22 de agosto de 2012

A 40 AÑOS DE LA MASACRE DE TRELEW.


LUIS “NONO” ORTOLANI 
El preso 26 
Negoció la entrega del penal de Rawson por parte de los presos que se habían quedado adentro el 15 de agosto de 1972, después de que salieran los primeros 25 y se frustrara la fuga del resto. En Devoto, dos sobrevivientes le contaron los detalles de los fusilamientos del 22 de agosto. 
Imagen: Alberto Gentilcore 
Por Victoria Ginzberg
La fuga del penal de Rawson se planeó en tres niveles. El primer grupo era de seis, los máximos dirigentes de las organizaciones Montoneros, PRT-ERP y FAR, que lograron subirse al avión que los llevó a Chile. Un segundo, de 19, salió de la cárcel, pero se quedó en el aeropuerto y terminó en la base Almirante Zar. 

Esos 19 fueron fusilados el 22 de agosto de 1972. Había un tercer grupo hasta contar 116, que era el número de personas que entraban en el avión que se pretendía tomar. “Si algo salía mal, el primero que se quedaba adentro, el preso número 26, que vengo a ser yo, tenía que llamar a los remises para que se fueran los otros”, cuenta Luis “Nono” Ortolani. 

El 15 de agosto de 1972 fue el encargado de negociar la rendición de quienes habían quedado dentro del penal. Una semana después, se enteró por radio de la muerte de sus compañeros. Desde ese mismo momento supo que la versión oficial era mentira de principio a fin, pero el detalle de cómo fueron los asesinatos lo supo en uno de sus traslados a Buenos Aires, cuando pudo hablar en el patio de Devoto con René Haidar y Alberto Camps, dos de los tres sobrevivientes de la masacre. 

Ortolani militaba en el PRT-ERP, estaba a cargo del área de propaganda. Lo arrestaron en 1972, en Córdoba, después de una reunión de la Escuela de Cuadros, en Salsipuedes, cuenta, y hace notar la ironía del nombre del lugar. 

Tiene 73 años, vive en Rosario y hace 24 años conduce el programa Hipótesis, en LT28. 

–¿Cómo se empezó a hablar de la fuga? 
–El preso político cae y lo primero que piensa es cómo fugarse. Cuando declaré el 2 de agosto en el juicio oral, hice esta comparación: en los ejércitos convencionales, en una guerra entre países, los soldados son civiles llamados a filas, no tienen obligación de fugarse, pero los oficiales sí, porque ellos han elegido la carrera militar. Como nosotros todos habíamos elegido ser combatientes y militantes teníamos obligación, nuestro pensamiento estaba en la lucha junto al pueblo, junto a nuestros compañeros, organizando a la gente. 

–Y primero se pensó en un túnel. 
–Al principio habíamos pensado en un túnel, pero el terreno de Rawson es muy jodido, salía tierra con piedras y eso lo llevábamos disimulado en mochilas que hacían las compañeras arriba y nos las mandaban. Había cosas que entraban de afuera, yo no sé cómo. Una de las claves de la fuga fue un celador. Los compañeros de la dirección iban entablando charlas con los celadores y encontraron uno que era afable y que tenía cierta afinidad. Sobre eso se le ofreció una compensación económica si contribuía con la fuga. Uno de los elementos que se tuvieron en cuenta para definir la fuga el día 15 de agosto era que estuviera él de guardia. Otro elemento era que fuera feriado. 

–¿Y cómo se planeó esta fuga? 
–La fuga se planeó con tres escalones: el primero eran los dirigentes principales, Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna, del PRT-ERP; Carlos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR, y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros. Ellos se fueron en un auto, son los que alcanzaron a tomar el avión, lograron llegar a Chile y después se exiliaron en Cuba. El segundo escalón era de 19, que completaba el número de 25. Durante la toma, ese grupo iba asegurando las distintas posiciones, la enfermería, por ejemplo. Los otros iban abriendo las puertas. El resto, hasta completar 116, participaba en la fuga desde distintos pabellones. A Agustín Tosco, que estaba en el penal, se le ofreció participar. El dijo que era un dirigente sindical y que iba a esperar que lo sacaran las masas con su lucha, pero que estaba de acuerdo y que lo que pudiera hacer por los compañeros estaba a disposición. Los milicos pensaban que ese lugar era inexpugnable, porque realmente era imposible venir desde afuera a tomarlo. Por eso, se invirtieron los términos: tomar el penal desde adentro e irse en un avión de línea. En el avión había 120 asientos, pero en Comodoro Rivadavia subían cuatro compañeros, por eso la fuga era para 116. Tenían que venir dos camiones o un camión y una camioneta. El problema es que en la guardia de prevención, que es el lugar más exterior de la cárcel, que está bastante adelante del muro, hay un guardia que se resiste, se produce un tiroteo y muere un guardia. El que venía en el primer camión escuchó los tiros e interpretó o creyó haber visto una señal con unas mantas y entendió que la operación había fracasado, pero no es correcto porque no había ninguna consigna para decir que la acción había fracasado. Si había problemas con los camiones, el preso número 26, que era el primero que se quedaba adentro, que vengo a ser yo, tenía la tarea de llamar a los remises para que se fueran los 19. Desde una de las oficinas que habíamos tomado, pregunté a los guardias, que estaban esposados, el número de los remises. Les dije que vinieran a buscar visitas. Teníamos 26 rehenes. Quedaron, además, de rehenes involuntarios, un matrimonio con una hijita que eran visita de un preso común. 

–¿Qué hicieron ustedes en el penal mientras los 25 se iban al aeropuerto? ¿Se enteraron de lo que pasaba? 
–Teníamos radio, nos enteramos de que los 19 habían quedado en el aeropuerto, que había habido algún problema, escuchamos la conferencia de prensa que se hizo allí. Mientras tanto, nos organizamos. Yo me coloqué muy cerca de una barricada que armamos con muebles en la puerta, en una puertita que conducía a las calderas, para poder, desde allí, hablar con alguien de afuera. Detrás de mí se iban formando escalones de compañeros armados. Yo hablaba con alguien, no sé quién era, pero algunos compañeros que tienen mejor oído me han dicho que era el capellán del penal, que después les transmitía a los penitenciarios. Yo nunca di mi nombre, éramos dos voces en la noche. De acuerdo con las instrucciones que yo había recibido de los compañeros de la dirección, pido lo mismo que los que ocupan el aeropuerto, que vengan jueces y periodistas para garantizar nuestra vida y nuestra integridad física. Me contestan que no se puede porque la zona ha sido declarada de emergencia al mando del general de brigada (Eduardo) Betti. Entonces yo le digo, después de una consulta rápida con mis compañeros, que las garantías nos las dé el general Betti por radio. Les digo, “si ustedes intentan tomar la cárcel por asalto, nosotros somos 110 personas, hemos tomado armas y estamos dispuestos a resistir y esto va a ser una masacre”. Lo primero que pedí es que dejaran salir a los tres civiles que habían quedado de rehenes involuntarios y no los dejaron salir. Cuando declaré en la causa les dije, “señores jueces, nosotros luchábamos por la vida y no por la muerte, porque el proyecto de la represión, que era tomar la cárcel por asalto, hubiera causado muchas muertes de los que estábamos adentro, pero también de los rehenes, e iban a tener bajas ellos, entre las cuales había soldados que eran ciudadanos civiles llamados a la conscripción, que, como sucedió con los soldados de Malvinas, nadie les preguntó si querían ir, y a estos otros nadie les preguntó si querían o no tomar una cárcel donde había guerrilleros armados dispuestos a defenderse”. Intenté con esta descripción decir que nosotros actuábamos con profesionalismo militante y no improvisados. El presidente del tribunal preguntó si era posible que hubiera una fuga improvisada. No mencionó la versión oficial de la marina sobre Trelew, pero se refería a eso. Le dije que las fugas siempre eran muy bien planificadas. 

