27 de octubre de 2011

SENTENCIA JUICIO MEGACAUSA ESMA.

PERPETUA
Por Alejandra Dandan
Tras 22 meses de debate y de escuchar a más de 250 testigos, fueron condenados a prisión perpetua 12 ex marinos, entre ellos Alfredo Astiz y Jorge “Tigre” Acosta, que integraron el grupo de tareas de la ESMA, símbolo del horror durante la dictadura. Otros dos represores deberán cumplir penas de 20 y 18 años

DIECISEIS CONDENAS EN EL PRIMER JUICIO A LOS REPRESORES DE LA ESCUELA DE MECANICA DE LA ARMADA
Astiz, el Tigre y el grupo de tareas de Massera
El TOF 5 condenó a doce de los 18 acusados a prisión perpetua. Hubo dos absoluciones. Culpó a los represores por el homicidio de Walsh y de los secuestros y asesinatos del grupo de la Iglesia Santa Cruz.
Por  Alejandra Dandan

Los jueces pidieron que la Corte reclame a organismos internacionales que el genocidio contemple la eliminación de grupos políticos.Imagen: Leandro Teysseire

Lilia Ferreyra empezó la mañana revisando papeles, buscando. Finalmente agarró el original de la copia mecanografiada de la Carta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh. La mujer entró a la sala Auditorium de los Tribunales de Comodoro Py con las hojas guardadas en la cartera, la letra, guardándolo a él, extendiendo en ese espacio así sacralizado su presencia: “El juicio para mí tiene un sentimiento más íntimo”, dijo. “La sensación de que es una respuesta tardía al alegato que Rodolfo escribió en la Carta a la Junta Militar, por eso lo traje: es la respuesta que la Justicia le da a este escrito que tengo en mis manos 34 años más tarde.”

El presidente del Tribunal Oral Federal 5, Daniel Obligado, leyó finalmente, después de dos años de juicio oral y de esperas, de pruebas, testimonios y desgarros, la sentencia del histórico primer juicio a los represores de la Escuela de Mecánica de la Armada. El Tribunal condenó a 12 de los 18 represores a prisión perpetua por privación ilegal de la libertad y tormentos agravados y homicidios. Entre ellos, quedaron los nombres más emblemáticos y algunos de lo de mayor peso dentro de la estructura militar: Jorge el “Tigre” Acosta, jefe operativo del principal centro clandestino de la Marina; Antonio Pernías, Ricardo Cavallo, Jorge Radice, Oscar Montes y Alfredo Astiz, que cuando escuchó la sentencia dejó de esconder la cara, sacó pecho y una escarapela de algún lado para ponérsela en la solapa seguido fijamente por una de las cámaras de la sala. Las 12 perpetuas incluyeron las acusaciones por los homicidios de los 12 integrantes del Grupo de la Iglesia Santa Cruz, entre los que estaban Azucena Villaflor, las primeras Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Y 6 de las 12 condenas a perpetua sumaron la acusación por la privación ilegal de la libertad, tormentos, robo de bienes y el homicidio de Rodolfo Walsh, en una decisión que implica por primera vez una definición jurídica sobre el asesinato a partir de los testimonios que se recogieron en el juicio y dieron cuenta de la presencia de su cuerpo muerto en la ESMA, pese a la desaparición de sus restos. Acosta, Pernías, Astiz, Radice, Cavallo, Ernesto Weber y Juan Carlos Fotea fueron acusados por su caso.

El fallo aplaudido en el final por sobrevivientes y familiares que se congregaron en dos de las salas de Tribunales, en la calle, en un festival organizado por HIJOS, contuvo otras definiciones importantes. Los jueces Obligado, Ricardo Farías y Germán Castelli condenaron a la pena de prisión perpetua a Oscar Montes por el crimen de María Cristina Lennie, en una resolución que por sus características también es una bisagra: Lennie tomó una pastilla de cianuro en el momento del secuestro. El caso considerado hasta ahora como un supuesto suicidio había entrado al juicio por privación ilegal de la libertad y tormentos. La querella del CELS pidió, en su alegato, un cambio para imputar a los acusados por su homicidio, al considerar que cuando “ella opta por el suicidio no lo hace libremente ni por propia decisión, sino que lo hace forzada por las circunstancias que genera en forma dolosa e ilegal el imputado”, un argumento que terminó plasmado en la sentencia.

La perpetua alcanzó también a Miguel Donda, en su caso por el homicidio de Raymundo Villaflor: una decisión que admite el cambio de calificación en el mismo sentido de Walsh: pese a la ausencia del cuerpo el Tribunal reconoció en el fallo el asesinato a partir de los testimonios de quienes lo vieron muerto en el centro clandestino de los marinos.

Manuel García Tallada y Juan Carlos Fotea recibieron 25 años de prisión. El médico Carlos Capdevilla recibió la pena a 20 años de prisión por 14 privaciones ilegales y tormentos agravados. Juan Antonio Azic, el apropiador de Victoria Donda, fue condenado a 18 años por 3 privaciones ilegales de la libertad y tormentos agravados, entre ellos el de Carlos Lordkipanidse, a quien torturó con su hijo sobre la panza. Y hubo dos absoluciones: Juan Carlos Rolón y Pablo García Velazco, alias Dante, acusado por las víctimas como el jefe del operativo de Rodolfo Walsh. Rolón estaba imputado como parte de la patota del operativo en la Santa Cruz. Anoche no se conocían las razones por las que el tribunal decidió absolverlo, pero seguirá detenido porque está procesado por otros casos de la megacausa. El caso de García Velazco es uno de los más cuestionados por los sobrevivientes. “Dante” tenía un hermano mellizo que está muerto y a quién él le imputa la participación en el operativo de Walsh como parte de su coartada y de la lógica de invisibilización de los represores. Quienes lo conocieron y volvieron a verlo ayer por la mañana cuando pronunció sus últimas palabras estaban furiosos, convencidos de que esa coartada podría permitirle liberarse a los ojos de los jueces. Como Rolón, tampoco saldrá en libertad: continuará detenido por otros procesamientos pendientes.

Finalmente, la sentencia avanzó sobre pedidos planteados por la fiscalía de Mirna Goransky y Pablo Ouviña y dio lugar a otros pedidos que plantearon en los alegatos las querellas integradas por la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, el Cels, que sumó a Abuelas de Plaza de Mayo, la agrupación Kaos, Patricia Walsh y Horacio Méndez Carrera y Luis Zamora, en representación de las monjas francesas y el grupo de la Santa Cruz. Algunas de las respuestas fueron tomadas como verdaderas sorpresas. El tribunal ordenó que se abra una investigación sobre el rol que mantuvo durante la dictadura Ramón Arrosa, el primer jefe de la Armada de la democracia. Arrosa, que hizo su carrera de ascenso durante la dictadura, declaró en el juicio como testigo y dijo aquello de que la infiltración de Astiz en el Grupo de la Santa Cruz había sido “exitosa” y que el problema de la Armada había sido no darle cobertura y enviarlo nuevamente a trabajar esta vez a París, donde lo descubrieron los sobrevivientes. Una declaración que en su momento enfureció hasta a sus camaradas de armas, que le reprocharon haberse lavado las manos. Otra decisión fue separar las acusaciones por violencia sexual en la ESMA y derivarlas al juzgado federal numero 12, donde Sergio Torres abrió una causa situándolos como delitos de lesa humanidad. Lo mismo ordenó respecto de los niños secuestrados con sus padres y el funcionamiento de la maternidad clandestina de la ESMA. El tribunal ordenó una medida de protección sobre el Campo de Deportes de la ex ESMA, que aún sigue usando la Marina y sobre el que existen sospechas de que se utilizó para la incineración o entierro de cuerpos.

