23 de agosto de 2012

CÓRDOBA: MURIÓ EL COMPAÑERO CARLOS BETTIOL.

Queridos Compañeros 
cuestan hacer estos mail, por eso elegí buscar palabras de Carlitos, para reflejar su inmensa humanidad, su compromiso, su participación en la asociación de Ex Presos Políticos de Córdoba, regional Río IV, donde el asistía como delegado de esa zona a nuestras reuniones en la ciudad de Córdoba. En la última reunión manifestó que estaba tranquilo, contento porque ese mes recibió la noticia que su pensión de provincia de Bs As le había llegado y que se pagaría un asado. Vendía libros, no le fue fácil en lo económico. El último viernes que estuvimos juntos varios compañeros nos contó que no podría venir este último viernes porque se iba a Bs As, sería testigo del Juicio por Mansión Seré. Si mal no  recuerdo también había sido testigo por la cárcel de La Plata.Enviamos por adjunto otra nota con foto de Carlitos, remera amarilla.
 Por tu lucha de todos los días

 ¡¡¡¡ HASTA LA VICTORIA SIEMPRE COMPAÑERO CARLITOS !!!

Sus restos son velados en Sociedad Francesa, 9 de Julio 1300, Río IV hasta las 11 hs del día jueves



ENTREVISTA CON CARLOS BETTIOL DETENIDO-DESAPARECIDO EN CCD MANSIÓN SERÉ.

“Estábamos con los ojos vendados y oíamos gritos de los torturados”
El riocuartense Carlos Bettiol es una de las víctimas de los hechos que se juzgarán en Buenos Aires. Estuvo en el centro clandestino secuestrado durante casi un mes antes de ser trasladado a una cárcel

Carlos Bettiol fue secuestrado en junio de 1977 de una pensión en la que vivía en Olivos, en Buenos Aires. Lo llevaron a la comisaría de Castelar y luego a Mansión Seré, donde estuvo cerca de un mes privado ilegítimamente de su libertad. Su caso es uno de los que componen una megacausa que acaba de ser llevada a juicio por delitos ocurridos durante la dictadura en ese centro clandestino. 

La Justicia federal elevó a juicio esta causa por la que están imputados 10 represores de la Fuerza Aérea. Hoy, de la gran casona donde tenían a los detenidos sólo quedan las ruinas, pues fue destruida por los militares luego de la fuga de 1978, pero el recuerdo de las víctimas sigue con fuerza en su pedido de justicia. 

“Con los años volví al lugar, porque era una deuda que tenía conmigo mismo, pero fue algo muy duro”, cuenta Carlos sobre su paso por Mansión Seré. En la noche del 29 de junio del ‘77 un grupo que estaba de civil lo esperaba en la pensión donde vivía en Olivos. En esa época trabajaba en una empresa familiar y cuando volvió a su hogar lo secuestraron. 

“El dato lo tenían desde Río Cuarto, pues habían detenido a todo un grupo de compañeros que militaba en el peronismo de base y un grupo después nos habíamos vinculado en el ‘75 con el PRT”, cuenta Bettiol, que señala que por entonces tenía sólo 22 años.

- ¿Adónde fue trasladado esa noche?
- Me llevaron a un lugar que después me enteré se trataba de la comisaría de Castelar y que era la Fuerza Aérea la que me había secuestrado. Ellos me habían dicho que eran de Río Cuarto, cosa que noté que era falso por la tonada porteña. No los alcancé a ver porque inmediatamente me tiraron al piso, me taparon con una bolsa y me metieron en el baúl de un auto. 

Comenta que en Castelar también estuvo aproximadamente un mes; “después de que me detuvieron, que fue un viernes, pasé el fin de semana sin que me hicieran nada, pero el lunes empezaron con los interrogatorios con torturas”. 

- ¿Ese tiempo vivió en condición de desaparecido?
- Sí, un familiar se enteró de que estaba detenido porque me fueron a buscar primero a su departamento. Allí encontraron una dirección en una libreta y me fueron a buscar a la pensión. Así dedujeron que me habían secuestrado; por supuesto que fueron por todos lados preguntando por mí y nadie se hizo cargo de tenerme. En esa situación de desaparecido estuve cerca de tres meses. 

El trato más duro lo sufrió en Castelar, por las torturas físicas y psicológicas a las que era sometido: “Escuchábamos a los otros que traían para ser torturados”, dice. 

