12 de octubre de 2015

EUSKAL HERRÍA.

Carta abierta a Askapena por Alfonso Sastre
Resumen Latinoamericano/ 30 de septiembre 2015 .-

En las cercanías (19 octubre 2015) del juicio contra Askapena que hará la Audiencia Nacional contra esta organización de solidaridad, les envío este mensaje.

Queridos amigos:
Una vez más pongo mi modesta palabra al servicio de los objetivos que vosotros defendéis con la lucidez y el valor que se necesitan para hacerlo en el Reino de España, en el que como sabemos muy bien, la solidaridad es un delito grave.

Particularmente lúcido es vuestro reciente documento del 5 de septiembre, en el que resumís los “Principios de la solidaridad internacionalista” de Askapena, que son cinco, y que yo resumo de la siguiente manera en su totalidad.

1.- La solidaridad no es un delito.

2.- El internacionalismo respeta las luchas de todos los pueblos.

3.- La solidaridad ha de hacernos sentir en lo más hondo cualquier injusticia realizada contra cualquiera y en cualquier parte, y luchar por la causa común de un mundo mejor.

4.- La solidaridad efectiva solo puede realizarse aquí desde un proyecto nacional y social vasco.

5.- La mejor solidaridad es la lucha por la libertad del propio pueblo. Este -finaliza el documento- es el compromiso de los cinco encausados de Askapena independientemente del veredicto de la Audiencia Nacional española.
Salud y libertad.
Alfonso Sastre


Familia y amigos homenajean a Txiki y Otaegi, fusilados por Franco 
Resumen Latinoamericano / 27 de Septiembre 2015.- 

En el acto se ha señalado que el camino hacia la «paz» y la «libertad» debe estar marcado por «la verdad» Familiares y allegados de Jon Paredes (Txiki) y Ángel Otaegi, han homenajeado este domingo a estos dos militantes de ETA fusilados durante el franquismo en el 40 aniversario de su muerte, en un acto en el que han señalado el camino hacia la “paz” y la “libertad” debe estar marcado por “la verdad”.

El recuerdo ha comenzado sobre las 12.00 horas, cuando un nutrido grupo de personas se ha congregado en el cementerio de Zarautz (Gipuzkoa) en torno a la tumba de Jon Paredes, donde su madre, María Manot, y otros familiares y amigos han depositado varios ramos de flores.

En el acto han estado presentes representantes del Gobierno Vasco como la directora del Instituto de la Memoria, Aintzane Ezenarro, y la directora de la Oficina de Derechos Humanos, Mónica Hernández, además del periodista Gorka Landaburu, víctima de un atentado de ETA, y Pili Zabala, la hermana de Joxean Zabala, el integrante de la banda terrorista asesinado por el GAL el 1983, entre otros.

Tampoco han faltado diversos representantes de la izquierda abertzale como Pernando Barrena, Rufi Etxeberria o Joseba Permach, además de la histórica dirigente de la antigua Batasuna Itziar Aizpurua que ha pronunciado un discurso ante los congregados.

Los asistentes han entonado canciones junto a la tumba de “Txiki” en la que estaban colocadas una ikurriña y una bandera republicana así como las fotografías de otros cinco “activistas que murieron durante el franquismo”, ha señalado Marcelo Álvarez, representante de “Ahaztuak 1936-1977”, que ha organizado el acto.

En declaraciones a los periodistas, el hermano de “Txiki”, Mikel Paredes, ha mostrado su satisfacción porque este año se han acercado al cementerio zaraoztarra “gente que otros años no había acudido” y ha remarcado que han asistido aunque “no estén de acuerdo” con los planteamientos” expresados lo que evidencia, a su juicio, que “poco a poco este es el camino”.

Mikel Paredes ha reconocido que “aunque es complicado” el pueblo vasco “está recorriendo un camino lento, pero seguro” y hacia la libertad.

