13 de octubre de 2009

URUGUAY: EL NIDO ESCONDIDO DEL CÓNDOR-AYER Y HOY DE ELEUTERIO HUIDOBRO FERNÁNDEZ.

En 1977 la Compañía de Contrainformaciones del Ejército uruguayo operó en Argentina, Chile y Paraguay
El nido escondido del Cóndor
Luego de los vuelos de Automotores Orletti (1976) y antes de los traslados de Banfield y Quilmes (1978), hubo otro nido del Plan Cóndor en Argentina. En 1977 en el "pozo" "Club Atlético" estuvieron cinco uruguayos hoy desaparecidos. Dos de las víctimas habrían sido "repatriadas" y asesinadas en Montevideo.
Por Roger Rodríguez


Documento del 9 de abril de 1977 que registra la presencia del mayor Carlos Calcagno en el "interrogatorio" a Inzaurralde y Santana en Asunción
Documento del 30 de abril de 1977 mediante el cual el general Amaury Prantl, del SID, informa en Uruguay acerca de lo declarado por Gustavo Inzaurralde en Paraguay.
Documento del 16 de mayo de 1977 en el que consta el embarque de los dos uruguayos en el avión del vicealmirante Massera con rumbo a Buenos Aires.
Testimonio manuscrito del sindicalista argentino Ricardo Piedró, que confirma la presencia de un uruguayo en el Club Atlético. Identificó una foto de Inzaurralde.
Cinco uruguayos desaparecidos habrían estado en 1977 en el centro clandestino de detención (CCD) "Club Atlético" de Buenos Aires, que funcionó como la sede de operaciones del Plan Cóndor, donde fueron "interrogados" por oficiales de la Compañía de Contrainformaciones del Ejército uruguayo.
Los uruguayos Jorge Gonçálvez, Andrés Bellizzi y Klever Silva fueron secuestrados entre abril y junio de 1977 y habrían sido vistos en "El Atlético", al igual que Gustavo Inzaurralde y Nelson Santana, a quienes capturaron el 29 de marzo en Paraguay y trasladaron a ese centro de torturas en Argentina.
El "Club Atlético" dependía del Comando de la Zona 1 a cargo de la Armada argentina y en él operaron torturadores como Julio Simón (alias el Turco Julián) y Ricardo Taddei, miembros de la Triple A e integrantes de la banda de Aníbal Gordon que un año antes actuó en el centro de torturas "Automotores Orletti".
Orletti había sido el centro de actividades de la coordinación represiva conocida como "Plan Cóndor" donde opositores a las dictaduras del Cono Sur ­entre ellos medio centenar de uruguayos­ fueron torturados, asesinados o desaparecidos entre mayo y noviembre de 1976, fecha en la cual el sitio fue cerrado.
El Atlético funcionó desde diciembre de 1976 hasta el 28 de diciembre de 1977, cuando al llegar la noche todos sus prisioneros fueron trasladados al CCD "El Banco" debido a que el edifico del Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de Policía Federal, en cuyo subsuelo funcionaba el centro de torturas, iba a ser demolido.
Sobre el espacio donde se encontraba "El Atlético", entre las calles Paseo Colón, Cochabamba, San Juan y Azopardo de Buenos Aires, se construyó la autopista 25 de Mayo y el lugar quedó enterrado hasta 2002, cuando se iniciaron excavaciones arqueológicas que permitieron encontrar sus ruinas.
Luego de la demolición del "Club Atlético", la coordinación del Plan Cóndor tuvo como sede los "pozos" de Quilmes y Banfield, donde desde diciembre de 1977 otros cuarenta uruguayos (militantes del GAU, el PCR, el MLN y otros grupos) fueron víctimas de la tortura, la repatriación ilegal y la desaparición forzada.

