29 de abril de 2013

EL TESTIMONIO DE ANA MARIA CACABELOS EN LA CAUSA POR LOS CRIMENES EN LA ESMA.

EL TESTIMONIO DE ANA MARIA CACABELOS EN LA CAUSA POR LOS CRIMENES EN LA ESMA
La destrucción de toda una familia
Cacabelos contó cómo fueron secuestrados sus hermanos José y Cecilia, aún desaparecidos, y Esperanza, la mayor, asesinada junto a su marido Edgardo de Jesús Salcedo. También ella estuvo secuestrada unas horas en la ESMA.
Por Alejandra Dandan
La avanzada criminal de la Marina sobre los Cacabelos tuvo lugar en 1976.Imagen: Guadalupe Lombardo
Primero fueron las llamadas de José. Al comienzo a su casa. Más tarde incluso al trabajo. Después llamó José, ya con Cecilia, los dos secuestrados en la Escuela de Mecánica de la Armada. En la sala de audiencias, le preguntaron a Ana María Cacabelos si las llamadas de sus hermanos José y Cecilia volvieron a repetirse después. “No”, dijo. “Es más, y discúlpeme que me extienda, pero mi papá se murió sin conocer la suerte de sus hijos. Pero mi mamá, cuando tomó estado público la declaración de (Adolfo) Scilingo no habló con nadie; al día siguiente con su movilidad disminuida por el Parkinson pidió un remís, compró un ramo de flores y le dijo al remisero que la acercara lo más posible a la orilla del río, para poder tirar las flores ahí.”

Esa mujer, la madre de Ana María, Esperanza de la Flor de Cacabelos, estuvo la semana pasada en la sala de Comodoro Py. “¡Gracias hija por tu valor!”, le dijo, con una voz que logró atravesar los vidrios.

Esperanza de la Flor y su marido José Cacabelos Muñiz tuvieron cinco hijos: José y Cecilia están desaparecidos y Esperanza, la mayor, fue asesinada junto a su marido Edgardo de Jesús Salcedo. Ana María estuvo secuestrada durante unas horas en la ESMA. José, Cecilia y Esperanza militaban en la Juventud Peronista; Edgardo de Jesús Salcedo había sido quien plantó la bandera en Malvinas durante el Operativo Cóndor que intentó recuperar las islas. En esta avanzada de 1976, los marinos se llevaron además al hermano de Edgardo, Juan Gregorio “Goyo” Salcedo, desaparecido; al novio de Cecilia, Jorge Zupan, y a su padre Enrique Zupán; a quien les había prestado un departamento Norma Noemí Díaz. La persecución continuó en simultáneo en el colegio Ceferino Namuncurá, donde el padre de los Cacabelos integraba la administración, donde estudiaron Ana María y José, donde Cecilia hacía 5º año y Esperanza tenía la cátedra de historia.

Antes de empezar a declarar, Ana María les mostró dos fotos a los jueces del Tribunal Oral Federal N° 5. “Traje dos fotos para que ustedes las vieran, para que sepan quiénes son las personas que están en esta causa.” Enseguida presentó a su familia. “Provenimos de una familia de clase media trabajadora, de práctica religiosa católica. Muy ligados desde chicos al compromiso social que se daba, más que por la militancia política, por el hecho de que mis padres nos inculcaron la práctica del Evangelio, estar cerca de los más necesitados, así que nada de lo que ocurrió más adelante en el camino que podían tomar mis hermanos estaba alejado de las enseñanzas de la cuna.” En esa casa de cinco hijos, con un solo baño, un cartel con horarios hecho por su padre organizaba tanta circulación. Siempre había alguien levantado, estudiando, leyendo, escuchando música. “La imagen que tengo presente es del día en que vuelvo a casa una vez que supimos que los chicos (Esperanza y Edgardo) eran los (que habían caído) del operativo de la calle Oro y Santa Fe. Pasaban las ocho de la noche, encuentro toda la casa a oscuras, la única luz prendida era la luz de la cocina proyectada en un ángulo. Pero sólo eso. Y un silencio total y absoluto y mis dos viejos en la cocina.”


