18 de agosto de 2013

DESAPARICIÓN DE MIGUEL BRU: Veinte años de silencio policial, y una pregunta sin respuesta.

18.08.2013 
La desaparición de Miguel Bru marcó un antes y un después en la historia del gatillo fácil en la Argentina
Veinte años de silencio policial, y una pregunta sin respuesta 
Rosa, la madre del estudiante de periodismo, admite que espera algún día poder darle sepultura. El caso de su hijo la convirtió en referente de la lucha contra la violencia institucional. 
Por: Pablo Roesler 
La pregunta fue escrita por primera vez en una sábana blanca por un grupo de amigos y compañeros de la Facultad. Fue improvisada para la primera marcha de la que participaron unas 200 personas. En las siguientes movilizaciones llegaron a ser un millar y la bandera, horizontal y con grandes letras en imprenta, repetía la misma pregunta sencilla y concisa: "¿Dónde está Miguel?"


Pasaron 20 años y el interrogante continúa sin respuesta. El 17 de agosto de 1993 marcó un antes y un después en la historia del gatillo fácil en la Argentina: ese día Miguel Bru, de 23 años y estudiante de la Facultad –por entonces escuela superior– de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, fue secuestrado, torturado hasta la muerte y su cuerpo desaparecido por policías de la Comisaría 9ª de La Plata. El caso llegó a los medios y se transformó en un ícono de la lucha contra la impunidad y la connivencia policial, judicial y política de la década de los '90, cuando en las sombras de la provincia de Buenos Aires reinaba la tristemente célebre "Maldita Policía", que el gobernador Eduardo Duhalde consideró "la mejor policía del mundo". 

"¿Dónde está Miguel? Es una pregunta sin respuesta. Duele porque es una pregunta que te hacés todos los días. Y la imaginación vuela y pensás cómo sería un reencuentro. Hasta que caés en la realidad de que no va a existir un reencuentro de ese tipo, sino que encontarnos con Miguel sería para darle una cristiana sepultura. Y eso es terrible", explica Rosa Schonfeld, la mamá que, hoy convertida en un referente contra la violencia institucional, preside la Asociación Miguel Bru, dedicada desde 2002 a acompañar y patrocinar causas similares. 

"En ese momento lo que cambió, lo que marcó, fueron las marchas, los reclamos, el apoyo del periodismo, porque también se acercaban familiares porque sus causas no avanzaban", explica Rosa. Y agrega: "Para nosotros fue una época que sentó antecedentes y que unió mucho a los familiares. Me acuerdo que en la tercera marcha los chicos dijeron que no iban a poner solo el nombre de Miguel en los volantes, sino que iban a agregar el de Andrés Núñez (un albañil asesinado por policías en la Brigada de Investigaciones de La Plata) y el de Maximiliano Albanese (asesinado por policías en la puerta de un boliche bailable) y los padres de ellos también vinieron a la marcha. Era una gran solidaridad la que había." 

A finales del invierno de 1993 todo pasó de golpe. Al mes de la desaparición, el domingo 19 de septiembre, Página/12 publicó una nota que puso el tema en agenda nacional y que mencionaba la pista policial. Cinco días después, el 24 de septiembre se realizó la primera marcha. Desde aquel día de hace dos décadas el interrogante se convirtió en la consigna desde la cual se continúa pidiendo por la aparición de Miguel Bru.

LA PISTA POLICIAL. Miguel era un estudiante común. Su familia, sus amigos y sus compañeros de la facultad lo recuerdan como una persona buena, generosa, afecto a los animales, amante de la libertad por sobre todas las cosas. Vivía en una casa tomada en calle 69, entre 1 y 115, en el barrio El Mondongo, con varios integrantes de la banda de punk rock Chempes 69, en la que cantaba. En esa casa ensayaban, hacían reuniones. 

Pero en esa casa también había sido víctima de dos allanamientos ilegales y violentos realizados por personal de la Comisaría 9ª. El primero con la excusa de que los vecinos habían denunciado ruidos molestos. El segundo aduciendo un robo a un kiosco que nunca existió. En ese último rompieron varios instrumentos y se llevaron a algunos detenidos. Miguel, creyendo que se protegía, denunció al personal policial. 

