8 de marzo de 2013

MEGACAUSA ESMA: Día 26. Vera Jarach: "Les pido por favor a los acusados que por favor rompan los pactos de silencio".


VERA JARACH, MAMA DE FRANCA, DESAPARECIDA DE LA ESMA, DECLARO EN EL MEGAJUICIO
“A la Justicia le pedimos justicia”
Les habló a los jueces de su hija, para “que la conozcan, que sepan quién fue, cómo fue esta muchacha maravillosa, alegre, pero también muy pensativa”. Aportó una grabación con un llamado que Franca hizo desde la ESMA.
Por Alejandra Dandan
Vera Jarach, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, ayer, en los tribunales de Comodoro Py.Imagen: Bernardino Avila

El pelo blanco, los ojos chiquitos, la voz de roble. En un momento, Vera Jarach buscó casi a tientas algunas caras en la sala: “No veo si están los acusados, pero con los ojos de mi alma sí los veo –les dijo–. Y si están, les pido a ellos que rompan ese tan cruel pacto de silencio alguna vez, que nos digan qué pasó con todos y cada uno de nuestros hijos, y a la Justicia, a la Justicia, le pedimos justicia”.
Frente suyo una hilera de Madres llenó la sala de Comodoro Py con sus pañuelos. Vera fue a declarar a la segunda audiencia de testigos de este juicio por los crímenes de la Escuela Mecánica de la Armada para hablar de su hija. A Franca la secuestraron el 25 de junio de 1976, en la esquina de un bar del centro de Buenos Aires; había sido abanderada del Nacional Buenos Aires, delegada por el centro de estudiantes e integrante de la UES.

“Nosotros también tuvimos un calvario, un muro de silencio, pero antes de eso quiero enfrentarlos con Franca”, dijo al tribunal y también a la sala. “Que la conozcan, que sepan quién fue, cómo fue esta muchacha maravillosa. Amada y admirada por muchos, dejó mucho y eso es una herencia también. Alegre, pero también muy pensativa. Defendía lo justo y cuanta causa hubiera. Era muy, muy generosa y atenta a todo, apasionada y también tenía un profundo sentido critico, incluso en la militancia, de la que voy a hablar.”

Vera, que era periodista en ANSA cuando secuestraron a su hija, hilvanó trazos de la vida política de Franca. Contó cómo la expulsaron del Buenos Aires en tiempos de la Triple A, después de una asamblea ya prohibida y organizada por los estudiantes para evitar el desplazamiento del rector. Echaron a 14 y por una gestión de los padres volvieron a incorporarlos a todos excepto a Franca, que no quiso volver. Rindió exámenes libres “brillantes”, se disponía a estudiar Ciencias de la Educación “porque pensaba en los grandes cambios sociales, que era la meta de todos estos jóvenes”. Empezó a trabajar en un pequeño taller, hacía cajitas y se anotó en un curso poligráfico. “Como tengo que decir toda la verdad, pero no puedo asegurarlo, digo que creo que tuvo militancia dentro de ese ámbito. Como tenía ese espíritu crítico, tardó mucho en militar en una institución organizada; cuando lo decidió, entró en la UES, y cuando tomaba una decisión lo hacía muy, muy en serio, quería decir que estaba convencida de lo que hacía.” Para entonces pasó de la UES a la Juventud Trabajadora Peronista.

El llamado
A Franca la secuestraron un viernes. Vera la esperaba al otro día en el Tigre. La buscó en hospitales, en la morgue, presentó hábeas corpus y durante años no supo nada. “Tenía 18 años de edad; mi marido y yo tratamos de localizarla, de salvarla; desgraciadamente fue en vano. Pasaron muchos años, más de veinte, antes de que yo pudiera saber la verdad, y esa verdad es el lugar donde Franca fue llevada después del secuestro.”

Franca estuvo en la ESMA. “Fue un verdadero infierno”, dijo. Vera supo eso a través de Marta Alvarez, una de ex detenida. “Quizá no sea mucho –dijo–, pero para mí es muchísimo, tengo algunas pruebas y en esas pruebas, una de las fundamentales es una grabación de la que ahora les cuento.”

Franca llamó a sus padres el 11 de julio desde un lugar de la ESMA que Vera reconoció años mas tarde. “Para nosotros significó que estaba viva, ahí están las voces de Franca y de mi marido que contestó, para mí es estremecedor volver a escuchar esas voces, pero sé que es una prueba importante por su contenido, así que estoy dispuesta a escucharlo de nuevo.”

