18 de agosto de 2013

MEGACAUSA ESMA: TESTIMONIOS DÍA 79.

15 08 2013
TESTIMONIOS
Día 79. "Quiero que mis hijas sepan que no tienen un papá con las manos manchadas de sangre", dijo el imputado Olivera

Fue en el marco de la ampliación de su declaración indagatoria. Además, dio testimonio Adriana Rut Marcus, sobreviviente de la ESMA. 


El caso de Adriana Rut Marcus (nro. 460) 
El 26 de agosto de 1978 fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo estuvo a cargo de hombres armados, pertenecientes al Grupo de Tareas 3.3.2, quienes la estaban esperando en el departamento que compartía con Mirta Kuhn (caso nro. 461), en Núñez. 

Adriana, apodada “Nuchi”, militaba en Montoneros, era miembro de un grupo logístico de Sanidad de la Zona Oeste. Fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, con el número 182. Estuvo bajo un régimen de libertad controlada, a cargo de Ricardo Miguel Cavallo.


El testimonio de Adriana  

La sobreviviente comenzó hablando de su padre, Conrado Luis Marcus (caso nro. 700), quien también fue llevado a la ESMA y liberado horas después.

Adriana fue sometida al trabajo esclavo durante su cautiverio en la ESMA, por eso la fiscalía le preguntó sobre los ficheros, ya mencionados por otros ex detenidos-desaparecidos en ese lugar. “Tenían nombres de las personas, nombres legales y sobrenombres, y todos los datos que se pudiera tener de esas personas. Vi el de un compañero del colegio, de apellido Bain, cuatro años mayor que yo, porque figuraba como `El Alemán` y cursaba en la Facultad de Filosofía o Derecho, figuraban algunos datos, como que era de ese colegio, militaba en tal lugar, etcétera. Ahí me enteré del nombre legal de Patricia Roisinblit (caso nro. 483), a quien la conocía como Mariana. Había una T que no sabía si era traslado o muerte”, declaró.


Curas y abogados

Adriana relató que en la ESMA escuchó que para los captores “en general los curas y los abogados eran irrecuperables para la sociedad y estaban destinados para ser asesinados, no había intento de negociación de ningún tipo”. 

Dueños de la vida

“Éramos un caso adjudicado a uno de los perpetradores. No éramos dueños de nuestra vida. Los que tenían contactos conmigo (“dueños”) eran `Hormiga´ (Orlando González), `Fragote´ (Generoso), `Manuel´ y `Mariano´ (Scheller)”. Pero hacia el final, quien estaba a cargo de mi caso era Cavallo, alias `Marcelo`”, describió Adriana.

Delitos sexuales

Sobre este tema, la sobreviviente declaró que Alberto Eduardo González, alias “Gato”, quiso abusar de una secuestrada, pero “se ligó un rodillazo”. También contó que “nos teníamos que bañar a la vista de estos jóvenes que nos vigilaban”.   

Picana

“(Cavallo) contó que cuando no había ningún detenido ni operativo se daban picana entre ellos dentro del mismo grupo del personal operativo. No sé si era un juego, supongo que con menos electricidad”, contó Adriana. 

Compañeros
La fiscalía le nombró a algunas de las víctimas para que Adriana pudiera decir la información que tiene sobre cada una.

Acerca de Gustavo Grigera (caso 328) dijo que era “un compañero de militancia, médico. Cuando estábamos en la JUP una compañera me propuso participar en un grupo de apoyo para atender a personas que pudieran estar heridas o tener problemas de salud, clandestinas, que no pudieran ir al hospital por razones de seguridad. Entré al grupo del que Gustavo Grigera era el responsable, pero a fines o mediados del `77 no lo vi más. Supe posteriormente, no sé si adentro de la ESMA, la versión de que lo habían intentado secuestrar y que tomó la pastilla de cianuro. Hace poco conocí a la hija y tuve otra versión”.


Sobre Adriana Clemente (caso 515) dijo que “fue secuestrada en el `79 y descubrió que estaba embarazada. Era Vicedecana de la Facultad (Trabajo Social)”. Con respecto a Alejo Mallea (caso 505), dijo “era un compañero de militancia de la JP en la Facultad de Medicina. Lo fueron a secuestrar y lo mataron en su casa”.


Vuelos de la muerte

“Es bastante difícil tener un conocimiento preciso acerca de los vuelos de la muerte, porque no tuve esa experiencia personalmente, si no no estaría acá. Sólo un testigo ocular puede dar cuenta de ello. Cuando estaba en Capuchita se hablaba de los traslados aéreos. Luego, con mayor contacto con otros secuestrados, llega la información de que los miércoles se llevaban a aquellos secuestrados que serían asesinados en los vuelos. Acosta me dijo, concretamente en dos oportunidades, que si seguía habiendo averiguaciones sobre mi persona por autoridades del gobierno alemán me iba a poner la pentotal y me iba para arriba. Hablaban de forma críptica, esas eran las modalidades”, contó Adriana.

Historia

“El impacto de lo que ha ocurrido va a atravesar a muchas generaciones. Está demostrado que serán cinco u ocho generaciones, luego sigue habiendo impacto transgeneracional. Es importante la intermediación que hace una institución prestigiosa como el Poder Judicial, porque en general a la sociedad le cuesta escuchar estas situaciones. Es importante poner al servicio de la sociedad estos testimonios para dar una explicación sobre lo que a seguir ocurriendo en delitos que siguen perpetrándose con los chicos apropiados que no saben la verdad. Ocho generaciones son 200 años. Honro a los que no están, a los familiares que siguen buscando”, concluyó Adriana.  

