SIRIA, IRAN Y HAMAS EXIGEN UN ALTO EL FUEGO
El presidente de Sudán y comitiva al llegar a Doha.Imagen: AFP
La contracumbre de Doha, convocada por Qatar, para oponerse a la ofensiva israelí en Gaza comenzó ayer por la tarde. Estuvieron presentes, entre otros, del jefe en el exilio del Hamas, Jaled Meshaal, y del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. La reunión, bautizada “Cumbre extraordinaria de Gaza”, se llevó a cabo en un hotel de la capital de Qatar, donde los jefes de Estado o representantes de una docena de los 22 miembros de la Liga Arabe se sentaron alrededor de una mesa redonda.
Las sillas previstas para algunos países árabes estaban vacías, incluida la de “Palestina”, ya que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, prefirió no viajar a Doha. Los países árabes estaban divididos sobre la oportunidad de esta cumbre por la ofensiva israelí en Gaza. La reunión ha sido boicoteada por varios países árabes, incluyendo a Egipto y Arabia Saudita. Siria, cuyo presidente, Bashir al Asad, es uno de los principales participantes en la cumbre, es junto con Irán el apoyo más importante de Hamas, que desalojó a Al Fatah, el movimiento de Abbas, de la Franja de Gaza, tomando el control de este territorio en junio de 2007.
En la reunión se adoptó un documento de once puntos en apoyo de los palestinos que presentará a la cumbre árabe prevista para el lunes y el martes en Kuwait. El documento exige “un cese inmediato de la agresión (israelí) en todas sus formas” contra la Franja de Gaza, el levantamiento del “bloqueo ilegítimo” impuesto por el Estado hebreo y la apertura “inmediata y duradera de todos los pasos” de Gaza. Los participantes en la reunión de Doha también hicieron un llamamiento al conjunto de los países árabes para que “suspendan todas las formas de normalización (con Israel), entre ellas la revisión de relaciones diplomáticas y económicas” y “la iniciativa de paz árabe”. Qatar y Mauritania ya acogieron este llamamiento y anunciaron la suspensión de sus relaciones con el Estado hebreo. Qatar tiene vínculos con Hamas, a pesar de que en su territorio existe una oficina comercial israelí.
(Fuente:Pagina12).
A PESAR DE LOS COHETES DIARIOS, HAY QUIENES APUESTAN POR LA PAZ
El grito de los pacifistas se oye en Sderot
Por Ben Lynfield *
El grito de los pacifistas se oye en Sderot
Por Ben Lynfield *
Considerando que la gente en y alrededor de la ciudad israelí de Sderot ha estado bajo ataques diarios de cohetes de Hamas durante gran parte de los últimos 20 días, uno podría pensar que apoyarían unánimemente la ofensiva en Gaza. Pero en medio del abrumador apoyo a la guerra, se escuchan solitarias voces de disidencia entre los residentes de la frontera de Gaza. Uri Dan, un coordinador de seguridad para Nir Oz, un kibutz que queda a sólo cinco kilómetros de Gaza, es uno de los pocos pero valientes residentes israelíes que dicen que quieren ver la guerra de Israel en Gaza finalizada.
“En Sderot y en el área alrededor de Gaza, el sufrimiento por los cohetes es grande pero no tiene ninguna proporción con lo que les está pasado a los palestinos”, dijo. “Vivimos al lado de los palestinos y tendremos que seguir viviendo con ellos. Uno debiera vivir con un par humano como un vecino, no como un lobo.” Las críticas a la ofensiva militar de Israel en Gaza por imponer una cuota muy abrumadora de muertos civiles palestinos tiene una resonancia añadida cuando proviene de residentes del sur de Israel en cuyo nombre se está librando esta guerra.
Generalmente, la gente israelí está abrumadoramente a favor de la invasión. Pero lo que les falta en número, apoyo público y cobertura de los medios a los disidentes, lo compensan en valentía y una visión de un futuro más pacífico con los palestinos. Dan, de 64 años, un veterano de las guerras de 1967 y 1973, cree que Hamas causó el conflicto y que la decisión de responder militarmente a los cohetes estaba justificada. Pero dice que la escala y el daño a los civiles ha “creado un odio hacia nosotros durante los próximos 20 años entre los niños de Gaza”.
