10 de marzo de 2011

OPINIÓN.

miércoles 9 de marzo de 2011
¿A qué viene Obama a Chile, Brasil y El Salvador?
Por Ernesto Carmona
A dos años de su aparición “amistosa” en la cumbre de Trinidad y Tobago, en abril de 2009, cuando aún estaba fresco el maquillaje electoral del “cambio”, Obama amenaza hoy con venir a América Latina. No es buena noticia desde que en junio de ese año su gobierno respaldó el golpe contra Manuel Zelaya en Honduras. Y luego ha borrado todas las expectativas de “cambio” creadas por la propaganda mediática.

Su gobierno sigue metido hasta el cuello en Afganistán e Irak, con el mismo jefe del Pentágono que tuvo Bush, el belicista Robert Gates, quien sustituyó a Donald Rumsfeld. Intensificó el bombardeo mortífero a control remoto, “secreto” y diario, contra la población rural civil de Pakistán por estimarla “terrorista”. No se ha visto ningún cambio real en política exterior. Obama impulsa nuevas guerras que sus verdaderos jefes del complejo industrial-militar tienen en barbecho, como la ansiada agresión a Corea del Norte. Tampoco renuncia a su “oscuro objeto del deseo” del petróleo de Irán y la destrucción de su liderazgo en el mundo islámico chiíta. Ahora está ansioso por lanzar la invasión a Libia, con o sin OTAN. Lo secundan el gobierno conservador del Reino Unido e incluso Rodríguez Zapatero, de la empobrecida España, que busca el aval político de la Liga Árabe o la Unión Africana. Aquello que llaman “la comunidad internacional” preparó el terreno, aunque dicen que Rusia y China vetarán la invasión en el Consejo de Seguridad ONU. Alemania manifiesta reservas, pero de los dientes hacia afuera, después de alargar su presencia en Afganistán luego que un soldado afgano le dio muerte a tres alemanes que se supone lo estaban adiestrando.


El viaje de Obama fue pergeñado ante la notoria pérdida de influencia del imperio en la opinión pública más politizada para urdir intrigas contra numerosos gobiernos desafectos a Estados Unidos de América Latina. En esta gira de viajante con maleta nueva, Obama viene a vender la propaganda del viejo elixir milagroso de la “democracia made in usa”. Para dorar mejor la píldora mediática viene con su esposa embarazada, Michelle, y las hijas Malia y Sasha, más un séquito estimado en 700 adláteres, entre agentes secretos, militares, asesores, empresarios y toda suerte de truhanes, cuya pernocta regocija a los hoteles de 5 estrellas en Brasil, Chile y El Salvador. Argentina no figura en el itinerario.


Obama quiere exhibirse como un buen padre de familia, cariñoso con los niños. El 1 de marzo las tropas OTAN en Afganistán, que dirige el general de ejército de Estados Unidos David Petraeus, dieron muerte a nueve niños que recogían leña para sus hogares campesinos en las zonas tribales, sólo porque tenían aspecto de "talibanes". Los aviones "drones" sin piloto matan niños y adultos civiles todos los días en la guerra secreta de Pakistán, tele-comandados por ciber asesinos que trabajan en sus oficinas a miles de kms. Pero esas frecuentes muertes de menores son simple "daño colateral". Cuando los aviones de Estados Unidos y la OTAN lanzan bombas a la población civil de cualquier país no incurren en "terrorismo", sino en “actos de guerra”. Sólo son "terroristas" quienes ponen bombas a pie porque no tienen aviones, sean o no afganos.


“We can change”


Obama obedece al poder militar-industrial, que es el verdadero gobierno en la sombra de Estados Unidos. En lo personal, pudo tener otras intenciones, pero a estas alturas lo cierto es que “no pincha ni corta” en el poder real. Ganó la elección 2008 con el slogan Podemos el cambio (We can change), pero hoy es un títere del poder en la sombra. Su secretaria de Estado no maneja las relaciones internacionales, sólo maquilla la política exterior del Pentágono, cuyo fin es la guerra permanente. Obama y sus representados se proponen combatir los cambios reales en América Latina, sobre todo el avance y creciente influencia de gobiernos que satisfacen a sus pueblos alejados de los intereses del imperio. Estas políticas de la nueva era se irradian, principalmente, y en orden alfabético, desde Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, sin excluir otras administraciones de diferente signo progresista, como en Brasil, El Salvador y las islas del Caribe afiliadas al Alba, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y Las Granadinas.