–Pero ustedes estaban dispuestos a resistir... 
–Yo les decía que estábamos dispuestos a combatir pero que no queríamos hacerlo, que queríamos entregarnos, entregar las armas y los rehenes con la sola condición de que por radio se nos dieran garantías de nuestras vidas y nuestra integridad física. Eso se repitió varias veces a lo largo de la noche, porque el general Betti no estaba en un escritorio, estaba en su brigada. Las tropas iban llegando en camiones o helicópteros y cada vez que llegaban nuevas tropas, ellos avanzaban hacia el penal, Cuando los compañeros de atrás veían que avanzaban, se corría la voz hacia adelante, yo pedía nuevamente el diálogo y repetía mis argumentos. Esto se sucedió cinco o seis veces a lo largo de la noche hasta que a las siete treinta, el general Betti, dándole la formal de ultimátum, para mantener el principio de autoridad, nos dio las garantías. Dijo más o menos lo siguiente: “Este comando informa a los extremistas que se encuentran en estado de rebelión, ocupando ilegalmente la cárcel de Rawson, que a las ocho la cárcel será tomada por asalto. Si se rinden antes de esa hora y entregan las armas y los rehenes que tienen, este comando les garantiza su vida y su integridad física”. Ahí yo pedí hablar con un jefe penitenciario y dije que las garantías habían sido dadas, que ellos eran parte de esas garantías y que íbamos a enviar a los rehenes con las armas, que las íbamos a cargar en mantas para que los rehenes las arrastraran y que a las 8.15 íbamos a estar cada uno en su celda. Ellos dijeron que estaban de acuerdo y que a las 8.15 iban a entrar y si había gente fuera de su celda se iba a hacer fuego. Entraron, las garantías se cumplieron, no hubo, en ese momento, represión. Sí nos quitaron todo, quedamos a celda pelada, nada más que con el uniforme puesto, una muda de ropa muy escasa, una manta y el colchón. Nos proveyeron unas bacinillas porque el régimen quedó de puertas cerradas. 

–¿Y el 22 cómo se enteraron de la masacre? 
–Todas las cosas que sacaron de nuestras celdas, por lo menos en el caso del pabellón 5, quedaron en el medio del pabellón. En una salida al baño, un compañero logró robarse una radio pequeña y pudimos escuchar las noticias. De esa manera, la mañana del 22 de agosto nos enteramos de la masacre. Comenzamos a los insultos por la ventana y a avisar a los otros pabellones y se generalizó. La radio informó que hubo un intento de fuga, era la versión oficial, que la fuga había sido reprimida y que había muertos y heridos. Nosotros estábamos seguros de que había sido un fusilamiento, nunca se hace nada improvisado y menos en las condiciones en las que estaban ellos, los habían humillado, los habían hecho barrer desnudos, los golpearon. El 22 de agosto, sobre llovido mojado, aparte del dolor de saber que habían matado a nuestros compañeros, se nos vino una requisa con todo. Hubo golpes, costillas rotas, narices rotas, y todo lo que había quedado en el medio del pabellón lo tiraron en la cancha de fútbol y le prendieron fuego, guitarras, libros. Así quedamos durante 30 días. Después empezamos a salir de a poco, pero nunca fue el régimen de antes. 

–¿Y cuándo pudo hablar con los sobrevivientes? 
–En diciembre me trasladaron a Buenos Aires para declarar en el Camarón (La Cámara Federal en lo Penal, que se ocupaba de los presos políticos) y tuve oportunidad de hablar con Alberto Camps y René Haidar. Ellos estaban aislados en Devoto, en dos lugares distintos, pero después empezó a haber una vida más normal y pude hablar con ellos en el patio. El reencuentro fue muy triste, muy doloroso. Me contaron lo que se divulgó después, lo que escribió Paco Urondo en La Patria Fusilada. Relataron que a la madrugada les dijeron que hicieran el mono, en el lenguaje carcelario es poner todas las cosas en una manta y hacerle cuatro nudos, y que se formaran que los iban a trasladar a Rawson. Camps y Haidar estaban en las últimas celdas, por eso pudieron sobrevivir. Camps estaba con Mario Delfino, mi cuñado, al que le decían Cacho. Haidar estaba con Carlos Astudillo. En determinado momento empiezan a escuchar disparos de ametralladora. Primero creen que es un amedrentamiento, pero cuando miran adelante, ven que están cayendo, se dan cuenta de que los están matando y se tiran adentro de la celda. Ahí aparecen (los capitanes Luis) Sosa y (Roberto Guillermo) Bravo y empiezan a escuchar tiros de 45, están rematando. Camps y Delfino se despidieron de forma muy sencilla. Camps le dijo: “Bueno, Cacho, ésta es la boleta, chau”. “Chau, Alberto.” Entraron a la celda y les preguntaron si iban a declarar, contestaron que no y les pegaron un tiro a cada uno. A su turno, Haidar, para desorientar dijo “podemos declarar”, el tipo se desorientó, venía con la pistola a martillar y se retiró, pero vino otro y sin preguntarles nada les pegó un tiro a cada uno. Haidar me contó que el tiro le hizo dar una vuelta en redondo, cayó de rodillas con el cuerpo sobre la cucheta. El era muy corto de vista y los lentes se le habían caído a unos 30 centímetros de su cabeza. Veía los lentes, veía el charco de sangre que se formaba y sentía el silbido de sus pulmones, o sea que la bala le había atravesado los pulmones. Pensaba “¿agarro los lentes o no agarro los lentes? Si no los agarro, no veo nada, pero si intento agarrarlos y alguien me está mirando se da cuenta de que no estoy muerto y me remata”. Después entró otra gente de la Base que estaba ajena al grupo que perpetró la masacre. Haidar vio por el rabillo del ojo un guardapolvo blanco y se quejó para que vieran que estaba vivo y lo pusieron en una camilla, donde se desmayó. Se despertó en el Hospital Naval de Bahía Blanca. 

–¿Cómo se vivía en el penal? ¿Había temor de que pudieran tomar las mismas represalias? 
–Pensábamos que no. Confiábamos mucho en la solidaridad de la gente y eso es lo que nos salvó. Cada vez que había actitudes agresivas empezábamos a los gritos y desde afuera se escuchaba. El penal estaba en medio de la ciudad y siempre había alguien que iba a la cárcel a presionar. Salía en los diarios, movían a los abogados. A su vez, los periodistas, los abogados, los familiares eran amenazados. 

–¿Cuándo salió en libertad? 
–Salí de Devoto, con el Devotazo. Fuimos a visitar a nuestras familias y volvimos a la militancia. Caí preso de nuevo en 1975, estuve ocho años y medio, gran parte en Coronda. 

–¿Qué expectativa le genera el juicio sobre la masacre que se está haciendo actualmente? 
–Quiero destacar el apoyo que me dio la gente de Protección al Testigo del Ministerio de Justicia y las secretarías de Derechos Humanos de la Nación y de Chubut. Mi expectativa es positiva. Espero que les den un castigo merecido. En aquel entonces pensábamos en una justicia revolucionaria. Bueno, ahora se está juzgando por la lucha de muchos años, de familiares, de gente y también por la voluntad política de los gobiernos actuales. 

Las víctimas 
- Carlos Alberto Astudillo (FAR), 28 años 
- Rubén Pedro Bonet (PRT-ERP), 30 años 
- Eduardo Adolfo Capello (PRT-ERP), 24 años 
- Mario Emilio Delfino (PRT-ERP), 29 años 
- Alberto Carlos del Rey (PRT-ERP), 23 años 
- Alfredo Elías Kohon (FAR), 27 años 
- Clarisa Rosa Lea Place (PRT-ERP), 23 años 
- Susana Graciela Lesgart (Montoneros), 22 años 
- José Ricardo Mena (PRT-ERP), 21 años 
- Miguel Angel Polti (PRT-ERP), 21 años 
- Mariano Pujadas (Montoneros), 24 años 
- María Angelica Sabelli (FAR), 23 años 
- Ana María Villareal de Santucho (PRT-ERP), 36 años 
- Humberto Segundo Suárez (PRT-ERP), 25 años
- Humberto Adrián Toschi (PRT-ERP), 25 años 
- Jorge Alejandro Ulla (PRT-ERP), 27 años 

Los tres sobrevivientes, María Antonia Berger (Montoneros), Alberto Miguel Camps (FAR) y Ricardo René Haidar (Montoneros), fueron secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura.

LA DECLARACION DE UN MARINO Y EXPEDIENTES DE LA ARMADA CONFIRMAN LA RESPONSABILIDAD DE LA FUERZA 
Las nuevas pruebas del juicio a los fusiladores 
La incorporación en la causa de una serie de documentos que la Marina mantuvo ocultos hasta hace un mes y el testimonio de un teniente retirado que vio los cadáveres “hechos un colador de tiros” son hasta ahora los principales hallazgos del proceso. La sentencia se espera para mediados de octubre. 
Por Ailín Bullentini 
El histórico juicio por el fusilamiento de 19 presos políticos el 22 de agosto de 1972 atraviesa, en estos días de nostalgia y memoria, la recta final hacia el objetivo principal: probar que la Masacre de Trelew implicó delitos de lesa humanidad, por lo tanto imprescriptibles, y condenar a sus responsables. La incorporación al proceso de una serie de documentos que la Armada mantuvo secretamente escondidos hasta hace poco más de un mes y el testimonio de un marino que entonces vio los cadáveres “hechos un colador de tiros” fueron los sucesos de más valor hasta el momento y, probablemente, sean los más importantes de la causa. Además, las querellas y la fiscalía valoran positivamente el aporte que realizaron la mayoría de los testigos que hablaron ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia y esperan con expectativas las últimas dos semanas de audiencias del juicio. 