El 7 de junio de 1976 José salió a una reunión, pero nunca llegó. Esa noche, Esperanza, la hermana mayor, llamó a casa de la familia para decirles que a José lo habían secuestrado. Ella vivía con Edgardo, tenía un hijo, Gerardo, a punto de cumplir dos años. En esa misma llamada, ella les sugirió a sus hermanas, Ana María y Cecilia, que dejaran la casa anticipándose a seguros allanamientos. Cecilia también militaba en la JUP. Ana María, que no militaba, se fue unos días pero regresó.


En el medio, un vecino les dijo que había visto el momento del secuestro de José. En esos días, José llamó por primera vez a su casa desde algún lugar del infierno, en una serie de llamadas y presencias que atravesaron toda la historia. “Mi hermano avisa a mis padres que lo habían detenido, pero que lo iban a dejar libre”, dijo Ana María. “En la noche del 9 de junio, sería la madrugada del 10, tocan el timbre de casa. 


Les abre mi papá. Era un grupo de civil, armados, que traían a mi hermano. Lo traían esposado, y la persona que dirigía el procedimiento dice que era el oficial interrogador, que hacía 27 horas que lo estaba interrogando, que José era recuperable, pero que con Esperanza y Edgardo de Jesús no iba a ser lo mismo, y que donde los encontraran iba a haber sangre.” Interrogaron a la madre de Ana María. Le preguntaron por sus hijas. Amenazaron con llevársela. Intervino José. La dejaron. “Nana –le dijo José a su hermana– tenés que hacer algo porque las chicas (Esperanza y Cecilia) cualquier contacto lo van a tener a través tuyo. 


Las tenés que convencer de que se entreguen porque las cosas están muy difíciles y es una manera de salvarles la vida.”


A partir de ahí, secuestraron al hermano de Edgardo. Entraron al departamento que Esperanza y Edgardo ya habían dejado. Se llevaron todo, y lo que no se llevaron lo destrozaron. El 6 de julio, Gerardo cumplía dos años. Ana María se reunió con su hermana Esperanza en el patio del Salvador. “Hacía pocos días había ocurrido la Masacre de los Palotinos; mi hermana estaba conmocionada por el tema y me dice que estaba segura de que después de semejante barbaridad eran capaces de cualquier cosa. Me pide que si llega a pasarle algo les dé a mis padres la tutela de Gerardo. Lo único que me agrega es: pero decile al viejo que no le cambie las ideas.”


Ya no se vieron más. El 12 de julio se produjo el operativo: asesinan a su hermana y su cuñado. Gerardo estaba escondido en la bañera, tapado con una frazada. Los Cacabelos vieron la noticia por televisión, leída en términos de enfrentamiento. Ana María no sabía dónde estaba viviendo su hermana en ese momento, pero aquello le pareció una premonición. Poco después, con un llamado, confirmó que era su hermana. Don José Cacabelos consiguió ver una carpeta con el contenido de las imágenes del operativo en una comisaría: “Siempre comentó que la primera foto que ve es el cadáver de mi cuñado y sobre el pecho de mi cuñado a mi hermana, boca abajo, sobre el pecho de él, con la evidencia de un balazo en la nuca”. En el resto de las fotos los cuerpos aparecían en otras posiciones, y en otros lugares del departamento, fraguando lo que no fue. “Pero (su padre) siempre tuvo grabada esa foto porque mis viejos son de creencias religiosas tan profundas que con eso les quedó la idea de que ‘nadie separe lo que Dios ha unido’, ése era el significado de la foto para él.”


La siguiente llamada de José llegó a la vuelta de Chacarita. “Atiendo y era mi hermano José Antonio. ‘Nana: ya sé lo de Esperanza y Edgardo. Te pido por Cecilia porque si ella sigue en la calle le va a pasar lo mismo’.” Los llamados se sucedieron diariamente. Hablaban los captores de José, llamaban de su parte. Preguntaban por el contacto con Cecilia. Ana María veía a su hermana pero les decía que no había noticias. 


