28 de diciembre de 2014

YA ESTÁ EN LA CALLE EL ESLABÓN Nº 175

¿Sociequé?
27/12/2014
Tapa el eslabón 175RR
El anteproyecto de ley nacional de economía social presentado por el presidente del Inaes recomienda para las empresas recuperadas que se reemplacen las cooperativas de trabajo por sociedades laborales. Referentes de trabajadores autogestionados adelantaron su desacuerdo con la idea, que será debatida en foros en todo el país. “El capital no todo lo resuelve”, afirmaron.

Otros títulos de la edición 175 del semanario El Eslabón

Entrevista a Norma Acosta
“Es una guerra”
La mujer cuyo padre fue víctima reciente de la saga de venganzas con el delito narco como contexto, responsabilizó por ese crimen a “los Bassi” y denunció complicidad desde los poderes judicial y político.
EPE: Bonfatti anticipó incrementos
A media luz los tarifazos
En enero, la tarifa sube un 27 por ciento. El gobernador lo justificó por el “aumento de costos por la inflación”. Sin embargo, según el Presupuesto 2015, con sus ventas la empresa ganará 3,50 pesos por cada uno que destine a comprar energía.
Las fiestas canayas
Rosario Central celebró sus 125 años de vida y lo hizo a lo grande: con una fiesta en el Gigante, inaugurando una calle con el nombre de su primer presidente y recuperando su sede fundacional.
Ley de medios, bo
El Congreso uruguayo aprobó una norma que busca terminar con los monopolios de la comunicación y apuesta por la pluralidad y la diversidad de voces. La iniciativa fue elogiada por el ex relator de la ONU Frank La Rue.
Música en la calle
El duro oficio de los artistas que tocan para los transeúntes visto a través de los ojos de un colombiano que pasó por Rosario con su trompeta a cuestas.
Fuente:RedaccionRosario

OPINIÓN.

Opinión
Milani ante los tribunales
Milani ante los tribunales
Vi lo que es el poder: una mirada de tigre que te hace bajar los ojos y te hace sentir miedo y vergüenza.” La frase es dicha por un personaje fantástico del escritor Carlos Fuentes en La voluntad y la fortuna y resulta adecuada para corroborar cómo la democracia, con sus imperfecciones, avances y retrocesos, puede mostrar la cara del poder. El general César Milani fue imputado por el fiscal Carlos Brito por los delitos de encubrimiento y falsedad ideológica de documentos públicos en el secuestro y desaparición del militante Alberto Ledo cuando prestaba servicio militar en el Batallón de Ingenieros 141 de La Rioja. Milani logró ascender a coronel, general de brigada y general de división en su meteórica carrera militar sin que en su legajo apareciera el acta de deserción que él había firmado en junio de 1976. Esa acta pretendía fraguar el verdadero destino de Ledo y finalmente apareció a mediados de 2013 en el juzgado federal número 1 de Tucumán a cargo del juez Daniel Bejas. Pese a haber tomado estado público un documento que comprometía a Milani con la desaparición de un soldado que reportaba en la unidad militar donde él estaba, el Poder Ejecutivo decidió avanzar con el pliego del ya nombrado jefe de Estado Mayor del Ejército para promover su ascenso al cargo más alto en el escalafón de esa institución: teniente general. El papel con la firma de Milani no sólo estaba en la causa penal por la desaparición de Ledo, también estaba en las oficinas del Ministerio de Defensa. Hilos secretos de poder y complicidades que difícilmente salgan a luz permitieron que el hombre formado en el área de Inteligencia pasara sin inconveniente los controles. Este hombre nacido en Cosquín logró hacer muy buenos vínculos con figuras claves del Gobierno y se declara peronista aunque su lenguaje, entre sus allegados, está claramente marcado por los años de la llamada doctrina de la seguridad nacional. Al estar en la cúspide del área de Inteligencia, logró que muchos de quienes ambicionaban llegar al más alto cargo del Ejército quedaran en el camino gracias a que las tareas de espionaje tuvieran como blanco a sus posibles adversarios. Eso sucede en un país que no tiene guerras ni conflictos militares cercanos, pero que tiene definiciones estrictas respecto de que espiar, grabar conversaciones o intervenir teléfonos de ciudadanos residentes al interior de la Argentina sólo pueden hacerlo las agencias de seguridad e inteligencia que no sean de ninguna de las tres fuerzas armadas. Éstas lo tienen terminantemente prohibido. Mucho se dice acerca de que Milani realizaba tareas de espionaje. El único allanamiento ordenado por un juez en la sede del Edificio Libertador no dio ningún resultado. En efecto, por denuncias realizadas por periodistas y políticos opositores, hace un año, el juez Julián Ercolini ordenó procedimientos para confirmar si allí se realizaba espionaje interno. Desde ya, cualquiera que tenga una pálida noción o vea películas del género parte de la base de que el allanamiento no daría frutos. Sin embargo, muchos son los vínculos entre el general de Inteligencia y algunos de los agentes de la Secretaría de Inteligencia. Uno de ellos es Fernando Pocino, que tras el despido de Francisco Larcher y Antonio Stiles ganó posiciones en el organismo que ahora conducen Oscar Parrilli y Juan Martín Mena. Este último, desde el Ministerio de Justicia tuvo a su cargo el seguimiento de la causa por la voladura de la AMIA, donde los espías locales se destacaron por desviar las pistas de investigación en vez de contribuir al esclarecimiento. Tan oscuro resulta el vínculo entre espías, fiscales y jueces, que en los tribunales es un secreto a voces que Larcher y Stiles jugaron fuerte contra la investigación de la fiscalía especial del caso AMIA, a cargo de Alberto Nisman, que terminó con la acusación a funcionarios iraníes por el atentado. Los espías locales siempre lograron desactivar las pistas de la llamada conexión local. Uno de los precios más caros de estos años en materia de investigación criminal es no haber avanzado en la causa AMIA. La realidad es que Larcher, Stiles, Pocino y muchos otros agentes a quienes la sociedad no conoce, eran piezas claves del poder secreto en la Argentina previo a la llegada del kirchnerismo al poder. Y lo siguieron siendo durante estos años.

Este es el contexto en el que cobran sentido las versiones –múltiples y de fuentes muy diversas– respecto de que Milani ganó espacio por la falta de confianza del Ejecutivo en algunos de esos espías. Bastó que una cámara de TN registrara “de casualidad” (siempre en el espionaje se crean las situaciones que parecen meras coincidencias) a Fernando Pocino en un edificio de viviendas populares de Madres de Plaza de Mayo para que se tejieran rumores sobre la presencia de los servicios de Inteligencia en ese organismo. La determinación de Hebe de Bonafini de acercarse a Milani sirvió para que esas hipótesis se fortalecieran. La entrevista de la propia Hebe a Milani cuando el general estaba acusado por la desaparición de Ledo fue quizás un punto de ruptura, ya que Marcela Brizuela de Ledo fue durante años la referente de Madres en La Rioja. También puede parecer una casualidad que la madre del soldado desaparecido cuyo parte de deserción firmó Milani haya sentido la estocada de ver en Canal 7 a Hebe entrevistando a Milani.

El 19 de diciembre de 2013, siendo jefe de Estado Mayor del Ejército y conservando la Jefatura de Inteligencia, Milani ascendía a teniente general. Así, un año después, el 23 de diciembre de 2014, el poder de la democracia puso en marcha el estrecho camino para saber si el entonces subteniente que actuaba bajo las órdenes del capitán Esteban Sanguinetti es inocente o culpable.  Al respecto, cabe acotar que el juez Bejas citó a declarar a Sanguinetti en agosto de 2013 y tras la indagatoria le dictó la prisión preventiva y desde entonces está detenido. La causa penal por la desaparición de Ledo se había abierto en 2007 y contaba con el respaldo de la minuciosa investigación titulada El escuadrón perdido, del capitán José Luis D'Andrea Mohr, que detallaba la maniobra urdida para hacer desaparecer al soldado riojano en un vivac del monte tucumano en junio de 1976. Con las evidencias a la vista, el pedido a indagatoria a Sanguinetti era de 2008, pero los hilos secretos del poder permitieron que Sanguinetti fuera llamado a declarar cinco años después. Una vez que lo detuvieron, era evidente que más tarde o más temprano debía producirse el reciente pedido de indagatoria realizado por el fiscal Brito.

El juez Bejas tiene una larga historia de lidiar con las causas por los crímenes cometidos en Tucumán. No le tembló el pulso para ordenar la detención de los genocidas Luciano Menéndez y Domingo Bussi, cuyas historias de crímenes, retomando a Carlos Fuentes, hicieron bajar los ojos y metieron miedo a decenas o cientos de miles de personas. Ante los reiterados pedidos de Justicia, Bejas dijo en varias oportunidades a Marcela Brizuela de Ledo y a Graciela Ledo, madre y hermana del soldado secuestrado, que no podía avanzar en la causa si no había acusación fiscal. Ahora la hay. Y Bejas puede citar a Milani. Además, durante enero, la feria judicial, está de turno, con lo cual podrá tomar la indagatoria y decidir si lo exime o no de la acusación. Incluso el juez puede cambiar la figura de los delitos si tras tomarle declaración considera que Milani es penalmente responsable. Cabe preguntarse por qué el fiscal Brito acusó ahora a Milani y no lo hizo antes. Algunos buscan la respuesta en las diferencias que este fiscal tiene con Pablo Camuña, un joven que actuó como fiscal subrogante en las causas de Operativo Independencia y Arsenales II y Jefatura II, y que trabajó estrechamente ligado a Jorge Auat, fiscal general para Delitos de Lesa Humanidad, un hombre clave en estos años de lucha contra la impunidad. Brito es opositor al Gobierno, Camuña es cercano al Gobierno. Brito fue receptivo a los familiares de Ledo, Camuña no. Camuña acaba de recibir el acuerdo del Senado para ser fiscal federal. Para la prensa opositora es “un soldado de la procuradora general Alejandra Gils Carbó”. La realidad tiene sus matices: Camuña tuvo la valentía y la capacidad de llevar la acusación en las causas de lesa humanidad más importantes de Tucumán al tiempo que la propia Graciela Ledo afirma que este fiscal no actuó bien en la investigación sobre el secuestro de su hermano. Pequeñas miserias que existen en los espacios de poder que no alcanzan a empañar la política de los tres poderes del Estado en los juicios de lesa humanidad. Ahora, Brito, aunque sea opositor, dio el paso decisivo para que el juez Bejas pueda decidir si llama a Milani a declarar como imputado, al tiempo que Camuña no tendrá nada que ver con esta causa.