Tras un fallido intento de fuga del penal de Rawson, en la madrugada de aquel 22 de agosto de hace cuatro décadas, 19 jóvenes militantes de Montoneros, PRT-ERP y FAR fueron fusilados en la Base Almirante Zar de Trelew. La versión oficial de la Marina fue que nuevamente habían intentado fugarse. Pero tres de los fusilados lograron sobrevivir y, junto con otros testigos, contaron la verdad de la masacre. 

Para las víctimas, las puertas de la Justicia recién comenzaron a abrirse en febrero de 2006, cuando el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se hizo eco del pedido de un grupo de familiares de los militantes para que se iniciara una causa penal por las muertes. Seis años más pasaron hasta la llegada de la instancia definitoria, el juicio oral. Hace poco más de tres meses, y en audiencias que suceden en forma espaciada –dos semanas de cuarto intermedio por cada semana de actividad–, los jueces Enrique Guanziroli, Pedro de Diego y Nora Cabrera de Monella intentan determinar la responsabilidad de los cinco marinos retirados acusados, Luis Sosa, Emilio Del Real, Rubén Paccagnini, Jorge Bautista y Carlos Marandino. 

Que haya o no sentencia condenatoria depende del reconocimiento de las muertes como crímenes de lesa humanidad –como hasta ahora los consideró la Justicia Federal–. La condena no sólo encarnaría un acto de justicia para los familiares de las víctimas, sino que también serviría para insistir en la extradición desde los Estados Unidos del marino Roberto Bravo, el único sospechoso que esquivó el banquillo de los acusados. “Bravo logró la residencia estadounidense amparado en que nunca hubo denuncias en su contra, pero la realidad es que en la causa lo nombran desde el principio. La sentencia condenatoria servirá para insistir con traerlo de vuelta y juzgarlo”, explicó Carolina Varsky, abogada del CELS a cargo de la querella de los familiares.

“Después de 40 años, llegamos a la etapa final del juicio por los crímenes. No hay dudas de que los hechos ocurrieron tal cual los tres sobrevivientes pudieron declarar en su momento”, reflexionó Varsky, en referencia a los testimonios que Alberto Camps, Ricardo Haidar y María Antonia Berger, sobrevivientes de la masacre, ofrecieron desde sus celdas en la cárcel de Devoto a la Justicia civil poco después del crimen. Luego, eternizarían ese relato en La Patria Fusilada, el libro que contiene la entrevista que los tres le dieron al poeta, periodista y militante Francisco Urondo. Todos ellos continúan desaparecidos.

“Hay que diferenciar entre lo que se reconstruyó desde la literatura con relación a la masacre y lo que tenemos que probar en el juicio”, advirtió el fiscal de Rawson, Fernando Gelvez –representa al Ministerio Público junto a Horacio Arranz, de Comodoro Rivadavia y Dante Vega de Mendoza–. “La literatura por sí sola no prueba nada. Son los jueces los que deben definir”, agregó. 

Testimonio clave 
El fiscal Gelvez coincidió con el abogado de la Secretaría de Derechos Humanos, Germán Kexel, en que el reciente testimonio del teniente retirado Agustín Magallanes fue clave. Sobre todo, por la impresión que provocó al tribunal. “No”, respondió cuando el juez Guanziroli le consultó si creía en la verosimilitud de la versión oficial de los hechos. La historia de Magallanes es importante porque se trata de un militar que estuvo en la Base Zar durante la madrugada de la masacre, vio los cadáveres “amontonados, hechos un colador de tiros” y participó de la reconstrucción de lo ocurrido dirigida por Bautista un día después de los asesinatos. 

En aquella reconstrucción, Magallanes ofició de una de las víctimas. Entonces, escuchó a Del Real, Bravo, Marandino y a Sosa relatar, diferencias más o menos, lo que luego se convirtió en la versión oficial. “Los detalles de Magallanes son fundamentales porque permite plantear una contradicción entre lo que dijo Sosa ese día y lo que dijo en instrucción”, apuntó Kexel. Según el teniente retirado, ante Bautista, Sosa se ubicó al final del pasillo por el que se enfrentaban los calabozos cuando supuestamente los detenidos le hacen una toma de karate para intentar fugarse. En instrucción, se posicionó en el inicio de ese pasillo. “Es evidente que los dichos de Sosa son una creación exculpatoria de justificación de hechos que en realidad no existieron”, concluyó el abogado. 

Otro punto importante del testimonio de Magallanes reside en las coincidencias que existen entre sus dichos, otros que ya se escucharon durante el juicio, y, fundamentalmente, lo determinado por el perito que participó de la instrucción, Rodolfo Pregliasco, quien declarará ante el Tribunal de Comodoro Rivadavia en la segunda semana de septiembre. Según Gelvez, Magallanes “dio detalles que coinciden con la pericia de Pregliasco en cuanto a cómo estaban distribuidos los detenidos en los calabozos y a las direcciones de los disparos”. 

El avance
“Se está avanzando por buen camino”, aseguró Varsky en cuanto al avance del juicio hacia la definición de los fusilamientos como delitos de lesa humanidad. En ese sentido, el fiscal de Rawson indicó que lo acontecido hasta el momento “indica que hubo una persecución de determinados sectores de la población antes de 1972, que existía la tortura como plan sistemático para obtener de los presos información, que hubo asesinatos, algunas desapariciones y fusilamientos, todas cuestiones que formaban parte de una actividad ilegal por parte de la dictadura militar a cargo de (el presidente de facto Alejandro) Lanusse”. 

Entre la veintena de testigos que ya participaron del juicio, las viudas de las víctimas Rubén Bonet y Humberto Toschi, Alicia e Hilda, respectivamente; los ex presos políticos Hernán Suárez, Luis Ortonali y Alicia Sanguinetti, los abogados Hipólito Solari Yrigoyen y Rodolfo Mattarollo, González Garland y Eduardo Luis Duhalde –su declaración se incorporó mediante lectura– aportaron, desde su propia experiencia, datos que permitirían enmarcar los fusilamientos en un contexto histórico de persecución política desde el Estado.

Los expedientes 
Pero apareció un elemento más durante el proceso oral que permite integrar una visión del asunto desde la perspectiva del terrorismo de Estado: los documentos que la Armada mantuvo escondidos y que fueron incorporados en la causa hace poco más de un mes. Esos expedientes aportaron dos cuestiones centrales para el juicio. 

Por un lado, la declaración ante la Justicia civil de Raúl Herrera, un capitán de la Armada ya fallecido que se desempeñaba como contador y que, según la acusación, fue partícipe de los fusilamientos. Los documentos aportan la primera palabra de Herrera sobre los hechos y prueba que la Armada trasladó al exterior a la mayoría de quienes participaron en los asesinatos e hizo todo lo posible para que no declararan. Además, en su testimonio, Herrera dio un punto de vista de los hechos que, si bien sigue la versión de la Marina, exhibe algunas fisuras. Por otro lado, los expedientes recuperan los papeles de trabajo de los abogados de la Armada en el marco del juicio civil iniciado por la familia de una de las víctimas. Allí se recomienda que el Estado –bajo la dictadura de Lanusse– se declare culpable de las muertes, porque las pruebas demostraban que no había habido un nuevo intento de fuga antes de la masacre. “Los abogados que defendieron a la fuerza decían que los juicios se perdían, lo cual abona la teoría de que en realidad no hubo intento de fuga de parte de los presos asesinados, sino que se trató de homicidios calificados”, dijo Gelvez.

Es muy poco lo que resta por analizar en la instancia oral. Durante la última semana de este mes darán testimonio familiares de algunas víctimas, la cineasta Mariana Arrutti –creadora del documental Trelew–, el teniente coronel Horacio Ballester, integrante del Centro de Militares para la Democracia Argentina, y la historiadora Vera Carnovale. El juicio continuará en la segunda semana de septiembre, cuando las partes recorrerán la base donde ocurrió todo. Los alegatos sucederían las últimas dos semanas de ese mes. Los cálculos preliminares indican que la sentencia del tribunal se conocerá a mediados de octubre. 

Una pedagogía del terror 
Por Rodolfo Mattarollo * 
El presidente de la Cámara Federal, una y otra vez, miraba la foto de cuarenta años atrás y la comparaba con el testigo hasta que éste dijo “sí, señor presidente, los ultrajes del tiempo, como dice Borges”. 