El 30 de noviembre la citaron para un encuentro con José, la metieron en un auto y la llevaron a Ciudad Universitaria. “Esto está cada vez más peligroso”, le dijo José, ahí. Lo habían puesto de su lado. Otros, atrás, golpeaban armas contra los autos. Con ellos estaba el que siempre acompañaba a José. “Te lo pido por favor”, le dijo su hermano. “Ella va a estar bien, la garantía de vida te la doy yo, que me tienen desde el 7 de junio y todavía estoy bien. Al principio no la pasé bien, pero yo soy la garantía. Y el desgraciado que estaba adelante me dijo que para lo único que la querían era para hacerle unas preguntas.” Se despidieron. 


La llamaron hasta al trabajo. El 11 de octubre quedó con Cecilia en verse en una confitería de Corrientes y Dorrego. “Me llaman los señores captores –dijo Ana María–, me preguntan y les doy la dirección del encuentro porque para ese momento cualquiera que leía los diarios se daba cuenta de cómo venía la situación. De los muertos apilados y dinamitados, de los acribillados en cualquier esquina, etc., había que salvar a Cecilia y la garantía era José.”


El 11 de octubre, en el bar, las secuestraron a las dos. Ana María fue liberada después. José y Cecilia llamaron a la casa. José les dijo que iba a dejar de llamar por un tiempo porque iban a mandarlos más lejos; le dijo a su madre que se cuide, para verla bien al regreso. Cecilia preguntó por Gerardo, si hablaba, si había dejado los pañales. “Esa fue la última vez que supimos algo en forma directa de ellos. Todo lo demás lo supimos, a través de estos años, de testimonios escuchados y leídos. Me entrevisté con sobrevivientes. Me dijeron que estaba convencido de que iba a salir y de su obsesión por sacarla a Cecilia de la calle, él estaba seguro de que le estaba salvando la vida. Quiero aclarar que no me va a alcanzar la vida para arrepentirme de haberles creído a todos estos asesinos... y torturadores... y desaparecedores de cuerpos y ladrones de hijos.”

Fuente:Pagina12


ESMA: El caso de los delegados de "La Nación"
Una desaparecida que integró el "mini staff", Marta Álvarez, declaró extensa y pormenorizadamente


Francisco Marín. Gráfico, montonero
(Espacio Memorias y derechos Humanos / Télam).Marta Remedios Álvarez, apodada "La Peti", era montonera,había sido delegada de los trabajadores del diario "La Nación" y estaba embarazada cuando la secuestraron a fin de junio de 1976 junto a su pareja y a dos compañeros. Tuvo a su hijo en cautiverio y sobrevivió como trabajadora esclava en el llamado "ministaff", el grupo que reunía a los prisioneros que sus captores juzgaban totalmente "recuperados". Su testimonio es invalorable entre otras razones porque en la ESMA hay pocos sobrevivientes entre los secuestrados en la primera mitad de 1976. Y porque Marta Álvarez fue memoriosa y recordó a muchos detenidos-desaparecidos y a muchos represores.

Marta fue secuestrada la madrugada del 26 de junio de 1976 junto a su compañero Adolfo Kilmann (37) , Rita Mignaco (34) y Javier Otero (35) luego de que hombres armados irrumpieran eu un departamento de la calle Víctor Hugo y la avenida General Paz, Vicente López. Todos (ellas en camisón, encapuchadas y esposadas, ellos en el baúl del auto) fueron llevados a la cercana ESMA.

“Con Rita nos posieron en el asiento de atrás. Cuando llegamos a la ESMA no supe nada más de Rita y Javier. Ella también trabajaba en La Nación. Las dos militábamos en la agrupación civil de prensa, que pertenecía a Montoneros. Javier era su marido, era soldado conscripto y yo no conocía ninguna militancia suya. Nunca más aparecieron”, comenzó diciendo Marta Álvarez en la ampliación de su declaración testimonial..

Marta dijo que fue torturada con una picana eléctrica por los oficiales de la Armada Francis Wahamond y Antonio Pernías, y los policías Juan Carlos Linares y Ernesto Weber y que como si fuera una burla le adjudicaron el núnero 220.

Como su embarazo sufrió complicaciones, el médico naval Carlos Capdevila recomendó su traslado al Hospital Naval donde dio a luz un varón, que permaneció con ella en la ESMA. Tuvo una infecciòn porque no le habían retirado totalmente la placenta por lo que fue tratada en ese mismo nosocomio y después, de vuelta en la ESMA, por el médico Jorge Luis Magnacco. El bebé estuvo con ella hasta el 16 de julio, cuando le fue entregado a su abuela. Previamente, los marinos la acompañaron a incribirlo legalmemente. Le dio el nombre de Federico Emilio Francisco.

