11 de enero de 2016

EL DIBUJO DE AMELIA.

El dibujo de Amelia
10.01.2016
ESCRIBE ALEJANDRO VIS

Jorge Pousa recuerda la visita a Tres Arroyos de las Abuelas de Plaza de Mayo Amelia Herrera de Miranda y Delia Giovanola de Califano, en diciembre de 1996. Y menciona especialmente un gesto espontáneo de una de ellas. "Luego de la charla que brindaron en la querida Biblioteca Popular José Ingenieros y mientras comíamos unas empanadas con vinito, Amelia, una cordobesa cariñosa y alegre, nos hizo un dibujo con marcador en una de las paredes de la biblioteca. Se trataba del logo de Abuelas con la firma y fecha de la visita", relata.

Después de 39 años de incertidumbre, el 5 de noviembre de 2015 fue encontrado Martín, el nieto de Delia. Vive en el exterior y se presentó en marzo del año pasado en Abuelas en búsqueda de su identidad. "Es el nieto 118", apropiado por la dictadura cuyos orígenes se pudieron reconstruir. Casi 20 años después de su visita a la ciudad, Delia pudo conocer la verdad. "Amelia falleció hace años sin tener esa suerte -dice Jorge-. Su dibujo ya no existe". Ella buscaba a Matilde, su nieta menor. Había perdido en setiembre de 1976, en un operativo, a su hija, su yerno y otros dos nietos.

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El 24 de marzo de 2012, en el Día de la Memoria, La Voz del Pueblo dio a conocer la identificación de los restos de un desaparecido de Tres Arroyos. El Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que Aníbal Delfor Onzari había sido sepultado en una tumba N.N. en el cementerio parque de Mar del Plata. Se trató del primer caso de un resultado positivo en nuestro distrito, a partir de una muestra de sangre aportada por familiares.

Sus hijos Diana Miriam y Adolfo Luis Onzari contaron su experiencia. Para ellos fue difícil hablar en una entrevista de una situación tan personal y dolorosa. Pero tenían, a su vez, la necesidad de compartir un testimonio que podía ser de utilidad para muchas otras familias.

Los restos de Aníbal Delfor fueron trasladados al cementerio local. Conocer su destino le permitió a la familia rearmar y dar sentido a una historia que estaba incompleta. "Si no lo vas cerrando de esta manera, el dolor es muy grande", considera Adolfo Luis.

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El efecto de saber lo sucedido es reparador, ayuda a cicatrizar heridas. El fallecimiento de Hugo Cañón lleva a tener muy presente todo lo que hizo como fiscal general federal de Bahía Blanca por "el conocimiento de los hechos".

Trabajó en forma muy activa en las investigaciones. Y cuando por decisiones políticas no se podía penar a los culpables -punto final, obediencia debida e indultos-, impulsó a fines de la década del 90 los "Juicios por la Verdad".

Entendió que el proceso penal no se agota en la condena y que el Estado tiene la obligación de "averiguar cuál fue el destino de los desaparecidos, dónde están sus cuerpos, para que las familias puedan elaborar su duelo como corresponde". Pidió reabrir causas y establecer el paradero de niños nacidos en centros clandestinos de detención.

Tuvo la valentía de pronunciarse con firmeza y no eligió la comodidad del silencio, en circunstancias desfavorables para el avance de casos relacionados con los derechos humanos. En tiempos en que el orden político y jurídico imponía numerosos obstáculos, defendió los "pequeños espacios de justicia".

Antes de ser convocado para desempeñarse en el ámbito federal en Bahía Blanca, fue secretario del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de Tres Arroyos. Además ejerció la docencia en el ex Colegio Nacional. Uno de sus alumnos de entonces comenta, en la página de Internet del diario, que en sus clases durante el período de la dictadura les enseñaba a "amar la democracia como la única forma posible de vida de la sociedad moderna". No olvida una frase que repetía su profesor: "hacer política es buscar el bien común" (no el bien personal o grupal, distorsión lamentablemente muy extendida). 

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Es propio de la dimensión humana afrontar momentos de debilidad, contradicciones, dudas. El valor reside justamente en que, pese a todo, Cañón transitó siempre por el mismo camino. "Realmente se estaba jugando la vida", destacan quienes recuerdan su tarea en los primeros años del débil renacer democrático.

Delia, Amelia, la familia Onzari y todos aquellos que emprendieron una búsqueda similar, tuvieron un aliado en este fiscal que supo ganarse el afecto y el respeto de muchos tresarroyenses.
Fuente:LaVozdelPuebloDigital

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