22 de agosto de 2013

HOMENAJE A LA COMPAÑERA MARIA ELBA MARTINEZ .

18 de agosto
Murió María Elba Martínez, una valiente mujer (*)
Con mucho dolor recibí la noticia del fallecimiento de la abogada María Elba Martínez. Sabía de su inquebrantable lucha por la vida, desde hace algo más de tres años, a partir de habérsele diagnosticado una cruel enfermedad.
Conocí a María Elba allá por 1982. Desde el Servicio Paz y Justicia que orientaba el Premio Nóbel Adolfo Pérez Esquivel, trabajó por aquellos años en la recopilación de testimonios del horror en Córdoba, junto a los restantes organismos de derechos humanos; en mi caso pude trabajar con ella y con el abogado del Serpaj Manuel Luna (otro gran compañero, también fallecido) desde la Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, cuyo secretariado integraba por entonces.
Su papel cuando el retorno a la democracia, con la intención de llevar a juicio a los responsables del terrorismo de estado, fue fundamental. Y a pesar de lo que vino tras la promulgación de sucesivas leyes que consagraron la impunidad, no cesó en la tarea de denuncia de las violaciones de derechos humanos y el reclamo de justicia.
Así, María Elba participó en una tarea no menor cuando se abrió esa pequeña grieta con los Juicios por la Verdad ya promediando los años 90.
Fue abogada de sindicatos cordobeses en tiempos de luchas contra el desguace del Estado. Con Luz y Fuerza cuando el intento de privatización, y Obras Sanitarias cuando la embestida del gobernador Ramón Mestre que finalmente transfirió a manos privadas un servicio elemental para la población como es la provisión de agua potable.
También estuvo al frente de resonantes causas que involucraron al poder político, como el asesinato del ex senador provincial Regino Maders y representando a la familia de David Moreno, el pibe asesinado en Córdoba por balas policiales durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 .
Que hoy se hable con toda naturalidad de dictadura cívico militar, lo debemos en gran parte a María Elba Martínez. En forma permanente denunció la complicidad civil con el terrorismo de estado y, fundamentalmente, la participación de miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica.
Murió una mujer valiente y quedará en todos el recuerdo de su incansable lucha. Todos mis respetos a sus amigos y familiares.
(*) Miguel Apontes
 Diciembre de 2012: en el Centro Miguel Mozé, tras una charla que brindó María Elba junto a Adolfo Pérez Esquivel, en el marco del histórico juicio por la treintena de presos políticos asesinados en la UP1-Cárcel de San Martín y tras el cual se condenó, entre otros genocidas, al dictador Videla. Entre los presos asesinados, se encontraba nuestro compañero Miguel Mozé.
MARÍA ELBA MARTÍNEZ (*)
La búsqueda de la verdad y la justicia signan la vasta trayectoria de María Elba Martínez, en las causas contra los delitos de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado, denunciando el plan sistemático de exterminio de opositores políticos y de apropiación de menores. Además, la abogada del servicio de Paz y Justicia (Serpaj) Regional Centro siempre señaló la complicidad de los poderes que constituyen lo que hoy se define certeramente como “dictadura cívico-militar”.
En lo económico, investigando el rol de grandes empresas, como Mercedez Benz y Papel Prensa, o en Córdoba, con las financieras Condecor -donde era gerente el torturador y jefe de la Perla Héctor Vergés- y Centro Financiero, además del despojo a los hermanos Iaccarino y el robo miserable de las patotas que ingresaban a la casa de los secuestrados y después vendían sus bienes.
También puso al descubierto la complicidad de la Iglesia Católica, al denunciar junto a Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, al Arzobispado de Córdoba, presidido en ese momento por el obispo Raúl Primatesta, por su responsabilidad en la detención de cinco religiosos durante la última dictadura.
Desde una visión amplia y actualizada de los derechos humanos, María Elba Martínez llevó adelante las causas del Sindicato del Personal de Obras Sanitarias (Sipos) en su comprometida lucha contra la privatización; de la Junta Gremial Interna del Banco de Córdoba, donde participó de las denuncias de corrupción contra el gobierno de Eduardo César Angeloz; fue abogada querellante en el caso del crimen del ingeniero y ex senador Regino Maders, quien denunció los negociados que involucraban al poder político y económico; también representó a la familia de David Moreno, el niño asesinado en Córdoba por la policía el 20 de diciembre de 2001, crimen que permanece impune. Y fue la primera abogada de las Madres de Barrio Ituzaingó, causa donde sostiene que, además de las fumigaciones, hay mucho todavía por investigar para develar las causas de las enfermedades de los niños de ese barrio.
Desde hace años, integra a través del Serpaj el Tribunal Permanente de los Pueblos y también forma parte del Comité Honorario de la Comisión Nacional de Investigación del Genocidio para el resarcimiento histórico de los Pueblos Originarios de Argentina.
Luego de anuladas las leyes de impunidad, fue querellante en el año 2009 en la causa Menéndez II (Albareda, Morales y Moyano) y en 2010 –junto a Hugo Vaca Narvaja (h)- en la causa Videla, donde fueron condenados los responsables de los fusilamientos de presos políticos de la UP1. En la actualidad, es querellante de la megacausa de los campos de concentración de La Perla y La Ribera, representando a 54 víctimas.
Durante la larga y trabajosa lucha contra la impunidad, María Elba Martínez no se conformó solo con “verdad histórica” y condena simbólica, y batalló empecinadamente para alcanzar una justicia concreta y real. A tal punto, que la causa que constituye el núcleo de la investigación que desembocó en el actual megajuicio de La Perla y La Ribera lleva su nombre: “Adolfo Pérez Esquivel – María Elba Martínez, su denuncia”.
(*) Semblanza escrita por Alexis Oliva, Myriam Mohaded y
Marta Cisneros, leída por Hugo Vaca Narvaja, en un homenaje
 del Cispren y el gremio de Judiciales de Córdoba el último
 Día Internacional de la Mujer. 
 
 Envío:Cecilio M. Salguero                    

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