"Miguel tenía un problema con la 9ª Varias veces los de esa seccional habían ido hasta la casa que comparte con amigos en la calle 69. Pero en abril hicieron un allanamiento sin orden del juez y mi hijo los denunció", relató en esa primera nota periodística Rosa Schonfeld. Esos policías eran el subcomisario y jefe del servicio de calle, Walter Abrigo, y el sargento primero Justo López. 

Después ocurrió algo que el caso Arruga demostró que aún persiste: el hostigamiento policial, las amenazas, la persecución y el final trágico. Cuando fue secuestrado, Miguel estaba cuidando la casa de unos amigos en un campo a 50 kilómetros de La Plata. Hasta allí fueron el 17 de agosto para llevarlo a la Comisaría 9ª, ubicada en pleno centro de la ciudad. 

LA COMPLICIDAD JUDICIAL. La causa judicial llegó por primera vez al juzgado del juez Amilcar Vara el 9 de septiembre de 1993 y nunca aceptó vincular la desaparición de Miguel con la pista policial. "Si no hay cuerpo, no hay delito", le decía el juez a Rosa Schonfeld. Así se mantuvo hasta ser destituido en un jury por esa y otras 26 causas en las que estaban involucrados policías.  

Por el testimonio de seis presos que esa noche se encontraban en los calabozos de la 9ª, se pudo saber que Miguel había ingresado a la seccional y que allí había sido brutalmente golpeado. Esos presos vieron también cuando sacaban el cuerpo a la rastra. Pero además, una pericia demostró que en el libro de guardia habían anotado y luego borrado el nombre de Miguel.  

Con la causa en otras manos, la justicia dictó la prisión preventiva al sargento Justo López primero, y al subcomisario Walter Abrigo, del comisario Juan Domingo Ojeda y de los efectivos Jorge Gorosito y Ramón Cerecetto, después. 

En mayo de 1999 se realizó el juicio oral y público en el que fueron condenados a prisión perpetua los policías López y Abrigo, por el delito de tortura seguida de muerte, privación ilegal de la libertad y falta a los deberes de funcionario público. Ojeda fue condenado a dos años de cumplimiento efectivo de la pena, pero recuperó su libertad con sólo ocho meses de prisión. Lo mismo ocurrió con Cerecetto. 
LA BÚSQUEDA. "No era tan importante para mí un preso más o un preso menos", reflexiona Rosa Schonfeld. "Si hubiera sido importante hubiera pedido que vayan todos presos. Por eso, el defensor oficial que tuvimos, el doctor Omar Osafrain, después del juicio me preguntó si estaría dispuesta a la reducción de pena si los policías colaboran para encontrar a Miguel. Y yo le dije: 'ofrezca lo que sea necesario'. Pero no hablaron", recordó. 

La justicia ya lleva realizados 36 operativos de búsqueda sin resultados. Y la búsqueda continúa sin poder romper el pacto de silencio de los policías. 

"El problema que tengo es que estoy en desacuerdo con la modalidad que tiene (el fiscal Fernando) Cartasegna para la investigación", explica la madre de Miguel. "No se maneja como estaba acostumbrada. Desde que terminó el juicio, con todos los fiscales y hasta que llegó a la Fiscalía N° 4, trabajamos en conjunto, porque ellos sabían que habían existido otros rastrillajes, cosa que Cartasegna no hace. La sensación mía es que no está comprometido con la causa."  

VIGILIA. La primera vigilia fue improvisada y apenas concurrieron los miembros de la familia: llegaron al atardecer de un día frío, se sentaron en el último de los dos escalones de la Comisaría 9ª y prendieron unas pocas velas mientras la mamá enfundada en un tapado negro explicaba con un megáfono, a quien quisiera oírla, que seis años antes en esa seccional los policías del servicio de calle habían torturado hasta la muerte y luego desaparecido el cuerpo de su hijo. Era el 17 de agosto de 1999 y en ese ritual inicial el grupo no sobrepasaba las 20 personas. Ni siquiera estaban los amigos y compañeros de la Facultad. 

