20 de octubre de 2011

EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA SERÁ JUZGADO A PARTIR DEL 20 DE FEBRERO.

EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA SERA JUZGADO A PARTIR DEL 20 DE FEBRERO
Juicio con señal de largada
Serán enjuiciados el secretario general de la Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza, su número dos y otras ocho personas. Todos están acusados de homicidio calificado, que prevé penas de prisión perpetua. El proceso durará alrededor de seis meses.
Por Irina Hauser
El secretario general de la Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza.
Cuando faltaban horas para que se cumpliera un año del asesinato de Mariano Ferreyra, el Tribunal Oral Criminal 21 anunció que el juicio oral empezará el 20 de febrero y durará al menos seis meses. Serán enjuiciados el secretario general de la Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza, su número dos, Juan Carlos “Gallego” Fernández y ocho hombres acusados de integrar la patota que mató al joven militante del Partido Obrero (PO) e hirió a balazos a otras tres personas cuando apoyaban una protesta de trabajadores tercerizados de la línea Roca. Se les imputa homicidio calificado, delito que prevé penas de prisión perpetua. Serán convocados 280 testigos, entre ellos los manifestantes que presenciaron la agresión, policías, miembros de la Ugofe (que administra los trenes en sociedad con el Estado), Pablo Ferreyra (hermano de Mariano), el dirigente Rubén “Pollo” Sobrero y hasta el secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi.

Pedraza, Fernández y los matones llegarán a juicio acusados de haber participado de un “plan criminal” para “aleccionar” a los tercerizados que protestaban por despidos y reclamaban su regularización como personal de planta. Así lo definieron tanto la jueza de instrucción Wilma López como la Cámara del Crimen. Con su reclamo, los ferroviarios subcontratados ponían en jaque –señalaron distintos fallos– el poder de Pedraza y la cúpula gremial y su manejo directo de las empresas que lucraban con la tercerización. Los seis policías procesados por su participación tendrían un juicio aparte, ya que una pelea de competencia mantiene trabado el trámite.

El 20 de octubre de 2010 los tercerizados planeaban un corte de vías junto con varias organizaciones, pero bajo el apriete del grupo de choque decidieron desconcentrarse. En el momento en que se iban fueron atacados, en Barracas, con piedras y armas de fuego. Mariano Ferreyra murió de un balazo en el abdomen, Elsa Rodríguez recibió un disparo en la cabeza que la dejó hemipléjica, mientras que Nelson Aguirre y Ariel Pintos fueron baleados en las piernas.

Estarán en el banquillo el barra brava de Defensa y Justicia Cristian Favale –que no era ferroviario– y el ex barra de Racing Gabriel Sánchez, acusados de haber disparado; el picaboletos Guillermo Uño y el portero de los talleres de Remedios de Escalada, señalados en la recolección de las armas, para hacerlas desaparecer; el delegado Pablo Díaz, identificado como quien daba las órdenes en el lugar; Claudio Alcorcel, presunto nexo entre Díaz y un grupo llevado por Favale; y Salvador Pipitó y Jorge González, imputados por amenazar al equipo del Canal C5N para evitar que filmara. A Pedraza y Fernández se los acusa de haber mantenido control a la distancia, y una motivación “política” y “económica” en la organización del ataque, todo agravado por supuestos intentos posteriores de comprar la voluntad de camaristas de Casación Penal.

Habrá audiencias dos y tres veces por semana. Resolverán los planteos de nulidad en el juicio y allí también evaluarán si hace falta una nueva reconstrucción. De los testigos, 59 son policías y gendarmes, 48 son testigos presenciales (muchos manifestantes), estarán los de la UF que declararon con identidad reservada, hay directivos la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (Ugofe) que concedió licencias laborales a la patota, el contador de la UF Angel Stafforini y el abogado Juan Araya, delegados que habrían reclutado gente, Sobrero (del Sarmiento) y Schiavi.

Maxi Medina, del Centro de Estudios Legales y Sociales, que lleva la querella de la mamá de Mariano, celebró que haya una fecha de juicio y dijo que podrían objetar al perito Roberto Jorge Locles citado como testigo, “ya que fue apartado por la jueza e imputado por adulterar un elemento de prueba, la bala que mató a Ferreyra”. Agregó que aunque el juicio a los policías sea después, “participaron del homicidio”. La abogada María del Carmen Verdú, de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional, que representa a los heridos junto con Claudia Ferrero, dijo que se opondrán a que sean testigos los policías procesados, igual que Stafforini, imputado por las supuestas coimas.
Fuente:Pagina12




Por “reformas estructurales”
A un año del asesinato de Mariano Ferreyra, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), reiteró su reclamo por la identificación y la sanción de todos los responsables. “Estas medidas, a cargo del Poder Judicial, deben ir acompañadas por reformas estructurales destinadas a impedir que se repitan hechos de esta naturaleza”, señaló un comunicado. La organización consideró que el asesinato del joven militante del Partido Obrero marcó “el traspaso de una frontera que había sido fijada de manera expresa por el gobierno nacional” y mostró “la cara más violenta de las luchas para democratizar representación sindical”.
Fuente:Pagina12