En la sala se oyó esa grabación. Vera se quedó en la silla. Franca, rápida, joven, apurada, perforó el tiempo desde otro lado del espacio. Preguntó por todos: “¿Cómo están? ¿Cómo está mamá?”. Les dijo: “Estoy detenida”. Su padre preguntó un poco en italiano y en español. “¿Dónde estás? ¿Cómo estás? ¿Cuándo volvés?” Franca responde y responde: “No sé, la verdad, es que no sé”, dice.

–Bueno, chau...
–Que Dios te bendiga –dice su padre.
–Chau, papito, chau.

“Es como que hay dos grabaciones en mi memoria”, dijo Vera. “Todo lo que nos dijo Marta Alvarez y después esto, que es una prueba. Hacían esos llamados para frenar, se supone, nuestras denuncias y búsquedas, cosa que por supuesto no hicimos.”

Vera no paró de hablar; sólo en una ocasión los jueces le preguntaron si necesitaba un momento, porque los ojos se le llenaron de lágrimas. Alguien en el fondo murmuró: “¡No la conocen!”. Claro, no dejó de hablar. 

Cuando empezó, habló de Auschwitz y de las dos cosas que marcaron su vida. “La historia nos enseña que lo que ha sucedido una vez puede volver a ocurrir, y de hecho en mi historia esto se ha demostrado. En 1943 deportaron a Auschwitz a mi abuelo materno; más tarde mi hija Franca, secuestrada y llevada a la ESMA; dos historias, no hay tumbas, están la cámara de gas y los vuelos de la muerte.”

Al final, el presidente del tribunal le preguntó si quería decir algo más. Ella recordó a un chico de una escuela de Italia que le preguntó si estaba satisfecha con su vida. “¿Qué pregunta, no?”, dijo Vera con humor. “Le dije que sí, realmente he tenido mucho en mi vida, nos salvamos de la Shoá y tuve una vida normal hasta que suceden las dos tragedias: en el ’43 mi abuelo y luego mi hija, y tengo que decir que es como esa canción de Violeta Parra: la vida me ha dado tanto, pero también me ha quitado. Quiero decirles a ustedes que agradezco haber estado acá. Y acá Franca conmigo pide justicia...”

—¡Mírenla, mírenla! –les dijo a los jueces. Y dejó a Franca, en la foto, arriba del escritorio.


MARIA EVA BASTERRA Y DANIEL TARNOPOLSKY
Una beba en el centro clandestino
Por Alejandra Dandan
La audiencia del juicio unificado de la ESMA fue intensa. Declararon durante el día otras tres víctimas: María Eva Basterra, la hija de Víctor Basterra, el fotógrafo que sacó las primeras fotos de los marinos del centro clandestino de la Armada; la madre de Cecilia Viñas y Daniel Tarnopolsky, el único sobreviviente de una familia sobre la que los marinos dieron uno de sus mayores golpes, al secuestrar y asesinar a sus padres, dos hermanos, su cuñada y una de sus primas. Durante la audiencia, Daniel sacó una foto con unas quince personas y les habló directo a los jueces: “Esta es la peligrosidad de mi familia”.

La jornada empezó con el testimonio de María Eva. Cuando los jueces le preguntaron si estaba allí para que se hiciera justicia, ella les hizo una aclaración: “Que se haga justicia, y vayan todos presos”, explicó. María Eva estuvo en la ESMA una semana secuestrada, tenía dos meses de edad, estuvo detenida-desaparecida con sus padres. Cuando uno de los marinos la entregó en custodia a una ex detenida, le dijo que no se le ocurriera pronunciar el nombre de la niña. “Como tenía los pirinchos parados me ponen Cepillito de sobrenombre”, dijo ella. Durante los años que siguieron, la vida estuvo marcada por las entradas y salidas de su padre a la ESMA, las mudanzas en casas de amigos y familiares, los cambios de escuela y el escape de los tres a Neuquén ya en democracia, cuando los marinos todavía seguían manteniendo controles sobre los ex detenidos.