Desde entonces Rosa, su familia y los amigos de Miguel realizan todos los años una vigilia entre las 19 del 17 y las 2 del día siguiente en las puertas de la comisaría. Se trata de un homenaje y una conmemoración simbólica para reclamar la aparición del cuerpo del joven. 

"El juicio terminó el 17 de mayo del '99 y el 17 de agosto le dije a mi familia: 'Vamos a empezar a hacer una vigilia en el último lugar en el que Miguel estuvo y hasta que él vuelva ese va a ser el lugar cada 17 de agosto' recuerda Rosa Schonfeld. Esa primera vigilia la hizo sola con su familia por miedo al desborde y las represalias de la policía. Pero al día siguiente quienes la habían acompañado le reclamaron que no los haya invitado. "La solidaridad nos pudo, así que al año siguiente ya se hizo, digamos, legalizada, y hoy ya es una tradición."

Actividades
El aniversario de las dos décadas de la desaparición de Bru no pasó desapercibido para los platenses ni sus representantes: el Concejo Deliberante aprobó el jueves una ordenanza para colocar una marca urbana –denominación para una baldosa de la memoria– en la casa de 60 entre 1 y 115, la última en que vivió Miguel. Se cumple, además, cuando en el país se lleva adelante una campaña nacional contra la violencia institucional. Por eso, el jueves próximo, en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata se realizará una jornada de la que participarán familiares de víctimas de la violencia policial y personalidades de organizaciones y entidades de Derechos Humanos; brindará una conferencia de prensa el juez Baltasar Garzón junto al Secretario de Derechos Humanos de Nación, Martín Fresneda, y la decana Florencia Saintout . Además se presentará el documental Rosa Bru: 20 años de lucha y culminará con la entrega del "Premio a la Comunicación Popular Rodolfo Walsh" al artista León Gieco, galardón que será entregado por Rosa, la Abuela de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto y la Madre de Plaza de Mayo de La Plata, Adelina de Alaye.

18.08.2013 
familiares y amigos de miguel, militantes y dirigentes políticos 
Comenzó la vigilia frente a la Comisaría 9ª de La Plata 
Veinte años, un solo lema: ¿Dónde está Miguel?" Como cada 17 de agosto, familiares y amigos de Miguel Bru, el estudiante de la Facultad de Periodismo de la UNLP torturado y asesinado hace 20 años en la Comisaría 9ª de La Plata, volvieron a protagonizar una vigilia en las puertas de esa dependencia judicial para pedir justicia y memoria. 






Por: Jorgelina Naveiro 

La jornada arrancó a las 19 y duró hasta pasadas las 2 de la madrugada e incluyó una radio abierta, proyección de videos y fotos, la lectura de un documento de la Asociación Miguel Bru y música en vivo. Desde temprano, las puertas de la comisaría se poblaron de velas con la foto de Miguel y pancartas con los nombres de los policías que lo torturaron y mataron.

Su mamá, Rosa Schonfeld de Bru, fue recibiendo emocionada pero serena a cada uno de los que llegaban a la vigilia, como la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Florencia Saintout; el diputado nacional del FPV, Gastón Harispe; el prosecretario de DD HH de la Facultad de Periodismo, Alberto Mendoza Padilla, y ex compañeros, amigos y familiares de Miguel que participan de la ceremonia cada año.

Miguel desapareció el 17 de agosto de 1993. Fue torturado y asesinado en la Comisaría 9ª de La Plata. Su cuerpo nunca apareció a pesar de los 36 operativos y rastrillajes realizados. Veinte años después, Rosa y su familia siguen reclamando justicia y verdad. "Trato de no pensar cuáles fueron sus últimos momentos, trato de pensar que estamos acá por él para que estos hijos de puta sepan que no nos olvidamos y no perdonamos y por qué no sientan vergüenza de lo que pasó acá adentro, no sólo por Miguel sino también por Daniel Migone, que estuvo detenido menos de una hora en 2005 y lo sacaron muerto de acá. Hay que luchar para que esto no pase más, pero fundamentalmente para saber dónde está", sentenció Rosa en diálogo con Tiempo Argentino.