Otro dato, quizá más inesperado, fue un pedido para que la Corte Suprema de Justicia de la Nación promueva ante los organismos de Justicia internacional la inclusión de la figura del perseguido político en el delito internacional de Genocidio.

La espera
La sentencia se había anunciado para las seis de la tarde, pero se escuchó recién dos interminables horas más tarde. La demora alentó todo tipo de rumores. En los pasillos, los empleados del Tribunal organizaban las filas para acreditaciones que rebalsaban capacidades y presencias. Entre los invitados de los acusados apareció Cecilia Pando, que terminó en un momento en medio de un pasillo espalda con espalda con Myriam Lewin. Un empleado sudaba buscando formas para hacer entrar como acreditados a los cronistas de prensa que llegaron de todo los lugares. Otro decía que todo estaba bien, que iba a ver una sentencia justa. Los jueces, sin embargo, no aparecían. En la sala alguien llegaba con el dato de que no se ponían de acuerdo, que habría solo cuatro perpetuas.

El Tribunal tenía antecedentes que despertaban cierta inquietud desde el comienzo del juicio. Con sólo un integrante distinto, había absuelto a tres de los cinco acusados en el último juicio a los ex jefes de Area. Además, hace cuatro años, no pudo garantizar la seguridad del ex prefecto Héctor Febres, que murió aparentemente envenenado en prisión antes de escuchar la sentencia.

A las ocho de la noche, todos los que tenían que estar estaban ahí. Las Abuelas de Plaza de Mayo Estela Carlotto, Rosa Roisinblit, Nora Cortiñas y Laura Conte, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde y su segundo, Luis Alem; el diputado Julio Piumato, el presidente del CELS, Horacio Verbitsky. Cecilia de Vincenti, la hija de Azucena Villaflor. Ana María, Mabel y Esther, las hijas de Esther Careaga del grupo de la Santa Cruz. Lilia Ferreyra y Jorge Pinedo, el ex marido de Patricia Walsh. Los sobrevivientes: Graciela Daleo, Carlos Lordkipanidse. Las sobrinas de Léonie Duquet que llegaron por primera vez a Argentina desde Francia para escuchar la sentencia. Su prima, sor Geneviève Jeanningros, vestida de religiosa, acompañada por el embajador de Francia Jean Pierre Asvazadourian. “Mucho de emoción”, decía Geneviève. “Tengo admiración por la Argentina, de su valentía de hacer estos juicios, de una democracia que puede estar fundada sobre la justicia: estuve el año pasado y presencié la manifestación del 24 de marzo, vi todos esos jóvenes que para mí es una inmensa esperanza para la Argentina y todos los 30 mil desaparecidos son como sus semillas, para el día de hoy, de mañana”.

Algo de eso apareció en la sala en ese momento. Adolfo Mango, de la Santa Cruz, y María Adela Antokoletz, que estuvieron día a día ocupando las sillas de los interminables días de audiencia, repartieron unas imágenes con las fotos de los doce de la Santa Cruz. Con la cara de Walsh. Las imágenes eran como estampas. A las 20.07, cuando entraron los marinos esposados a la sala, los familiares miraban detrás de un vidrio. Con los puños en alto, la V de la victoria en las manos y las manos alzadas con las estampas hicieron de fondo de los flashes. Cuando todo terminó, y el tribunal dijo lo que dijo, la sala volvió a cantar su himno: 30 mil compañeros detenidos desaparecidos, presentes. Ahora y siempre.
Fuente:Pagina12

OPINION
Un emblema, 86 tristezas
Por Victoria Ginzberg
Imagen: Leandro Teysseire
¿Será por la supuesta “cara angelical” de Alfredo Astiz, por su mirada fría como un témpano, sus ojos inexpresivos, superficiales, el rictus asqueroso que se volvió a ver en sus apariciones en este juicio, su lunar? ¿Será por su infiltración en el incipiente movimiento de derechos humanos, porque logró la confianza y la compasión de las mujeres que ya se organizaban para reclamar que les devolvieran a sus hijos, porque dicen que selló con un beso su traición y eso solo ya parece parte del guión de una película? ¿Será por aquellas víctimas, en apariencia “más débiles”, o por las “más célebres”, por el escritor, el periodista, el militante que utilizó su máquina de escribir para difundir los crímenes que se cometían en los sótanos y usó su otra arma para defenderse cuando lo buscaron para asesinarlo y llevarlo a aquellos sótanos? ¿Será por los bebés que nacieron en una piecita de Capucha, porque, antes de matarlas, a las madres les hacían escribir una carta a su familia que nunca sería entregada y les mostraban un ajuar comprado para ese niño que sería despojado de su nombre y de su historia? ¿Porque hubo víctimas francesas y suecas y desde Francia y Suecia el reclamo fue permanente, una mosca en la oreja para funcionarios políticos y judiciales argentinos? ¿Será porque el edificio, imponente, atraía indefectiblemente las miradas de todos los que entraban o salían de la Capital por la zona norte? ¿Porque sus cuatro columnas, su nombre en el friso, su iluminación nocturna, su visibilidad y presencia eran en definitiva señales de la pretensión de mostrar que todavía estaba allí, que todavía estaban allí? ¿Será porque el jefe, el Almirante Cero imaginó que luego de las muertes, las torturas, las violaciones, podría convertirse en un líder político? ¿Será porque siempre hay grietas y hubo sobrevivientes que incluso mientras la resistencia mayor era mantenerse con vida ya imaginaban posibles juicios, denuncias, declaraciones? ¿Porque cuando “las sacaban a comer” las mujeres escribían su bronca en los baños con el lápiz labial que les daban como parte de su proceso de “rehabilitación”? ¿Será porque muchos de los que salieron hablaron incluso cuando no tenían los dos pies afuera, cuando todavía eran vigilados, cuando el terror seguía habitando sus cuerpos?

Tal vez por todas esas cosas un poco, aunque nada termina de explicarlo del todo. Lo cierto es que la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, se convirtió tempranamente en el símbolo del sistema acabado del horror del terrorismo de Estado. Fue probablemente el centro clandestino de detención y exterminio por el que pasaron más víctimas. Pero no se trata de una cuestión cuantitativa. Algo hizo que a pesar de que ya había más de 240 represores condenados y más allá de la importancia que tuvieron sentencias como las del Atlético-Banco-Olimpo o La Perla o el quiebre que significó para la continuidad de la impunidad en democracia la cadena perpetua a Luis Abelardo Patti, por citar algunos ejemplos, ayer fuera un día bisagra.

