“Felizmente, una de sus abuelas pudo conocerla”
Estela de Carlotto contó que Laura “tiene una familia que la estuvo buscando siempre”. Nació en la ESMA en 1978 y es hija de Susana Siver y Marcelo Reinhold. Ella misma tenía sospechas sobre su identidad y se había acercado a Abuelas hace cuatro años.
Por Alejandra Dandan
Junto a Carlotto estuvo Adriana Reinhold, tía de Laura: “La primera impresión del encuentro es un shock”, dijo.Imagen: Dafne Gentinetta
“La historia de Laura es igual y distinta de la de tantos nietos que han recuperado su identidad. Tiene una familia que la estuvo buscando siempre, tíos, primos, y felizmente, tiene a una de sus abuelas que pudo conocerla, que no está bien de salud, pero gracias a Dios pudo alcanzar a abrazar por lo menos a una partecita de su hijo, que es Laura.” Estela de Carlotto anunció así, en la Casa de las Abuelas de Plaza de Mayo, la restitución de Laura Reinhold Siver, la nieta 105, como dijo, “un número que da la dimensión de los logros”. Como en cada uno de estos anuncios, que confirman, por un lado, los efectos de una dictadura que no se acaban y, por otro, que algunas de sus secuelas sanan, los tíos y primos de Laura estuvieron en la conferencia de prensa para intentar explicar algo de lo que sucedió durante estos años de espera. Ante cámaras y micrófonos de medios de todo el país, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, agradeció especialmente a los sobrevivientes del centro clandestino de la ESMA, que estuvieron con los padres de Laura y dieron cuenta de los primeros datos para encontrarla.
Laura Reinhold Siver tiene 34 años, es médica, está casada y tiene dos hijos. No estuvo en el anuncio, pero sigue de cerca todo lo que sucede en esta búsqueda que no necesitó judicializarse. Ella, que está anotada como hija biológica de quienes hasta ahora figuraron como sus padres, visitó hace cuatro años la casa de las Abuelas empujada por sus propias sospechas. Preguntó, buscó datos, pero no dejó su teléfono. En Abuelas sólo le dijeron que si alguna vez necesitaba algo podía ponerse en contacto con un nieto. Aunque ella no suspendió la búsqueda porque –ahora se sabe– durante esos cuatro años navegó en las páginas web para conocer la historia de cada abuela o vio fotos de militantes, no volvió a presentarse. La investigación, mientras tanto, avanzó por otro lado y los investigadores no supieron nunca hasta hace unos pocos días que la persona que estaban buscando era la misma que alguna vez había estado ahí. Ayer lo que más se escuchó decir entre quienes hicieron esa búsqueda fue eso, que Laura no sólo tenía sospechas, sino que estaba completamente convencida de que era hija de desaparecidos.
El caso de Laura es uno de los 37 expedientes que se investigan en el juicio por el plan sistemático de apropiación de bebés. Hasta ahora ella era una de las hijas no restituidas, hija de Susana Leonor Siver y de Marcelo Carlos Reinhold. Desde hace años se sabía por los relatos de los sobrevivientes de la ESMA que su madre había tenido una niña, que el nacimiento había sido por cesárea en el Hospital Naval, que la niña había vuelto con ella al centro clandestino de la Marina y que en ese tiempo Susana la pudo amamantar.
Adriana Reinhold ayer estuvo sentada al lado de Estela de Carlotto. Es la tía de Laura, hermana de su padre, la persona que justo ayer debía declarar en el juicio por el robo de bebés y quien recibió el primer llamado de Abuelas. “La primera impresión del encuentro es un shock –-dijo–. Un golpe. Pero ella es muy especial. Cuando entré me miró los rulos, se rió porque ella tiene rulos, y me dijo: ‘¡Ahora entiendo!’” Laura tiene los rasgos de su padre y el pelo rubio de la madre. Lo primero que quiso saber fue quiénes eran sus padres, qué les pasó, dónde militaron, y cuando Adriana empezó a responder y usó las palabras “tu mamá” y “tu papá” varias veces, quedó sorprendida porque Laura le dijo que eso estaba bien, que quería que les dijera “mamá y papá” y la impulsó a seguir.