Generoso, transparente, comprometido. A Rosa no le alcanzan los adjetivos para recordar a Miguel y se le nublan los ojos cuando piensa en el 17 de agosto de 1993. Dice que los últimos 20 años fueron de un aprendizaje forzoso y que siente mucha impotencia: "Esta vigilia pesa más porque son 20 años, pero cuando se cumplieron 19 también me pesó; cuando se va acercando la fecha da mucha bronca, mucha impotencia. 

No entendés, no terminás de entender porqué, pero cuando llega el día… todas las pilas porque tenemos que luchar, tenemos que demostrarle a ellos que no bajamos los brazos, que no perdonamos. Todo eso me da mucha energía."

La vigilia de anoche fue el inicio de una semana de homenajes al estudiante. El próximo jueves, a partir de las 11, se realizará el acto central en el aula-anfiteatro del edificio presidente Néstor Carlos Kirchner de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata durante la "Jornada Contra la Violencia Policial y la Complicidad Judicial".



18.08.2013
entrevista a pablo morosi 
"Se quedaron con el secreto" 
El periodista platense acaba de publicar el libro ¿Dónde está Miguel? El caso Bru. Un desaparecido en democracia. 
Por: Pablo Roesler 
Al cumplirse 20 años de la desaparición en 1993 del estudiante de periodismo Miguel Bru a manos de policías de la Comisaría 9ª de La Plata, el periodista Pablo Morosi publicó el libro ¿Dónde está Miguel? El caso Bru. Un desaparecido en democracia, una investigación que reconstruye la trama judicial, policial, periodística y familiar de aquel episodio de violencia institucional. 

Morosi, que el 17 de agosto de 1993, cuando fue secuestrado, torturado y asesinado Miguel, tenía 24 años, trabajaba como corresponsal del diario Página/12 en La Plata. Fue en ese diario donde junto a Cristian Alarcón publicaron la historia de la desaparición un mes después.

"Se quedaron con el secreto", reflexionó Morosi respecto de la pregunta con que se titula su libro. Y agregó: "Entre los autores materiales y los que estaban esa noche hay muchas cosas que no se dijeron. Esos tipos tienen la respuesta y me parece que las instituciones no pueden quedarse con que algunos fueron condenados. Tienen que ir por la respuesta que lamentablemente el título del libro tiene y que es la misma que la del primer día."
–¿Qué objetivo se propuso con este libro?
–Lo que intenté hacer fue compilar en un volumen una historia larga que la opinión pública ha visto con espacio de tiempo en la que parecía que no pasaba nada, pero donde siempre siguieron pasando cosas en tanto y en cuanto había una pregunta, que no la inventé yo sino que viene del origen de esta lucha, con los familiares y los amigos, que no ha tenido respuesta. Entonces en la medida que se seguían haciendo la misma pregunta, todos los días había algo para contar. 

–¿Qué cuenta en él?
–Lo primero que hago es enfocarme en los personajes de la historia. Primero en Miguel contando quién era, cómo era, cómo vivía, qué le gustaba, qué no le gustaba. Luego hago un capítulo en el que hablo de la patota, primero en términos generales tratando de ver cómo era la policía, esa que terminó pegada a ese, para mí brillante, mote que le dejó un editor de la revista Noticias que tituló "Maldita Policía", y para hacerlo me apoyo en el diagnóstico que gentilmente me cedió León Arslanian, y que hizo cuando lo llamaron para reformar la fuerza. También en un trabajo de Marcelo Saín, que va un poco más atrás, y habla de lo que yo llamaría la secuela cultural de esta policía de los noventa respecto de la dictadura. Después de esa caracterización de esa policía me centro en esta patota que era el servicio de calle de la Comisaría 9ª. Me concentro en sus legajos, de dónde eran, de dónde venían, cuántos años hacía que estaban allí, etcétera. Después paso por el juez (Amílcar) Vara, que termina destituido por irregularidades en esta y otras 26 causas en las que el denominador común era que todos los policías involucrados en crímenes cuyos casos no habían sido investigados, habían sido encubiertos por este juez. Y termina con Rosa, que pasó de ser una incauta señora del interior de la provincia de Buenos Aires, la familia de Miguel viene de Pigüé, a un referente de la lucha contra la violencia institucional.