La foto mostraba la última rueda de prensa en Trelew de cinco abogados, entre la fuga y la masacre del 22 de agosto de 1972. De esos abogados, tres están vivos: Pedro Galín, Carlos González Gartland y quien esto escribe y declaraba ante el Tribunal como testigo hace dos meses en los términos antes transcriptos. Dos de esos abogados han muerto, Rodolfo Ortega Peña, asesinado el 31 de julio de 1974 por la Triple A, y Eduardo Luis Duhalde, fallecido en abril de este año, mientras era secretario de Derechos Humanos de la Nación. 

Con Eduardo definimos muchas veces la masacre de Trelew como el “ensayo general del terrorismo de Estado” y vimos en este crimen de lesa humanidad, por su naturaleza imprescriptible, un despliegue premonitorio de “una pedagogía del terror”. 

Algunos sabíamos que tres de las nuevas organizaciones revolucionarias de la Argentina, surgidas al calor del Cordobazo y de amplias manifestaciones populares contra la dictadura de Juan Carlos Onganía, durante ese invierno del ’72 se disponían a realizar un vasto operativo conjunto de evasión en el sur. 

La fuga del penal de Rawson, en Chubut, una cárcel de máxima seguridad, tendría el doble sentido de rescatar cuadros para la lucha popular y avanzar hacia la unidad de los revolucionarios mediante la superación de las divisiones entre enfoques del peronismo combativo y de la nueva izquierda marxista. Tan importante era la fuga en sí misma como comenzar este largo camino de unidad que habían recorrido otros movimientos de liberación en la región y en el mundo. 

La crueldad, que se volvería sistemática, de la reacción dictatorial añadía ese elemento que justificaba la actual competencia de la Justicia Federal para investigar y juzgar el crimen, ya que la inhumanidad y falsedad de motivos para explicar lo ocurrido en la base Almirante Zar en esa madrugada de invierno patagónico de hace cuarenta años, forma parte de ese carácter global de actos crueles e inhumanos contra toda población civil que es uno de los rasgos propios del crimen de lesa humanidad. 

En términos más amplios que los de su definición jurídica, esa pedagogía del terror aparece como una constante de nuestra historia para enfrentar criminalmente la resistencia generada por la exclusión social, rasgo ya presente en los fusilamientos de la Patagonia durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen.

Ese drama nos indica la vastedad de los programas de ingeniería social que requiere un país que ha conocido desde sus orígenes esos grandes desgarramientos. La Justicia viene a restaurar de esa manera el tejido social y cumple una función irremplazable, la de restituir el lugar de la dignidad humana en el seno de sociedades divididas y restaurar valores éticos esenciales sobre los que una sociedad justa y humana basa su existencia. 

Estamos viviendo una situación históricamente privilegiada, la de ser protagonistas de ese gran proceso de reconstrucción de la democracia y la vigencia de los derechos humanos, nunca total ni enteramente satisfactoria. 

Contra lo que pensaron algunos de los luchadores caídos en Trelew, al término del túnel dictatorial no nos aguardaba la revolución socialista, sino la conquista de una “democracia avanzada”, con sus permanentes y diarios desafíos, pero al mismo tiempo síntesis de una voluntad política estatal irremplazable y de innumerables luchas sociales, que hoy día permite, cuarenta años después, la investigación y juzgamiento de esta segunda tragedia patagónica. 

Domina mis recuerdos, como una frase musical, la suave sonrisa de mi defendida, María Angélica Sabelli, profesora de matemáticas y militante popular, asesinada en Trelew en plena juventud. 
* Embajador de Unasur en Haití.

ENTREVISTA CON EL HISTORIADOR ARIEL EIDELMAN
“Fue un acto extremo en un contexto de ilegalidad” 
A partir de su investigación sobre el desarrollo de los aparatos represivos del Estado en el período 1966-1973, Eidelman analiza el marco en el que se produjo la Masacre de Trelew. 
Por Diego Martínez 
Frente a la masividad y sistematicidad de crímenes de la última dictadura, los delitos cometidos desde el aparato represivo estatal en los años previos quedan empequeñecidos. Durante la dictadura anterior, sin embargo, no sólo tuvo lugar la Masacre de Trelew sino que también hubo detenciones masivas que el Estado demoraba en blanquear, torturas para arrancar información e incluso desapariciones que quedaron impunes. A 40 años de los fusilamientos en la base Almirante Zar, el historiador Ariel Eidelman destaca ante Página/12 que “la Masacre de Trelew fue un acto extremo dentro de un contexto de ilegalidad” y resume su tesis de doctorado sobre “El desarrollo de los aparatos represivos del Estado argentino durante la ‘Revolución Argentina’: 1966-1973”. 

–¿Cuál fue su objeto de investigación? 
–Quise estudiar el desarrollo histórico de una cantidad de aparatos especializados del Estado, que en la década del ’70 tuvieron una gran expansión y un rol privilegiado en el vínculo entre Estado y sociedad. Quise buscar sus orígenes y desarrollo, tratar de pensar las rupturas y continuidades de ciertas políticas estatales, en particular las políticas represivas, más allá de los quiebres formales de los gobiernos. 

–¿Qué períodos tomó? 
–La tesis aborda la dictadura denominada Revolución Argentina, entre 1966 y 1973, y busqué hacia atrás para rastrear los orígenes de estos aparatos. En la etapa 1966/73 se pueden ver continuidades en el desarrollo de políticas represivas, pero también un reforzamiento de las capacidades de esos aparatos represivos. El rol que tienen es cada vez más importante en el vínculo Estado-sociedad civil, sobre todo después de 1969, cuando la dictadura pierde legitimidad y apoyo en la sociedad y también corporativo. 

–Antes diferenció los períodos 1930-1955 y 1955-1966. ¿Cómo los caracteriza? 
–Son las etapas de creación de ciertos aparatos que después serán muy importantes, en particular el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), que se crea en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Hay una modernización de aparatos y una concentración en el SIE. Durante el primer gobierno peronista se creó la SIDE, aunque tenía antecedentes. Hay un reforzamiento de la inteligencia tanto de la SIDE, que depende del Ejecutivo, como de Policía Federal, que se creó en 1944-45. La guerra favorece el desarrollo de la inteligencia de las Fuerzas Armadas, aunque durante el primer peronismo hay un mayor desarrollo de la inteligencia de carácter civil. 

–¿Y después del golpe de 1955? 
–Después hay una fuerte tendencia a la militarización de aparatos civiles y del Estado en general. El permanente protagonismo del Ejército y las Fuerzas Armadas lleva a una fuerte militarización de las estructuras de inteligencia civiles: al frente de la SIDE hay por lo general militares en actividad, y el órgano de inteligencia de la Policía Federal está hasta 1962 bajo control de la Armada. Otro elemento de la etapa es el desarrollo de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), con los cursos de militares franceses en la Escuela Superior de Guerra, y a partir de 1961 cuando Estados Unidos define una política general para que los ejércitos de América latina asuman la DSN. Esta doble influencia directa diferencia a la experiencia argentina del resto de Latinoamérica. Antes de 1966 hay militarización de estructuras civiles y paradójicamente una tendencia, que se refuerza en 1976, a que las Fuerzas Armadas asuman tareas policiales en busca del “enemigo interno”. Si antes de la DSN las hipótesis de conflicto eran con países vecinos, después al enemigo se lo busca escondido en la población. 

–¿Ese quiebre es palpable, se ve en una norma concreta, o es gradual? 
–Es gradual. La DSN se va implementando en la estructura estatal y se formaliza con la ley de seguridad de 1967. Esa ley 16.970 asume explícitamente la DSN, es muy importante porque es la base de la estructura represiva en general y rigió hasta 1985. 

–Es decir que la DSN fue legal durante casi dos décadas. 
–Sí, tanto en gobiernos militares como civiles hubo una tendencia de esos aparatos y del Ejecutivo a brindar cierta legalidad a su accionar, a aprobar leyes para cubrir parte de esas actividades.

–¿Hasta qué punto fueron útiles esas leyes para los objetivos que perseguían? Usted estudió también desapariciones en ese período. 
–Tanto en gobiernos civiles como militares, con distinto nivel de profundidad y masividad, alguna parte de la actividad represiva se coloca en un plano ambiguo respecto de la legalidad. Al analizar la cantidad de desapariciones entre 1970 y 1973 me interesaba ver cómo llega el Estado a colocar parte de su estructura en la clandestinidad y cómo se vincula con la parte legal. En la actividad de los servicios hay una tendencia a tener cierta legalidad, pero al mismo tiempo parte de su actividad bordea planos que escapan a la legalidad. Claro que una cosa es que esquivando las leyes secuestren a alguien y otra es que sea masivo como en la última dictadura. 

