Visita a los rincones del horror en la ESMA
En la causa por el plan sistemático de apropiación de bebés durante la dictadura, Lila Pastoriza, María Alicia Milia de Pierles, Miriam Lewin y Carlos Muñoz señalaron dónde funcionaron la enfermería, la sala de torturas y otros lugares de encierro.
Por Alejandra Dandan
Los jueces, fiscales y abogados participaron del reconocimiento a las instalaciones de la ex Escuela de Mecánica de la Armada.Imagen: Rafael Yohai
“¿Este es el lugar donde vos decís que estaba el cuarto de embarazadas? ¿Vos dormías arriba, no?” Los cuatro son sobrevivientes de la Escuela de Mecánica de la Armada. Dos, Lila Pastoriza y María Alicia Milia de Pierles, compartieron la misma época. Miriam Lewin pasó después. Carlos Muñoz estuvo al final. Sus voces, las miradas que superpusieron épocas distintas de la misma dictadura, permitieron reconstruir desde el interior siempre frío de la ex ESMA los lugares donde pasaron las embarazadas que dieron a luz en ese centro de exterminio de los marinos. Nombres sobreimpresos entre otros nombres. Lugares que en esa misma recorrida ellos volvían a mirar, sobre los que dudaron o se preguntaron en la reconstrucción de una memoria que por momentos pareció armarse desde lo colectivo. “Los cambios de las ubicaciones eran constantes”, dijo Miriam Lewin mientras avanzaba por el sótano. “Uno de los objetivos era ése: dificultar la identificación, porque nosotros mismos nos confundíamos, creíamos que este espacio, por ejemplo, era más chico y ahora que no tiene divisiones todo parece más amplio.”
Antes de empezar, Lewin les propuso a los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 6 entrar por la parte de abajo del Casino de Oficiales, la sede donde funcionó el centro clandestino: “Empecemos por el playón, que era por donde llegábamos todos”, dijo. “Nos hacían entrar por el sótano, por una entrada que ahora está tapiada. La otra entrada, la única que permanece abierta, es por donde sacaban a la gente adormecida con pentonaval.”
Por esa misma puerta, entonces, volvieron entrar ayer los cuatro junto a los jueces, el fiscal Martín Niklison y los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo que forman parte de la querella del juicio oral por el plan sistemático de apropiación de bebés. También los abogados de las defensas. El sótano vacío fue donde cada uno habló.
En el pasado, cuando estuvieron cautivos allí, el sótano estaba dividido en dos alas y había cubículos a cada lateral con funciones distintas de acuerdo con las épocas. Las salas de tortura siempre estuvieron al fondo, en el mismo lugar. Pero la enfermería, por ejemplo, primero estuvo en un lado y luego en el otro: por ahí pasaron heridos, también quienes iban a ser preparados con inyecciones para los vuelos de la muerte y pasaron además embarazadas. Lila Pastoriza se detuvo ante el lugar donde estuvo una de ellas: “Yo estaba en el sótano justo cuando nació un bebé en la enfermería”. Había hablado de ese nacimiento en la sala de audiencias, semanas atrás; pero ayer volvió a hacerlo, señalando lugares y detalles. “Yo había ido al baño y creo que el guardia me dijo algo así como que había nacido un bebé en la enfermería, y en lugar de llevarme de nuevo a la celda de interrogatorio, me llevó para verlo. Yo me acerqué un poco a la cama, me acuerdo de que había unas cortinas. Lo que vi es el chico de Ana, y ella se abrió la blusa y me dijo: ‘Mirá lo que me hicieron estos hijos de puta’. Tenía los pechos destrozados por la tortura.” Lila se quedó muy impresionada, explicó. “Le pregunté al jefe del grupo que me había secuestrado cómo podía ser que naciera un bebé en esas condiciones, y él me dijo con tono muy explicativo que había subversivas embarazadas y la decisión era que los hijos fueran criados por familias que les inculcaran valores que correspondían, y no los valores de la subversión.” Después, a un costado, ubicó el sitio de un baño, donde recordó haber visto un listado con apodos de personas asignadas a tareas domésticas. “Con lo cual tuve idea –dijo– de que alguna gente que yo conocía todavía seguía con vida.”