–¿Qué considera que modificó en la sociedad la desaparición de Miguel Bru?
–Este caso tuvo tres cosas que considero que son hitos. Uno a nivel jurisprudencial, porque es el primer caso en el que hay una condena por una desaparición sin que el cuerpo aparezca en un juzgado ordinario. La estrategia de los policías era que si no hay cuerpo no es posible condenar. Por otro lado, es un caso que incorporó con mucha claridad la voz de las víctimas en la construcción periodística del relato policial. El antecedente anterior y verdadero hito fue el caso María Soledad en el '90, pero este caso también viene en esa línea y es mucho más fuerte en el sentido que estábamos en la provincia de Buenos Aires, frente a una policía que en ese momento era muy temida y estaba considerada todavía como la mejor policía del mundo. La desproporción de fuerzas que existía entre una madre y los amigos, frente a ese esquema de connivencia entre lo policial, lo judicial y lo político era muy grande, y esa es la gran batalla de esta causa: se venció esa desproporción. Los asesinos de Miguel nunca creyeron que esa señora iba a persistir tanto. 

–¿Qué rol tuvo el periodismo en este caso?
–Yo creo que se dio una situación en donde, a partir de la lucha de la madre, a partir del compromiso de los compañeros, se generó también una respuesta y un compromiso de mantener el tema por parte de los periodistas. En ese momento había una explosión que había roto un esquema de medios que era muy limitado, que tenía al diario El Día como único medio gráfico y a Radio Provincia y Radio Universidad. Y en los noventa aparecen las radios comunitarias, el cable en La Plata, el diario Hoy. Y los que trabajábamos en los medios en ese momento éramos todos formados en democracia y esto de la desaparición nos tocó de una manera especial. Por eso creo que adquirimos un compromiso que llevamos adelante. Y cada medio hizo su aporte. 


18.08.2013
Los mecanismos que le faltan al estado
Hace 20 años Miguel Bru era detenido arbitrariamente, torturado y desaparecido. 
Al día de la fecha, sus familiares y amigos no pudieron encontrarlo, consecuencia de que el Estado no cuenta con los mecanismos y herramientas necesarios para dar con el paradero de personas desaparecidas.
Por: Federico Ravina
Asimismo, se continúa con la falencia medieval de los libros policiales de ingreso de detenidos que no cuentan con ningún tipo de seguridad para evitar que sean fraguados.

Hace cuatro años y medio, en un hecho similar, desapareció de una comisaría bonaerense Luciano Arruga.
Es necesario aceptar y estudiar esta terrible problemática y legislar al respecto. Es imprescindible la creación de un registro nacional de personas desaparecidas y buscadas. Que exista un registro Nacional de personas enterradas como NN. Necesitamos un protocolo de actuación judicial para que los jueces y fiscales actúen con diligencia y velocidad en lo inmediato a la denuncia.

No podemos olvidar que los familiares y amigos de Miguel tuvieron que luchar contra la arbitrariedad judicial y promover la destitución de  un juez para que hubiera responsables condenados.
Pasaron 20 años y la lucha continúa. Miguel Bru. Presente.


18.08.2013
¡Ni un pibe menos! 
Emblema de la lucha contra la violencia institucional, el caso de Miguel Bru muestra cómo la militancia puede vencer a las mafias enquistadas en el seno de la Policía Bonaerense y el Poder Judicial y lograr justicia.





Por Leonardo Grosso

El involucramiento  y la organización de la familia y amigos de Miguel resultó clave para lograr una condena de los policías que lo asesinaron hace 20 años y que, en un hito histórico para la justicia en la Argentina, fueron encontrados culpables del homicidio aun cuando el cuerpo de ese joven estudiante no pudo ser hallado.

Esa metodología remite a los tiempos más dolorosos de nuestra historia y encuentra ecos hoy en día, con casos de violencia institucional que se repiten a manos de los mismos verdugos y en contra de las mismas víctimas: los pibes y pibas de nuestros barrios mas humildes. 

En un contexto político adverso para la movilización y la lucha social, el caso de Miguel abrió para muchos un camino de militancia y compromiso como única forma posible de enfrentar los casos de violencia institucional. La búsqueda de justicia a través de la movilización y el escrache fueron, quizá, las únicas maneras de llegar a la verdad.