Los "paramilitares" de Víctor
Las Fuerzas Conjuntas uruguayas comenzaron a coordinar con Argentina desde que fueron formadas en 1971, bajo el mando militar del coronel Gregorio Alvarez, al frente del Estado Mayor Conjunto (Esmaco), y del coronel Ramón Trabal, quien ocupó la jefatura del Servicio de Información y Defensa (SID).
Sin embargo, sería la policial Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) a cargo del inspector Víctor Castiglioni, la que mantendría los nexos oficiales y no oficiales con Argentina, a través del Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE) y de la Policía Federal del vecino país.
Un documento desclasificado, enviado por la Embajada de Estados Unidos al Departamento de Estado en Washington con fecha 1º de setiembre de 1972, denunció que el Escuadrón de la Muerte uruguayo ya recibía entonces ayuda de la SIDE argentina y del Servicio Nacional da Informaçao (SIN) de Brasil.
Esa conexión paramilitar explica las relaciones que policías y militares uruguayos tendrían luego del golpe de Estado de 1973 con la Superintendencia de la Policía Federal, cuya subjefatura ejercía el comisario Alberto Villar, uno de los fundadores de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A).
Villar y Castiglioni participaron de una reunión de coordinación represiva con chilenos y bolivianos, que se realizó en Buenos Aires a principios de 1974. Allí se decidió colocar agentes en las embajadas, crear un canal de comunicación, dar becas de entrenamiento y simular ser "agentes antinarcóticos".
La primera víctima uruguaya de esa coordinación fue Antonio Viana Acosta, secuestrado en febrero de 1974, torturado en el centro de torturas de la Policía Federal ("Coordina") por militares y policías uruguayos, y trasladado en un vuelo de Pluna a Montevideo, donde lo esperaban para encarcelarlo.
Esa coordinación explica la presencia del inspector Hugo Campos Hermida (División de Narcóticos) en Buenos Aires para dirigir, con policías argentinos y civiles contratados, el seguimiento a Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz antes de ser ejecutados en mayo de 1976, según confesó un ex policía federal.

Los "patoteros" del Nino
La reunión de noviembre de 1975 en Santiago de Chile, en la que se formalizó la coordinación del Plan Cóndor, permitió la interconexión directa de las Fuerzas Armadas uruguayas con las "agencias" de los otros países del Cono Sur y la DNII comenzó a ser sustituida por el Servicio de Información y Defensa (SID).
A partir de marzo de 1976, cuando se produjo el golpe de Estado en Argentina, la coordinación pasó a ser directamente con las Fuerzas Armadas uruguayas, que mantuvieron los contactos que la DNII había establecido y se relacionaron con la banda de Aníbal Gordon y con el propio Alberto Villar en la Policía Federal.
Cuando el 9 de junio de 1976 la Policía Federal detiene al sindicalista gráfico Gerardo Gatti, dirigente del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), el general Amaury Prantl, director del SID uruguayo, envía a los mayores José Gavazzo y Manuel Cordero, quienes se instalan con Gordon en "Automotores Orletti".
El primer operativo coordinado con los argentinos desde Orletti fue delictivo: un intento de extorsión al PVP, al cual le pidieron dos millones de dólares por Gatti, seguido por otro chantaje en julio sobre León Duarte. Finalmente le robarían cinco millones de dólares a Alberto Mechoso y Adalberto Soba en setiembre.
El Cóndor en "Orletti" le reportó a la patota de Gavazzo un "botín de guerra" de ocho millones de dólares, que debía repartir en tercios con la banda de Gordon y la gente de Villar. Sin embargo, parte del dinero no fue distribuido y lo trajeron a Uruguay el 27 de setiembre de 1976, junto a las familias de Mechoso y Soba.
A esa "ruptura de códigos" de la "coordinación delictiva" se sumó el "blanqueo" de 23 uruguayos que, secuestrados en Buenos Aires, habían sido traídos a Montevideo el 24 de julio en un "primer vuelo" de Orletti y se los hizo aparecer como "invasores subversivos" en una falsa detención en el balneario Shangrilá.
La aparición pública del grupo de uruguayos que había sido trasladado en julio para su "disposición final" (ejecución y desaparición) llevó a una ruptura de relaciones entre represores de ambos países. Gordon y Villar no perdonaban lo del dinero, pero la dictadura argentina no admitía que hubiera "testigos vivos".

