GUSTAVO CORDERA EN LA "RONDA REDONDA": CICLO DE ENTREVISTAS QUE SE HACE EN EL TALLER DE LA U3.
Asalto de cumbia en el penal de Rosario
Rosario/12 reproduce aquí la crónica elaborada por los internos de La Redonda que entrevistaron al pelado Cordera. El Taller de Comunicación que se desarrolla en la cárcel rosarina reúne a unos treinta presos de entre 18 y 24 años.
Por Internos de la U3*
Cordera habló largamente con los reclusos sobre todos los temas. Después cantó con su guitarra.
Un día el Plum Plum! de las rejas de un penal se transformó en tambores y aire de cumbia santafesina, se le coló un viento de rock que sopleteó varios uniformes y arrancó mas sonrisas que de costumbre. "Un acontecimiento extraordinario se produjo cuando a las dos de la tarde apareció en uno de los portones Gustavo Cordera. Todos lo recibimos con un fuerte aplauso y mucho entusiasmo", relata César, uno de los pocos internos de la Unidad Penitenciaria N°3 a los que, unos días después, se les permitió salir del pabellón para poder escribir en el taller de comunicación, la crónica de esta vivencia tan especial.
El ex cantante de la Bersuit, ahora solista, radicado en Uruguay y empilchado en una actitud algo más zen, llegó a Rosario el pasado Viernes 14 de Octubre para llevar a cabo una rueda de prensa promocionando su último disco y no dudó en responder a la invitación que se le había enviado días antes para participar de la "Ronda Redonda": un ciclo de entrevistas realizadas y registradas audiovisualmente por los internos a distintos personajes de adentro, de afuera y de más allá. Propuesta por el taller de comunicación coordinado por dos actoras externas al penal.
El reconocido poeta y periodista Fabricio Simeoni junto con 30 internos aguardaban con ansias al invitado en el patio, con sus murales coloridos y el tradicional aire tenso del lugar que esta vez ya se estaba relajando entre mates. Fabricio ya había sido entrevistado por ellos unas semanas atrás y la mística había resultado tan avasalladora que el vínculo trascendió la actividad y "los chicos" pidieron que vuelva para entrevistar con ellos a Cordera.
Después de alguna que otra demora entre fotos se armó la ronda y cuidadosamente, los que se animaron, comenzaron a preguntar. Se habló del barrio, de la infancia y del éxito. De que no hay fórmulas y de que muchas veces es la falta de afecto, el no sentirse los suficientemente querido, la que hace que alguien haga tanto esfuerzo por "hacerse conocido con una banda de rock y no parar hasta River".
"La sinceridad de sus palabras, la humildad con la que se expresaba hizo que cada uno de nosotros sea más libre, para poder llegar a él con preguntas", escribe Lucas cuando cuenta su experiencia. Es que Cordera no se privó de nada y cuando se le preguntó acerca de las drogas respondió sin vueltas que "a quién no le gustan" pero que también fue la droga la que logró sacar de él algo que no le pertenecía en esencia, algo así como una forma de ser con la que ya no se identifica, a la que llegaba quizás por miedo, por no poder enfrentarse con ciertas cuestiones. Hoy ya no consume y cuando Cachi le pregunta si se considera preso de algo el Pelado dice que sí, que él es preso de esos miedos que siempre lo siguen persiguiendo, miedo a la muerte, miedo a mil cosas.
La temática rondó la cuestión social cuando Héctor hizo una de las preguntas que había preparado con anterioridad, "¿porqué en muchos de tus temas aparecen la violencia y la pobreza?" Cordera respondió con convicción y habló de víctimas sociales, de que, como afirmaba Proudhon, "la propiedad privada es un delito". "Lamentablemente son las personas más vulnerables y más sensibles, las que se ven afectadas por esto y por eso ustedes están acá", afirmaba. Cachi aprovechó la ocasión para repreguntar "¿Por qué para amar hay que saber que querer no es amor?" citando uno de sus último temas. Así la entrevista se reorientó a la cuestión del consumo, a las consecuencias perjudiciales de aferrarse a las cosas y de movilizarse únicamente por conseguir y preservar lo material dejando de lado lo esencial. "Querer es un acto egoísta, por ejemplo, yo puedo querer tener un hijo pero algo muy distinto es amar tenerlo", aclaraba el Pelado en medio de miradas de asentimiento y desconcierto.
