23 de octubre de 2010

MASACRE DE MARGARITA BELÉN: ANTEÚLTIMA AUDIENCIA.

Masacre de Margarita Belén: el Juicio
El Coronel “Gambeta” Rampulla

El militar (r) Sebastián Rampulla, ex oficial de inteligencia e integrante del Grupo de Artillería 7 respondió las preguntas de querella y Fiscalía, sin comprometer a sus camaradas de armas y en sintonía con la versión militar del “enfrentamiento”.

La anteúltima audiencia del mes de octubre tuvo sólo un testigo (de una lista de tres): el coronel retirado Sebastián Rampulla, capitán y oficial de Inteligencia del Grupo de Artillería 7 en 1976, a cargo de la seguridad del regimiento de la Liguria y encargado de liderar una patrulla de rastrillaje a la vera de la ruta en Margarita Belén durante la mañana inmediatamente posterior a la Masacre, sin otro hallazgo que un automóvil con impactos de bala y rastros de sangre.

Rampulla se amainó para eludir la batería de preguntas y aclaraciones con la que insistentemente lo abordaron desde la querella y la fiscalía durante buena parte de la jornada y que más de una vez, casi lo hicieron trastabillar. El debate tuvo varios momentos de tensión: las consabidas objeciones de la defensa a varias de las preguntas, advertencias referentes a las penalidades del falso testimonio por parte del Tribunal, y el murmullo de los imputados -muy nerviosos-.

Hoy es un coronel retirado de 71 años, delgado, y canoso. En 1976 era capitán y revistaba en el Grupo de Artillería 7 del Regimiento de la Liguria, donde integraba la plana mayor y realizaba trabajos administrativos. Después de varias preguntas y re-preguntas reconoció que en “algún momento” de los tres años que estuvo en Resistencia (1976-1978, los más duros de la represión) ocupó también el puesto de “S2”, sigla que en la jerga castrense significaba “Oficial de Inteligencia”, y que se relaciona con las tareas de contrainsurgencia.

En razón de ello es que Rampulla figura en el requerimiento de la querella para la elevación a juicio de la causa residual Caballero II, en la que se investigan las desapariciones de militantes políticos detenidos en la Brigada, como el caso del matrimonio Pedro Morel - Fulvia Ayala.

Rampulla no era él único ex S2 en la sala del Tribunal Oral Federal; Horacio Losito tenía la misma función en el centro clandestino que funcionó en el Regimiento de Infantería 9 de Corrientes y por lo cual fue sentenciado a 25 años de prisión en la causa RI9.

RASTRILLAJE EN EL MONTE
El 13 de diciembre Rampulla contó que estaba de “oficial de servicio” desde la madrugada del día anterior y como tal, era el encargado de velar por la seguridad del regimiento.

Por la madrugada del 13, un llamado de la policía lo anotició del “incidente en Margarita Belén”. Informó al jefe máximo de la unidad, el coronel Larrateguy, que le ordenó: “Entregue la guardia, junte gente y vaya para allá, yo ya salgo ahora mismo”.

Rampulla y su dotación (30 soldados y un par de oficiales) llegaron a la ruta cerca de las 8. La zona estaba atestada de militares de Chaco y Corrientes. A un lado, la máxima autoridad castrense de la región, el general Nicolaides explicaba cómo habían sido los hechos. Entonces, Larretuguy les dio la orden de iniciar un rastrillaje.

Pleno verano chaqueño, hacía mucho calor ese día en el monte. “A poco de iniciar, vimos un coche con impactos de bala, vacío pero con rastros de sangre”, relató Rampulla.

No recordó con detalle el estado del auto, ni la cantidad de impactos, ni su disposición. Caminaron dos horas más, sin encontrar nada. Rampulla llevaba 30 horas sin dormir por lo cual Larrateguy “se apiadó” y lo mandó a dormir.

Sobre los prolegómenos del traslado, preguntado por los oficiales que participaron, sólo pudo mencionar al jefe Rennes (Gustavo Athos, imputado), pero a nadie más, porque no vio salir a la columna.

Respecto del avistamiento de vehículos en el Regimiento, respondió que no vio nada, y repreguntado por el asiento en los libros de la guardia de la salida de vehículos, sostuvo que “de eso se ocupaba el jefe de la guardia”. Y cuando se le preguntó sobre el registro del armamento y los pertrechos de los integrantes del convoy, contestó que eso se hacía en la sala de armas.

NS/NC
En referencia a eventos posteriores a la Masacre, dijo que no vio camiones averiados, tampoco cadáveres, y que no conversó con ninguno de sus compañeros de armas que participaron del “traslado”. Es más, dijo que ni siquiera supo quiénes habían sido, al punto que tuvo que reconocer que en esa época “el traslado de detenidos era algo muy reservado”.

El fiscal Carlos Amad fue uno de los que más empeño puso en el cuestionario. Le preguntó si a él, en su calidad de oficial de servicio, le cabía controlar el armamento que entraba y salía de la unidad. Rampulla contestó una vez más con una indefinición, por lo cual el fiscal pidió que se incorpore el reglamento militar.

Súbitamente, el testigo le pidió que le repita la pregunta para contestar que sí, que el oficial de servicio asienta todo lo que entra o sale. Con la pelota picando en el área el fiscal le preguntó: “¿Usted, anotó algo ese día?”. Rampulla contestó: “No”, mientras Losito y Simoni se turnaban para apalabrar al abogado Federico Carniel.

“¿Por qué no asentó, si esa era su obligación?”, repreguntó Amad; a lo que el testigo se excusó: “Yo no ví nada, a mí no me dijeron nada”, dijo alegando que de en todo caso “habría que consultar el libro de guardia”.
Cuando se le mencionó su pasado como oficial de Inteligencia, Rampulla minimizó el hecho, alegando que la “inteligencia” que se le encomendaba era rudimentaria, y referida a una suerte de administración de las existencias en el Regimiento.

Losito se impacientó al punto de pegarse con el puño en la rodilla a causa de la insistencia de los interrogadores cuando pidieron aclaraciones sobre las normativas militares para el traslado de detenidos, y el rol del oficial de Inteligencia en las distintas hipótesis de conflicto que manejaban las Fuerzas Armadas.

Solo contra todos, el coronel respondió con evasivas mientras desde la defensa levantaban la mano para impugnar el rosario de preguntas, la mayoría huérfana de respuestas contundentes.

Hacia el final se le preguntó si hubo detenidos políticos en el regimiento y qué sabía de los Consejos de Guerra. Sobre lo primero, dijo que no le constaba. En cuanto a los consejos, admitió conocerlos “en teoría”. Cuando le preguntaron si había visto alguno, el abogado defensor Juan Manuel Costilla protestó: “No tiene nada que ver con los hechos que se juzgan”.

“Estamos en el límite de la autoincriminación del testigo”, comentó el abogado Federico Carniel, hastiado de la insistencia de la dupla querella/fiscalía (que varias veces tuvo a Rampulla contra las cuerdas). El fiscal Germán Wiels Pinto, recogió el guante, y con una sonrisa amigable, le replicó: “Estamos en el límite del falso testimonio”.

Cerca del medio día y con jornada llegando a su fin, estaba claro que el testigo no iba a decir nada nuevo. Después de un par de preguntas de rigor por parte de la defensa, la causa pasó a cuarto intermedio hasta el 28 de octubre.

Informe: Gonzalo Torres
FuentedeOrigen:ElDiariodelaRegionFuente:ChacoDiaPorDia

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