“Yo quería decir que todo, más allá de mi paso por la ESMA, que no fue poco, las consecuencias de esta vivencia, me gustaría que se tomen como parte de lo que se condena”, dijo al final. “El desarraigo, los miedos al abandono, son parte fundamental de las consecuencias y del plan que los tipos pensaron. No es sólo el paso de cinco días por un lugar terrible, sino todo el miedo y amedrentamiento que sufrimos todas las personas que pasamos por ese lugar y los familiares. Sería bueno que se tome en cuenta. Estoy feliz por ser parte de este momento histórico en el que al fin tenemos voz los hijos y los sobrevivientes y los familiares después de todo el tiempo de silencio por los miedos o por preservación o por las dos cosas. De alguna forma soy feliz, pero sé que falta mucho.”

Un dato molesto de la audiencia fueron algunas de las intervenciones de los abogados de la defensa. María Eva había hablado de la militancia de sus padres, de sus búsquedas. Dos de los abogados defensores de los marinos, además de continuar con la línea de preguntas que intenta impugnar esa militancia, ahora le preguntaron a ella por sus propias inscripciones políticas. “¿Usted pertenece a alguna agrupación?”, lanzó Guillermo Jesús Fanego, voz cantante del grupo. Los abogados de las querellas se opusieron.
Fuente:Pagina12


07 03 2013 
TESTIMONIOS
Día 26. Vera Jarach: "Les pido por favor a los acusados que por favor rompan los pactos de silencio"
Vera Jarach dio nuevamente testimonio ante la justicia. Es la mamá de Franca, militante de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) y la JTP (Juventud Trabajadora Peronista) detenida-desaparecida en la ESMA, e integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y del Directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA).

Las palabras de una madre
“Quisiera empezar diciendo que para mi hija Franca y mi familia, la justicia tiene un valor muy grande, tanto que mis padres y mi suegro eran abogados. Nos inculcaron los valores de la justicia. Y mi hija también tenía inculcados estos valores. La motivación que tengo para pedir justicia es una garantía y una esperanza de un nunca más y, en particular, la historia nos enseña que lo que sucedió una vez puede volver a ocurrir”.

Auswitchz y la ESMA en una misma familia
Vera contó que en 1943 su abuelo paterno fue llevado a Auswithz. “Mucho tiempo después a mi hija la desaparecen y la llevan a la ESMA. Mis convicciones de que verdad, memoria y justicia pueden reconocer los síntomas de las repeticiones de la historia. Franca fue secuestrada el 25 de junio de 1976, tenía 18 años, durante muchos años tratamos de encontrarla. Pasaron más de 20 años para que yo pueda saber la verdad”.
Así contó ante los jueces y el público en la sala la historia de su familia y la lucha por saber sobre su hija. “El secuestro ocurrió en la esquina de Córdoba y Carlos Pellegrini, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. De ahí la llevaron al sótano de la ESMA”.

Un llamado telefónico desde la ESMA
“Como supe esto después de tantos años, tuve la suerte de conversar con Marta Álvarez, quien me contó el destino final de mi hija. El 11 de julio la hicieron llamar por teléfono. En ese llamado, Franca nos dice: ´estoy detenida en Coordinación Federal´. Al día siguiente, mi marido fue ahí y no estaba. A partir de ahí, no tuvimos más noticias”.

El amor por su hija
Vera contó que su hija Franca “fue amada y admirada por muchos, no solamente por la familia, sino también por profesores y amigos. Era una chica alegre y muy pensativa. Amaba la justicia y defendía cuanta causa se le presentaba. Era muy generosa y atenta a todo lo que ocurría a su alrededor. Era entusiasta y apasionada. 

Tenía un profundo sentido crítico. Fue abanderada del Colegio Nacional Buenos Aires, y lo había sido antes en la Primaria. Tenía mucho talento, mucho conocimiento de cosas que se estaban perfilando en su vida, como la música”.

Franca militaba en el Colegio y Vera contó que ahí se hacían listas negras. Ella cree que se secuestro devino de esas tareas de inteligencia sobre los estudiantes. En esa etapa, Franca militaba en la UES y luego pasó a militar en la JTP. “Lamento que hayan cortado todas sus potencialidades, porque era una chica que hubiera podido dar muchísimo en esta vida”.

El secuestro de Franca
“Era un viernes y mi marido y yo nos habíamos ido al Tigre. Enrique (novio de Franca) llegó en la lancha y nos contó que Franca no había vuelto. Lo primero que hicimos es ir a los hospitales y la morgue, después toda esa secuela de acciones que los familiares de desaparecidos hicimos. Por ejemplo, los hábeas corpus. Nos dirigimos a todas las instituciones, nacionales e internacionales. Ahí se levantó ese muro de silencio”.