Ampliación de la declaración indagatoria del imputado Víctor Roberto Olivera, alias “Lindoro”, Suboficial Primero retirado de la Armada Argentina

Por empezar, Olivera anticipó que no respondería preguntas. “Lo que voy a denunciar en este acto es para que este Tribunal tenga al menos conocimiento de lo que fue toda la etapa de instrucción, por lo que hoy estoy imputado. Si bien no puede haber un orden correlativo y quizás sea repetitivo, lo que voy a aclarar es que quedan algunas secuelas del tumor extraído. Todo lo que voy a decir no es que lo recuerde, algunas cosas sí, otras no, una vez salido del, digamos… yo le digo manicomio. Ahí empecé a notar muchas cosas y analicé los expedientes. También quiero decir que nadie me ha presionado para que haga la declaración, lo hago por derecho propio, porque necesitaba hacerlo. Quiero que mis hijas sepan que no tienen un papá con las manos manchadas de sangre”, sostuvo Olivera al comenzar su declaración. 

Olivera en la ESMA

Según consta en su legajo, estuvo designado como guardia militar en la ESMA al menos entre el 16 de abril de 1979 y el 28 de enero de 1981. De este modo, está asentado que estuvo en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio en el momento en el que se produjeron los delitos de lesa humanidad juzgados en la megacausa.

La instrucción de la causa ESMA

“Cuando el Juzgado de (Sergio) Torres me indagó por primera vez, no estaba en condiciones psíquicas ni mentales. Fui manipulado para declarar, lo que mi ex abogada, Julieta Marchese quería que dijera en la indagatoria. Con la inestabilidad que tenía no me daba cuenta de que mes estaba induciendo. Nunca pensé que había personas detenidas ilegalmente, tenía poca información, o sea nada. Teniendo uno de los grados más bajos de la Marina, para mí los alojados allí estaban acusados de ser delincuentes terroristas, dado el momento. Siempre estuve convencido de la legalidad de las órdenes que recibí. No participé ni tuve acceso a ver personas que hayan participado de los hechos aberrantes que se me imputan”, agregó el imputado.
Olivera declaró que tanto su ex abogada como su ex mujer participaban en una secta y que ellas lo manipularon en su declaración indagatoria en la etapa de instrucción. Además, señaló a los sobrevivientes Víctor Basterra y Carlos Lordkipanidse como “delincuentes”. 

Asimismo, el imputado narró que “comparecí en el Juzgado de Torres, porque no había cometido ningún delito, sólo había cumplido la función que la Marina me instruyó. Me imputan hechos como si hubiese tenido la decisión de lo que se debía hacer”.


Víctor Olivera recordó que el juez Torres, a quien dice que nunca la conoció la cara, ordenó una rueda de reconocimiento, que según el imputado debía haberse declarado nula. Según contó, no fue identificado en la rueda, algo que no sorprende, dado que la mayoría de las víctimas estuvo privada de la visión y el principal elemento para el reconocimiento generalmente es la voz y no la cara. De todos modos, Olivera señaló “un detalle importante: estos delincuentes terroristas de Basterra y Lordkipanidse decían que yo era un torturador sádico, entonces la mujer que no me reconoció se hubiera acordado de mi cara, ¿o me equivoco?”.


Manicomio

Olivera sostuvo que el juez Torres, “con el aval del médico forense, me mandó al manicomio en la Unidad 20 del Servicio Penitenciario Federal en el predio del Borda. Fui con resguardo físico, repito, resguardo físico. Jamás fui visitado por nadie del Juzgado. Tuve que soportar tormentos. Fui torturado por el juez Torres y la abogada Marchese. Fui objeto de delito como tortura y abandono de persona. Después vino el director de la Unidad 20 y al ver mi estado se sorprendió y apuró la refacción de la habitación-celda que iba a ser destinada a mí. Después me hacían salir a trabajar gratuitamente en un estadio cubierto y en la huerta”. 
En este momento de su declaración, el Tribunal le aclaró al imputado que su ampliación de la declaración debía referirse a las imputaciones en la causa y que no lo estaba haciendo.

El imputado continuó su declaración indagatoria diciendo que el juez Torres “me mandó a morir. Lo único que recuerdo es que me llevaron a la guardia y de ahí en más no recuerdo nada. El tema es gravísimo. Estuve cuatro o cinco días en coma farmacológico, sin saber dónde estaba ni lo que hacía”. Agregó que después fue trasladado al Hospital Naval, donde le diagnosticaron un tumor contraído varios años atrás. 


Defensa

Para finalizar, Olivera sostuvo que “no tuve una abogada defensora, sino una querellante, una traidora que deseaba mi mal, no sé si estaba asesorada por las mal llamadas organizaciones de derechos humanos. Todo esto conlleva al dinero y la venganza”.

“Le pido al Tribunal, debido a los traslados que me perjudicaron, que no me cambie de ese complejo donde estoy detenido ahora, Marcos Paz. Lo último que solicito es estar sentado al lado de mi abogado en el momento de los alegatos. Nada más”, concluyó.


Próxima audiencia

El juicio continuará el miércoles 21 de agosto desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales. 
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma            

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