Por lejos, lo más importante para saber qué pasó con la causa de Ledo es que su hermana y su madre –con tres abogadas penalistas que las asisten sin cobrar honorarios–, más el apoyo de los ex presos políticos de La Rioja, hicieron todo lo necesario para que la fiscalía sintiera presencia y contara con personas dispuestas a dar testimonio sobre el rol de Milani en la desaparición de Ledo. Marcela y Graciela Ledo no contaron con el apoyo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación ni de los organismos. Sin embargo, el momento llegó. Volviendo a Carlos Fuentes, la madre y la hermana de Ledo sintieron el miedo y la vergüenza de un poder que hizo desaparecer a Alberto cuando hacía el servicio militar. Ahora, esas dos mujeres tienen la vista del tigre –riojano en este caso– que hace bajar los ojos al poderoso, que le hace sentir miedo y seguramente también vergüenza. Se abre un nuevo capítulo en la Argentina: el juez Bejas decidirá cuándo llama a declarar a Milani. Por coincidencia, en la feria judicial de enero, al juez le tocó estar en su despacho, así que es de esperar que sea más temprano que tarde. Aunque un magistrado no debe escuchar otras voces más que la de su conciencia, resonarán en sus oídos las palabras del flamante secretario general de la Presidencia, el también abogado (y contador) Aníbal Fernández, quien dijo en una entrevista radial que si Milani fuera procesado, Cristina seguramente lo daría de baja en el Ejército.
Fuente:MiradasalSur

OPINIÓN.

Personajes
Seis personajes que reflejan las aristas de una sociedad y un año
Como contracara de las tradicionales tapas de ciertas revistas de actualidad, seis editores de Miradas al Sur decidieron elegir su personaje del año 2014. Así, políticos, sujetos colectivos, deportistas y cineastas fueron seleccionados para mostrar el impacto que, más allá de sus funciones específicas, ejercieron en la vida cotidiana.
Seis personajes que reflejan las aristas de una sociedad y un año
El actor detrás de la escena
Por Eduardo Anguita
Como todo balance de fin de año, circulan los rostros de grandes deportistas como Manu Ginóbili y Javier Mascherano, de talentosos escritores como Gabriel García Márquez y Juan Gelman, que se fueron y nos dejan su literatura, y de científicos como Héctor Otegui y Adrián Paenza, que nos muestran un camino donde tenemos mucho que perseverar. Este 2014 termina con la evidencia de una sociedad desquiciada, donde apenas 70.000 personas poseen el 40% de la riqueza que se genera en el mundo y en el que 1.000 millones de personas padecen hambrunas en un planeta de 7.000 millones pero que está en condiciones de generar alimentos para 10.000 millones. Un planeta en el que las cúpulas de las multinacionales ya tienen en funcionamiento una cantidad de máquinas con un diseño que las humaniza para que los chicos se amiguen con los robots y sus padres vayan perdiendo sus trabajos porque un robot no cobra salario ni se queja por las condiciones laborales.

En ese mundo de feroces contrastes, de pobreza extrema y de una frontera cada vez más amplia del conocimiento, los centros del poder militar tecnológico despliegan aviones no tripulados capaces de ser comandados desde Washington o Londres para terminar con la vida de familias o yihadistas que están en una pequeña ciudad rodeada de arena en el norte de Irak. Escenas de guerras de un siglo XXI que parece dejarnos sin aliento, sin esperanzas en la capacidad de decir otro mundo es posible, de resistir ante tanto avasallamiento.

En ese contexto, sobre el fin del año, emerge la figura gigantesca de Fidel Castro. El hombre que expresa una dignidad colectiva, el mismo que siete años atrás dejó el centro de la escena. Fidel es un actor principal en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, pero además es la metáfora que la humanidad necesita como un espejo en estos tiempos. El guerrillero convertido en estadista, el estadista que logró que la educación, la salud y la ciencia fueran la locomotora de una nación que se quedaba sin el peso de Moscú. Fidel, el sabio que junto a una nueva camada de dirigentes dio el viraje para que Cuba no quedara como el eslabón perdido.

Fidel entró a la historia grande como uno de los protagonistas principales de fines de los cincuenta, cuando tras los horrores de la guerra se vivía un intenso proceso de descolonización. A fines de 2013 morían, ancianos, dos íconos de esos procesos. Uno fue el vietnamita Vo Nguyen Giap, el historiador devenido en un estratega capaz de guiar guerras anticoloniales contra Japón, Francia y Estados Unidos. Giap, cuando Vietnam ganó la paz ocupó un cargo que parecía de segundo orden: viceministro de Ciencia y Técnica. Desde allí acompañó los cambios políticos y económicos profundos de su país, así con la misma entrega con que décadas atrás conducía a miles de soldados de un ejército popular escondido en los túneles y las montañas. Giap supo la importancia de la batalla del conocimiento en la era que se avecinaba. El otro gran hombre que dejaba el planeta un año atrás era Nelson Mandela, el creador de La lanza de la Nación, el brazo armado del Congreso Nacional Africano, la organización que desafiaba el racismo impuesto por una minoría de banqueros, terratenientes y empresarios mineros. Mandela luchó contra la esclavitud en las entrañas de África. El régimen lo tenía prisionero, aislado, para mostrar su ferocidad. Pero Mandela no dejó de dar ejemplo de vida desde su confinamiento extendido por 27 años. Liberado y ganador en las urnas de modo aplastante, Mandela eligió dejar el poder apenas tras un brevísimo período de gobierno de cuatro años. Prefirió ser el arquitecto de una sociedad que no iba a avanzar en terminar con los privilegios pero sí era capaz de dar pasos de convivencia y democracia. Mandela dedicó muchos años a la infancia castigada, a combatir el sida, a ser un hombre común, querido y venerado, capaz de predicar con el ejemplo.

La lucha de Asia, África y América latina, en aquella segunda mitad del siglo XX que hoy parece tan lejana, puede resumirse en la vida de Giap, Mandela y Fidel. Por ventura, uno de los tres está vivo y en tiempos desesperanzados nos deja saber que se puede: que vale la pena luchar por otro mundo, uno que sea justo.

“Que tenés el berretín de figurar”
Por Alberto Elizalde Leal
No es  político, por lo menos en el sentido que tradicionalmente se reconoce a los políticos en la Argentina. No proviene de familia militante, sino de empresarios, y su formación en colegios y universidades privadas tuvo siempre como norte la inmersión en el mundo de los negocios, donde llegó a dirigir alguna de las empresas familiares y también a sufrir un proceso judicial por presunta evasión fiscal en perjuicio del Estado. Tampoco puede decirse que venga del deporte, aunque haya sido varios años presidente de un importante club de fútbol. No es tampoco un hombre de la cultura, o del ambiente artístico, no es un intelectual, más bien todo lo contrario. Sus expresiones públicas son verdades de Perogrullo o brutales ataques de sinceridad que descubren un horizonte de ideas  muy elementales aglutinadas en torno a tres o cuatro leit motiv que repite como autómata ante cualquier micrófono o en cualquier entrevista televisiva. No es carismático, su acento de niño bien que “habla con una papa en la boca” lo ubica en el antipático personaje del aristócrata que se dirige a la plebe desde la altura de su magnanimidad. Tampoco es un gran orador: sus evidentes limitaciones conceptuales y su desconocimiento de los problemas profundos de la sociedad y el Estado transforman su discurso en un mantra de lugares comunes y vaguedades. No cuenta tampoco con un agrupamiento político con raíces históricas, un partido o movimiento que apoye su gestión desde la solidez de sus cuadros y la acción de sus militantes para consolidar una relación orgánica con la sociedad civil. Su partido actual, creado en 2005, jovencísimo para los cánones nacionales, es un conglomerado variopinto de tránsfugas de otros sectores políticos (particularmente del peronismo y el radicalismo), empresarios duchos en los negocios con el Estado, punteros villeros cooptados con prebendas y concesiones “non sanctas” y alguno que otro personaje de la picaresca criolla que aporta su gastada figura a la farándula de sonrisa fácil y globos amarillos. En las elecciones del 2003, en su estreno como político, al frente de una fuerza desconocida (Compromiso para el cambio) se presentó como candidato a jefe de Gobierno de C.A.B.A. y  ganó la primera vuelta, para perder en la segunda con el 46,52% de los votos contra el 53,48% de su oponente. Insistió en el  2005 en elecciones para diputados y esta vez resultó triunfador imponiéndose a figuras de más trayectoria y peso político. No fue tampoco un buen representante legislativo, en los dos años que ejerció, su ausencia a las reuniones del Congreso fue prácticamente perfecta. ¿Su excusa? “En el Congreso no se debaten ideas, los legisladores son sólo levantamanos”. Siempre la sinceridad brutal. En el 2007, con su nueva agrupación, se presentó a elecciones para jefe de Gobierno y las gano ampliamente con el 60,9% de los votos en segunda vuelta. Desde ese momento y a favor de su triunfo en las elecciones de 2001, esta vez con el 64,25% de los votos también en segunda vuelta, es, hasta las elecciones del año que viene, el titular del Ejecutivo porteño. Tiene buena presencia en los grandes medios nacionales, pero no más que el Gobernador Scioli o el diputado Massa. No pareciera contar con recursos económicos muy superiores tampoco. El nivel de sus asesores de prensa e imagen es similar o aún inferior al de sus oponentes políticos. Sus intervenciones públicas se dan de patadas con la corrección política y el clima de época. Subejecutó con desidia importantes partidas sociales, transformó la Capital Federal en un coto de caza para la runfla contratista, marcha a contrapelo de las políticas nacionales, demuestra simpatía con inveterados personeros de la derecha y es un férreo defensor del alineamiento total con el Occidente globalizado por las finanzas internacionales. Entonces, ¿por qué figura hoy en todas las encuestas en posiciones expectantes para la futura competencia electoral, junto al gobernador Scioli y al diputado Massa?, ¿por qué en algunos lugares del Interior, donde ni siquiera cuenta con un mínimo referente o aparato político, aparece también con porcentajes sorprendentes como candidato presidencial? ¿Por qué puede llegar a ser Presidente? Hacerse estas preguntas es –para este cronista– reconocer que el actual jefe de Gobierno de la C.A.B.A. es indudablemente un personaje destacado del 2014. Aunque no nos guste.