Finalmente Cordera desenfundó la guitarra y tocó "Se cae" y "Asalto de cumbia". "Nos motivó mucho cantando, creando un verdadero delirio dentro de nuestro cuerpo" anota fascinado Emanuel. Aplausos, coros y manos arriba.
"No voy a olvidar esta experiencia porque estoy agradecido a la vida y me gusta el rock, el maldito rock" escribe César. Un encuentro de este estilo es un evento alegre, novedoso y parcialmente liberador; es un recuerdo inolvidable pero también un disparador de reflexiones. Después de estos diálogos es imposible no preguntarse porqué es que todos somos presos de algo pero sólo algunos tienen preso su cuerpo, qué es lo que hace que la falta de contención social, de amor y de recursos determine el destino de algunos de cierta manera y de otros de manera distinta. El tema es complejo y merece ser discutido en su propia complejidad, es que "no sólo en la selva se escuchan tiros" concluye César en su crónica, coreando con su cabeza al ritmo del Pelado Cordera.
*Reclusos de la Unidad de Deteción III de Rosario.
Fuente:Rosario12
LA DIFICIL TAREA DE LA REINSERION SOCIAL
Una doble condena
Por Diego Fiori
"La cárcel es la continuación de una condena que no empieza en el delito que los priva de la libertad", dice Lucila Rosenberg, una de las comunicadoras sociales que aplica el Programa Jóvenes con Mas y Mejor Trabajo en una cárcel como la primera prueba piloto del país.
La realidad muestra el contraste del adentro y el afuera. La desigualdad y exclusión marcan la línea de quienes fueran condenados por el sistema. El rechazo y la falta de comprensión de la tan mentada reinserción hace que el modelo fracase en cada uno de los que a diario buscan y otra vez quedan afuera. Es la evidencia del déficit de las políticas estatales en la materia. "Un pibe que hoy sale de la cárcel no consigue trabajo en ningún lado. Muchos quieren y tienen expectativas de poder laburar, hacerse de un sueldo incluso para mantener o aportar a la familia pero casi de inmediato vuelven a caer en el abismo. El concepto de trabajo que tiene la mayoría de los internos es el de salir a robar. Eso para ellos es ir a trabajar. Es parte de la transferencia cultural y sin dudas es donde hay que detenerse para aplicar y articular políticas de inclusión y reformulación de conceptos", analiza Lucila Rosenberg con elementos que le aporta el trabajo en comunicación con los internos de La Redonda.
"Si te ponés a ver cada uno de los presos ninguno viene de una familia acomodada. Todos de familias pobres con carencias de todo tipo: afectivas, económicas y de situación de abandono total" observa Rosenberg y sugiere un análisis sobre éstos patrones comunes de los internos para plantear la urgente necesidad de reformular políticas en la reducción del delito donde "está claro que el sistema represivo y de instituciones totales fracasó" asevera.
Lucila Rosenberg trabaja en el Taller de Comunicación, junto a su compañera María Chiponi y una treintena de presos de entre 18 y 24 años. En el taller florecen elementos para entender e identificar las claves suficientes para trazar políticas de acción directa pero, según lo que relatan las talleristas "el trabajo gubernamental por momentos es deficiente. Por desidia entendiendo que los programas existen y sólo hay que gestionarlos y no lo hacen o lo hacen a destiempo creando falsas expectativas".
Después del paso de Cordera por la Unidad penal llegó el día de la desgrabación y la composición de la nota pero sólo se presentaron unos pocos participantes. Cuenta Rosenberg que no le avisaron a los internos y que esa situación "es moneda corriente porque viven en una guerra constante entre los internos, la guardia y la policía que no conduce a nada porque no pueden establecer lazos y construir la reinserción".
Fuente:Rosario12
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