Bettiol explica que no se conocía con los otros detenidos, porque eran todos de Buenos Aires. “La Fuerza Aerea se ocupó de todo el aparato represivo de la zona Oeste, y de ‘aniquilar’ esa columna de Montoneros. Por eso, los que estaban ahí eran casi todos montoneros”, explicó el ex preso político. 

Comenta que entre otras personas que conoció en este centro de detención se encontraban los padres del nieto 102, recuperado recientemente: Graciela Tauro y Jorge Rochistein. “Ella estaba embarazada de 4 meses, y habían sido detenidos un tiempo antes que yo. Pude hablar con ellos en algunos momentos en los que estuvimos juntos”, indicó. 


- ¿Cómo fue su traslado a Mansión Seré?
- Cuando nos sacaron de Castelar nos llevaron a la mansión y allí estuve cerca de un mes, hasta un 22 de agosto. Me acuerdo que uno de los miembros de la patota que nos sacó a mí y a otro hombre con el que compartía la pieza de la mansión nos preguntó si sabíamos qué día era. Ya habíamos perdido bastante la noción del tiempo, porque estábamos con los ojos vendados casi todo el tiempo. Nos dijo que era el 22 de agosto, y agregó: “Ustedes no van al pozo, van al PEN (en el sentido de que no serían asesinados, sino que serían puestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional)”. 

- ¿Cómo era el centro de detención?
- La Mansión Seré era una vieja casona que después fue donada a la Armada y a su vez cedida a la Fuerza Aérea. Durante la dictadura funcionó como centro clandestino de detención, en el primer piso estaban todas las habitaciones donde estabamos los secuestrados. 

Bettiol señala que estaban distribuidos de a dos o cuatro por pieza, y que en el mismo piso había una cocina y la pieza de la guardia. “Había una radio con la que se comunicaban con la base de Palomar y la planta baja estaba desocupada”, comenta. 

Indica que debajo de todo habría habido un sótano, que él no vio, y que era donde se torturaba a los secuestrados. “Cuando se tiró abajo la casa, se perdió todo, pero ahora los antropologos están trabajando para determinar si existía esa pieza”, asegura y agrega: “A la noche oíamos los gritos de los torturados”. 

De acuerdo a su relato, los secuestrados estaban todo el día con los ojos vendados y esposados. “En Mansión Seré fui sometido a interrogatorios, pero no recibí torturas físicas. Las psicológicas eran constantes”, confiesa. 

“Había guardias que el último tiempo nos permitían sacarnos las vendas, incluso hacíamos tareas de fajina. Eran tareas feas, pero significaban un descanso para la mente y podíamos ver quiénes estaban”, dice en su relato y asegura: “Yo no conocía a nadie, porque eran todos de Buenos Aires, pero las pequeñas ayudas que se pueden dar en situaciones límite son clave”. 

Comentó que unos días después que él llegó un matrimonio a Mansión Seré. A la pareja la habían colocado en cuartos separados y al esposo le habían dicho que su mujer había sido asesinada, como forma de una tortura psicológica. “En un momento tuve que retirar los tarros de orina que había en las piezas. Había un olor nauseabundo, estabamos todos sin bañarnos, y la vi a ella. Cuando fui a la pieza de él, le alcancé a decir al oído por lo bajo que su esposa estaba viva”, recuerda y concluye: “Con el tiempo, cuando me los encontré, porque sobrevivieron, él me dijo que en ese instante le había vuelto el alma al cuerpo”. 

- ¿Recuerda haber visto a alguno de los que están como imputados ahora en la causa?
- De los imputados me acuerdo de algunos, no de los jefes, pero a los que estaban en la mansión sí los recuerdo. Eran los miembros de la guardia y de la patota. 

- ¿Qué sucedió después de Mansión Seré?
- Cuando nos sacaron de la mansión nos llevaron a Haedo, lo que era el circuito más 
común que realizaban con todos los que estuvimos detenidos en esa época. A los días nos legalizaron y salimos en los listados de los diarios como los detenidos a disposición del PEN. Fue en ese momento en el que pude ver a mis familiares por primera vez. Incluso mis padres no sabían nada de mí hasta ese momento, si estaba vivo o no. 