Beatriz Rial
“Me levanto con la imagen de él”
Publicado el 20 de Octubre de 2011
Por Rodolfo González Arzac
La madre de Mariano Ferreyra evoca la intimidad de la vida del joven militante del Partido Obrero en una larga charla con Tiempo Argentino. Sus pasiones, las anécdotas de la infancia, el vínculo con la familia, las primeras batallas ganadas en la escuela secundaria y el dolor que le provoca su ausencia. “Yo voy a hacer todo lo que tenga que hacer, todo lo que pueda hacer, para que caigan todos”, dice sobre el final, ante una mesa llena de fotos.
Beatriz Rial mira un pilón de fotos. Mariano hace los deberes. Mariano le pone una mueca chistosa a su padre. Mariano toma la primera comunión. Mariano con ella, su madre, y su hermana, en la puerta de su casa en Avellaneda. Mariano sonriente, con la guitarra colgada. Mariano con el megáfono, orgulloso. Mariano con su hermano de sangre, del alma, Pablo. Mariano y sus cortes de pelo confeccionados por mamá Beatriz. Mariano siempre flaco. Cada vez más alto. Mariano de remera. Mariano mirando por la ventana de un colectivo. Mariano y los paisajes. Mariano y las circunstancias. Mariano a través del tiempo. Veintitrés años interrumpidos por un tiro. Veintitrés años que habían empezado con un susto.
“Mariano nació sietemesino. Lo mandaron a la incubadora. Y a mí, que ya había estado en reposo, se me hizo una embolia en el pulmón. Era junio, pleno invierno. Pero lo llamaron a mi marido y se lo dieron con 1,8 kilos. Era así de chiquitito: me lo metía en la campera. Prendíamos las dos estufas en el cuarto. Pero mi prima lo llevó al pediatra, porque sentía que él no tenía fuerza para tomar la mamadera. Y el médico lo primero que dijo fue: ‘Es una bomba de tiempo.’ Y lo internó. Hubo que esperar 72 horas. Se salvó de morirse en ese momento. Yo
durante mucho tiempo pensé que podía quedarle una lesión. Pero después me di cuenta que era un chico súper inteligente.”

HOGAR. Mariano leía mucho. De todo: política, filosofía, literatura. En estos meses sus amigos se fueron llevando sus libros. A modo de recuerdo. Mariano jugaba a juegos en la computadora: Bushido Blade, Battlefield 1942, Metal Gear Solid. Mariano veía muchas películas y series. Pero, sobre todo, a Mariano le gustaba la música, como a su hermano Pablo. Beatriz escuchaba desde la planta baja las canciones que los hermanos ponían en el altillo, en el cuarto al que se llegaba por una escalera caracol. Esa habitación pequeña a la que ya nunca más quiso subir. Sonaban Pescado Rabioso, Invisible, Radiohead, Pequeña Orquesta de Reincidentes, Pink Floyd, Mars Volta, Los Visitantes, Andrés Calamaro, Lhasa de Sela y Palo Pandolfo. Mariano y Pablo, además, tocaban. En la casa de Avellaneda, una vieja casa con un patio pequeño, con una perra y un gato, todavía hay una guitarra de Mariano. Una que no pudo tocar.

“La guitarra era su pasión. Llegaba de una marcha y prendía la computadora, agarraba la guitarra y empezaba. Pero nunca quiso ir a clases. Decía que se aburría. Que él quería tocar. Y tocaba. Tocaba muy bien. Tenía buen oído. Primero empezó con una de mi madre. Después se compró una. Y otra vez la vendió porque se le ocurrió comprarse un acordeón. Era antiguo y hermoso. Lo trajeron de Bahía Blanca. Me acuerdo que fui a depositarle la plata al banco. Pero el acordeón era pesado. Entonces fue y lo cambió por un teclado hermoso, que ahora lo tiene Pablo. Pero la guitarra que le regalé en el último cumpleaños no la pudo usar. Porque no la mandó a calibrar. Yo le decía: ‘Mandala, mandala.” Y bueno, al final, no la calibró.”

Mariano, en los últimos tiempos, andaba en otras cosas. Se estaba recomponiendo. Había pasado meses viviendo en Wilde, con una novia, una militante como él, que un día, triste, sin más, se volvió a su Chile natal. Fue entonces que, más flaco que nunca, volvió a su habitación en la avenida Mitre. Y con los días, con la ayuda de Beatriz, mejoró la ingesta de calorías. “Mamá, yo de acá no me voy más”, le dijo. Y ella pensó que no era cierto, que no iba a tardar en volver a irse con otra novia. Pero no. No era una mentira. Era un mimo. Un mimo al que Beatriz vuelve, cuando necesita.