Poco antes, Marcelo Álvarez ha indicado que el homenaje no se debe solo a que Paredes y Otaegi fueran fusilados, junto con otros tres militantes del FRAP, sino a que “eran luchadores antifranquistas que combatieron con las armas contra un régimen que también llegó al poder por las armas”.

Álvarez ha señalado que el camino debe estar “enmarcado por la verdad”, pero “no una verdad de medias tintas”, ha dicho, sino que “tenga carta de naturaleza y rompa el muro del silencio” y ciertos comportamientos que ha calificado de “franquistas”.

Itziar Aizpurua también ha señalado en su alocución que “solo con la verdad” de “una parte del “conflicto” no se podrá construir una paz y una reconciliación.

La jornada se ha completado con un acto celebrado en el frontón de Zarautz que ha clausurado el exresponsable de gestoras Pro Amnistía Juan María Olano, quien ha señalado que frente a quienes defienden “estados federales” o “naciones forales” la izquierda abertzale ha decidido “seguir luchando” por un “Estado vasco independiente y socialista”

Así fueron los últimos fusilamientos de Franco dos meses antes de morir 
Luis Díez 
Como si quisieran borrar de la faz de la tierra el escenario de los últimos fusilamientos ordenados por el dictador generalísimo Francisco Franco, echaron cemento y construyeron una alberca. Me asomé a verla una de las muchas veces que me tocó informar de los actos de interés público en la actual Academia de Ingenieros del Ejército y el Centro Internacional de Desminado, en ese paraje predregoso de Hoyo de Manzanares (Madrid). Contemplé las verdosas aguas del estanque, pobladas de renacuajos, y recordé la voz de José Antonio Nováis, entonces corresponsal de Le Monde en España: “Los trajeron sobre las nueve de la mañana en un furgón custodiado por una caravana de diez o quince coches de la Guardia Civil y los fusilaron a las diez. Desde la entrada, junto a la valla, oímos la descarga como si fuera un trallazo y, poco después, dos tiros más”. De aquellos fusilamientos del 27 de septiembre de 1975 −los últimos perpetrados por la dictadura franquista− se cumplen ahora 40 años.

A los miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) Ramón García Sanz, José Baena Alonso y José Luis Sánchez-Bravo los ejecutaron en la finca militar de Hoyo de Manzanares. Es un monte pedregoso, tupido de arbustos y matorrales, en cuya cima ordenó el dictador que le construyeran una residencia de fin de semana para cazar sin alejarse mucho del Pardo. Le construyeron una mansión digna del sanguinario conde Drácula; parecía inspirada en el relato de Bram Stoker y trasplantada de Transilvania. Desde hace décadas está abandonada y en ruinas.

Poco antes habían ejecutado a los miembros de ETA, también condenados por terrorismo por la justicia militar, Juan Paredes Txiki y Ángel Otaegui Echevarría. A Txiki no lo mataron a garrote vil, como disponía la sentencia, sino con armas de fuego. Lo fusilaron a las 8:30 junto al cementerio barcelonés de Sardanyola del Vallés. Su última voluntad fue pasar la noche con su hermano Mikel y su abogada Magda Oranich. A la misma hora mataron a Otaegi en el penal de Burgos.

Los jueces militares encomendaron a la Policía y la Guardia Civil la ejecución de las sentencias. El general José Vega Rodríguez, que había presidido el Consejo de Justicia Militar y dirigía la Guardia Civil, encargó los preparativos a su subordinado y responsable de combatir a los terroristas, José Antonio Sáenz de Santamaría, que se había significado en círculos militares por su opinión contraria a la pena de muerte.

Santamaría pidió voluntarios en la Compañía de Destinos, pero no se presentó ninguno. Según sus recuerdos, recogidos por Diego Carcedo en el libro El General que cambió de bando, se vio obligado a echar mano del orden regular de servicios para formar el pelotón de fusilamiento.