Está haciendo circular una carta en su kibutz y en los kibutz vecinos declarando apoyo a “cualquier paso” que alivie el sufrimiento de la gente de Gaza. Ahora está llamando a un inmediato cese del fuego. “Debemos parar. Es totalmente claro quién ganó y quién perdió esta guerra, pero aparentemente eso no es suficiente para mucha gente.”
En Sderot, para Naomika Zion, una líder del ahora disuelto grupo de diálogo con los residente de Gaza, la guerra ha sido desgarradora, entre estar bajo los ataques de cohetes, conociendo a familiares de soldados enviados a Gaza y preocupándose por los amigos palestinos en la Franja. “Estoy en una tormenta emocional”, dijo. Quizás el momento más tremendo para ella fue cuando recibió una correo electrónico de una niña palestina de nueve años, diciendo: “Ayúdennos, no entienden que también somos seres humanos”.
Zion se opuso a la guerra desde el comienzo. Cree que fue Israel el que rompió el cese del fuego con un ataque del ejército a Gaza el 4 de noviembre. Esta semana escribió un artículo en el popular sitio web Y-net, titulado “No en mi nombre”, afirmando que los israelíes han perdido su habilidad para ver el otro lado y sentir empatía, y que el público militarista “monolítico” y el discurso de los medios es una amenaza mayor al país que los cohetes Qassan. “Fue duro escribir esto, pero estoy lista para pagar el precio del aislamiento social, pero no el temor. Me imagino que la mayoría de la gente piensa que soy una traidora”, dijo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Traducción: Celita Doyhambéhère.
(Fuente:Pagina12).
“En Sderot y en el área alrededor de Gaza, el sufrimiento por los cohetes es grande pero no tiene ninguna proporción con lo que les está pasado a los palestinos”, dijo. “Vivimos al lado de los palestinos y tendremos que seguir viviendo con ellos. Uno debiera vivir con un par humano como un vecino, no como un lobo.” Las críticas a la ofensiva militar de Israel en Gaza por imponer una cuota muy abrumadora de muertos civiles palestinos tiene una resonancia añadida cuando proviene de residentes del sur de Israel en cuyo nombre se está librando esta guerra.
Generalmente, la gente israelí está abrumadoramente a favor de la invasión. Pero lo que les falta en número, apoyo público y cobertura de los medios a los disidentes, lo compensan en valentía y una visión de un futuro más pacífico con los palestinos. Dan, de 64 años, un veterano de las guerras de 1967 y 1973, cree que Hamas causó el conflicto y que la decisión de responder militarmente a los cohetes estaba justificada. Pero dice que la escala y el daño a los civiles ha “creado un odio hacia nosotros durante los próximos 20 años entre los niños de Gaza”.
Está haciendo circular una carta en su kibutz y en los kibutz vecinos declarando apoyo a “cualquier paso” que alivie el sufrimiento de la gente de Gaza. Ahora está llamando a un inmediato cese del fuego. “Debemos parar. Es totalmente claro quién ganó y quién perdió esta guerra, pero aparentemente eso no es suficiente para mucha gente.”
En Sderot, para Naomika Zion, una líder del ahora disuelto grupo de diálogo con los residente de Gaza, la guerra ha sido desgarradora, entre estar bajo los ataques de cohetes, conociendo a familiares de soldados enviados a Gaza y preocupándose por los amigos palestinos en la Franja. “Estoy en una tormenta emocional”, dijo. Quizás el momento más tremendo para ella fue cuando recibió una correo electrónico de una niña palestina de nueve años, diciendo: “Ayúdennos, no entienden que también somos seres humanos”.