El sacudidor
Por Miguel Russo 
Relatos salvajes logró lo que ninguna película había logrado: más allá de las virtudes o defectos artísticos, más allá y más acá de los enormes números de espectadores y la designación entre los nueve filmes de habla no inglesa para competir por los Oscar 2015, sacudir a toda la sociedad. Damián Szifrón, su director, es, sin dudas, el responsable de esa sacudida. Y no sólo –aunque eso de por sí ya lo colocaría como uno de los personajes del año– por ser el padre de la criatura fílmica. Es que este hombre de 39 años se metió a la sociedad en el bolsillo en 2002 escribiendo, produciendo y dirigiendo la genial teleserie
Los simuladores. Y así como sacudió a una alicaída televisión nacional con sus cuatro personajes emblemáticos (Santos, Lamponne, Ravenna y Medina, protagonizados por Federico D’Elía, Alejandro Fiore, Diego Peretti y Martín Seefeld, respectivamente), ahora lo hizo y lo sigue haciendo con el país entero. ¿Las armas? Endiabladamente simples de tan complejas: mostrarse, poner en escena los sueños y las pesadillas de cada uno, bucear en las reacciones incontenibles que todos queremos que los demás ignoren. Con eso, con esa forma sutil y reveladora de poner en primer plano aquello de lo que todos hablan pero nadie en voz alta, Szifrón pateó el tablero de la pacatería telúrica. Y fue, por supuesto, más allá del cine.

Lo supo Juan José Campanella (un enorme director, un distraído analista social): “No recuerdo una película hollywoodense adulta que haya vendido tantas entradas. En esa arena es en la que el cine argentino puede competir mejor, y en ese sentido, hay un regreso al cine de los ’70, donde no existía esa diferencia entre cine comercial o de autor”.

Lo supo el actor Guillermo Francella: “Que un tipo te obstaculice en una ruta, por dar un ejemplo de uno de los episodios de la película, nos pasó a todos, y si está contado con pericia, llega”. Lo supo Mirtha Legrand cuando quedó casi sin palabras (cosa rara en ella, sin evaluar, obviamente, la pretendida profundidad de sus palabras) cuando, entre bocado y bocado, Szifrón le habló al pueblo, a la sociedad toda, a contramano de “la gente” a la que se dirige la conductora televisiva.

El periodismo, básicamente el periodismo que se autoproclama “independiente” como si con eso dijeran algo, tuvo reacciones varias, todas desubicadas: lo crucificó, lo desautorizó, lo saludó como el emblema de la inseguridad zarandeada hasta el paroxismo, lo bajó de la cruz, lo convirtió en generador de los tan remanidos y patéticos zócalos de pantalla, lo contrapuso a opinólogos y encuestólogos, lo bautizó “cineasta k” y “cineasta anti-k”, con la misma solemnidad y apuro, le buscó el lado más oscuro y el lado más brillante. Es decir, hizo lo que hace siempre con muchas, demasiadas personas. Pero en el medio estaba Szifrón. Un Szifrón que hasta tuvo tiempo de poner, blanco sobre negro, “esa vorágine televisiva que tuerce declaraciones hasta transformarlas en algo totalmente opuesto a lo que se había dicho”.

La sociedad seguirá inundando las salas de cine para ver Relatos salvajes. Los que no junten el dinero suficiente para la entrada, podrán optar por comprar la copia que se vende como si tal cosa en algunos quioscos y chiringuitos de ocasión. Una vez instalados frente a su televisión, los compradores del dvd pirateado, como un grado más de las sacudidas que impuso Szifrón, verán los primeros 10 minutos de Relatos salvajes y un resto de 112 minutos de otras películas donde también, por supuesto, actúa Ricardo Darín. Metáforas de la truchez, símbolo patrio, no quedará otra que reclamarle al quiosquero o el proveedor ambulante, pero la respuesta será la misma: “Todas las copias están así, llevate otra peli”.

Entonces, mejor recordar las palabras de Szifrón, ese tipo que con sólo una película (¿con sólo una película?) movió los cimientos de toda una sociedad: “Los seres humanos no reaccionamos igual frente a los mismos estímulos. Y en un contexto de desigualdad creciente, hay quien se resiste a aceptar el lugar que le tocó: lo intuye injusto, hostil, se indigna ante la feroz diferencia de oportunidades y se carga de resentimiento. Creo que ese resentimiento, fogoneado por la ostentación permanente de los bienes de consumo como vehículos para la felicidad y potenciado por los efectos alienantes de algunas drogas, a diario produce que alguien robe y mate. Decir que la violencia social está relacionada con un contexto de desigualdad creciente es una obviedad. Ya casi nadie cuestiona la cantidad de horas por día que muchos canales le dedican a la agresión y la frivolidad, pero cuando alguien utiliza ese espacio para brindar una opinión sincera, equivocada o no pero que sólo busca enriquecer un debate, la condena es inmediata”.

Para después del otoño
Por Raúl Argemí
Para un observador desprejuciado, o todo lo contrario, lleno de prejuicios, resulta irresistible, a la hora de señalar un personaje destacado durante el año, detenerse en la diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires Elisa María Avelina Carrió, apodada “Lilita”, tanto por sus amigos como por quienes se anotan en la otra banda. Pocos personajes, y nunca mejor usado el sustantivo, han tenido una presencia mediática tan evidente en lo que refiere el mundo de la política.

Cuando hizo su aparición en el escenario argentino, como diputada del Chaco, su perfil sugería la trabajadora cristiana, sufrida y solidaria, que confiaba en su fe y en la bondad del ser humano, para transformar una realidad arrasada por el neoliberalismo, la pizza y el champán. Pero, paulatinamente, a medida que les tomaba la mano a las reglas de un juego que, muchas veces, se aparta del fair play, se fue convirtiendo en otra cosa. Qué otra cosa, queda a gusto del consumidor.

Hoy, luego de haber participado en un frente muy amplio llamado UNEN, donde parecen encontrarse vectores de la diáspora de la UCR, un partido en franca extinción, socialistas digeridos por la gestión pública que, como mucho, pueden mostrar que no fueron los peores intendentes, antiguos comunistas que demuestran una enorme capacidad para tragar sapos, algún partido que es un sello personal, y francotiradores que por sus características personales, como Fernando Pino Solanas, han dinamitado sus propias fuerzas, cambió de rumbo y les dio con la puerta en las narices.

Para cualquier analista afecto a lo conspirativo, detrás de los pasos de Carrió habría un Satánico Doctor No, que explicaría, siempre en plan algo paranoico, que por donde ella pasó no volvió a crecer más el pasto. Su capacidad para patear las estanterías va en paralelo a su demostrada habilidad para acaparar espacios informativos. Más, en algunos corrillos, en los mentideros políticos habituales, cuando, después de impulsar un acuerdo eleccionario con el PRO de Mauricio Macri, algo imposible de sostener desde la racionalidad de las propias declaraciones de Carrió, cuando cargaba contra el jefe del gobierno porteño diciendo que era un corrupto, se fue del UNEN, para dejarlo flameando al viento, se dijo, repetimos, que había recibido el guiño de un importante aspirante al sillón de Rivadavia; algo así como dale ahora, que se rompan.

Estas operaciones, estas versiones, tal vez sean disparatadas, pero en ese caso toca ver por qué para muchos tienen un lado creíble. Porque lo que pesa sobre la realidad no es la existencia veraz de los santos evangelios, sino si alguien está dispuesto, previamente, a creer en ellos. Es cierto que los milagros pueden ayudar, como constancia de realidad, a creer en lo irracional. Y más cuando los milagros, o lo irracional, cosechan una atención pública fenomenal, como la que ha demostrado Elisa Lilita Carrió, denunciando a mansalva a casi todo el mundo, y olvidando al mes siguiente lo denunciado para buscar alianzas con los mismos actores, sólo que con los papeles cambiados: los malos de ayer pasaban a ser los buenos de hoy y los aliados de ayer el blanco a machacar.

Señalar como personaje destacado del año a esta chaqueña que ha hecho del insulto y el escándalo una forma de hacer política no implica un reconocimiento favorable. Es la formulación de una pregunta que compromete a todos, menos a Carrió: ¿tan mal está el panorama político de la Argentina? ¿Tan carentes de algo serio están los medios que esta señora es una de sus estrellas? ¿Tan macilenta está la oposición al Gobierno que se deja arrear a los carterazos por una reina de Twitter?

Cualquier respuesta seria a estas preguntas coloca a millones de argentinos en una situación incómoda, y tanto que, de ponerse a pensar sobre este asunto, es mejor dejarlo para después de las fiestas, y si es posible, para cuando lleguen los primeros aires del otoño, y sólo para no arruinarse las vacaciones.

Millones de apoyos y convicciones
Por Francisco Balázs
Millones de argentinos y argentinas en todo el país acompañan al gobierno nacional, se sienten identificados con el proyecto político iniciado en el año 2003, brindan su apoyo de manera firme y sostienen posiciones claras en períodos complejos, difíciles, como fue este año que va culminando.

Son millones de voluntades que encuentran en Cristina Fernández a la conductora y presidenta de un gobierno que, en su segundo mandato, enfrenta diariamente los más duros ataques que sin tregua le prodigan los sectores del poder concentrado, económico y mediático, acompañados hasta límites vergonzantes por una dirigencia opositora extraviada y desesperada. En cualquier otro período de la historia argentina, la alianza entre poder económico y dirigentes políticos disponibles para cualquier tipo de aventuras desquiciadas hubiera logrado el objetivo de poner fin al gobierno popular.

El dique de contención, lo que evitó que el plan de llevar al gobierno nacional hacia un final catastrófico y convertirlo en la experiencia que nunca más debiera volver a repetirse, es la misma Presidenta de la Nación, tal como ella misma lo ha afirmado más de una vez y, a la par, el apoyo popular de los millones de voluntades dispuestas a ratificar diariamente las principales decisiones del Gobierno. La decisión de enfrentar a los fondos buitre y sus socios locales, de no ceder ante las presiones del sistema financiero, corridas cambiarias y especulaciones en la liquidación de exportaciones, cohesionó y convocó firmes apoyos. El año concluye sin que se hayan cumplido los pronósticos apocalípticos.

