años. Además de la edad y los pocos días de diferencia en los cumpleaños, tenía con “el colorado” Franzen otras coincidencias, su padre era empleado público y su madre ama de casa. Era el segundo de cinco hermanos de una familia antiperonista, profundamente religiosa y ajenos a la militancia política.
Carlos cursó la primaria en la escuela parroquial Inmaculada Concepción y parte de la secundaria en el Roque González para ingresar después al seminario de Fátima. Esta época marcó su vida en el interés por los otros y encaminó un trabajo comprometido en los grupos sociales juveniles y barriales. Cuando egresó se trasladó al seminario de Alta Gracia, Córdoba donde estuvo hasta mediados de 1972 y adquirió grandes conocimientos en filosofía y teología.
Después regresó a Posadas y comenzó a estudiar en la escuela de Servicio Social, donde en 1974 fue el presidente del Centro de Estudiantes. Ya había decidido no retomar el sacerdocio y comenzó a militar en la Juventud Peronista.
Ese año puso mucho empeño en la campaña legislativa con el Partido Auténtico que accede a dos bancas en el parlamento provincial.
En 1975, en medio del convulsionado ambiente político, Carlos era secretario del diputado por el Partido Auténtico Juan Figueredo (hoy desaparecido).
Un día como tantos, concurre a cumplir con su trabajo cuando un grupo de civil intenta detenerlo pero el operativo fracasa porque fue defendido por los diputados.
Desde entonces permanece en la clandestinidad, se traslada permanentemente en distintos puntos de la ciudad y permanece un tiempo en zonas rurales del interior de la provincia. Fue el 19 de septiembre de 1975 cuando llega a su casa para despedirse de sus familiares, siguiendo el consejo del diputado Figueredo quien le advierte que debe alejarse por un tiempo hasta que las cosas se solucionen.
Callado y precavido como era, poco pudieron saber sus familiares sobre su paradero, salvo que en algún momento alguien lo vio en Resistencia. En 1976, la Policía de la provincia y la Gendarmería allanan la casa familiar buscándolo a él o cosas de él, pero su paradero seguía siendo un misterio.
Sólo con el regreso de la democracia sus compañeros de cautiverio les confirma que estuvo detenido ilegalmente en la Alcaidía de Resistencia y que formaba parte del grupo de Margarita Belén. Sin comunicación oficial ni certeza de su paradero, sus familiares confían en que fue otra víctima de la masacre en base a la reconstrucción que lograron hacer transitando un camino de dolor e incertidumbre.
“Manucho”, el filósofo
Manuel “Manucho” Parodi Ocampo nació el 22 de abril de 1952 en San Pedro del Paraná, en Paraguay, pero vivió en Posadas desde los ocho años, donde la familia se radicó en 1960.
Su padre Manuel Parodi fue sereno de la Coca Cola durante catorce años y su madre, Francisca Pabla Ocampo era ama de casa.
Manuel cursó la secundaria en la Escuela Normal y después decidió ser seminarista en Corrientes, donde hizo los primeros años. Al igual de Tereszecuk optó por no tomar los votos del sacerdocio y comenzó a estudiar el profesorado de Filosofía en el Instituto Montoya de Posadas, carrera de la que sólo le faltó rendir una materia.
Aunque no regresó al seminario, en Posadas siguió vinculado con la iglesia, al punto que compartía la vivienda con unos sacerdotes de la iglesia San Roque hasta que se casó con María José Presa y se radicaron en Resistencia. Ambos fueron delegados estudiantiles en la Universidad Nacional de Misiones.
El 16 de abril de 1976 la casa que habitaban en Resistencia fue allanada y saqueada. El matrimonio fue detenido y permanecieron ilegales en la Dirección de Investigaciones. Uno de los hermanos de Manuel también fue detenido y estuvo preso varios años.
María José estaba embarazada y sólo pasó a la legalidad después del nacimiento de su hijo, dado que el parto obligó a su internación a fines de agosto. El niño permaneció junto a su madre durante los primeros meses en la Alcaidía de Resistencia hasta que en noviembre la trasladan a Villa Devoto. El bebé es recuperado por la familia con un alto grado de desnutrición y deshidratación. Los testimonios en torno a la detención de María José ante la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Chaco están entre los más desgarradores.
Manuel, en tanto, fue legalizado como detenido en la U7 y estaba en el mismo pabellón que Néstor Carlos Sala, juntos salieron la noche del 12 de diciembre hacia el supuesto traslado a Formosa.·
Reconstrucción lograda en base a la investigación realizada por la Comisión de los Derechos Humanos de la Cámara de Representantes de Chaco y material cedido por la Regional Chaco de la red nacional “Hijos por la Identidad, la Justicia, contra el Olvido y el Silencio” (Hijos). (x) Directora de la Agencia Paraguay al Instante. Nota escrita y editada hace 7 años atras, con motivo del 26 aniversario de la masacre de Margarita Belén.
Publicado el ( Jueves, 10 de Diciembre de 2009 )
Fuente:
http://www.mercosurnoticias.com
ESTA CAUSA DE LAS COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS FUSILADOS EN MARGARITA BELEN Y NINGUNA DE LAS QUE SE TRAMITAN EN SALTA, JUJUY, CATAMARCA, TUCUMAN, CORDOBA, BUENOS AIRES, CHUBUT, SANTIAGO DEL ESTERO, ENTRE RIOS, SANTA FE, MENDOZA, ENTRE OTRAS, LOS ASESINOS DE LOS MAS DE 200 COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS SIGUEN GOZANDO DE IMPUNIDAD.
¿hasta cuando?
(Fuente:Rdendh).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy tarde el casrigo a los culpables!!!!!!!