Zion se opuso a la guerra desde el comienzo. Cree que fue Israel el que rompió el cese del fuego con un ataque del ejército a Gaza el 4 de noviembre. Esta semana escribió un artículo en el popular sitio web Y-net, titulado “No en mi nombre”, afirmando que los israelíes han perdido su habilidad para ver el otro lado y sentir empatía, y que el público militarista “monolítico” y el discurso de los medios es una amenaza mayor al país que los cohetes Qassan. “Fue duro escribir esto, pero estoy lista para pagar el precio del aislamiento social, pero no el temor. Me imagino que la mayoría de la gente piensa que soy una traidora”, dijo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Traducción: Celita Doyhambéhère.
(Fuente:Pagina12).
HOY SE REUNE DE URGENCIA EL CONSEJO DE MINISTROS PARA APROBAR UNA TREGUA UNILATERAL, PERO NO SE VA DE GAZA
Israel prepara el anuncio de alto el fuego
Funeral en Gaza del ministro del Interior de Hamas muerto anteayer por tropas israelíes.Israel prepara el anuncio de alto el fuego
Imagen: EFE
Por Eduardo Febbro
Desde Jerusalén
Con dos Intifadas y seis guerras en el decurso de su joven trayectoria, Israel se apresta a poner fin este sábado a su séptimo conflicto armado, el tercero del siglo XXI después de la guerra contra el grupo integrista libanés Hezbolá –2006– y la reocupación de seis territorios palestinos en 2002, que desembocó en la extensa agonía política y humana de Yasser Arafat. La población palestina de Gaza podrá salir a la luz y buscar sus muertos entre los escombros dejados por armas de ciencia-ficción empleadas contra una población civil ya asfixiada por la administración represiva del movimiento islamista Hamas. A lo largo del jueves, toda una serie de signos convergentes apuntaban hacia la conclusión de una tregua a pesar de que aún subsistían puntos no resueltos en el acuerdo con el grupo integrista pactado a través de Egipto. Durante el día, el portavoz del primer ministro Ehud Olmert dijo que se estaba muy cerca del “acto final” y, ya tarde en la noche, una fuente del Ejecutivo israelí adelantó que “el gabinete de seguridad debe votar a favor de un alto el fuego unilateral luego de la firma de un acuerdo de seguridad en Washington y gracias a los avances significativos realizados en El Cairo”.
La perspectiva de un alto el fuego estuvo en la línea del horizonte desde el amanecer. Pese a que el ejército prosiguió con sus ataques contra varios objetivos en Gaza, la estrategia de ahogo del territorio palestino se suavizó a tal punto que los tanques israelíes se replegaron a los suburbios de algunas ciudades que ya habían prácticamente ocupado. El punto de inflexión del conflicto pasó por el doble eje de la Casa Blanca y Egipto. La ministra israelí de relaciones exteriores, Tzipi Livni, pactó el respaldo de Washington para frenar el contrabando de armas en la frontera entre Gaza y Egipto al tiempo que, en el curso de su segundo viaje de la semana a Egipto, el negociador israelí Amos Gilad obtuvo garantías de El Cairo en el mismo sentido. Nada permitía presagiar un desenlace tan rápido. El negociador israelí había partido de Egipto sin haber formalizado el acuerdo, mientras que el jefe político de Hamas en el exilio, Khaled Mechaal, había rechazado la tregua con Israel. Por esta razón, Egipto volvió a convocar a los emisarios de Hamas a fin de ultimar los detalles del acuerdo final.
El diario israelí Haaretz reveló que todo se precipitó en El Cairo gracias a las garantías ofrecidas por Egipto en torno de la seguridad en la frontera con Gaza. Según la prensa local, el montaje prevé el recurso de alta tecnología para combatir las actividades ilícitas en la frontera con Egipto –contrabando de armas–, una serie de operativos especiales en la misma Gaza contra los contrabandistas que operan en la ciudad de Rafà, así como la intervención de expertos internacionales que tendrán la misión de encontrar los túneles por donde ingresan las armas de contrabando. Fuentes gubernamentales citadas por la prensa israelí precisaron que el ejército israelí permanecerá estacionado en Gaza por un tiempo que no fue precisado. “Si Hamas vuelve a abrir fuego, no dudaremos en responder y proseguir con nuestra ofensiva, aclaró anoche una fuente cercana al gobierno citada por los medios israelíes. Según la misma fuente, el primer ministro israelí “está satisfecho con los resultados de las negociaciones de El Cairo porque respondieron a las exigencias de base de Israel, que quería una respuesta firme sobre el fin de los disparos de misiles y un acuerdo acerca de la coordinación entre Israel y Egipto sobre la apertura de los pasos fronterizos”, el de Rafà con Egipto y el de Eretz con Israel.