Son esos millones de hombres y mujeres, y de jóvenes que desde el año 2003 viven y trabajan por un país distinto, más justo, igualitario, soberano en su destino político, económico, los que vienen forjando un proyecto de Nación en donde los números cierren sin argentinos en los márgenes del desarrollo y la inclusión. Curtidos en los agravios, corridos por izquierda y por derecha, por momentos sintiéndose en minoría en entornos familiares, laborales o de largas amistades, mantienen un rumbo que se fue construyendo a los largo de todos estos años, de desafíos y de adversidades compartidas y con objetivos comunes que conjuran las propuestas de los representantes del retorno al viejo orden conservador para retomar la inercia de gobiernos pasados sometidos a los poderes fácticos, habituados a canjear gobernabilidad a cambio de satisfacer las demandas de las minorías.

Lecturas apresuradas y sesgadas, y una interpretación lineal y reduccionista de esos millones de argentinos que apoyan al gobierno de la Presidenta, pretenden ubicarlos en un mundo paralelo, despojado de las dificultades por las que atraviesa el país. Entre ellos se encuentran amplios sectores que también son afectados por muchas de las dificultades que sólo parecieran importar a quienes se oponen al gobierno nacional. El todavía elevado nivel de trabajo informal, el aumento de precios de la canasta básica que golpea duro en los sectores de menores ingresos, el acceso al crédito para la vivienda, la urgente necesidad de una reforma tributaria progresiva y las nefastas consecuencias del elevado nivel de concentración de la economía no son ajenos ni menores, sino que se comprenden dentro de un proceso estructural impuesto durante décadas al que habrá que enfrentar profundizando el actual proyecto político.

Ningún otro gobierno, a excepción de lo sucedido en las presidencias de Juan Perón, supo convocar más voluntades, más pasiones, más convicciones que los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Es a través de ese apoyo popular, el que les permite a la Presidenta y al gobierno nacional, en los 31 años de democracia, gozar de inéditos niveles de adhesión en este año que va culminando, fortaleciendo la posibilidad de un triunfo en 2015.

Son esas voluntades las que dan sustento a un proyecto político que ambiciona y requiere de continuidad. Esa fuerza vital, que anhela mayores avances, será nuevamente protagonista de la política argentina.

El mejor recuerdo del Mundial
Por Guillermo Pintos
Hay que reconocer que el inestable, genial, siempre querido a pesar de todo Diego Maradona tenía razón. La Selección sería “Mascherano más 10” para el Mundial de Sudáfrica 2010, había dicho. La sentencia se cumplió, pero recién cuatro años después. El Mundial de Brasil que casi, casi nos hizo tocar el cielo futbolero con las manos (extenderse en lamentar los goles errados en la final por Higuaín, Messi y Palacio no vale la pena a esta altura), generó un símbolo inequívoco que cubrió la conversación cotidiana de los argentinos, en el ascensor, la peluquería, el bar y también claro, el nuevo salón- amplificador de la “opinión pública” 2.0 : Twitter, Facebook y demás redes sociales como se hacen llamar. Javier Mascherano fue nuestro héroe posible, terrenal, en un año salpicado, como siempre, por pérdidas, desgracias, alegrías, momentos aburridos y de los otros. El muchacho que ahora sonríe en las pantallas e invita a pasar las vacaciones en Uruguay, defensor central del Barcelona, volante central de la Seleccion Argentina, fue el símbolo de un país puesto a pensar con una pelota de fútbol en la cabeza.

Para darle un poco más de barniz heroico a esta historia, hay que contar que nació en San Lorenzo, provincia de Santa Fe, allí donde San Martín tuvo su bautismo de guerra y comenzó la épica que lo llevaría a la liberación de tres países de América del Sur. En sus inicios, se desempeñó en dos clubes de su ciudad, Cerámica San Lorenzo y Barrio Villa 21.
Ya desde sus 14 años resaltaba como un jugador con sobrada personalidad, pero que finalmente se imponía por su inteligencia. Debutó en la Selección mayor de la mano de Marcelo Bielsa antes que en su propio River. Del club de Nuñez pasó en una operación poco clara –con Carlitos Tevez en el mismo combo– al Corinthians de Brasil, por gestión de un inefable “empresario” iraní del que poco se sabe y sabrá. De ahí saltó al suburbano West Ham, una especie de Nueva Chicago de Londres (por trazar un paralelo, forzado pero paralelo al fin) y se quedó en la Gran Bretaña para jugar en Liverpool, el más campeón de las islas, un club con pasado glorioso y presente irregular donde fue figura, símbolo y capitán hasta que en 2010, la buenaventura golpeó a su puerto y fue transferido al Barcelona más grande de todos los tiempos. Allí ganó campeonatos locales, continentales y mundiales, allí corre, manda y juega todos los fines de semana en la actualidad. Desde allí, los hinchas de River sueñan con que pronto vuelva para ponerse la banda roja y cerrar el círculo más o menos virtuoso que siguen los cracks de su tipo. Parece que falta para eso, pero se sabe, soñar no cuesta nada.

¿Por qué Mascherano fue lo que fue en este año para los argentinos ? ¿Será porque le dijo a Romero “hoy te vestís de héroe” y motivó que el gigante misionero atajara esos penales contra Holanda en la semifinal? ¿O porque en ese mismo partido se jugó el resto de energías que le quedaban y cortó un remate de gol del escurridizo Arjen Robben, aun a riesgo de desgarrarse la parte menos elegante del cuerpo humano? ¿O porque cabía meterlo a protagonizar cualquier gesta, por insólita que sea? Acciones puntuales de juego, ubicación y obediencia táctica al margen, Mascherano emerge como el mejor recuerdo de un mundial que parecía de Messi y que, mal que les pese a los fundamentalistas del 10 catalán, fue suyo. No hizo goles, apenas pateó al arco y mucho menos se sirvió de la demagogia patriotera que tanto nos gusta consumir (Maradona, elevado a la enésima potencia en este rubro) y, sin embargo, es uno de los grandes personajes del año.

Precisamente por eso. Porque no hizo nada de lo que suele despertar la pasión de la multitudes futboleras, que es como decir la de una importante mayoría de argentinos, sin distinción de género, clase social o edad. Simplemente jugó, corrió, metió, mandó, transmitió y llevó adelante un equipo condicionado por la dependencia de un genial jugador del que poco se vio. Allí emergió la condición natural de un líder que no necesita de fanfarria propia ni de ruido mediático a su alrededor para hacerse notar. Vaya si lo consiguió.
Fuente:MiradasalSur 

RUBÉN GALLUCCI, TESTIGO EN LA CAUSA MANSIÓN SERÉ.

RUBÉN GALLUCCI, TESTIGO EN LA CAUSA MANSIÓN SERÉ
"Siento que aquí mi memoria también sirve para algo"
Sobreviviente de la represión, volvió al país a declarar en un juicio. Repudia la frase macrista sobre el "curro" de los DD HH.

Regreso - Gallucci vive en Suiza pero quiere volver al país a pasar sus próximos años. Piensa estrenar un film biográfico - Foto: mariano espinosa

Con su sombrero oscuro de ala corta, tipo Panamá, y su pipa recién encendida, Rubén Gallucci mira a través del vidrio del lobby del hotel Normandie. Es una mañana soleada de diciembre, Buenos Aires muestra el vértigo de los oficinistas y los caminantes que circulan por la zona de Callao y Corrientes. Residente en Suiza desde hace 32 años, Gallucci parece un personaje de una novela de espionaje de Graham Greene. "Aunque haya pasado tanto tiempo es algo que nunca se supera", comenta mientras camina junto a Tiempo por la Avenida Corrientes hasta perderse en los bares internos del Paseo La Plaza, el lugar elegido para la entrevista. De 62 años, a meses de jubilarse como técnico de herbario en el Instituto de Botánica Sistemática de la Universidad de Zurich, Gallucci viajó esta vez a la Argentina –suele viajar todos los años– para declarar en la causa "Mansión Seré y circuito de las comisarías de la Zona Oeste" que tramita en el Tribunal Oral Federal Nº 5 de San Martín.

Estudiante de Psicología en la UBA hasta que abandonó la Facultad de Filosofía tras la intervención del fascista Alberto Ottalagano en 1975, Gallucci fue secuestrado por un grupo de tareas de la Aeronáutica el 1 de diciembre de 1976. Desde esa fecha estuvo detenido-desaparecido en el centro clandestino de la comisaría de Castelar. Su cautiverio continuó en la base área de El Palomar, en la comisaría de Haedo, nuevamente en Castelar, hasta que lo blanquearon y lo llevaron al penal de Villa Devoto. Su último lugar de detención fue la Unidad Nº 9 de La Plata. En octubre de 1978, luego del Mundial, Gallucci fue liberado pero con la opción de irse del país. Ingresó en España como refugiado político y permaneció allí cuatro años. Hasta que conoció a Christine, una profesora de español (ya fallecida) que trabajaba en Amnesty International, de la que se enamoró. Y por eso la siguió a Suiza.

Quienes presenciaron su declaración en el TOF Nº 5 de San Martín consideran que su testimonio fue fundamental para el avance de la causa. "Aportó muchos datos de desaparecidos. De los sobrevivientes, él es el que más nombres dio de compañeros que él vio y que están desaparecidos", reconoció la concejal de Morón Cristina Rodríguez (FPV), presente en la sala del tribunal aquel lunes 15 de diciembre. El propio Gallucci está sorprendido por su memoria y su capacidad de retener los nombres de los cautivos con los que convivió en la comisaría de Castelar. "Es curioso. Porque yo tengo mucha dificultad para recordar nombres. En Suiza, en el ámbito laboral o social, es común saludar con un 'buen día herr (señor)' y el apellido de la persona a la que te diriges. Y a mí me cuesta.

Pero cuando en el juzgado me preguntaron los nombres de mis compañeros, no sé de dónde surgió pero me acordé de todos. Era como si tuviera un disco duro del que salieron todos", dice con aire ausente.

A pesar de que desde 2006 suele viajar seguido a la Argentina, desde que se reabrieron los juicios por los crímenes cometidos por la dictadura, y de que sigue con atención la actualidad política, Gallucci está sorprendido por las recientes declaraciones de Mauricio Macri y Sergio Massa en las que ambos minimizaron las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, y hablaron de terminar con "el curro de los Derechos Humanos" o de "cerrar la etapa". "Es un horror que todavía haya políticos y posibles presidenciables que hablen con semejante ligereza sobre los Derechos Humanos. Porque es algo sabido que en todo el mundo se sigue atentamente el precedente jurídico internacional que significa que la Argentina haya llevado al banquillo a los acusados de esos crímenes. Yo siento que aquí hay como una recuperación de la memoria, y que mi memoria también sirve para algo.