Temía que se negaran, pero ninguno lo hizo. Para evitar cualquier parecido con la venganza, los mandos acordaron que la Policía Nacional ejecutase a los acusados de matar guardias y la Guardia Civil a los condenados por matar policía.

El curioso acuerdo hizo que a los condenados del FRAP los fusilaran los guardias civiles. Uno de los reos murió en el acto, pero los otros dos siguieron vivos tras la descarga de fusilería. Eso obligó al teniente que mandaba el pelotón de ejecución a ultimarlos con dos tiros de gracia en la cabeza.

Unos días después, aquel teniente sufrió una crisis nerviosa que le mantuvo largo tiempo apartado del servicio. Ni los tres mensajes del Papa, implorando clemencia al dictador, ni las protestas de cientos de intelectuales y de varios mandatarios extranjeros contra las ejecuciones sumarísimas consiguieron torcer la decisión del tirano, que se mantuvo fiel a sus métodos hasta el último momento y quiso proyectar su fuerza contra los ‘elementos subversivos’ con aquellos fusilamientos (los últimos de la dictadura).

¿Quién podía asegurar que el tirano no iba a emplear el Ejército contra el pueblo si proseguían las protestas y las demandas de democracia? Dicen que el miedo no cambia a la gente, pero acojona.

Los titulares de los periódicos −“Fusilados esta mañana”− causaron una profunda impresión y gran silencio interior. Se registraron algunos ‘saltos’ o conatos de manifestaciones en Madrid, Barcelona y el País Vasco. Como si algunos gobernantes de los países llamados civilizados hubieran recordado de repente el origen criminal del régimen español y la catadura moral del dictador, manifestaron su condena y repugnancia, y algunos retiraron a sus embajadores en Madrid. Luis Echevarría, presidente de México −el país que mantuvo su dignidad y no tuvo relaciones diplomáticas con la dictadura española−, reclamó la expulsión de la España franquista de la ONU. Algunas personalidades de la cultura viajaron a Madrid antes de las ejecuciones para pedir el indulto. Llegaron desde París Ives Montand, Regis Debray, Claud Jean Mauriac, Costa Gavras…, pero fueron expulsados nada más bajar del avión en el aeropuerto de Barajas.

La indignación por los fusilamientos estalló entre los miles de exiliados y emigrantes españoles. Con la solidaridad de muchos ciudadanos de los países de residencia, celebraron manifestaciones y concentraciones en las principales capitales de Europa y de América. En Lisboa asaltaron la Embajada española y pusieron en fuga al embajador franquista. En Holanda prendieron fuego a la sede diplomática. En París y en Utrech apedrearon las delegaciones. Las manifestaciones de repulsa se sucedieron en Roma, Bruselas, Berlín… En Nueva York, exiliados, inmigrantes y simpatizantes de la causa de la libertad en España organizaron una marcha por la Quinta Avenida en la que participaron varios miles de personas. La prensa española, aunque amordazada, recogía los ecos de las protestas.

Lo que más preocupaba al dictador y sus secuaces era la amenaza de la Comisión Europea de suspender la negociación sobre la rebaja de los aranceles, pues perjudicaba a los mercaderes de bienes y productos semielaborados. Éstos se enriquecían comprando a terceros y vendiendo al Mercado Común y a algunos industriales autóctonos que se forraban asimismo a costa de los míseros salarios que pagaban a los trabajadores y del trato preferente que recibían de los gobiernos comunitarios en materia arancelaria.

Algunos dirigentes de las Cámaras de Comercio se atrevieron a pedir evolución y no involución. Pero quien más valor le echó y con mayor fundamento y credibilidad habló fue el presidente del Círculo de Economía, Joan Más Cantí. Aquel grupo formado por personas como Carlos Ferrer Salat, Carlos Güell, Arturo Suqué o Enrique Corominas y en el que el socialista Ernest Lluch con poco más de 20 años preparaba los comunicados, exigía nada más y nada menos que el fin de la dictadura y “un cambio democrático”.