Luego de más de un año mas, narró, a partir de fines de agosto de 1978 le permitieron salidas temporarias de la ESMA, y en junmio de 1979 se le concedió una "libertad vigilada".

El fiscal le preguntó por la víctima José Caçabelos, cuyo caso había sido abordado en la audiencia del jueves por su hermana Ana María. Marta “Lo conocí en la ESMA. Había sido secuestrado unos 20 días antes que yo. Con José estuve varias veces, mucho tiempo, porque Whamond era su responsable. Cada uno de ellos tenía un secuestrado al que controlaba y manejaba. José hablaba mucho de su familia, de sus hermanas, estaba preocupado, obsesionado con su hermana (Cecilia), porque la estaban buscando. Lo vi hasta diciembre del `76”.

Friele le preguntó a Marta si supo algo sobre las hermanas de José Antonio Caçabelos y dijo que “una de las hermanas, Esperanza, murió en un tiroteo en la calle Oro junto a su marido (Edgardo). No sólo lo supe por José, fue un hecho muy comentado en la ESMA, porque fue herido el capitán Menéndez. Después de ese hecho, José estaba mucho más preocupado por su hermana Cecilia... y, como le prometían que si la encontraban, se salvarían los dos, y él lo creyó...",

La testigo dijo que Cecilia fue secuestrada en "una cita armada". "Yo la ví a principios de diciembre, con José. Cecilia era una chica muy jovencita. La vi dos veces en el Sótano, en un lugar donde había un box y nos sentaban a que charláramos varios detenidos. Las dos veces estaba con José y los dos fueron trasladados juntos en diciembre. Él militaba en Montoneros zona norte y las hermanas también militaban en Montoneros”.

El fiscal le preguntó a la ex detenida-desaparecida Marta Álvarez sobre otras víctimas, como Alejandro Calabria y Quique Tapia, estudiantes de arquitectura. "Eran militantes montoneros de la JUP y habían sio secuestrados un mes antes que yo. Yo no los conocñia de antes, los conocí charlando en el sótano. Estuvieron hasta enero del `77”.

También le preguntaron sobre Franca Jarach. Marta dijo que “también había sido militante de Montoneros, era compañera mía de militancia en una época. En ese momento ella estaba por la agrupación de gráficos. Fue secuestrada un día antes que yo. La vi a los pocos días de caer, a los 4 ó 5 días. Estuve 2 ó 3 veces con ella. Era jovencita, tenía 18 años. Me contó que había podido hablar por teléfono a su casa. Yo también pude. Nos hacían hablar para decir que estábamos bien y para que le pidiéramos a nuestras familias que no hicieran nada. De los que estábamos en ese momento, todos hablamos por teléfono a nuestras casas”.

La Fiscalía le preguntó si pudo hablar con Franca Jarach sobre su secuestro y Marta dijo que le contó que “había sido el 25 y que fue en la calle, con otro compañero, también Gráficos al que le decíamos el `Negro Clay`, Daniel Fernández.nro. 32). A ella la vi dos o tres veces en el lapso de un mes y medio, después no la vi más. Estaba bien, era muy optimista, decía que íbamos a volver a ser delegadas. El Negro Clay estuvo casi hasta fin de año."

Marta dijo que también conoció en la ESMA a Nora Oppenhaimer. "Era una militante de la JUP, de 21 ó 22 años. Con ella charlábamos de lo que íbamos a hacer cuando saliéramos. Ella también llamó a su familia. Estuvo bastante tiempo, hasta diciembre del `76. Estaba mucho con el `Negro Clay`”.

En cambio dijo que ya conocía de antes a el periodista Eduardo Suárez. "Éramos compañeros de militancia del gremio de prensa. Me bajaron a verlo al día siguiente de su secuestro.Estaba muy golpeado, con la cara con hematomas. Me dijo que lo había ido a buscar al trabajo. Se dio cuenta de que estaba embarazada y estábamos hablando de eso cuando escuchamos entrat una chica a los gritos y golpes. Me dijo. 'Es Patricia', por su mujer. Yo no la vi, solo la escuché. Y a él no volví a verlo nunca más".