Porque lo que puedo contar no es reparador, pero sí superador de un momento histórico. Este es un momento histórico. Por primera vez, la Justicia de un gobierno democrático, dentro de un Estado de Derecho, enjuicia a los responsables del delito de genocidio, imputados en causas de lesa humanidad. Si estos políticos (por Macri y Massa) se refieren al curro de los Derechos Humanos lo que están queriendo promover es terminar con los juicios, pero eso es imposible, porque los crímenes de lesa humanidad no culminan nunca. Sus responsables deben seguir siendo buscados y juzgados siempre", subraya el sobreviviente en un castellano algo neutro, con los años de exilio ha ido perdiendo los modismos del acento argentino.

Gallucci tampoco está de acuerdo con una polémica alternativa que intentan instalar ciertas figuras supuestamente ligadas a la problemática de los Derechos Humanos, como la ex dirigente del Frepaso Graciela Fernández Meijide, madre de un desaparecido, y el ex futbolista y también sobreviviente (en este caso de Mansión Seré) Claudio Tamburrini.

Tanto Meijide como Tamburrini –lo mismo ciertos especialistas académicos–- plantean que la Argentina se inspire en el modelo de reconciliación que se implementó en Sudáfrica tras el apartheid, consistente en una reducción de las penas o de una limitación de la acción  penal que beneficie a los represores a cambio de que los militares condenados aporten información hasta ahora desconocida. En los organismos de Derechos Humanos se sospecha que el represor del centro clandestino La Perla, el ex carapintada Ernesto "Nabo" Barreiro, con su mediático y hasta ahora no comprobado anuncio sobre el paradero de 25 desaparecidos, quiso poner en marcha aquella estrategia de ir limitando los juicios o reducir las condenas.

"Estoy completamente en desacuerdo con esa propuesta. Es una amnistía encubierta", subraya Gallucci apenas se menciona el tema. "Ese sistema no es apoyado por ningún movimiento de Derechos Humanos y ningún organismo de Derechos Humanos a nivel internacional. Ni tampoco por (Corte Penal Internacional de) La Haya ni por la OEA. Y además va en contra de todos los acuerdos que se firmaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora. Todos los tratados internacionales de Derechos Humanos, la Convención de Ginebra, todos, exigen que se juzgue a los genocidas por tribunales federales y punto. Además, lo que está haciendo la Argentina es ejemplarizador. En España, por ejemplo, no se hizo nada con los crímenes del franquismo. Allá se sepultó todo. Aún siguen bregando para que se reabran las causas: ya pasaron 40 años de la dictadura, más 30 años de la democracia posfranquista, y los familiares siguen buscando a sus muertos y exigiendo justicia. Y cuando (Baltasar) Garzón quiso hacer algo, lo echaron.

Y ahora están pidiendo justicia internacional. Presentaron una querella ante la jueza argentina (María) Servini de Cubría. Lo que se está haciendo acá es muy valorado. Yo he leído artículos en la prensa suiza y en la prensa española. Y para los españoles es una esperanza, un reconocimiento internacional. Es poner en práctica los convenios internacionales que se firmaron en los últimos 50 años", se explaya.

Gallucci se remonta al pasado y recuerda los meses de torturas, vejámenes y muertes. Desde aquel 1 de diciembre de 1976 en que lo secuestraron en la guardia del Hospital Posadas, donde trabajaba como empleado administrativo. En aquellos años, simpatizaba con el PRT, llegó a militar en el frente estudiantil. De todas las escenas que vivió y de las que fue testigo –torturas de todo tipo, hostigamiento psicológico para hacer desmoronar a una persona– el sobreviviente y exiliado en Suiza recuerda con especial dolor ("mi gran trauma") una situación que vivió en la Nochebuena de 1976, cuando junto a otro detenido (Osvaldo Fraga, desaparecido) los obligaron a presenciar la agonía de un militante al que los represores llamaban 'El Teniente'. "Ese compañero murió prácticamente con nosotros. Nos preguntaban si lo conocíamos. Para mí es el paradigma del NN, de Noche y Niebla. Nunca pude saber el nombre", cuenta y hace silencio mientras apoya el pocillo de café sobre la mesa.

A seis meses de obtener la jubilación en la universidad, Gallucci está organizando su regreso definitivo al país. Quiere envejecer en la Argentina. En ese viaje desde Suiza, el especialista en Derechos Humanos que se formó como autodidacta al trabajar por años en Amnesty International traerá entre sus valijas una película documental sobre su historia, "Rubén, fragmentos del exilio", dirigida por la cineasta austríaca Eva Danzl, que está en fase de posproducción y que el año próximo piensa estrenar en la Argentina.

Compañeros de cautiverio

En el centro clandestino de la comisaría de Castelar, Gallucci estuvo cautivo junto a José Isla, Carlos Andisco, Aldo Aurtenechea, Néstor Agüero, Adriana Villano, Susana Pasini, Oscar Miranda, Miguel Schwart, María Monzani de Andisco, Jacinto Montenegro, María Pérez de Donda, Osvaldo Fraga, Jorge Villegas y César Tancone. Todos continúan desaparecidos.
Fuente:TiempoArgentino

NOTICIAS DE DD.HH. EN FOTOS.

NOTICIAS DE DD.HH. EN FOTOS.
El fotógrafo Leo Vaca revisó archivos fotográficos donde estuviera retratada la ESMA, desde su construcción en 1928, pasando por su época de Escuela previa a la última dictadura, el período 76-83, el regreso de la democracia y la actualidad. De cada imagen de archivo hizo una nueva toma, que funciona como contrapunto.

En septiembre empezó en Olavarría un juicio histórico: el de los crímenes de lesa ocurridos en el centro clandestino Monte Peloni. Funcionó entre 1977 y 1978 



Lidia Araceli Gutiérrez es una de las víctimas en el juicio oral por los crímenes de Monte Peloni. Fue la única mujer que pasó por ese centro clandestino. En el juicio relató cómo a su padre, también secuestrado, lo obligaron a tomar una difícil elección: “Mi papá tuvo que elegir entre sus dos hijas, y mi hermana ya no está”.



El ex general Aníbal Ignacio Verdura es principal imputado en la causa Monte Peloni. Verdura llegó a juicio por ser el hombre que jugó a ser Dios en Olavarría. El hombre con el poder suficiente como para definir sobre la vida y la muerte de aquellos que el poder consideraba “subversivos”.



El ex agente penitenciario Raúl “Oso” Acuña hizo una escena con la policía luego de la condena. Los familiares de desaparecidos y los organismos de DDHH le cantaron: “El Oso está en la cueva, chirivín, chirivín, chunchán. El oso están en la cueva y ya no volverá, se va para Marcos Paz”.



Adelina de Alaye, fundadora de Madres de Plaza de Mayo La Plata, fue una incansable luchadora para lograr que los represores del centro clandestino sean condenados en este juicio emblemático. La justicia también decidió convertir La Cacha y el Destacamento 101 en sitios de memoria.




La sentencia de La Cacha había entrado en la etapa final. El represor Miguel Etchecolatz miró a Estela de Carlotto y otros familiares que estaban en la sala. Y agarró un papelito y anotó un nombre. Al terminar el veredicto, quiso dárselo al Tribunal. No lo dejaron. Los fotógrafos de Infojus Noticias captaron lo que decía el escrito: “Jorge Julio López”.




Tres militares y un penitenciario fueron condenados a prisión perpetua el 18 de diciembre. Las querellas celebraron la ampliación de las condenas por los delitos sexuales y homicidios. “Mañana hay que empezar de nuevo, queda la tercera parte del juicio”, dijo Jorge Watts, sobreviviente y testigo crucial



“Es algo mágico, pero se debe a la unión del pueblo y a la lucha tenaz por la verdad y por la justicia”, celebró ante Infojus Noticias Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo, en la vereda de los tribunales.




Afuera, los familiares y sobrevivientes estallaron en un aplauso eufórico y levantaban las fotos para que todos las vieran. Otros, en cambio, miraban hacia el frente, en silencio, los ojos llenos de lágrimas. Muchos de ellos se conocían: sobrevivieron a la misma tragedia




Las fotos estuvieron acompañadas de testimonios de sobrevivientes. “Después de casi 40 años, renace la esperanza de que pueda haber justicia por la tragedia más grande de nuestra historia. Aunque no se cura el dolor, la justicia es reparadora”, dijo Teresa Meschiati, cuyos padres estuvieron en la ESMA y fueron liberados.




“Cuando llegamos, nos dejaron en un lugar donde había escalones que nos condujeron al sótano. Me pusieron un número colgado del cuello: el 404 y a Daniel el 041. Cuando me subieron a Capuchita escuché gritos de espanto, dolor, terror. Sentía olor a miedo”, declaró Liliana Andrés, sobreviviente y esposa de Daniel Antokoletz, desaparecido.




El 5 de agosto encontraron al nieto de Estela de Carlotto, Ignacio Guido Montoya Carlotto, el nieto restituido número 114. Estela dijo: “Él me buscó y yo no quería morirme sin abrazarlo. Es una alegría enorme que me brinda hoy la vida”.



Fuente:Infojus

MEGACAUSA ESMA: EL LUNES SERÁ LA ÚLTIMA AUDIENCIA y LOS ALEGATOS EL 23 DE FEBRERO.

26-12-2014
Cómo sigue el mayor juicio de lesa humanidad del país
ESMA: el lunes última audiencia del año y alegatos el 23 de febrero

El tribunal continuará el lunes próximo con las declaraciones testimoniales en la última audiencia del año, antes de comenzar la feria judicial. Y el 23 de febrero comenzará a escuchar los alegatos. El juicio, el tercero de la megacausa, empezó en 2012.
Kitsch
El 23 de febrero del año próximo el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 5 de la Capital comenzará a escuchar los alegatos en el tercer juicio oral por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en el que se juzgan 789 hechos ocurridos en ese centro clandestino. Y el próximo lunes a las 10, en los tribunales de Comodoro Py 2002, los jueces Daniel Obligado, Adriana Palliotti y Leopoldo Bruglia continuarán con las declaraciones testimoniales en la última audiencia del año, antes de comenzar la feria judicial.

