5 de noviembre de 2010

MAR DEL PLATA: BASE NAVAL1-AUDIENCIAS 15 y 16-"ESPERO QUE TENGAN LA SUERTE DE NO ESCUCHAR LOS GRITOS QUE YO ESCUCHÉ".

las audiencias continuan, Lunes 8 y martes 9, Se acercan tiempos de alegatos.


Audiencia Nº 15 dia 1 de noviembre
“Espero que tengan la suerte de no escuchar los gritos que yo escuché”

Dos ex detenidas desaparecidas contaron sus días en el centro clandestino de detención que funcionó en la Base Naval. Por su parte, un médico de la Marina fue citado hoy para ser careado con otro testigo

Liliana Beatriz Retegui, Liliana Iorio, Patricia Lazzeri, Nancy Carricabur y Stella Maris Nicuez fueron secuestradas por el grupo de tareas de la Base Naval el 18 de septiembre de 1976. Carricabur y Nicuez lograron sobrevivir y ayer declararon en una nueva audiencia del juicio oral que se le sigue a tres militares acusados de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar. Un tercer testigo, el médico de la Armada Carlos Daniel Suárez, quien fue contradictorio en sus dichos, fue citado nuevamente para que hoy sea careado con otro testigo.
Nancy Carricabur tenía 19 años cuando fue secuestrada junto a sus compañeras de vivienda del departamento ubicado en Don Bosco 865. El grupo de tareas entró al departamento y se llevó a las cinco estudiantes. Una sexta, Gloría León no encontraba esa noche en la casa y pudo evitar la captura. Hoy es la abogada querellante que representa a las familias de sus compañeras desaparecidas.
Carricabur contó que fue encapuchada con la funda de una almohada y subida a la parte trasera de un auto. Hasta mucho tiempo después de su liberación, el 24 de septiembre de 1976, pensó que había estado en el GADA 601, en Camet. Después supo que su lugar de cautiverio había sido la Base Naval local.
En el lugar fue identificada con un número de prisionero. Los días que estuvo secuestrada los pasó sentada en una silla de playa y por la noche acostada en un colchón. En la habitación había otras personas, hombres y mujeres. Recordó que sus compañeras Patricia Lazzeri y Stella Maris Nicuez estaban allí con ella. Las identificó por la manera de toser.
La testigo recordó que durante el primer interrogatorio le preguntaban por su nombre de guerra y que ella no entendía que se referían. Le preguntaron por la actividad política de sus compañeras de pensión y le mostraron sus documentos de identidad. Así supo Retegui, Dorio y Lazzeri utilizaban otros apellidos.
Carricabur aseguró que sus interrogadores le gritaban y la insultaban pero nunca la torturaron. Igualmente en su cautiverio supo por primera vez de la tortura. “Yo no sabía nada de la picana. No me entraba en la cabeza que un ser humano pudiera picanear a otro”. La joven que había llegado a la ciudad desde Río negro para estudiar dijo que escuchó a mucha gente que llegaba muy torturada después de los interrogatorios y finalizó: “Espero que tengan la suerte de no escuchar los gritos que yo escuché”.
El 24 de septiembre a la tarde Carricabur y Nicuez fueron dejadas en libertad. Les entregaron dinero para un taxi y las dejaron en distintos puntos de la ciudad. Antes de sacarlas de la Base Naval, uno de sus carceleros les dijo: “tuvieron suerte porque nadie sale vivo de aquí”. Liliana Beatriz Retegui, Liliana Iorio, Patricia Lazzeri continúan desaparecidas.
Stella Marís Nicuez tiene 56 años y es psicóloga. La madrugada del 18 de septiembre del 76 fue secuestrada junto a Carricabur y el resto de sus compañeras.
De sus días en el centro clandestino de detención que funcionó en la Base Naval recordó que estuvo junto a Nancy y Patricia Lazzeri, a quien los carceleros le habían puesto de sobrenombre “La Teacher” porque sabía inglés. Supo que en el lugar donde estaba detenida había otras personas. A su izquierda estaba Nancy carricabur y detrás “Pato” Lazzeri.
Nicuez recordó que Lazzeri había sido torturada porque un día después que se la llevaron para interrogarle volvió muy mal. No le querían dar agua –señal de que había sido torturada con picana- y tampoco podía hablar bien. Ese día fue la última vez que sintió que estaba en esa habitación después no la escuchó más.
Al igual que otros testigos que ya declararon en audiencias anteriores, Nicuez recordó a uno de los carceleros que le decían “El Cura” y que era quien le pedía a los detenidos que si querían hablar preguntaran por él.
Una vez liberada, Nicuez recibió la visita de un comisario inspector de la Policía Federal que intentaba saber cuales eran sus movimientos. Ese oficial fue quien les permitió a las dos mujeres poder irse de Mar del Plata y regresar a sus lugares de origen.