El otro elemento decisivo del alto el fuego unilateral es el acuerdo al que llegaron Estados Unidos e Israel sobre el mismo tema, es decir, la supervisión de la frontera. El esquema pactado con la capital norteamericana comprende compartir información, asistencia técnica, la utilización de varios recursos norteamericanos para impedir que Hamas haga pasar las armas por tierra, mar o aire, dispositivos de detención, vigilancia aérea y hasta la intervención de barcos de países miembro de la OTAN a fin de obstaculizar el contrabando marítimo. Quedan otros puntos o exigencias que Israel introdujo. Una de ellas evoca la condición de que fuerzas de la Autoridad Palestina se desplieguen en la frontera con Egipto. Salta a la vista que de este profuso paquete de garantías no se desprende ni la más mínima mención a los horrores y las necesidades de los palestinos: barcos, armas, alta tecnología y expertos no servirán de nada si la comunidad internacional permite que la población siga sometida al bloqueo, la ocupación, los vejámenes y las tormentas de armas ultramodernas con que Israel martirizó a la población de Gaza durante 22 días. Es asimismo imposible ocultar la aplastante responsabilidad que tiene la comunidad internacional en esta crisis. Su rechazo constante a aceptar la victoria que Hamas obtuvo en las urnas hace dos años y reconocerle su legitimidad radicalizó las posiciones ya extremas del movimiento islamista, condenó a la población de Gaza a la feroz dictadura de Hamas y, sobre todo, echó por tierra la estrategia inicial del presidente de la Autoridad Palestina. Mahmud Abbas pensaba absorber a Hamas integrándolo en el movimiento lógico de la gestión democracia y con ello suavizar sus posiciones, hacerlo evolucionar poco a poco hasta que valide la línea directora de la Autoridad Palestina tal y como fue planteada por Yasser Arafat en las negociaciones de Oslo, es decir, renuncia a la violencia y reconocimiento de Israel y de su derecho a ser un Estado. La comunidad internacional en su conjunto se aunó contra Hamas y con ello hizo añicos la ya endeble unidad palestina. Así condenó a la población a vivir dentro de la boca de varios lobos. Israel habrá obtenido ahora una victoria militar consistente, habrá tal vez debilitado a Hamas e incrementado su propia seguridad, pero a un costo en vidas humanas civiles y abusos pocas veces alcanzado. Puede que Hamas salga vencido, pero la sociedad palestina, no Hamas, sino precisamente eso, una sociedad y no un grupo terrorista. Un Estado hiperarmado lanzó durante 22 días toda su potencia militar contra uno de los territorios más densamente poblados del planeta y con el telón de fondo de las elecciones legislativas israelíes. Jugar con la muerte para ganar en las urnas. Se atacaron objetivos civiles, sedes de organismos internacionales y hospitales con el propósito de eliminar a un grupúsculo que Israel hubiese podido aplastar sin que se pagara un precio tal alto. La retórica islamista de Hamas y la mano de países como Siria e Irán no son menos responsables que Israel de este episodio sangriento que costó la vida a más de 1100 personas, arrasó barrios y ciudades y condenó un poco más a los palestinos al infiero de la destrucción, la muerte y la impotencia.
(Fuente:Pagina12).