Entre los 63 acusados, la mayoría ex miembros de la Policía Federal, se encuentran el ex capitán Alfredo Astiz; Jorge "Tigre" Acosta; Jorge Carlos Rádice; Adolfo Miguel Donda; el ex ministro de Economía de la dictadura, Juan Alemann; Antonio Pernías; Ricardo Miguel Cavallo; Antonio Vañek; Juan Antonio Azic; Raúl Scheller y Julio Alberto Poch.
Los 789 casos que se debaten en los tribunales federales de Retiro convierten a este juicio en el mayor de todos los realizados desde la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

En el proceso iniciado en noviembre de 2012 se unificaron diferentes tramos de la megacausa ESMA y por primera vez son juzgados ocho pilotos acusados de arrojar vivos al mar o al río de la Plata a prisioneros políticos en lo que se conoce como los "vuelos de la muerte".

La ESMA, ubicada en el borde noreste de la Capital Federal y hoy convertida en un Espacio para la Memoria, fue el mayor centro de detención clandestino administrado por la Marina durante la última dictadura cívico militar.

Se estima que allí pasaron entre 1977 y 1979 unas 5 mil personas y nacieron bebés en cautiverio, además de ser vistas por última vez las primeras Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas que las apoyaban, secuestradas en la Iglesia de la Santa Cruz y arrojadas luego al mar.

El primer juicio de la ESMA contra el prefecto Héctor Febres quedó inconcluso por su asesinato con cianuro dentro de su celda el 10 de diciembre del 2007 y el segundo finalizó el 26 de octubre de 2011 con la condena a 16 represores y dos absoluciones por 85 casos.

Para acercarse a declarar
¿Cómo hacer para que los testigos que aún no dieron su testimonio se acerquen a declarar? Todas aquellas personas que estuvieron secuestradas en la ESMA,  o tuvieron un familiar que estuvo en ese centro clandestino, y saben que fueron ofrecidos para declarar, pero aún no fueron convocados deben acercarse al Tribunal Oral Federal Nº 5  o al Ministerio Público Fiscal (25 de Mayo 179, 2° piso, ciudad de Buenos Aires) a fin de actualizar sus datos, si fuere necesario.

Es importante aportar datos para conocer la verdad de los hechos sobre los sucesos ocurridos en el centro clandestino ESMA durante el terrorismo de Estado. ¿Cómo participar del juicio? Las audiencias son orales y públicas. Si sos mayor de 16 años, ingresás acreditándote con tu DNI, cédula o pasaporte en la Sala AMIA. Tribunales de Av. Comodoro Py 2002, Retiro.
Fuente:Infojus

LA PLATA: LOS CONDENADOS POR LOS PABELLONES DE LA MUERTE SEGUIRÁN DETENIDOS.

27-12-2014
Además se revocó la absolución del ex agente penitenciario Pedro César Guerrero
Los condenados por los “pabellones de la muerte” seguirán detenidos

Así lo decidió la Cámara de Casación Penal de la Nación al rechazar todas las apelaciones de los detenidos por los crímenes en la Unidad N°9 de La Plata durante la dictadura. Entre ellos se encuentran el segundo jefe del Servicio Penitenciario provincial Elvio Cosso, el jefe de la Unidad Abel Dupuy, el subjefe Isabelino Vega y el jefe de seguridad, Víctor Ríos.
Por: Laureano Barrera

Kitsch
Todos los penitenciarios y médicos condenados por los crímenes que ocurrieron en la Unidad N°9 de La Plata durante la última dictadura cívico militar seguirán presos. Así lo decidió la Cámara de Casación Penal de la Nación al rechazar todas las apelaciones de los detenidos, entre los que se encuentran el segundo jefe del Servicio Penitenciario provincial Elvio Cosso, el jefe de la Unidad Abel Dupuy, el subjefe Isabelino Vega y el jefe de seguridad, Víctor Ríos. Además, en una segunda resolución, revocó -por mayoría- la absolución del ex agente penitenciario Pedro César Guerrero por algunos delitos. Entre los presos políticos que pasaron por los llamados “pabellones de la muerte”, se cuentan el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, el director del Centro Cultural de la Memoria “Haroldo Conti”, Eduardo Jozami, y el periodista Eduardo Anguita. Los acusados sólo podrán apelar una vez más, ante la Corte Suprema de Justicia.

Los pabellones de la muerte
La Unidad 9 de La Plata es una penitenciaría que está en las afueras de la ciudad y todavía funciona. Durante el terrorismo de Estado, se utilizó como una cárcel legal en la que había presos comunes, pero también alojó presos políticos que venían de largos periplos de tortura en centros clandestinos de todo el país, y eran “blanqueados” poniéndolos disposición del Poder Ejecutivo Nacional.

Sin embargo, el reconocimiento de los cautivos como presos legales no significaba que estuvieran a salvo de las torturas. El 13 de diciembre de 1976, asumió la jefatura de la Unidad 9 Abel Dupuy con una violenta requisa y se implantó un régimen de “extrema crueldad”. Las condiciones de detención para los presos políticos se parecieron cada vez más a la de los “chupaderos” de los que provenían.

El 13 de octubre de 2010, el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata que preside Carlos Rozanski dictó la primera sentencia contra penitenciarios por su actuación en una cárcel que funcionaba bajo una aparente legalidad. Quedaba  probado que había coexistido “a la par del régimen penitenciario formal, un régimen de represión ilegal el cual se caracterizó por la práctica sistemática de imposición de tormentos a los presos políticos, con el fin de quebrar su resistencia física y moral y de lograr su despersonalización; por la comisión de homicidios dentro y fuera del penal, y por desapariciones forzadas y privaciones ilegales de la libertad, hechos que implicaron el funcionamiento dentro de la cárcel de un verdadero centro clandestino de detención, tortura y muerte”.

El falló condenó a prisión perpetua al ex jefe del Penal, Abel Dupuy, al subjefe Isabelino Vega, al jefe de Seguridad Víctor Ríos y al único agente raso, el Nazi Raúl Rebaynera; 25 años para Catalino Morel, Ramón El Manchado Fernández –que llegó a ser jefe de inteligencia del SPB durante la gobernación de Felipe Solá-, y el ex director de Seguridad Elvio Cosso; 14 años para el Vitnamita José Peratta; 13 para los médicos Carlos Jurío, Enrique Corsi y Luis Favole –quien falleció en enero de este año-; 11 para Segundo Basualdo y Valentín Romero; y 10 para el Oso Héctor Acuña por los tormentos sobre Eduardo Zabala.

Más allá de alguna disconformidad de los organismos con el monto exiguo de algunas penas, como la de El Oso Acuña, la condena dejó puntos salientes: revocó las últimas cuatro prisiones domiciliarias, los delitos fueron contemplados en “el marco del genocidio” de la última dictadura, condenó a los médicos penitenciarios por “infracción del deber en comisión por omisión de tormento agravado por resultar la muerte” de Alberto Pinto, y ordenó investigar a jueces y militares nombrados en las audiencias, aunque esas causas no tuvieron avances importantes. Y tuvo otro punto novedoso: se giró a todos los estamentos del gobierno provincial el acta de la inspección ocular del juicio, donde se comprobaron “las condiciones inhumanas de detención” que todavía viven los presos en “chanchos” o celdas de castigo.

Un juicio para el prófugo
En octubre de 2011, casi un año después, se hizo el juicio contra el ex agente Pedro César Guerrero, quien había quedado fuera del juicio anterior porque había estado dos años prófugo y al ser capturado ya era tarde para juzgarlo. A Guerrero lo apodaban “El sátiro de la zapatilla”: se había ganado el mote con justicia, porque solía “golpear con una zapatilla la planta de los pies de los presos de manera intermitente”, según la acusación de la fiscalía. También lo llamaban “Pamperito” por la brutalidad con la que aplicaba los tormentos.
En noviembre se conoció la sentencia. Guerrero fue condenado a nueve años de prisión por las torturas contra siete presos políticos: Osvaldo Corvalán, Luis Eduardo Bloga, Julio César Mogordoy, Ernesto Fernando Villanueva, Carlos Leonardo Gensón, Eduardo Horacio Jozami y Carlos Alberto Martínez.

La historia de Guerrero fue un reflejo fiel de la falta de renovación del Servicio Penitenciario en democracia: recién fue separado del SPB en el año 2004, cuando ocupaba la jefatura del penal de Dolores y dos detenidos denunciaron que los había contratado para matar al camarista de San Isidro Fernando Mariotto y al fiscal general de San Martín, Luis María Chichizola, a cambio de drogas, visitas de familiares, y mejoras en su situación. Después se conoció, además, su pasado como torturador.

Los reveses judiciales
Los abogados de los penitenciarios –letrados muy costosos, solventados en algunos casos por los centros de oficiales retirados de la Fuerza- apelaron esas sentencias ante la Cámara de Apelaciones de La Plata, pero tuvieron una respuesta negativa. Por eso interpusieron los recursos ante la Cámara de Casación Penal. El miércoles, al filo de la Noche Buena, la Sala II del máximo tribunal Penal de la Nación –integrada por los jueces Ángela Ledesma, Alejandro Slokar y Pedro David- rechazó por unanimidad los recursos de los once carceleros y por mayoría los de los médicos.

La jueza Ledesma, en su voto minoritario, argumentó que el fallo contra Enrique Corsi y Carlos Jurío –Luis Favole murió en enero de este año- está basado principalmente “en la supuesta mendacidad del médico, aunque no logra demostrar cuáles son los elementos de prueba ciertos que rebatirían su versión”.

En una segunda resolución, la Cámara de Casación revocó la absolución de Guerrero Pedro Guerrero respecto de ¿? Sobrevivientes de la Unidad 9. En la sentencia, el TOF 1 de La Plata conformado por los jueces subrogantes Jorge Eduardo Chávez, Mario Gabriel Reynaldi y Héctor Carlos Acuña, había condenado al guardiacárcel por siete casos y lo había absuelto de otros ocho. El fallo fue apelado por la defensa de Guerrero, pero también por los querellantes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos –APDH- La Plata y la CTA La Plata, por las ocho víctimas por las que había sido absuelto.

Casación -otra vez con el voto mayoritario de Slokar y David-, rechazó la apelación de Guerrero pero aceptó la de las querellas, revocando las absoluciones. En su dictamen, la Cámara decidió “hacer lugar parcialmente al recurso de casación deducido por los querellantes” y “remitir las presentes actuaciones al tribunal de origen a fin de que, con la celeridad y resguardos que impone el caso, se dicte –por quien corresponda- un nuevo pronunciamiento”. Es decir: el TOF 1 debe volver a resolver sobre las torturas que Guerrero impuso sobre Gabriel Manera Johnson, Eusebio Héctor Tejada, José Demetrio Brontes, Alberto Clodomiro Elizalde, Horacio Héctor Crea, Osvaldo Roberto Fernández, Luis Aníbal Rivadeneira y Mario Carlos Zerbino.
Fuente:Infojus

OLAVARRÍA-MONTE PELONI: MAÑANA SE CONOCERÁ LA SENTENCIA.