Tras su paso por los centros clandestinos Bettiol estuvo en La Plata, en varias oportunidades, en Córdoba y Caseros, hasta que le dieron la libertad el 22 de noviembre de 1980. 
Luis Schlossberg
Fuente:Puntal.com

Los ex presos políticos piden que Cambría se rectifique

SIGUE LA POLEMICA POR LA PUBLICACION DE UNA NOTA QUE NIEGA
LA NOCHE DE LOS LÁPICES Y JUSTIFICA LA REPRESIÓN A LOS ESTUDIANTES


"El 16 de septiembre se ha instituido como el Día del Estudiante Secundario. Esto se debe a la memoria y reconocimiento a unos "dulces y tiernos muchachos de la secundario" que años atrás luchaban para bajar el precio del boleto estudiantil con tan mala suerte que ese hecho "tan justo" los llevó a la muerte en los años 70 o bien en plena dictadura militar".
"Lo que parece raro es que chicos asesinados en esa época pudieran dar una entrevista en el año 1998 al conocido diario de corte marxista Página 12 después que ya estaban muertos (¿resucitaron?)…"

Estos dos párrafos irónicos, maliciosos, de tono burlón aparecieron en una nota firmada por la profesora Graciela Martínez Taborda, cuya existencia todavía no se ha logrado determinar, sobre La Noche de los Lápices, en la publicación Educando, coordinada por el director del Colegio Nacional José Cambría.
La provocadora nota cuestiona la verdad histórica de un hecho que ha sido debidamente probado, el secuestro, la tortura y la desaparición de parte de un grupo de estudiantes secundarios en La Plata, y simboliza la metodología de exterminio implementada por la última dictadura militar.


Otro Punto dialogó cuatro miembros de Asociación de Ex Presos Políticos de Córdoba, filial Río Cuarto, quienes vivieron en carne propia lo que la publicación pone en tela de juicio, por un lado, y justifica por el otro.
Carlos Bettiol, estuvo preso cuatro años y fue vecino de celda de Pablo Díaz, uno de los jóvenes protagonistas de La Noche de los Lápices; Rosana Mugetti estuvo presa en Córdoba y fue detenida, precisamente, cuando era estudiante secundaria; Héctor Ortíz, estuvo preso cinco años y tiene dos familiares desaparecidos y Graciela Galanzini quien estuvo seis años en prisión fue detenida cuando tenía un bebé de meses.
Todos fueron testigos y sobrevivientes del horror. Ellos mejor que nadie pueden responder al artículo cuestionado.

-¿Qué sentimiento le surgió cuando leyó la nota que pone en duda y justifica la represión?

Carlos Bettiol.- Tuve sentimientos encontrados. Primero indignación y después tristeza, porque es una publicación que llega a las escuelas primarias y secundarias. Esto llama a confundir y a tergiversar lo que realmente pasó. De indignación porque yo conviví con Pablo Díaz en la cárcel de La Plata. El había estado secuestrado en el Pozo de Arana, en El Vesubio, en varios centros clandestinos de Buenos Aires en manos de la policía de la provincia y del ejército y yo había estado secuestrado en manos de la Fuerza Aérea en la zona Oeste de Buenos Aires y nos conocimos en la cárcel de la Plata donde éramos vecinos de celda. Puedo dar detalles de su historia.

-¿Así que si usted lo conoció puede dar fe de su historia?
Carlos Bettiol.- A él lo secuestran como al resto de los chicos del grupo de La Noche de los Lápices a eso de las cuatro de la mañana. Lo sacan en piyama, le dejan poner unos zapatos del padre y se lo llevan en el baúl de un auto con los ojos vendados. Da con el resto del grupo en alguno de estos centros clandestinos, son torturados por varios días, los trasladan a otros centros, los tienen en condiciones infrahumanas, sin comida ni agua y él logra salvarse por relaciones que tenía su familia con altos jefes militares. Llegó a La Plata en condiciones muy malas. Cuando yo lo conocí en el 77 él había sido secuestrado en el '76, llevaba un año de detenido y ya estaba algo recompuesto. Con mucho apoyo de los compañeros.

-Le contó el episodio de por qué los detienen, por su lucha por el boleto estudiantil, por su militancia?