La "Compañía" de Vadora
Aún no se sabe cómo y quiénes negociaron la recomposición de las relaciones, que habría implicado una disculpa uruguaya y un perdón argentino, para el 12 de diciembre de 1976, cuando las patotas de Orletti se reencontraron en un bar de Puerto Madero para despedir al ministro del Interior, Albano Harguindeguy.
Lo que se sabe es que esa negociación determinó la ejecución masiva de otros 22 uruguayos, secuestrados en setiembre y octubre de 1976, que trajeron a Montevideo ese 5 de octubre en el "segundo vuelo" de Orletti. Es posible que se decidiera entonces la desaparición de María Claudia, la nuera de Juan Gelman.
En 1977 Gordon tuvo problemas con el general Otto Paladio y debió refugiarse en Uruguay, donde quedó bajo protección del comandante de la Armada, vicealmirante Hugo León Márquez. Compró una casa en La Paloma y comenzó sus negocios en el frigorífico Comargen junto a sus viejos camaradas de "Orletti".
La coordinación represiva uruguaya con el Plan Cóndor en Argentina sufrió un "impasse". Como el PVP había quedado desarticulado, el SID dejó de tener presencia en Buenos Aires y allí comenzó intervenir otro grupo, más cercano al comandante en jefe Julio César Vadora: la "Compañía de Contrainformaciones".
En 1977 el jefe del Estado Mayor del Ejército era el general Manuel J. Núñez, y la jefatura del Departamento II estaba en manos del coronel Nelson B. Viar, quien en agosto de ese año asumiría la subdirección del SID y sería reemplazado por el coronel Calixto De Armas.
En las tres subjefaturas de "Contrainformaciones" revistaban en esa época los tenientes coroneles Nelson H. Corbo (D-I) y Marcelino H. Rodríguez (D-II), a quien en junio subrogó Víctor M. Escobal, y Hugo J. Sosa (D-III), quien había asumido en ese cargo el 25 de febrero de 1977.
Por entonces, en la "Compañía" operaban los mayores Carlos Calcagno (que en setiembre fue sancionado y enviado al Liceo Militar "General Artigas"), Julio A. Techera y José W. Bassani, los capitanes Eduardo Ferro, Eduardo Ramos, Julio T. Méndez y Juan J. Córdoba, y el teniente primero Glauco Yannone.

Los "prontuarios" de la DNII
Jorge Goncálvez Busconi y Andrés Bellizzi Bellizzi tenían muchas cosas en común: eran uruguayos, los consideraban "subversivos" en su país, se habían ido a Argentina en 1974 y, con otro par de compatriotas, habían puesto un negocio en el Mercado de Rosado, en Avenida Sarmiento y Montevideo.
Ambos se sentían lejos y seguros de la brutal dictadura que entonces se profundizaba en Uruguay. No sospechaban que los ojos de la coordinación represiva que ya existía entre ambos países estarían registrando sus pasos y definiendo en muy poco tiempo su destino.
Gonçálvez estaba, desde principios de los años sesenta, clasificado como un "comunista" en su ficha en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), donde tenían anotada hasta su detención por pegar panfletos de la Federación Anarquista del Uruguay por el 1º de Mayo de 1964.
Bellizzi, que había militado en la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE), fue detenido y fichado en Argentina con un centenar de uruguayos durante un acto contra el aniversario de la dictadura el 2 de junio de 1974 y, sólo cuatro días después, por ese antecedente, la DNII le inició una "ficha" en Montevideo.
El 14 de abril de 1977 Jorge Gonçálvez fue rodeado por tres Ford Falcon y detenido por civiles armados que le preguntaron si era uruguayo. Ese día desapareció y sólo cuatro días más tarde, el 18 de abril, el Ministerio de Relaciones Exteriores le envió un telegrama a la DNII informando de su detención.
El 19 de abril Andrés Bellizzi fue a hacer un trabajo que le habían pedido. No se sabe cómo desapareció, pero esa noche su apartamento fue registrado por personas de civil. La Policía argentina, la Cancillería uruguaya y la embajada italiana confirmaron su detención, pero no supieron el dónde ni el por qué...
La "Investigación Histórica sobre Detenidos Desaparecidos" del Poder Ejecutivo señala que "si bien no existen indicios certeros de dónde fueron recluidos ni por cuánto tiempo, se presume que fueron trasladados al CCD conocido como 'Club Atlético', ubicado en Paseo Colón y Juan de Garay, en Buenos Aires".
El libro "A todos ellos" de Familiares de Desaparecidos agrega que por sobrevivientes de "El Atlético" se sabe que allí interrogaban oficiales de Inteligencia del Ejército uruguayo, entre ellos el mayor Carlos Calcagno y el capitán Eduardo Ferro, ambos de la Compañía de Contrainformaciones.