Sin respuestas de las embajadas y la Iglesia
Vera contó sobre el camino arduo y perseverante para encontrar a su hija. “Fuimos a la Embajada de Italia y el embajador nos cerró la puerta, porque le molestaba esa larga cola de italianos que pedían por su familia”.

Otra de las instituciones a las que recurrieron fue la Iglesia. “nos recibía, pero no queríamos la compasión que nos daban, sino ayuda. En el Vaticano, el Papa Juan Pablo II me bendijo y dijo palabras lindas, pero qué importante hubiera sido que el Vaticano hiciera algo”.

El recuerdo y las primeras Madres
Vera contó también que Liliana Gardela, sobreviviente de la ESMA, “me contó que cuando hacía trabajo esclavo en la ESMA transcribía los interrogatorios. Me llamó mucho la atención Franca, porque daba respuestas muy inteligentes. Me contó el destino final de Franca. Hasta ahí yo pude tener esperanza, pero después de esa verdad ya no pude tener más esperanza”.

Después de tomar agua, conmovida por el recuerdo, Vera contó que “Franca, aún en el secuestro, conservó su sentido del humor. Decía: ´acá no hace falta hacer dieta, porque no nos dan de comer´. Fue fundamental para mí, y para todas, darnos fuerzas mutuamente en nuestro dolor. Teníamos permiso una vez por mes de ir a una oficina que se había instalado en la casa de gobierno. Una vez me preguntaron si mi hija era linda. Les dije que sí y entonces me dijeron que tal vez se la habían llevado tratantes de personas. Otra respuesta fue que no me preocupara tanta que hiciera de cuenta que mi hija se había ido de vacaciones”.

Después de esto, Vera contó su encuentro con las primeras Madres de Plaza de Mayo: “una vez, estando ahí, encontré a una mujer, cuyo hijo iba al Nacional Buenos Aires y era una de las primeras 14 fundadoras de las Madres. Ahí me arrimé a ellas. El don más preciosos que podemos tener todos en esta vida son los amigos”.

El silencio de la prensa
“La prensa formó parte de ese muro de silencio. La prensa internacional contribuía a ese muro de silencio. Por ejemplo, iba a las reuniones de la prensa extranjera: los corresponsales mandaban noticias, pero no se publicaban. Sólo Le Monde publicaba. Acá los grandes medios se autocensuraron y contribuían con el muro de silencio. Sólo el Buenos Aires Herald publicaba hábeas corpus. Hubo periodistas que denunciaron y desaparecieron, más de 90. El ejemplo más claro es Walsh con su Carta Abierta. Él denunció y por ese coraje lo mataron”.

“Les pido a los acusados que por favor rompan los pactos de silencio”
Vera interpeló directamente a los imputados y les dijo: “les pido que por favor los pactos de silencio, que de una vez por todas nos digan qué hicieron”.

Para terminar su testimonio, Vera dijo: “pensando en los chicos de las escuelas, uno me preguntó si estaba satisfecha con mi vida. Dije que sí. Realmente, he tenido mucho en esta vida, me salvé, salvo mi familia. La Argentina nos abrió los brazos para salvarnos de la Shoa, hasta que pasó lo de mi hija. La vida te da muchas cosas, pero también te quita mucho. Quiero agradecerles a ustedes y a todos, y decirles: ¡acá Franca conmigo pide justicia!

El testimonio de María Eva Basterra: una familia secuestrada en la ESMA
En la etapa de testimoniales hoy declaró María Eva Basterra, quien tenía dos meses de edad cuando fue secuestrada junto a sus padres. Los tres fueron llevados a la ESMA el 10 de agosto de 1979.

María Eva recordó que a su mamá la obligaron a tirarse al piso dentro del auto y la taparon con una campera. En la ESMA fue obligada a desvestirse: “la acuestan en una cama y comienzan a darle picana eléctrica. D´Imperio le preguntaba por mis tías. En un momento le ordenan sacarse la capucha y le dicen que no se dé vuelta. Traen a Bety, otra detenida, le un informe de policía y la ponen a cuidarme. Le ordenan que no diga mi nombre, que me diga cualquiera menos Eva”.