Carlos Bettiol.- Claro. Tenían relación. En realidad a ellos los secuestran porque fueron militantes políticos como los fuimos todos los que tuvimos en esta circunstancia, con más o menos compromiso pero todos con alguna participación política. Una de sus luchas en el '75 había sido por el boleto estudiantil gratuito. Esto fue la excusa. Como fue en general la represión indiscriminada a jóvenes, trabajadores y hasta religiosos que tenían algún grado de compromiso político y social. La cuestión era sembrar el terror en la sociedad para que no hubiese resistencia a la implementación al plan económico que llevó adelante Alfredo Martínez de Hoz. Esto ya está claro. El informe del Nunca Más pone énfasis en esto. Había que imponer un terror paralizante y acallar toda posible resistencia al plan económico que se estaba llevando adelante.


Héctor Ortíz.- Nos enteramos por noticias traídas de Córdoba sobre esta publicación que estaba circulando y que luego nos enteramos que no tendría mucha difusión, solamente en escuelas a nivel docente y directivos. Pero una persona que recién ingresaba a la docencia la leyó y como era una nota tan dolorosa para todos se comunica con gente del Ministerio de Educación  y así llega a nosotros.
-Cuando escucha que se pone en duda esta parte de la historia qué siente como ex preso?
Héctor Ortíz.- No sólo como ex preso sino como familiar de dos personas desaparecidas en Mar del Plata, fue un golpe muy grande. Pero ya estamos curados de espanto con estas cosas. Parece que quiere sumar más confusión en la sociedad donde hay gente que no tiene los medios suficientes para conocer.
-Desde hace varios años en algunos colegios de Río Cuarto la película se proyecta y se debate. Parecía que ya no se ponía en duda la verdad histórica del hecho.
Rosana Mugetti.- Una persona que es profesor de historia y que se autodenomina historiador no puede desconocer los hechos ya probados por el informe de la Conadep y en los organismos internacionales. Desde una institución pública del Estado no puede desconocer esas cosas. Y si él tiene otra posición ideológica no puede usar los medios de comunicación educativos para imponerlos.


Graciela Galanzini.- Uno puede respetar su posición ideológica. Nosotros sabemos cuál es su posición, pero no puede usar la institución que dirige, el ex Colegio Nacional, para darla a conocer. Pero además no puede justificar la represión como lo hace en esa nota. Que no la firma él, sino una señora que hasta ahora no hemos logrado saber si existe o no. En un párrafo de la nota dice que no eran jóvenes inocentes que se los llevaron porque sí sino que eran jóvenes militantes. Claro que eran militantes de distintas organizaciones políticas. En ese entonces la militancia era muy grande, y era muy raro decir que no se militaba, sobre todo en una ciudad como La Plata con un alto nivel de participación. Aquí en Río Cuarto, los que íbamos a la Universidad como en mi caso, nos mirábamos raro sino militábamos. Había una situación de efervescencia política a nivel mundial, había un gran compromiso de los jóvenes, de los trabajadores, de los empresarios, con distintas orientaciones políticas. Los chicos eran militantes, pero eso no justifica que hayan sido desaparecidos. Porque ni siquiera fueron presos. Fueron desaparecidos y torturados, y de todos sólo sobrevivieron cuatro. En la nota también se habla de que no eran desaparecidos sino que estaban viviendo en Europa. Cuando los dejaron en libertad, por las razones que hayan sido, estos cuatro que quedaron libres dejaron de ser desaparecidos y nunca más aparecieron en una nómina de desaparecidos.



Rosana.- Pero además, cuando dejaban a alguno vivo, también tenían una intencionalidad. No pensemos que si dejaron libre a alguno era porque tenían menos compromiso, que porque hablaban, que porque entregaban. Todo tenía una intencionalidad. Si los dejaban vivos era para que contarán. Todo cumplía una función y estaba muy bien pensado. No actuaban al azar o por ingenuidad. El plan era completo.

-Alguna vez ustedes se enteraron de alguien que haya figurado en una lista de desaparecidos y que en realidad estaba viviendo en otro país.

Graciela.-No. Yo fui detenida en el 76 y salí en libertad en el 82 y todavía estaba la dictadura militar. No se hablaba de listas ni de desaparecidos.
-¿A usted la detuvieron aquí en Río Cuarto? ¿Sabe quién?
-Sí, me detuvieron acá. A mi me detuvo la policía provincial y la policía federal. En ese entonces en la provincial esta Aspitia y en la Federal Díaz y Tronchín que eran los encargados de investigaciones y detenciones. Yo no supe de ningún caso de una persona que haya estado como desaparecida y en realidad hubiese tenido la posibilidad de irse a otro lado. Los casos que sí hubo es de muchos compañeros que pudieron irse en la masividad de la represión, que estuvieron dos o tres meses sin comunicarse con su familia hasta tanto estuvieran mas seguros.

