17 de noviembre de 2009

MAR DEL PLATA: HOMENAJE A "QUIQUE" PECORARO.

HOMENAJE A ENRIQUE “QUIQUE” PECORARO
Vivir eternamente
Su familia y sus compañeros lo recordaron a 30 años de su asesinato, en un acto cargado de emoción y reencuentros. “Esto es reparatorio”, dijo Alicia Ruszkowski, quien fue su compañera.
Por Belén Cano
Treinta años pasaron de su desaparición y asesinato. Su rostro, que lo muestra con anteojos y una sonrisa que no se borra, quedó impreso en una placa que lo recordará en la Universidad, el lugar que supo ser suyo, por convicción, por trabajo y dedicación. Enrique “Quique” Pecoraro tuvo ayer su homenaje. Su mujer, sus hijos, sus compañeros, amigos y conocidos, docentes y alumnos de la casa de estudios de hoy dijeron presente. Hubo anécdotas y cartas enviadas desde otras provincias y otros países. El acto estuvo cargado de emoción. Se dijo que fue un intelectual lúcido, un militante valiente, un hombre audaz y querido por todos.
Roberto Carri, docente universitario, lo trajo a Mar del Plata como jefe de trabajos prácticos de sociología general. Desde esa cátedra fue que Quique Pecoraro comenzó a hacerse su lugar en la universidad y en la ciudad.
En poco tiempo, cuentan quienes lo conocieron, su departamento en el primer piso de la calle Córdoba se transformó en un ámbito privilegiado de estudio, de encuentro, de discusión, de militancia.
Quien dirigió el acto fue Alicia “la Polaca” Ruszkowski, ex detenida desaparecida y compañera de Quique. “Esto es repatorio”, dijo, para los compañeros, para su familia y sus amigos.
Dijo que Pecoraro “construyó un pedazo de esta Universidad: con esfuerzo, con militancia, con coherencia, con tozudez, con una fe y una fuerza inquebrantable”. “En esa época –aseguró- trascendimos el yo individual, construimos el nosotros. Hoy nos une otra vez”, destacó.
Carri fue el celestino. Ella se casó con Pecoraro y tuvieron tres hijos. Dijo que en todo momento tuvieron un fuerte compromiso con la carrera. “Se cortó por la larga noche de la dictadura. Tuvimos que ir a lugares diferentes en el mundo, tuvimos que escondernos, teníamos el miedo y la amenaza de la muerte encima”, rememoró.
“A Quique lo mataron por ser consecuente con sus ideas. Tenía firmeza de pensamiento y de convicciones”, destacó.
Agradeció a sus hijos, sus padres, su hermano –que por protegerla casi pierde la vida-; Magda Bruzzone –que cuidó de sus hijos mientras estuvo detenida-; a sus ‘amigos del alma’; a los HIJOS, a viejos compañeros que ayer la acompañaron con la presencia o con la palabra enviada a través de un correo electrónico.
Su hija Ana leyó una carta que su hermana Laura envió desde Costa Rica. “De muchas maneras él (por su papá) siempre estuvo a mi lado. Como dice una canción: ‘Sus pies me abren el camino, yo sigo y nunca me siento sola’”.
Su mamá leyó la posdata, una frase de una canción de Silvio Rodríguez: “¿Quién se atreve a decirme que debo arrepentirme de la esperma quemante que me trajo? Porque sangra de abajo yo no vendo ni rajo mi pasión”.
Roberto Gutman fue compañero de Quique. Hoy trabaja en la Municipalidad de Moreno, impulsó la creación de un centro de día y quiso ponerle Quique Pecoraro de nombre. Ya está en edad de jubilarse, pero sigue trabajando. Dijo que es el legado de Quique. “Nos dejó vivo el entusiasmo”, explicó.
Hugo Guangiroli, médico psiquiatra que vino especialmente desde Brasil para el homenaje, contó el último encuentro con Pecoraro, en una isla del Tigre: “Quique hablaba con nosotros en una mesa y decía: ‘¿Cuánto vamos vivir? ¿Tres años, cuatro años?’. Tenía conciencia de lo que estábamos haciendo, de enfrentar a ese Ejército Argentino, es el ejército de Buenos Aires, que mandó a San Martín al exilio, que tiene asesinos, criminales, torturadores. Los héroes son nuestros y Quique es nuestro”.
Inmerso en la emoción, finalizó su discurso entre aplausos. Aunque después pidió la palabra para elogiar a quienes hoy siguen luchando. Nombró al ‘Negro’ Eduardo Soares y a Jorge Casales.
Mirta Clara, ex detenida desaparecida, desde Buenos Aires envió un poema de Teresa Parodi: “Mis compañeros, inquebrantables, puros, sinceros, dejan el alma en todo momento, en lo infinito del sentimiento, con alegría casi insolente, mientras construyen día tras día, las esperanzas de tanta gente”.
Patricio Castiglioni, desde Costa Rica, envió una emotiva carta. Recordó desde los gestos de sus ‘manos parlantes’ hasta de la valentía de Enrique Pecoraro. Dijo no olvidar sus manos, sus palabras y aseguró que estaba más vivo que muchos, que deambulan autistas, encerrados en la cárcel del yo.
Jorge Casales, que militaba en la JUP, destacó el papel de Pecoraro en la casa de estudios. “Hay logros universitarios que perdurarán de por vida. Él y Coca Maggi firmaron en la Universidad Católica la derogación del arancelamiento. Es un hecho histórico”, destacó.
También recordó que fue impulsor de cambios en programas de materias, entre ellas de economía política. Fue Pedro Federico Hooft quien, años después, volvió a cambiar el contenido por entender que tenía “contenidos subversivos”. “Esto enaltece a los compañeros”, destacó Casales. “Fue un militante ejemplar, un gran amigo y un hombre solidario”, dijo de él.
El homenaje, anunciaron, constituye una pequeña gran victoria. Porque ni el terror que se impuso ni el tiempo transcurrido silenciaron su decir. Morir luchando por el pueblo, se dijo, es vivir eternamente. El rostro de Quique sonreía desde la placa. Los presentes sintieron que su compañía no se apagó.
(Fuente:Rdendh).

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