La historia
“Nosotros supimos desde el comienzo del embarazo –contó Adriana a Página/12–. Con mi cuñada compartíamos la médica, yo estaba embarazada de dos meses de mi segundo hijo y ella estaba de alrededor de cuatro. Después supimos del nacimiento por los sobrevivientes, aunque ya habíamos recibido una información, que nunca supimos de dónde venía, pero era de alguien que le había dicho a mi papá: ‘Felicidades, abuelo’, para febrero de 1978.”
Laura nació en ese febrero. A sus padres los habían secuestrado el 14 de agosto de 1977 en Haedo. Susana había conocido a Marcelo cuando estudiaba Derecho en la UBA, los dos militaban en la Juventud Universitaria Peronista y luego en Montoneros. En 1975, Marcelo estuvo preso dos o tres meses después de una razzia en la universidad: con los años, algunos sobrevivientes pensaron que quizá por eso su caso encolerizaba a los hombres del Servicio de Inteligencia Naval (SIN), que no entendían cómo había estado detenido, había salido y vuelto a militar. Ese 14 de agosto lo secuestró una patota del SIN. Marcelo iba a una cita en taxi con su amigo Alejandro Odell. La patota empezó con Susana y terminó llevándose a los tres. Pese a que los trasladaron a la ESMA, algunos no descartan un paso previo por la casa operativa del SIN en Villa Adelina.
Lila Pastoriza declaró la semana pasada en el juicio por el robo de bebés, sobre éste y otros casos. Ayer estuvo en Abuelas. “Un día me llama un guardia cuando los traen porque Susana, que estaba embarazada, se había descompuesto, le dolían las piernas. La pusieron en una cucheta de Capuchita y como yo estaba hacía un tiempo largo, me pidieron y me acerco para hacerle masajes.” El 9 de noviembre de 1977 a Marcelo lo “trasladaron”, el eufemismo con el que se conocían las ejecuciones. Lila dijo que a Marcelo lo sacaron en un “traslado” con otro compañero. Que los dos pensaban que iban a salir en libertad y que tanto lo creyó Susana que durante mucho tiempo buscó en los avisos clasificados algún mensaje cifrado. Datos del Equipo Argentino de Antropología Forense determinaron después que su cuerpo fue el único que logró identificarse del estallido de un coche con explosivos.
“Me acuerdo de algunas escenas con ellos –siguió Lila–. De estar un día todos juntos, ellos cantaban temas de Sui Generis y entre esas canciones, ‘Canción para mi muerte’. Ella tenía una voz hermosa, eran muy lindos y muy jóvenes.” Para diciembre, Susana estaba angustiada porque no tenía noticias de Marcelo. Ya estaba en el cuarto de embarazadas y Lila había perdido contacto. “Todos teníamos la idea de que ella no tenía ninguna militancia política y creíamos que los marinos creían lo mismo. Un día me armé de valor y le pedí a (el capitán Luis) D’Imperio por ella, le dije por qué no la dejaban en libertad, para que pudiera tener su hijo afuera. Me acuerdo que D’Imperio me dijo: ‘Nunca más en la vida me vuelvas a pedir algo así’. Me lo dijo con voz de hielo, y yo conocía las voces y las miradas, las conocía muy bien. Me di cuenta de que no había nada que hacer, aunque en ese momento no éramos tan conscientes de lo que pasaba, no tomábamos conciencia de que se las mataba.”
Susana estuvo en el cuarto de embarazadas con María José Rapella de Mangone. A fines de enero de 1978 empezó con los dolores de parto. El médico encargado de los partos de la ESMA, Jorge Luis Magnacco, estaba de vacaciones y la atendió el jefe de Ginecología del Hospital Naval, que determinó el traslado para la cesárea. El caso está denunciado desde la Conadep. Otro testimonio importante fue el de Sara Osatinsky. La abuela de Laura, Luisa Bermúdez de Reinhold, se acercó a Abuelas en 1982. Poco se ha dicho hasta ahora de cómo llegó Laura al lugar donde la criaron. Una de las hipótesis ubica en el medio a D’Imperio, porque cada fuerza tenía a sus prisioneros y solía hacerse cargo también de la entrega de los niños. Estela de Carlotto dijo ayer que más allá de lo que los hijos sienten con sus padres, en este caso hubo un delito porque sus apropiadores falsearon su identidad desde el comienzo. Y contó también que quien funcionó como su padre alguna vez dijo que podía ser hija de desaparecidos.