–¿En qué otras decisiones o normas se ve la profundización de las políticas represivas en esa época? 
–La ley de 1967 también centralizó los aparatos en manos del Ejecutivo e incluso creó una central de inteligencia. Aparte se aprobó cantidad de legislación represiva, especialmente después de 1969, frente al ascenso de la lucha social y política, y se creó el “Camarón”. El Ejecutivo tenía la sensación de que la Justicia Penal actuaba con demasiadas garantías y muy lentamente para los tiempos políticos, entonces creó una cámara con el objetivo explícito de perseguir lo que el Estado denominaba “delitos de subversión y terrorismo”. La Cámara fue el instrumento principal de aplicación de la legislación represiva aprobada en los años previos. 

–¿A qué conclusión llegó sobre las desapariciones a principios de los ’70? ¿Hasta qué punto es claro el rol del Estado? 
–Entre 1971 y 1973 hubo diez o doce desapariciones de carácter paraestatal, parapolicial, paramilitar, quiero decir servicios de inteligencia del Estado. No hay pruebas terminantes, pero sí indicios. En la mayoría de los casos da la sensación de que alguien muere en la mesa de torturas y el Estado lo hace desaparecer para borrar las pruebas. No hubo una política de desaparición, aunque en el caso de Luis Pujals, el primer desaparecido del ERP, en 1971, uno puede preguntarse si no la hubo. En esa etapa la masividad no se dio en las desapariciones pero sí en las detenciones, siempre en la ambigüedad legalidad-ilegalidad, ya que el Estado tardaba mucho en asumir su accionar. Hay cientos de detenidos que el Estado recién asume a los cinco o diez días, cuando “de golpe” aparecen en una comisaría.  

–¿Ningún tribunal avanzó en el esclarecimiento de las desapariciones? 
–En ninguno de esos casos hubo investigación y condena, ahí se puede ver cierta impunidad garantizada desde el Estado. 

–¿Cuando asume Cámpora tampoco se revisan estas desapariciones? 
–No, de hecho hubo un gran debate en la izquierda marxista sobre el continuismo. La excepción fue el crimen de (Angel) Brandazza, ahí hubo una causa que avanzó, pero ni con Trelew ni con los otros desaparecidos hubo algo parecido a una investigación. Desde el poder político hubo una clara defensa de la impunidad. Por eso es posible que el juicio por la Masacre de Trelew marque una señal con respecto a los otros crímenes de esa etapa y a la posibilidad de avanzar en ese sentido. 

–¿La masacre viene a coronar una política estatal? 
–Todos los indicios sugieren que la decisión se tomó desde el más alto nivel del poder político. La decisión tiene que ver con que la fuga de los principales dirigentes de las organizaciones había sido un golpe muy duro para la dictadura. Hay que tener presente que el lanzamiento del GAN no implicó que el nivel de represión sobre la extrema izquierda se atenúe, al revés: está por un lado el camino hacia la apertura política pero, al mismo tiempo, el reforzamiento de la represión, ya que ambas políticas buscan aislar a la guerrilla y a la izquierda revolucionaria. La Masacre de Trelew fue un acto extremo dentro de un contexto de ilegalidad, que generó mucho rechazo en la opinión pública. Si un objetivo central era aislar a la izquierda revolucionaria, la repercusión de la masacre y la versión poco creíble de los hechos derivaron en un fuerte aislamiento del gobierno.  
Envío:Agndh

martes, 21 de agosto de 2012

A 40 años de la masacre de Trelew

 A 40 años del fusilamiento de 16 presos políticos en la Base Almirante Zar, el 22 de agosto de 1972
Las claves de la pericia que desmiente la "versión oficial" de la Masacre de Trelew
Una investigación del Centro Atómico Bariloche que fue incorporada a la causa desmiente la explicación de la dictadura de Agustín Lanusse de un ataque e intento de fuga. El físico que dirigió el estudio declarará en septiembre.

Por: Gerardo Aranguren

Al cumplirse 40 años de la Masacre de Trelew, los acusados que están siendo juzgados por el fusilamiento de 16 presos políticos en la Base Almirante Zar en la madrugada del 22 de agosto de 1972 todavía sostienen como defensa la explicación difundida por la dictadura de Agustín Lanusse: que hubo un intento de fuga, que Mario Pujadas atacó al capitán Luis Sosa y que los guardias reaccionaron y masacraron a todos los detenidos. A pedido de la justicia, una pericia realizada por el Centro Atómico Bariloche reconstruyó cuatro décadas después la zona de las celdas y dio por tierra con la versión oficial de la Armada.

El estudio, realizado en 2008 e incorporado a la causa, estuvo a cargo del físico forense Rodolfo Pregliasco, quien trabajó en casos como la masacre de Avellaneda, el asesinato de Teresa Rodríguez y la desaparición de Miguel Bru, y declarará como testigo el próximo 11 de septiembre. La pericia significó un respaldo científico de la prueba testimonial de conscriptos, marinos y de los tres sobrevivientes para desmentir la explicación de la Armada y confirmar que se trató de un fusilamiento y que muchos fueron rematados, como lo declararon María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar.
Con un trabajo arqueológico sobre las paredes, pisos, techos y puertas originales que todavía permanecen en la Base Almirante Zar de Trelew, Pregliasco logró reconstruir el ala Oeste y las diez celdas donde fueron alojados los 19 presos luego de fugarse del Penal de Rawson. Para eso pasó con sus colaboradores un mes completo en el lugar y debió diseñar experimentos específicos para las necesidades que tenía la justicia de obtener alguna referencia material sobre lo que pasó. “Nos parece importante porque es una aproximación técnica a lo que han declarado tanto los sobrevivientes en posterioridad a los hechos como algunos marinos que participaron de la reconstrucción. Viene a dar la apoyatura científica a esos dichos y es coherente con el abundante plexo probatorio que confirma cómo sucedieron los hechos, distinto a lo que sostienen las defensas”, explicó a Tiempo Argentino Germán Kexel, abogado querellante por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en el juicio por la Masacre de Trelew, que comenzó en mayo y que pronto ingresará en los alegatos.  
 
La primera etapa del trabajo del Grupo de Física Forense fue la reconstrucción de ala Oeste de la Base, escenario de la Masacre. Esto comenzó con el estudio de las capas de pintura que, como los anillos de un árbol, sirven para leer las épocas en las que hubo modificaciones o reconstrucciones. Además de la pintura, trabajaron también sobre los relieves de paredes y techos que a simple vista no se detectan y que permiten conocer si hubo reformas o una pared fue quitada, como es el caso de los calabozos.
Con la información obtenida, Pregliasco y su equipo lograron darle forma a un plano exacto de las dimensiones de la Base, que les permitió determinar el lugar preciso donde debían estar los detenidos, guardias y la orientación de los disparos a las 3:30 del 22 de agosto de 1972.    

La segunda etapa de los trabajos consistió en el análisis a través de rayos gamma (similar a una radiografía) de la pared del final de pasillo de las celdas, donde deberían haber impactado las balas de las armas automáticas de los guardias que masacraron a los detenidos.

Si bien las gamagrafías no detectaron rastros de balas alojadas en la pared, permitieron sacar conclusiones determinantes sobre lo que sucedió esa noche. Descubrieron que en la época de los hechos, la pared había sido “picada hasta el ladrillo y reemplazada con material nuevo” desde el piso hasta 1,6 metros de altura, señala la pericia. Y agrega: “Si la reparación fue realizada para eliminar los rastros de balas, la forma irregular responde al afán de incluir todos los impactos de la pared. Podemos concluir que, en este caso, los disparos en la pared no llegaban hasta una altura de 1,6 m del piso.”
Si bien parece un dato accesorio, la altura en la que fue realizada la refacción indica que los guardias estaban apuntando hacia sus blancos y afirmados, ya que de otro modo las armas automáticas se hubiesen disparado hacia arriba, lo que descarta una reacción intempestiva o nerviosa de quienes apretaron los gatillos.
Por último, los peritos se volcaron a tratar de determinar la veracidad de las fotos de la Revista Así, que pocas horas después de la masacre ingresó al lugar y fotografió la escena. Las tomas no fueron en la dirección de los calabozos por lo que no hubo imágenes de las balas que asesinaron a los 16 detenidos, pero sí del lado opuesto para mostrar lo que, según la versión de la Armada, serían los disparos que realizó Pujadas luego de atacar al capitán Sosa y sacarle el arma. En la foto se pueden ver tres marcas de disparos y en el epígrafe se señala que serían los “orificios producidos por los disparos de Pujadas”.
Luego de 40 años, Pregliasco halló uno de los orificios en la puerta y pudo determinar la dirección desde donde se debería haber realizado el disparo y la distancia máxima a la que podría haber estado el tirador. A partir de esa información pudo concluir que el ángulo de disparo no corresponde con la ubicación que habría tenido Pujadas, según la declaración de los marinos.
A días de un nuevo aniversario y con el juicio por la Masacre ya avanzado, los acusados siguen sosteniendo la versión que difundiera la Armada en 1972. La única excepción fue Jorge Bautista, imputado por el encubrimiento de los hechos, ya que estuvo a cargo de la investigación militar de los hechos, quien declaró durante un reconocimiento judicial de la base que “no hubo un tiroteo” ya que “no hubo tiros de los dos lados”.  «