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La carga simbólica de la ESMA fue también comprendida por los represores. El juicio que luego de dos años concluyó ayer fue el más resistido desde la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Cuando el Congreso barrió con aquellos dos impedimentos, la Cámara Federal porteña decidió de oficio reabrir las dos “megacausas” que habían quedado congeladas a fines de los ’80: Primer Cuerpo de Ejército y ESMA. En la primera había todavía mucho por hacer, testimonios que tomar, pruebas que recolectar. La segunda estaba casi lista para ser “elevada”, es decir para comenzar con los preparativos de juicio oral. Pero el expediente terminó demorado un año en la Cámara de Casación Penal. Fue el “caso testigo” de los represores y sus defensores, entre los que se contaba el ex presidente de ese tribunal superior Alfredo Bisordi, que luego de irse de ese puesto pasó a desempeñar formalmente el papel de abogado de los acusados de violaciones a los derechos humanos. La investigación sobre el Primer Cuerpo de Ejército comenzó a avanzar y a la vez se abrieron y terminaron causas en distintos lugares del país: La Plata, Córdoba, Tucumán, Mendoza... Sobre la ESMA, sólo se intentó hacer un juicio al prefecto Héctor Febres por cuatro casos. Lo que haya sido ese proceso ¿un globo de ensayo? ¿un pase de facturas al chivo expiatorio? terminó con el acusado muerto por envenenamiento por cianuro en condiciones más que sospechosas. Los Marinos, sea porque tienen mayor poder de lobby, todavía contactos o mucha suerte, lograron demorar sus condenas. Recién a fines del año pasado hubo sentencia para miembros de ese arma en Mar del Plata. Ayer les tocó a sus represores más simbólicos.

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“Es que a través de la ESMA se puede contar el proceso de memoria, verdad y justicia desde la democracia para acá”, apunta Valeria Barbuto, del Centro de Estudios Legales y Sociales.

En 1994, los represores Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón fueron al Congreso para defenderse porque los senadores se negaban a votar sus ascensos luego de que se publicitaran sus antecedentes. Admitieron haber participado en torturas y secuestros. El incidente motivó que se estableciera un mecanismo de consulta con organismos de derechos humanos y la secretaría del área para comprobar que los miembros de las Fuerzas Armadas involucrados en violaciones a los derechos humanos que debido a las leyes de impunidad no podían ser condenados al menos no siguieran haciendo carrera.

Otro marino que pasó por la ESMA, Adolfo Scilingo, fue, con su confesión ante Horacio Verbitsky en El Vuelo, quien inauguró un nuevo período en el vínculo entre la sociedad argentina y la memoria de los crímenes de la última dictadura. La ratificación en la voz de los verdugos de que los desaparecidos eran tirados vivos al mar, terminó de alguna forma con la era del hielo postindultos y dio inicio a un proceso –el de la justicia– que todavía estamos viviendo.

La ESMA también fue punta de lanza en la política de recuperación de los sitios en los que funcionaron centros clandestinos de detención. En 1998 Carlos Menem anunció que demolería el edificio para levantar allí un monumento a la “reconciliación nacional”. La Justicia, a pedido de Graciela Lois y Laura Bonaparte, lo impidió. La medida tomada por Menem derivó de a poco y con el tiempo –desalojo de los marinos de por medio– en la instalación del Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos.

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La sentencia de ayer se festejó dentro y fuera del tribunal. En la sala y en la calle hubo abrazos, lágrimas de emoción, de tristeza y de alegría. “Hemos cumplido nuestro mandato con los compañeros”, dijo como en representación de los sobrevivientes de la ESMA Lila Pastoriza. Además de conseguir la primera condena en la Argentina para la mano de obra de Massera, los que estuvieron secuestrados en la ESMA y pudieron salir fueron durante el juicio la voz de los asesinados y desaparecidos. “Un muerto es una tristeza, un millón de muertos es una información”, cita Pilar Calveiro a Tzvetan Todorov en Poder y Desaparición. Los sobrevivientes contaron las historias de los que ya no están, recuperaron sus nombres, sus deseos, su militancia. Para que los muertos dejaran de ser un número, el número que les dieron en la ESMA al entrar y se volvieran una tristeza. Cada uno una tristeza particular. 86 tristezas por las que ayer se hizo justicia.
Fuente:Pagina12
LOS 16 CONDENADOS Y LOS DOS ABSUELTOS
Quiénes son los enjuiciados
Jorge Eduardo Acosta
Prisión perpetua. Alias Tigre, Aníbal, Santiago o Capitán Arriaga. 70 años. Capitán de corbeta retirado de la Armada. Fue jefe de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3 con base en la ESMA entre abril de 1976 y febrero de 1979. El Tigre Acosta, como lo conocían los secuestrados, pasó a la historia por su sadismo, que le permitía torturar en cautiverio y luego obligar a una secuestrada a salir a cenar a un restaurante o a bailar a un boliche. Se ufanaba de ser “Jesucito” por su capacidad para “mandar para arriba” a las víctimas.


Alfredo Ignacio Astiz
Prisión perpetua. Alias Cuervo, Angel, Rubio, Gonzalo, Gustavo Niño y Alberto Escudero. 59 años. Integró el sector de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3. Se hizo pasar por hermano de un desaparecido para infiltrarse en el grupo de Madres y familiares de víctimas secuestrados en la Iglesia de la Santa Cruz y asesinados en vuelos de la muerte. Volvió a infiltrarse entre familiares y exiliados en Francia. Fue identificado cuando se rindió sin pelear en la guerra de Malvinas. Dado de baja de la Armada por ufanarse de su capacidad para asesinar políticos y periodistas.


Ricardo Miguel Cavallo
Prisión perpetua. Alias Sérpico, Miguel Angel y Marcelo Carrasco. 60 años. Capitán de corbeta retirado. Integró los sectores de operaciones e inteligencia del Grupo de Tareas 3.3. Fue identificado por sobrevivientes de la ESMA en México, donde se desempeñaba como director del Registro Nacional de Vehículos. Fue detenido en agosto de 2000 mientras intentaba huir a la Argentina, donde regían las leyes de impunidad. Fue extraditado a España por orden del juez Baltasar Garzón y en marzo de 2008 fue extraditado a la Argentina.

Julio César Coronel
Prisión perpetua. Alias Maco. 75 años. Mayor retirado del Ejército Argentino. Entre 1977 y 1978 integró el sector de operaciones del Grupo de Tareas 3.3, enviado en comisión por el Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo. Ofició de enlace entre la Armada y el Ejército. “Qué cagada que Walsh se nos murió, no respetó la voz de alto y tuvimos que tirarle”, le confió a un secuestrado. Según su legajo fue herido ese mismo 25 de marzo de 1977, pero no por el escritor, sino durante un operativo en San Fernando.


Adolfo Miguel Donda
Prisión perpetua. Alias Gerónimo, Palito o Chiche. 65 años. Capitán de fragata retirado de la Armada. Fue jefe del sector operaciones del Grupo de Tareas 3.3 entre noviembre de 1978 y 1980. Luego fue segundo jefe de inteligencia. Su hermano y su cuñada estuvieron en cautiverio en la ESMA. Durante su indagatoria admitió que participó en secuestros, destacó que “fue una actuación institucional, de toda la Armada” y lamentó que sólo lleguen a juicio el puñado de represores identificados por sobrevivientes.