Entretanto, en el mundo crece la aversión al doble rasero de Obama/Estados Unidos. Lo demuestran abrumadoramente las masivas rebeliones populares árabes contra las autocracias de distinto pelaje sustentadas durante décadas por Estados Unidos y Europa, a la vez que realizaban jugosos negocios de petróleo y venta de armas. Algunos lo manifiestan aisladamente y cuando pueden. La fiscalía de Alemania no se explica por qué un kosovar solitario, de 21 años -Arid Uka-, no afiliado a ninguna organización “terrorista”, dio muerte espontáneamente a dos soldados estadounidenses en el vigilado aeropuerto de Frankfurt. Estados Unidos tiene bases cercanas, usadas en apoyo logístico a las tropas en Afganistán e Irak


Encuentro de embaucadores


Obama parece un maestro del embuste. Embaucó a sus electores con el slogan del “cambio”. Piñera también. El astuto estadounidense no cumplió las promesas a sus votantes. El chileno tampoco. Por ejemplo, Obama anunció el cierre de Guantánamo, pero el presidio aún existe, la tortura no para y después de dos años, acaba de decretar la reapertura de los procesos seudo legales de “comisiones militares”, que –a diferencia de la justicia civil- pueden mantener presos de por vida sin cargos ni juicios. Piñera prometió a las mujeres extender el prenatal de 3 a 6 meses, pero al año anunció un aumento trucho. Hay otros ejemplos, pero lo esencial es que ambos presidentes propician el viejo truco del “cambio para que todo siga igual”. Obama es la nueva cara afro-estadounidense del viejo imperio bipartidista y neocolonial, mientras Piñera es el rostro “moderno” de la vieja derecha chilena bicentenaria.


¿Qué cambios pretende impulsar Obama en América Latina? No viene a pedir disculpas por la intervención perpetua de Estados Unidos, ni por su apoyo histórico a dictaduras como la que acaba de instalar en Honduras, o aquellas antiguas, como la dinastía Somoza en Nicaragua (…”es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, dijo sobre Anastasio, el fundador, la administración Roosevelt en los ‘30), y las dictaduras militares recientes, Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Banzer en Bolivia y tantos otros que fueron tan útiles como las autocracias de sus protegidos en el mundo árabe.


Obama es joven, pero el imperio sabe más por viejo y de vez en cuando promueve “cambios para que todo sigua igual”, como en el mundo árabe, donde los autócratas caen pero siguen gobernando sus cúpulas y sus ministros, sin que haya todavía ninguna transformación que signifique trabajo para los jóvenes, disminución el hambre o menos desigualdad atroz entre pobres y ricos. J.F. Kennedy lanzó hace 50 años la “Alianza para el Progreso” y los misioneros políticos llamados Cuerpos de Paz, con la pretensión de arrebatarle las banderas de reforma agraria y equidad social a la Revolución Cubana y, a la vez, contrarrestar con maquillaje la efervescencia popular de una década en que la juventud de todo el planeta clamaba por cambios, como ocurre hoy en el mundo árabe.


Construyendo un “liderazgo”


Tras salir desacreditado de la escena Álvaro Uribe de Colombia, vinculado al narcotráfico y a innumerables crímenes contra su pueblo, el imperio necesita una figura más atractiva para América Latina que el mexicano Felipe Calderón. Aunque con México han surgido interesantes conflictos por el incumplimiento de Estados Unidos del tratado de libre comercio, como la prohibición del ingreso de camiones con productos mexicanos a territorio gringo, y a pesar de su sometimiento a la política de guerra anti-droga que le impuso Estados Unidos, Calderón se ha visto forzado a reclamar contra el embudo. Obama quisiera invadir a México por “la buena” y presiona para que renuncie a su soberanía autorizando a los agentes de Estados Unidos portar armas en su territorio. Estados Unidos es la fuente de todos los males de México: amarró al vecino a su propia crisis mediante el TLC, es el principal consumidor mundial de droga, no castiga el consumo ni persigue el tráfico en grande en su territorio y es el exportador número uno de las armas que usan las narco-bandas, además de lucrar con el lavado de dinero que ayuda a sostener su alicaída estructura financiera.


Estados Unidos carece de “cuadros” en América Latina para contrarrestar los liderazgos de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. Alan García no prosperó y, además, se está yendo con muy baja aceptación ciudadana. Piñera es el único prospecto regional para intentar alzar un liderazgo pro-estadounidense bajo la bandera de “los ideales de libertad y democracia” del neoliberalismo egoísta y depredador del imperio del gran capital que lidera Obama.


Piñera estableció relaciones con Palestina, en un innegable gesto positivo, y realizó en estos días una gira muy exaltada por el aparato mediático interno, aunque de poca trascendencia fuera del ámbito local. Construyéndose una impronta internacional estuvo en Jerusalén para abogar por la paz ante Benjamín Netanyau, cuyo gobierno sigue agrediendo y quitándole tierras a los palestinos, mientras enfrenta una inédita crisis militar interna y no oculta el pánico ante los cambios en el mundo árabe, en particular por la caída del egipcio Hosni Mubarack, principal socio árabe del sionismo en 4 décadas.


También se reunió con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, en la Muqata. Piñera dijo que “Chile siempre ha respaldado la nobleza de la causa que Palestina tenga un estado libre” y manifestó apoyar las “negociaciones que pueden llevar a un acuerdo de paz, a través del marco establecido por las resoluciones de las Naciones Unidas”. Éstas son 47 resoluciones del Consejo de Seguridad aprobadas entre 1967 y 2009, otras 104 de la Asamblea General, más un Informe del Secretario General de 2003 “Sobre el arreglo pacífico de la cuestión de Palestina” y otras decisiones relevantes como la "Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia sobre las consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado”, evacuada en 2004. Israel no ha cumplido ninguna (ver http://www.cinu.org.mx/temas/palestina/Documentos.htm).