Pero el régimen tenía sus armas y sus legiones de paniaguados, y respondió a las condenas de la comunidad internacional con una campaña de afirmación patriótica. “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS”, era el lema más imaginativo de apoyo al dictador. Los alcaldes emitieron bandos convocando una gran manifestación nacional contra “el enemigo exterior”.

Gobernadores civiles y militares, ministros y subsecretarios sacaban pecho. Con el lema “consume nacional”, los sectores más reaccionarios del Movimiento Nacional (partido único) proponían la vuelta a la autarquía (y al hambre).

La manifestación patriótica de apoyo al dictador llenó la Plaza de Oriente. Abundaban militares y funcionarios, gente con bigote reglamentario. Para propiciar la masiva demostración se decretó media jornada festiva. Cerraron los colegios, las oficinas, los comercios, los bancos…

La multitud cantaba himnos patrióticos, coreaba marchas militares y voceaba consignas imperiales. El dictador apareció a la hora convenida en el balcón principal del Palacio de Oriente, acompañado del entonces príncipe heredero Juan Carlos de Borbón. Unos tambores y cornetas impusieron silencio.

“Españoles, españoles todos, gracias por vuestra inquebrantable adhesión y por la serena y viril manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las agresiones de que han sido objeto varias de nuestras representaciones y establecimientos en Europa, que nos demuestran una vez más lo que podemos esperar de determinados países corrompidos y aclara perfectamente su política constante contra nuestros intereses”. Se refirió a Portugal, “la nación hermana que se debate entre la anarquía y el caos”, y no olvidó la famosa “conspiración judeomasónica”.

“Todo obedece −dijo− a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social que a nosotros nos honra y a ellos les envilece”.

Permaneció medio minuto escuchando a la masa que, brazo al frente, atronaba la atmósfera, y se retiró. “Es una calavera con gafas”, dijo Nováis, lo cual era terrible, pues las calaveras nunca mueren. Mes y medio después, con la Marcha Verde de marroquíes avanzando para ocupar la provincia española del Sahara, el dictador la diñó.


La independencia, una cuestión de poder 
Por Ainhoa Etxaide, Secretaria general de LAB / Resumen Latinoamericano/ 25 de Septiembre 2015.-

Un proceso independentista es una carrera de obstáculos. Requiere capacidad política y social para esquivar golpes, afrontar dificultades y superar límites. Paso a paso, hasta la meta final. Cataluña avanza en su camino. Con ambición, rumbo a la siguiente estación. Siguiente meta: la desanexión.

Toca diseñar el proceso y ejecutarlo, porque así lo ha decidido la mayoría. En estas elecciones no deciden la composición de un parlamento autonómico, se decide sobre su ruptura con el Estado.

El discurso del miedo ha acabado por confundir al propio Rajoy. Madrid no tiene claro si en caso de desanexión serán catalanes, españoles, europeos o vaya usted a saber qué. Ahí está la diferencia.

Las catalanas y los catalanes sí lo tienen claro, serán lo que la sociedad catalana decida. Y punto. Amenazan con que el proceso no es legal, que no respeta los límites de la Constitución. Efectivamente, no se basa en la Constitución, se basa en la voluntad de la sociedad catalana. No es legal, pero sí legítimo.

Esa es la clave en los procesos de autodeterminación y secesión según la normativa internacional. Es posible crear un Estado catalán si existe una mayoría que lo apoye. Es posible construir un Estado vasco si así lo decidimos la mayoría del pueblo vasco. Ahora amenazan con expulsarles de la Unión Europea.

El poder económico y político pretende condicionar y cambiar los resultados de las elecciones utilizando el miedo. Síntomas más que evidentes de la mala salud de la democracia europea.