Rosa, la madre de Miguel, nos ha demostrado en 20 años cómo luchar en medio del dolor, y nos ha guiado en un camino que siempre te enfrenta con la impunidad y la soledad. La justicia y la policía no son un buen complemento cuando buscamos saber la verdad, este caso nos da una muestra de ello, y contra eso luchamos: derribemos discursos, verdades absolutas y silencios impunes, construyamos un país donde de una buena vez por todas podamos decir: ¡¡Basta de gatillo fácil!! ¡¡Ni un Pibe Menos!!


18.08.2013
El ejercicio de la memoria debe ser dinámico 
Veinte años pasaron desde que la Policía Bonaerense desapareció a Miguel, y si pudimos conocer su historia es sin duda por la incansable lucha que llevan adelante desde el primer momento sus familiares y amigos. 
Por: Vanesa Orieta
Muchos años pasaron pero poco hemos aprendido de este caso emblemático y la realidad demuestra que la lógica de control y muerte se va perfeccionando, camuflándose en una democracia que permite que ciertos discursos, como el de seguridad, se instalen como un derecho para pocos, permitiendo que la  discriminación, la criminalización tomen cuerpo en esta problemática denominada "gatillo fácil", mientras la sociedad contempla con cierta naturalidad diferentes hechos de violencia institucional; y así, deshumanizadamente, seguimos sumándole a esta democracia el caso de un joven todos los días asesinado por alguna fuerza de seguridad (según datos de CORREPI).

Si algo tienen que enseñarnos estos 20 años sin Miguel Bru es que el ejercicio de la memoria debe ser dinámico; una memoria dinámica nos compromete a organizarnos y luchar por la verdad y la justicia siempre, a luchar por la defensa de los Derechos Humanos a cada instante sin importarnos detalles físicos o sociales. Una sociedad que ejercita la memoria de forma dinámica no permite la naturalización de la violencia, se indigna ante el mínimo hecho que atenta contra nuestros derechos; se  opone a la memoria estática que mira los Derechos Humanos en una solo dirección, como si hoy ya no fueran vulnerados.

Quizás es cierto que a los sectores económicamente estables no les toque vivir la problemática de violencia institucional hoy, pero sepan que gran parte de los sectores humildes de esta sociedad siguen sin poder escapar a la lógica del control, el miedo y la muerte, y eso lo demuestran los más de 200 casos de desaparecidos y más de 3800 casos de gatillo fácil ocurridos desde la apertura de la democracia hasta estos días. 

Algo tenemos que mejorar como sociedad y así nos lo hacen entender los casos que sufriríamos años después de la desaparición de Miguel, como son los casos de: Iván Torres, Daniel Solano, Sergio Ávalos, Facundo Rivera Alegre; Luciano González, Luciano Arruga…
TODOS ELLOS DESAPARECIDOS EN DEMOCRACIA. 


18.08.2013
Seguimos diciendo dónde está miguel 
Después de 20 años seguimos exigiendo la aparición de Miguel. 
Por: Alberto Mendoza y Jorge Jaunarena*
Queremos que los responsables de su desaparición y los funcionarios encargados de buscarlo, nos digan dónde está. Creemos que sería muy importante no sólo para la familia, para los compañeros y amigos que esto suceda, sino además para toda la sociedad. Desde lo cotidiano vemos cómo se encuentran los cuerpos de las víctimas del genocidio de Estado y confiamos en que con Miguel pase lo mismo.

Miguel amaba la música, los amigos y amigas, su familia, los animales, sus compañeros y compañeras de la Facultad –en ese entonces, Escuela Superior– de Periodismo. Su secuestro y desaparición, a manos de la Policía Bonaerense, sucedía en un contexto donde la política represiva de la última dictadura cívico-militar tuvo sus continuidades por parte de las fuerzas de seguridad en la recuperación del orden institucional. Sus actuaciones no habían sido revisadas, y además contaban con la tutela del poder político, que encontró ahí la posibilidad de acrecentar y perpetuar un modelo económico neoliberal. Sus principales víctimas fueron los jóvenes de sectores excluidos, los más vulnerables, los "nadies". El enemigo interno ya dejaba de ser el joven subversivo que pensaba un país para todos y todas, y pasaba a ser el joven pobre que no estaba incluido en un proyecto de país para unos pocos. Todo esto planificado, orquestado y articulado con los genocidas, por los medios masivos de comunicación, "expertos en la denominación del mundo", que pedía más represión, más seguridad, y polarizaba aún más una sociedad que aumentaba la brecha entre los menos con más y los más con menos, mientras hacía sus negocios.