Le preguntaron por Eduardo Seib. "Como yo, trabajaba en La Nación y era delegado. Me llevaron a verlo a la sala de torturas, donde estaba atado a la cama y 'Fibra' (el teniente de navío Francisco Lucio Rioja) estaba con él. Estuve un rato, me descompuse, me dieron un café y me devolvieron a Capucha. Hablé con él dos o tres veces más y después dejé de verlo".

En cuanto a Pablo Gazzarri dijo que lo conocia y eran amigos. “Había estado en la Parroquia Santa Amelia y también en otra que está en Liniers y Belgrano, donde nosotros (JP-Montoneros) teníamos un trabajo territorial. Trabajamos juntos bastante tiempo. Después dejó de militar en el barrio pero seguí viéndolo en la Parroquia donde él estaba, en la avenida Triunvirato. En la ESMA lo vi poco después de que lo secuestraran, a fines de 1976. Me dijo que lo habían levantado en la calle. Lo volví a ver el 5 de enero cuando huibo un traslado, un simulacro de traslado en realidad, y nos dieron una inyección. Es afue la última vez que lo vi".

Sobre Laura Reboratti dijo que “no la conocía, no sabía si era militante, nada. Un día, estando en el Sótano con Alfredo Buzzalino, Whamond trae a una chica para ver si la conocíamos. Fue el único contacto que tuve con ella”.

Sobre Daniel Schapira dijo que “no lo conocía, no lo vi nunca más. No sé siquiera si militaba en alguna organización política”.

Acerca de Mónica Quinteiro, dijo que “había sido monja, y yo la conocía de antes por la militancia. No la vi pero supe que estaba ahí por El Tigre Acosta, que se jactaba de su secuestro porque era pariente de él”.
Sobre la familia Tarnopolsky dijo “la familia estuvo en la ESMA. Yo estuve con Sergio, lo conocí ahí, y con Betina, la hermana más chica. Sergio era conscripto en la ESMA y asistente de Acosta. Fue un caso muy renombrado en la ESMA. Estábamos con Alfredo (Buzzalino) en el Sótano, lo traen, estaba muy destruido. Nos dicen: 'Miren, éste es Tarnopolsky` y lo llevan para seguir torturándolo'. Nunca había visto a una persona en tal estado. Después supimos que había querido poner un explosivo en la ESMA y lo había descubierto y secuestrado. Después secuestraron a toda su familia. A Betina la vi en el baño, era muy joven. 

Era muy parecida a su hermano. Lloraba mucho”.

Otro de los nombres por los que le preguntaron fue por Ricardo Jaime Zeff Lebedinsky. Dijo que "lo conocía bien porque era militante de la JP-Montoneros y amigo de mi compañero (Adolfo) Kilmann. Usaba anteojos, era miope”.

Sobre Ángela María Aieta de Gullo, dijo que “era la madre de (Juan Carlos) Dante Gullo, quien había sido el responsable nacional de la Juventud Peronista. La conocía porque ella había formado parte del Peronismo Auténtico y cuando se lo lanzó ella fue una de las oradoras. La conocí personalmente en el baño de la ESMA, cuansdo se me acercó y me preguntó si necesitaba algo. Era una persona grande. Sigue desaparecida”.

Acerca de Hebe Inés Lorenzo,relató que “era de la agrupación de actores, la conocía de la militancia. Sabía que había sido secuestrada con su compañero, Horacio Peralta. A ella no la vi. Si vi a Horacio, quien me informó que ella también había sido secuestrada. Horacio era titiritero, estaba en la agrupación de actores. Ella también sobrevivió. De la ESMA pasó a la cárcel de Villa Devoto.

Sobre Pablo González Langarica, alías “Toño”, contó que “aparte de verlo a él, vi a su mujer y a sus dos chiquitas, que estaban en el camarote que después fue usado para las embarazadas. Ellas quedaron ahí una semana, y después fueron llevadas a la quinta. Estaba como rehenes, porque se lo llevaron a Toño a Europa para interceptar un camión con armas que había comprado Montoneros”.