Miriam Lewin se paró casi inmediatamente del lado de enfrente para situar otro lugar donde, algo así como un año más tarde, estuvo la enfermería. “Para la época del parto de Patricia Roisinblit, la enfermería estaba a esta altura”, dijo. “Había una camilla contra la pared, una vitrina con remedios y llave; una mesita donde (el ginecólogo Jorge Luis) Magnacco tenía el instrumental y ahí estaban Sara Osatinsky y Amalia Larralde. El día del parto yo estaba frente a Patricia, de espalda a la puerta, y las otras compañeras estaban más o menos a esta altura. Fue en noviembre de 1978”, explicó.
–¿Y las ventanas estaban así? –le preguntó la presidenta del tribunal, María del Carmen Roqueta.
–Sí, pero para afuera no se veía nada.
Ella también había hablado del parto en una audiencia. Y volvió a hacerlo cuando se paró ante un cubículo del segundo piso, construido con las dimensiones sofocantes de un armario. El cubículo aún tiene una puerta y Patricia permanecía todo el día adentro. “La tenían acá –dijo Miriam–; la puerta cerrada, le daban un sachet de leche como alimento de refuerzo, estaba en este cuarto que no tiene ventilación, siempre sentada arriba de un camastro.” Entre el sótano y ese cubículo estaba buena parte del funcionamiento de la ESMA.
Cuando dejaron el sótano, jueces, abogados y testigos atravesaron el hall de entrada para acceder a la escalera que conecta todo el edificio, desde la planta baja hasta el altillo. Todos se detuvieron casi al ingreso de la segunda planta. En un costado, en un cuarto, los sobrevivientes señalaron la maternidad clandestina. El cuarto conocido como la “Sardá por izquierda” tenía tres camas, una mesa y una silla. Cuando llegaba el momento del parto, dijo una de las mujeres, las parturientas quedaban adentro solas con el médico y las otras dos mujeres detenidas se retiraban transitoriamente a otro lugar.
Frente a la maternidad estaba el cuarto de las embarazadas. Entre uno y otro lugar, sobre el pasillo, Miriam Lewin recordó el momento en el que vio a Alicia Alfonsín de Cabandié con su hijo en brazos. “Acá es donde vi a la madre de Juan Cabandié”, dijo. El pelo entre castaño y rubio, la piel blanca, los pechos hinchados y el vientre como quien dio a luz hace muy poco, había dicho semanas atrás en la audiencia: “La escena me chocó, me parecía discordante en ese entorno”.
Los sobrevivientes siguieron camino. Entonces llegaron al cubículo, atravesaron el pañol de los bienes robados. Hablaron de una visita del represor Emilio Massera. Roqueta les preguntó por el lugar donde estuvo Norma Arrostito. El camino siguió por Capucha, el espacio de los prisioneros. El cuarto semicerrado donde estuvo la emblemática figura de Montoneros. Lila y María Alicia ocuparon ese cuarto después del asesinato: “El ruido era de los grilletes de Arrostito, que iba al baño”, dijeron.
El último tramo de la escalera acercó a todos a Capuchita. En el altillo estaba el sector destinado a los detenidos, que en general pertenecían a otras fuerzas. Ahí también estuvo Azucena Villaflor, y Lila contó también que estuvieron una de las monjas francesas y algunos integrantes del grupo de la Santa Cruz. No porque no fueran secuestrados de la Marina, dijo, sino porque aún se supone que a lo mejor los estaban ocultando. Roqueta preguntó por Pablito Míguez, el niño de 14 años secuestrado primero en El Vesubio con su madre, obligado a ver sus torturas, trasladado a la ESMA, a una comisaría del conurbano y luego desaparecido. “Sé que en febrero de 1978, con la visita de una comisión extranjera se desmanteló Capucha y Capuchita –dijo Lila–, los únicos sobrevivientes que volvieron fueron las embarazadas, todos los demás no volvieron.”
