03/02/2018
A sus 87 años y a poco de cumplir cuatro décadas como una abuela de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto no se siente cansada. Su experiencia le da la energía para continuar luchando por los derechos humanos y la memoria, algo que ve esencial porque "tapar la historia" es negar "la identidad de un pueblo".
En una entrevista con Efe en la sede en Buenos Aires de Abuelas de Plaza de Mayo, organización que preside desde 1989, señala que todas ellas tienen sobre sus "espaldas" más de 40 años de "caminar", desde aquel octubre de 1977 en el que comenzaron a buscar juntas a los niños desaparecidos en dictadura (1976-1983).
Ella se sumó seis meses después, cuando su hija Laura, militante peronista de 23 años, fue secuestrada junto a su pareja. Entonces, De Carlotto se enteró de que estaba embarazada y se dio cuenta de que no podía buscar a dos seres queridos en solitario.
Pese a que al principio las acompañaban sus parejas, en seguida pasaron a ser solo 'abuelas' porque querían evitar que los "machistas uniformados" se llevasen a los hombres.
"Dijimos: no vengan, dejen, que a nosotras nos llaman locas, nos dicen que somos tontas, que somos mujeres", recuerda, "dijimos: vamos a ir nosotras y proteger a nuestros maridos".
Para De Carlotto, ellos fueron los "héroes anónimos" de esa lucha, ya que "esperar es peor que salir y hacer".
"¡Cómo extrañaban esos hombres!", expresa al apuntar que, como eran "mujeres antiguas", además de trabajar y ejercer su "rebeldía", realizaban las tareas domésticas.
"Tenía cuatro hijos. Los atendía yo, la ropita se la tejía yo, cosía, bordaba, cocinaba. Y las monjas nos decían: 'esperen al marido bien arregladitas porque llega cansado'... ¿Y nosotras qué?", declara.
Ahora, muchas abuelas están enfermas o han fallecido, pero, aunque sean menos, "cansadas no" están.
"Ni desanimadas, ni bajadas del espíritu del lucha. Al contrario: con esta experiencia, tenemos respuestas más rápidas y somos más educadas, más formadas en lo que es la política de los gobiernos de turno", apunta la titular de esta asociación que, con las seis identidades recuperadas en 2017, ha encontrado 127 nietos hasta hoy.
Además, ya cuentan con un "relevo": el de sus descendientes y esa juventud comprometida con los derechos humanos en el país, quienes "serán los futuros buscadores de los casi más de 300 nietos que faltan todavía por encontrar", celebra De Carlotto, maestra de profesión.
Gracias al "esfuerzo" y la constancia de Abuelas y otros organismos de derechos humanos, el año pasado terminó con 27 sentencias y 205 condenados por delitos en dictadura.
Por eso, hace hincapié en la necesidad de mantener la batalla por la memoria histórica y el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad, en Argentina (donde el último régimen cívico-militar dejó 30.000 desaparecidos, según organismos de derechos humanos) y en el resto de países que hayan sufrido una dictadura, como España.
De ahí que rechace por completo que investigar y juzgar lo ocurrido equivalga a "reabrir heridas", como defienden en dicho país europeo sectores conservadores, también dentro del Gobierno.
"Tapar una herida no es cerrarla. La herida está abierta (...). Todo lo que es sacar a la luz ese dolor, que vuelve a doler, es una reparación social, universal. Tapar la historia es la negación de la identidad de un pueblo, el riesgo de la repetición. Cuando no hay justicia, no hay verdad, no hay memoria", asevera.
En referencia a que Argentina es el único país del mundo que investiga los crímenes del franquismo, opina que en España "no les conviene".
"Quizá los cómplices de Franco ya no vivan, viven los hijos y habrán heredado todo lo que se robaron" y "el bolsillo duele, no el corazón", advierte.
También es muy crítica con el presidente Mauricio Macri, a quien acusa de actuar como un empresario y convertir el país austral en "un negocio muy descarnado" donde se adoptan políticas "duras" que causan un gran "agravio" a la ciudadanía.
De Carlotto denuncia que, además de reivindicar la "teoría de los dos demonios" sobre la dictadura, el Gobierno impulsó despidos y cierres de espacios de entes públicos dedicados a encontrar datos sobre los desaparecidos.
"No somos de cerrar puertas, sino de abrirlas y tener un diálogo" con cada presidente pero, con Macri, "que sería necesario, no existe", afirma antes de advertir que, al mismo tiempo, cada vez es más difícil llegar a una parte de la sociedad porque se está profundizando una "brecha del odio" que genera intolerancia.
Los inicios de Abuelas de Plaza de Mayo no fueron fáciles, aunque, con el tiempo, lograron conquistar a mucha gente, que vio que trabajaban con "amor, paciencia, y el deseo de que esto no vuelva a pasar", recuerda De Carlotto.
Por eso, cuando en 2014 encontraron a Guido, su nieto, el número 114, fue histórico y se produjo una "fiesta" en Argentina.
"Verlo el primer día fue el impacto (...). Es una persona muy buena, muy generosa. Nos estamos conociendo todavía, porque no es fácil: él es un hombre y yo lo veo como un niño. Le hago regalos de chicos, juguetes", confiesa.
"Le encanta, por otra parte" porque "falsa, no tuvo ninguna abuela. Y ahora tiene la verdadera", apunta con una sonrisa.
Fuente:Diario.es
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