28-12-2014
Lesa Humanidad
Mañana se conoce la sentencia por los crímenes en ese centro clandestino
Monte Peloni y la marca de “Los 33 Orientales”

Eduardo Pedro Serrano es un ex militar que fue expulsado del Ejército en 1979. Fue restituido parcialmente en su rango por Raúl Alfonsín y reivindicado por Néstor Kirchner como parte de “Los 33 Orientales”. Así se llamó a los 33 oficiales que echaron de la fuerza entre1979 y 1980, en recuerdo a los independentistas del siglo XIX. Su relación con Rubén Sampini, unas de las víctimas de Monte Peloni. Serrano es hoy doctor en Matemáticas y docente universitario.
Por: Claudia Rafael y Silvana Melo, desde Olavarría.
Sampini en la colimba:es el que tiene apoyada el arma en el piso. Serrano fue su abogado.
En varios tramos de su historia, Eduardo Pedro Serrano pensó que su paso por el Ejército Argentino estaba cerrado. Su convocatoria a atestiguar desde la defensa de los represores en el juicio por el centro clandestino de detención de Monte Peloni es uno de esos sobresaltos que, como esquirlas, vuelven del pasado e irrumpen en sus clases de Ciencias Exactas en la Universidad Nacional de San Martín. Su nombre saltó a la luz cuando Claudio Castaño, uno de los abogados de Horacio Leites -imputado por 20 casos de secuestro y 15 de aplicación de tormentos-, preguntó por él a Rubén Sampini, una de las víctimas.

-Castaño: Usted dijo que Serrano lo había asistido como defensor. ¿Conocía a la mujer de Serrano?

-Sampini: No.

-Castaño: ¿Escuchó dentro del cuartel de la actividad subversiva o supuestamente subversiva de la mujer de Serrano?

-Sampini: No. ¿No me diga que era una compañera? Me entero recién…

Fueron las palabras finales de Sampini, después de casi tres horas de declaración. ¿Quién es aquel teniente primero sobre el que la defensa de un represor depositó su atención?

¿Por qué le adjudicó vínculos con las víctimas del terror estatal?

A Serrano, retirado del Ejército por ser “un elemento de poca confiabilidad”, se lo ha definido como “no peronista” pero la raíz de todas sus penurias apareció con la presidencia de Alejandro Agustín Lanusse, la asonada de Azul y Olavarría y el operativo retorno de Juan Domingo Perón. Su amistad con Julián Licastro, que luego sería secretario político del líder en el exilio, y lo que aparece como una suerte de negativa a reprimir el 25 de mayo de 1973 a la multitud que, en las puertas de Devoto, clamaba por la liberación de los presos políticos, mellaron la confianza de sus superiores. El 6 de febrero de 1979 el Ejército calificó a Serrano de “inepto para las funciones de su grado” y lo colocó en un freezer que implicó su salida de la fuerza.

Farsa judicial
Serrano, hoy doctor en Matemáticas y docente universitario, nació el 14 de octubre de 1945. El Ejército prescindió de 33 oficiales entre 1979 y 1980, que fueron conocidos como los “33 Orientales”, en recuerdo de aquellos independentistas que en 1825 intentaban expulsar a los brasileños y conformar algo parecido a una nación junto a “la Provincia Oriental”. Serrano estaba entre ellos.

Un Consejo de Guerra lo juzgó y tuvo que optar por un defensor en la lista que arbitrariamente se le presentó. Por la misma experiencia pasaría años después el soldado conscripto Rubén Sampini cuando la dictadura lo secuestró, lo desapareció, lo torturó y finalmente lo puso a disposición del Poder Ejecutivo para someterlo a una parodia de juicio: un Consejo de Guerra. A él también se le ofreció una lista de militares entre los que podía optar para su defensa. En esa nómina estaba Serrano.

Junto a Sampini también eran sometidos a esa farsa judicial Mario Méndez, Roberto Pasucci, Osvaldo Roberto Fernández, Eduardo Ferrante, Carmelo Vinci, Carlos Gensón, Ricardo Cassano, Osvaldo Tissera y Juan José Castelucci. Maltrechos, torturados, a cada uno lo obligaron a elegir entre los nombres de militares de la región cuál sería su defensor. “Serrano no tenía la pinta de los militares que yo suponía que me habían capturado”, describió Sampini. “Y por eso lo elegí”.

Desde ese profundo Sur en el que construyó su lugar en el mundo, Sampini recordó: “Serrano fue a decirle a mi familia que iba a ser mi defensor. Contó que estábamos complicados. Les llevó una carta mía y, a su vez, me llevó a mí una carta de ellos a la comisaría de Tandil en la que estábamos encerrados. ´Quédense tranquilos, que a mí no me revisan´, les dijo. Ya en la tercera visita que hizo a la casa de mis padres, había muchos otros familiares que iban a escuchar y él no tenía problema de hablar ante ellos”.

Fue “el único de los defensores que pidió la absolución e hizo una defensa mía de mayor calidad que la del resto”, reconstruyó Sampini ante los jueces Roberto Falcone, Néstor Parra y Mario Portela. El anuncio de los 10 años de condena llegó, como una burla bizarra, el 28 de diciembre de 1977. Por esos mismos días, el rumbo de Serrano también estaba sellado. “Fue a la casa de mis viejos a despedirse. Estaba con su familia, que quedó dentro del auto. Contó que lo habían trasladado y que las condenas se iban a publicar en esos días”. Poco después, Elsa Ocaña de Sampini preguntaría al ex coronel Aníbal Verdura por el teniente primero Eduardo Serrano. Verdura, el máximo responsable militar en la zona, tan afecto a las relaciones públicas, simplemente contestó: “El teniente primero no pertenece más al Ejercito: él eligió”.

Licastro y el alzamiento
Serrano reconstruiría, en una declaración testimonial durante 2013, que el episodio que desencadenó en la sanción fue el alzamiento de los regimientos de Azul y Olavarría durante el gobierno de Lanusse. “Lo único que se hizo fue alistar el escuadrón y salimos por la ruta 51. Fue una proclama, se tomó la radio y nos sancionaron a todos”. Su nombre constaba en un listado de “oficiales simpatizantes” en el contexto de un “Ejército paralelo” y esa mención fue otra de las marcas que el poder militar le adosó.

Los “33 Orientales” compartían poco, más allá de sus nombres en una lista gris del Ejército. Algunos se opusieron a la represión, otros eran decididamente peronistas. Hay quienes integran las listas de represores por su participación en delitos de lesa humanidad. Otros fueron funcionarios o embajadores de gobiernos peronistas. Julián Licastro y José Luis Fernández Valoni fueron retirados de prepo del Ejército por su devoción por Perón. El primero estuvo detenido en Trelew cuando Serrano lo visitó –según su propia declaración- a pesar de la expresa prohibición de la fuerza. El segundo terminó como diputado de Acción por la República, el partido de Domingo Cavallo.

Ambos fueron fundadores del Comando Tecnológico Peronista, como respuesta al reclamo de Perón, aún en el exilio, de la necesidad de “acopiar materia gris” para que “el peronismo gane las elecciones si las hay, o sea capaz de arrojar del Gobierno a los actuales mercaderes y traficantes”, según la carta de Perón a Licastro de octubre de 1971. En 1974, el grupo universitario en el que militaba Sampini llevó a Licastro a dar una charla en la Facultad de Ingeniería de Olavarría. Comenzaba a delinearse un círculo que se cerraría años después.

Serrano llegó a Olavarría en 1975. Los últimos estertores del verano del 76 lo encontraron acuartelado en el Regimiento de Tanques 2. Y el 24 de marzo –según consta en su declaración testimonial en la causa Monte Peloni- dispuso de “unos minutos para ir a saludar a su mujer, Susana Lagomarsino, que en ese momento se puso a quemar los libros que tenía”. La familia Lagomarsino tenía un par de marcas que, en las espaldas de un militar, resultaban algo inconvenientes: la militancia en el PRT del hermano político de Serrano derivó en un exilio español, tras varias irrupciones violentas en su casa. Para entonces ya tenía otros estigmas que, a los ojos dictatoriales, lo hacían “poco confiable”.

El grupo de San Vicente
El militar –en una trayectoria bífida que lo corre a veces desde el redil de los represores a una tímida cercanía con las víctimas y viceversa- construyó ciertos vínculos sociales relacionados con su fe católica, que se profundizaron después del golpe. Llegaba desde el círculo más cercano a Verdura y practicaba su fe en una parroquia que siempre fue hostil a la dictadura.

El padre Elías Musse había llegado al templo San Vicente de Olavarría en enero de 1975, casi al mismo tiempo que Serrano. Traía en los pliegues de la sotana conocimientos de ciencias políticas y sociales adquiridos en Chile y una postura tercermundista. Fue el obispo de Azul, monseñor Manuel Marengo, quien aconsejó a Musse que dejara la parroquia ante las amenazas que recibía. Más tarde el sacerdote fue detenido en Mar del
Plata y encarcelado durante más de siete años.

San Vicente, sin embargo, siguió siendo el espacio de reunión de quienes profesaban la fe católica combinada con una raigambre peronista. El historiador Juan Wally fue parte de esos encuentros. En sus crónicas se detiene en uno de los asistentes: “Un capitán del regimiento, Eduardo Serrano, no peronista, rotulado como ‘de izquierda’ por sus camaradas de armas, fue pasado a retiro por Galtieri como integrante del grupo de oficiales denominado los 33 orientales”. Fue el propio militar quien advirtió a Wally que sobre el escritorio de Verdura había un informe que lo señalaba como “peligroso”.

En esos días la parroquia ya estaba a cargo del sacerdote azuleño Leandro Pérez, que sugirió a Serrano que aceptara defender a Sampini. Las reuniones del llamado ‘grupo de San Vicente’ se interrumpieron a mediados de 1977, después de los secuestros masivos en Olavarría.

Paradojas de la historia
Serrano confirmó el 6 de febrero de 1979 que sus pasos en el Ejército no pisaban terreno firme. Ese día se lo calificó como “inepto para las funciones de su grado”. Veinte días después, se quejaba, en un reclamo al comandante en jefe: “Pude comprobar con sorpresa y dolor que mi integridad y capacidad profesional habían sido seriamente cuestionadas y que recaía sobre mí una grave acusación”. Sin embargo, se cuidaba muy bien de aclarar que “mis actuales ideas no se apartan de los principios que sustentan las ideologías que mantiene el Ejército”. Y aseguraba haber “cumplido fielmente todas las misiones que me fueron asignadas” entre ellas “las operaciones contra la subversión”.