Desde Jerusalén
Con dos Intifadas y seis guerras en el decurso de su joven trayectoria, Israel se apresta a poner fin este sábado a su séptimo conflicto armado, el tercero del siglo XXI después de la guerra contra el grupo integrista libanés Hezbolá –2006– y la reocupación de seis territorios palestinos en 2002, que desembocó en la extensa agonía política y humana de Yasser Arafat. La población palestina de Gaza podrá salir a la luz y buscar sus muertos entre los escombros dejados por armas de ciencia-ficción empleadas contra una población civil ya asfixiada por la administración represiva del movimiento islamista Hamas. A lo largo del jueves, toda una serie de signos convergentes apuntaban hacia la conclusión de una tregua a pesar de que aún subsistían puntos no resueltos en el acuerdo con el grupo integrista pactado a través de Egipto. Durante el día, el portavoz del primer ministro Ehud Olmert dijo que se estaba muy cerca del “acto final” y, ya tarde en la noche, una fuente del Ejecutivo israelí adelantó que “el gabinete de seguridad debe votar a favor de un alto el fuego unilateral luego de la firma de un acuerdo de seguridad en Washington y gracias a los avances significativos realizados en El Cairo”.
La perspectiva de un alto el fuego estuvo en la línea del horizonte desde el amanecer. Pese a que el ejército prosiguió con sus ataques contra varios objetivos en Gaza, la estrategia de ahogo del territorio palestino se suavizó a tal punto que los tanques israelíes se replegaron a los suburbios de algunas ciudades que ya habían prácticamente ocupado. El punto de inflexión del conflicto pasó por el doble eje de la Casa Blanca y Egipto. La ministra israelí de relaciones exteriores, Tzipi Livni, pactó el respaldo de Washington para frenar el contrabando de armas en la frontera entre Gaza y Egipto al tiempo que, en el curso de su segundo viaje de la semana a Egipto, el negociador israelí Amos Gilad obtuvo garantías de El Cairo en el mismo sentido. Nada permitía presagiar un desenlace tan rápido. El negociador israelí había partido de Egipto sin haber formalizado el acuerdo, mientras que el jefe político de Hamas en el exilio, Khaled Mechaal, había rechazado la tregua con Israel. Por esta razón, Egipto volvió a convocar a los emisarios de Hamas a fin de ultimar los detalles del acuerdo final.
El diario israelí Haaretz reveló que todo se precipitó en El Cairo gracias a las garantías ofrecidas por Egipto en torno de la seguridad en la frontera con Gaza. Según la prensa local, el montaje prevé el recurso de alta tecnología para combatir las actividades ilícitas en la frontera con Egipto –contrabando de armas–, una serie de operativos especiales en la misma Gaza contra los contrabandistas que operan en la ciudad de Rafà, así como la intervención de expertos internacionales que tendrán la misión de encontrar los túneles por donde ingresan las armas de contrabando. Fuentes gubernamentales citadas por la prensa israelí precisaron que el ejército israelí permanecerá estacionado en Gaza por un tiempo que no fue precisado. “Si Hamas vuelve a abrir fuego, no dudaremos en responder y proseguir con nuestra ofensiva, aclaró anoche una fuente cercana al gobierno citada por los medios israelíes. Según la misma fuente, el primer ministro israelí “está satisfecho con los resultados de las negociaciones de El Cairo porque respondieron a las exigencias de base de Israel, que quería una respuesta firme sobre el fin de los disparos de misiles y un acuerdo acerca de la coordinación entre Israel y Egipto sobre la apertura de los pasos fronterizos”, el de Rafà con Egipto y el de Eretz con Israel.