Los "indocumentados" de Alfredo
Gustavo Inzaurralde y Nelson Santana, militantes del PVP, habían sobrevivido a la represión uruguaya en Argentina y viajaron a Paraguay en busca de falsa documentación para viajar a Europa. Inzaurralde ingresó por Puerto Stroessner el 20 de marzo de 1977 y Santana lo hizo por Puerto Falcsón un día después.
Estaban alojados en el Hotel Stella de Italia en Asunción, junto a tres ciudadanos argentinos en la misma situación: José Nell, Alejandro Logoluso y Marta Landi de Logoluso, quienes tenían contactos para obtener pasaportes, pero fueron detenidos el 29 de marzo por la Policía del dictador Alfredo Stroessner.
Lo que ocurrió con Santana e Inzaurralde apareció documentado en los Archivos del Terror paraguayos encontrados en la ciudad de Lambaré en 1992. Ambos fueron interrogados por el jefe del Departamento de Investigaciones, Pastor Milciades Coronel, que informa de su detención a la dictadura uruguaya.
El 5 y 6 de abril se realiza una reunión en Asunción entre la Policía e inteligencia militar paraguayas, agentes de la SIDE argentina y "el mayor Carlos Calcagno del Servicio de Inteligencia del Ejército uruguayo", que interrogan "minuciosamente" a los detenidos. Calcagno informaría al SID que hace un informe el 30 de abril.
Inzaurralde y Santana fueron torturados varios días en la Dirección de Vigilancia, hasta que los llevan a la Jefatura de Investigaciones, donde permanecían esposados en una silla frente a una pared y por las noches dormían en una celda junto a otros detenidos, testificó Jaime Burgos, preso en el lugar.
Otro documento del Archivo del Terror establece que el 16 de mayo los dos uruguayos y los tres argentinos fueron trasladados a Buenos Aires en el avión de la Armada argentina (matrícula 5-T-30) del comandante en jefe Eduardo Massera, que piloteó el capitán de corbeta D'Imperio (con el alias "Jorge Abdala").
Los cinco detenidos quedaron en manos de dos agentes del SIDE identificados como José Montenegro y Juan Manuel Berret. El informe de la Policía paraguaya establece que Inzaurralde, Santana, Nell y el matrimonio Logoluso "fueron expulsados del país por carecer de documentos de radicación".
Se desconoce lo ocurrido con los dos uruguayos durante los primeros diez días de su traslado a Buenos Aires, hasta que el 26 de mayo Gustavo Inzaurralde también fue visto por otro secuestrado en el centro clandestino de detención "Club Atlético", por el que ya habrían pasado Jorge Gonçálvez y Andrés Bellizzi.

El otro "nido" del Cóndor
Ricardo Hugo Piedró, hoy secretario de Derechos Humanos de la Central de Trabajadores Argentina (CTA), había sido detenido en su domicilio el 10 de mayo de 1977 junto a su esposa, Graciela Beatriz Funes, y ambos fueron llevados al "Club Atlético", donde permanecieron hasta el 27 de mayo por la noche.
Piedró testificó ante el juez Néstor Blondi en 1984: "El 26 colocan en la misma celda donde estaba el denunciante a un uruguayo, quien había sido detenido en el aeropuerto de Paraguay a punto de viajar a Suecia. Su mujer estaba en Suecia (embarazada), exiliada". Años después identificó la foto de Inzaurralde.
Goncálvez, Bellizzi, Inzaurralde y Santana (sobre el que existe otra versión de traslado, ver nota adjunta) no habrían sido los únicos compatriotas que fueron secuestrados en el "Club Atlético". También habría estado en ese centro de torturas el uruguayo Klever Silva Iribarnegaray.
El padre Mauricio, como era conocido el sacerdote salesiano que se había integrado a una humilde congregación y vivía de su trabajo de barrendero, fue secuestrado en la vía pública el 14 de junio de 1977 y, según el Informe de la Comisión para la Paz, habría estado en Campo de Mayo y en el Club Atlético.
El carácter internacional que el "Club Atlético" tuvo en el marco de la coordinación represiva del Plan Cóndor en 1977 también fue confirmado por el testimonio de víctimas chilenas durante el juicio en Argentina sobre el asesinato del general Carlos Prats, ocurrido en Buenos Aires en setiembre de 1974.
Los testigos señalaron que el ex agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) chilena Enrique Lautaro Arancibia Clavel (condenado a prisión perpetua por la muerte de Prats), también había participado en el secuestro, tortura y desaparición de chilenos en centros clandestinos de represión de Argentina.
Los testimonios clave fueron los de las sobrevivientes chilenas Laura Elgueta Díaz y su cuñada, Sonia Magdalena Díaz Ureta, secuestradas el 12 de julio de 1977 en Buenos Aires y torturadas en un "pozo" que identificaron como el "Club Atlético". Por el caso, Arancibia Clavel recibió otros 12 años de prisión.



