22 de julio de 2010

MENDOZA: TESTIGO SEÑALÓ LUGAR DÓNDE PODRÍAN ESTAR ENTERRADOS DESAPARECIDOS.

Inspeccionaron el campo donde habrían arrojado a desaparecidos
Un testigo acompañó a todo el tribunal hasta la localidad de El Usillal. Contó que cuando era conscripto, en 1976, era chofer de una camioneta del Ejército y le ordenaron hacer dos viajes "sospechosos" a esa zona.

Reconstrucción de un viaje de hace más de 30 años.

La jornada de ayer del juicio oral por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en San Rafael, con el Tribunal Federal presidido por Roberto Burad, tuvo un ingrediente especial al ordenar el magistrado una visita a un campo donde presuntamente podrían haberse dejado cuerpos o asesinado a detenidos desaparecidos en la época de la dictadura. Sin embargo, en esta visita, aparentemente no se obtuvieron datos que corroborara tal suposición.
La orden de esta inspección "in situ" la impartió Burad tras escuchar al primer testigo que compareció después de las 9.30 en la sala de debates en la sede de la Universidad Nacional de Cuyo. Héctor Daniel Lozano Fuente fue citado la tarde del lunes en forma urgente tras escucharse el testimonio de Mariano Tripiana, hijo del detenido desaparecido Francisco Tripiana. El joven había señalado que durante una investigación que lleva adelante para averiguar el paradero de los restos de su padre, había averiguado que el chofer de una camioneta del Ejército Argentino había relatado a otra persona que en la época en cuestión había realizado dos viajes, por lo menos sospechosos, en horas de la madrugada y a una zona del campo sanrafaelino en el distrito El Usillal.
Fue así que Lozano relató que efectivamente cuando era conscripto, en el año 1976, manejaba una camioneta Ford F100 del Ejército y que en ese entonces, pese a tener como destino Campo los Andes (Tunuyán), sirvió en Cuadro Nacional, de San Rafael.
En dos oportunidades, precisó, se le ordenó ir a una dependencia de Inteligencia que funcionaba en calle Pellegrini frente a la plaza departamental de San Rafael. Y relató: "Se me hizo estacionar de culata. Subió un suboficial como acompañante y me hizo esperar hasta que se sintió un golpe en la cabina ordenando la partida". Recordó que sólo supuso que subió gente porque el toldo del vehículo, que tenía un banco en el medio de la carrocería, no dejaba ver el contenido de la caja de carga.
Después, dijo, se le ordenó girar hasta la avenida principal y por ésta hacia el oeste hasta la calle El Toledano. Por ese camino transitó hasta un badén y luego por una huella. Por la tierra, recordó, se internó durante unos 40 minutos hasta llegar al total descampado (calculó que era cerca del arroyo La Hedionda). Ahí, el suboficial le ordenó detenerse y le dijo que mantuviera funcionando el motor y que subiera el volumen de la radio.
En ese lugar habría permanecido entre una hora y una hora y media, hasta que escuchó que nuevamente ocupaban la caja de la camioneta. No pudo precisar si eran más o menos personas que las que subieron en la ciudad.
Éste fue precisamente el recorrido que ayer realizó una caravana compuesta por más de una docena de vehículos, entre ellos una camioneta de Gendarmería y autos de la Policía Federal.
Tras penetrar en la zona de campo, Lozano dudó sobre el lugar por lo que se regresó hasta otra calle, La Esperanza, y ahí sí dijo creer que se trataba del camino utilizado 34 años atrás. Sin embargo, el paisaje no sería el mismo porque ahora existen alambrados y fincas que en la época en cuestión no estaban.
Todo el tribunal, querellantes, defensores y la fiscalía recorrieron parte del campo hasta un alambrado donde se tomó contacto con un puestero.
Con simpleza y luego de superado su evidente timidez ante la presencia de muchos vehículos y una cincuentena de personas, muchas de ellas de traje y corbata, Humberto Poblé, de 60 años, dijo que su madre vivió en la época del presidente de facto Jorge Videla en el lugar. Negó en todo momento conocer que por entonces, según pudo relatarle su madre, se haya producido un movimiento extraño.
Sí recordó que en las inmediaciones vivía un militar retirados, de apellido Atencio, que había prestado servicios en Campo los Andes. Esta afirmación llamó la atención de todos los magistrados y abogados presentes, quienes tomaron nota del dato.
FuentedeOrigen:Carlos Simón - csimon@losandes.com.ar
Fuente:Agndh