Fuente:Pagina12
A 8 años de la derogación
Tras cumplirse ocho años de la derogación de las leyes de obediencia debida y de punto final, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, expresó: “Son ocho años que Néstor (Kirchner) abrió los cajones de los juzgados, abrió la cabeza de mucha gente y nos dio la posibilidad de condenar a los asesinos (...) El no preguntó quiénes iban a ser juzgados, pero cuando hablábamos quería que fueran todos”, recordó. “Tenía una concepción impresionante sobre qué significaban los derechos humanos, y él los ponía al frente de todo: los derechos humanos del trabajo, de los jubilados, de los niños, pero esencialmente los derechos humanos de la violación por el genocidio que se había cometido en la Argentina”, manifestó. “Desde el ‘proceda’, para bajar la foto de Videla, en adelante, Néstor fue el mejor compañero que tuvimos las Madres, el mejor amigo y el excelente compañero de nuestros hijos”, concluyó. La nulidad de aquellas leyes fue establecida el 2 de septiembre de 2003, cuando el Poder Ejecutivo promulgó la ley 25.779, sancionada por la Cámara de Diputados el 20 de agosto y refrendada el 25 por el Senado.
Fuente:Pagina12
Fue en el marco de la causa por el plan sistemático de robo de bebés
Realizaron un reconocimiento en la ESMA
Publicado el 6 de Septiembre de 2011
Por Gerardo Aranguren
Cuatro testigos guiaron a los jueces por las salas donde las embarazadas daban a luz. Lila Pastoriza contó que su secuestrador admitió que “era decisión que sus hijos fueran criados por familias que no tuvieran valores subversivos.”
Recuerdo que, por la cantidad de mujeres embarazadas que había, varias compañeras esperaban en ‘Capucha’ por un lugar en la maternidad”, relató ayer la periodista Miriam Lewin, uno de los cuatro sobrevivientes de la ESMA que ayer guiaron al Tribunal Oral Federal 6 en un reconocimiento judicial del ex Casino de Oficiales, en el marco del juicio oral por el plan sistemático de Robo de Bebés. Además de Lewin, participaron también los ex detenidos Alicia Milia de Pirles, Lila Pastoriza y Carlos Muñoz, quienes recorrieron, junto a los jueces, la fiscalía, las defensas y las querellas, los lugares donde detenidas embarazadas dieron a luz.
Apenas bajaron al sótano del Casino de Oficiales, los cuatro testigos comenzaron a reconstruir los hechos que les tocó vivir durante su cautiverio. En ese mismo sótano, en uno de los cuartos que funcionaba como enfermería, había una de las cuatro maternidades clandestinas de las que los sobrevivientes tienen registro en la ESMA. Tanto Alicia Milia de Pirles como Lila Pastoriza recordaron el caso de Ana de Castro, quien parió de manera prematura en una cama de esa enfermería. “Ana estaba acostada en una de las camas. Una de las cosas que recuerdo son las cortinas de plástico para separar las camas y un mueble de hierro con puertas de vidrio para guardar medicamentos”, dijo Pirles.
Lila Pastoriza, por su parte, recordó que un guardia le dijo que había nacido un bebé y le preguntó si quería verlo. “Entonces, en vez de llevarme a la sala de interrogatorios, me llevó a la enfermería. Ahí vi una chica que se llamaba Ana, se abrió la blusa y me dijo: ‘Mirá lo que me hicieron esos hijos de puta’, y me mostró sus pechos destrozados por la tortura”, contó y agregó: “Le pregunté al jefe del grupo que me había secuestrado cómo podía ser que sucediera eso y me contestó que había subversivas embarazadas y la decisión era que sus hijos fueran criados por familias que no tuvieran los valores de la subversión.”