Alberto Eduardo González
Prisión perpetua. Alias Gato o Luis, también usó el sosia Oscar Paz Alara. Cumplió ayer 60 años. Capitán de corbeta retirado de la Armada. Entre 1976 y 1979 integró el sector de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3. Varios sobrevivientes lo identificaron en secuestros y sesiones de tortura. En 1978 cumplió funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde fueron obligados a trabajar varios secuestrados. En 1980 fue asignado por la Armada a la embajada argentina en Londres.

Oscar Antonio Montes
Prisión perpetua. Almirante retirado de la Armada. 77 años. Fue jefe de operaciones del Estado Mayor de la Armada y comandante de las Fuerzas de Tareas 3, de la que dependían los grupos de tareas de la ESMA. Cuando las Fuerzas Armadas se dividieron los ministerios y la Armada ocupó el de Relaciones Exteriores, fue nombrado canciller. Al comienzo del juicio negó todos los cargos pero se negó a declarar “porque no estoy siendo juzgado por mis jueces naturales”. Gracias a sus problemas de salud goza de arresto domiciliario.

Antonio Pernías
Prisión perpetua. Alias Martín, Rata o Trueno. 64 años. Capitán de fragata retirado. Varios secuestrados lo recordaron entre sus torturadores. Tuvo a su cargo la Pecera, donde los cautivos hacían trabajo esclavo, y luego fue enviado al Centro Piloto de París. Su padre, oficial superior de la Fuerza Aérea, facilitó su casaquinta de Del Viso como “casa operativa” de los represores de la ESMA. Fue quien le anticipó a una secuestrada el “traslado” de las monjas francesas y los familiares de desaparecidos.

Jorge Carlos Radice
Prisión perpetua. Alias Gabriel, Ruger o Juan Héctor Ríos. 59 años. Teniente de fragata retirado de la Armada. Entre 1976 y 1978 integró el sector de inteligencia y luego de logística del Grupo de Tareas 3.3. Desde fines de 1978 fue secretario del almirante Emilio Massera en sus oficinas de Cerrito 1136. Supo ufanarse de ser “el mejor francotirador” del grupo de tareas. En una casa de su familia en Zapiola y Jaramillo fueron obligados a trabajar varios secuestrados de la ESMA.


Néstor Omar Savio
Prisión perpetua. Alias Halcón o Norberto. 65 años. Capitán de fragata retirado de la Armada. Integró los sectores de operaciones y de logística del Grupo de Tareas 3.3. Durante su declaración indagatoria en la instrucción admitió que “la Armada envió a todo el personal necesario, sin distinción de jerarquías, cuerpo o escalafón”, en lo que denominó “lucha contra la subversión”. En el juicio oral no negó su paso por la ESMA pero sí su participación en los secuestros de la Iglesia de la Santa Cruz.

Raúl Enrique Scheller
Prisión perpetua. Alias Mariano, Pingüino, Miranda y Schelling. 65 años. Capitán de navío retirado de la Armada. Integró el sector operaciones del Grupo de Tareas 3.3 y luego el Copece, un centro de documentación de la Armada. En sus declaraciones en instrucción admitió haber participado en interrogatorios pero negó haber torturado. Eran “procedimientos doctrinarios previstos para la circunstancia de enemigo capturado”, dijo. En el juicio aseguró que su actuación en la Unidad de Tareas 3.3.2 fue “un destino más” de su carrera naval.

Ernesto Frimon Weber
Prisión perpetua. Alias 220 o Boero. 80 años. Oficial retirado de la Policía Federal. Fue sindicado por sobrevivientes como quien les enseñó a usar la picana eléctrica. También sería el autor del asesinato de Rodolfo Walsh. “Lo bajamos en una cita en la calle”, le contó a un secuestrado. “El hijo de puta se parapetó detrás de un árbol y se defendía con una 22. Lo cagamos a tiros y no se caía”, contó. Durante sus declaraciones indagatorias negó los hechos, dijo que se limitaba a pedir zonas liberadas a la Policía Federal.

Juan Carlos Fotea Dineri
25 años de prisión. Alias Lobo o Fernando. 61 años. Sargento retirado de la Policía Federal. Integró el sector de operaciones del Grupo de Tareas 3.3 entre 1977 y 1978 cuando era cabo primero. Participaba en secuestros y se ufanaba de su capacidad para conducir vehículos a alta velocidad. Su nombre trascendió en 1985 luego de su detención como miembro de una banda que encabezaba Raúl Guglielminetti. Alguna vez confesó que era “rayante” ver el desfile de condenados. “Estamos tirando una generación al mar”, admitió.

Manuel J. García Tallada
25 años de prisión. Contraalmirante retirado de la Armada. 76 años. Fue jefe de Prefectura Naval en 1975. Después del golpe de Estado fue jefe del estado mayor del Comando de Operaciones Navales y en 1977 fue comandante de la Fuerza de Tareas 3, de la que dependían los grupos de tareas de la ESMA. Durante su declaración indagatoria dijo desconocer que durante la dictadura se aplicaran tormentos a los detenidos. Gracias a su edad y a sus problemas de salud, cumplirá su condena con arresto domiciliario.

Carlos Capdevila
20 años de prisión. Alias Tommy. 65 años. Médico y capitán de fragata retirado de la Armada. Entre 1979 y 1981 integró el departamento de sanidad de la ESMA. Atendió a secuestradas embarazadas que tuvieron a sus hijos en cautiverio. Colaboró con la Justicia al entregar los alias de oficiales y suboficiales de la Armada y una resolución del almirante Emilio Massera de 1978 por la que se condecoró a 81 miembros y colaboradores del Grupo de Tareas 3.3 por su participación en “operaciones reales de combate” durante la dictadura.

Juan Antonio Azic
18 años de prisión. Alias Piraña, Freddy y Claudio. 70 años. Suboficial principal retirado de Prefectura Naval. Integró el sector operaciones del Grupo de Tareas 3.3. Se apropió de Victoria Donda y Carla Silvana Ruiz Dameri, nacidas durante el cautiverio de sus padres en la ESMA. Cuando se enteró del pedido de captura del juez español Baltasar Garzón, Azic caminó hasta una clínica, se sentó en un banco frente a la imagen de la Virgen Stella Maris, patrona de la Armada, y se disparó en la boca con su nueve milímetros.

Pablo E. García Velazco
Absuelto. Alias Dante. 64 años. Capitán de corbeta retirado de la Armada. Participó de la represión ilegal junto a su hermano mellizo Miguel Angel García Velazco. Varios sobrevivientes aseguraron que Pablo era Dante, integrante del Grupo de Tares 3.3 que participaba en secuestros e interrogatorios. Durante sus declaraciones indagatorias negó haber formado parte del GT 3.3, dijo que integraba el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) y sugirió una confusión con su hermano, que ya había fallecido.