Lo que dijo la Armada


Aunque con el paso de los días la dictadura encabezada por Agustín Lanusse fue modificando detalles sobre los hechos que ocurrieron el 22 de agosto de 1972, el jefe del Estado mayor conjunto, el contralmirante Hermes Quijada, fue el encargado de transmitir por cadena nacional en radio y televisión el informe oficial tres días después de ocurrida la masacre.
"Con el objetivo de realizar el control previsto para esa hora (3:30), el jefe de turno (Sosa) recorrió el pasillo hasta el fondo y, a su regreso, cuando llegaba al extremo de salida del mismo, fue tomado por Pujadas del cuello, al tiempo que le quitaba su arma automática. Es de hacer notar que estando (Mario) Pujadas en ese extremo del pasillo (era el primero), al tomar contra su cuerpo al jefe de turno, prácticamente cubría tras de sí al resto de los reclusos. Instantáneamente y con gran destreza, Pujadas (que era especialista en karate) dispara contra uno de los tres guardias, pegando su primer impacto muy próximo a la cabeza de uno de ellos", comenzó a leer el marino el 25 de agosto de 1972.
"A pesar del rehén, se cumplen las claras órdenes existentes de que se tirara aun en esas circunstancias, por lo que uno de los guardias abre el fuego a tiempo que los detenidos aprovechan el cubrimiento para avanzar sobre los guardias. A pesar de ello, Pujadas rápidamente efectúa otro disparo que tampoco dio en el blanco, dificultado por el forcejeo que mantenía el oficial para zafarse. Dicho disparo pasó muy cerca de la cadera de uno de los guardias y se incrustó en una puerta. El oficial logra zafarse de Pujadas y hace cuerpo a tierra. La acción de las armas no se hace esperar contra los reclusos agrupados y en tren de fuga. Cuando cesa el fuego, se comprueba que 13 de los detenidos están muertos, mientras que los seis restantes quedan heridos", concluyó Quijada al dar cuenta de la versión oficial.
  
"lo tomé como un desafío, una aventura intelectual"


“Cuando el juez me cuenta lo que necesita no me imaginé cómo hacerlo, la base había sido alterada tras 35 años y no tenía ninguna expectativa. Por eso lo tomé como un desafío, una aventura intelectual”, cuenta Rodolfo Pregliasco, director del Grupo de Física Forense del Centro Atómico Bariloche, la única entidad que desde el Estado se dedica a realizar investigaciones forenses.
Para el trabajo, Pregliasco y su equipo viajaron tres veces a Trelew y permanecieron un mes completo en ese lugar reconstruyendo la matanza. Recordó la "carga emocional" de haber vivido cuatro semanas en la base trabajando sobre un caso "que marcó a una generación".
Al momento de comenzar esta investigación, el Grupo de Física Forense ya contaba con credenciales importantes y antecedentes de casos de represión estatal. Participaron en la reconstrucción de la Masacre de Avellaneda donde fueron asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, y en el asesinato de Teresa Rodríguez. En ambos casos utilizaron una técnica creada especialmente para la investigación, que les permitió determinar a través del audio de videos desde donde proviene un disparo.
El grupo de física forense también estudió las imágenes y videos de la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 por pedido de la justicia e intervino en el caso de la desaparición de Miguel Bru en La Plata. Allí lograron probar el paso del joven estudiante por la Comisaría 9ª de esa localidad al reconstruir el libro de ingresos que había sido borrado y tachado.

Las pruebas del estudio


Tiempo accedió al documento en el que el Grupo de Física Forense expone sus conclusiones. Se destaca el análisis realizado a una puerta, fotografiada tras la masacre por la revista Así, que recibió impactos de bala que la Armada atribuyó a Pujadas. El Grupo de Física Forense encontró la misma puerta, levantó la pintura y descubrió una reparación con enduido en uno de los orificios. Determinó que esa reparación fue realizada en la misma época en que se reparó la pared del fondo del pasillo donde fueron fusiladas las víctimas, la posición del tirador y que el disparo fue realizado de arriba hacia abajo. Todos estos datos desmienten las declaraciones de los marinos sobre la posición que habría tenido Pujadas.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

martes, 21 de agosto de 2012

A 40 años de la masacre de Trelew

Con una marcha y una cantata se recordará mañana en Neuquén a los 16 fusilados en la cárcel de Trelew.

El 22 de agosto de 1972 16 integrantes de distintas organizaciones fueron fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar, una dependencia de la Armada Argentina próxima a la ciudad de Trelew, provincia del Chubut.

El 15 de agosto de 1972 , 25 presos en la cárcel de Rawson, de tres organizaciones armadas, coparon el penal de Rawson y huyeron en un operativo comando coordinado con apoyo exterior. Seis de ellos -los jefes guerrilleros Mario Roberto Santucho, Domingo Mena, Enrique Gorriarán Merlo (ERP), Roberto Quieto y Marcos Osatinsky (FAR) y Fernando Vaca Narvaja (Montoneros)- lograron arribar a tiempo al aeropuerto y tomar por la fuerza un avión de Aerolíneas Argentinas para huir a Chile.

Los 19 restantes se retrasaron y debieron entregarse, no sin antes exigir la presencia del juez y de los periodistas donde brindaron una conferencia de prensa. Luego los trasladaron a la base Almirante Zar, donde fueron colocados en fila y baleados. Murieron 16 y 3 lograron sobrevivir.

Las víctimas fueron:

Eduardo Capello, 24 años
Ana María Villarreal, 36 años
Pedro Bonet, 30 años
Jorge Ulla, 27 años
José Mena, 22 años.
Humberto Toschi, 25 años
Carlos del Rey, 23 años
Humberto Suárez, 22 años
Clarisa Lea Place, 23 años
Carlos Astudillo, 26 años
Susana Lesgart, 22 años
Mariano Pujadas, 24 años
Miguel Angel Polti, 21 años
Mario Delfino, 29 años.
María Angélica Sabelli, 23 años
Alfredo Kohon, 27 años

Sobrevivieron Alberto Camps, María Antonia Berger y Ricardo Haidar. Todos los velatorios de los fusilados fueron interrumpidos con gases y represión policial. 

Mañana a las 18 en el monumento a San Martín se realizará una marcha para recordar a las víctimas y desde las 20:30 se presentará la cantata Santa María de Iquique en el salón comunitario del barrio Sapere.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

martes, 21 de agosto de 2012

Mural conmemorativo en Rawson

Se pintó MURAL CONMEMORATIVO por el 22 de agosto en una céntrica esquina de Rawson 

A 40 años de la masacre de Trelew

Donde se unen las calles Bartolomé Mitre y Roberto Jones el grupo Taller Mural pintó un mural conmemorativo por el 40 aniversario de la masacre de Trelew.

Taller Mural está integrado por Marta Sotile, Bibiana Iralde, Adrián Pandolfo, Mariela Marras, Silvina Veira y Diego Corso; en la pintada del mural participaron además invitados.

En este sentido Corso comentó que “intentamos hacer representaciones clásicas como para hacer algo simbólico, pusimos árboles en representación de los 19, 
una cometa para representar la libertad, el alma que se despega y vuela, es un trabajo de color que hay que detenerse a observar”.