El 22 de agosto de 2002 se creó la asociación para institucionalizar y socializar el trabajo que Rosa Bru y la Comisión de Familiares y Amigos de Miguel venían realizando. Para que la experiencia adquirida en el marco de la lucha por el caso de Miguel, siempre con el apoyo institucional de la Facultad de Periodismo, pudiera ser transmitida y sirviera a otras personas que pasaran o estuvieran pasando por experiencias similares de tanto dolor e impotencia.

En estos diez años hemos brindado patrocinio jurídico, asesoramiento y acompañamiento a infinidad de personas que acercaron sus denuncias a la entidad. Este trabajo lo realizamos junto con un equipo multidisciplinario que milita en la asociación. Además, venimos desarrollando trabajos de investigación con diversas instituciones académicas, trabajos territoriales en contextos de exclusión, programas en medios de difusión. 

En 2005 abrió una sede en CABA, la "Casa de Oficios y Cultura de Parque Patricios", donde se trabaja en la promoción y protección de los Derechos Humanos y la inclusión social de adolescentes y chicos en situación de calle.

Por último, seguimos creyendo y estamos convencidos de que es posible tener fuerzas de seguridad que respeten los derechos de las personas. Promovido como política de Estado del gobierno nacional, estamos asistiendo conjuntamente con diversas organizaciones, familiares de víctimas de la violencia institucional, miembros del Poder Legislativo, referentes de Derechos Humanos, a un debate sobre cómo frenar la violencia policial y democratizar nuestra justicia, sin duda un hecho fundamental y un gran avance para dar ese paso tan importante, para terminar de una vez por todas con esta situación que viene padeciendo nuestro país desde hace muchísimos años.

* Miembros y co fundadores de la Asociación Miguel Bru-Secretaría de DD HH. Facultad de Periodismo-UNLP.
Fuente:TiempoArgentino           


17 08 2013
Rendirán homenaje a Miguel Bru en la ex ESMA
El Espacio Memoria y Derechos Humanos junto a la Asociación Miguel Bru (AMB) instalarán el jueves 29 de agosto, a las 15, una muestra en homenaje a Miguel Bru, estudiante desaparecido por efectivos de la Policía de la provincia de Buenos Aires.

La muestra se ubicará en la recepción del predio la ex ESMA y recorre la Verdad, en tanto vida de Miguel, su desaparición y el comienzo de su búsqueda. La Justicia, la lucha contra la impunidad, el juicio a los responsables y la memoria.

El encuentro tiene como fin visibilizar un momento de impunidad para las fuerzas de seguridad, pero también de lucha de nuestro pueblo contra las desapariciones, los abusos policiales y las políticas de silencio y olvido.

En agosto de 1993 Miguel Bru había denunciado a efectivos de la Comisaría Novena de La Plata por un allanamiento ilegal en su casa. A partir de ese momento comenzó a ser amenazado y hostigado para que retirara la denuncia. Fue secuestrado el 17 de agosto de ese mismo año. Las declaraciones de varios detenidos y las pericias en el libro de guardia, permitieron comprobar que fue ingresado en esa seccional, donde fue visto por última vez mientras era torturado.

La familia de Miguel junto a la Asociación continúan exigiendo la aparición del cuerpo de Miguel y la investigación penal al resto de los policías que estuvieron presentes en la Comisaría Novena.

Recordar a Miguel es reafirmar, en el marco de los treinta años de la recuperación de la democracia, el compromiso con los familiares de las víctimas de violencia institucional para que esos delitos no sucedan nunca más, y para seguir fortaleciendo un país con Memoria, Verdad y Justicia.
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma

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