Memoria selectiva
El médico de la Armada Carlos Daniel Suárez es capaz de describir al detalle cada uno de sus días en Francia durante una especialización en medicina de buceo de gran profundidad entre 1976 y 77. Pero esa memoria prodigiosa se vuelve confusa y torpe a la hora de recordar a sus superiores en la Base Naval durante la última dictadura cívico militar.

Suárez tiene 70 años y ayer se sentó como testigo frente al tribunal compuesto por los jueces Nelson Jarazo, Alejandro Esmoris y Jorge Michelli. El doctor especialista en medicina de buceo no recordó que la repartición militar haya sufrido cambios después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Hizo referencia a una reunión de oficiales que se realizó en Puerto Belgrano, un mes antes del golpe, donde oficiales superiores cuyos nombres no recuerda les dijeron que las FF.AA iban a tomar el poder.
Aseguró que supo de detenidos desaparecidos luego de su regreso de Francia, recién en 1978. También supo de la existencia de un grupo de tareas que se encargaba de los secuestros y que estaba compuesto por buzos tácticos, pero no recuerda sus nombres.
Ante tantos problemas de memoria del testigo, el fiscal Daniel Adler solicitó que el Suárez sea citado para la audiencia de hoy donde podrá ser careado con otros testigos. El tribunal dio lugar al pedido de la fiscalía.

Nota el Doctor Suarez en medico en la ciudad de Ushuaia

audiencia Nº16, dia martes 2 de octubre.
El subjefe sabia de detenidos dentro de la Base Naval.
Se trata del odontólogo Gustavo Adolfo Hoffmann quien declaró ayer que el capitán de navío Justo Ignacio Ortiz sabía de la existencia de detenidos desaparecidos en ese asiento militar

Un ex oficial de la Armada aseguró ayer que el capitán de navío Justo Ignacio Ortiz, imputado en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en la Base Naval, sabía de la existencia de detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. Por su parte, la hermana de una víctima puso en crisis la declaración de un médico retirado de la Marina.
El odontólogo Gustavo Hoffman ingresó a la Base Naval como oficial asimilado a la Armada en febrero de 1975. Su función era atender al personal militar.
Además de sus tareas como dentista, Hoffman debía realizar guardias como oficial de servicio. Durante 24 horas era el encargado de que todo estuviera en pleno funcionamiento.
La primera vez que supo de la presencia de detenidos en la Base Naval fue en mayo de 1976 cuando en una noche de guardia fue hasta la cocina para cerciorarse que la comida para la conscripto marchara sin problemas. Uno de los cocineros le dijo: “tenemos visita”. El testigo aseguró que en e4se momento supo que al lado de la cocina había tres calabozos y que en esos calabozos había tres detenidos: Jorge Pablovsky, Pablo Lerner y José Musmeci.
Hoffman recordó que uno le dijo que era gremialista y los otros militantes de la Juventud Peronista (JP). Esa noche les llevó cepillos de dientes y unos libros para que se entretuvieran. Años después, uno de ellos fue hasta su consultorio para agradecerle lo que había hecho por él y sus compañeros.
También recordó que Pablovsky fue llevado un día encapuchado hasta el consultorio en el sector de sanidad porque le dolía mucho una muela. Hoffman tuvo que sacársela.
Tiempo después, en otra guardia, vio más detenidos. En esa ocasión había salido a la noche a recorrer el predio y vio que en un edificio que todavía estaba en construcción a varios oficiales armados. Cuando se acercó vio que en el interior había entre diez y doce personas con capuchas en la cabeza que tenían un número. Estaban sentados en semicírculo sentados sobre sillas de playa.
Al finalizar la guardia se reportó ante el capitán de navío Justo Ignacio Ortiz, segundo jefe de la Base Naval en aquel entonces. Ortiz le dijo que una de las funciones como oficial de servicio durante la guardia era ocuparse de que los detenidos estuvieran bien de salud y alimentados.
El testimonio de Hoffman deja ver sin fisuras que uno de los imputados en la causa Base Naval 1 tenía pleno conocimiento de la existencia de detenidos desaparecidos en la repartición a su cargo.
Hasta que se fue de baja, el testigo volvió a ver detenidos al menos dos veces más. Siempre encapuchados y maniatados. En una ocasión uno de los secuestrados le pidió que le averiguara si su novia estaba en ese lugar detenida. Hoffman preguntó uno por uno a los detenidos hasta que encontró a la mujer. Los llevó a un calabozo y allí la pareja pudo charlar por unos minutos y tal vez despedirse.
Cada vez que finalizaba una guardia, Hoffman reportaba las novedades a Ortiz, entre ellas, lo que ocurría con los detenidos desaparecidos.
Hoffman declaró que desde antes del golpe de Estado de 1976 ya había decidido pedir la baja porque no se sentía cómodo en la Armada. Por consejo de un superior decidió esperar unos meses. Un episodio, que le significó tres días de arresto lo ayudó a dar por finalizada su carrera como marino.
El testigo recordó que en uno de los pasillos del sector de sanidad, mientras hablaba con una mujer que estaba allí para realizar audiometrías a los oficiales, llegó un hombre herido y escoltado por tres militares armados. La mujer le preguntó si se trataba de un “guerrillero”. Hoffman evitó contestarle, pero igual fue en vano. Al día siguiente recibió tres días de arresto. Ortiz le dijo que había revelado secretos militares a una civil. A los 20 días, el testigo dejo la Armada para siempre.