Rosana.- Es que justamente los que pudieron salir son los que se ocuparon de denunciar en el extranjero lo que estaba pasando en La Argentina. Gracias a eso hubo cuatro o cinco años más de represión pero se logró dar a conocer lo que pasaba a nivel internacional. Volvemos a decir, no sabemos cuáles eran los argumentos para dejar salir de los campos de concentración a alguna gente, pero había todo un mensaje. Muchas veces ellos nos dijeron “nosotros somos dueños de la vida y de la muerte de ustedes”. Se sentían dioses. E incluso ahora, que se hace el juicio en Córdoba, ellos dijeron que su error fue haber dejado gente viva. Porque los ex presos somos los que estamos dando testimonio.


Graciela.- De los campos de concentración salió muy poca gente. Son contadísimos los casos.
Hugo Ortíz.- Tenemos el testimonio de compañeros que han salido vivos de las cárceles, que cuentan el terror que sentían cuando escuchaban el nombre de alguno para traslado porque sabían lo que significaba. Dentro de las cárceles estaban más seguros que en la calle.

-¿Ustedes pensaban que esta idea que aparece en la revista ya se había terminado? O ¿creen que todavía persiste en la sociedad el concepto de que algo habrá hecho y que debieron ser reprimidos?

Graciela.- Yo creo que quien tiene una posición ideológica tomada sigue pensando que los que fueron desaparecidos y los que fuimos detenidos éramos terroristas o subversivos. Sí creo que queríamos cambiar un orden social desde donde estuviéramos militando. Pero había mucha gente militando.


Rosana.- Había muchos religiosos del movimiento tercer mundista, los centros de estudiantes que no tenían una militancia extrema, la gente que trabajaba en sindicatos, que no estaba relacionada con organizaciones armadas.
-Cuando ustedes militaban eran adolescentes ¿alguna vez tuvieron conciencia del peligro que los acechaba?


Rosana.-
Uno era conciente de que corría riesgos, especialmente si militaban en una organización clandestina. Pero en la Argentina jamás había habido la figura del desaparecido, de última te podían pegar un tiro o te ponían preso, pero nunca en Latinoamérica pasó semejante cosa de, por ejemplo, robar a las criaturas. En Argentina se robaron 500 chicos.

Carlos Bettiol.- Tampoco se dio en otros lugares el saqueo que se daba aquí. Nosotros hemos estado con personas que directamente eran detenidos para apoderarse de sus bienes. Se han quedado con campos y empresas.

Rosana.- Y también estaba el ratonerío que hacía la policía. Tenía una compañera a la que le habían entrado al departamento y le habían robado los sanitarios.
-Y ahora aparece esta publicación cuestionando todo lo ocurrido.

¿No creen que en todo estos años no se había logrado construir la realidad de lo sucedido?
Carlos Bettiol.- Por eso llama la atención que aparezcan estas notas. Todavía cuesta creer que hoy, con todo lo que se ha vivido, con todo lo que ha salido a luz a través de los juicios que se llevaron a cabo, todavía se aparezcan estas voces burlándose jocosamente de lo que pasó.

Rosana.-
Además, por la reacción que han tenido desde la UEPC y desde el SADOP uno se da cuenta de que desde la educación es escándaloso lo que ha pasado. No sólo porque está faltando a la verdad histórica sino por el mensaje que se le está dando a los chicos. ¿Qué quiere decir?Que si vos como sociedad reclamas algo son un inadaptado social y no sabés lo que te puede llegar a pasar. Es preferible que los chicos militen y hagan trabajo barrial a que esten perdidos en la droga. Lo grave es la mentira y la justificación de la represión.

Graciela.- La justificación de la figura de la desaparición y la tortura por el hecho de haber sido militantes.

-¿Qué van hacer?


Graciela.-
Desde el Ministerio ya se está encarando algún tipo de sumario o de investigación. Quiero suponer que el Ministerio va a tomar cartas reales en el asunto. Aquí no se pide la cabeza de nadie pero sí que se rectifique públicamente en sus dichos. No pedimos su transformación ideológica pero sí que no use un cargo para falsear una realidad que lamentablemente nos tocó vivir.


Rosana.- Y como país. Porque nosotros somos ex presos, pero también fue una hecatombe para el país.
Envío:AexPPCdba.

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