El otro elemento decisivo del alto el fuego unilateral es el acuerdo al que llegaron Estados Unidos e Israel sobre el mismo tema, es decir, la supervisión de la frontera. El esquema pactado con la capital norteamericana comprende compartir información, asistencia técnica, la utilización de varios recursos norteamericanos para impedir que Hamas haga pasar las armas por tierra, mar o aire, dispositivos de detención, vigilancia aérea y hasta la intervención de barcos de países miembro de la OTAN a fin de obstaculizar el contrabando marítimo. Quedan otros puntos o exigencias que Israel introdujo. Una de ellas evoca la condición de que fuerzas de la Autoridad Palestina se desplieguen en la frontera con Egipto. Salta a la vista que de este profuso paquete de garantías no se desprende ni la más mínima mención a los horrores y las necesidades de los palestinos: barcos, armas, alta tecnología y expertos no servirán de nada si la comunidad internacional permite que la población siga sometida al bloqueo, la ocupación, los vejámenes y las tormentas de armas ultramodernas con que Israel martirizó a la población de Gaza durante 22 días. Es asimismo imposible ocultar la aplastante responsabilidad que tiene la comunidad internacional en esta crisis. Su rechazo constante a aceptar la victoria que Hamas obtuvo en las urnas hace dos años y reconocerle su legitimidad radicalizó las posiciones ya extremas del movimiento islamista, condenó a la población de Gaza a la feroz dictadura de Hamas y, sobre todo, echó por tierra la estrategia inicial del presidente de la Autoridad Palestina. Mahmud Abbas pensaba absorber a Hamas integrándolo en el movimiento lógico de la gestión democracia y con ello suavizar sus posiciones, hacerlo evolucionar poco a poco hasta que valide la línea directora de la Autoridad Palestina tal y como fue planteada por Yasser Arafat en las negociaciones de Oslo, es decir, renuncia a la violencia y reconocimiento de Israel y de su derecho a ser un Estado. La comunidad internacional en su conjunto se aunó contra Hamas y con ello hizo añicos la ya endeble unidad palestina. Así condenó a la población a vivir dentro de la boca de varios lobos. Israel habrá obtenido ahora una victoria militar consistente, habrá tal vez debilitado a Hamas e incrementado su propia seguridad, pero a un costo en vidas humanas civiles y abusos pocas veces alcanzado. Puede que Hamas salga vencido, pero la sociedad palestina, no Hamas, sino precisamente eso, una sociedad y no un grupo terrorista. Un Estado hiperarmado lanzó durante 22 días toda su potencia militar contra uno de los territorios más densamente poblados del planeta y con el telón de fondo de las elecciones legislativas israelíes. Jugar con la muerte para ganar en las urnas. Se atacaron objetivos civiles, sedes de organismos internacionales y hospitales con el propósito de eliminar a un grupúsculo que Israel hubiese podido aplastar sin que se pagara un precio tal alto. La retórica islamista de Hamas y la mano de países como Siria e Irán no son menos responsables que Israel de este episodio sangriento que costó la vida a más de 1100 personas, arrasó barrios y ciudades y condenó un poco más a los palestinos al infiero de la destrucción, la muerte y la impotencia.
(Fuente:Pagina12).
Llueven Kasam
Al menos 15 cohetes palestinos cayeron ayer en las ciudades del sur israelí. La mayoría cayeron en Kiryat Gat, Ashdod y Eshkol y, según fuentes del gobiernos israelí, dejaron cinco heridos, ninguno de gravedad. Sin embargo, hacia la tarde, cuando en El Cairo se vislumbraba un acuerdo para un cese del fuego, un cohete Grad cayó sobre una casa en Ashkelon. Adentro reposaba una mujer embarazada que tuvo que ser hospitalizada de emergencia. Según el diario israelí Haaretz, anoche su condición era estable.
(Fuente:Pagina12).
Al menos 15 cohetes palestinos cayeron ayer en las ciudades del sur israelí. La mayoría cayeron en Kiryat Gat, Ashdod y Eshkol y, según fuentes del gobiernos israelí, dejaron cinco heridos, ninguno de gravedad. Sin embargo, hacia la tarde, cuando en El Cairo se vislumbraba un acuerdo para un cese del fuego, un cohete Grad cayó sobre una casa en Ashkelon. Adentro reposaba una mujer embarazada que tuvo que ser hospitalizada de emergencia. Según el diario israelí Haaretz, anoche su condición era estable.
(Fuente:Pagina12).