El mural sigue la misma línea de trabajo que realiza Taller Mural “donde las figuras son simples, mucha síntesis, trabaja mucho el color para con él y las figuras simples representar un mensaje directo”, dijo el artista plástico.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

martes, 21 de agosto de 2012

40 veces 22 = memoria y justicia

Hace 40 años Trelew estaba en el centro de la atención de todo un país. Un grupo de militantes revolucionarios, guerrilleros agrupados en Montoneros, el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), organizaron la famosa fuga del penal de Rawson. Trágicamente, como se sabe, sólo 6 lograron escapar en un avión hacia el Chile de Salvador Allende, mientras que 19 se entregaron en el aeropuerto, pacíficamente. La base aeronaval Almirante Zar fue el escenario donde fueron llevados, en lugar de reintegrarlos al penal, como había sido acordado. Ya allí, el 22 de agosto de 1972 fueron fusilados salvajemente. Sin embargo, increíblemente tres de ellos sobrevivieron a la masacre, y lograron salir de las cárceles el 25 de mayo de 1973, cuando al asumir el presidente Héctor Cámpora, fue decretada una amnistía general para los presos políticos. Las Fuerzas Armadas esperaron su momento y tras el golpe de Estado de marzo de 1976, fueron por ellos nuevamente. Hoy los tres continúan desaparecidos.

La fuga del penal y la masacre posterior en ese momento conmocionaron al país, mostraron la audacia y la capacidad de las organizaciones armadas que aquella vez lograron trabajar juntas y dejaron en ridículo ala Dictaduraentonces gobernante, conducida por el General Alejandro Agustín Lanusse. El ensañamiento de los militares con los presos generó una ola de indignación y movilizaciones que llega hasta hoy, atravesando cuatro décadas de bronca, resistencia, memoria y lucha. En aquel momento, la lucha popular dio lugar primero a las comisiones de solidaridad con los detenidos y después al reclamo por el esclarecimiento de lo sucedido, al llamado “trelewazo”, un levantamiento popular que sacudió a la ciudad y obligó a las fuerzas armadas a militarizar la ciudad para recuperar el dominio público. Tras la larga noche del genocidio, a fines de los años 80 comenzaron a realizarse en la ciudad patagónica pequeñas actividades de conmemoración de la fuga y, a fines de los 90 organizaciones estudiantiles, sindicales y de derechos humanos lograron empezar a instalar con fuerza el recuerdo de la fuga y de la masacre exigiendo justicia. Finalmente después de tantos años de lucha, en el marco de la apertura nacional de juicios a los militares genocidas, se logró procesar a los responsables de la masacre. La apertura del juicio oral en mayo de este año fue un espaldarazo que reavivó la lucha y, aprovechando el cuarenta aniversario,la Comisiónporla Memoriadel Pueblo de Trelew organizó una serie de actos en el penal de Rawson y en el viejo aeropuerto de Trelew, transformado desde el año 2007 en Centro Cultural porla Memoria. Distintasorganizaciones populares llegaron desde Buenos Aires, Mar del Plata, Neuquén, Mendoza, y Rosario para estar presente en la fecha.

Bárbara Quintana, presidenta de la FederaciónUniversitariade la Patagonia(FUP) y militante de la TendenciaEstudiantilRevolucionaria (TER), una de las organizadoras de los actos dijo a Marcha que “para nosotros vivir en Trelew y recordar el 22 de agosto todos los años es algo muy importante.” “Y particularmente este año, en el 40 aniversario de la masacre, queríamos redoblar la apuesta y hacer una movida nacional más grande. No solamente por la memoria de los compañeros sino también por el juicio que se está dando ahora en contra de los genocidas que los asesinaron hace 40 años”, agregó. “Como estudiantes nosotros encontramos en ellos el sendero que tenemos que seguir caminando. Muchos de los caídos eran estudiantes y nosotros creemos que tenemos que continuar lo que ellos empezaron. Ellos no murieron para tener el gobierno y el sistema que tenemos hoy en día. Si ellos dieron su vida y estaban convencidos de algo, eso era la lucha por el socialismo. Nosotros creemos que es la misma lucha la que tenemos que dar, con las mismas banderas”, finalizó la presidenta de los estudiantes dándole un sentido político actual a los actos.

El acto central           

En medio de una semana gris plagada de lluvias, el domingo amaneció soleado en Trelew, dando una mano a las organizaciones políticas, de derechos humanos, estudiantiles y sindicales que se reunían en el comedor universitario de la Universidad Nacional San Juan Bosco para partir hacia el aeropuerto. En el camino, desde el centro de la ciudad hasta las afueras donde se encuentra el viejo aeropuerto, la manifestación cantaba recordando a los “mártires de Trelew” y exigiendo justicia, mientras en cada cuadra los vecinos miraban desde puertas y ventanas precarias y en muchos casos en construcción, el paso de la columna. La llegada al aeropuerto fue muy emotiva. Cientos de militantes ingresaron a las instalaciones y estuvieron cantando durante una media hora, mientras algunos también recorrían el lugar, conmovidos por la historia que exhalan las paredes. Las imágenes de los caídos en la masacre recuerdan cada uno de sus nombres y recorridos en los muros del que ahora es un Centro Cultural para la Memoria, y vuelve a sorprender la juventud de los militantes cuando fueron asesinados.

Un rato más tarde comenzó el acto. Se sucedieron en la palabra representantes de las organizaciones de derechos humanos, la presidenta dela FUP, se leyó un documento elaborado por las organizaciones que viajaron hacia allá y hablaron distintos familiares de los caídos. Cada uno a su turno recordó los ideales y los proyectos por los que dieron su vida los militantes hace cuarenta años, el largo recorrido de lucha por justicia hasta llegar al juicio oral y la relación entre esa lucha y las violaciones a los derechos humanos que se siguen dando en el presente.

Hilda Fredes, una de las oradoras del acto que además fue candidata a diputada nacional en las últimas elecciones por el Frente Unidad Sur, conversó con Marcha sobre esto. Ella es la esposa de Elvio Angel Bel, un dirigente del Partido Comunista de Trelew quien en su momento fue el apoderado de Mario Roberto Santucho en el penal de Rawson, y por esa razón está desaparecido. “Yo fui parte dela Comisión de solidaridad con los presos, permanentemente hemos estado movilizados, durante la dictadura y mucho más durante la democracia y hoy estamos en un camino importante, construyendo lo mismo que construían los compañeros masacrados el 22 de agosto de 1972, en un camino de unidad y en un proyecto revolucionario”. Por otro lado ella afirmó que en la actualidad en la provincia de Chubut existen violaciones graves de los derechos humanos, lo que forma parte de la misma lucha por justicia. “Está el caso de Iván Torres, masacrado por la policía en Comodoro Rivadavia, y el caso de Julián Antillanca, a quien la policía provincial mató a la salida de un boliche”, aseguró. “Hay connivencia entre la policía y la justicia en la provincia. La policía provincial es la misma que en la dictadura, no ha cambiado nada”, afirmó.     

Uno de los dos momentos más emotivos ocurrió cuando dos chicos de una escuela primaria de la zona leyeron los trabajos que habían hecho en recuerdo de la masacre, reclamando también memoria y justicia, lo que generó un estremecimiento en todos los asistentes. El otro momento más fuerte del acto ocurrió cuando tomó la palabra Marcela Santucho, la hija de Mario Roberto Santucho y de Ana María Villareal, quien fue asesinada en 1972. Ella recordó la última vez que había ido a Trelew, cuarenta años atrás, a visitar a sus padres al penal, con sólo nueve años. Con visible emoción contó que fue la última vez que vio a su madre. Más adelante pudo reencontrarse con su padre por unos pocos años. Tras su asesinato en 1976 debió exiliarse en Cuba y posteriormente en Suiza, desde donde regresó al país recién en 2008.

El acto finalizó con un fuerte grito detrás del nombre de cada uno de los mártires de Trelew: Alejandro Ulla (PRT-ERP), Alfredo Kohon (FAR), Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP), Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP), Carlos Astudillo (FAR), Clarisa Lea Place (PRT-ERP), Eduardo Capello (PRT-ERP), Humberto Suárez (PRT-ERP), Humberto Toschi (PRT-ERP), José Ricardo Mena (PRT-ERP), María Angélica Sabelli (Montoneros), Mariano Pujadas (Montoneros), Mario Emilio Delfino (PRT-ERP), Miguel Ángel Polti (PRT-ERP), Pedro Bonet (PRT-ERP), Susana Lesgart (Montoneros), Alberto Miguel Camps (FAR - desaparecido luego en 1977), María Antonia Berger (FAR - desaparecida en 1979) y Ricardo René Haidar (Montoneros - desaparecido en 1982): ¡presentes!
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

martes, 21 de agosto de 2012

Actos 40 años sin olvidos

El acto central por el 40 aniversario será a las 16 en el Centro Cultural por la Memoria, ex aeropuerto de Trelew.

