15 de octubre de 2011

Entrevista a Clara, hija de Federico Bacchini, cuyos restos identificados y restituidos serán sepultados hoy.

Crímenes de lesa humanidad
“Este es el primer contacto físico real con mi papá”
 Entrevista a Clara, hija de Federico Bacchini, cuyos restos identificados y restituidos serán sepultados hoy
15.10.2011
Clara Bacchini muestra una foto de sus padres. A él casi no lo conoció. Debió reconstruir su historia
“Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mi, no permanezca en tinieblas”, Juan 12:46. La cita del evangelio fue elegida por Clara para su padre, el sacerdote Héctor Federico Bacchini, quien fue secuestrado durante la dictadura y permaneció en la sombra de la desaparición durante 34 años, hasta que sus restos fueron identificados el año pasado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El padre Federico, como lo conocían todos en la ciudad y en el barrio Monasterio donde había predicado su palabra entre los más pobres, será sepultado hoy en el Mausoleo “Memoria, Verdad y Justicia” del cementerio de La Plata por su hija, Clara, su ex esposa Elsa Paladino, sus tías Alicia y Mercedes Bacchini, otros familiares y sus amigos. “Yo ya me siento aliviada y sé que después de la inhumación me voy a sentir más aliviada aún. Hay algo que cambia: empezamos una historia nueva y es que no es más un desaparecido. Comenzamos un camino nuevo”, contó a Diagonales Clara Bacchini, la única hija del sacerdote católico que se destacó como músico y le fue arrebatada su vida tras ser amenazado por monseñor Plaza.
Los restos del padre Federico serán inhumados hoy a las 11 en el mausoleo para víctimas de la dictadura del camposanto de 131 y 74, en el que su hija Clara reproducirá su voz a través de viejas grabaciones de un programa de música clásica que el sacerdote y músico realizaba en Radio Universidad, así como piezas de conciertos que dio junto a quien luego sería su esposa, en los ‘70.
“Una de las cosas que me robó la dictadura fue el recuerdo de mi papá. Porque yo era un bebé cuando se lo llevaron y lo mataron, entonces tuve que construirlo a partir del testimonio de los que sí lo conocieron y pueden recordarlo. Por eso, a pesar de lo tremendo y lo doloroso, para mi significa el primer contacto físico real con mi viejo. Aunque sean sus huesos”, explicó Clara Bacchini, quien tenía un mes y veinte días de vida cuando su padre fue secuestrado en la madrugada del 25 de noviembre de 1976, el día siguiente al ataque a la casa Mariani Teruggi.
La noche en que lo iban a secuestrar, Bacchini y su esposa, Elsa, se fueron a la cama todavía tensos tras escuchar, durante toda la tarde, un monstruoso tiroteo. Vivían en un primer piso de calle 15 entre 60 y 61, y desde allí se había escuchado todo el tiroteo.
A la una y media el matrimonio se despertó por los timbrazos. Elsa atendió la puerta y unos hombres le dijeron que buscaban a su marido. Dijeron que querían hacerles unas preguntas, pero en cuanto lo vieron lo atraparon y se lo llevaron. Antes de partir advirtieron que no lo buscaran. “El caso de mi papá tiene testimonios en Conadep, en el Juicio por la Verdad, y ahora yo soy querellante en el juicio por el Circuito Camps. Todo eso nos permitió saber de los testimonios de quienes han estado con él, y gracias a eso supimos que estuvo muy poquito en el campo de Arana y después en comisaría Quinta, durante diciembre de 1976 y enero de 1977”, detalló su hija.
Más allá del cautiverio, la mujer explicó que el destino de su padre lo clarificaron los antropólogos forenses: “Gracias al trabajo que hizo el EAAF supimos que lo mataron el 2 de febrero de 1977. Lo asesinaron en uno de los cinco enfrentamientos simulados que hicieron desde el 31 de enero en adelante. A partir de una bomba que pusieron en una comisaría en Ciudadela el 30 de enero de 1977, empezaron en esa zona estos enfrentamientos simulados, que en realidad eran fusilamientos. En uno de esos asesinaron a mi papá. Lo mataron en Ciudadela y lo sepultaron en Moreno como NN”.
Tuvieron que pasar más de tres décadas para que el asesinato del padre Federico tuviera una fecha y un acta de defunción. Y el hallazgo fue reparador. “Nosotros decimos que dentro de la tragedia, del desastre del horror de la injusticia, tenemos suerte porque pudimos hacer una reconstrucción bastante completa. Hay otros que no han tenido esa posibilidad y otros que no la van a tener”, explicó la mujer.