Infancia y dictadura
María Eva, una de las niñas secuestradas en la ESMA, recordó que Fernando Peyón, denunciado por delitos de lesa humanidad en ese centro clandestino, “me saca de mi cuna y me quiere llevar a la Huevera para torturarme para que mi papá hable. A mi mamá la llevan para Capucha y la engrillan. La llevan a una oficina y le dicen que la van a liberar. Mi mamá les pregunta si puede volver a su casa y le dicen que por ahora no, y nos llevan a la casa de mi tía. Uno de ellos dice que eran amigos que venían a traernos, que estábamos todos bien, que el ojo negro de mi mamá era porque se había caído, y que mi papá no iba a salir por ahora”.

El trabajo esclavo en la ESMA y las fotos de las víctimas
Con dos meses de edad, estuvo en la ESMA y vivió el horror desde adentro. Tantos años después, la justicia la escuchó para conocer cómo fue su infancia en la dictadura. Su papá, Víctor Basterra, fue sometido al trabajo esclavo dentro de la ESMA y tenía permitidas salidas rigurosamente vigiladas. “En una de las salidas de mi papá, mi mamá queda embarazada de mi hermana Soledad”.

El papá de María Eva, Víctor, fue sometido al trabajo esclavo. En su caso, era obligado a la falsificación de documentación, tarea que incluía la producción de fotografías. En una de las salidas, Víctor pudo esconder fotos y así logró llevarse y guardar pruebas. Esas fotos, en su mayoría tomadas por él, retrataban a represores de la ESMA. Hubo otras, que también pudo rescatar, que fueron tomadas por los verdugos dentro de la ESMA y los retratados eran detenidos-desaparecidos. Esas fotografías han sido prueba judicial en cada una de las causas abiertas por delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA.

Con una familia atravesada por la dictadura, María Eva recordó que a fines de los años ochenta la llamaron a su mamá para que firme la escritura de una casa en Valentín Alsina para entregárselas a los represores de la ESMA. “Le dijeron a mi mamá que con la firma de la escritura iban a liberar a mi papá, pero no fue así. A principios del año 1982 nos mudamos a una casa más cerca de mi abuela y mi papá empieza a salir más seguido. Mi papá venía con Jorge Manuel Díaz Smith (imputado en la megacausa) y nos obligaban a decirle ´tío Luis´. Para fines de 1983, una semana antes de que asuma Alfonsín, a mi papá lo liberan directamente. 

En el año ´84 las visitas de Díaz Smith eran cada diez días”. Con este relato, María Eva narró que los controles a la familia continuaron aún una vez recuperada la democracia.

El juicio a las Juntas Militares
María Eva recordó que a mediados del ´84 se mudaron a Neuquén y al año siguiente su papá volvió a la Ciudad de Buenos Aires para dar testimonio en el juicio a las Juntas Militares. Víctor Basterra dio testimonio por primera vez en ese juicio histórico que quedó marcado para siempre. Ahí tuvieron su primera condena los responsables con los cargos más altos en el Estado durante la última dictadura cívico-militar.

Ni olvido ni perdón
Para concluir su testimonio, María Eva Basterra dijo que “soy feliz de ser parte de este momento histórico donde tenemos voz los hijos, los sobrevivientes. No tenemos que olvidar, no tenemos que perdonar, no tenemos que reconciliarnos. Quiero que estos milicos tengan suficiente vida para que se pudran en la cárcel”.

El testimonio de Cecilia Pilar Fernández de Viñas: “que se haga justicia”
En su declaración testimonial, Cecilia dijo espera justicia desde que “se llevaron a mi hija, mi yerno y a su bebé esperado”.

La hija de Cecilia fue secuestrada el 13 de julio de 1977, cuando estaba embarazada de cinco meses. Fue llevada a la ESMA, donde nació su hijo Javier Gonzalo Penino Viñas, quien fue apropiado por el represor prófugo de la justicia Jorge Vildoza.

Los llamados telefónicos desde la ESMA
Hugo Reinaldo Penino y Cecilia Viñas Moreno de Penino fueron secuestrados el 13 de julio de 1977 y fueron llevados a la ESMA. Desde ese centro clandestino, Cecilia pudo llamar a su mamá, de igual nombre. 

Realizó ocho llamados. Cecilia tiene las grabaciones, que fueron aportadas a la justicia, y fueron reproducidas en el juicio por el Plan sistemático de robo de bebés, cuya sentencia se conoció el año pasado. Cecilia llegó a decirle a su hija que “te queremos con nosotros”.