ENTREVISTA CON EL FUNDADOR DE TUPAMAROS Y SENADOR DEL FA ELEUTERIO FERNANDEZ HUIDOBRO
Eliminamos pobreza pero aún falta
El Ñato reconoce que Mujica se fue de boca al hablar de los políticos argentinos, pero que ese error no explica de por sí el aumento de los indecisos (en torno del 12 por ciento) para las presidenciales del 25 de octubre.

Fernández Huidobro dijo que el Frente Amplio tiene “el zoológico completo”.
Por Mercedes López San Miguel

A Eleuterio Fernández Huidobro lo une toda una vida legendaria con el candidato presidencial José “Pepe” Mujica. Durante la dictadura uruguaya compartieron 13 años de cárcel con otros siete hombres, los llamados “nueve rehenes”. El Ñato Fernández Huidobro, un fundador del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), es autor, junto a Mauricio Rosencof, de Memorias del calabozo, en el que relatan las condiciones infrahumanas de su padecimiento. “Una noche de septiembre de 1973, nueve militantes del MLN fuimos sacados, por sorpresa, de cada una de nuestras celdas en la cárcel de Libertad. “Era el principio de un traslado vergonzante” dice el texto. El relato se hilvana a través de un diálogo entre ellos en el que recuerdan que los militares buscaban volverlos locos, empujándolos a “un mundo del silencio”, sin poder hablar. Fueron sistemáticamente golpeados, torturados, desprovistos de comida y de aseo diario. “Deseaba que algún día me llevaran a una cárcel”, recuerda hoy, con ojos vidriosos, en un hotel de Buenos Aires, el senador del Frente Amplio que aspira a ser reelecto en 15 días.
El Ñato reconoce que Mujica se fue de boca al hablar de los políticos argentinos, pero que ese error no explica de por sí el aumento de los indecisos (en torno del 12 por ciento) para las presidenciales del 25 de octubre. “En parte son nuestros errores, en parte es el derrumbe del Partido Nacional (Blanco)”, afirma a Página/12. Mujica lidera los sondeos con cerca de 44 por ciento de intención de votos, seguido por el candidato blanco, Luis Alberto Lacalle (32 por ciento) y Pedro Bordaberry (10 por ciento) del Partido Colorado.
–¿Qué lo une a José Mujica?
–Toda una vida. En 1958 Mujica tenía 23 años y yo, 16. Nos conocimos con el triunfo del Partido Blanco. Pepe se vestía y hablaba igual que ahora. Esa esperanza de cambio que no fueron los blancos recién se plasmó en 2004, con el triunfo del Frente Amplio. En todo ese periplo anduvimos juntos. Cuando nos designaron “rehenes de la dictadura” nos unimos más. Pasamos 13 años en calabozos diferentes. Juntos salimos y reconstruimos el Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Hoy Pepe es candidato a la presidencia: eso ya trasciende aquella historia. Ahora él es propiedad de todo el Frente Amplio.
–En este último mes el FA no creció en los sondeos. ¿Puede atribuirse a las declaraciones que publicaron sobre Mujica en el libro Pepe, coloquios, opinando sobre los políticos argentinos?
–Sí, puede ser. Pero también se debe al derrumbe del Partido Nacional, que levantó una gran polvareda y los llevó a muchos a estar indecisos. Creció más el Partido Colorado, porque ahora se dan cuenta de que los blancos pueden perder. El número de indecisos se conforma de algunos errores que cometimos en la campaña electoral y de la caída de los blancos.
–¿Para usted lo que dijo Mujica fue un error?
–Sí, le dije “metiste la pata”. Es la opinión de todo el FA. Tampoco comparto que Tabaré Vázquez desde EE.UU. haya dicho que Mujica habló estupideces. Se fueron de boca los compañeros. Igual, todos coinciden en que el golpe no fue tan grave y que no explica totalmente el tema de los indecisos. Por eso es importante venir a Buenos Aires para decirles a los uruguayos que viven acá que vayan a votar. Cualquier puntito o puntito y medio que viene de Argentina puede hacernos ganar en primera vuelta.