No es insignificante lo que dicen, ¿pero es creíble? Dejar a Cataluña fuera de la Unión Europea es una decisión política, una advertencia que puede resultar creíble en la actual situación.

Ahora bien, si las naciones no reconocidas de Europa decidiéramos y lográsemos construir estados propios, la situación cambiaría radicalmente en Europa. Y las decisiones políticas también. No existen protocolos respecto a los nuevos estados.

Tampoco está regulado el procedimiento para echar a los que ya forman parte de la Unión Europea. No hay tratados que prohíban a un pueblo europeo alcanzar mayores cuotas de autogobierno; incluida la soberanía.

Y además, ¿por qué vamos a tener problemas quienes pretendemos separarnos y no lo que vaya a quedar de España? Hay otro punto fundamental. ¿Alguien ha preguntado a las y los catalanes si quieren formar parte de esta Unión Europea? ¿Nos lo han preguntado a los vascos y las vascas?

Cuántas veces habremos oído que «con independencia, a plantar berzas». Aquí seguimos, en el siglo XXI, en el corazón de Europa, protegidas por la marca España. Echemos cuentas: dos de cada diez trabajadores y trabajadoras son pobres, cuatro de cada diez necesitan prestaciones para cubrir las necesidades básicas porque el empleo ya no nos excluye del riesgo de pobreza.

La mitad de las personas en paro no tiene ningún tipo de ingresos ni protección. Las mujeres tenemos más dificultades que hace diez años para vivir sin depender económicamente de nadie.

Miles de jóvenes obligados a emigrar. Mucha gente tendrá que elegir entre comer verduras frescas o encender la calefacción este invierno. El problema no es la independencia, es el capitalismo salvaje. Anuncian una «catástrofe económica».

Dicen que los bancos se irán, que el capital dejará de invertir. Esa realidad ya existe. El año pasado, en Euskal Herria, la mayoría de las inversiones se realizaron fuera del territorio. Con la liquidación de las cajas han dejado nuestros ahorros en manos privadas; pueden irse cuando quieran.

Y ese riesgo no lo hemos creado las y los independentistas, estamos en contra de esa operación financiera. No es independencia, es capitalismo.

Hablaremos de economía, democracia, situación social, pero la independencia es, ante todo, una cuestión de poder.

Si un pueblo tiene el poder de organizar y gestionar sus recursos, tiene un futuro mejor. Según el Gobierno de Urkullu, el cumplimiento íntegro del Estatuto supondría 10.000 millones más al presupuesto de la CAV.

¿Y la plena soberanía? Echen cuentas. Solo se me ocurre una razón para renunciar a la soberanía, evitar (robar) las posibilidades que nos ofrece para transformar la realidad actual.

Romper las cadenas y dejar de ser subordinado no es un riesgo para un pueblo que quiere ser libre. La independencia no es una amenaza para el pueblo, lo es para el poder actual. Y es por eso que la élite económica, los especuladores y la CEOE han entrado en campaña. Los próximos años serán determinantes.

Decidirán sobre el modelo territorial. Cataluña afronta ese momento político con un proceso en ebullición. Los españoles, por su parte, con su propio proceso para reformar y perpetuar la unidad territorial.

¿Cómo lo vamos a abordar en Euskal Herria? El PNV ya se ha posicionado: renuncia a la soberanía. Anestesia el debate con ponencias de autogobierno y negocia en Madrid a espaldas de la sociedad. Todo un fraude.

El independentismo vasco tiene que tener propuestas claras para abordar este momento político. Debemos concretar ofertas para la ruptura, propuestas soberanistas para construir nuevas realidades, iniciativas políticas que den el protagonismo a la sociedad.

La independencia está en el centro del debate, que no lo arrinconen en Euskal Herria. Demos inicio al debate que defina nuestra siguiente meta y diseñemos el camino. Ese es el impulso que necesita el proceso soberanista.
Envío:ResumenLatinoamericano

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