El secuestro de Cecilia y Hugo habría estado a cargo de una patota de Coordinación Federal, según los datos aportados por el portero del edificio que habitaban en Av. Corrientes al 3600.

La apropiación
El hijo de Hugo y Cecilia fue apropiado por Jorge Vildoza, quien fue jefe del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA hasta 1979. Javier recuperó su identidad en 1999 y conoció a su familia biológica, que lo estaba buscando.

Se cree que Cecilia habría sido llevada a Mar del Plata luego del parto, una práctica que se confirmó con otras detenidas-desaparecidas oriundas de esa ciudad, como el caso de Liliana Pereyra de Cagnola, otro caso de este juicio.

Desaparecida en democracia
Cecilia hizo llamados aún después de la asunción del ex Presidente de la Nación Raúl Alfonsín. Había estado siete años desaparecida y sonó el teléfono: “imaginen el impacto”, dijo su mamá. Tras ese llamado, ella y su marido decidieron ir a Mar del Plata a buscarla. En enero de 1984 recibieron otra llamada y decidieron grabarla.

“Era muy angustiante escuchar la voz de ella (la hija) pidiendo que buscáramos al hijo y era terrible decirle que no sabíamos dónde. A mí me hace mucho daño escucharme a mí misma sin poder darle una respuesta positiva a mi hija”, dijo hoy Cecilia en el juicio. Tanto Hugo como Cecilia siguen desaparecidos.

“La Flaca” y “El Cabezón”
Cecilia contó que su hija “era una estudiante con ganas de ayudar a alfabetizar, como hacían los jóvenes de esa época. Los amigos le decía Flaca y a Hugo Cabezón, porque tenía muchos rulos. Los dos eran muy queridos”.

Para concluir su testimonio, Cecilia dijo: “confío en la justicia. Recuperé a mi nieto y cada vez que se mira al espejo ve a sus padres, porque es muy parecido a ellos”.

El testimonio de Daniel Tarnopolsky: una familia arrancada
En su testimonio, Daniel contó que en la noche del 14 al 15 de julio de 1976 fueron secuestrados por un Grupo de Tareas su madre, su padre, su hermano, su cuñada y su hermana, de 15 años de edad.

“Quise traer las fotos, porque mis padres y mis hermanos eran gente: gente con una vida, trabajadora. Mi padre era químico, tenía 50 años. Mi madre, Blanca, tenía 48, era psicopedagoga clínica. Mi hermano tenía 21 años, estaba estudiando psicología. Mi cuñada también tenía 21 años y estudiaba Letras. Mi hermana Betina tenía 15 años y estaba en el secundario, en el Normal 11”. Todos ellos fueron secuestrados, salvo Daniel, quien tenía 18 años de edad.

“Éramos una familia muy comprometida políticamente”. Contó que su hermano militaba en la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y ahí conoció a Laura, su mujer. Eso fue en 1975. Al año siguiente, su hermano pidió hacer el servicio militar “por compromiso político”. Así fue como le tocó la Marina y fue destinado a la ESMA. Iba a dormir a su casa. En esas salidas le contó a su familia que a partir del golpe de Estado “la violencia en la ESMA era cada vez más”. Dijo que a veces los mandaban a limpiar sótanos y veían rastros de sangre. Así fue como Sergio empezó a saber sobre las desapariciones.

En julio de ese año fue secuestrada Patricia, prima de Sergio y Daniel. Fue llevada la comisaría del barrio por averiguación de antecedentes. La madre de Patricia iba a visitarla, “hasta que un día le dijeron que había sido liberada”, pero no fue así, por lo que la familia hizo la denuncia en la CONADEP (Comisión Nacional Contra la Desaparición de Personas). Patricia sigue desaparecida.

Por su parte, Betina, la hermana menor de Daniel y Sergio, militaba en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). El 14 de julio de 1976 fueron todos a cenar a la casa de la abuela, por el cumpleaños de Betina. Salvo Daniel. Un tiempo atrás, la familia había decidido separarse en casas, para evitar ser perseguidos. Al día siguiente del cumpleaños, Daniel llamó a su abuela: “en la voz de ella entendí qué había pasado. Fui a lo de mi abuela y me contó que a la medianoche había ido mi padre con unos tipos que le pegaron. Tenía la cara negra de moretones. Le pidieron que dijera dónde estaba mi hermana, la encontraron y se la llevaron en camisón” (Betina vivía con su abuela).