ESCUELA. Mariano tardaba en llegar a la secundaria 25 pasos. El colegio quedaba en la misma cuadra de su casa. Beatriz tardaba lo mismo en llegar a su trabajo: era la jefa de preceptores del Simón Bolívar. Un día, después de caminar la misma cantidad de pasos, los dos tuvieron que pelearse con la directora. Fue cuando Mariano organizó un piquete con neumáticos quemados en la calle, en la puerta del establecimiento, para intentar crear el Centro de Estudiantes. La vez que Mariano le hizo caso a una sugerencia de Pablo, que ya militaba en el Partido Obrero. La vez que Beatriz, cuando la mandamás le reclamó por la actitud de su hijo, lo defendió con uñas y dientes. Fue el único conflicto escolar. El resto, fue una papa.

“No tenía carpeta. La maestra me dijo: ‘Es excelente, pero es un vago.‘Yo le preguntaba, a veces, si tenía que estudiar y me decía: ‘No, si me acuerdo de todo, má.’ En la secundaria me acuerdo que tenía notas bárbaras, pero le agarrabas la mochila y tenía todas las pruebas arrugadas.”

En la fachada del colegio, en octubre de 2011, no hay nada que haga acordar a Mariano. Nada. Hace poco una chica que estudia Bellas Artes, una ex compañera de Mariano, la fue a ver a Beatriz. Le contó que un día pasó por la puerta del Simón Bolívar y vio una foto muy chiquita de Mariano pegada por ahí. Y le pareció que no tenía que ser así. Que todos tenían que saber. Que los chicos tienen que interesarse por la política. Que es necesario que sea así. Que tenían que conocer de Mariano, dijo la chica y le mostró a Beatriz un boceto de un mural en su memoria. Un tren, la policía, los manifestantes, colores y una metáfora gráfica. A Beatriz le gustó. Le gustó lo que le dijo la chica, le gustó el mural, le gustaría, por cierto, que los chicos se interesen por la política y que sepan lo que pasó con Mariano.

“A mis hijos nunca les negué que hicieran lo que verdaderamente sienten. A mí me parece que la vida no tiene sentido si no hacés lo que te gusta. A mí me parece eso. Yo hice lo que me gusta. Soy óptica, pero empecé a trabajar en la escuela y me gustó más lo de los chicos. Me gusta trabajar con los adolescentes. Son los que más satisfacciones te dan. Te dan más cariño. Cuando fue lo de Mariano, me mandaron pilas de cartas. Una chica, muy humilde, me mandó una medallita para que me la pusiera porque a ella le había dado suerte. Los chicos te responden. Y no son falsos.”
Cuenta Beatriz que ahora, justo ahora, está esperando a ver si cobra su primer haber. Ahora que, después de tantos años, ya no trabaja en el Simón Bolívar. Ahora que es una jubilada. Ahora, un año después.

MEMORIA. Beatriz no va a ir hoy a la marcha. Sabe que le va a hacer mal. El otro día, un dirigente del Partido Obrero, el partido donde militaba Mariano, se acercó hasta su casa para invitarla. Pero ella le explicó. Y le prometió escribir una carta. Y el hombre la entendió. Estos días son especiales. Pablo acaba de escribir en un diario una nota para recordarlo. Es una remembranza nacida de las tripas. Hermosa y tremenda. Sobre la última película que vieron juntos: el Corto Maltés. Sobre el último recuerdo. Sobre hilos que los unían, que todavía están de otro modo, a pesar de los ocho años de diferencia. Beatriz leyó lo que escribió Pablo. Con la piel de gallina.

“Lloré tanto. Yo siempre lo recuerdo. Me levanto con la imagen de él. Es terrible. Uno está un poco más sensible por el aniversario. Pero siempre lo recuerdo. Y cuando miro las fotos me agarra. El otro día iba por Ezeiza. Estaba con una amiga caminando para la estación de tren. Y había unos chicos de la juventud que me dieron un volante. Tenía la foto de Mariano, esa del megáfono, mi preferida porque está sonriendo, la que puse en el mueble del living. Y yo les dije que Mariano era mi hijo. Y se emocionaron todos. Y yo también.”
Beatriz cree que a Mariano le tocó porque le tocó. No cree que lo tuvieran marcado los de la patota de Unión Ferroviaria. Ese grupo alimentado por barrabravas, los enviados por el líder sindical José Pedraza. Los que dispararon para todos lados mientras la policía miraba. Los que le dieron a Mariano y dejaron sin movilidad y sin voz a Elsa Rodríguez, otra militante que defendía el derecho de los tercerizados a recibir los mismos beneficios que el resto de los trabajadores. Pero Beatriz está segura que esos tipos tiraron a matar. Y confía en que van a recibir su condena.

“Veo bastante positivo lo que se está haciendo. Yo creo que la investigación se movió bastante. Y rápido. Porque veo cosas que a veces quedan en el aire. Mirá el caso de Fuentealba. En cambio, acá pasó un año y ya tenemos fecha para que se haga el juicio. Dicen que sería en febrero. Estoy conforme. Cuando fuimos a hablar con la presidenta, lo que nos prometió, lo cumplió. La jueza es excelente. La fiscal habló con Pablo, siempre estuvo en contacto. Me parece que tuvimos suerte. Yo voy a hacer todo lo que tenga que hacer, todo lo que pueda hacer. Para que caigan todos. ”
Fuente:TiempoArgentino

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