COMO ES VIVIR CON COHETES EN ISRAEL Y PIEDRAS EN CISJORDANIA
Los peligros de la frontera
Tropas israelíes y milicianos palestinos combaten ayer en las calles de Ramalá.Los peligros de la frontera
Por Eduardo Febbro
Desde Sderot y Ramalá
La vida en la frontera es peligrosa. Los muros y las balas del ejército israelí por un lado, el mar y los cohetes que Hamas dispara regularmente contra las poblaciones fronterizas del sur de Israel diseñan una vida en el borde peligroso de las cosas. A 200 metros del checkpoint de Kalandia, que es la entrada a Ramalá desde Jerusalén, los adolescentes palestinos juegan el juego de varias generaciones: con pañuelos en el rostro y poderosos hondas en las manos lanzan piedras contra “ese ocupante que está en la frontera pero que se nos mete hasta en la piel”, dice Khaled unos segundos antes de estirar el elástico de la honda y lanzar el piedrazo contra media docena de soldados israelíes que custodian la línea israelí. La imagen de desolación ahoga la respiración. Allí enfrente está el muro construido por Israel entre Cisjordania y Jerusalén. Es alto, extenso, helado y vacío como los ojos de un muerto. Frontera urbana, frontera de odio, frontera de humillaciones legendarias inflingidas por el ocupante.
La frontera de Marlaine es casi bucólica. Tiene el mar a un kilómetro, una colina suave a la izquierda y, un kilómetro y medio más abajo, Gaza. Sobre su cabeza hay un cielo eternamente azul y un puñado de misiles que, casi cada día, caen en el jardín de su casa o la de los vecinos. “Es horrible vivir así, siempre con el terror de esos bichos que nos vienen del cielo.” Y tiene razón. Los chicos juegan en los jardines del coqueto kibutz Zekim en medio de esa amenaza y de macetas construidas con los restos de los misiles artesanales que explotaron el año pasado. Zekim, Kissufim, Saad, Nahal Oz, a lo largo de la frontera sur de Israel los nombres de los kibutz pueden cambiar, no la perspectiva del mar, los contornos de Gaza y del “no man’s land” que bordea la frontera y esa boca ciega de los misiles de Hamas que, en cualquier momento del día, caen en los jardines, los depósitos y las casas. Judíos de origen francés, argentino, uruguayo, brasileño y rumano pueblan estos kibutz que Hamas ha tomado como presa. “En cuanto escuchamos la alarma, tenemos diez segundos para escondernos en los abrigos”, dice Marlaine. Pero ella prefiere no correr hasta esa segunda casa de apenas unos metros cuadrados construidas especialmente para protegerse. “Si me cae, que me caiga en mi casa, a donde vine hace 30 años. Esta es mi tierra.”
“Qué son unos viejos misiles del Hamas hechos con papel al lado de lo que nos hace a nosotros la fuerza de todas las armas israelíes”, dice Kassim. El muchacho tiene apenas 15 años y como 5 de experiencia en el lanzamiento de piedras hacia los soldados que están en el checkpoint. Es toda una ceremonia que se repite cada viernes, al final de la plegaria, entre las 12 y media y las tres de la tarde. “Nos pegan, nos encierran con muros, nos robaron las casas, las tierras, mataron a mi hermano mayor y a nuestros padres y, a lo último, nos construyeron ese muro para aislarnos. Vivimos en una cárcel a cielo abierto”, explica Muhammad. A sus ya 19 años enterró a muchos miembros de su familia y no se conmueve por los misiles de Hamas. “Se lo merecen por lo que nos hacen a nosotros”, dice con ironía. En él hay odio, en la frontera sur no. Víctor, un argentino que vino al sur de Israel hace 35 años “buscando una vida mejor”, extraña a los palestinos, igual que Marlaine o Daniel, un uruguayo. “Antes de todo esto, antes del Hamas, trabajábamos juntos. Ellos venían acá, trabajábamos juntos en la tierra, en la colchonería. Hamas y Ehud Olmert lo complicaron todo. Nosotros queremos que abran Gaza, queremos la paz de antes y no la guerra.” El mar es bello, alucinante, todo azul, eterno y libre, distinto a la otra cárcel de Ramalá y su muro gris, sin salida.