–Porque no es tan claro el triunfo en primera vuelta.
–Las encuestas están indicando que, aunque haya ballottage ganamos.
–¿El Frente Amplio sigue representando los ideales de izquierda?
–El Frente fue creado en horas feas, con gente proveniente de muchos lados, también de nuestra experiencia. Fuimos muy criticados en aquel momento porque siendo guerrilla apoyábamos una fuerza electoral, nunca vimos incompatibilidad. Toda lucha servía. A la hora de la tortura, del asesinato, de la desaparición, la derecha no discriminó entre guerrilleros y militantes de una fuerza política legal. Los ideales de cada cual están todos presentes. Hoy el Frente Amplio es un zoológico completo, tenemos el león, el tigre y la cotorra. Cada uno mantiene sus posiciones, aunque alguna no la comparta.
–Como gobernante de izquierda, en un momento Tabaré Vázquez barajó la posibilidad de un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
–El asunto fue muy debatido en las bases y culminó con el triunfo de la línea del No. El TLC contenía cláusulas leoninas e imperiales. Le quiero aclarar que a Estados Unidos si se descuida le vendemos de todo, no somos tan principistas.
–¿Que el ex ministro de Economía Danilo Astori sea parte de la fórmula es una especie de guiño a Estados Unidos?
–Sí, pero Astori aceptó por fin la resolución del FA. Puede dar una señal de tranquilidad a los sectores financieros, de seriedad en manejo de la macroeconomía.
–¿Cuál es su postura sobre verdad y justicia en relación con el terrorismo de Estado?
–A mí me importan las dos cosas. Perdimos el plebiscito del ’89 sobre la anulación de la Ley de Caducidad. En ese momento quedaba gente que creía que no había habido torturas, que eran mentiras nuestras. El sí sale seguro. Los sondeos aún no muestran una intención del 50 por ciento, pero yo creo que es porque no se meten en los barrios más pobres.
–Si las papeleras destruyen empleo y afectan el medio ambiente, ¿por qué seguir avanzando con nuevas inversiones?
–Uruguay es un país forestal. Vamos a tener la misma cantidad de papeleras que la Argentina. No afectan al empleo, al contrario. Crean fuentes de trabajo, de puestos indirectos. Hay un primitivismo exacerbado del Partido Verde. Yo fui a Juan Lacaze (una pequeña localidad cerca de Colonia). Esa vieja papelera es altamente contaminante, tiene una tecnología vetusta y nadie dice nada. Si decís algo, te echan, porque viven de eso. Es igualita a la planta que hay acá, la de Papel Prensa (en San Pedro).
–¿Quedan deudas pendientes?
–No hemos solucionado el flagelo de la pasta base y el hacinamiento en las cárceles: la enorme mayoría de los presos son jóvenes adictos que requieren tratamiento. Está en el programa del FA para los próximos cinco años. Eliminamos pobreza, pero falta y prometemos erradicar la indigencia definitivamente. En el eje de la mejor distribución del ingreso estuvo el impuesto a la Renta. Es un impuesto muy resistido, incluso compañeros que decían ser socialistas y revolucionarios se opusieron. La víscera más sensible es el bolsillo, como decía Perón.
–¿Cuál debe ser el rol del Estado?
–Soy contrario al neoliberalismo. También al stalinismo, porque fue el camino más largo al capitalismo. Con el Estado que tenemos es imposible construir un Uruguay productivo, es un Estado hecho para el Partido Colorado. Se necesita una reforma que lo dote de eficiencia. Hay empresas que nos hacen creer que son públicas, pero han sido privatizadas. Cuando llegamos al gobierno nos dimos cuenta.
–¿Como por ejemplo?
–La UTE, la empresa de energía eléctrica no está al servicio del país, sino al de sus gerentes. Es una empresa pública entre comillas.
(Fuente: Pagina12).