DEL AMOR AL SECUESTRO. “Mi papá era sacerdote católico. Pero en el año ‘74 había pedido lo que ellos llaman el ‘estado laical’. Mientras corría ese trámite, que tiene que ir al Vaticano y volver firmado, él se fue a España con una beca para sus estudios, porque era músico: era organista egresado del Conservatorio de La Plata y profesor ahí mismo”.
Su hija narró que en septiembre de 1974, Federico Bacchini partió en barco hacia Santiago de Compostela, España, para hacer una capacitación en música barroca. Pero una de las razones de su partida era encontrar un momento de reflexión: a la decisión de dejar los hábitos se habían sumado los sentimientos por la soprano lírica Elsa Paladino, con quien había dado innumerables conciertos. Pero ella, protestante ferviente, estaba sumida en las mismas cavilaciones y, sin saberlo, eligió para aclarar sus ideas el mismo curso de música barroca.
En España Federico y Elsa se pusieron de novio. A su vuelta al país contrajeron matrimonio y al poco tiempo, en octubre del 76, nació Clara. Eran felices. Lo demuestra una foto que la hija lleva siempre en su agenda. “Cuando papá había vuelto de España y yo ya había nacido, monseñor Plaza lo citó para decirle que no había mandado el trámite adonde debía hacerlo. Por eso le advirtió que el estado laical suyo no existía y por lo tanto no era un buen ejemplo para el cuerpo sacerdotal platense estando casado y con una hija. Entonces le dijo que se fuera”, recordó Clara. Y remarcó que su padre contestó que no creía ser un mal ejemplo y que no iría a ninguna parte.
“Sobre la respuesta de Plaza hay dos versiones: a mi mamá mi papá le contó que Monseñor le dijo: ‘Que Dios te ayude’; y a mi tío le contó que le dijo: ‘Atenete a las consecuencias’. De todas formas, de boca de monseñor Plaza en ese momento las dos cosas eran lo mismo: que las cartas estaban echadas. Muy poco tiempo después de eso lo secuestraron”, explicó su hija.

EL PADRE. Bacchini había comenzado su camino en el cristianismo siendo muy joven, cuando comenzó como monje benedictino en Capital Federal, donde había nacido. Más tarde se inició como sacerdote y llegó a ocupar un cargo en el seminario de La Plata.
En ese camino religioso, su elección fue por los pobres: “Mi papá no tenía una pertenencia a un grupo, no tenía militancia ni tercermundista ni política –explicó Clara–. No tenía una pertenencia mayor que la de su fe. Pero sí su forma de trabajar como sacerdote tenía que ver con esa línea de la teología de la liberación de abrir el espacio a los pobres”.
El último lugar en el que estuvo como sacerdote fue la iglesia Cristo Rey, en 8 y 81, en el barrio Monasterio, donde había armado un comedor y creado un grupo que hacían trabajo social en el barrio.
–¿Como se llevaba con la Iglesia?
–Mal. La decisión de mi papá de querer pasar a estado laical estaba enraizada en las diferencias que tenía con la jerarquía de la Iglesia. A él, por todo lo que generaba en la gente, que lo seguía mucho, o por sus intereses orientados al trabajo social a partir del evangelio, lo trasladaban a lugares donde no había gente y él lo transformaba en un lugar popular. Tenía cruces con otras personas de la jerarquía de la Iglesia y no sólo con Plaza, por cuestiones ideológicas religiosas, de la manera de llevar adelante el camino de la fe.
Fuente:Diagonales

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