(Fuente:Pagina12).
La vida en la frontera es peligrosa. Los muros y las balas del ejército israelí por un lado, el mar y los cohetes que Hamas dispara regularmente contra las poblaciones fronterizas del sur de Israel diseñan una vida en el borde peligroso de las cosas. A 200 metros del checkpoint de Kalandia, que es la entrada a Ramalá desde Jerusalén, los adolescentes palestinos juegan el juego de varias generaciones: con pañuelos en el rostro y poderosos hondas en las manos lanzan piedras contra “ese ocupante que está en la frontera pero que se nos mete hasta en la piel”, dice Khaled unos segundos antes de estirar el elástico de la honda y lanzar el piedrazo contra media docena de soldados israelíes que custodian la línea israelí. La imagen de desolación ahoga la respiración. Allí enfrente está el muro construido por Israel entre Cisjordania y Jerusalén. Es alto, extenso, helado y vacío como los ojos de un muerto. Frontera urbana, frontera de odio, frontera de humillaciones legendarias inflingidas por el ocupante.
La frontera de Marlaine es casi bucólica. Tiene el mar a un kilómetro, una colina suave a la izquierda y, un kilómetro y medio más abajo, Gaza. Sobre su cabeza hay un cielo eternamente azul y un puñado de misiles que, casi cada día, caen en el jardín de su casa o la de los vecinos. “Es horrible vivir así, siempre con el terror de esos bichos que nos vienen del cielo.” Y tiene razón. Los chicos juegan en los jardines del coqueto kibutz Zekim en medio de esa amenaza y de macetas construidas con los restos de los misiles artesanales que explotaron el año pasado. Zekim, Kissufim, Saad, Nahal Oz, a lo largo de la frontera sur de Israel los nombres de los kibutz pueden cambiar, no la perspectiva del mar, los contornos de Gaza y del “no man’s land” que bordea la frontera y esa boca ciega de los misiles de Hamas que, en cualquier momento del día, caen en los jardines, los depósitos y las casas. Judíos de origen francés, argentino, uruguayo, brasileño y rumano pueblan estos kibutz que Hamas ha tomado como presa. “En cuanto escuchamos la alarma, tenemos diez segundos para escondernos en los abrigos”, dice Marlaine. Pero ella prefiere no correr hasta esa segunda casa de apenas unos metros cuadrados construidas especialmente para protegerse. “Si me cae, que me caiga en mi casa, a donde vine hace 30 años. Esta es mi tierra.”
“Qué son unos viejos misiles del Hamas hechos con papel al lado de lo que nos hace a nosotros la fuerza de todas las armas israelíes”, dice Kassim. El muchacho tiene apenas 15 años y como 5 de experiencia en el lanzamiento de piedras hacia los soldados que están en el checkpoint. Es toda una ceremonia que se repite cada viernes, al final de la plegaria, entre las 12 y media y las tres de la tarde. “Nos pegan, nos encierran con muros, nos robaron las casas, las tierras, mataron a mi hermano mayor y a nuestros padres y, a lo último, nos construyeron ese muro para aislarnos. Vivimos en una cárcel a cielo abierto”, explica Muhammad. A sus ya 19 años enterró a muchos miembros de su familia y no se conmueve por los misiles de Hamas. “Se lo merecen por lo que nos hacen a nosotros”, dice con ironía. En él hay odio, en la frontera sur no. Víctor, un argentino que vino al sur de Israel hace 35 años “buscando una vida mejor”, extraña a los palestinos, igual que Marlaine o Daniel, un uruguayo. “Antes de todo esto, antes del Hamas, trabajábamos juntos. Ellos venían acá, trabajábamos juntos en la tierra, en la colchonería. Hamas y Ehud Olmert lo complicaron todo. Nosotros queremos que abran Gaza, queremos la paz de antes y no la guerra.” El mar es bello, alucinante, todo azul, eterno y libre, distinto a la otra cárcel de Ramalá y su muro gris, sin salida.
(Fuente:Pagina12).
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