"El pueblo conoce a sus verdaderos enemigos...si es tan tonto como para dejarse engañar y despojar, suya será la culpa y suya será el castigo..." General Juan Domingo Perón.
Hablan mucho y no hacen nada, o lo que es peor hacen lo antagónico de lo que dicen.
Juraron servir al Pueblo y en realidad son servidos por el Pueblo.
Hombres, mujeres y jóvenes cuyas voluntades son compradas, por su estado de marginalidad, con “planes” y arrastrados como ganado, llenos de miedo, a concurrir a tal o cual lugar o “acto” por temor a perder tan paupérrimo beneficio.
Símbolos con una historia gloriosa, son usados como botines de guerra para vender mentiras en discursos más o menos bien armados, casi siempre escritos no por el que lo dice, en actuaciones merecedoras de premios a eso: “la actuación”, ya que de manera alguna coincide con lo que se acciona y mucho menos con lo que se prometió en campañas electorales costosas, pagadas por corporaciones de todo tipo, y el sudor y la entrega de los militantes, votados con dudosa fe, pero fe al fin, llegaron a ser elegidos por el pueblo, a quien NO representan, NO responden y para el que NO gobiernan.
Pertenecen a una clase que muy bien definió Don Arturo Jauretche, “tilingos”, que además de engañar, día a día incrementan sus bienes personales, y traicionan a diario todos sus principios en nombre de los “que tienen que defender”.
Lo que defienden-en realidad- son sus arcas, el futuro de sus hijos, su pertenencia al establishment político, y una serie de metas personales NO COMUNES al pueblo, que ellos y Dios, si es que existe, solo saben.
Enancados sobre el trabajo militante de los otros, con una gran cuota de suerte- la función política tiene estos matices- llegaron donde están, y apenas lo hicieron creyeron que se convertían en “dueños” de los otros. Pasaron de servir al pueblo a servirse del pueblo, de cumplir con los mandatos para los que fueron elegidos en mandar despóticamente, a cuanto humano cerca tuviesen, autoproclamándose seres iluminados, infalibles y por sobre todo conocedores de la verdad revelada.
Arrogantes, soberbios, mentirosos y timadores, siempre hablando del bien común -común a ellos, claro-andan por la calle, con un séquito de lacayos, de paso cipayos, que podrían estar con cualquier otro tránsfuga dada la misma ocasión.
Como si estos ejemplares políticos no tuvieran con lo antes mencionado suficiente, usan lo más profundo de los dolores del pueblo para seguir engañando: los niños, la violencia, la pobreza, y los desaparecidos.
Esto último, muestra lo más despreciable de sus conductas, ya que jamás participaron de ninguna reivindicación de justicia por las atrocidades de la Triple A, y ni que hablar de los crímenes cometidos durante la última dictadura militar.
Alguno de ellos, en su fuero íntimo siempre estuvieron de acuerdo con una u otra situación.
Como si a esto le faltara poco, en una cabriola circense, hablan y “dicen” construír desde la
Cultura Nacional.
En realidad son productores de eventos, ganancia mediante claro, mediática, económica o lo que fuere, dá igual, pan y circo y de paso a alguien distraído pueden engañar.
Poco importa a quien va dirigido el contenido que se entrega en forma “gratuita”, ¿gratuita?, la cuestión es hacer ruido,"hagamos como que hacemos”, sería el axioma.
Hombres de barro, que el destino quiso, ilusos mediante, que estuviesen donde están, y que tengamos que soportarlos hasta que terminen sus mandatos.
Mientras sigamos, nosotros, el pueblo no comprometiéndonos en la construcción social y política, no exigiendo el cumplimiento de lo prometido a nuestros representantes, no retomando cada día los principios militantes que entendemos como supremos, no formándonos políticamente, estupidizados por los que estos burócratas oportunistas nos pretenden vender, seguiremos repitiendo el grosero error de permitir que semejantes personajes, egoístas, egocéntricos y desfachatados nos sigan llevando por el camino equivocado.
Al que le quepa el sayo que se lo ponga.
Por Mónica Garbuglia.
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