Un testigo señaló un lugar donde pudieron haber enterrado a desaparecidos
Fue llevado al lugar donde hace 34 años transportó en una camioneta del Ejército a otros militares que "habrían llevado algo a ese descampado", confesó. Jueces, abogados querellantes y defensores, y fiscalía estuvieron en el lugar.
El ex soldado Daniel Lozano testificó en el juicio que se está llevando a cabo en San Rafael por delitos de lesa humanidad y dijo que, cuando era chofer, una noche le tocó ir en una camioneta hasta un descampado con un militar de mayor rango que le indicaba el camino. En ese viaje, en la parte trasera de la F100 del Ejército viajaban otros soldados que “llevaban algo para dejar”.
Al bajar de la misma, los soldados demoraron aproximadamente una hora y media en volver. Lozano arriesgó a decir que tal vez se haya tratado de cuerpos para ser enterrados, dada la hora de la noche y el tiempo que demoraron en volver. Pero también aclaró que no le consta tal situación.

El juez Roberto Burad pidió al testigo que lo acompañara hasta el lugar donde supuestamente manejó aquella noche. En horas de la tarde se hizo el recorrido, con la presencia de Policía Federal, Gendarmería Nacional, los jueces, las partes y la prensa.
El lugar señalado por Lozano es en la calle “La Esperanza” del El Usillal. Allí estaba un hombre llamado Humberto Poblé de 60 años, que se asustó un poco ante la presencia de tanta gente y sobre todo, de la policía. Al ser indagado por Burad, el hombre dijo que no recuerda haber visto camionetas en aquellos años, pero dijo que por esa zona vivía un militar.

Lozano aseguró que fue por esa zona donde bajaron los militares.