Juan Carlos Rolón
Absuelto. Alias Juan o Niño. 62 años. Capitán de fragata retirado de la Armada. Durante la dictadura prestó funciones en la base naval de Puerto Belgrano e integró el sector de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3. Algunos sobrevivientes lo reconocieron entre sus secuestradores, otros como torturador. A un secuestrado le contó que su abuelo había despilfarrado una fortuna y apenas había quedado su apellido en una avenida por la que estaban circulando, dato que años después permitió identificarlo.
Fuente:Pagina12

CADA CONDENA A LOS REPRESORES FUE FESTEJADA POR LOS FAMILIARES Y VICTIMAS REUNIDOS FRENTE A TRIBUNALES
“Sentí que mi hijo volvía a acariciarme”
Apenas empezó a escucharse la voz del juez leyendo las penas para Astiz, Acosta y otros dieciséis represores, frente a Comodoro Py los rostros se llenaron de lágrimas y risas. “No es alegría, es justicia”, repetían los sobrevivientes de la ESMA.
Por Ailín Bullentini
“Esto que costó tanto conseguir es lo que debe ser”, repetían entre los festejos.Imagen: Leandro Teysseire
Varias veces el presidente del TOF 5 repitió, a través de los parlantes y la pantalla gigante apostados de espaldas a las escalinatas de Comodoro Py, los nombres de los 18 represores juzgados. A cada nombre, la multitud que esperó la sentencia del juicio por la primera etapa de la “megacausa ESMA” en la vereda de los tribunales de Retiro retrucó “asesino”. Jóvenes militantes de diferentes espacios políticos, familias enteras sin banderas, familiares y amigos de desaparecidos durante la última dictadura militar, sobrevivientes del centro clandestino de detención más escalofriantemente grande que funcionó durante aquellos años de terror aguardaron a puro canto las condenas, que llegaron dos horas más tarde de lo pautado. La espera de muchos de ellos, sin embargo, duró bastante más, tanto como más de treinta años. “Justicia, esto es lo que siempre pedimos. Justicia legal, nunca por mano propia. ¡Y vamos por más!”, estalló en llanto Taty Almeida, madre de Plaza de Mayo, al festejar cada perpetua.

El asfalto de Comodoro Py comenzó a poblarse pasadas las 17. Bastante antes de que llegaran los partidos políticos, militantes de HIJOS calmaban ansias apuntalando cada detalle de sonido y de imagen, acomodando las sillas del espacio inmediatamente cercano al escenario, destinado a las Madres, familiares de desaparecidos y sobrevivientes de la ESMA.

Se los podía reconocer fácilmente entre la gente, sin necesidad de que vistieran pañuelos blancos, remeras o prendedores. Llevaban la contundencia de un hecho histórico como el que estaba a punto de ocurrir estampada en sus rostros y su reencuentro, mediado por dedos en “V” desde la distancia o fuertes abrazos en la cercanía, ahí mismo, a escasos metros de los verdugos de sus hijos, hermanos o padres –o casi suyos–.

Amuchados entre tres o cuatro, abrazados en círculo o de frente a la pantalla con las manos tomadas como cerrojos, recibieron las “perpetua”. Algunos gritaron. Otros apretaron los dientes o miraron al cielo anochecido. Lita Boitano rió a carcajadas con los brazos en alto junto a sus compañeros de la Asociación Familiares de Detenidos Desaparecidos cuando oyó la condena que el TOF impuso a Adolfo Donda. “Sentí que alguna parte de mis hijos volvía a acariciarme, a estar a mi lado”, señaló. “Mi hijo pasó por la ESMA, me dijeron”, apuntó. Su hija también desapareció.

“No quise estar adentro. Preferí estar junto a mis compañeros, compartir esto con ellos, como compartimos lo de aquellos años. Es demasiado grande la emoción que se siente como para poder soportarlo solo”, explicó Andrés Castillo, detenido en la ESMA, sobreviviente y testigo en el juicio que culminó ayer. Para Cristina Muro, sus compañeros de militancia y detención son “el orgullo”: “Sin su voluntad férrea de contar una y otra vez la historia, nada de esto podría haber sido posible”, esgrimió. Con una de ellas se abrazará, deshecha y rehecha a la vez, tras ver al torturador Ricardo Cavallo hundido en la reclusión perpetua. La hermana y el hermano de Zulema Marino pasaron por la ESMA, tras haber sido secuestrados por grupos de tareas y, para ella, el mero hecho de que “los asesinos” de su “sangre” ocuparan ayer, y durante los últimos dos años, “el sector de acusados en la sala del juicio”, es “motivo para estar contenta”: “Es fuerte verlos entrar a ellos con esposas, cuando hace más de treinta años la situación fue al revés y ellos llevaban a nuestra gente esposada”, concluyó. Más tarde, reconocerá aliviada la sensación interior: “La alegría de saber que se van a morir en la cárcel”.

La multitud que rodeó la cuna en la que se acurrucaron las víctimas –directas e indirectas– de los verdugos de la ESMA creció al compás de la demora en la llegada del final de esa primera parte de la historia del centro clandestino de detención. Muchas personas llegaron bajo banderas de espacios políticos, pero otros lo hicieron bajo la propia, la del “deber ético”, la “necesidad de estar, de vivir como una victoria de todos” la condena de los asesinos de muchos. Así lo hizo Luciana, que recorrió la concentración y se quedó pegada a una valla que la separaba siquiera un metro de la última fila de sobrevivientes, sentados mirando al escenario. “Me cuesta entender que se haya tardado tanto en hacer todo esto. Por eso estoy acá. Es importante aprender que esto que costó tanto conseguir es lo que debe ser, y lo que debe ser defendido por todos los argentinos”, dijo.

Los “olé olá, adonde vayan los iremos a buscar”, los “no nos han vencido”, de la setentista “a pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos...” y hasta los improvisados versos relacionados con la demora incomprensible de la lectura de la sentencia, se apagaron completamente cuando el escudo de la República que permaneció proyectado en la pantalla desde el inicio del acto fue reemplazado por la entrada de los represores acusados a la sala, puertas adentro de Comodoro Py, a las 20.02.

Durante la siguiente hora, el silencio sólo fue interrumpido por aplausos fervorosos y los estratégicos alaridos “hijo de puta” y “asesino”. El barullo erizó la piel y aturdió incluso a quienes no quisieran escuchar cuando Astiz fue condenado a reclusión perpetua. No quedó ni una silla de la cuna frente al escenario ocupada. De un salto, todos gritaron de pie. Tampoco quedó par de ojos secos. De repente, todos lloraron, pero no de alegría. Sino por haber recibido justicia.
Fuente:Pagina12

Otras voces
- Martín Sabbatella, diputado por Nuevo Encuentro: “Sentimos una gran alegría por ver a más asesinos condenados por los crímenes cometidos durante la dictadura. Este fallo contra los genocidas de la ESMA es otro gran paso de nuestra democracia a favor de una Patria más justa. Argentina es hoy mucho mejor que ayer y lo será aún más por este camino de memoria, de verdad y de justicia”.

- Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): “Esta sentencia pone fin a la impunidad para los criminales que actuaron en uno de los mayores centros clandestinos de detención que existieron en el país y constituye un nuevo avance en el juzgamiento de los responsables del terrorismo de Estado en Argentina”.

- Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos: “Con impunidad y olvido no se construye una sociedad democrática. Estas condenas implican un paso más en el camino de la memoria, la verdad y la justicia”.


- Patricia Walsh, ex diputada e hija de Rodolfo Walsh: “Esta sentencia muestra el avance enorme de la lucha colectiva por los derechos humanos. Es producto de la lucha más digna de la historia reciente de los argentinos”.

- Gabriela Cerruti, legisladora porteña de Nuevo Encuentro: “Perpetua a Astiz. Mis hijos van a vivir en un país mejor. Gracias a todos y todas, a los que están y a los que ya no están”.

- Carlos Raimundi, diputado electo por el FpV: “Genocidas expropiadores tienen juicio público con garantías procesales sin una gota de venganza, ¿qué más calidad institucional se puede pedir?”.

- Laura Alonso, diputada del PRO: “Construyamos entre todos la memoria histórica y trabajemos para olvidar. Para que no pase nunca más”.

- María Eugenia Vidal, ministra de Desarrollo Social: “El fallo es un ejemplo de reparación para los familiares de las víctimas que se cobró la dictadura. Los argentinos queremos vivir en paz y dirimir cualquier diferencia que pueda surgir entre nosotros dentro de la democracia. Lejos de la violencia y la intolerancia”.

- Agustín Rossi, jefe del bloque de diputados del FpV: “Cada uno de los testigos fue a recordar momentos difíciles, personas que ya no están. Eso es valiosísimo, así que mi reconocimiento de siempre a aquellos que con generosidad tomaron la decisión de pasar por esa situación”.

- Francisco de Narváez, diputado del peronismo disidente: “La democracia ha hecho justicia en la causa ESMA. Un paso adelante. Argentina, Nunca Más”.

- Silvana Giúdici, diputada de la UCR: “La condena a Astiz y otros represores es un hecho relevante e histórico. Es lamentable que la Televisión Pública transmita Fútbol para Todos en un momento como éste”.

- Héctor Timerman, canciller: “Azucena Villaflor y todas las víctimas de ESMA, ¡presentes!”.

- Nilda Garré, ministra de Seguridad: “¡Qué mejor homenaje a la memoria de Néstor (Kirchner) que la Justicia triunfando sobre la impunidad en la causa ESMA!”.

- Guillermo Montenegro, ministro de Seguridad porteño: “La sentencia de cadena perpetua resulta ejemplar. Es la respuesta definitiva del sistema de justicia para aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad. Hoy es un día de reparación institucional, donde el Estado democrático juzga y condena los abusos del Estado terrorista”.

- Ricardo Gil Lavedra, diputado radical y juez en el Juicio a la Junta Militar: “Es un momento de satisfacción. Las sociedades buscan las maneras de saldar estas cuentas. La Argentina probó todas, y la única manera de cerrar estos procesos es con justicia”.

- Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo: “Justicia. Felicitaciones a todos los que militaron el juicio y especialmente a los sobrevivientes. Sin su coraje sería imposible”.


- Julio Piumato secretario de Derechos Humanos de la CGT: “Nueva sentencia a los genocidas de la ESMA, homenaje a las víctimas de estos salvajes y a Néstor (Kirchner), cuya decisión política hizo esto posible”.

- Juan Cabandié, legislador porteño por el FpV: “La justicia llega. Abuelas, madres, familiares y Néstor. Gracias”.
Fuente:Pagina12


Culminó la primera etapa del histórico juicio por los crímenes cometidos en el centro clandestino de la Marina
Condenan a prisión perpetua a los genocidas que actuaron en la ESMA
Publicado el 27 de Octubre de 2011
Por Gerardo Aranguren
Alfredo Astiz, Jorge “Tigre” Acosta, Ricardo Cavallo y Adolfo Donda son algunos de los 16 represores sentenciados por el Tribunal Oral Federal 5. Hubo dos absoluciones, que beneficiaron a Juan Carlos Rolón y Pablo García Velazco.
La “valiente muchachada de la ESMA”, como la llamó el genocida Jorge “Tigre” Acosta en sus últimas palabras, ya no seguirá impune. Después de 22 meses de audiencias, el Tribunal Oral Federal 5 leyó ayer por la noche la sentencia contra los 18 imputados en el juicio oral por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino emblema de la represión de la última dictadura militar: la ESMA. Los jueces condenaron a prisión perpetua a Alfredo Astiz y Jorge “Tigre” Acosta junto a otros diez marinos que integraron el Grupo de Tareas 3.3.2. También absolvieron a Juan Carlos Rolón y Pablo García Velazco, aunque las razones se conocerán recién el 26 de diciembre, cuando se leerán los fundamentos.
Ante la atenta mirada de funcionarios, organismos de Derechos Humanos, víctimas y familiares, los jueces Daniel Obligado, Germán Castelli y Ricardo Farías comenzaron a leer el esperado veredicto. Luego del formal rechazo a los pedidos de nulidad, de inconstitucionalidad y de prescripción formulados por las defensas de los acusados, comenzaron a enumerar una a una las condenas. El tribunal condenó a prisión perpetua a Astiz, Acosta, Ricardo Cavallo, Jorge Radice, Antonio Pernías, Raúl Scheller, Oscar Montes, Alberto González, Néstor Savio, Adolfo Donda, Julio César Coronel y Ernesto Weber. En tanto, fijó penas de 25 años de prisión para Manuel García Tallada y Juan Carlos Fotea, mientras que Carlos Capdevilla fue sentenciado a 20 años de prisión y Juan Antonio Azic a 18 años.
Los únicos absueltos fueron Juan Carlos Rolón y Pablo García Velazco, quienes sin embargo seguirán detenidos ya que el mismo tribunal los mantiene en prisión preventiva por otras causas relacionadas con los delitos de la ESMA. El Tribunal dio por probada la culpabilidad de Astiz y Acosta en el secuestro, torturas y desaparición del Grupo de la Iglesia de la Santa Cruz, integrado por 12 personas, entre ellas las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, y las primeras Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga, secuestradas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977, mientras preparaban una solicitada por los desaparecidos. Por ese delito también fueron encontrados culpables Cavallo, Radice, Pernías, Savio, Gonzales, Scheller, Coronel y Weber. Además de Gonzales Tallada y Juan Carlos Fotea.
La mayoría de los marinos también fueron condenados por el homicidio del escritor y periodista Rodolfo Walsh, y el robo de sus bienes. Entre llantos, la viuda de Walsh, Lilia Ferreyra, escuchaba la sentencia mientras sostenía entre sus manos una copia a máquina que ella misma realizó de la copia original de la “Carta Abierta a la Junta Militar”. “La sentencia es una respuesta a este alegato de Walsh”, señaló emocionada.
“Estas condenas implican un paso más en el camino de la Memoria, Verdad y Justicia”, señaló el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, quien estuvo presente en la sala de audiencias junto a su subsecretario, Luis Alen. También presenciaron la sentencia buena parte de los organismos de Derechos Humanos: Estela de Carlotto estuvo sentada junto a los abogados que representaban la querella de Abuelas de Plaza de Mayo. También hubo miembros de Madres Línea Fundadora y de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, varios de ellos querellantes como Enrique Fuckman y Carlos Lordkipanidse.
La jornada de ayer comenzó con demoras y serias fallas en la organización. Los familiares y sobrevivientes hicieron largas colas junto a la prensa para intentar acreditarse e ingresar al juicio. Al igual que en los casi dos años de proceso, la audiencia comenzó con retraso, dos horas después de que fuera convocada por el TOF 5.
Los familiares y víctimas que lograron ingresar se sentaron en la planta baja de la Sala Amia. Allí desplegaron fotos y carteles con los nombres de los desaparecidos. Una vez leída la sentencia, mientras los condenados se retiraban con las manos esposadas entre las piernas, los despidieron con el ya clásico cantito: “¡30 mil compañeros desaparecidos presentes, ahora y siempre!”. La lectura transcurrió con normalidad, aunque Obligado, el presidente del tribunal, amenazó con vaciar la bandeja superior, donde estaban los familiares de los represores, que gritaban y silbaban ante las condenas. Allí estuvieron Cecilia Pando y la hermana de Astiz, quienes despidieron a los marinos con el himno y un “aguante muchachos”.
Fuente:TiempoArgentina