Tupamaros "La lucha continúa"
Por Lucho Soria
Eleuterio El Ñato Fernandez Huidobro fue, junto al legendario cañero Raúl Sendic, uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Actualmente es miembro de su dirección. De sus 55 años de vida, 13 los pasó en la cárcel. En esta nota su testimonio.
"Creamos Tupamaros a mediados de la década del 60 como una organización guerrillera, revolucionaria, que nació de grupos de autodefensa que tenían los sindicatos y los partidos políticos de izquierda para defenderse de las bandas fascistas", dice Fernández Huidobro, al tiempo que explica el surgimiento de los tupas "en el alza de masas que vivíamos aquí, al igual que en el resto de América Latina".
El veterano dirigente resalta "la fuerte composición obrera y campesina del MLN, además de una militancia que cargaba en sus espaldas las frustaciones de la izquierda tradicional."
--¿El surgimiento de los Tupamaros cambió radicalmente la situación política de Uruguay?
--Sí. Hasta la derecha lo admite a través de sus principales ideológos. Pero no puedo dejar de confesar que me queda grande decirlo, porque nacimos simultáneamente con la Central Unica de Trabajadores y con un nuevo movimiento estudiantil y cultural en todos los órdenes. La resistencia popular adquirió formas inéditas en las aulas, en las fábricas, en el campo, en las calles. Por lo tanto, somos parte de un proceso mucho más vasto. El surgimiento y expansión del MLN no puede explicarse fuera de ese marco de masas.
--¿En qué momento las clases dominantes advierten que el MLN está minando su poder?
--Cuando nos fugamos de la cárcel de Punta Carretas el 8 de setiembre de 1971. Creo que lo venían visualizando desde antes, pero ése fue el hecho detonante. El gobierno lo admite en un decreto que reconoce que los aparatos policiales han sido derrotados por la guerrilla y que establece que las Fuerzas Armadas se encarguen de la represión, dos meses antes de las elecciones.
--¿Cómo se planta el MLN ante esa situación?
--Mal. Y ese es uno de nuestros errores. Nosotros no nos dimos cuenta del calibre de esa decisión estratégica que habían tomado las clases dominantes y el imperialismo. No nos preparamos adecuadamente y a tiempo para una ofensiva de aniquilamiento que se había ordenado realizar a sangre y fuego. No nos readaptamos para los combates por venir.
--Vista desde la Argentina, la recomposición de la izquierda uruguaya resulta muy peculiar...
--En Uruguay se reconstruyó hasta el ultimo partidito de izquierda. Cada uno armó nuevamente sus siglas, con todos sus dolores y alegrías. Y acá estamos. En Uruguay hubo gran trabajo de reivindicación histórica. Nadie renunció a su pasado. Todos lo levantamos con orgullo. Fue uno de los combates más hermoso que protagonizamos, inserto ahora en las formas democráticas. La lucha continúa. No nos pudieron borrar de la realidad uruguaya, ya que pretendieron que seamos objeto de estudio. Pero acá estamos, con nuestras historias, con nuestras banderas, con nuestras pintadas. Peleando todos los días codo a codo con nuestros hermanos de clase. Con la alegría de siempre, la de toda la vida.
--¿Cómo fueron procesando Uds. el pasado en todos estos años?
--En la dureza del exilio, de la cárcel, la clandestinidad, en las pintadas y las pequeñas reuniones de la época de la dictadura seguimos alimentando nuestra decisión de estar siempre junto a nuestro pueblo. Y, después, en los comienzos de la década del 80, esta convicción se reafirmó. No sólo nosotros: son los pueblos los que, más tarde o más temprano, sienten la necesidad de recuperar la memoria histórica, más fuerte cuanto más hayan querido sepultarla sus enemigos, como respuesta a la monopolización del relato histórico que todo lo tergiversa para abolir la memoria de las experiencias de lucha popular. En este sentido, la apertura democrática favorece esta recuperación, que no está saldada todavía. Al contrario, falta mucho por hacer.Hay que destacar que la lucha contra la impunidad de los militares se hizo a lo largo y ancho del Uruguay con tribunales populares. Una acción colectiva consistente en la que cada uno aportó su granito de arena a la reconstrucción de la memoria histórica, que es también memoria política y, por lo tanto, presente.
--¿Esto forma parte de la lucha democrática.
--Así es compañero. Todas las formaciones de izquierda, muchas de las cuales habían practicado la lucha armada, en el proceso de salida de la dictadura asumimos los nuevos estadios que depara la lucha de clases. Con la gente, en la calle, junto a los trabajadores, asumiendo unánimemente la inserción en la lucha política democrática. Fue un momento importante, crucial, porque desde la ultra derecha se alertaba sobre el peligro de aceptarnos, ya que decían que en cualquier momento volvíamos a empuñar las armas.
(Fuente: Revista Los 70, 1977).
(Fuente:recopilación de notas:Rdendh).

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