La justicia le permitirá a Bergoglio declarar por escrito
Testigo protegido
La estrategia del cardenal para no verse sorprendido como cuando declaró en la causa ESMA. Contradicciones, verdades y mentiras sobre su actuación en la dictadura.
Ante la virgen. Aquella vez, Bergoglio entró en contradicciones que ahora busca evitar.
Usted cuándo tomó conocimiento de que había niños que estaban siendo apropiados en la dictadura?”, le preguntó la abogada Myriam Bregman, frente al tribunal que se había montado en la catedral metropolitana, el 8 de noviembre pasado. Aquella mañana primaveral, el cardenal primado de la Argentina, Jorge Bergoglio, se sorprendió por la pregunta, ya que había sido convocado como testigo para responder sobre las desapariciones de los curas jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio, en el marco de la causa que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA durante la última dictadura militar. Bergoglio, quien estaba al frente de la congregación jesuita en 1976 cuando secuestraron a los dos curas, no esperaba que le sacaran el tema del robo de bebés en ese juicio. “Ay, esto... recientemente, eh, recientemente, hará diez años”, respondió entonces el máximo referente de la Iglesia Católica en la Argentina, moviendo ampulosamente sus manos, sobresaltado.
–¿Por el año mil nueve noventa y algo? –insistió la abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.
–Quizás por el año del juicio a las juntas –se corrigió luego.
El testimonio del cardenal fue desmentido por Estela de la Cuadra, quien sigue buscando a su sobrina Ana Libertad Baratti, uno de los 500 nietos robados por la dictadura. “Creo que es absolutamente inmoral esa respuesta –dijo sobre el testimonio de Bergoglio cuando atestiguó, el 27 de abril pasado, en el juicio por el robo sistemático de bebés durante el terrorismo de Estado–. Él sabe qué pasó, tiene mucho para declarar”, sentenció la hija de Alicia “Licha” Zubasnabar de la Cuadra, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Por este motivo, la Justicia volvió a citar al cardenal primado como testigo en una nueva causa que investiga crímenes de lesa humanidad.
“Como mínimo, en el ’77, Bergoglio estaba al tanto del caso de Ana Libertad –le dijo De la Cuadra a Veintitrés, el 11 de noviembre pasado–. Mi padre le había contado todo (…) En este genocidio Bergoglio tiene mucho que ver. Y en el robo de bebés también. El silencio acompaña y convalida todas y cada una de las conductas de los que individualmente repartieron bebés”, sentenció entonces.
Acaso para poder evitar las repreguntas que tanto lo incomodaron en noviembre, para no ahondar en cada una de sus respuestas, el arzobispo decidió presentar su declaración por escrito, amparándose en el artículo 250 del Código Penal que otorga ese beneficio a un grupo selecto de personas: el presidente y su vice, ministros, legisladores, miembros del Poder Judicial, altos mandos militares y altos mandatarios de la Iglesia.
Dice la ley: “Según la importancia que el juez atribuya a su testimonio y el lugar en que se encuentren, aquellas personas declararán en su residencia oficial, donde aquél se trasladará, o por un informe escrito, en el cual expresarán que atestiguan bajo juramento”. Aunque el artículo agrega un dato que sirve de termómetro para medir la predisposición de estos privilegiados: los testigos enumerados “podrán renunciar a este tratamiento especial”, se encarga de remarcar la ley.
La estrategia de Bergoglio, de presentar un informe escrito, no es novedosa. Para brindar la declaración en la causa ESMA, el cardenal también había intentado resguardarse en la palabra escrita. En aquella ocasión, por pedido de los abogados querellantes que querían tenerlo frente a frente, el Tribunal Oral Federal 5 le ofreció trasladar su sede desde el Palacio de Justicia a la catedral metropolitana –otra de las variantes que ofrece el artículo 250 del Código Penal–. Entonces, Bergoglio aceptó la propuesta. Fue así como el 8 de noviembre los jueces Ricardo Farías, Daniel Obligado y Oscar Hergott se sentaron frente al tapiz de la Virgen para escuchar la palabra del cardenal.
Siete meses más tarde, el arzobispo recurrió al mismo beneficio. Y con mejor suerte. En esta ocasión los abogados querellantes, Alejo Ramos Padilla y Myriam Bregman, le propusieron al Tribunal una alternativa que está siendo muy utilizada en otros juicios de lesa humanidad, si es que el testigo no desea o no puede presentarse en sede judicial: que el jefe del Episcopado brinde su testimonio a través de una videoconferencia. Esta vez, el cardenal primado se negó. Claro, en este juicio la posición de Bergoglio es claramente más incómoda que la anterior.
El 27 de abril del 2011, Estela de la Cuadra agregó: “A través de una autoridad jesuita de Italia (Pedro Arrupe) mi mamá y mi papá consiguieron audiencia con Jorge Bergoglio, entonces provincial jesuita de Buenos Aires. Bergoglio les da una carta en la que les dice que el obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, iba a interceder en el caso. Picchi se entrevistó con las autoridades policiales y nos transmitió que la bebé estaba en poder de un matrimonio ‘bien’ y que ya no había vuelta atrás”. Desde entonces el paradero de Ana Libertad es un misterio. Al menos para sus familiares biológicos.
Tras respetar los deseos del cardenal, el 6 de junio pasado el TOF 6 decretó que las partes tienen diez días hábiles para presentar sus respectivos cuestionarios. Según pudo averiguar Veintitrés, entre los temas que deberá responder el cardenal figurarán:
- Una explicación de la contradicción que surge de la declaración que brindó en el juicio de la ESMA y lo que dijo Estela de la Cuadra en este juicio.
- Si él estaba al tanto de que Ana Libertad Baratti había nacido.
- Cuáles eran las acciones que llevaba adelante la Iglesia cuando se tomaba una denuncia sobre crímenes de lesa humanidad.
El cuestionario primero deberá sortear el filtro del Tribunal, que será el que unificará las preguntas y se lo entregará al cardenal.
El 25 de marzo pasado –un día después del 35º aniversario del comienzo de la dictadura–, Jorge Bergoglio brindó una misa por el “derecho de los niños por nacer”, en el marco de la batalla que libra la Iglesia para que no se legalice el aborto. “Para nosotros –agregó Bregman– es una hipocresía que Bergoglio intente bloquear toda iniciativa que postule el legítimo derecho al aborto utilizando el supuesto derecho de los niños por nacer cuando a él le cabe responsabilidad en lo que concierne al robo de bebés durante la dictadura, por saber él cuándo nació Ana Baratti y conocer su destino”.
FuentedeOrigen:RevistaVeintitres
fuente:Agndh
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