Opinión
“Esto recién comienza”
Publicado el 27 de Octubre de 2011
Por Rodolfo Yanzón Abogado querellante en la causa.
Se conoció el primer veredicto por los crímenes cometidos en el centro de tortura y exterminio que funcionó en la ESMA. El tribunal acogió en buena parte los planteos de las acusaciones, como las condenas por los homicidios de José María Salgado, Rodolfo Walsh y el grupo de la iglesia Santa Cruz.
Un juicio en el cual los acusados pudieron defenderse y ejercer todos sus derechos. Pero las cuestiones jurídicas quedarán para diciembre, cuando se conozcan los fundamentos. Ahora hay que estar satisfechos por el logro; por los familiares y los sobrevivientes, por los que no están y los que falta encontrar.
Atrás queda Astiz poniéndose una escarapela mientras el tribunal dictaba su prisión perpetua, y la intolerancia de la Pando y sus secuaces gritando en la bandeja superior. Escribo esta nota junto a mis compañeros y compañeras, brindando porque esto recién comienza, porque el año próximo se iniciará un juicio oral por más víctimas y contra más imputados. Hoy se cierra el ciclo comenzado en 1986 bajo tribunales militares. Empieza el de la investigación realizada por fiscales y jueces civiles. Este juicio fue una bofetada a la impunidad y a la aberración de una masacre desatada como persecución política por parte de un Estado usurpado. Una reivindicación del Estado de Derecho y la democracia. Un anhelo de muchos en contra de la intolerancia de unos pocos.
Fuente:TiempoArgentino

Satisfacción por las sentencias a los represores
Una multitud celebró en la calle el fallo que puso fin a largos años de impunidad
Publicado el 27 de Octubre de 2011
Por Gimena Fuertes
Organizaciones políticas y organismos de Derechos Humanos acompañaron desde muy temprano la lectura de las sentencias.
La alegría explotaba en gritos, cantos y abrazos cada vez que desde los parlantes se escuchaba la frase “prisión perpetua” que daban cuenta de las condenas que caían sobre 12 de los 18 represores que fueron sentenciados ayer en el final del histórico juicio por los crímenes cometidos en la ESMA, uno de los centros clandestinos más grandes del país y por donde pasaron más de 5000 detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar.
En la puerta de los tribunales de Comodoro Py, organizaciones políticas y organismos de Derechos Humanos acompañaron a los familiares de las víctimas y a los sobrevivientes de la ESMA mientras los jueces del Tribunal Oral Nº 5 Ricardo Farías, Daniel Obligado y Germán Castelli todavía seguían debatiendo la sentencia, demorando el veredicto y exasperando al público en la calle.
Los militantes de HIJOS montaron un escenario desde donde leían los mensajes y adhesiones, agradecían los testimonios brindados por los sobrevivientes y emitían videos desde la pantalla gigante para contar los detalles del juicio que comenzó en diciembre de 2009. Ángela Urondo leyó un poema de Mario Galli, una de las víctimas incluidas en el juicio, y recordó a su hermana Claudia Urondo y su pareja Mario Koncurat, ambos desaparecidos en la ESMA. También habló Cristina Muro, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, para recordar a su compañero Carlos Chiappolini. En tanto, Roberto Baradel, titular de Suteba, sostuvo que “los trabajadores abrazan a la madres y a las abuelas”.
Un grupo de cumbia colombiana amenizaba la tarde fría mientras la pantalla mostraba las tres sillas vacías donde debían sentarse los jueces. Hasta que el momento esperado llegó y todo fue silencio y atención. La pantalla reproducía el gesto amargo de cada represor mientras escuchaba su sentencia. Al nombre del acusado le seguía el grito colectivo de “asesino” y a los nombres de las víctimas, los aplausos.
“Este es un momento histórico que esperábamos desde hace 16 años cuando nos juntamos por primera vez”, definió Charly Pisoni, de HIJOS. “Estas sentencias son producto de la lucha de las organizaciones y la voluntad política de Néstor y Cristina Kirchner que hicieron de las banderas de los Derechos Humanos una política de Estado.”
Fuente:TiempoArgentino

Opinión
Quebrar el círculo
Publicado el 27 de Octubre de 2011
Por Gustavo Cirelli Vicedirector.
Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas. Esta vez es posible que se quiebre ese círculo”. La frase es de Rodolfo Walsh, periodista, escritor, militante montonero y una de las víctimas emblemáticas de la ESMA, el mayor campo de exterminio de la dictadura cívico-militar. Ayer, sus asesinos fueron condenados a prisión perpetua por un tribunal de la democracia. Los asesinos de Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, tres de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, fueron condenados. Los asesinos de las monjas francesas fueron condenados. Parte de esa maquinaria criminal que exterminó a miles de personas, todas inolvidables, terminará sus días en prisión.
Esta vez fue posible quebrar el círculo. La historia ya no aparece como propiedad de los dueños de todas las otras cosas. La lucha de las Madres, de las Abuelas, de los organismos de Derechos Humanos, de tanta militancia comprometida con la memoria: esa experiencia colectiva no se perdió, sus lecciones no se olvidaron. La lucha no pasa por volver a empezar sino por la continuidad inquebrantable de luchas anteriores. Las clases dominantes ya no pueden imponerle a los trabajadores no tener historia. Ahora les toca a ellos, a las clases dominantes y a sus lobbistas –algunos visten trajes y tailleurs en el Congreso–, ver afectados sus intereses en pos del beneficio de las mayorías: se llama redistribución, inclusión, justicia social. Algo cambió para siempre en la Argentina. Nunca más, nadie podrá arrebatar a los trabajadores, a los curtidos de la Historia, a los que supieron de resistencias –las de verdad, no de farsas a lo Carrió–, de olvidos y persecuciones. Digo, ya nadie podrá arrebatarle sus héroes y mártires. Así lo imaginó Walsh. Y ayer fueron condenados los genocidas. Hoy, 27 de octubre, se cumple el primer aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Un presidente que supo de rupturas, que le imprimió a su gestión un acto de imborrable significancia histórica cuando ordenó descolgar, el 24 de marzo de 2004, el cuadro de Videla del Colegio Militar y, un rato después, pidió perdón como jefe de Estado, desde el predio de la ESMA, por las atrocidades que el Estado cometió durante la dictadura. Un presidente que devolvió la Escuela de Mecánica de la Armada a la sociedad y reconvirtió, así, a la mazmorra más atroz del terrorismo de Estado en un mojón ineludible de la memoria. Hoy se cumple un aniversario de la partida de ese militante que aportó no sólo audacia y convicción para que esta vez sí fuese posible que el círculo se quiebre.
Fuente:TiempoArgentino