Fuente:Pagina12
EL TESTIMONIO DE ADRIANA REINHOLD, TIA DE LAURA
Una espera de largos años
Por Alejandra Dandan
Los Reinhold tuvieron la primera noticia confirmada del nacimiento de Laura durante la dictadura, a partir del testimonio de Sara Osatinsky desde el exilio. Adriana Reinhold, la tía de Laura, todavía se acuerda de esos datos. A través de ese relato supo que Susana tejió con pedacitos de pulóver o de tela cosas para sus compañeras. Que había tenido a su hija en el Hospital Naval. Que había vuelto con la niña a la ESMA. Que habían estado quince días juntas. Que a ella después le hicieron escribir una carta con consejos para el cuidado de la niña, que le dijeron que era una carta para entregar a los abuelos, porque la convencieron de que la niña iba a volver con su familia.
Supo además que le llevaron un enorme moisés, muy blanco y repleto de regalos y que, pese a que era una de las cosas que hacían los marinos con las parturientas, aquel moisés llamó la atención entre las secuestradas: por las dimensiones imaginaron que la niña iba a ser destinada a alguien muy importante o relacionado con la máxima jerarquía del Servicio de Inteligencia Naval de la Marina, que era el que manejaba el caso.
Antes de ese testimonio sólo habían recibido una información en febrero del ’78 de parte de alguien que funcionaba como informante. Lo único que había hecho era felicitar al padre de Marcelo y llamarlo “abuelo”, un dato en el que la familia decidió creer, dijo Adriana, casi para preservarse. “Pero después no supimos más nada hasta el ’82 –dijo Adriana– y estábamos más que nada esperándolos a ellos, no es que nosotros esperábamos sólo a Laura, esperábamos a mi hermano y mi cuñada. En realidad, nos costó mucho tiempo no esperarlos más, creíamos que iban a aparecer los tres. Entonces, cuando llegó la etapa de buscar a Laura sola, fue bastante duro, porque estás confirmando que ellos no van a volver.”
–¿Laura se acercó primero o ustedes la buscaron?
–Nosotros no hicimos un rastreo personal, veníamos acá, a la casa de Abuelas, seguimos viendo la historia de los otros nietos porque esto es un rompecabezas que se arma, gente que va trayendo datos y cosas, y van apareciendo los nietos.
–¿Qué fue lo que más te llamó la atención del primer encuentro?
–Lo que más me llamó la atención es que estando acá, en la casa de las Abuelas, yo le había traído unas fotos y ella no se negó en ningún momento que yo le dijera “mamá y papá” a sus padres. Pero en un momento, después de la primera vez que lo dije, me acuerdo que de repente la miré y le pregunté si no le molestaba, si no le chocaba que les dijera así, pero ella me dijo que no: “Son mi mamá y mi papá”, me dijo. El asunto de los nombres de los tíos, abuelos y primos, todavía no, es demasiado. Pero “mamá y papá”, lo tiene muy claro.
Fuente:Pagina12
COMUNICADO DE PRENSA
Ref. Otra nieta a la que se le restituye su identidad y su historia
Las Abuelas de Plaza de Mayo queremos compartir nuestra enorme felicidad por la restitución de la identidad a otra de nuestras nietas. Se trata de Laura Reinhold Siver, la hija de Susana Leonor Siver y Marcelo Carlos Reinhold, nacida en febrero de 1978, por cesárea, en el Hospital Naval. Con ella, suman 105 los casos que hemos resuelto.
El matrimonio fue secuestrado el 14 de agosto de 1977 en Haedo, en la zona oeste del Gran Buenos Aires, y llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En ese momento, Susana estaba embarazada de alrededor de cuatro meses.
Varias denuncias empezaron a llegar desde 1985 a la institución. Fue importante en particular una ante la Conadep que mencionaba el caso e involucraba a los represores Gallo, Vildoza, Bianco y Miara, partícipes directos –entre otros– de la apropiación de nietos que luego fueron restituidos.
Desde hace mucho tiempo teníamos la sospecha de que Laura podía ser una de las nietas que buscábamos. En marzo de 1982, Luisa Bermúdez de Reinhold, madre de Marcelo y suegra de Susana, se había acercado a Abuelas para denunciar la desaparición de su hijo y su nuera y así iniciar la búsqueda de su nieta.