Contradicciones

Liliana Iorio fue secuestrada junto a cuatro compañeras el 19 de septiembre de 1976. Dos –Nancy Carricabur y Stella Marís Nicuez-, lograron sobrevivir. Liliana Retegui, Patricia Lazzeri y Iorio fueron vistas por última vez en la Base Naval y continúan desaparecidas.
María Inés Iorio, hermana de Liliana, declaró ayer en la decimosexta audiencia del juicio a tres militares por crimen de lesa humanidad.
En el momento que Liliana fue secuestrada, maría Inés realizaba un curso de buceo en la Base Naval, lugar de cautiverio de su hermana. Ella y Pablo Arias, eran los únicos estudiantes universitarios que ingresaban a la Base Naval por aquel entonces. La testigo recordó que se sentía muy vigilada cada vez que iba a las clases.
Iorio les contó a los instructores de buceo lo que había ocurrido con su hermana y les dijo que quería abandonar el curso porque tenía miedo. Los hombres pertenecientes a la división de Buzos Tácticos le dijeron que no lo hiciera. A la semana siguiente, el teniente Julio Cesar Falké, jefe de inteligencia de la Base Naval y profesor de física en el curso de buceo, llamó a María Inés a su oficina. Le dijo que ella debía conocer a los amigos o compañeros de su hermana que debía traerle una lista con nombres o sobrenombres.
Después de dos semanas en las que trató de evitar a Falké, finalmente la testigo le llevó dos sobrenombres falsos para que no la molestaran más.
Iorio, también tuvo como profesor al médico especialista en medicina de buceo, Carlos Suárez, quien declaró el lunes pasado ante el tribunal que lleva adelante el juicio. Los dichos de la testigo hicieron tambalear las declaraciones del doctor.
Suárez aseguró que nunca vio detenidos desaparecidos en la base Naval y que en abril se había ido a Francia a realizar una especialización en medicina de buceo de gran profundidad. También dijo no conocer al teniente Falké.
Iorio declaró ayer que Suárez fue su profesor durante el curso que se realizó entre mayo y octubre por lo que el médico no pudo estar en Francia y mar del Plata al mismo tiempo. También aseguró que Suárez y Falké eran los profesores de las asignaturas teóricas del curso, por lo tanto, es muy difícil imaginar que no se hayan conocido o que no hayan mantenido una relación como docentes de un mismo curso. Antes dichas contradicciones el fiscal Daniel Adler se reservó la posibilidad de solicitar algún tipo de medida para Suárez, durante la etapa de alegatos.
María Magdalena Iorio, mamá de Liliana y María Inés, fue la segunda testigo en la jornada de ayer. La integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo contó, con profunda emoción, el día que el cura José Luis Murueta –amigo de la familia y con contactos en la Armada-, le dijo llorando que a “Lilianita” la habían tirado al mar y que no había sufrido porque la había dormido con una inyección.
Ella no le creyó y le dijo que el no podía creer que la Armada argentina pudiera hacer eso con las personas.
Recién en democracia cuando se conocieron los testimonios de los sobrevivientes, María Magdalena supo que las palabras de aquel cura eran irremediablemente ciertas.

Marcelo Nuñez
fotógrafo
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Fuente:Agndh                                                                                           

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