El 22 de agosto de 1972 fueron fusilados en la base Almirante Zar 16 presos políticos: Carlos Heriberto Astudillo (FAR); Carlos Alberto Del Rey (ERP); José Ricardo Mena (ERP); Humberto Segundo Suárez (ERP); Rubén Pedro Bonet (PRT); Alfredo Elías Kohon (FAR);

Miguel Angel Polti (ERP); Humberto Toschi (ERP); Eduardo Capello (ERP); Clarisa Rosa Laplace (FAR); Mariano Pujadas (ERP); Jorge Ulla (PRT); Mario Delfino (PRT).

También, Susana Graciela Lesgart (Montoneros); María Angélica Sabelli (Montoneros) y Ana María Villareal de Santucho (ERP).

Sobrevivieron Ricardo Haidar (Montoneros); Alberto Miguel Camps (FAR) y María Antonia Berger (FAR), quienes fueron víctimas de la última dictadura militar.

 Por la masacre están siendo juzgados Rubén Norberto Paccagnini, ex jefe de la base Almirante Zar; Luis Emilio Sosa, que en esa época era capitán de corbeta y segundo al mando del Batallón de Infantería número 4; Emilio Jorge Del Real, quien tenía el grado de capitán; Carlos Amadeo Marandino, quien era cabo y Jorge Enrique Bautista, juez de instrucción militar que estuvo a cargo de la investigación y está acusado de encubrimiento.

El 15 de agosto se inició un intento de fuga de la cárcel de Rawson, cuando dos grupos integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros organizaron la fuga, mientras que el jefe del operativo fue Mario Roberto Santucho, líder del ERP.
Santucho, junto a Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna integraban el comité de fuga,  pudieron huir en un automóvil que los esperaba frente al penal y trasladarse al aeropuerto de Trelew para abordar una aeronave de la empresa Austral secuestrada por un comando guerrillero.

El resto de los vehículos que debían trasladar a los otros contingentes no se presentaron frente a la prisión por una confusión de señales.
 
Otro grupo logró arribar en vehículos de alquiler -que habían sido llamados por los detenidos desde el penal haciéndose pasar por pasajeros habituales- pero llegó cuando el avión partía rumbo a Chile.


Este grupo se rindió ante los efectivos militares que habían llegado al aeropuerto comandados por el capitán Luis Emilio Sosa y fue trasladado a la base Almirante Zar.

 La fuga asestó un duro golpe a la dictadura de Lanusse, en tanto que personalidades de la política exigieron al gobierno de facto que garantizara la vida de los presos políticos.

En la madrugada del 22 de agosto los detenidos fueron ametrallados en sus celdas por una patrulla al mando del capitán Sosa y del teniente Roberto Bravo.

La versión oficial de la dictadura fue "nuevo intento de fuga", pero los tres sobrevivientes, tiempo después, contaron la verdad de los hechos: indefensos, los detenidos habían sido masacrados.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

martes, 21 de agosto de 2012

40 años de la Masacre de TRELEW: INVITAN - PELÍCULA Y DEBATE

Convoca: Frente de Resistencia Nacional Organiza: CONVOCATORIA POR LA LIBERACIÓN NACIONAL Y SOCIAL.

A 40 años de la Masacre de TRELEW: INVITAMOS A PARTICIPAR - PELICULA Y DEBATE
 
1972 - 22 DE AGOSTO - 2012

Nunca será suficiente la admiración y la Gloria que podremos rendir a los diecinueve compañeros fusilados en Trelew y posteriormente a los tres Montoneros sobrevivientes que cayeron heroicamente combatiendo contra la Dictadura Militar.-
Sin embargo hoy pretendemos algo mas: determinar si aún vale la pena luchar con las mismas banderas y los mismos objetivos que tuvieron nuestros mártires de Trelew.-
CONVOCATORIA en el Frente de Resistencia Nacional no tiene dudas, lucha y luchará por la construcción de una Patria para todos, de una Patria Socialista, la misma por la que lucharon y murieron nuestros compañeros.-
Pero ya no todo ni todos somos lo mismo ahora en el 2012 que en 1972.-
Acaso se hubieran velado hoy en la sede del Partido Justicialista a luchadores populares caídos por las balas represivas como se hizo en 1972?.-
Alguien similar a la compañera Ana María Villareal de Santucho habría sido admitida hoy a ser velada y homenajeada en el PJ??
Es similar la militancia abnegada, sacrificada y entregada hasta las últimas consecuencia de chicos y chicas veinteañeros como los que fueron sacrificados en Trelew a la que hoy llevan adelante militantes que ingresan a la política percibiendo ostentosas y obsenas sumas de dinero???
Basta con decir que estamos con "el modelo" y que avalamos a un Gobierno "Nacional y Popular" para sacar patente de revolucionarios??
Jamás los mártires de Trelew habrían admitido la presencia de burócratas traidores buchones de la inteligencia militar sentados al lado de los representantes de un Gobierno Nacional y Popular.-
Por mucho menos que eso MONTONEROS llegó incluso a interpelar hasta al propio Gral Perón.-
Ni que hablar de la forma en que los revolucionarios peronistas enfrentaron a la burocracia vendida y traidora a la clase obrera.-
Imposible imaginar que los fusilados habrían admitido alegre y pacíficamente la votación de leyes represivas y "antiterroristas".-
De todo eso queremos hablar el 24 de agosto a las 17 hs en el local de ATE CAPITAL, Carlos Calvo 1378.-
Pasaremos un corto con fragmentos de la película sobre Trelew e inmediatamente después una charla sobre algunos de los temas aquí planteados.-
Sobre todo tratar de establecer si esos jóvenes que hoy honramos pudieron aparecer a la política argentina de un día para otro, como si fueran nacidos de un repollo.-  E intentar determinar qué tipo de país había y que tipo de condiciones para que esos compañeros, con algunos años de cana encima a pesar de su juventud pudieran haber hecho posible la toma del establecimiento carcelario mas inexpugnable de la Argentina.-
Los esperamos a todos y todas para compartir y debatir lo que veremos en la película.-

Viernes 24 de agosto a las 17 hs en el Salón "Germán Abdala" de ATE CAPITAL, Carlos Calvo 1378.-
(Es ATE Carlos Calvo, no ATE Belgrano, a veces se confunde)

HONOR Y GLORIA
POR UNA PATRIA SOCIALISTA
PATRIA O MUERTE
VENCEREMOS!!

Convoca: Frente de Resistencia Nacional
Organiza: CONVOCATORIA POR LA LIBERACION NACIONAL Y SOCIAL
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont

martes, 21 de agosto de 2012

Homenajes por los 40 años de la Masacre de Trelew

 A 40 años de la Masacre de Trelew continúan los actos para rendir homenaje a las víctimas de los fusilamientos cometidos en la base Almirante Zar el 22 de agosto de 1972,  mientras gobernaba el país la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse.

Durante la semana pasada se sucedieron los homenajes en Buenos Aires y en Chubut, en tanto que parte de los actos principales se harán el martes y el miércoles en esa provincia.

 Este martes a las 18 tendrá lugar una charla debate a cargo del diputado nacional Andrés Larroque con la participación de Emilio Pérsico, Leonardo Grosso, Ernesto Paillalef y Silvia Horne, entre otros, organizada por La Cámpora y el Movimiento Evita en el sindicato Sitravich de Rawson.

 A las 15.30, en el Espacio Incaa del Centro Cultural José Hernández de Rawson se proyectará "Fotos de Familia, la historia de los Pujadas" con la presencia de los familiares.

Por la mañana se presentará el mural "22 de Agosto" en la escuela Padre Juan de Trelew.

 A las 15 será inaugurada una placa con poemas de Eduardo Galeano en el Ministerio de Educación de Rawson y estará presente el poeta Vicente Zito Lema.

También a las 10, en el Teatro Verdi de Trelew se dará lectura a páginas de libro "Hubiera Querido", de Rosa María Pargas, a cargo de Raquel Camps.

A las 20, en la Universidad Nacional San Juan Bosco, de Trelew se presentarán libros de Marcela Santucho.

El miércoles a las 12 se inaugurará un mural popular en la Laguna Chiquichano.

40 años de la Masacre de Trelew
Publicado por Antena Libre DERECHOS HUMANOS, REGIONALES, UNIVERSITARIAS ago 20, 2012

A 40 años de la Masacre de Trelew, la agrupación H.I.J.O.S. Alto Valle y el equipo de producción de Radio Universidad (103.7 ) de   Neuquén  han realizado una serie de micro programas de libre descarga y difusión. Desde FM Antena Libre nos sumamos a este homenaje difundiendo esta producción.

Especial 40 años de la Masacre de Trelew (una producción de H.I.J.O.S Alto Valle y Radio Universidad de Neuquén)
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont                                            

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