FuentedeOrigen: http://www.mdzol.com/mdz/nota/225190
Fuente:Agndh


Juicio a represores en San Rafael: emotivo relato de una víctima de la última dictadura
El médico Armando Dauverné, actualmente director del hospital Schestakow, brindó un relato crudo y preciso sobre cómo operó el aparato represivo de la época. Dijo que su padre pudo ver que una de las personas que lo torturaban era su amigo y con quien compartía asados, José Labarta, uno de los imputados.
El médico Armando Dauverné estaba de guardia el 4 de abril de 1976 en el entonces Sanatorio Mitre. Como todas las noches al salir de trabajar se dirigió a la casa de sus padres donde vio un operativo encabezado por militares acompañados de Policía de Mendoza. “Como no tenía nada que ocultar”, preguntó qué pasaba. Al identificarse como el hijo de la pareja que vivía allí –y que había ido al cine- tanto militares como policías lo molieron a palos, al punto de que una vecina se asomó desde un balcón y le gritaba a las “fuerzas de seguridad” que por favor no le pegaran más. Los efectivos ingresaron a la vivienda y fueron directamente hacia la habitación de la hermana del médico, donde de una cómoda, en el segundo cajón extrajeron un álbum de fotografías de un casamiento y de él una foto donde se veía a la familia con una mujer llamada Susana Sanz (sabían con perfecta precisión dónde encontrar aquella imagen).
Esperaron que llegaran sus padres y cuando lo hicieron actuaron también con mucha violencia sobre la pareja. Al padre se lo llevaron detenido y a la madre le dieron una especie de prisión domiciliaria. Ingresó a la vivienda el entonces Teniente Guevara que se identificó como “a cargo del operativo” (este hombre ya fue señalado al mando del operativo en que detuvieron al desaparecido Tripiana).
Guevara fue el único que lo trató “con cortesía”. Le dijo que preparara un colchón para llevarle al padre a la Departamental. Se le indicó que debía llevarle comida también durante el tiempo que estuviera detenido.
A la hermana y al cuñado de Dauverné los detuvieron también. En varias ocasiones lo maltrataron verbal, física y psicológicamente al médico. Lo amenazaban con matar al padre, violar a su hermana y desaparecer a su cuñado. En uno de los muchos allanamientos que le hicieron en su casa lo golpearon tanto y lo amenazaron de muerte en tantas ocasiones, que Dauverné les dijo a los agresores “por favor, si me matan no lo hagan delante de mis hijos y de mi señora”.
Permanentemente les preguntaban dónde estaba Susana Sanz porque era señalada como subversiva marxista. En realidad los Dauverné no tenían idea de dónde estaba esa mujer (que estaba en España exiliada).
Al padre del testigo, durante una golpiza muy fuerte, se le corrió la venda de los ojos y pudo ver a los agresores (que se trataban de amigos suyos). Uno de ellos, Fierro, ya murió. El otro es uno de los imputados, José Labarta. Este último concurría frecuentemente a un taller del padre de Dauverné. Si bien su hijo le dijo en varias oportunidades que no confiara en Fierro y en Labarta porque eran policías de investigaciones, él no le hizo caso. Al recordar estos hechos el médico dijo “a Labarta me gustaría encontrarlo en la calle sólo”.
Al no saber dónde se encontraba su hermana y su cuñado, el testigo fue a ver al entonces Obispo de San Rafael (fallecido), Monseñor Kruk que se limitó a decirle “si su hermana está presa por algo será”. Recurrió también a la justicia, donde hicieron caso omiso de los pedidos del médico. “Los jueces sabían lo que pasaba pero eran todos cómplices. Nadie de ellos hizo nada a favor de la gente que estaba siendo torturada”, dijo.
Varias veces durante su relato, Dauverné tuvo que tomar agua y quedar algunos segundos en silencio ya que la emoción de recordar esa dura época pudo con él. Contó que en aquellos años muchos de sus amigos lo discriminaban a él y su familia por miedo. Les corrían la cara o cruzaban a la vereda de en frente si los veían por la calle. “Pensaban que dar un abrazo o un beso los podría hacer cómplices”. Este testigo puede que sea fundamental para el desarrollo del juicio ya que su relato dejó nombres y lugares que pueden sumar a la causa. Dijo que Ruiz Soppe estuvo en todos los allanamientos que le hicieron y que era muy vioento y autoritario. Si bien recientemente el testigo Carlos Alfredo Ceferino Loyola (hijo de ex comisario) lo negó, Armando Dauverné asegura que en cuatro oportunidades esa persona se le acercó en la playa de la Municipalidad y le dijo que “los desaparecidos están enterrados en una mina de yeso en Malargüe”. El médico agregó que está dispuesto a hacer un careo con Loyola para esclarecer el hecho. Señaló al periodista Edgar Martín Ferreira (de LV4) como integrante de la SIDE.
El imputado Mussere ya fue señalado por otros testigos como "captor y torturador". Al respecto Dauverné dijo “a mí me hizo sentir una rata cuando me pegaba. Eran cobardes”. El presidente del tribunal, Roberto Burad, agregó “así es”. Dauverné dijo que no hace mucho el ahora imputado Labarta se le acercó a su madre en la plaza San Martín y la amenazó diciéndole que se cuidara con lo que decía “porque podían volver”.
El lunes que viene el Tribunal se dirigirá a la casa de los padres de este testigo, para tomarles declaración a los ancianos. Además hará una inspección en una casa de la calle Comandante Salas entre Chile y Day. En esa cuadra hay tres inmuebles iguales y en uno de ellos funcionaba el D2 durante la dictadura.
“Allí hay un pozo de agua al que se arrojaron los expedientes de ese organismo policial, incluyendo los DNI de los desaparecidos y posteriormente se lo tapó con cemento”, dijo el médico. Hasta uno de los defensores aseguró haberse emocionado durante el relato de Armando Dauverné. Cuando finalizó, el público dentro de la sala lo aplaudió de pie.
FuentedeOrigen: http://www.mdzol.com/mdz/nota/225434
Fuente:Agndh

FALSO TESTIMONIO.
En tanto, también declaró el ex comisario de la Policía Hugo Trentini, quien explicó que entre 1975 y 1976 fue afectado a la lucha antisubversiva.
Trentini, quien fue condenado por el caso Bordón (ver aparte), aseguró conocer a todos los imputados, aunque en el caso de Guevara explicó que sólo lo vio una vez.
Asimismo, explicó que la noche del 31 de marzo, cuando supuestamente fueron puestos en libertad Francisco Tripiana y Pascual Sandoval, él no trabajó, ya que se encontraba con parte de enfermo por una pubalgia.
Sin embargo, el tribunal le mostró el libro de novedades de ese día y evidenció que Trentini sí realizó tareas, ya que figuraba que Sandoval fue liberado a la 1 de la madrugada, Tripiana a las 2.35 y el ex policía aparecía retirándose del mismo lugar, Casa Departamental, a las 4.15.
Frente a esa prueba, el fiscal Dante Vega pidió compulsa por falso testimonio, y Trentini, a su vez, le pidió que reflexionara, ya que hace muy poco tuvo un accidente y se debe operar, ante lo que recibió como respuesta del tribunal que es él el que debe reflexionar.
Por último, declararon Emiliano Fernández Moreno, quien era chofer; Ricardo Arroyo Pescara, quien era guardiacárcel y Oscar Aguirre quien era penitenciario.
En el caso de Arroyo Pescara, este explicó que hace unos meses fue amenazado telefónicamente por una voz que le preguntó con quién vivía y si tenía hijos.
Fuente:Agndh

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