En Madrid González Langarica fue obligado por sus captores a dar una rueda de prensa presentándose como el jefe de una disidencia de Montoneros, pero uno de aquellos, que tanbién se hacía pasar por montonero disidente puso en evidencia el engaño al referirse a la supuesta disidencia como "los subversivos", lo que provocó la ácida burla del periodista enviado por el semanario Cambio 16, Xavier Domingo.
Acerca de Dagmar Hagelin (caso 212), Marta Álvarez dijo que “le decíamos 'La Suequita'. La vi una vez en el camarote que después fue de las embarazadas. Estaba caminando, vendada la cabeza y uno de los brazos. Como saben, sigue desaparecida".

Respectó a Horacio Maggio dijo que lo conocí en la ESMA, le decíamos 'Nariz'. Estaba en La Pecera. Logró fugarse en una de las salidas. Supe que lo mataron en un enfrentamiento. Nos hicieron desfilar por el playón de estacionamiento y ver su cuepo acribillado, que estaba dentro de una camioneta”.

Luego le preguntaron por su hijo, Federico Emilio Francisco Mera. " “Es mi hijo”, confirmó Marta, “Di a luz en cautiverio, en carnaval, y el parto en el Hospital Naval fue atendido por Magnacco. Me lo dejaron tres meses y después se lo dieron a mi madre”, agregó.

Marta también habló de Vera Lennie Labayrú, que nació en cautiverio, en un parto también atendido por Magnacco. La niña fue entregada a su familia días después de su nacimiento. Sobre María del Carmen Moyano de Poblete, Marta dijo que era una de la sprisioneras embarazadas. "Se acercó un día, porque estaba en el cuartito de enfrente, y me preguntó qué había pasado con mi bebé". Y agregó que tuvo una hija, y que desconoce el paradero de ambas..

Sobre Eva Marín, (caso 686), Marta dijo que “era una nena, la hija de María Cristina Solís de Marín (caso 456) y de Francisco Marín (caso 281). Sé que estuvo en la ESMA, porque cuando cae el padre muerto, ellos mismos dijeron que había caído con la hijita. Eva tendría 3 ó 4 años”.

Francisco Marín tenía 32 años, era docente, físico, montonero y trabajaba en el Diario La Nación, dónde
había sido delgado. La patora lo fue a secuestrar a su casa el 15 de mayo de 1977. Debe haberse resistido porque a la ESMA llegó cadaver.

Su esposa María Cristina Solís, como él montonera y ex delegada de La Nación y madre de sus dos hijas, fue secuestrada al año siguiente. El padre de ella, Pedro, había sido secuestrado y desaparecido en 1976.
Acerca de la familia Galli, Marta relató que “Mario Gall era muy conocido porque había sido marino, estaba en Montoneros. Estaba además su mujer (Patricia Flynn de Galli), su madre (Felisa Wagner de Galli) y su pequeña hija (Marianela) que le fue entregada a la familia y es la única sobreviviente del grupo.

A Marta le nombraron a más víctimas y pudo relatar que vio en la ESMA al ya mencionado Pedro Solís, a Laura Susana Di Doménico. a Laura Tacca de Ahumada, a Carlos Alberto Caprioli, a Marta Zelmira Mastrogiácomo, a Orlando Méndez, Emilio Enrique Dellasopa, a Marcelo "Monra" Kurlat, a Mario Lorenzo Koncurat, a Claudia Josefina Urondo de Koncurat, a Federico Ramón Ibáñez, a Miguel Chiernajowsky, a Rolando Jeckel, a Alberto Girondo, a ), Nilda Orazi, a Ana María Ponce de Fernández, a Máximo Nicoletti, a Ana María Soffiantini, a Carlos Bartolomé, a Oscar Rubén "El Sordo" De Gregorio (caso 395), a Alfredo Julio Margari, a Liliana Gardella, a Jaime Drí, a Rosario Quiroga, a Miriam Lewin y a Julia Sarmiento.

También dijo haber visto en la ESMA a Liliana Fontana. "Era una embarazada. La vi una sola vez caminando en el pasillo en el tercer piso. Un guardia le decía 'Paty caminá, tenés que caminar, Paty'". Y añadió que su hijo Pedro Sandoval Fontana nació en cautiverio y fue apropiado por el gendarme Víctor Rei. 