A lo largo de los 22 meses de juicio, el represor se consideró siempre un preso político
Alfredo Astiz, un emblema siniestro de la última dictadura militar
Publicado el 27 de Octubre de 2011
Conocido como el “Ángel rubio” se infiltró en el grupo de la Iglesia de la Santa Cruz. Participó de los secuestros y desapariciones, entre otros, de las monjas francesas, Azucena Villaflor, Dagmar Hagelin y el periodista Rodolfo Walsh.
Decía que su hermano estaba desaparecido y que su nombre era Gustavo Niño. Así, en base a mentiras logró infiltrarse como una víctima más entre un grupo de Madres de Plaza de Mayo que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, en busca de sus hijos desaparecidos por la dictadura militar. Conocido por su joven y aniñado rostro como el “Ángel rubio” o el “Ángel de la muerte”, Alfredo Ignacio Astiz lució su capacidad para convertirse en el emblema del terrorismo de Estado en la Argentina cuando el 10 de diciembre de 1977, “marcó” con un beso en la puerta de una iglesia a quienes unas horas después serían secuestradas por su grupo paramilitar: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, las fundadoras de Madres. La misma suerte corrieron las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, quienes permanecieron cautivas en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) hasta que fueron arrojadas al mar desde un avión militar en uno de los “vuelos de la muerte”.
Tiempo después, el capitán de fragata, nacido hace 60 años en Mar del Plata, asesinó a la adolescente sueca Dagmar Hagelin a la que confundió con una guerrillera. Su participación en el secuestro y asesinato del periodista y escritor Rodolfo Walsh también se dio por probada en este proceso. Hasta ayer, Astiz nunca había sido condenado por sus asesinatos en el país porque lo beneficiaban las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, dictadas durante el gobierno de Raúl Alfonsín, que eximieron de responsabilidad penal por los crímenes de la dictadura a los militares de menor rango. El ex marino fue el primer integrante de las patotas de la ex ESMA de quien se conocieron datos en forma pública acerca de su perfil de represor y de su atroz accionar.
Pese a su ferocidad contra civiles, en 1982, durante la guerra por la soberanía de las Malvinas, Astiz integró un grupo de comandos al que se le asignó la defensa del archipiélago de las Georgias del Sur. Fue tomado como prisionero por los británicos sin ofrecer resistencia y sin haber disparado siquiera una sola vez. A fines de los ’90, en diversas entrevistas se definió como “un oficial que obedecía órdenes sin cuestionarlas ni cuestionarse”, además de jactarse de ser el “mejor capacitado para matar a un político o a un periodista”, lo que le valió la expulsión de la Armada y la pérdida de su rango.
Mientras que recién en 2003 el Congreso anuló esas leyes y las causas contra Astiz se reabrieron, ya en 1990 la justicia francesa lo condenó en ausencia a prisión perpetua por los crímenes de las religiosas Domon y Duquet. Tras ser condenado a prisión perpetua en Italia, también en ausencia, Astiz fue trasladado en 2007 a una cárcel común. A lo largo de este juicio, se volvió a definir como un “perseguido político” e insistió en que hubo una guerra contra el terrorismo y que él tenía que haber sido juzgado por un tribunal militar. “No nos perdonan que hayamos combatido con éxito a la subversión”, fueron sus últimas palabras.
Fuente:TiempoArgentino

Opinión
Vamos por más
Publicado el 27 de Octubre de 2011
Por Taty Almeida Madres de Plaza de Mayo línea Fundadora.
Es un día histórico. No pensábamos que íbamos a vivir este día. Vamos a buscar más justicia. Todavía falta. Pero en eso estamos. Siento una mezcla de alegría. Satisfacción. Es una lucha de muchos años. Vamos por más.
Fuente:TiempoArgentino

Abuelas denunció al Tribunal de la causa ESMA
Fue ante el Consejo de la Magistratura. La organización de derechos humanos intenta establecer si los jueces Daniel Obligado, Germán Castelli y Ricardo Luis Farías incurrieron en la causal de mal desempeño o cometieron algún delito.
26.10.2011
Denuncian al TOC Nro. 5.
Abuelas de Plaza de Mayo denunció ante el Consejo de la Magistratura a los jueces Daniel Obligado, Germán Castelli y Ricardo Luis Farías, miembros del Tribunal Oral Criminal Federal Nº 5 de la Capital Federal por mal desempeño

La denuncia se produce el día en que los magistrados emiten el veredicto por los delitos cometidos en la ESMA. Se intenta establecer si incurrieron en la causal de mal desempeño o cometieron algún delito en el ejercicio de sus funciones que amerite una sanción disciplinaria.

En un comunicado de prensa, Abuelas indica que "los magistrados denunciados resolvieron autorizar un pedido del represor y apropiador Juan Antonio Azic para asistir a las ceremonias de matrimonio en el Registro Civil y en la Iglesia, en calidad de padrino de boda, de Carla Ruiz Dameri, de quien se apropió durante 28 años".

"Para autorizar este pedido, los jueces argumentaron que se debía preservar la relación 'paterno-filial' entre la víctima y el victimario por cuanto 'las relaciones del interno con su familia convenientes para ambos deberán ser facilitadas y estimuladas'. Es decir, se refirieron al represor Azic como si fuera el padre legítimo de la joven apropiada, cuando en realidad es el autor de un delito de lesa humanidad perpetrado contra ella y sus familiares biológicos. De este modo, los magistrados convalidaron las consecuencias de una de las prácticas criminales más aberrantes del terrorismo de Estado", sigue el texto.

Y concluye: "A 31 años de la apropiación de Carla Ruiz Dameri, Juan Antonio Azic aún no tiene condena y existen jueces que benefician indebidamente a apropiadores y represores. Investigar, juzgar y sancionar a los responsables de los delitos de lesa humanidad cometidos desde el Estado terrorista contra la población civil es una obligación del Estado democrático, por lo que denunciamos ante el Consejo de la Magistratura esta agraviante decisión".
Fuente:ElArgentino


HA SIDO UN ORGULLO ESTAR PRESENTES, EL DÍA DE LA SENTENCIA EN COMODORO PY, junto a la Murga La Memoriosa, testigos y querellantes de la Causa Díaz Bessone, integrantes del Espacio Juicio y Castigo, y compañeros del Movimiento Evita-Rosario, agradecemos la colaboración de la Sec.deDD.HH. de Santa Fe-ZonaSur.
M.G.

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