Un informe firmado por el teniente coronel Pedro Eugenio Marfil y fechado el 30 de abril de 1980 planteaba que durante la orden de liberación de detenidos dispuesta por Cámpora el 25 de mayo de 1973 “los delincuentes subversivos detenidos coparon el penal e intentaron salir por sus propios medios, antes de que llegara la autorización de Buenos Aires”. Marfil puso en marcha un operativo de custodia con la posibilidad cierta de “abrir fuego contra ellos y aniquilarlos”. Serrano integraba el operativo. Y –se quejó Marfil- mostró “sumo interés en no estar involucrado en tales hechos y pidió cubrir un puesto diametralmente ubicado”. Le fue concedido, dice, “por no ser un elemento de plena confiabilidad”.

Los informes advertían en él “una actitud justificativa para el accionar de los DTS (delincuentes terroristas subversivos) que supo expresar en reuniones en casa de camaradas, compartidas por su esposa. De cadete fue influido por los ex tenientes 1° Licastro y Fernández Valloni, con el primero de los cuales tuvo contacto en una reunión que aquel organizó años atrás”. El informe jugó además, con el antecedente de José Lagomarsino, militante del PRT y hermano de la esposa de Serrano, “prófugo por estar involucrado y conectado con las bandas terroristas”.

Marfil describía que Serrano tenía “ideas preconcebidas y un matiz filosófico”. El informe está escrito a máquina. En una de las copias, Marfil escribe de puño y letra: “Proposición: eliminarlo de la fuerza por considerarlo un elemento no recuperable y que no merece confianza. Solicito el retiro”.

El segundo reclamo de Serrano –en un inexplicable empeño por permanecer dentro del brazo ejecutor del terrorismo de Estado- aparece el 30 de septiembre de 1980, un año y medio después del primero. Pero ya su suerte estaba echada.

En el juicio por el centro clandestino de detención Monte Peloni cerró como un círculo desfasado otra de las profundas paradojas en la historia del teniente primero devenido en matemático doctorado. El mismo hombre que fue quitado de la fuerza por Galtieri, restituido parcialmente en su rango por Raúl Alfonsín y reivindicado por Néstor Kirchner como parte de “Los 33 Orientales”. El mismo que fue citado a atestiguar por la defensa de los represores y luego desistido; el mismo que defendió a un preso político –que en la época se asimilaba poco menos que a la santidad- y que aseguraba que respondía a la ideología del Ejército del genocidio. El mismo sobre cuya esposa preguntó el abogado de represores calificándola de “subversiva”. Porque quemó libros, tenía un hermano del PRT y una simpatía “no oficial” por el brazo político del ERP.

El mismo hombre, con todos los infiernos. Como otra insensatez brutal de la historia.
Fuente:Infojus

EL ACCESO A LA JUSTICIA EN DIEZ MOMENTOS CLAVE.

27-12-2014
Un resumen del año
El acceso a la Justicia en diez momentos clave

Los Centros de Acceso a la Justicia (CAJ) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos funcionan como un puente que conecta a los sectores socialmente más vulnerables con las políticas públicas inclusivas. 2014 fue un año de intensa actividad y se llegó a la cifra de 148 centros.
Por: Matías Máximo

Fotos:Sol Vazquez, Leo Vaca y Mariano Armagno
En 2014 la Subsecretaría de Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos llegó a la cifra de 148 Centros de Acceso a la Justicia (CAJ) en todo el país. “En poco más de 4 años el Acceso a la Justicia pasó de ser un Programa Nacional a una Subsecretaría, decisión que tomamos a principio de 2014 y que permitió centralizar y coordinar en una misma área nuestras iniciativas de asistencia jurídica gratuita, la mediación como método central para la resolución de conflictos y distintas iniciativas de acceso democrático a la información jurídica”, dijo el secretario de justicia Julián Álvarez.

Los CAJ del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos funcionan como un puente que conecta a los sectores socialmente más vulnerables con las políticas públicas inclusivas que el gobierno nacional viene instrumentando desde el 2003. Todos ellos cuentan con equipos interdisciplinarios que dan asesoramiento jurídico y social gratuito, ofrecen mediaciones comunitarias, y también el acompañamiento ante instituciones y organismos públicos en los procesos de vigencia real y efectiva de derechos.
En la actualidad existen 148 CAJ distribuidos en todo el país: 66 centros fijos y 82 centros itinerantes. Las oficinas habilitadas funcionan bajo la órbita de la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia en el marco de un programa federal que busca  extenderse  a todas las provincias. Además, bajo la modalidad de itinerantes, se despliegan oficinas móviles en lugares recónditos, llevando la presencia del Estado allí donde es necesario atender necesidades y dar respuestas.

Mediaciones en los barrios
Este año se realizó el lanzamiento del CAJ Móvil, un nuevo dispositivo que plantea un equipo interdisciplinario autosuficiente con movilidad independiente, permitiendo que esta política llegue a las zonas más aisladas del país. También se implementó el Programa ACERCAR -Mediación Social en los Barrios-, a través del cual, más de 300 operadores de conflicto ubicados en diferentes municipios del país fueron formados, con herramientas para la resolución pacífica de problemas en los barrios. Se proyecta que para el 2015, habrá mil operadores formados.
La Red Federal de “Discapacidad, Justicia y Estado” se conformó con el objetivo de suprimir las barreras que restringen el ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad y fomentar la articulación con otros organismos  para replicar dicha política pública a nivel nacional.

Diez momentos de 2014
1-  La Fundación "María de los Ángeles" inauguró en marzo un nuevo local en Tucumán para la atención de casos relacionados con la trata de personas. En el nuevo predio cedido por el gobierno nacional también funcionará la primera oficina del Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) en Tucumán. “Los centros de asesoramiento me hacen acordar cuando en los 70 los jóvenes militantes que estudiábamos Derecho íbamos a los barrios donde la gente no tenía plata y dábamos asesoramiento”, dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por teleconferencia durante la inauguración.

2-  En abril más de cien chicos festejaron la entrada de Marcela Acuña al Club Atlético Madre del Pueblo en el Bajo Flores. La “Tigresa”, campeona del mundo y considerada la mejor boxeadora argentina de la historia, inauguró un centro de entrenamiento en el primer Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) inaugurado en una villa porteña, la 1-11-14.

3- En Retiro funcionan dos Centros de Acceso a la Justicia (CAJ). Uno de ellos queda pegado a la parroquia que fundó el padre Carlos Mugica en la Villa 31 Bis. El otro, en una capilla pequeña en el barrio Güemes, en la Villa 31. El 11 de mayo se cumplieron 40 años del asesinato de  Mugica. Su presencia como figura de justicia social sigue viva.

4- En el corazón de Villa Jardín, en Lanús, entre calles de barro y casas de chapa y material, el Centro de Acceso a la Justicia “Padre Carlos Mugica” es una pequeña casa de cuatro ambientes. Allí, desde septiembre del año pasado, los vecinos de este barrio de Lanús Oeste se atienden todos los días de 10 a 16. “Tener la justicia cerca es muy importante, porque es un derecho humano para cualquier ciudadano. Mugica fue un luchador por la justicia. Y la justicia es darle a cada uno lo que le corresponde”, dijo el padre Marcelo Rafael Achával, que está a cargo de la parroquia Cristo Redentor.

5- A tres cuadras del río Paraguay, que en julio subió su caudal de tres a nueve metros, está el Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) de Formosa capital. Por las inundaciones que afectaron la zona litoraleña y noreste del país en la sede no hubo descanso ni para la siesta: aunque la tradición es que todo frene de 13 a 17, el CAJ siguió completando planillas para que la ayuda a los llegue a tiempo.

6 - “La obligación del Estado es fortalecer a las poblaciones vulnerables”, dijo el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, en septiembre. Entonces firmó convenios de asistencia y cooperación con el Ministerio de Cultura y con el padre "Toto", de la Villa 21-24. El objetivo es mejorar la articulación que ya existe en base al trabajo del Centro de Acceso a la Justicia que funciona en la parroquia de Caacupé.

7- En la villa 21-24, en el barrio porteño de Barracas, se entregaron en octubre los premios “Padre Daniel de la Sierra”, en memoria de ese cura tercermundista que fundó la parroquia “Caacupé” y durante la última dictadura se opuso a la erradicación del barrio. Los curas de la iglesia reconocieron, como todos los años, el trabajo de docentes, miembros de agrupaciones políticas y de movimientos sociales. Entre otros, fueron galardonados el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, y la subsecretaria de Acceso a la Justicia, María Florencia Carignano.

8- En noviembre se firmó un convenio con el intendente Diego Sartori para sumar a la ciudad misionera Leandro N. Alem el plan Acercar. El objetivo es ampliar la inclusión social y disminuir la conflictividad vecinal en los barrios a través de las mediaciones. Además se inauguró un Centro de Acceso a la Justicia móvil que ya está atendiendo consultas.

9- “Estamos convencidos de la necesidad de la presencia del Estado nacional en los barrios. Donde sabemos que se necesitan de todas las políticas públicas que el Gobierno viene desarrollando en estos diez años. Es acá donde tenemos que trabajar todos los días para ayudarlos a ejercer sus derechos”, dijo María Florencia Carignano, subsecretaría de Acceso a la Justicia, al inaugurar la nueva sede del Centro de Acceso a la Justicia de Villa 15 en Lugano.

10- Frente a la plaza del barrio porteño de Once cientos de comerciantes despachan todos los días en las veredas y comercios a las personas que llegan para abastecerse al por mayor o alimentarse al paso. Es un punto neurálgico donde converge el tren, los subtes y varias líneas de colectivos de corta y larga distancia. Conviven las religiones, las nacionalidades y, por supuesto, las problemáticas. El Centro de Acceso a la Justicia (CAJ) "Eva Perón" está ubicado de forma estratégica a una cuadra de la plaza Miserere y es integral: tiene la presencia de siete Ministerios de la Nación, representados por 28 organismos propios y otros descentralizados. “Es importante que el Estado baje y se instale en la calle con los ciudadanos”, dijo la presidenta de la Nación por teleconferencia para inaugurarlo en diciembre.
Fuente:Infojus