Secuestrado en la misma ESMA
Daniel contó que su hermano Sergio llamó la noche del 14 de julio y avisó que se quedaba de guardia en la ESMA. Daniel cree que fue secuestrado ahí mismo y mantenido en cautiverio en ese centro clandestino.

La búsqueda: los hábeas corpus
Mauricio, tío de Daniel, presentó los hábeas corpus, que fueron rechazados. Daniel se reunió con “compañeros de mi hermano, quienes me explicaron que había desaparecidos, que a la gente la secuestraban y nadie sabía dónde estaban”.

En agosto de 1976 Daniel salió del país y se fue a Israel.

La AMIA y la DAIA con las puertas cerradas
Daniel contó que “la AMIA y la DAIA le cerraron las puertas a mi abuela, diciéndole que no era un problema contra los judíos, porque los militares estaban limpiando el país de la subversión y había que ayudarlos”.

Solo
“Yo tenía 19 años y empecé a pensar que tenía que empezar a armar mi vida solo, porque probablemente a mi familia no la vería nunca más”.

Astiz haciéndose el patriota
Se enteró de un grupo de exiliados en París y empezó a militar en el Comité de Exiliados. “En 1978 yo militaba en el Comité y se integró un muchacho: Eduardo Escudero o Gustavo Niño, no recuerdo cómo se presentó. Tuvimos una discusión sobre el 25 de mayo, por si cantábamos o no el himno y él dijo: `¿qué dirán en el Consulado de que los exiliados argentinos no saben si cantar o no el himno?`. A mí me llamó muchísimo la atención y le pregunté: `¿qué te importa lo que dice el Consulado?` Después se puso a mostrar el pasaporte. A la tarde siguiente, una compañera me contó que era un infiltrado. Después de una reunión con nuestras máximas autoridades de las organizaciones, hicimos una denuncia pública: ahí me enteré de que era Astiz”.

Daniel Tarnopolsky contó que en democracia, “en la época de Alfonsín me enteré de que Astiz había estado en el secuestro de mi familia y que había estado infiltrado en organizaciones donde militaba mi hermano, ya en 1975”.

Una familia entera estaba secuestrada en la ESMA y Daniel era el único que había logrado, de algún modo, sobrevivir. “Lo único que pude confirmar es que en 1979 toda mi familia había estado en la ESMA”.

Alfonsín y la guerra
Daniel contó que en 1983, en su campaña, Raúl Alfonsín “nos dijo: `no se puede juzgar a los ganadores de una guerra, porque en Argentina hubo una guerra. Después cambió su discurso”.

También narró que “una vez estaba en Santa Fe y Pueyrredón, esperando para cruzar, y lo vi a Harguindeguy. No lo toleré: él estaba libre y mi familia desaparecida”.
“Los familiares nunca agredimos físicamente a ningún represor y eso demuestra la calidad moral de cada uno”.

La CIDH
En su visita al país en 1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tomó algunas denuncias y visitó el predio de la ESMA, que había sido alterado en su estructura, para intentar refutar los relatos de los sobrevivientes que pudieron reconstruir el lugar de cautiverio. Daniel contó que se presentó el caso de su familia, pero la respuesta del gobierno dictatorial fue que “Daniel Tarnopolsky vive en Francia como estudiante, lo que demuestra que todo es una falsedad”. También decía que la familia vivía en Francia de forma clandestina. “Esto fue utilizado por la revista Para Tí, mezclando las informaciones con una entrevista que me hicieron en Francia, para decir falsas las denuncias que se hacían en exterior en 1978”.

El dolor de la ausencia
“Vivir con familiares desaparecidos es muy grave”, dijo Daniel ante los jueces. “Hubo un concepto ideológico de dejar familiares vivos, paralizados por el terror. Eso dura un tiempo, luego se transforma en una energía transformadora y de necesidad de saber qué pasó”. Y agregó: “igual que todos, nosotros no tenemos cuerpos, no tenemos tumbas. Tenemos un río, tenemos tumbas NN”.

“Quisiera que Acosta me diga en la cara qué hizo con mi viejo, qué hizo con mi viejas y mis hermanos, cómo torturó a mi hermana de 15 años”.

Próxima audiencia
El juicio continuará mañana con la reproducción de audios y el lunes, con más declaraciones testimoniales.  
Fuente;MegacausaEsma

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