Los padres
Susana nació el 14 de mayo de 1955, en la ciudad de Buenos Aires. Era la del medio de tres hermanos. Su padre era maestro mayor de obras y su madre, ama de casa. La familia vivía en el barrio porteño de Parque Chas y Susana cursó la escuela secundaria en el Colegio Normal Nº 1.
Marcelo nació el 2 de abril de 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Era el menor de tres hermanos. Su papá era abogado y su mamá, profesora de portugués. Vivieron siempre en Haedo.
Susana y Marcelo se conocieron mientras estudiaban Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Allí comenzaron su relación y tiempo después se casaron en la localidad de General Madariaga. Marcelo se recibió de abogado, Susana no alcanzó a terminar la carrera. Ella trabajaba en un estudio jurídico y él en una fábrica.
Ambos comenzaron a militar en la Juventud Universitaria Peronista y continuaron en la organización Montoneros. Al joven sus compañeros y amigos lo llamaban “Chelo”. Durante una razzia en la Facultad de Derecho, en 1975, fue detenido y permaneció como preso político durante dos o tres meses, recorriendo los penales de Devoto, Rawson y Resistencia, hasta ser liberado.
Secuestro y cautiverio
El 14 de agosto de 1977, unas quince personas armadas, de civil, ingresaron en el domicilio de Luisa Reinhold, en Haedo. Buscaban a Marcelo. No lo encontraron. En ese operativo, a cargo del Servicio de Inteligencia Naval –bajo el mando del capitán de corbeta Luis D’Imperio–, secuestraron a Susana, que estaba embarazada de unos cuatro meses, y a Alejandro Odell, un amigo de la familia que se encontraba de casualidad en la casa. Marcelo fue detenido horas más tarde en otro lugar. Los tres fueron llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada.
Sobrevivientes de ese centro clandestino de detención contribuyeron a reconstruir el relato de lo sucedido a la joven pareja. Susana fue interrogada frente a su marido, mientras éste era torturado ferozmente. Luego, fue llevada al sector “Capuchita”, donde estuvo alrededor de dos meses, encapuchada y con grilletes en los pies. Su marido también permanecía en la “Capuchita” pero sólo podían comunicarse entre sí unos minutos cuando, esporádicamente, un guardia más “permisivo” los llevaba al baño al mismo tiempo.
En octubre, Susana fue llevada a la sala destinada a las embarazadas, donde permaneció junto a la detenida María José Rapella de Mangone. En noviembre de 1977 fue llevada de nuevo a la “Capuchita”, donde pudo compartir cerca de una hora con su marido y despedirse. Al día siguiente, Marcelo fue “trasladado” y hasta hoy continúa desaparecido. Susana volvió a la sala de embarazadas con otras parturientas.
A fines de enero de 1978, comenzaron los dolores de parto. Según los testimonios, el médico Jorge Luis Magnacco, quien habitualmente atendía a las embarazadas de la ESMA, estaba de vacaciones, por lo que el jefe del servicio de ginecología del Hospital Naval determinó su traslado precisamente al Hospital Naval para realizarle una cesárea porque no podía efectuarla en la ESMA. En febrero de 1978, dio a luz a una “nena rubia”, según consignó un testigo.
Susana alcanzó a amamantar a Laura y a estar con ella unos quince días. Las compañeras de cautiverio de Susana recuerdan que Laura era muy pequeña y por eso la llamaban “Lauchita”. También cuentan que los marinos le tenían preparado un moisés grande lleno de ropa blanca para cuando naciera y que a Susana le habían hecho escribir una carta luego de hacerle creer que le entregarían la niña a sus abuelos.
Felizmente, Laura, que siempre tuvo dudas sobre su identidad, en junio de este año accedió a realizarse voluntariamente los análisis de ADN, en el Banco Nacional de Datos Genéticos, a través de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). El 2 de agosto, el Banco informó a la CONADI que la joven incluye en un 99,9 por ciento en la familia Reinhold-Siver.
Ciudad de Buenos Aires, 8 de agosto de 2011.
Abuelas de Plaza de Mayo-Córdoba
Fuente:AexppCba.
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