Luego de recorrer el sótano, la comitiva se trasladó al tercer piso, donde estaban “Capuchita” y la “Pecera”, dos lugares de detención y torturas. También funcionaron allí tres salas de embarazadas, la más conocida de ellas es la maternidad “Sardá por izquierda”, donde dio a luz María Hilda Pérez de Donda a la actual diputada Victoria Donda sobre una mesa que había en la habitación. Frente a esa sala habría parido María Graciela Tauro de Rochistein. Lewin también recordó que en esos pasillos vio a Alicia Alfonsín de Cabandié “con Juan Cabandié en los brazos”.
La última de las maternidades funcionó dentro de “Capucha”, en una pequeña habitación sin ventanas ni respiración. Allí estuvo Patricia Roisinblit antes del parto. “Patricia llegó embarazada a término y estuvo en esa salita chiquita, sobre una cama, le daban un refuerzo de dos sachet de leche por día pero no la dejaban salir de allí ni caminar”, recordó Pastoriza.
Esta es la cuarta jornada de reconocimientos que el TOF6 realiza en este juicio oral, ya que anteriormente recorrieron los centros de detención Campo de Mayo, Pozo de Banfield y Comisaría Quinta de La Plata, donde funcionaron maternidades clandestinas.
Fuente:TiempoArgentino
Juez abre causa por delitos sexuales en casos de lesa humanidad en Argentina
Por Oscar Laski
Presidenta argentina Cristina Kirchner en el centro cultural "Nuestros Hijos" (AFP/Archivo, null)
BUENOS AIRES- Un juez abrió por primera vez una causa específica por delitos sexuales cometidos contra 20 prisioneras de la ESMA, uno de los mayores centros de exterminio de la dictadura argentina (1976-83), al margen del proceso por otros delitos de lesa humanidad en ese lugar.
"Los sometimientos sexuales no fueron casos aislados, sino que se trataba de prácticas sistemáticas llevadas a cabo dentro del plan clandestino de represión y exterminio por el Estado", dijo el juez federal Sergio Torres al ordenar una investigación autónoma de esos hechos, en paralelo a la causa por violaciones a los derechos humanos cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
En la mayoría de los juicios en marcha por crímenes contra la humanidad durante la última dictadura en Argentina, los abusos sexuales eran incluidos como parte de los tormentos, pero Torres decidió investigarlos en esta ocasión en forma autónoma y los considera delitos imprescriptibles, basándose en jurisprudencia local e internacional.
"La violación es un delito autónomo, tan grave como las torturas, pero que además tiene una significación especial en lo personal", afirmó este lunes a la AFP, Lorena Balardini, investigadora de la entidad humanitaria Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), que impulsó la iniciativa.
Balardini sostuvo que el magistrado investigará "todas las denuncias, unos 20 casos de sometimiento sexual, incluidas varias violaciones y otros abusos", cuyos nombres prefirió mantener en reserva, y añadió que "también los casos de las embarazadas en cautiverio constituyen un caso de violencia de género".
Unos 5.000 opositores pasaron por el centro clandestino de detención de la ESMA, donde los mantenían engrillados y encapuchados y los sometían a largas sesiones de tormentos. Apenas un centenar de ellos sobrevivió.
Cientos de mujeres fueron detenidas desaparecidas en ese sitio del norte de la capital argentina, entre ellas algunas de las fundadoras de la entidad humanitaria Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.
Alrededor de unos 500 hijos de desaparecidos fueron robados y apropiados durante la dictadura, según la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo, que ha logrado identificar a 105.
El juez Torres, que citó jurisprudencia nacional y extranjera para iniciar el proceso, se fundamentó en que la finalidad de los delitos sexuales "podría estar emparentada a crear en las víctimas cierto estado de cosificación, que eran propiedad privada de sus captores, que estaban libradas a sus designios".
"En la ESMA, los marinos tomaban a las cautivas como sus mujeres y las violaban sistemáticamente, sobre todo los oficiales. Esto era lo que estaba faltando: investigar en profundidad las prácticas que sucedían allí", dijo Balardini.
Unas 30.000 personas desaparecieron durante el régimen militar en Argentina, según entidades defensoras de los derechos humanos.
Fuente:AFP
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