Piñera se entrevistó también con Silvio Berlusconi, Shimon Peres, el Rey Abdullah II de Jordania, los reyes de España, el Papa, J.L. Rodríguez Zapatero y otros jefes de estado relevantes, para proyectarse como “figura mundial”. En todas partes hizo discursos. Dio por desahuciada la gestión de paz en Libia promovida por Chávez y el Alba y recomendó que Gadafi de un paso al costado. "Creo que los mediadores en los conflictos internacionales tienen que ser elegidos por ambas partes. No creo que la mediación de Hugo Chávez en Libia rinda frutos", dijo. “Siento que la mejor solución para Libia es que Gadafi comprenda que tiene que dar un paso a un lado, y permitir que el pueblo libio se exprese libremente y escoja su forma de gobierno", expresó. Con el rey Juan Carlos cayó en un lapsus de mil años al rendir tributo al conquistador Pedro de Valdivia: "El año 2540 Valdivia abandona la comodidad del Cusco y empieza su viaje a Chile, dicen las crónicas que en el fuste de su caballo llevaba una imagen de la Virgen del
Socorro y una cruz, para realzar el carácter evangelizador de su misión", dijo Piñera. Ocurrió en 1540.


Para el diario chileno www.ElMostrador.cl, Piñera “siente que viene a refundar el país, que tiene una misión única. Es un narcisista, un niño contenido. O un profesor que prefiere ser práctico a usar palabras grandilocuentes y que cuando improvisa se equivoca”. Hacia su primer aniversario de gobierno el diario consultó sicólogos y expertos en discurso para que intentaran “explicaciones para entender qué hay más allá de las anécdotas, lapsus e imágenes en las que incurre el Presidente cuando habla”. El sicoanalista Esteban Radiszcz dijo que el discurso de Piñera se parece al de Nicolás Sarkozy, con “mucha referencia superficial y frase para el bronce sin digerir”. El Mostrador comparó su discurso con el de un telepredicador. Para el académico Radiszcz, sus dichos no reflejan “otra cosa que barbarie”, pero dice que la culpa es de quienes le preparan sus discursos. “La imagen griega de la barbarie es la de aquel que no habla, pero el habla no es sólo decir palabras, también es una relación social. Walter Benjamin decía que la barbarie moderna se produce cuando yo digo que soy el primero, que vengo a restaurar y por lo tanto degrado el lazo social, porque lo que vivieron los otros no vale. Ahí está la violencia fundamental del discurso de Piñera, cuando dice que en cincuenta años no se ha hecho nada; en la referencia constante a que él es el primero de verdad” (Ver http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/03/07/por-que-pinera-habla-como-telepredicador/).


Y en este contexto viene Obama el 21 de marzo a entregar su espaldarazo a Piñera como probable prospecto continental, tribuno e interlocutor del ancho mundo. En 2010 Piñera tuvo un beau geste de sumisión imperial. Le entregó el modesto uranio enriquecido generado por dos pequeños reactores nucleares experimentales chilenos afirmando –con grandilocuencia- que Estados Unidos era el tenedor más seguro. Aunque más bien se trata de virtuales “juguetes científicos”, hay cierto abuso con la ignorancia de la opinión pública desinformada, porque el uranio nunca se asocia con las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó contra seres humanos en Hiroshima y Nagasaki, sino con el peligroso Irán islámico. Ahora que Chile está considerando instalar reactores nucleares en serio para superar su crisis energética perenne, Francia y Estados Unidos se disputan ese probable negocio. Pero Chile no estará expuesto a los problemas que enfrenta Irán por hacer lo mismo.


Estados Unidos puede confiar en Piñera, que ha dado otras muestras de lealtad, por ejemplo acogiendo “disidentes” cubanos que no se quisieron ir a España. Se ha pronunciado sobre muchos temas de interés para Estados Unidos y, por cierto, no ha dicho palabra alguna sobre el terrorismo que encarna Luis Posada Carriles, prófugo de la justicia de Venezuela y Cuba, enjuiciado en Texas, Estados Unidos. No está procesado por la gente que asesinó con terrorismo, sino por violar normas de inmigración. Y no es probable que Piñera tenga interés en esos hechos cuando las víctimas son del otro lado. Al fin y al cabo, Estados Unidos impone “el terrorismo bueno” de las ejecuciones y secuestros secretos CIA en el exterior y aquel terrorismo que engorda en Miami, mientras castiga a “Los Cinco cubanos” que lo denunciaron, quienes llevan presos más de una década por infiltrar la red terrorista de Florida. Estados Unidos recibió la información, pero no actuó contra los terroristas que preparaban nuevas acciones, sino contra los cinco investigadores.

*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno, autor del libro “Yo, Piñera”, Editorial MareNostrum.
Fuente:Argenpress                                                                               

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