El joven recuperó su identidad y pudo encontrarse con su familia.

Confirmó así que Liliana pasó por la ESMA pues provenía del Club Atlético y parió en el Hospital Militar de Campo de Mayo.

“Mini staff” y “maxi staff”
El fiscal le preguntó a la testigo sobre los sectores del ccd en los que los detenidos-desaparecidos desarrollaban trabajo esclavo. Marta dijo que “eso es posterior al `76. Empezó con una idea de (el Tigre) Acosta y fue para determinados detenidos que teníamos condiciones, a los que nos sacaron de Capucha y nos pusieron en unos cuartos. Inicialmente, estaba Inés Cobo, Nora Oppenhaimer, la 'Gallega Pilar' (Laura Di Doménico), el gordo Alfredo. Después incorporaron a otros: Murgier (María Isabel, caso nro. 102), (Alfredo) Buzzalino, Anita "Barbarella" Dvatman, Graciela "La Negrita" García y Marta Bazán.

Marta agregó que “se construyeron camarotes y se empezaron a formar grupos de trabajo. Así empezó el maxi staff, que era mucho más extenso, con más secuestrados”.

El fiscal le preguntó acerca de Inés Cobo. Marta dijo que “estaba mal, hablaba incoherencias, estaba muy afectada. Rezaba todo el día, cantaba canciones religiosas. Había perdido un embarazo. Fue trasladada en enero. No la conocía de antes. A Inés, inicialmente, la habían pasado a un camarote muy grande, yo estaba en uno chiquito al lado. Fue secuestrada en septiembre en la calle, después que yo. Era de la JP-

Montoneros, eso me lo dijo ella”. Inés Cobo está desaparecida.

"Traslados” y vuelos de la muerte
La Fiscalía le preguntó a Marta sobre los denominados traslados y dijo que “esos días había mucha tensión. Se controlaba mucho más todo, había nerviosismo, empezaban a llamar por número, los llamados eran llevados al Sótano. Pedro, el jefe de guardia de 'los Verdes', era el que llamaba. Nunca supe bien cómo era la organización”.

Los represores
La siguiente pregunta estuvo referida a uno de los imputados: el vicealmirante Antonio Vañek, ya condenado a 40 años de prisión por el plan sistemático de robo de bebés hijos de desaparecidos. Marta relató que “una noche que ya estaba en el camarote, se abre la puerta, prenden la luz: era Chamorro (Rubén Jacinto, director de la ESMA) que nos presentó a Vañek y a (el también vicealmirante y Comandante de Operaciones Navales Luis María) Mendía. Me preguntaron mi nombre y dónde militaba, y nada más”.

El proyecto de Massera
La testigo contó que, en el marco de “tratar de contrarrestar la imagen negativa del país en Europa” se realizaron viajes, en los que llevaron a algunos detenidos-desaparecidos de la ESMA, como Marta "Coca" Bazán y Mercedes Inés "Lucy" Carazzo, que volvieron poco después, y que luego hubo otro viaje en el que participaron Carazzo y Marisa Murgier” que le contaron cuál era el objetivo del viaje y acerca del proyecto político del almirante Emilio Eduardo Massera.

Robo de bienes
El fiscal le hizo a Marta preguntas referidas a la causa judicial que investiga el robo de bienes. Puntualmente, le recordó que ella mencionó anteriormente la adulteración de documentos y una inmobiliaria, a la vez que un sector del edificio del Casino de Oficiales donde se guardaban los bienes robados, el Pañol. “Yo sabía de la inmobiliaria, era nombrada. Eran Whamond y (el capitán de fragata Jorge) Rádice los responsables. Ponían a la venta todas las propiedades de los secuestrados. No sé cómo era la operatoria”.

Trabajo esclavo
A Marta le preguntaron sobre una de las tareas que tuvo que realizar en la empresa CROMA (originalmente Multivisión), ubicada cerca de la ESMA: “Era una empresa de audiovisuales, de filmación de comerciales. Estaba en la calle Besares. Fue armada por el Grupo de Tareas. Inicialmente, había estado ahí Silvia Labayrú. Una que vez que se fue, me llevaron a trabajar a mi. Estaba uno de los hijos de Chamorro y el Gato (el marino Alberto González Menotti). Acosta y Rádice iban permanentemente. Después se conforma como una sociedad. Como presidente asume un pariente de Acosta, de apellido Cabrera. Luego la ponen a trabajar también a Marisa Murgier”.

Marta relató que en CROMA “era empleada administrativa. Inicialmente, me llevaban a la empresa y me volvían a dormir en la ESMA. Después me dejaron ir a dormir a la casa de mi madre. Había que firmar actas. Formaba parte del Directorio como síndico el hijo de Massera. Fui a la oficina de Massera que estaba en la calle Cerrito y Santa Fe a firmar actas. Rafael Ayerza era un abogado que venía a las reuniones de Directorio, era pariente de Massera. También venía el periodista (Hugo) Lezama, que me parece que trabajaba en (el diario) Convicción (era su director). Había gente secuestrados que trabajaban en las imprentas de Convicción, como Daniel Lastra.

En cuanto a (el suboficial mayor Aníbal) Mazzola, dijo que era asistente de Acosta, que estaba en el grupo llamado "Los Jorges" y era su mano derecha.

Le preguntaron si tuvo conocimiento de alguna otra empresa y Marta dijo que además de la inmobiliaria Wilri, “armaron empresas con las Chacras de Coria, que eran unos campos en Mendoza, con unos caballos de carrera. A eso lo manejaban Acosta y Rádice.

Chacras de Coria

La testigo contó que “se llegó a partir de la caída de un grupo de finanzas de Montoneros, que tenía campos en Mendoza. Todo este grupo cae alrededor de enero del `77 con Juan Gasparini, Conrado Gómez y varios más”. A continuación, le preguntaron sobre más personas secuestradas en ese hecho. Mencionó a Horacio Palma y a Victorio Cerutti. "Todos fueron llevados a Capucha, eran mucho más grandes (mayores) que el resto de los detenidos”.

Identificaciones de represores

La Fiscalía le preguntó a Marta por algunos imputados, para saber si los vio en la ESMA. Le nombraron a (el teniente de navío, Hugo) Damario, de quien dijo que “era un marino que conocí en la ESMA. Era de Logística, después estaba en la Cancillería, en la oficina de prensa”.

Acerca de (el prefecto Jorge Manuel) Díaz Smith dijo que “era un operativo, le decían 'Panceta'. Supe después el nombre. Era una persona gorda, con panza, bigotes, entradas”.

El siguiente nombre fue (el capital de navío, Oscar) Lanzón. “Era Horacio. Lo conocí en la ESMA, era de Inteligencia. Se haizo cargo del Grupo después de (Luis D'Imperio, "Abdala"). Lanzón iba a la oficina de prensa donde yo estaba con Graciela García”, recordó.

Sobre el marino (Carlos Guillermo) Suárez Mason (hijo), Marta dijo que “le decían 'El hijo de Sam'. Era muy joven, de tez blanca y cabello castaño”.

Acerca de (el capitán de navío Randolfo) Agustin Scacchi dijo que “era compañero, amigo de Acosta, tenían una relación muy cercana. Las veces que lo vi fue en 'Los Jorges'. Era más o menos de unos 38 años, alto, muy atlético, cara cuadrada, anguloso, tenía entradas, poco pelo”.

También le preguntaron por (el suboficial mayor Carlos) Galián, alias “Pedro Bolita”, y dijo que “estaba desde el principio, desde cuando me llevan a la ESMA. Era el encargado de todos 'los Verdes'. El que se aseguraba que tuviéramos los grilletes puestos, etc., y también el que nos llevaba a los detenidos cuando nos llamaban. Era bajo, gordito, morocho, pelo renegrido y lacio”.

Por último, la fiscalía nombró a dos represores (curiosamente ambos de nombre Orlando) por sus apodos. De "Fragote" Marta Álvarez (Carlos Orlando Generoso) dijo que “era penitenciario, de operaciones. Lo vi en la Pecera y en el Dorado”. Y sobre "Hormiga", (Orlando González) dijo “Lo conocí en el Dorado. Era un auxiliar, sacaba fotos."
Fuente:Telam

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